Quiero hacer algo tremendamente revolucionario antes de morir. Me gustaría vivir. Puede que el resto de cosas solo sean detalles.
Desde hace algún tiempo uno de esos detalles me ronda la cabeza. Una palabra se repite inonscientemente en muchas conversaciones que mantengo a diario. Esa palabra es ÉXITO. Se trata de un concepto ampliamente extendido entre las personas y que condiciona muchas decisiones de su vida. Tiene que ver no tanto con la forma en la que ejecutamos nuestras decisiones, como con la forma en la que evaluamos los resultamos que obtenemos.
La práctica totalidad de formas de entender el éxito continúan asociadas al sentimiento de propiedad y de consumo. Incluso muchos predicadores de la innovación y el cambio siguen instalados en este tipo de discursos.
Por otro lado se que soy una persona difícil de aceptar. Me gusta que me den abrazos sin motivo y exijo una explicación inmediata cuando alguien necesita ofenderme para ser feliz. Por eso tal vez mi aproximación al ÉXITO es algo diferente. No soy muy normal y esto es algo que una vez asumido, facilita mucho el resto de las cosas. Por eso, lector, no esperes que este artículo lo sea.
PRELIMINARES DEL ÉXITO
Identificamos con demasiada claridad a personas exitosas. Lo hacemos a menudo y las encumbramos como símbolos de fortaleza y de poder. Todos nosotros consumimos a diario innumerables fórmulas de éxito. Hoy también sabemos que hay muchas formas de entender qué es el ÉXITO. A pesar de que las escuelas de negocio y los foros educativos tradicionales se empeñen en lo contrario, el ÉXITO no es algo objetivo, más bien todo lo contrario. De hecho la elección de nuestros referentes o modelos, nos define.
Este artículo, lector, muestra mi aproximación personal al concepto de ÉXITO o al menos mi forma de entenderlo. Me propongo analizar su anatomía, diseccionar tres supuestos sencillos y un apunte breve sobre el planteamiento del éxito en todo su sentido:
PRIMER SUPUESTO: El éxito es social.
Según este supuesto el éxito empieza cuando te conviertes en lo que otros quieren admirar. Hablamos aquí de una exigencia social. Pertenece al área de responsabilidad de los otros el que yo sea exitoso. Sin su opinión acerca de que yo he triunfado, yo no puedo triunfar. Es así como el éxito ha sido tradicionalmente comprendido como un valor social, un resultado de nuestras relaciones con otros y el entorno. La sociedad entiende que alguien es exitoso cuando otros comparativamente no lo son. Si asumes que eres exitoso, indefectiblemente asumes que otros no lo son. Una traducción inmediata del éxito en la historia de la humanidad es la siguiente: «Esa persona es lo que otras quieren ser». Esta creencia creadora de conducta nos posiciona a nosotros y a nuestro propio desarrollo en la competición continua y la constante generación de expectativas. Y creo también que aunque se puede mitigar, todo esto pertenece a la naturaleza humana y es inevitable.
Si entendemos el éxito en su clave social, estos podrían ser los puntos esenciales:
- El éxito es la práctica continua del fracaso. El éxito es tan solo una forma de fracaso socialmente aceptada. Todo el mundo a lo largo de su vida experimenta éxito y fracaso. La única diferencia entre ellos es cómo los otros lo interpretan.
- El éxito existe porque otros no pueden alcanzarlo. En otras palabras, si todos pudieramos alcanzar el éxito, ninguno seríamos exitosos. Esto implica dos cosas. La primera es que aquellos que hoy son exitosos, mañana dejarán de serlo. La segunda es que para mantener este umbral es necesaria una dialéctica constante de vencedores y vencidos.
- El éxito es la recompensa de un esfuerzo. La imagen que se asocia al éxito respetado por todas las personas está intimamente relacionada con el sentido del esfuerzo. No existe premio sin carrera. Por otro lado el esfuerzo siempre implica sacrificio. El sacrificio, en mi opinión, se manifiesta en dos formas: la superación del dolor y la aceptación de la renuncia.
SEGUNDO SUPUESTO: El éxito es personal.
Según este supuesto el éxito llega cuando te conviertes en lo que tú quieres admirar. Hablamos aquí de una autoexigencia personal. En este sentido somos cada uno de nosotros los que definimos nuestro propio éxito en función de nuestras expectativas. Pertenece a nuestro área de responsabilidad personal que nosotros seamos exitosos. Si no nos consideramos exitosos, no podemos serlo. Esta perspectiva sobre si somos o no exitosos es por sí misma generadora del éxito. No se trata de una visión egoica o ególatra, sino de practicamente todo lo contrario. Consiste en tomar protagonismo en la obra de tu vida y decidir cuando llegan los aplausos.
Si entendemos el éxito desde un punto de vista personal, estos serían los puntos esenciales:
- El éxito consiste en dejar de vivir para alcanzarlo. Aquellos que entienden la vida en términos de éxito o fracaso, inconscientemente eligieron ya fracaso. Vivir es tu mayor conquista. No harás nada superior a esto. Relájate y disfruta.
- El éxito solo puede ocurrir hoy. Aquellos que viven buscando o esperando el éxito, inconscientemente ya lo han descartado. Si cifras tu éxito en lo que ocurrirá, no disfrutas del éxito que ya te está ocurriendo. En este sentido no me canso de repetir que existe un síndrome de utopía proyectiva que todos practicamos y que Adler expresó muy bien afirmando que… «cuando perseguimos lo imposible hacemos inalcanzable lo realizable«
- El fracaso y el éxito son un hábito continuo, no un castigo o una recompensa. Nadie es exitoso o fracasado de repente. El éxito se encuentra en el camino. La máxima olímpica «Lo importante es participar» cobra aquí su verdadero sentido.
TERCER SUPUESTO: El éxito es personal y social
Esta es sin duda mi perspectiva. Yo creo que el éxito es una combinación de ambas y consiste en lograr el equilibrio entre estas dos acciones con el fin de encontrarte:
- Salir de tí cuando no tienes en cuenta a otros. Si tienes la mente completamente puesta en tí o en comprenderte, olvidarás tarde o temprano la imprescindible importancia de los otros.
- Entrar en tí cuando estás demasiado tiempo en otros. A menudo nos importa demasiado las lecturas de nuestra realidad que tienen otros, pero sin duda la más importante es la que nosotros somos capaces de formular.
LA RELACIÓN ENTRE ÉXITO Y VERDAD
Por otro lado el ÉXITO se asocia a una comprensión irrefutable de verdad. Tenemos el riesgo de caer en un debate conceptual de esos que tanto detesto sobre qué es verdad y qué es realidad. Aún así Manuel Montañés en su libro Metodología y técnica participativa (Editorial UOC, 2009) nos recuerda algunos apuntes útiles sobre verdad que creo que nos ayudarán a desmitificar el concepto:
«La verdad no es una pieza a cobrar, sino un universo a ensanchar» Jesús Ibañez (1990)
«La verdad está en el viaje, no en el puerto. No hay más verdad que la búsqueda de la verdad» Eduardo Galeano (1998)
«La verdad no es un estado de la realidad que se descubre, sino un tipo de afirmación sobre la misma que se discute y pone a prueba: es un problema práctico» Eduardo Crespo (2003)
Creo con firmeza que la verdad es el resultado de un proceso generativo. La verdad -en términos conscientes- no es algo que existe sino que construimos.(1) También creo que no participamos en la mayor parte de verdades que a menudo nos rodean. No somos creadores sino usuarios de verdad. Por tanto el éxito no debe asociarse nunca a la verdad.
He tratado de ser breve y conciso en la formulación de la anatomía del éxito. Quería tratar el éxito de una forma consumible y práctica para ser utilizada por personas y equipos en el trabajo participativo y conversacional. Espero haberlo conseguido.
Gracias por tu tiempo.
NOTAS:
(1) El lector debe comprender que esta aproximación es constructivista y no responde a una verdad absoluta sino a mi propia forma de entender la vida y las relaciones. Existen otras muchas afirmaciones y teorías al respecto. Se trata tan solo de la que yo suscribo.
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