«Bienvenidos, amados Rosencratz y Guildenstern. Aparte de lo mucho que ansiábamos veros, la necesidad que tenemos de vuestros servicios nos ha impulsado a llamaros precipitadamente.»
El rey, Acto II, Escena II, (William Shakespeare, Hamlet, siglo XVI)
Si usted cree saber qué es o en qué consiste el nuevo management, bájese del burro. Ninguno estamos en este particular de una forma muy diferente a los tres individuos en formato comprimido que encabezan este artículo: parecemos muy monos pero en realidad estamos en pañales y flipando. Me incluyo.
En este breve artículo compartiré con el lector algunas reflexiones que en mi opinión definen al nuevo management basado en el acompañamiento y comprensión de las personas. Pretendo sentar unas bases de continuidad sólidas sobre el trabajo de tantos otros compañeros. Se trata de hacer comprensible para el lector o lectora el cambio que se está viviendo en los modelos organizativos después de las etapas previas de evolución en la gestión de organizaciones y personas. Comenzamos.
QUÉ ES EL NUEVO MANAGEMENT
En enero de 2016 definía en este mismo foro el que considero -y sigo hoy considerando- único reto del management ahora. Emplazo al lector o lectora a consultar mi humilde aportación en el enlace. En ese mismo artículo compartía mi definición sobre el management. Aquí mismo la reitero:
DEFINICIÓN DEL NUEVO MANAGEMENT
El management es el arte y disciplina de coordinar los esfuerzos de las personas para lograr metas y objetivos concretos mediante el uso de los recursos disponibles de una manera eficiente y eficaz.
En realidad, leyéndola con el paso del tiempo, creo que esa definición hacía referencia al nuevo management. Por oposición para comprender en qué consiste el antiguo management, creo que bastaría con intercambiar el orden de factores de esa misma oración (que sí altera el producto en este caso) sin eliminar ni añadir una sola palabra pero tan solo cambiándolas de orden, tal vez de una forma parecida a esta:
DEFINICIÓN DEL VIEJO MANAGEMENT
El management es el arte y disciplina de coordinar el uso de los recursos disponibles de una manera eficiente y eficaz para lograr metas y objetivos concretos mediante los esfuerzos de las personas.
Si bien ambas definiciones buscan la eficiencia, la eficacia y la consecución de metas y objetivos concretos: ser competitivo, posicionamiento, fin social, dinero, lo que sea… en la primera definición del management se recoge una comprensión de este arte y disciplina desde una finalidad humanista con claro foco en las personas y con la ayuda de los recursos disponibles para lograr esas metas. La adecuada gestión de lo primero (las personas) es la base de este arte y disciplina; lo segundo (los recursos) solamente es el medio necesario para lograr los objetivos.
Al contrario ocurre en la segunda definición -la del viejo management-, en la que la finalidad es la pura coordinación de recursos (procesos, materiales, dinero…) y el medio necesario para lograr los objetivos es el esfuerzo de las personas. En esta definición prima una visión confortable de la gestión de organizaciones y sistemas complejos, en la que lo verdaderamente importante es aprender a gestionar y sacar partido de los recursos disponibles; las personas son tan solo el medio para hacerlo.
Idea para un EJERCICIO PRÁCTICO con su equipo directivo
La diferencia entre una definición u otra parece sutil pero es revolucionaria, genera fricción en los modelos de gestión de organizaciones de todos mis clientes. En esta época de transición del viejo al nuevo management, casi todos dicen creer en la primera definición (la del nuevo management) y la defienden con palabras ante su junta de accionistas o sus empleados. Pero también casi todos parecen actuar de acuerdo a la segunda (la del viejo management) tomando decisiones que perpetúan estructuras o modos de hacer y no mejoran la realidad de las personas (ni de los clientes ni de los empleados). En mi opinión no se trata de malas intenciones o de falta de perspectiva, sino de inercia, de creencias y asunciones básicas inculcadas por las anteriores generaciones de estudiosos del management.
EL CAMINO DE LA BUROCRACIA A LA ADHOCRACIA
El maestro Warren G.Bennis escribió junto a Philip Slater un trabajo aún memorable denominado «The temporary society» en 1968. Ha llovido ya pero sus reflexiones siguen vigentes. En este ensayo predijo que la sociedad del futuro se apoyaría en equipos ágiles y flexibles dentro de estructuras que denominó adhocracias. Cuando yo estudiaba latín recuerdo que la expresión latina «ad hoc» significaba «específicamente, para este propósito concreto». El maestro Bennis apuntaba ya un cambio revolucionario que es la base de mi propio negocio y de la mayoría de empresas de servicios eficientes de la actualidad.
Fue el visionario Alvin Toffler quien dos años más tarde, en 1970, escribió «El shock del futuro» donde hablaba de un nuevo y espontáneo mundo de organizaciones cinéticas, con estructuras más planas, flujos de información rápidos y equipos de trabajo formados de acuerdo a retos específicos.
Tras Toffler y Bennis, en 1979 el maestro Henry Mintzberg que ya hablaba de factores de motivación y factores de higiene en las organizaciones, escribió un libro denominado «La estructuración de las organizaciones». En él identificaba cuatro estructuras de acuerdo a una matriz que cruzaba los ejes nivel de complejidad y nivel de dinamismo. Surgieron en dicha matriz cuatro tipos que considero casi etapas en la evolución del arte y la disciplina del management y que explican muy bien los contextos de desarrollo de muchas organizaciones actuales:
- La burocracia mecánica: Sistema simple y estable. Basadas en tareas de explotación muy especializadas y rutinarias, formalidad procedimental y una gran cantidad de reglas y normas de trabajo. Es la tecnoestructura. La coordinación se produce mediante la estandarización de la producción y lideran los tecnócratas sin mucha idea de gestión de personas pero con alto foco en la explotación de los recursos. Los motores de mantenimiento de este tipo de organizaciones son el cumplimiento y la obediencia debida, y el respeto por la estructura.
- La burocracia profesional: Sistema complejo y estable. Son especialistas que ya han profesionalizado su carácter burocrático y que viven de perpetuar hábitos y formas de actuación de forma independiente. Es un paso más en la burocratización de la gestión. La coordinación se produce mediante el acatamiento de estándares y normas ajenos a las personas que los aplican. Los motores de mantenimiento de este tipo de organizaciones son la seguridad en la prestación de servicios y la excelencia.
- La iniciativa emprendedora: Sistema simple y flexible. Requiere poca tecnoestructura y mucho poder centralizado. La organización suele estar en manos de su fundador. La coordinación se produce mediante la supervisión directa y el control. Inspira lealtad y no planifica mucho. Suele ser una fase inicial en la evolución de toda organización. Los motores de mantenimiento de este tipo de organizaciones son la actitud proactiva de las personas y el liderazgo crítico-constructivo y resolutivo de su fundador.
- La adhocracia: Sistema flexible y complejo. Sus especialistas tienen gran autonomía y trabajan en equipos de proyecto reducidos formados para resolver un reto temporal y concreto. La coordinación se produce mediante la adaptación mutua de los equipos de forma que ninguna unidad o miembro ejerza un exceso de poder sobre otros. La estandarización y la creación de normas es muy baja. La innovación y la creatividad son los motores de estas organizaciones. Existen según Mintzberg dos tipos de ahocracias: la operativa, que innova y da soluciones a los clientes (las empresas de software son el paradigma); y la administrativa, que se centra en solucionar sus propias necesidades (la NASA es una de las primeras estructuras adhocráticas administrativas modernas)
¿POR QUÉ ESTE CAMBIO NOS HACE SUFRIR?
Siempre recuerdo al maestro Schein diciendo: el cambio significativo es lento, duro y doloroso. Todo lo extraordinariamente bueno a conquistar, implica sufrimiento. Los maestros budistas siempre hablan de que para lograr cualquier cosa importante, lo fundamental es la renuncia. Un viejo proverbio nos indica que para ser feliz hay que tomar decisiones. Creo que nosotros -todos nosotros- estamos sufriendo el camino de cambio desde la burocracia a la adhocracia porque no sabemos renunciar o transformar nuestras conquistas para que sean útiles ahora. Hemos conquistado cosas que tememos perder. Pero tal vez se trate solo de saber ser fiel a esas conquistas con mayor inteligencia ejecutiva y práctica. He aquí la contradicción que genera el dolor en esta época de transición:
Si bien el nuevo management es mayoritariamente adhocrático, es necesario apuntar que el trabajo por equipos tiene también una serie de inconvenientes o sacrificios que están asociados a una nueva forma de entender las relaciones humanas que afecta a la vida personal de las personas y a un nuevo entendimiento del término «calidad de vida».
El primer problema que genera fricción y sufrimiento es que las estructuras legislativas y normativas de todas estas organizaciones siguen siendo burocráticas mientras la mentalidad de las personas es cada vez más adhocrática como apuntaba Robert Waterman en 1990.
Vivimos en estructuras sociales basadas en burocracia mecánica o profesionalizada (gobiernos, administraciones públicas, legislación,…) y sin embargo desarrollamos nuestro potencial en espacios que tienden a la iniciativa emprendedora o la adhocracia. Aquella requiere obediencia y escasa diferenciación; pero ésta requiere mucha más flexibilidad y un entendimiento de las personas como tesoros únicos y empleadores de sí mismos, con mayores capacidades de adaptación al cambio y con una marca propia poderosa (su carrera, formación, experiencia, actitud,…). Las principales instituciones de nuestra sociedad están basadas en burocracia y no en adhocracia. Por citar algunas: cualquier gobierno, cualquier juzgado, toda gran corporación empresarial, el matrimonio, cualquier tipo de religión. Todas ellas están viviendo un cambio hacia estructuras y formas más flexibles capaces de no generar dependencias sino interdependencias, formas relacionales más autónomas y a la vez más solidarias.
El segundo problema que genera fricción y sufrimiento es que ya no estamos tan seguros de que tenerlo todo controlado sirva para algo; más bien empezamos a creer que lo verdaderamente importante son los tiempos de respuesta, más aún que las planificaciones.
En mi opinión, siempre han existido las iniciativas emprendedoras o adhocráticas. Esas personas que creaban su propio negocio a partir de asociaciones que intercambiaban valor con otras para generar beneficios y poder vivir. Este tipo de organizaciones siempre sufrían -y siguen sufriendo- para encontrar acomodo en sociedades burocráticas. Esta coexistencia soportada ha dado buenos frutos durante décadas. Sin embargo es ahora, cuando día a día vemos la enorme cantidad de cambios que se producen a nuestro alrededor, cuando volvemos nuestra vista a este tipo de organizaciones y nos preguntamos… ¿Acaso esta gente tan rara que siempre ha emprendido y funcionado de forma ágil y dinámica no será capaz de gobernar nuestra realidad cambiante mejor y de una forma mucho menos dolorosa que los burócratas?
¿Y AHORA QUÉ?
Nos encontramos en un momento único. Creo haber sabido exponer en qué consiste esta revolución silenciosa. Para este cambio necesitamos -trabajo en ello a diario- una gran cantidad de cosas: relevos generacionales, formación y entrenamiento, nuevas estrategias, nuevos liderazgos,…
Diez años después de que Mintzberg radiografiase los tipos de organizaciones, un tipo llamado Charles Handy, auténtico maestro cuya experiencia en Shell había causado gran admiración, habló del modelo de organización en trébol en 1989. En su libro «La edad de la paradoja» el maestro imaginaba una organización postadhocrática de acuerdo a un trébol de tres hojas diferenciadas. Esta era su ecuación «milagrosa»:
Núcleo: Una plantilla nuclear de muy pocos directivos y administradores a tiempo completo, con un sueldo elevado, que solo trabajan para esa compañía y supervisan a las otras dos hojas del trébol…
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Especialistas: Personal contractual muy cualificado contratado por proyectos y pagado por producir un resultado concreto con métodos de trabajo propios y ajenos al control de la compañía…
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Apoyo: Mano de obra flexible formada por una plantilla que cubre tareas de apoyo al personal contractual, contratada a tiempo parcial con trabajadores eventuales, con un sueldo reducido, que trabajan también para otras compañías.
Hace 27 años de esta predicción. A día de hoy, ya se están dando comportamientos colaborativos desde hace dos décadas entre empresas de servicios y entre empresas de servicios y negocios que cubren funciones administrativas o de especialidad para varias compañías mediante la externalización parcial o total de funciones concretas y la formación de puzzles funcionales. La mayoría de grandes organizaciones ya cumple alguna o todas las hojas del trébol pronosticado por el maestro Handy. Esto les permite mayor flexibilidad, coexistir con realidades complementarias a los denominados elefantes blancos, y nutrirse de valor autónomo o mercenarios profesionales.
Nada de esta evolución hacia organizaciones sin estructura nos impide conservar nuestro foco en cuidar el nuevo management centrado en las personas. Más bien, si sabemos aprovechar este momento -y en la iniciativa lo hacemos cada día- creo ver en este cambio que vivimos un escenario de oportunidades ilimitado en el que el talento fluye y gana la diferenciación por esfuerzo y la satisfacción personal sobre el status quo y la muerte por confort. Eso sí, sin poder obviar los grandes cambios y evoluciones que se han de producir en conceptos sociales básicos como el empleo, las relaciones de pareja, la familia, o el mismo binomio vida personal-profesional.
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Antes que nada: gracias David por este artículo tan inspirador.
Pero he de decirte que ha llegado al último párrafo, y después de leerlo necesito una aclaración: no acabo de entender como esas (no) estructuras adhocraticas pueden facilitar un managemet más humanista; me cuesta entender como estructuras tan efímeras, construidas en base a proyectos, pueden generar entornos en los que las relaciones humanas sean el principal elemento dexsu gestión.
Creo,como dices, que son una oportunidad para,elvtalento y la meritocracia, pero siento que en ese sistema falta el cobijo de las antiguas estructuras burocráticas, y percibo cierta soledad que no acabo de relacionar con la centralidad de las personas.
Un saludo.
Pedro.
Pedro, interesante lo que planteas. Creo ver una pregunta en tu comentario e intentaré responderla desde mi punto de vista. Lo que comentas de lleno aborda la fricción que generan los nuevos modelos redárquicos y adhocráticos en lo laboral (redes secundarias) que conllevan el cambio en la comprensión del estilo de vida personal (redes primarias) que teníamos tras la proliferación de las organizaciones y estructuras industriales posteriores a los anteriores estadios evolutivos del desarrollo organizacional: burocracia mecánica y burocracia compleja.
Especialmente interesante para comprender este cambio son los libros «Relaciones poderosas» de Joan Quintana Forns y Arnoldo Cisternas (Editorial Kairós) y «El canon del management» de Alfonso Durán-Pich. En este último libro se explica muy claramente la evolución del concepto de «empresa» desde las chartered companies, aquellas compañías esponsorizadas por las monarquías para favorecer el colonialismo y que constituyeron las primeras grandes corporaciones globales allá por el 1600, hasta la extensión del modelo de vida industrial que obligó desde finales del siglo XVIII a los campesinos británicos (y luego europeos) a migrar del campo a la ciudad constituyendo los primeros «obreros» modernos y el crecimiento urbano. Este hito marcó el comienzo de la historia del management tal y como lo entendemos hoy. Hasta entonces, en un periodo inmenso de historia que abarca desde los primeros asentamientos griegos y fenicios a la alta y baja Edad Media, se puede hablar de prehistoria del management muy fundada en el trueque y en la mera agrupación para el aprovechamiento de recursos locales. Desde aquellos primeros desplazamientos del campo a la ciudad industrial (1820) se dieron sucesivamente nuevos hitos que favorecieron la expansión del management como la abolición de la esclavitud y la invención y extensión vertiginosa del ferrocarril. Para dimensionar la importancia de las nuevas estructuras de trabajo creadas tras estos dos hitos, solo decir que la Pennsylvania RailRoad tenía en 1891 algo más de 110.000 trabajadores mientras que sumados el ejército y la marina de EEUU tenían 39.000. Estos datos favorecieron el surgimiento de economías de escala y comercio internacional. Frente a los grandes barones de la industria del acero, el ferrocarril, el petróleo y las finanzas surgen los nuevos sindicatos que no tuvieron gran influencia y fueron reprimidos por el ejército con la connivencia de los gobiernos. En 1900 se empiezan a tomar las primeras medidas anti-monopolio porque los gobiernos estaban atemorizados ante el auge de los magnates y las grandes fortunas. Los grandes empresarios se agarraban a la idea del darwinismo social de Spencer como a un clavo ardiendo mientras que los gobernantes recelaban del crecimiento de «imperios corporativos». Frente al capitalismo voraz de estosbarones empresariales, surgió un capitalismo paternalista de empresarios humanistas. Empiezan ya a asociarse las empresas y la banca en Alemania a través de Bismarck (para muestra de este binomio… George Siemens fundó a la vez el Deutsche Bank y luego se apropió de Siemens creada por su primo), y en Japón que aunó la industria y el dinero necesario para sufragarla. Frente a Alemania y Japón se encontraba la visión inglesa y norteamericana. En 1903 se crea Ford Motor Company, General Motors cinco años después, y con ellas nace a la vez la Administración de Empresas como disciplina (Harvard Business School y Wharton University). El gran auge del management surge aquí cuando el creador de la General Motors, Durant, es destituido y Sloan pasa a dirigir la empresa con una visión de «manager» constituyendo la primera «visión de empresa» y la primera «teoría de empresa» modernas. El siguiente hito constitutivo del paradigma actual del management antiguo son las dos grandes guerras mundiales que crearon el Big Business, la relación corrupta e interesada entre gobiernos e industrias por la fabricación de productos competitivos en precio y tiempos de respuesta.
Desde entonces, la gran cultura que comentas muy asociada a que las estructuras burocráticas suponen un cobijo creo -a mi modo de ver- que se ha venido incubando como prejuicio y visión única durante décadas por interés tanto de estructuras sociales de poder (gobiernos) como por estructuras industriales (empresas) como por estructuras sociales dentro de industrias (sindicatos y asociaciones). Me da la sensación de que el mantenimiento de ese prejuicio ha interesado a todos por igual durante muchas décadas y que es necesario reinventar o transformar ese prejuicio. Creo de veras que el enfoque es más que erróneo y que existen -lo experimento a diario- estructuras flexibles capaces de abastecer y promover satisfacción en redes primarias (familias, personas,…) a través de redes secundarias (relaciones de interés productivo, grupos de trabajo en red, estructuras mixtas interno-externas,…). Nada de esto impide centrarse en el desarrollo y el cuidado de personas desde una visión humanista. Antes bien, muchos de los modelos que surgen hoy en día -véase el modelo de consultoría artesana que la iniciativa suscribe desde hace 5 años- son modelos humanistas con claro foco en el trabajo de persona a persona.
Esta es, querido Pedro, mi visión.