por David Criado | Abr 8, 2025 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«La aceleración de la información-movimiento genera como efecto
poner todo el inconsciente humano fuera de nosotros como entorno,
creando así lo que parece ser un mundo loco se mire por donde ser mire»
maestro Marshal McLuhan, 1967
Aunque muchos de mis compañeros de vocación creen que el verdadero problema del pensamiento empresarial es su obsesión exclusiva por la generación de beneficios económicos, personalmente creo que si no existiera esta obsesión no podríamos disfrutar de la mayor parte de comodidades actuales. Creo que el problema está en otro lado. No tanto en querer ganar riqueza material (algo que veo fantástico) sino en cómo ha evolucionado durante las últimas décadas la manera en la que queremos ganarlo. En otras palabras, la ética de la obtención del beneficio ha cambiado.
A la hora de establecer una foto del modelo de provisión de beneficios que tiene una empresa siempre distingo entre 2 tipos de culturas:
Empresas con mentalidad de abundancia que se mueven por dinámicas generativas de valor. Son organizaciones que generan beneficios a través del mantenimiento, diversificación o aumento de su valor (sana facturación, riqueza distribuida, posicionamiento dinámico, etc…) y que mantienen una gestión proporcional de sus ingresos en relación a sus gastos y sus costes. Su foco de preocupación es la rentabilidad del negocio desde el punto de vista del valor generado. Hablo aquí de empresas que viven de sí mismas, no contra sí mismas, fomentando una cultura virtuosa de trabajo y negocio. Suelen ser sitios en los que da gusto estar.
Empresas con mentalidad de escasez que se mueven por dinámicas restrictivas de coste. Organizaciones que generan beneficios desde planteamientos de suma cero a partir de exprimir de manera incremental su modelo de relaciones y recursos (trabajadores, proveedores y/o clientes) por medio de estrategias sacrificiales de presión, cicatería o ahogamiento que afectan primero a los gastos y luego siempre acaba atacando a los costes. Hablo de empresas que viven contra sí mismas, fomentando una continua batalla entre fuerzas orientada en exclusiva a hacer más dando cada vez menos. Suelen ser sitios en los que es horrible trabajar.
Ambos tipos de mentalidades de provisión de riqueza obtienen beneficios, pero lo determinante es desde dónde y cómo los obtienen. La manera en la que practicamos el comercio y entendemos el trabajo es la clave para entender la diferencia entre estas dos lógicas: la primera es generativa a largo plazo, y la segunda es profundamente destructiva incluso a inmediato y corto plazo.
En mi estudio sobre la historia del pensamiento empresarial he detectado claramente varios hitos clave en el deterioro de la mentalidad de abundancia y en el paso gradual hacia una mentalidad de la escasez que lleva varias décadas atentando contra nuestro bienestar social y contra la salud de un sistema socioeconómico sostenido en la actualidad gracias al proceso de pauperización continuo y a sucesivos infartos y golpes de efecto dramáticos.
Durante las últimas 2 décadas mi experiencia es que el sistema socioeconómico global ha evolucionado a nivel mercantil, legislativo y de negocio para castigar a las empresas con mentalidad de abundancia y premiar a las empresas con mentalidad de escasez. De este modo la mayoría de empresas que consideramos financieramente exitosas hoy en día se están convirtiendo -con nuestra colaboración- en enormes parásitos que exprimen las estructuras sociales y crecen contra los propios intereses de las sociedades que les proporcionan beneficios.
Esta dinámica empresarial de la gestión de la miseria ha sustituido a la dinámica empresarial de la gestión de la abundancia que trato de honrar cada día. Pongo algunos ejemplos que se derivan de mi experiencia con clientes:
Sostengo que la inmensa mayoría de las empresas en el contexto actual no pueden crecer de forma exponencial sin convertirse en una empresa con mentalidad de escasez y a la larga en una empresa parasitaria. Si bien en la historia originaria del pensamiento empresarial, las empresas crecían gracias a su éxito y asunción de riesgos (empresas ambiciosas), en la actualidad tienden a crecer gracias a su evitación del fracaso y su omisión de riesgos (empresas conservadoras). Por medio del progreso divorcio histórico entre propiedad del negocio y gestión del negocio, y gracias a la demanda de retornos de inversión cada vez más ajustados, las empresas muchas veces se ven obligadas a crecer contra sí mismas, esto es, contra el valor y/o la identidad que les otorgó su éxito.
En lo tocante al comportamiento organizacional, lleva varias décadas siendo frecuente el fomento de la competitividad entre departamentos para ver quién da más dinero con menos recursos, lo que favorece una guerra fratricida continua entre talentos en una carrera de la rata por destacar contra otros y no en colaboración con ellos. La guerra extrema por el recorte de costes está comenzando a resultar cómica en el interior de las organizaciones. Se da el caso de empleados que tienen dificultades para reservar salas de reunión o puestos de trabajo en sus propias oficinas, porque las empresas han implementado un sistema de aumento de la eficiencia en el uso de las oficinas que implica estar continuamente buscándose la vida para poder trabajar. Dinámicas similares se dan en el uso de otros recursos.
Las guerras de precio y tiempos que se dan en sectores como el logístico o el de reparto y distribución de mercancías, así como en el transporte, están muy ligadas a esta gestión de la escasez en la que entre la satisfacción del cliente final y la del propietario del negocio, pocos interlocutores ubicados en medio de esa cadena de valor se encuentran satisfechos o al menos desde hace años han aprendido a conformarse con estar medianamente insatisfechos.
Lo anterior nos lleva a un punto clave en el giro hacia la gestión de la escasez en nuestras sociedades: el hecho -para mí ya evidente a tenor de mi estudio y experiencia- de que las empresas con mentalidad de abundancia favorecen una batalla por la riqueza que da lugar a una riqueza social sistémica, proporcionada y equitativa; y las empresas con mentalidad de escasez favorecen una batalla por la riqueza que da lugar a la expansión de la pobreza social sistémica, no proporcional y desigual.
¿Hay alternativas a la actual inercia empresarial? Defiendo que sí. Cada día amanezco para trabajar por ellas.
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por David Criado | Ene 31, 2025 | DESARROLLO PERSONAL

«Quien desee penetrar en el palacio del saber por la puerta grande,
necesita poner de su parte tiempo y maneras. Los hombres que
andan con prisas y no se prestan a ceremonias se contentan
con acceder al interior por la puerta trasera»
maestro Jonathan Swift
Existe toda una épica de la superación que tiende a subestimar la importancia de los momentos gozosos en la vida de toda persona. Obsesionados con recordar y enaltecer la victoria sobre todos los tristes obstáculos que hemos rebasado, olvidamos a menudo la importancia de celebrar las cosas. Omitimos en nuestras vidas una experiencia introspectiva altamente necesaria. Celebrar es ante todo recordarse afortunado, saber agradecerse los logros conseguidos, dotarse de contexto y perspectiva favorables para acometer el necesario balance de satisfacciones y desengaños con el adecuado tiento y calibre.
Hay personas, dicho queda, que no saben disfrutar de una tregua. Educadas en la mortificación de la batalla, se impiden recordar y festejar lo bueno bajo la oscura certeza de que es algo pasajero o momentáneo. Lo malo -se recuerdan- todavía sigue ahí y por eso no puedo regalarme descanso. No hay razón -se dicen- para bajar la guardia por un instante y suspender de forma transitoria mi lucha constante contra todo riesgo, amenaza o contingencia. Estas personas que viven siempre alerta acaban consumidas por su propio celo y sus reservas. El tierno y dulce camino del placer se hace angosto y estrecho para ellas. Tiemblan y recelan ante cualquier atisbo de celebración. Toda conmemoración les parece intrascendente o pueril. Desprecian la confianza mutua que rebosa de un festejo compartido. No descansan -se diría- de sí mismos y por ello no se atreven a abandonarse a la compañía de todos los demás. Cualquiera que se aproxima a ellos lo siente: no están equipados para la alegría.
En igual medida existen los que solo celebran, aquellos que impulsados por un fervor entusiasta viven en la fiesta. Son aquellas personas que no soportan mirar de frente a la tristeza y la esquivan. Evitan situaciones y detalles que enturbien su feliz relato. Niegan la cruz de la moneda, la sombra en la forma, y en definitiva se ciegan. Permanecen invidentes antes realidades evidentes. Se esconden de la crudeza del fiero mundo. Omiten la inclemencia rigurosa de estar vivos, se alimentan de indolencia, huyen del esfuerzo y rehúsan todo sacrificio. Estos puritanos de la diversión no viven sino que se entretienen. Esparcen su existencia sobre el territorio como si vivir fuera un juego y la vida fuera un mero recreo.
Entre quienes celebran todo y no se permiten penar, y quienes penan de continuo y se impiden celebrar, los hay -escasos, yo diría- que se atienen a la Vida tal y como es. Se conceden el provecho del placer y no impugnan ni refutan la tristeza. Habitan la vida porque entienden que toda situación es hogar. Viajan diligentemente y en paz porque conocen en cada luz y cada sombra los hitos necesarios del camino. Son porque están y en su mirada tranquila respiran las estrellas. Comprenden que el goce y el dolor son vivencias hermanas y sucesivas. Y por eso no tratan de padecer cuando hay que gozar, ni se recrean en el solaz disfrute cuando han de sufrir o expiar.
Podríamos concluir de este paisaje que una vida placentera no es una vida de enormes excesos o puntuales acentos, sino ante todo una vida que se dota de sentido en la continua gramática de la presencia. La mejor forma de sentirte satisfecho es aprender a ser una persona consecuente.
Espero que te haya servido de ayuda esta reflexión.
Gracias por tu tiempo.
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por David Criado | Ene 24, 2025 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
«Hay personas cuya existencia no es más que una serie de zigzags,
puesto que primero toma el control una inclinación y luego otra.
Desean cosas incompatibles. Sus vidas son un largo drama
de arrepentimiento y un esfuerzo por reparar faltas y errores»
maestro William James
Hoy quiero compartir con vosotros mi experiencia durante 15 años en lo tocante a captación de clientes ofreciendo servicios de acompañamiento al cambio empresarial. Me ha costado escribir esta publicación aunque llevaba tiempo queriendo escribirla. Creo que es buen momento para hacerlo con la experiencia de una facturación recurrente y generosa desde hace bastantes años, y teniendo claro también cuál es mi público y mi foco.
Llevo década y media defendiendo y manteniendo una propuesta de aproximación al cambio empresarial que trata de ser un soplo de aire fresco y que es diferenciable de tantas otras por 3 principios:
1) RENUNCIA AL EFECTISMO MEDIÁTICO y LA ESCLAVITUD DEL ALGORITMO: Esto implica que me niego a participar del circo promocional alrededor de formatos, tácticas y posicionamientos digitales que todos sabemos que contribuyen a aumentar la mierda digital en circulación y que están basados en un secuestro intencional de la atención a cualquier precio.
2) FOCO EN LA CALIDAD DE MIS SERVICIOS: La mayoría de proveedores que conozco dentro de la disciplina del cambio empresarial focalizan todos sus esfuerzos en facturar y llegar a clientes (bien por ellos) pero con un peaje que para mí lleva siendo evidente desde hace años: sus servicios son cada vez más superficiales y vanales. Por contra, hace años decidí aceptar que llegaré a quien tenga que llegar si lo que ofrezco es verdaderamente bueno y diferencial. Todos mis clientes sin excepción saben que así es.
3) COMPROMISO CON LA HONESTIDAD PROFESIONAL: Se hace patente en todo lo que hago: publicaciones en redes sociales sin paños calientes, artículos y colaboraciones que no esconden realidades incómodas, conversaciones y entrevistas sinceras, y una prestación de servicios que en efecto es más cara que la mayoría de catálogos del mercado pero que ofrece una relación de confianza única y ejemplar.
En toda esta batalla contra legiones enteras de profesionales efectistas el trabajo es duro. En este tiempo he notado estos 7 cambios o mutaciones visibles para todos que que listo aquí:
1) MIERDIFICACIÓN MASIVA: Casi a diario recibo ofertas de copywriters, marketeros digitales en ciernes y expertos en redes sociales que me ofrecen su dominio de las tácticas de secuestro de la atención con el ánimo de captar clientes. No es algo que me pase a mí exclusivamente. He hablado con muchos compañeros y comienza a ser algo recurrente. Realidad: Estamos multiplicando profesiones de mierda (vendedores de crecepelo) para ofrecer mierda que no deje de ser mierda pero que cada vez sea más aparente. A nivel sociológico veo que puede ser una consecuencia de la precarización profesional, educativa y de servicios, y de la necesidad masiva de salir adelante sin contratos realmente estables.
2) MICROEXHIBICIONISMOS A GRANEL: A los panas que se grababan en el coche ofreciendo sus consejos de cuñado, a los runners emprendedores o CEOs dando un paseíto mañanero en ropa deportiva para aconsejarnos cómo ser felices, se añaden ahora videos de personas en modo Llados que en 7 o 10 segundos te resuelven la vida. Realidad: Estamos creando sociedades de consejeros y no de practicante
3) ARTIFICIALIDAD CRECIENTE: Con la llegada de la mal llamada Inteligencia Artificial se multiplican igualmente las opciones para crear «contenidos» de forma automática con apenas unos minutos de corrección humana posterior. Esto está favoreciendo que los discursos ya apenas se distingan y las publicaciones tiendan a situarse en una franja de comodidad acrítica que apenas contribuye al cambio de mentalidad o al cuestionamiento de lo establecido. En la práctica es el triunfo del Gran Hermano de George Orwell. Mi pronóstico respecto a este tipo de tendencias es que la Inteligencia Artificial contribuirá a la vez a empantanar la realidad en un primer momento, pero a la larga será un selector natural muy útil de imbéciles y ágrafos superficiales que no aportan nada y tendrán que abandonar.
4) DESCONTEXTUALIZACIÓN DE LOS FOROS PROFESIONALES: He notado igualmente durante estos años un auge en redes y foros profesionales de contenidos personales que nada tienen que ver con lo profesional. Creo que esto es debido a varios factores, entre ellos: al agotamiento de las fórmulas de comunicación de siempre, a la pobreza del pensamiento empresarial hegemónico que busca inspiración fuera, a la necesidad acuciante de muchas personas de llamar la atención y no permanecer en silencio en una huida hacia adelante por aparentar que «siempre publican y comentan» y posicionarse en el algoritmo, pero sobre todo a la certeza de que las personas cada vez están peor de la cabeza y tratan de buscar validación ajena de pensamientos, interpretaciones o decisiones propias contribuyendo a una psicologización y sentimentalización de la sociedad que es creciente.
5) PLAGIO CONSTANTE DE CONTENIDOS, IDEAS y/o DISCURSOS: Hay también una tendencia ominosa a fusilar contenidos de otros (copiar sin respeto ni pudor) que se está multiplicando cada vez más a medida que el ruido crece y crece. En algunos casos es tan cómico que las mismas personas que adoptan un posicionamiento público irrenunciable a favor de la autenticidad, lo hacen copiando reflexiones, gráficos o discursos de otras sin sentir la más mínima obligación de citar al autor. He vivido casos en primera persona que me resultan absolutamente vergonzosos. Más allá de que serás inevitablemente copiado cuando lo que dices tiene calidad -y trabajo, leo e investigo mucho para ello-, lo vergonzoso es que se haga desde el más pobre engaño.
6) ANECDOTISMO y ACTUALISMO SIMPLISTAS: Denomino «anecdotismo» a esa tendencia ridícula y risible de comentar anécdotas desde una visión aterrizable al ámbito de especialidad del autor. Llamo «actualismo» a vivir para las noticias diarias y luchar por ser el último o el más rápido comentando la última novedad (éxito deportivo, noticia del telediario, movimiento político,…) Lo que veo es que todo ello se hace desde análisis cada vez menos contextuales y cada vez más simplistas. Todo ello redunda en el atontamiento colectivo.
7) CONFLICTOS DISCURSIVOS ENTRE LA SUPERACIÓN PERSONAL y LA CRÍTICA SOCIAL: Veo igualmente que ya están más que universalizados y aceptados los discursos mierdas de superación personal que ponen todo el foco de bienestar y realización en cada persona particular, pero que además se están abriendo paso discursos de crítica social que tratan de ampliar el espectro de análisis de la gente y ver la realidad de una forma más ampliada y enriquecida. En este sentido aunque la compra masiva de discursos simplificadores sigue siendo real y muy rentable, soy optimista respecto al agotamiento mental de muchas personas en lo tocante a aproximaciones idiotizantes y de flores y colores. Creo que este cambio tiene que ver con la polarización creciente de las sociedades y la búsqueda de conocimiento genuino más allá de atajos y paquetizaciones ideológicas vacías.
Todas estas tendencias actuales chocan de lleno contra la estrategia comercial que realizo desde vorpalina y desde TRAINING DAYS Academy. En ambos casos he realizado hasta ahora una apuesta de difusión de mi actividad bastante arriesgada y centrada en 3 pilares:
Confiar en el boca a boca viral y en la satisfacción y compromiso continuo de clientes y alumnos para no meter dinámicas exponenciales de crecimiento comercial que dinamiten la autenticidad de lo que transmito y me impidan seguir siendo honesto con lo que lidero desde ambas iniciativas. Esto implica premiar la fidelidad y agradecer la generosidad.
Realizar publicaciones, entrevistas e intervenciones en foros que estén sujetas a los 3 principios que comentaba. Esto supone no morderme la lengua y recordar a todas las personas propietarias del cambio necesario en cada caso a las que sirvo.
Difundir lo que hago de manera humilde confiando en que llame la atención de la gente adecuada, es decir, primando que los clientes y alumnos que me llegan sean los que necesito que lleguen, y no cualquier tipo de persona u organización (para esto último ya está el resto del mercado). Esto conlleva no buscar clientes o alumnos a cascoporro como si todo lo que hago estuviera supeditado a objetivos de venta y no a calidades de contenido. Nota: no me sirven los discursos de que ambas cosas no están reñidas. Llevo décadas conociendo y asesorando empresas y de sobra se que sí que están reñidas y que necesariamente llegado a un punto de éxito hay que elegir entre primar las ventas o la calidad de lo que se hace.
Esta triple apuesta lleva implícita la idea de no hacerme rico con mi vocación pero también la certeza de no renunciar a una calidad de vida media-alta que me procuren la suficiente independencia y autonomía para conservar esta aproximación ética y moral. Por encima de todo ello está el compromiso de trabajar para que ninguna persona tenga que esperar al final de su jornada laboral para sentirse viva. En ello estamos y en ello seguimos.
Espero que este artículo te haya resultado interesante.
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por David Criado | Ene 13, 2025 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO, Blog

«…Y es que parece connatural al ser humano ver con malos ojos
la dicha ajena recién alcanzada, y pretender que la fortuna
con nadie sea más exigente que con aquellos
que conocieron un estado semejante al tuyo.»
maestro Cornelius Tacitus,
Historiarum Libri, 20 (año 100-110)
Dos grandes males aquejan a la condición humana desde tiempos pretéritos: todos nos creemos muy listos, y derivado de ello castigamos a los pocos que realmente lo son. Somos supervivientes de estas dos enormes lacras con las que convivimos a diario y que eternamente nos pueden y superan. Nada de lo que Tácito, Suetonio, Lucrecio o cualquier de las sagradas escrituras o poemas épicos antiguos no advirtieran.
Hoy quiero hablar de cómo contener, domar y transformar nuestra perturbada comprensión de la rareza, y de algunos antídotos contra la falsa creencia de esa supuesta inteligencia humana que nunca duerme.
Hablo en primer lugar de la inmensa variedad de formas en las que la mayoría de miembros de mi especie (ORTODOXIA) tratan de vejar, denigrar, excluir, atacar, humillar o penalizar a priori a una eterna minoría de personas intelectual, sensitiva o socialmente extraordinarias (HETERODOXIA) que han nacido o se educan para destacar, y de cómo solo muy pocas de estas personas logran superar este rechazo constante para aprender a brillar. Pero también hablo de una creencia lacerante que subyace a todas nuestras acciones: el absurdo, ridículo y contumaz error de presuponer que la mayor parte del tiempo todos y cada uno de nosotros actuamos de forma consciente, cabal o inteligente. Estos dos graves males condicionan la vida diaria de toda la Humanidad. Mi propuesta es clara: aceptar la estupidez humana como realidad constante con el ánimo de vivir para contenerla (humildad y vocación académica), y dejar de fabricar hogueras continuas contra aquellas escasas personas que nos ilustran y nos hacen pensar.
Este artículo tendrá los siguientes apartados:
- Por qué no aceptamos la estupidez y la rareza
- Cómo aprender a ser menos estúpidos y fomentar la rareza
Comenzamos.
POR QUÉ NO ACEPTAMOS LA ESTUPIDEZ Y LA RAREZA
Expondré lo evidente: nos cuesta aceptar que el animal con mayor índice de inteligencia social de la historia evolutiva sea con toda probabilidad el ser vivo más estúpido a nivel individual. Nos duele ver que somos capaces de construir grandes cosas unidos, y a la vez comprobar que somos capaces de las peores y más estúpidas cosas en la intimidad de nuestros pensamientos o la media luz de nuestro despacho o nuestro cuarto. Duele aceptar la realidad pero algunas evidencias la confirman. En primer lugar nuestra Historia es cíclica y no lineal. Esto quiere decir que de forma constatada repetimos una y otra vez los mismos errores pero con nuevas tecnologías y capacidades reinventadas. Nos cuesta mucho menos inventar un transbordador especial que orbite alrededor de la Tierra o coordinar una cirugía cardiovascular milimétricamente precisa, que mantener una conversación honesta en la que pidamos disculpas a nuestra pareja o ser capaces de mantener una mínima disciplina de salud mental o física.
El consuelo de las tradiciones milenarias hasta la llegada de la Edad Moderna consistía en depositar todas nuestras esperanzas por mejorar nuestra ESTUPIDEZ NO ACEPTADA en pequeños destellos históricos y muy poco frecuentes llamados GENIALIDAD INDIVIDUAL. El problema es que muy pocas personas anómalas (fuera de lo normal), extraordinarias (fuera de lo ordinario) o diferentes (fuera de lo único) han sido capaces de sobrevivir a las constantes muestras de rechazo, incomprensión, desprecio o castigo que la normalidad mayoritaria infligía sobre ellas. De hecho hemos entendido siempre el virtuosismo exquisito de los verdaderos genios que llegan a consumarse y reconocerse como tales, como una historia de lucha y superación constante contra la medianía moral o la mediocridad social que les rodeaba, y hemos entendido este rechazo o incomprensión social constante como algo necesario para que la genialidad brotara si tenía que brotar. En el camino no hace falta decir que se han quedado sin reconocer ni poder serlo, enormes genios que han sido verdaderas víctimas de nuestra eterna estupidez. Sobran los ejemplos: encuentren ustedes por su cuenta todo tipo de biografías de personas que siglos más tarde adoramos pero que en su tiempo fueron humilladas o condenadas al ostracismo o el hambre.
En realidad -no nos engañemos- de lo que estamos hablando aquí es de pecados capitales. En concreto hablamos de ENVIDIA (un síndrome de inferioridad masivo fruto de la comparación insufrible de sabernos menos dotados que esos raros) y de SOBERBIA (esa colección de sesgos cognitivos que nos impiden ver la viga en el ojo propio pero nos hace finísimos detectando la paja en el ojo ajeno). Pero igualmente estamos hablando de dos actitudes ante la vida: el INCONFORMISMO de quienes creen que debemos darnos la oportunidad de mejorar, o el CONFORMISMO de quienes viven activamente para quitárnosla.
Con la llegada de la Edad Moderna la admiración por la GENIALIDAD INDIVIDUAL continuó pero la ficción de creer vivir en una especie de INTELIGENCIA COLECTIVA llegó para quedarse. Si bien en la Antigüedad la mayoría de mortales no tenían grandes razones para presumir o sentir un vano orgullo por lo que hacían a diario dado que la jerarquía de privilegios y capacidades era evidente, con la Modernidad fuimos reinventando una y otra vez las razones para creer que debíamos presumir, sentirnos orgullosos e incluso publicitar a diestro y siniestro toda clase de vulgaridades y gilipolleces que en otro tiempo -y también en este- carecerían por completo del mínimo interés.
Huelga decir a la hora de contrarrestar estos dos males de la negación de la estupidez propia y la lucha contra la rareza ajena, las propuestas de la cultura posmoderna que sucedieron a aquella época y que hoy son hegemónicas en nuestro modo de entender y ver el mundo, no solo no resolvieron el problema sino que contribuyeron a acrecentarlo. Por un lado la condición posmoderna nos invita a universalizar la rareza encumbrando la vulgaridad como algo auténtico, admirable o extraordinario en esa fábrica de llorones perpetuos donde todo ser banal se cree auténtico en esa máquina de multiplicar nuevas formas de victimismo en la que estamos convirtiendo a nuestras sociedades. Por otro lado lo posmoderno apuesta por una hipercorrección conductual (totalitaria y alérgica a la crítica), una deconstrucción cultural (nihilista y sin propuestas), y un relativismo moral (antiético y precarizante) que nos dejan huérfanos de sentido y nos aleja de toda norma o principio. Dicho lo cual, ambas tiritas son en realidad aciagos cánceres.
El caso es que la incapacidad del animal más inteligente de la Tierra para reconocer su propia estupidez y de la incapacidad de algunos de sus más escasos miembros para aceptar su rareza en el ánimo de poder encajar en el rabaño, nos ha condenado a una sucesión estrepitosa y muy desequilibrada de infinitos errores y muy escasos aciertos a lo largo de la Historia.
Dado que las personas que más admiro son aquellas que siendo raras aceptan su rareza, y aquellas que siendo raras o normales reconocen su propia estupidez, me propongo ahora sugerir qué hacer a diario para que las primeras no se encuentren siempre al borde la inanición o la extinción, y las segundas no sigan multiplicándose hasta llegar a ocupar los más ínclitos y destacados puestos de gobierno, éxito o poder.
CÓMO APRENDER A SER MENOS ESTÚPIDOS Y A INTERIORIZAR LA RAREZA
Dos premisas me han resultado inmensamente útiles a lo largo de mi vida para conquistar grandes cuotas de bienestar y tranquilidad:
En primer lugar vivir aceptando que la la práctica totalidad de personas -incluido yo mismo- durante la mayor parte del tiempo se comportan de forma estúpida. De hecho aunque la mayoría de personas desearían no ser estúpidas, trabajan a diario activamente para serlo sin ninguna voluntad, esfuerzo o intención de mejora.
Dado que inequívocamente todas las decisiones que he tomado en mi vida y los hechos que las respaldan demuestran que soy raro, en segundo lugar vivir aceptando que soy raro -y por eso enormemente necesario para muchos- y tratar en todo momento de sentirme genial por no encajar en la inmensa mayoría de lugares, actitudes o ideas en las que casi todo el mundo se siente cómodo o a gusto. Todo ello bajo el solo pretexto de entender que estar completamente adaptado a una sociedad profundamente enferma no parece muy buena señal de casi nada (gracias Jiddu por aquel texto). Hace muchos años cuando era niño me hice la promesa de no seguir tratando de encontrar sentido a la inmensa y abrumadora cantidad de gilipolleces que hacían y seguirían haciendo los adultos, y me propuse -en ello sigo aún hoy- tratar simplemente de corregir en mi propia vida aquellos comportamientos, planteamientos, acciones o ideas que para mí carecen por completo de sentido. Añadido a esto ya adulto entendí que querer cambiar las cosas (mejorarlas) no implica necesitar humillar a quienes prefieren no hacerlo. En todo el espectro de vida que abarca la naturaleza a la que pertenecemos, tiene que haber de todo y todos -lo creamos o no- somos por uno u otro motivo necesarios.
A la hora de entender el enfoque de mi trabajo diario como facilitador de cambios significativos en empresas creo que es útil destacar y volver a incidir en la importancia de 2 aproximaciones que considero casi inéditas en mi profesión:
Acepto que la mayor parte del tiempo y la mayoría de personas somos estúpidas. Generalmente el resto de mis compañeros parte de la base de que todos somos muy inteligentes o buenos y que las personas solo tenemos que encontrar nuestra esencia. El camino que yo recorro es el inverso: parto de la base de aceptar que todos somos estúpidos y frecuentemente perversos y dispersos, y tan solo tenemos que aprender a controlarnos de manera que vivamos haciendo el bien para dignificar nuestra existencia. Creo que logramos un mundo mejor si aceptamos nuestra enfermedad intrínseca en lugar de maximizar o exagerar las supuestas bondades sistémicas de nuestra condición. Soy en este sentido bastante pragmático. No dejaré de recordar que yo creo en la Humanidad porque desconfío a diario del ser humano.
Comprendo perfectamente la necesidad de que exista una normalidad vigente. De nuevo la mayor parte de mis compañeros se dedica a poner en cuestión o tratar de cambiar la normalidad vigente. Se ríen de ella, la cuestionan, la ridiculizan o la muestran como algo absurdo. No es mi caso. Si algo existe o ha existido -por poner un ejemplo- durante milenios o desde la creación del pensamiento empresarial, es por algo, esto es, hay una razón que no podemos obviar ni minusvalorar si queremos mejorar ese «algo». Así las cosas, acepto que todo sistema -incluido todo sistema humano complejo- necesite formular y defender una normalidad vigente en la que no que quepa todo el mundo. De hecho yo suelo estar entre esas personas que no caben. Mi labor no consiste en hacer que la mayoría cambie las normas, sino en lograr que la normalidad vigente sea medianamente soportable para todos. Aunque a muchos compañeros en esto del cambio les generan urticaria los prejuicios, las tradiciones y las estructuras, yo convivo perfectamente con ellos y no busco derrocarlos, tan solo vivo y trabajo para que la normalidad se construya a partir del cuestionamiento continuo. Esto implica, entre otras cosas, aceptar grados de entropía elevados.
Quiero ahora justificar este doble enfoque:
Dar por hecho que todo el mundo es inteligente, consciente o bueno es el mayor error que una persona puede cometer si quiere mejorar efectivamente el mundo. Aunque al final el amor siempre vence, la estupidez gana por goleada a corto plazo hasta llegar a eso. Aunque al final los hechos son apabullantes y la lógica nos lleva a lo que era de sentido común predecir, hasta llegar a eso la irracionalidad, la ficción y el relato que nos contamos del mundo ganan por goleada a la racionalidad. No tengo ninguna duda sobre esto. Todas mis lecturas diarias, mis experiencias en el mundo empresarial, mis viajes, mi propia y agitada vida, me han demostrado esto que acabo de decir una y otra vez. Pero además es bueno tener presente que hay infinitas pruebas diarias, históricas y sociales de esto. Hace poco escribí acerca del único objetivo significativo que debería tener todo ser humano: aprender a ser estúpido de forma controlada. Esta comprensión de las personas -incluido yo mismo- me ha ayudado a ser más solidario, compasivo y efectivo. Si tuviera que elegir de donde proviene esta enseñanza, a nivel teórico lo tendría claro.
Recuerdo algo que leí hace muchos años y me marcó enormemente. Reunidos los famosos 7 sabios de Grecia al pie del monte Parnaso en Delfos, se les animó a cincelar una inscripción en el templo de Apolo donde las Pitias dictaban sus oráculos. Se les instó a escribir la conclusión universal más valiosa para todo ser humano en su vida. Conocemos el lema más famoso de todos cuantos se escribieron, el de Quilón de Esparta -«Conócete a tí mismo«- pero solemos desconocer lo que Brías de Priene cinceló: «La mayoría de los hombres son malos«. Y yo añado… y además inconscientes, estúpidos y a menudo cretinos, dejando así a las pocas personas sensibles y sensatas en una eterna minoría histórica.
Esto es lo que me llevaba y me lleva a seguir creyendo que debemos aceptar que somos estúpidos para aprender a evitarlo (y por favor no caigas en la comodidad de la desesperanza o el desconsuelo al leerlo y ponte a trabajar por cambiarlo):
- La enorme mayoría de personas del planeta van a lo suyo casi todo el tiempo sin comprender que «lo suyo» solo puede llegar haciendo posible «lo de todos». Todas ellas abrazan como única forma de construcción común la continua y estresante competencia y por el camino olvidan, denigran o atentan contra la misma vida.
- La enorme mayoría de personas carece de voluntad y criterio propios: hacen la mayor parte del tiempo cosas que no quieren, trabajan en lugares que detestan, duermen con personas a las que no aman, se dejan llevar por lo que dice el más aparente o por lo que les hace sentir mejores (aunque sea falso) y no se comprometen con el esfuerzo de estudiar ni ilustrarse para ver más allá de la vida que heredan.
- La enorme mayoría de personas son suicidas inconscientes inasequibles al desaliento: atentan contra su salud mental y emocional a diario, a menudo mueren sin haber vivido, con sus hábitos diarios asesinan sin excepción ni descanso la vida, están por lo general perdidas sin saber lo que buscan de modo que no se encuentran. Y en consecuencia ofenden a su propio planeta.
Para mí el resumen de los anteriores 3 puntos es lo que se conoce comúnmente como seres IMBÉCILES. Y además digamos que somos IMBÉCILES INCONSCIENTES porque hacemos todo esto -es decir, dañarnos- sin saberlo o, lo que es peor aún, sabiéndolo. En esta especie de holocausto de la inteligencia que caracteriza al ser humano confieso que trato de militar en la eterna resistencia aunque reconozco recaídas.
Es pues saludable aceptar la existencia de una normalidad vigente que siempre será mediocre y nunca será excelente, porque aunque no lo creamos es la única forma virtuosa de que todos los implicados convivan. De hecho es ley de vida y propiedad de todo sistema. Del mismo modo que un ser humano necesita neurológicamente sentirse seguro en un contexto concreto en el que poder descansar y bajar sus defensas, todo colectivo necesita una normalidad vigente cuyos fundamentos y dinámicas solo se renueven cada mucho tiempo. Me ha costado la primera parte de mi vida comprenderlo. El cambio significativo no llega de atentar contra la normalidad vigente, sino de renovarla. Añadido a esto, por mucho que raros como yo se empeñen, no tendría sentido que las sociedades estuvieran pensadas para el raro, el distinto o el diferente. Toda sociedad de seres vivos desde hace milenios se regula de acuerdo a lo mayoritario y lo mayoritario se conforma en torno a la normalidad vigente, de suerte que el grado de civilización de una sociedad se mide por la manera en la que trata a aquellos que no forman parte del estándar aceptado de persona.
En nuestras sociedades europeas este estándar ha evolucionado con el tiempo pero hoy en la mayoría del mundo global sería el siguiente: varón, occidental, blanco, heterosexual, conformista, culturalmente anglosajón, judeocristiano, moralmente distraído, evasivo respecto al abismo económico y climático, con una edad comprendida entre los 30 y 45 años, productor, propietario de una vivienda, con pareja de larga duración, creciente capacidad de consumo, varios coches y un hijo. Para todo facilitador del cambio es bueno conocer que este estándar aceptado de persona vigente cambia en función de los territorios que uno visita pero todos los estándares se subordinan a éste. Todo cuanto no esté en este pack no pertenece a la normalidad vigente y por tanto se enfrenta en alguno u otro modo y en alguno u otro momento -y de manera continua- a una exclusión social consecuente a través de costumbres, instituciones, creencias o leyes. De hecho podríamos decir que el número de raros o extraños aumenta en nuestra sociedad actual debido a que cada vez cabe menos gente en un estándar cada vez más estrecho. Nuestro trabajo como facilitadores del cambio – y este es mi enfoque- no es eliminar el estándar sino lograr que ese estándar se amplíe o ensanche para que dentro o fuera de él decrezca el sufrimiento.
No se trata de aceptar o no que exista este estándar o de resignarse a él, se trata de comprender que toda sociedad -sea la que sea- se rige de acuerdo a una centralidad prototípica normativa como base y garantía de la sostenibilidad del resto. Luchar por tanto contra lo Hegemónico es una estupidez supina que no logra ningún cambio significativo de forma eficiente. Sirve más luchar por cambios significativos realistas e incrementales que logren convertirse mirando atrás en enormes cambios respecto a lo que éramos. Basta ya de admirar las revoluciones y comencemos a admirar las evoluciones. Simplemente es bueno entender que aquellos que nacen o crecen en las periferias de esta centralidad, se ven gobernados o determinados por ella. Lo que decidan hacer con su condición -si adaptarse y diluirse en la centralidad o resistir y fortalecer la periferia- es ya cuestión aparte y decisión de cada uno. Por descontado mi vida habla de que elegí lo segundo. Así que cuando me extraño de haber llegado vivo, no lo comento como una queja sino que acepto que lo lógico en una sociedad con una centralidad prototípica como la que he descrito, alguien como yo debería ser continuamente castigado y excluido. Y aunque a veces esto ha sido cierto en todos los ámbitos de mi vida, en líneas generales y por extrañas circunstancias -y probablemente buenas decisiones- he llegado hasta hoy bien. Soy además consciente de que en otras épocas de nuestra historia colectiva ser extraño como yo era directamente mortal, condenatorio. Y por esto celebro haber nacido en mi época.
Si bien no me encuentro cómodo en lo general, me dan urticaria los mítines o los conciertos, tengo alergia a cualquier tipo de credo o sistema de ideas completo y apenas me mantengo en pie cuando camino por la calle entre tanta gente, aún así no soy de esos locos que odia lo estándar, insulta a los que van a los conciertos o hecha pestes sobre la vida urbana. He aprendido a amar lo que hasta cierto punto detesto aunque no lo comprenda. Acepté mal que bien mi condición de extraño y no traté de convertir en ningún momento al resto. Si las personas normales necesitan a las extrañas, los raros lo somos solo porque existe una normalidad. Así, la necesaria métrica del poema social tiende al trato igualitario, a la medianía moral, y a la recurrente existencia de una estabilidad aparente que garantice una sensación asumible de seguridad y control. Esto jamás cambiará ni puede o debe en mi opinión cambiar. Lo que sí debe cambiar -como ya dije- es eso que consideramos normalidad vigente, de suerte que esta normatividad integre y responda al credo de su época. El progreso moral depende en todo de esto.
Nunca en la historia humana ha existido una sociedad para todos y de hecho, a estas alturas de mi viaje, creo que es bueno que no exista. Tratar de que los extraños seamos vistos como normales, jamás funcionaría. Una cosa es que queramos caminar hacia sociedades inclusivas y otra bien distinta es que las sociedades sean rarocéntricas. La normatividad -lo que entendemos por lo normal o lo correcto- debe ser enunciado por las mayorías, y el resto tan solo debemos liderar el cambio significativo que creemos necesario con el ánimo de que otros se sumen.
En mi experiencia, para que alguien sea raro o diferente y pueda inspirar a otros, necesita que exista eso que llamamos Lo oficial, es decir esa suerte de normalidad vigente. He encontrado sobradas pruebas de ello en el ámbito del desarrollo humano (personas, equipos, colectivos y empresas). Esto ocurre porque el creativo, el original o el pionero lo son tan solo porque encuentran resistencia. Pienso por ello que sin una referencia media de algo que transformar, trascender o subvertir, la condición del inconformista no tiene sentido y el raro acaba convirtiéndose en un eterno insatisfecho, es decir, un infeliz insufrible.
Un filántropo me dijo una vez que yo era algo así como un inconformista satisfecho: no me conformo con lo que hay y contribuyo a mejorarlo, pero a la vez me atrevo a disfrutar de lo que ya es presente. Quizás sea demasiado decir. Me gustaría creer que es cierto y por eso trabajo cada día como si lo fuera.
Espero de corazón que este artículo te haya resultado útil. Gracias por tu atención.
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por David Criado | Feb 15, 2024 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«En primer lugar examiné a los hombres,
y llegué a la conclusión de que en esta infinita
diversidad de leyes y costumbres,
no estaban regidos únicamente por sus fantasías»
maestro Charles Louis de Secondat,
barón de la Bréde y de Montesquie,
D l´esprit des lois (1748)
El presente texto aborda uno de los dolores más incisivos de nuestra época y que simplemente esbocé en un artículo anterior titulado Radiografía de nuestro tiempo. En este artículo trataré de exponer más detalladamente por qué considero que la práctica mayoría de los servicios de consultoría y formación actuales son completamente acríticos, inútiles y superficiales. Representan en mi experiencia una clara aceleración de la inercia autodestructiva de una sociedad enferma.
Dado que encuentro a menudo a personas que quieren justificar lo injustificable, he decidido hacer el esfuerzo de poner en negro sobre blanco mis ideas. Mi objetivo es doble: poner sobre la mesa el problema acuciante de la frecuente falsedad y mediocridad del profesional de consultoría y/o formación, y tratar de arrojar alternativas viables para superar dicho problema. Hablaré desde la experiencia de más de 20 años de trabajo en más de 14 sectores de mercado, tanto en gran consultoría por cuenta ajena como en consultoría artesana por cuenta propia, y a partir de continuas vivencias, conversaciones y realidades que veo a diario. Tengo mucha tela que cortar y trataré de ser ordenado y sintético a la hora de exponer las ideas esenciales.
Este artículo tendrá los siguientes apartados:
- El enfoque equivocado de la consultoría
- La dinámica perversa de la consultoría
- La falacia de la formación convencional
- Alternativas reales a esta mierda
Comenzamos.
EL ENFOQUE EQUIVOCADO DE LA CONSULTORÍA
La consultoría es tal y como se practica hoy en día la respiración asistida del sistema. En concreto, de un sistema que comienza a ser autodestructivo y afecta a nuestra estabilidad social en muchos sentidos: sanitario, sociológico, económico y ambiental. Resumiendo, cada vez estamos más fundidos y los castillos de naipes caen continuamente. Por contra el mercado actual de los servicios de consultoría en el mundo se sitúa anualmente entre los 700 y los 900 mil millones de euros. Lo que suele hacer el mundo de la consultoría tradicional -lo se por propia experiencia- es parchear los males, las crisis y los dolores del sistema económico mundial en el que estamos inmersos. Los consultores son, por lo general, profesionales de las tiritas atendiendo tumores graves. Y se han vuelto tan necesarios para el funcionamiento de las empresas e instituciones públicas que se han convertido en una auténtica pandemia que en la mayoría de los casos deberíamos combatir.
Tal y como recientemente han tratado de denunciar algunas personas, el sector de la consultoría continúa en aumento a ritmos a menudo 7 veces superiores a los de algunas economías a las que prestan servicio. Hablamos pues de una burbuja inmensa. Veo necesario recordar que la consultoría convencional la engrosan grandes empresas de servicios pero también medianas y pequeñas empresas que repiten una y otra vez las dinámicas perversas de aquellas y que parten de las mismas 4 premisas erróneas:
- Toda realidad es predecible y lineal de modo que todo problema puede resolverse de forma simple y aislada de acuerdo a la lógica siguiente: Veo un síntoma, me focalizo en atender ese síntoma, alivio o neutralizo el síntoma y me voy. La ciencia médica nos ha enseñado que lo que hay que atender es la enfermedad o el dolor en su conjunto desde la detección combinada de los síntomas, de modo que este enfoque -que practican la práctica totalidad de consultoras que conozco- es sobradamente erróneo y no suele resolver nada. El hecho de centrarme en necesidades puntuales y no atender contextos completos hace que la actividad de la consultoría consiste a menudo en mantener enfermedad latentes parcheando y tapando las diferentes grietas mientras la estructura no cambia, se deteriora o pervierte. La manera en la que este modo de comprensión de los servicios entiende al buen consultor es la siguiente: un profesional es un buen consultor cuanto más predecible y dócil sea para su empleador (empresa consultora) y su contratante (cliente).
- La realidad se transforma por medio de mi voluntad y mis ideas de modo que no es tan importante lo que yo tengo que escuchar en mis clientes sino lo que puedo cascarles de la enorme paja mental que me he creado llamada catálogo de productos y servicios. En otras palabras, mi trabajo como consultor es vender las cosas que traigo y no comprender y atender las realidades a las que soporto y asisto. Todo lo demás me da exactamente igual. Este idealismo militante, esta suerte de religiosidad rayana en lo totalitario caracteriza los servicios de consultoría presentes en toda organización, y se puede visibilizar bien en forma de metodologías doctrinales, libros, corpus teóricos, presentaciones digitales, intervenciones,… Es un error garrafal que para mí daña enormemente cualquier capacidad real de mejora.
- El éxito de un servicio de consultoría se mide en términos de ahorro de costes, de suerte que mi trabajo es mejor si lo hago en menos tiempo y si el cliente obtiene mejoras aparentes -aunque no significativas- que le permitan seguir a lo suyo haciendo que todo cambie para que nada cambie en absoluto. Existen consultoría sencillas que no requieren largas intervenciones, son proyectos de corto plazo, pero el verdadero error reside en creer que todo puede reducirse al corto plazo y las acciones quirúrgicas. A menudo los procesos de cambio requieren tiempos largos y exploraciones de la realidad que las consultoras no realizan obsesionados en sus burocracias e hitos absurdos.
- El cliente siempre tiene razón y yo solo estoy aquí para dársela y aumentar su sesgo de confirmación. Hace tiempo escribí un artículo sobre la tiranía del cliente como paradigma destructivo en el que hablaba de esto, por lo que no desarrollaré aquí mucho más.
LA DINÁMICA PERVERSA DE LA CONSULTORÍA
Llevo ya los suficientes años dedicados a esto como para saber cómo funciona la dinámica convencional de la consultoría y la prestación de servicios formativos. El problema es sistémico y está íntimamente relacionado con una comprensión deshonesta y amoral de la prestación de servicios. Vaya por delante que no ha cambiado absolutamente nada en el mundo de la consultoría tradicional durante los últimos 20 años sino que de hecho ha ido a peor. Las mismas prácticas laborales corruptas, precarizantes y extractivas que yo viví en el mundo de la gran consultoría siguen dándose con renovadas formas y canales de explotación de la necesidad del cliente, las condiciones laborales de los trabajadores y la oferta de servicios.
Comparto aquí tan solo algunos retazos en forma de anécdotas sobre lo que digo:
Generar una necesidad en el cliente privado y ser contratado para atenderla: Por lo general la dinámica de la consultoría es completamente transparente para cualquier persona que se haya dedicado a esto y haya tenido algún puesto destacado de responsabilidad o interlocución ejecutiva. Se trata de generar hypes alrededor de conceptos que periódicamente se renuevan gracias a la connivencia absoluta entre 4 actores determinantes:
- Una pedagogía de la adaptación a la inercia por medio de escuelas de negocio acríticas que educan a futuros directivos para contribuir a la inercia sistémica con la colaboración de supuestos referentes nacionales e internacionales en cada una de sus respectivas burbujas,
- Una sofisticación cultural artificial y hueca gracias a una industria editorial vergonzosa que imprime y publica libros con discursos simplistas y efectistas que dotan de contenido al mensaje y encumbran como referentes a seres completamente iletrados,
- Un altavoz efectivo de dispersión masiva en la forma de una industria endogámica del marketing que amplifica estos discursos convirtiendo en mucho más importantes los medios de difusión que la calidad de las ideas o la coherencia de los contenidos (a través de medios digitales, redacción de textos persuasivos, estrategias de posicionamiento y publicidad spam, falaz y encubierta), y…
- Un ecosistema de retroalimentación continua en la forma de foros profesionales ad hoc (charlas de innovación, conferencias, eventos, laboratorios,…) que magnifican conceptos vacíos que nacen y mueren en periodos cada vez más cortos de tiempo. Ejemplo práctico entre miles: Esta misma semana -por no ir más lejos- me comenta un alto directivo de una gran compañía cómo su director de RRHH estaba deseando contratar los servicios de un individuo que se pasea por las tarimas de las conferencias y foros habituales generando su propio hype o burbuja de ideas. El director de RRHH perdía el culo por contratar los servicios de la consultora pequeña que ha creado esta persona y que dice estar especializada en liderazgo y transformación cultural. La realidad: por razones de experiencia y porque todo al final me acaba llegando tras tantos años dedicado a esto, conozco todas las intimidades de esa persona y su empresa y no cuenta con un solo profesionales medianamente capacitado (digo ni uno solo contratado en plantilla de forma directa), de modo que a menudo recurre a personas como yo para abastecer las propuestas de los concursos que gana gracias a generar esa burbuja de ideas. Lo traduzco para que se entienda: esta persona vende humo, practica dumping en los concursos y precariza su profesión ganando mucho dinero. Esta anécdota entre tantas es especialmente dolorosa porque refleja muy bien cómo incluso los propios directivos del cliente se crean todas estas gilipolleces y las compran deseosos. Y así suma y sigue dando pedales a la rueda del hamster.
Inventarse profesiones y disciplinas vacías para seguir alimentando la inercia: Durante años también he visto chiringuitos de todo tipo que mutan y adquieren formas rocambolescas. Todos ellos orbitan alrededor de las grandes empresas aunque muchos de ellos prestan servicios a medianas y pequeñas organizaciones tratando de extender al tejido empresarial las mismas prácticas que abundan en el ámbito de las corporates. Estos saraos eventuales no solo continúan hoy en día sino que han ido aumentando sus beneficios: consultoras de marketing digital que viven a base de generar expectativas irreales que nunca cumplen, espacios de coworking que acogen a multinacionales que quieren imprimir un aire cool a la misma mierda de cultura empresarial que defendieron durante toda su vida, supuestas consultoras de transformación cultural son tan solo empresas de formación que diseñan programas de capacitación destinados a beneficiarse de las subvenciones de formación públicas, mercaderes del miedo en forma de expertos en futurología y nuevas disciplinas, limpiadores de conciencia que actúan como «coaches» con los empleados a modo de bálsamo para introducir mecanismos empresariales de explotación laboral encubierta, especialistas en pasear a los empleados una vez al año para repartirse bolazos de goma o pintura o emborracharse en una convivencia, apóstoles del New Age empresarial que defienden estructuras novedosas que nadie es capaz de implantar a ciencia cierta, repartidores de post-its y dibujicos que mantienen a la gente ocupada sin cuestionar lo más esencial o básico de su realidad diaria, caminadores sobre brasas ardientes que empoderan y dan sensación de orgullo a empleados que en su jornada laboral diaria viven agotados y deprimidos, agencias carísimas de conferenciantes que se dedican a explotar durante veinte años una colección de chascarrillos y lugares comunes, profesionales que crean empresas en un «nuevo ámbito de negocio» para venderlas a grandes consultoras que absorben y neutralizan sus ideas, planteamientos y talento…
Amañar concursos públicos e infantilizar la función pública: Durante los primeros años de mi carrera trabajé para grandes y medianas consultoras por cuenta ajena. Entre las prácticas habituales de la consultoría que yo mismo presencié estaba comúnmente aceptado amañar concursos y licitaciones públicas presentando propuestas falsas con empresas pantalla encubiertas. El procedimiento era sencillo. Alguien del sector público fraguaba amistad con alguien del equipo comercial o de ventas de la consultora y le anunciaba exactamente el día en el que el concurso se iba a presentar para que pudiera preparar con tiempo y ventaja su propuesta estrella y otros amigos (generalmente de otras consultoras o como digo de empresas pantalla creadas al efecto) pudieran presentar propuestas menores que por su baja calidad serían rechazadas. La cosa se volvía graciosa cuando -y esto lo viví varias veces- a menudo la mesa de concurso de la administración pública aceptaba una oferta falsa y las consultoras tenían que inventarse un equipo de trabajo y una realidad de servicio que debía responder a una propuesta realizada para no salir adelante. Por extensión, los servicios de consultoría tal y como se contratan suelen reservar las tareas de ideación y resolución de problemas a empresas privadas que acostumbran a los funcionarios públicos a ser meros policías, árbitros o jueces de su trabajo, lo cual genera un sistema distorsionado en el que la dependencia a los consultores aumenta. Hace poco un ministro británico alertaba de ello.
Ejercer una actividad fraudulenta: Durante años se han sucedido los escándalos en las grandes consultoras. La cuota de poder y la capacidad de fraude de las grandes corporaciones prestadoras de servicios asciende cuando adquieren el rol de auditoras. Dado que las entidades estatales y privadas otorgan a las auditoras el marchamo de entidades independientes, a menudo éstas tienen el camino libre para realizar todo tipo de actividades ilícitas o que -cuanto menos- se mueven en el terreno de la amoralidad continua. Muchos organismos públicos reguladores de mercados se han visto obligados a intervenir en determinadas situaciones. Las sanciones se repiten año tras año pero la dinámica sigue siendo la misma. La sensación de impunidad está tan extendida que es frecuente escuchar en las comidas de trabajo con mandos intermedios o directivos que delinquir sale barato.
Vender profesionales inexpertos como si fueran expertos o incluso referentes. Es especialmente sangrante la manera en la que estas empresas engañan a sus clientes con propuestas modélicas que luego son ejecutadas por oompa loompas semiesclavos atados a la mesa. Hablo de juniors y profesionales que se tragan y tienen que lidiar con todo lo que venden auténticos vendemotos de libro.
Evangelizar nuevos adeptos que acaban incorporándose a futuros clientes. Una especialidad altamente desarrollada y practicada por las consultoras es la fabricación de profesionales sin conciencia. Hablo de personas altamente entrenadas en el sacrificio de jornadas maratonianas, que durante años viven la carrera de la rata y -una vez sometidas a la dinámica convencional de la consultoría y sus usos y costumbres de intensificación efectiva- finalmente se incorporan al cliente final. Y ¡Oh sorpresa del destino! cada vez que tienen una necesidad solicitan los servicios de las antiguas consultoras que les dieron la experiencia necesaria para ser incorporados como aristócratas empresariales en la plaza que ocupan en su nuevo hogar corporativo. El ciclo, así, es sencillo: capto a chavales a los que pago una mierda, les hago trabajar todo lo que venden personas más aparentes y experimentadas que ellos, hasta que llega un día en que se convierten en los que venden, para inmediatamente después convertirse en los que nos compran. Un negocio redondo que se lleva por delante la estabilidad de estructuras laborales enteras en favor de la externalización infinita de los servicios. La evangelización es voraz. En varias consultoras yo mismo viví cómo se contrata a chavales en otras regiones más baratas para abaratar costes (lo conocemos como estrategia de offshoring) o cómo se contrata a muchachos de otras regiones y se les facilita que convivan en pisos de la región a la que acuden y en los que en un entorno enfermizo y endogámico acaban hablando de trabajo tras salir precisamente de él. Es lo que llamamos la jornada perpetua. Nunca dejas tu trabajo. La evangelización también se encarga de darte un paquete de bienvenida con mucha tecnología para mantenerte conectado siempre, y establecer carreras laborales en las que asciendes si callas y sigues adelante. Es una estructura de mediocridad acrítica que favorece el seguidismo y la inercia y que cualquiera puede experimentar en la mayoría de consultoras.
LA FALACIA DE LA FORMACIÓN CONVENCIONAL
Los servicios de formación son realmente desastrosos. Considero vergonzosas, obsoletas e inútiles 4 realidades evidentes de la formación actual que son muy frecuentes y que tanto contratantes como contratados suelen dar por hecho:
- El desconocimiento de cómo opera el aprendizaje individual y de grupos que permite que planificadores de formación empresariales y formadores incurran en diseños de formación muy inefectivos y desmotivadores. Hace tiempo hablé de ello en el artículo Cómo diseñar un plan de formación. En lugar de comprender el aprendizaje como un elemento continuo, se entiende reduce todo a cursos puntuales para los que no se libera ninguna carga de trabajo (por lo tanto son vistos como una carga) y a los que se acude generalmente obligado o por compromiso.
- La mala calidad de los contenidos y el equivocado enfoque debido a formadores iletrados que no realizan ningún esfuerzo por actualizarse, apenas leen y no tienen una formación o experiencia adaptadas a su labor.
- El aparato burocrático corporativo asociado a la formación que impide un aprovechamiento coherente de la formación para cumplir con las exigencias internas de la empresa o las públicas del organismo que subvenciona. Las grandes corporaciones tienen enfoques formativos desastrosos. Conozco muy bien muchos de ellos y salvo excepciones muy puntuales, no aportan nada a los empleados que permanecen quemados en realidades adversas y estresantes.
- El continuo cortoplacismo que merma la cultura del esfuerzo y la excelencia gracias a formatos de formación de mierda en modo lowcost (MBAs digitales, cursos/secta aspiracionales, programas meramente promocionales,…) de los que participan tanto las personas que los compran (individuales o empresas) como las entidades precarizantes que los ofrecen.
Los continuos electroshock que se infligen a los empleados en forma de cursos, charlas o programas de motivación, no parecen aliviar el sopor gris que provoca ir cada día a aguantar viejas y nuevas gilipolleces en el trabajo. Más allá de los cursos de especialización técnica y prevención de riesgos laborales estrictamente necesarios para el desempeño del trabajo, el enfoque de la formación en habilidades transversales es completamente circense.
Frecuentemente muchos clientes se quedan positivamente sorprendidos por el trabajo que realizo en sus empresas. Al preguntarles por qué la respuesta una y otra vez siempre es la misma: lo que haces no tiene nada que ver con lo que hemos vivido hasta ahora. Recuerdo varios casos flagrantes de clientes que habían contratado a empresas de innovación, formación o servicios supuestamente punteras a un muy elevado coste, y que después de trabajar conmigo quedan gratamente sorprendidos. Esto ocurre porque la mediocridad en la prestación de servicios de formación está muy extendida y de nuevo existe una burbuja evidente. Hablo de que la mayoría de estas empresas nacen para cubrir el expediente, ofrecer cursos efectistas, cumplir con la burocracia de las subvenciones públicas y/o repetir una y otra vez las mismas consignas sin ninguna pretensión de actualización, comprensión o adaptación a la realidad de la gente. Es por tanto enormemente complicado hoy en día dar con un formador que sea bueno. Los compañeros que se dedican a esta profesión y que respeto saben bien de lo que hablo porque siempre sale este tema en nuestras conversaciones.
A modo de resumen de lo que he dicho hasta ahora, un formador al uso podría hacer exactamente lo mismo sin temblarle el pulso ni la vergüenza propia en una empresa de telecomunicaciones y en otra de yogures o tornillos. Es completamente normal que los empleados asocien la formación a una chapa continua de difícil utilidad porque sencillamente es lo que suele ser a menudo. Siendo aún más sinceros, reconozcamos que formadores vocacionales que además sepan de lo que hablan hay de hecho muy pocos. La mayoría de profesionales de formación acaba en ese sector porque no sabe qué hacer con su vida: graduados en bellas artes, humanidades, filósofos o sociólogos reconvertidos que no tienen ninguna experiencia empresarial real, ingenieros que se cansaron de sus trabajos y buscan algo cómodo, o antiguos directivos o fundadores de empresa que dieron uno o dos pelotazos y se dedican a dar consejos que nadie pide y predicar que su excepción es la norma. La mayoría de todos ellos se limitan a ser meros sujetos panfletarios o publicitarios de ideas pertenecientes al pensamiento empresarial hegemónico anglosajón o metodologías cansinas propias que consideran llenas de conceptos milagrosos.
Debido a este estado lamentable de las cosas, a lo largo de mi carrera profesional muchas personas han fusilado y copiado indiscriminadamente ideas y discursos que comparto sin que me haya apenas inmutado. Aunque he tenido episodios dolorosos de pérdidas de confianza y desengaños, siempre he sabido que resulta realmente imposible replicar o copiar en la práctica nada de lo que hago. Es una de las ventajas de prestar un servicio humano basado en la honestidad y la autoexigencia. Los copiadores oyen campanas y reproducen discursos pero ignoran por completo las esencias, y a menudo los clientes no son tontos y lo detectan.
ALTERNATIVAS REALES A ESTA MIERDA
Espero que este artículo te haya ayudado, lector o lectora, a identificar los males de la consultoría y la formación. Es difícil navegar con garantías por estas aguas turbulentas, lo se bien, pero al menos espero haberte ayudado a detectar posibles trampas y juegos de efecto.
Me he propuesto ofrecerte alternativas para recibir una educación, formación o capacitación de calidad. Ahí van:
- Lo mejor que puedes hacer es cultivar el amor por la lectura, es algo de lo que hablo a menudo y a lo ayudo a mucha gente. Una educación sentimental ilustrada te aporta ética y fundamentos para favorecer la reflexión, una buena base sobre la que acceder al buen juicio y formar criterio propio. Esto es esencial.
- Puedes además acudir a foros donde cuestionar tu pensamiento más allá de las cajas de resonancia de las redes sociales o los círculos de confianza que normalmente frecuentas. Hay una larga lista de fundaciones y asociaciones culturales, tertulias, foros de diálogo que seguramente se encuentren cerca de tu ciudad.
- Si eres prestador de servicios de formación o de consultoría hay algunas cosas que te pueden ayudar a saber si la estás cagando como profesional o si prestas un servicio honesto. Sabrás que no lo estás haciendo bien si mides tu éxito en función de indicadores exclusivamente cuantitativos y no prioritariamente éticos; si te dedicas a trabajar agobiado por cosas accesorias y no a estar centrado en lo importante para el cliente y para tí; y por último sabrás igualmente que la estás cagando si cada vez que te preguntas si molestas o incomodas a todo tipo de gente te respondes que NO. Caer bien a todo el mundo no es tu trabajo, tu trabajo es hacer que aprendan a solucionar sus problemas y valerse por sí mismos. Si tampoco logras esto último y solo generas clientes dependientes, míratelo bien, puede que tengas que cambiar de enfoque.
- Recomiendo también si eres contratante de servicios entender cómo contratar la ayuda al cambio cultural de tu organización desde el entendimiento de las diferentes disciplinas y profesiones del cambio. Tener esta información antes de iniciar cualquier acción de cambio significativo en tu empresa puede ser determinante.
- Programas formativos que sean diferentes. No hay muchos, he de ser sincero. Hace unos días hablaba con una compañera de la dificulta de encontrar alternativas auténticas a este atolladero moral. Personalmente he de recomendar aquello que creé durante años con mucho esfuerzo para salir de este circulo vicioso de la formación convencional. Hablo de TRAINING DAYS, un programa ambicioso inspirado en el afán del conocimiento y el aprendizaje ilustrados que queda lejos y completamente curado de todas estas mierdas.
Espero de corazón que este artículo te haya resultado útil. Gracias por tu atención.
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Últimos días para matricularte en la 4ª edición online del programa TRAINING DAYS que comienza en Marzo de 2024, una oportunidad única para conformar criterio propio, amueblar tu cabeza y adquirir perspectiva sobre todo lo que importa en esta vida.
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