Últimamente no paro de mantener acalorados debates con personas que sostienen que si existe cualquier tipo de realidad, tendrá algún sentido y debemos entenderla y vivir en armonía con el momento que nos ha tocado vivir. Esta reflexión no tiene nada que ver la filosofía oriental ni con la paz interior sino con un estado de embelesamiento constante hacia los sistemas, la trasladan a cualquier ámbito: laboral, personal, social, financiero,… Es indiferente el plano sobre el que proyecten su actitud, el caso es que se sienten obligados a cumplir cierto mandato consuetudinario que les impele a seguir hacia adelante sin reflexionar sobre su propia inercia. Creo -y así se lo he intentado explicar- que ningún cambio trascendente a lo largo de la Historia se ha producido por una masa de espectadores abstraídos de la vida que permanecen atentos y perezosos en la barrera. Hay también una fe común en la relatividad de todas las cosas que me enerva y que creo que tiene que ver con la carencia histórica que nuestras estructuras educativas tradicionales (familia, colegio, universidad,…) tienen respecto a la ausencia casi absoluta de sentido de la conversación.
Aunque gracias a algunas iniciativas innovadoras el modelo educativo se está modificando, mi educación formal se ha basado en dogmas, doctrinas y una relación topdown que establecía no pocas distancias entre aprendizaje y enseñanza. El que aprendía era yo, el que enseñaba era el profesor. No había lugar para la duda o réplica, simplemente era un hecho asumido. Nadie educaba en el debate y nadie confrontaba opiniones, no se aprendía a base de un intercambio fluido de conocimiento sino a base de una memorización constante de reglas, datos y directrices. Durante algunos años decidí no leer solo lo que me recomendaban y además aprender de los errores de los otros. Leí buena parte de la filosofía clásica, representantes del pensamiento moderno, teorías económicas, legislación, literatura, experimenté por mí mismo sin permiso de nadie… me empapé de vida en definitiva. Siempre me ha faltado viajar para completar mi educación: La barbarie de la ignorancia de la que hablaba Steiner se curan leyendo y viajando. El solo hecho de ver perspectivas tan dispares y una riqueza natural implícita en la condición humana, me amplió enormemente la visión del mundo. Fue un esfuerzo personal y un afán de superación propio, nunca impuesto. Realmente los mayores logros que he conseguido a lo largo de mi vida me los he impuesto yo mismo.
Podemos decir que toda opinión y toda visión de la realidad tiene matices pero no que absolutamente todo es relativo. Lo siento pero esto no es válido para ningún universo de conocimiento. Si no logramos establecer puntos en común o vínculos que consideremos válidos ni siquiera podremos establecer el límite entre lo que está bien o mal hecho. Habrá algunas acciones o decisiones que se encuentren en el término medio pero para saber cuáles debemos delimitar qué entendemos en cada momento como BIEN y qué entendemos como MAL. También habrá que aplicar premios y castigos derivados, básicamente educar en valores. Y habrá que hacerlo entre todos, incluso con esos vagos morales que se limitan a asistir a la vida y no a vivir con todas sus consecuencias, miedos, incertidumbres y peligros.
Por lo general, la gente que defiende la tesis del relativismo en cualquier ámbito de la vida también se siente confortable con el hecho de que debemos aceptar lo que nos ha sido dado. Como ya dije en otro post, heredar la realidad es muy sencillo, crearla continuamente es lo que realmente da valor. A mí no me basta con heredar el mundo, yo también quiero crearlo. Para crear realidad hay que superar el estatismo y ese línea de seguridad tan ancha que nos permite nunca equivocarnos, para crear realidad hace falta equivocarse, amar aquello o aquellas personas en las que crees y defender tus ideas. La fe no ciega si tiene perspectiva y es consecuente, si sabe reconocer errores y aprender de ellos. La fe mueve montañas, la fe en una iniciativa, en un proyecto de vida, la fe en la razón humana, en el hombre. Todo lo que tiene valor en mi vida se construyó con fe, incluso mi ateísmo.
En 1985 Steve Jobs fue expulsado de la compañía que había ayudado a crear. Podía hacer grandes esfuerzos simplemente por superar lo que se entendió como un fracaso o podía crear su nueva realidad. Decidió lo segundo, lo decidió a pesar de muchos que no estamos de acuerdo con la coherencia de su modelo de empresa pero tomó una decisión. En apenas cuatro años compró a George Lucas la compañía Graphics Group invirtiendo 5 Mill. $ en ella y creando de este modo Pixar que se convirtió en la compañía de animación por ordenador que cambió el mercado de los dibujos animados y logró notables éxitos hasta ser comprada tras varios avatares por Disney por aproximadamente 7400 mill $ convirtiendo a Jobs en el mayor accionista individual de Disney. En estos cuatro años también fundó NEXT que posteriormente compró Apple al demostrar la primera que los sistemas operativos de los Mac estaban desactualizados. Desde entonces todos conocemos la historia de Steve Jobs y el cúmulo de éxitos comerciales y de producto que ha cosechado. En 2005 Steve Jobs ante una multitud de graduados recordaba su falta de educación reglada y su espíritu de mejora continua, consúltenlo si tienen tiempo aunque creo que en algún momento posteamos este video.
Yo no estoy de acuerdo con la gran mayoría de principios que mueven la estrategia comercial ni de negocio de Jobs, no le considero un referente pero admiro su afán de superación y su entrega. Me resulta respetable. En su medida y escala extrapolables, el mundo está preparado para 6000 millones de Steve Jobs cada día y en sus diferentes ámbitos de actividad humana pero no está preparado para 6000 millones de cenizos. Despierta y sueña.