“There´s a place in my head it must be called the supermotel”
FLASHFORWARD
Despedida de Liry en Guadalupe. Vuela a Sudáfrica en busca de fortuna. Inolvidable noche de vinos el sábado con Isma. Tiempo atrás eramos los reyes. Hay testimonios escritos en su espalda. Repasamos huellas de bar a diez años luz de un pasado memorable. Lo he visto: es tan poco dulce inflarse de recuerdos… Intento quedar con mi futura esposa pero no aparece en mi lista de contactos. Equivoco una mirada hacia otra mesa, bailo junto al fuego y en la siguiente escena se me ve saltando a un tren repleto de modelos. En el corte 3 del film ceno un pulpo en Coruña mientras respondo un correo confirmando Vieux Boucau. Puedo ir porque ella pagó los pintxos de Imanol. En la fábrica de hierro, sesión de grupo y acompañamientos. No imagines un concierto pero creo que Edu y yo hemos hecho música.
Escucho una y otra vez That´s some dream de Good Old War (2010) y también The Girl de la voz de Dallas Green (2008). Se diría que el viaje en tren me ha dejado seco. Escribí catorce páginas pensando en ella y también pensando en mí:
“Hombre de mediana edad cansado de la vida en la montaña busca pequeña señal que ilumine su camino. En el viaje a Galicia miro a través de la ventana. A mi lado una espectacular adolescente con pelos en el brazo no abandona el móvil. No se si soy yo pero el tren está plagado de una convención de jóvenes modelos (…) En cada nube intermitente del paisaje veo una oportunidad de ser libre que acelera el pulso de los árboles. Los campos, a menudo verdes y vacíos, no dejan de mirarme. Hay un cielo en lo alto que está hecho de espuma sobre un mar de azules y pequeños símbolos de aire. Al fondo, de cuando en cuando, se observa cómo corta el horizonte cada pequeña colina y cada valle. Siento que tal vez nací para ver esto cada día. Llevo un mes de exilio en la montaña. La soledad reconoce sentimientos imposibles. Conecto con cada pequeño charco de memoria. En resumen, hay vida y yo soy parte de ella (…)”
Últimamente he pensado por encima de mis posibilidades. Eso es mucho y frecuentemente sucio. En diferentes formatos y momentos. Me invade como siempre un terrible miedo a quedarme completamente solo. Me acompaña además ese diálogo de siempre que mantengo con la muerte. He sentido cómo caía el falso techo blanco sobre mi ardiente espalda refugiada en el invierno. He pensado en los libros que regalo y he cenado trozos enormes de fruta con yogur. Descubro cada tarde el fuego. Recojo mis cenizas de la base quebrada en la pequeña chimenea. Compruebo en el cuarto de basura que no son reciclables. Así que pienso en nacer de nuevo y seguir viajando a otros lugares. Pase lo que pase, escribo. Parado o en completo movimiento. He visto desde la colina el lugar donde crecí. Ahora duermo en un polígono industrial un poco más allá del puerto. La realidad es que no estoy cansado de la vida en la montaña. Tan solo necesito sexo.
Hay un lugar en mi cabeza que debería ser llamado El Supermotel. Se alquilan sin precio fijo habitaciones llenas de recuerdos con antiguos cubrecamas pegajosos. Los muebles han perdido peso y de todo el edificio solo queda el esqueleto. Tú, huésped infame, has dormido noches enteras aquí dentro.
Young folks de Peter Bjorn and John de Writer´s block (2006). Y… corto.
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