A William Ernest Henley en 1875 y a Madiba en el día de su muerte.
Y también a ti que me llamas «amigo de las flores»
Cuánto tiempo de estudio dedicamos en las Escuelas de Negocio a los líderes carismáticos y todopoderosos (apenas niños malcriados que se hicieron déspotas) y qué poco a algunos grandes hombres de la vida (personas humildes hechas a sí mismas que luego hicieron a otras) De todos los tipos de liderazgo que conozco hay uno en concreto que me parece especialmente eficaz y respetable. Hablo de pasar 27 años de tu vida en la cárcel y dedicar el resto de ella a reconciliar a todo tu país con aquellos que te han metido dentro. Preso 466/64, hoy bailo para ti. Porque te llevo dentro:
No me rendiré en medio de la gente ni dejaré que esa pequeña oscuridad que hay en mí se extienda. Porque ningún mensaje puede estar repleto de belleza si la persona que lo emite no está llena de vida. Cuando un mensaje tiene fuerza, resuena en la conciencia de los hombres. Pero cuando un mensaje tiene vida, da sentido a su existencia. Por esto mismo hoy declaro:
Entre ser millonario y darme cuenta de las flores, yo elijo las flores. Por eso nunca seré pobre. Mi corazón es un órgano, pero no porque forme parte de un sistema, sino porque cada vez que lo toco, suena. Por eso lo que hago nunca habla de la vida que me toca sino de la vida que yo toco. Gracias a esto antes incluso de estar completamente a oscuras, puedo ser consciente de la luz. Desgraciada vida la del autor cuyas palabras sean más intensas que sus besos.
Muy a pesar de mis prejuicios y a veces en contra de mi propia voluntad, es mi continua insistencia en elegir AMOR en vez de MIEDO lo que cada día me hace poderoso. Ninguna otra cosa salvo mirar hacia adelante, incluso cuando estuve herido y en el suelo, me dio las más grandes victorias y regalos. No superé mi temor sin renuncia. No me conocí sin lágrimas. En mi vida incluso las más nítidas mañanas dieron paso a las noches más oscuras. La historia de mi felicidad es una colección de penúltimos alientos. No me atrevo a descansar si no me siento exhausto. No duermo si no sueño. Solo cuando lo he intentado todo, me permito descansar. Quien no vea esto en mis ojos y mis actos, apenas me conoce.
Solo existe vida en mí cuando el miedo a ser diminuto invadido por el odio y el reproche, pesa más que el miedo a dejar que mis auténticos colores brillen con luz propia. Nadie ha sobrevivido a sus colores. Pero solo vive aquel que los comparte. Yo elijo vivir y no existirá castigo ni nacerá ser en el planeta que me impida compartirlos.
No es mi inexistente capacidad para evitar las caídas, sino mi firme decisión de levantarme lo que me hace seguir vivo. Por muy fuertes que sean, no vencerán tus golpes sino mi imperturbable voluntad tras recibirlos. La voz que me mueve a tener todo lo que soy no dejará que eclipses ni un solo día de mi vida. Yo soy mi propio sueño y «agradezco al dios que fuere haberme dado un alma inconquistable» para compartir cada día mis auténticos colores.
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