«Yo quisiera rogarle lo mejor que sé, querido señor, que tuviera paciencia frente a todo lo que no esté resuelto en su corazón, y que intente encariñarse con las preguntas mismas como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma extraño. No busque usted ahora las respuestas que no se le pueden dar porque no podría usted vivirlas. De lo que se trata es de vivirlo todo. Viva usted ahora las preguntas. Tal vez luego, poco a poco, sin darse cuenta, un día lejano viva usted en plena respuesta»
maestro Rainer Maria Rilke, (Cartas a un joven poeta, pp. 51-52, Hiperión, 2004)
Soy un hombre tranquilo, me he entrenado para ello y pretendo hoy que esto sea útil para usted.Este será un extenso artículo en el que pretendo aportarle, lector o lectora, mi visión sobre cómo lograr la tranquilidad de espíritu en un mundo convulso y trepidante. Si bien la conquista plena de la tranquilidad de espíritu se logra a través de la práctica, el entrenamiento y a menudo con ayuda de maestros, hoy quiero aportarle algunas ideas fundamentales que le pondrán en el buen camino hacia ella.
Lo haré a través de cuatro recomendaciones:
- Deja de alimentar tu mundo y atrévete a apreciar la realidad
- El cambio desde la expectativa ideal a la consciencia real
- El paso de la voluntad ajena a la voluntad propia
- La doble dirección de la experiencia.
En muchas ocasiones experimentamos la vida llevados por la inercia. En una suerte de profecía autocumplida, fabricamos una idea de nosotros mismos que constantemente alimentamos con creencias para convertirla en algo defendible. Confiamos entonces en la buena o mala suerte que pueda llegarnos y hacemos depender nuestro estado de ánimo o nuestra satisfacción de que otras personas cumplan con nuestras expectativas o de que la propia vida no tarde demasiado en atenderlas. Esos momentos de nuestra vida se convierten así en una suerte de juicio continuo en el que fabricamos culpables e inocentes de acceder a nuestra propia voluntad.
Tal y como yo lo he vivido, la conquista de la tranquilidad de espíritu llega cuando abandonamos nuestro deseo insaciable por hacer que la realidad o las personas sean nosotros. Tal y como los grandes maestros lo expresaron, la práctica de la tranquilidad de espíritu suele ser un camino no exento de valles durante el trayecto aunque gozoso y reconfortante en perspectiva. Para entender el lugar exacto donde empieza este camino trataré de explicar qué nos hace querer llegar a él y luego cómo recorrerlo. Comenzamos.
1.- DEJA DE ALIMENTAR TU MUNDO y ATRÉVETE A APRECIAR LA REALIDAD
La realidad nunca será lo que tú esperas de ella. Afortunadamente para todos, la realidad es lo que es. Sin embargo y a pesar de que ya hemos nacido -es decir, de que ya tenemos un lugar en la realidad sin necesidad de hacer nada- crecemos rodeados de estímulos que nos animan a encontrar un lugar en el mundo. Nuestras relaciones y nuestras sociedades nos invitan a buscar nuestro lugar, a crear nuevas realidades que se impongan y que modifiquen a otras realidades que no logran imponerse. Pero ¿y si nos negáramos a tener que conquistar nada ni a nadie?, o mejor aún ¿y si dejara de motivarnos este impulso por querer convencer a otros y comenzara a motivarnos un fuerte impulso por querer disfrutarnos y comprendernos tal y como somos?. Tal y como hace años enunciaba en una conferencia, en lugar de hacernos pajas mentales con grandes modelos, teorías o ideas de lo que tenemos que ser, las personas comienzan a preguntarse ¿qué tal si disfrutamos y partimos de lo que somos?.
Este es el paso necesario que va de estar continuamente aspirando a la idea de mundo perfecto que debemos alcanzar a vivir de forma consciente la realidad de lo que somos. El mayor activo intangible de una empresa hoy no es el talento técnico de sus personas sino el número de ellas que están más sujetas al suelo pisando la verdadera tierra de las cosas.
Un significativo conjunto de la población está cansada de grandes discursos, ideologías, métodos, marcas o identidades con los que defenderme o atacar a otros, y comienzan a plantearse que existe una vía media, alternativa y diferente basada en una experiencia de vida tranquila y a la vez apasionada que busca comprensión y encuentro. De uno mismo, del otro. Es así como pese a los coletazos puntuales de fanatismo que cabecean alertándonos de su último estertor, se están abriendo paso tímidamente, poco a poco pero sin pausa el sincretismo espiritual contra el dogma religioso, la conciencia cívica de convivencia frente a la doctrina de partido, los intereses de nuestro planeta frente a los de las naciones. Puede que tardemos cincuenta, cien o doscientos años más en creer en instituciones que nos representen pero el viaje ya ha comenzado y es ya imparable. Aquellas personas que están sabiendo asociarse de forma inteligente y decidida en la búsqueda de un fin común sin necesidad de pervertir el medio, son ahora nuestro ejemplo. No admiramos organizaciones que logren lo que quieren sino organizaciones que logren lo que queremos.
De hecho durante los últimos años no he parado de constatar esta creciente tendencia en las personas por alejarse de la confrontación, el pesimismo poco constructivo de los intelectuales o la sección de sucesos de la prensa. El hastío por un dramatismo suicida es común a una gran cantidad de personas de nuestro entorno. Si bien ya sabemos por qué hasta ahora hemos consumido más malas noticias que buenas noticias, puede que sea tiempo de compensar este desequilibrio para no hundirnos en la mierda y ayudar a mejorar la realidad de forma más rápida y con mayor difusión por parte de los medios. Si la realidad fuera tan solo el mundo que nos muestran en los telediarios, nuestra existencia sería algo parecido a un apocalipsis natural o un holocausto planetario. Ante esta demanda de cambio por parte del espectador, hay iniciativas compensadoras como En Positivo, Noticias positivas (N+), o Cuéntame algo bueno, o Son buenas noticias abogan por aportar la cara algo menos amarga de la vida. Sin embargo la mayoría de medios no entienden esta creciente inquietud. Para muestra, un ejemplo: hace poco una de las principales cadenas de televisión españolas ha decidido que dejará de emitir telediarios, su productor jefe ha llegado a la conclusión de que a las personas «solo les interesan los realities y los sucesos, los telediarios no dan audiencia«. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Por mi parte, tal y como compartí hace poco, creo que el pensamiento crítico se educa y adquiere solo con la práctica.
2.- EL CAMBIO DESDE LA EXPECTATIVA IDEAL a LA CONSCIENCIA REAL
Estas preguntas están siendo planteadas hoy como un punto de partida interesante con el que pasar de la inercia a lo consciente, de la masa a la persona. Todo esto en un planeta que llegará a finales de este siglo a albergar a 11.000.000.000 de personas, parece algo ideal y sin embargo es algo necesario para garantizar la continuidad de nuestra especie. La inclusión de prácticas de atención plena y meditación en las empresas, el creciente aumento de traducciones a idiomas occidentales de grandes tratados de filosofías no teístas, el interés por incluir la visión humanista en nuestros entornos de trabajo, la recuperación del pensamiento estoico, el minimalismo como culto por las pequeñas cosas, la creciente concienciación por la sostenibilidad y el comercio justo, el cambio de paradigma de mercado hacia un consumo centrado en la calidad de vida del cliente y no en mis intereses espúreos de marca, el diseño de ciudades habitables para las personas y no para las máquinas,… todo ello se abre paso cada vez con más fuerza para contrarrestar el empuje de una gran cantidad de tecnologías de dispersión mental.
Hablamos en definitiva de dejar de oponer lo individual a lo común, de construir entornos de desarrollo en los que exista respeto por la experiencia de vida del otro. Y esto ya ha llegado a nuestra vida en forma de inquietud y poco a poco cala en esas organizaciones que inventamos para conseguir algo que por nosotros mismos no podemos alcanzar, «las empresas». La mayoría de directivos con los que trabajo se está entrenando en adquirir las habilidades necesarias para no sufrir demasiado durante este cambio de época. La transición -no lo niego- está siendo dura pero los resultados son maravillosos. Personas que no solo quieren ir a trabajar sino que también quieren participar de la formulación de su estrategia empresarial, y sobre todo esa rareza poco común de empleados que se emplean y de directores que se dirigen. Todo está pasando ahora.
Muchos estudios destacan que aquellas personas que pertenecen ya a la fuerza productiva de las organizaciones y que nacieron entre 1965 y 1978 (Generación X), y entre 1979 y 1994 (Generación Y) se caracterizan por buscar la felicidad y la realización personal de forma constante y decidida, algo que fue negado a las generaciones pasadas, nacidas en la posguerra y en un mundo convulso y dividido. Los que se están incorporando a la fuerza productiva ahora y que nacieron entre 1995 y 2010 (Generación Z o nativos digitales) desconfían de la autoridad y buscan construir y formar parte de comunidades con las que se identifiquen, algo que nos está siendo aún negado a las generaciones actuales que trabajamos aún en lugares que todavía no nos representan. Algunas organizaciones actuales, erróneamente a mi modo de entender, intentan responder a esta necesidad apropiándose de la responsabilidad de ser felices que solo se encuentra en las personas.
En mitad de este cambio de época, caracterizado por rápidos contrastes, conquistas paulatinas y desigualdades decantes que continúan existiendo, no dejaré de repetir que este es un tiempo de esperanza. Hoy más que nunca un gran número de personas en el mundo pueden plantearse ser felices, y si bien el constante bombardeo de optimismo ñoño y vacío y las filosofías rápidas ganan adeptos a diario, el optimismo inteligente y constructivo y el pensamiento crítico y consciente se abre paso, no me cabe duda. Lo vivo a diario.
3.- EL PASO DE LA VOLUNTAD AJENA a LA VOLUNTAD PROPIA
Algunas personas dedican demasiado tiempo a formular su voluntad ajena. Llevadas por un ejercicio de autoagresión continua comparan cada experiencia de su vida con una expectativa de realidad que solo existe en su mente. El mundo entonces se presenta para ellos de una forma binaria: «o está dentro del mundo que yo quiero o no está dentro de él». En esa sala de espera de la vida crean un hilo musical soportable que les distraiga de los numerosos momentos oscuros y vacíos en los que su pensamiento auto-justificador gobierna. Se ven entonces sometidos al juicio que han creado y nada hay tan doloroso como darse cuenta de que en mi propia sala de juicios además de ser juez también soy acusado. Por eso conviene tapar estos momentos y se aíslan de la vida dentro de una capa impermeable a la belleza. Temen sufrir o entrar en contacto con las cosas importantes. Suben el volumen de su hilo musical, no paran de hablar y no piensan demasiado. «Mientras la vida esté en silencio y yo en mi ruido, todo llegará» se dicen. Pero nunca llega y su ansiada expectativa de realidad se aleja porque su espíritu continuamente insatisfecho alimenta con fervor su expectativa.
A fuerza de presión y de constantes reinicios y caídas es normal que este motor de vida se resienta y se estropee con frecuencia. Con el paso de los años crece en la persona esa idea de su mundo (lo que soy, lo que debe ser el mundo, lo que deben ser los otros) y adquiere dimensiones inasumibles para una realidad maravillosa aunque sencilla: la vida. La naturaleza de la experiencia de vida de estas personas es el conflicto entre lo que espero de la vida y lo que me da, lo que deseo y lo que es. Su mente se afana en una lucha incesante por entorpecer una experiencia de la vida tal y como es. Y dado que la mayor parte del tiempo eligen la comodidad distante de ser jueces, a menudo mueren sin experimentar la plenitud cercana de relajarse y ser testigos.
Estas personas buscan fuera resolver los problemas que siempre han fabricado y llevado dentro. Esta forma de experimentar la vida les hace disfrutar de momentos puntuales de alegría y de innumerables momentos de decepción. Casi todos los seres humanos del planeta se conforman con esta visión extremista de la vida. Toda su riqueza se resume en una diminuta colección de objetos y un extenso ejército de problemas asociados para mantener estos objetos.
Para que esa voluntad quede muy clara dedican una gran cantidad de su tiempo a formular sus ideas o a emitir sus quejas sobre otros. Invierten casi toda su energía en reclamar su sitio porque a la luz de su mirada el escenario de la vida es una continua batalla por la supervivencia. Luchan constantemente por imponerse a otros porque están convencidas de que la mayor parte de su experiencia de vida no depende de ellos. En verdad no les mueve el amor por lo que son sino el miedo por lo que pueden dejar de ser. Esta sensación les genera una reiterada frustración que les agota. Consumen la realidad, no la viven.
Otras personas no dedican tiempo a formular su voluntad por lo que no saben lo que quieren. Saben que quieren lograr algo pero desconocen lo que es. Querer algo y no saber qué es implica padecer todos los inconvenientes de querer algo y no lograrlo y las desventajas de no querer nada y vivir en la indeterminación perpetua; sin disfrutar al mismo tiempo de ninguna de las ventajas de querer o no querer algo. En realidad cuando hablamos de querer algo o formular nuestra voluntad el comportamiento saludable encaminado a la conquista de la tranquilidad de espíritu está basado en formular esta voluntad no respecto a los otros sino respecto a mí mismo. Desde nuestra pura y noble intención de disfrutar la felicidad funciona contrastadamente bien formular una voluntad propia (de lo que quiero y decido ser y hacer) y funciona contrastadamente mal formular una voluntad ajena (de lo que quiero y decido que son el mundo y las personas). También a este mismo efecto de ser felices además de mucho más honesto, íntegro y valiente, es más útil y práctico dejar de depositar mis esperanzas de cambio en otros y comenzar a depositar mis compromisos de mejora en mí mismo.
Sea cual fuere el camino que elija el lector o lectora es importante que sea consciente de que todo se contagia fruto de nuestra condición social e interdependiente. Esto quiere decir que si yo dedico una gran cantidad de mi vida a formular mi voluntad ajena, es decir mi expectativa sobre el otro o lo otro, me será devuelta la misma actitud y mi experiencia de vida será algo parecido a un partido de tenis sin descansos
4.- LA DOBLE DIRECCIÓN DE LA EXPERIENCIA
Solo una diminuta pulsión imperceptible es capaz de mejorar de forma significativa y constante la inmediata realidad de las personas. Es algo que nace como lo hacen todas las cosas importantes, de dentro afuera, algo que al principio es desconocido y que solo bautizamos con el tiempo. Hablo de la consciencia de la belleza de la vida más allá del dolor y del placer.
Solo puedo experimentar felicidad cultivando la tranquilidad de espíritu, esa calma que alcanzo cuando continuamente recuerdo que más allá del dolor que experimento de fuera adentro soy capaz de no incubar, alimentar y mantener mi propio sufrimiento de dentro afuera. El dolor es aquello que vivimos fruto de nuestra experiencia de vida; el sufrimiento es el dolor que nos causamos. Para ser feliz solo tengo que acceder a un remoto lugar en mi interior, ese sitio donde la capacidad innata de estar aquí y ahora permanece latente, esperando a ser descubierta y disfrutada más allá del miedo al dolor y del deseo de placer. Esa capacidad no es ajena a ninguno de nosotros y tiñe de belleza nuestros actos, configurando la doble dirección de la experiencia: la vida no es solo algo que me pasa sino algo a lo que pertenezco. Ser fiel a esta idea asegura el mejor de los caminos.
Solo entonces puedo así comprender la importancia relativa de las cosas, saberme humilde en relación a todo cuanto es y existe.
Solo entonces soy uno con la inagotable finitud de la experiencia y comprendo que todo cambia y todo muere.
Solo entonces soy capaz de vivir comprendiendo que el dolor asociado a la vida no tiene por qué convertirse en sufrimiento. Abandono así mi lucha contra la naturaleza. La acepto, me acepto.
Solo entonces comprendo que todo llega y todo pasa.
Solo entonces encuentro mi lugar en el mundo siendo testigo activo y paciente de la realidad en la que soy, de la que participo y que continuamente determino y construyo junto a otros.
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Gracias😉
A tí, Gema. Bienvenida al blog. Espero que lo disfrutes como si estuvieras y te sintieras en casa.
Te sigo desde hace tiempo en blogs y entrevistas en podcast. Esta reflexión me parece de lo mejor y más certero que has hecho. Me ha impactado, por convertirse en un tratado de reflexión de vida muy pegado a la realidad que has vivido. Me recuerda mucho a la biografía del Silencio de Pablo D,ors por síntesis y profundidad de cada reflexión. Se nota tu experiencia honda en los cambios y el ser humano. Felicidades.
Vivo en Las Palmas de Gran Canaria. ¿ Tienes planeado alguna formación en el continente en miniatura de Gran canaria?
Hola Josué, no sabía que me seguías y me siento honrado y muy agradecido. La enorme energía que transmitís en https://www.muchomasquetres.com/about es admirable. Gracias por hacer del planeta y de Guatemala en concreto un lugar aún más bello para vivir. El gran maestro y abate Joseph-Antoine-Toussaint Dinouart dijo hace muchos años -corría el siglo XVIII- «No se escribe bastante (…) No se por qué fatalidad para las letras siempre hay personas perezosas y sabias a la vez, como si ese vicio formara parte del carácter de una persona inteligente, o al menos resultase casi inseparable.» En mi caso ni soy demasiado inteligente ni demasiado perezoso e intento, mal que bien, caminar por el recto medio a diario. El hecho de que este artículo te haya llegado y servido es para suficiente recompensa y premio. Soy apenas un diminuto insecto y cuanto menos me canso de recordarlo, más útil y rentable le es a mi vida y a la de los que me rodean.
Si vives en Las Palmas, mi doble enhorabuena por lo maravilloso que debe ser disfrutar a diario de aquella tierra. El programa TRAINING DAYS, una de las pocas formaciones en abierto que realizo, aún no ha aterrizado en Canarias pero sería un placer llevarlo allí. El programa funciona a través de una red de sponsors locales que se encargan de organizar la logística, el espacio y la convocatoria en sus ciudades. Yo solo voy a escuchar y hacer crecer a las personas como si fueran plantas 😉 Si encuentras a alguna persona interesada en organizarlo, aquí estaré. Un saludo, Josué.
MUCHAS GRACIAS, David. Otra magnífica aportación para que los que te seguimos sigamos aprendiendo de esa realidad que tú percibes y para la que hay q tener ojos entrenados, como los tuyos, que hacen de la experiencia de la vida algo doblemente rico.
A ese lugar latente Yo lo llamo el interior, donde estoy conmigo misma; donde no tengo que interactuar, pensar o preocuparme por el otro y su relación conmigo, solo ser YO, estar en la mejor compañía… ahí no hay dolor ni búsqueda de placer. Solo sentir, re-vivir, procesar lo que me sucede, hacer de la experiencia exterior algo hondo, eso es la felicidad para mi, tener esa capacidad de vivir dos veces: si es algo placentero es mágico, si es dolor aprendo de el dos veces. Un abrazo.
Sin duda Elena tú desprendes tranquilidad de espíritu y eres buen ejemplo de cómo apreciar la belleza de las cosas. Cada vez que conectas con ese Interior habilitas a las personas que te rodean a crecer y mejorar. Este es el caso de muchos directivos y directivas que -tal y como tú lo haces- os levantáis cada mañana para dedicar vuestra jornada a dirigir y facilitar la mejora de vuestros equipos con actitud constructiva, sentido del humor y ganas de hacer cosas diferentes. Sin duda ese liderazgo apreciativo, basado en la pura percepción de lo que ocurre, sigue siendo algo revolucionario.
¡Me encantó! Gracias por compartir 🙂
Me hizo mucho sentido por que cuando era más joven me gustaba mucho entrar en esas conversaciones de «pesimismo intelectual» que me hacían sentirme importante y diferente, identificándome con una idea de mi misma fabricada desde mis miedos y carencias de ese momento; después viví cosas que me hicieron conectarme con el dolor, la soledad y la profundidad y empecé a ver la vida con otros ojos, a apreciar la belleza en la realidad tal como es y en las personas que me rodean ya sin pretender cambiarlos si no apreciando lo que son y eso me ha dado mucha paz interior. Cuando reflexiono sobre esto me doy cuenta que el mundo y las personas no cambiaron, la que cambió fui yo y al hacerlo también cambió lo que veo afuera.
Deberías enmarcar en un cuadro este aprendizaje que has colgado por aquí en forma de comentario, Carla. El camino que has vivido es un camino recorrido durante miles de años por una gran cantidad de personas a lo largo de su historias. Y si lo has vivido tal y como relatas, sabrás que siempre acaba tal y como compartes, con esa paz interior necesaria para tener una vida saludable. Gracias por tu comentario
Gracias por una aportación más a intentar crear un mundo mejor y un ambiente de tranquilidad, y mucho más en estos momentos, y con este post sobre todo que justamente está centrado en este punto. De alguna manera esta tranquilidad que comentas creo que la vamos alcanzando según maduramos, ¿o es justo al revés y al alcanzar esa tranquilidad es cuando consideramos que hemos madurado?. Muchos de los artículos tuyos que leo me recuerdan a mi abuela, no sé porque razón me llevan a pensar en ella, pero este especialmente, era una persona tranquila, y nunca necesito mucho para ser feliz, podría estar horas analizando si era felicidad, tranquilidad o se dejaba llevar por la inercia del tipo de vida que tenía, pero si es cierto que a pesar de los muchos golpes que le dio la vida disfrutaba de la vida a su manera.
Gran honor, salgo ganando en la comparación. Las abuelas son la dignidad del mundo. Gracias siempre por tu contribución, Leticia.