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«Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel»

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra.

Y es con esto que vengo aquí a la venta a reposar gaznate y me encuentro con faena de anteayer. Abro mi ordenador portátil y cabalgo de su mano por la red, que no es más que un nuevo campo de Montiel que me queda por delante, con el techo de flexos en el cielo y la moqueta cableada bajo el pie. Comienzo a esta hora mi andadura, más pirata que famoso caballero, al asalto de cualquier ingenuo que se quiera sacudir el polvo analógico de un antiguo tiempo. De venta en venta, de aldea en aldea, a través de siglas sin sentido y de conceptos, espero ver caer sol, el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa web 2.0.

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