por David Criado | Sep 18, 2017 | DESARROLLO PERSONAL
“Solo somos seres humanos y solo creemos los unos en los otros por la palabra”
maestro Michel de Montaigne (Ensayos, Libro I, Cap. IX, De los mentirosos)
Este será un artículo que dará mucho de qué hablar. Nada de lo que aquí comparto es una verdad universal. Tan solo expongo en este breve texto en qué consiste el nuevo éxito a mi modo de ver y por qué defiendo este argumento.
Quiero hacerlo con mucho mimo y compasión hacia todas aquellas personas que yerran continuamente en el único camino que creo que existe para alcanzar el éxito: la autenticidad. Y más en concreto quiero ser compasivo hacia una persona que recientemente ha tenido un error de autenticidad imperdonable. Lo seré al final de este artículo compartiendo abiertamente su enorme error. Sirva éste para que crezcamos todos. Comenzamos.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la autenticidad es la cualidad de la persona auténtica, consecuente consigo misma, que se muestra tal y como es. Podemos deducir que el comportamiento de estas personas es opuesto a la ficción o a la superficialidad, y sus actos hablan de su verdad. Así las cosas, la autenticidad es un bien escaso y muy preciado. Veamos por qué…
EL FIN NO JUSTIFICA LOS MEDIOS
Creo que te equivocas si hoy en día crees que cualquier medio es válido para alcanzar el éxito. Muy al contrario, el medio a través del cual recorres tu camino es lo que determina si has tenido o estás teniendo éxito. Paradójicamente el éxito no está en el fin sino en los medios a través de los cuales pretendías alcanzarlo.
Maquiavelo describió a la perfección en esa obra maldita titulada El Príncipe las destrezas para alcanzar lo que uno quiere cueste lo que cueste. Pero el maestro Michel de Montaigne defendió de forma sublime en sus Ensayos que a una persona no la define lo que quiere sino sobre todo cómo lo consigue.
CÓMO SER AUTÉNTICO Y POR QUÉ
Desde el principio de mi actividad profesional me negué a registrar la propiedad de nada de lo que hago, ni siquiera de mi propia marca. Y esto lo hice y lo sigo haciendo solo por una sencilla razón: cada día compruebo que todos somos inimitables. No me preocupa nada que alguien pueda copiar lo que hago porque se que es completamente imposible. Mi práctica profesional, mi vocación y mi actividad diaria están a prueba de plagio. Por eso cada vez que alguien plagia uno de mis artículos o copia uno de mis talleres, la única sensación que siento es la de tristeza ajena.
Porque cada persona responde de su autenticidad. Y porque personalmente creo que se puede decir lo mismo durante dos mil quinientos años y seguir siendo original o incluso revolucionario. Yo soy auténtico. No lo se porque lo crea sino porque todas las personas me lo dicen. He recibido a lo largo de mi carrera centenares de correos, mensajes y llamadas de personas que se ponen en contacto conmigo para agradecerme lo que hago, para decirme sobre todo que lo que les hace crecer no es solo lo que digo sino cómo lo vivo y lo practico. Y recibo todo esto haciendo algo no muy diferente a lo que hacía uno de mis grandes maestros en el siglo V a.C. Pero lo hago a partir de lo que yo soy y de como yo soy, no a partir de lo que él fue o como él fue.
Uno solo puede ser auténtico y alcanzar el verdadero éxito cuando es capaz de dedicarse a lo que es. Así de simple y de complejo a la vez.
Las grandes proezas no se construyen alcanzando algo como sea, sino alcanzando algo de forma extraordinaria y diferente. Y en un mundo mercenario y franquiciado donde todo el mundo viste y piensa parecido, donde se fusilan y replican uno a uno los conceptos, donde viajo y escucho las mismas canciones en California y en China, hoy más que nunca lo diferente sin duda es ser auténtico.
En ningún otro momento de la Historia como éste que vivimos, ha sido tan determinante ser auténtico para alcanzar el éxito. Aquel fenicio que abrió vías comerciales entre el Ática e Hispania jugándose la vida en barco, aquel romano que llegó hasta Persia batallando en la centuria para extender el Estado de Derecho, o aquel hombre renacentista que replicaba cuadros,… ninguno de ellos necesitaba tanto ser auténtico, honesto y conectar con lo que verdaderamente puede dar al mundo como tú. Porque ellos no vivían en un mundo conectado al segundo, donde cualquiera puede comprobar en el acto si uno actúa de buena o mala fe, si uno defiende algo de forma honesta o deshonesta.
RECONOCIMIENTO HUMANO vs RECONOCIMIENTO SOCIAL
Yo, sano humanista en mi completa imperfección, opino como el señor de Montaigne que el éxito siempre está en el medio y no en el fin. Aquellos que nos dedicamos a generar opinión y pensamiento y también a practicarlo, sabemos que hoy en día se puede falsear y comprar todo salvo una sola cosa: tu propia honestidad. No existe forma humana de comprarla, hay siempre que ganarla.
Hoy más que nunca gracias a Donald Trump comprendemos que podemos llegar a ser el presidente de Estados Unidos sin necesidad de respetar a casi nadie. Ningún cargo, puesto o reconocimiento social al que accedas, te garantizará el reconocimiento humano. Porque tu éxito como persona y como profesional no es una cuestión de cantidad sino de calidad. Lo compruebo a diario cuando acompaño organizaciones o personas que apostaron por abaratar los materiales de su barco y obtuvieron su naufragio.
No llegarás muy lejos siendo otro pero llegarás adonde quieras si apuestas solo por todo lo que eres. Porque eso es lo único que te hace competitivo, deseable, atractivo o especial. El resto es solo un aderezo.
El verdadero éxito no se encuentra en el reconocimiento social sino en el reconocimiento humano. En lo referente al éxito la calidad desayuna cantidad. Cuanto antes lo entiendas, antes crecerás.
La mochila de la Historia está llena de seres aparentemente exitosos que soportan una vida triste y amargada en completa soledad. No confío en las personas solo porque a veces tengan un gran número de seguidores o una facturación inmensa. Confío en aquellos que son capaces de ser y hacer de forma honesta y sincera, sin necesidad de herir o hundir a otros.
CASO PRÁCTICO
Hoy una persona a la que aprecio ha cometido públicamente un error de autenticidad. Su error me afecta directamente porque aunque este error habla más de él que de mí, el contenido tiene todo que ver conmigo y con mi trabajo. Por eso creo que hacer público el aprendizaje asociado a este error puede también serte útil a tí, lector o lectora. Vamos a ello:
Hoy quiso el azar que navegando por linkedin accediera a una publicación de Angel Maria Zamanillo, facilitador profesional. Esta era la publicación:
Me encantó ver que había compartido un contenido suyo y cuando cliqué para leerlo, tras unos minutos me invadió la pena. Me encontraba ante un error de autenticidad de una persona a la que aprecio. ¿Qué hacer?, ¿Qué decir? He aquí todo lo que tengo que decir:
Confié en Angel hace meses para que fuera sponsor de TRAINING DAYS, el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales que creé en septiembre de 2015, y que se está replicando por toda España en formato in-company y abierto. Ángel se había puesto en contacto conmigo para pedirme más información sobre el programa y promoverlo en su ciudad, Bilbao. De hecho el 26 de enero de 2017 yo había publicado en linkedin pulse el anuncio de una nueva edición en Bilbao. Hablamos de que no había conseguido convocatoria y quedamos pendientes de trabajar nuevas oportunidades. Hoy al clicar en el enlace, me ha llevado a una dirección web a la que también ahora se redirecciona la antigua dirección web que Ángel había creado en su día en ese mismo sitio para difundir el programa TRAINING DAYS en Bilbao. El aspecto de la web ahora es el siguiente:
Ojeando esta nueva web me doy cuenta de que se trata de un programa en 4 talleres y 4 niveles de trabajo que aborda el entrenamiento de habilidades personales, sociales, de liderazgo y estratégicas. El programa debe ser sensacional y la idea fantástica al menos tanto como el programa TRAINING DAYS del que es un calco en contenidos y espíritu sin ningún tipo de reconocimiento ni mención, pero también con 4 niveles de madurez en 4 talleres, y con lenguajes, objetivos y programas casi idénticos por cada nivel.
La falta de autenticidad aumenta cuando compruebo que Ángel también ha eliminado de su web cualquier tipo de mención o referencia a TRAINING DAYS que realizó en el pasado y la propia estructura de su web maneja ahora también el mismo lenguaje y conceptos que los de esta iniciativa. Diré tan solo dos cosas:
- En primer lugar, no necesito protegerme del plagio de nadie. Es más, cuanto más me copien y reproduzcan, mejor. No soy propietario de mis ideas ni de ninguna idea irreplicable. Renuncio a ellas, porque esto no es lo que me preocupa. De hecho escribo y trabajo para inspirar a otros. No tengo objeción a eso. Se que soy generador de cosas y que mi trabajo lo sigue mucha gente. Mi blog es abierto y de acceso gratuito, invierto en él mucho tiempo que regalo a los demás. Mi trabajo diario en mis intervenciones por toda España es también abierto y transparente. En todo esto no solo no tengo problema sino que además me reafirmo incluso al ver esta y otras tropelías similares. Lo único que pido cuando comparto mi conocimiento y mi trabajo con otros es respeto por lo que hago y por las relaciones profesionales que entablo.
- En segundo lugar estoy seguro de que Ángel es una gran persona, y aunque profesionalmente no puedo responder ahora de él, respondo humanamente de él. Sigue mereciendo mi atención, mi compasión y mi respeto. Por eso os pido que si tenéis que juzgar algo, no le juzguéis a él por completo sino a esta acción en concreto. Como defiendo siempre, creo que de nada sirve establecer juicios duros y taxitivos sobre una persona. Añado además que creo que no existe forma más compasiva de relacionarnos con los demás que hacerles responsables de sus acciones y de las consecuencias de sus acciones.
Más allá del error de autenticidad de esta persona, es importante comprender que cuanto más intente alguien imitar a otra persona más alejado estará de su propio éxito y más cercana estará la persona imitada del suyo. Esto que vale para mí, vale para todos. He aquí el verdadero aprendizaje.
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por David Criado | Jul 17, 2017 | DESARROLLO PERSONAL
«Los hombres han nacido los unos para los otros. Instrúyelos o sopórtalos»
maestro marco Aurelio, Meditaciones, Libro VIII, 59
Estoy convencido de que cada uno de nosotros nació con un propósito más grande que ir a trabajar, pagar impuestos y morir. En cada vida de cada ser humano siempre existe un tiempo secuestrado en su memoria que a veces conviene rescatar. En ese tiempo la persona sintió el contacto con las grandes cosas, experimentó una proeza memorable o palpitó valiente tomando el pulso al temblor del universo. Todos hemos vivido un momento memorable, algo que nos hace distinguir a las personas que admiramos de las que no cuentan con nuestra aprobación.
Sostengo hoy en este artículo que para vivir una vida plena no todo vale y no todo es respetable. A una persona le define su voluntad cuando no tiene nada o su actitud cuando lo tiene todo. Entre medias se encuentra la mayoría de la población viviendo comportamientos y acciones que son o no son respetables. Hoy te aportaré, lector o lectora, una visión sobre cómo decidimos las personas qué es y qué no es respetable y mi criterio propio sobre lo que respeto y lo que no. Comenzamos.
CÓMO DECIDIMOS QUÉ ES y QUÉ NO ES RESPETABLE
Creo que existen tres niveles de decisión a este respecto. Los solemos mezclar y creo que puede ser útil muy a menudo distinguirlos y diferenciarlos:
A nivel humano definimos lo que es respetable y lo que no gracias a la REFLEXIÓN. Esta reflexión individual genera un comportamiento propio de forma que cada persona decide en su fuero interno qué es respetable y qué no lo es actuando en consecuencia en lo que respecta a su entorno inmediato. A este nivel humano el criterio de lo que es y no es respetable evoluciona con el crecimiento y experimentación de la persona en estrecha relación con otras gracias al aprendizaje individual. Podríamos decir que a nivel humano la respetabilidad se autorregula en el marco de las relaciones diarias a través del intercambio de ideas y acciones, cuyos procesos particulares estudian diferentes ramas científicas como la psicología (cognitiva, conductual, social) o la sociología.
A nivel social definimos lo que es respetable y lo que no gracias al DIÁLOGO. Este diálogo entre personas genera un comportamiento colectivo de forma que cada grupo de personas decide qué es respetable y qué no lo es actuando en consecuencia procurando no menoscabar las necesidades o intereses de las partes. El diálogo sobre lo que es respetable y lo que no queda en este nivel abierto a la opinión de toda persona que quiera manifestar sus ideas o creencias. Cuando es necesario alcanzar un acuerdo para regular el comportamiento humano de forma normativa, podemos considerar que el nivel social genera un nivel jurídico capaz de regular una convivencia saludable.
A nivel jurídico definimos lo que es respetable y lo que no gracias a las NORMAS. Cuando ni el nivel individual ni el nivel social han sido suficientes para encontrar una forma de convivencia saludable, generamos instrumentos de decisión capaces de dirimir de forma autónoma e independiente los intereses de las partes. En un Estado de Derecho se denomina legalidad al conjunto de las cosas respetables decididas entre todos o a través de la representación delegada de todos, y se denomina ilegalidad al conjunto de aquellas cosas que bajo el mismo procedimiento de decisión son consideradas como no respetables. La definición de lo que es y no es respetable en términos de legalidad o ilegalidad evoluciona en el tiempo adaptándose al criterio u opinión de la mayoría social de acuerdo a cada marco específico de creencias fruto de la convivencia de todas las experiencias individuales. Sin embargo mientras la NORMA no se cambia a través del nivel social, a nivel jurídico el Estado de Derecho debe hacer cumplir la NORMA.
Estos tres niveles existen en todos los estratos de la vida: en el trabajo (empleado-equipo-procedimientos), en un país (ciudadano-sociedad-ley), en una relación amorosa (miembros-pareja-relación), en una asociación entre empresas (empresas-relaciones-contrato mercantil),…
Por todo esto -y tan solo de acuerdo a mi experiencia y estudio durante estos años- existen diferentes niveles progresivos para distinguir qué es respetable y qué no lo es:
- El primer nivel, el humano, dirime el 60% de decisiones sobre qué es respetable y que no que se efectúan en el presente y determina el 35% de decisiones que se efectuarán en el futuro. En la mayoría de ocasiones nuestro comportamiento de hoy está condicionado por nuestra experiencia de ayer y no por lo que podamos aprender de nuestro entorno. Nuestro cerebro es tan ágil que su funcionamiento interno y soterrado (inconsciente) es apenas discernible en el momento AHORA. En mi experiencia acompañando a personas todos distinguimos lo que es respetable y lo que no AHORA en función de diferentes sesgos cognitivos y de acuerdo a 5 tipos de prejuicios: de distinción (según Hsee y Zhang sobrestimamos la importancia de unas cosas sobre otras continuamente), de proyección (según Van Boven y Loewenstein nuestro estado emocional o mental condiciona nuestras decisiones y comportamientos), de impacto (según Wilson y Gilbert sobrestimamos nuestras reacciones ante sucesos futuros o posibles que nos condicionan a actuar), de memoria negativa (según Morewedge, Gilbert y Wilson por supervivencia nuestro cerebro tiende a recordar los sucesos negativos y a condicionar nuestras decisiones), y de creencias (nuestra experiencia nos limita y determina a actuar repitiendo conductas). El único juez válido para los intercambios a nivel somos nosotros mismos. La mayoría de ocasiones (el 60% de las veces) distinguimos lo que es respetable de lo que no lo es tan solo empleando este primer nivel sin recurrir al segundo ni al tercero.
- El segundo nivel, el social, dirime el 35% de decisiones sobre qué es respetable y que no que se efectúan en el presente y determina el 60% de decisiones que se efectuarán en el futuro. Estas decisiones se producen a través de las relaciones humanas que somos capaces de establecer con los otros y están condicionados por las habilidades relacionales propias de las diferentes partes. La accesibilidad, disponibilidad y frecuencia de trato, así como la influencia que somos capaces de generar, o la dialéctica que ejercitamos determinan el 35% de las decisiones de otros en el presente pero pueden determinar el 60% de las decisiones de las personas en el futuro. En ciencias políticas suele estudiarse el grado de influencia que un líder político es capaz de ejercer en una población modificando por completo las previsiones. En mi opinión siempre recomiendo y facilito entrenamientos en habilidades relacionales que favorezcan nuevos escenarios. También recurrimos a este nivel de decisión -el social- cuando hablamos con amigos, compañeros de profesión o trabajo y/o seres queridos o cercanos con los que convivimos.
- El tercer nivel, el jurídico, dirime el 5% de decisiones sobre qué es respetable y que no que se efectúan en el presente y determina el 5% de decisiones que se efectuarán en el futuro. Estos intercambios se producen bajo aplicación de las cartas o códigos de convivencia legales que regulan la sociedad en la que vivimos. Estas normas determinan quién o quienes pueden juzgar como respetables (loables) o no respetables (punibles) nuestras acciones con independencia de nuestra opinión o la de cualquier otro. Por suerte el nivel jurídico actúa en aquellos casos en los que el nivel humano y el nivel social no han podido dirimir lo que vale y lo que no de un comportamiento, por lo que -aunque a menudo es lento- actúa de bombero en una gran cantidad de ocasiones evitando verdaderos incendios sociales. Por desgracia, en mi opinión el nivel jurídico no determina en exceso los comportamientos futuros de amplios grupos de personas puesto que sus acciones tienden a diluirse en mitad del diálogo social mucho más presente en medios de comunicación o escuelas.
Además de estos tres niveles, el factor cultural es también determinante a la hora de comprender las sociedades, por lo que distinguimos lo que es respetable de lo que no de forma diferente de acuerdo a nuestra realidad geográfica e histórica. Por poner un ejemplo muy concreto nada tiene que ver el comportamiento asociado a la Ley de Jante aplicable al común de países escandinavos con la conducta o hábitos de conducta españoles.
QUÉ RESPETO y QUÉ NO
Frecuentemente hablo con personas que defienden que todo es respetable. No comparto esta visión. Creo que todo es comprensible a nivel psicológico, conductual o humano y de hecho cada día en mis sesiones con personas o equipos trabajo y entreno la comprensión de todas y cada una de las realidades a nivel sistémico. Sin embargo creo que no todos los comportamientos o acciones son respetables. El respeto y la confianza son cosas que ganamos con nuestras acciones y que -como suelo explicar- son muy fáciles de perder y muy difíciles de ganar. La transacción de confianza entre dos personas es continua y a veces experimenta valles y picos. Estas son las cosas y personas que respeto y las que no:
Respeto a las personas que juzgan a las acciones en concreto y no a las personas por completo. Respeto a quien contextualiza y a quien comprende. No respeto ni apruebo el comportamiento de quien etiqueta o prejuzga.
No respeto el relativismo moral. En mi opinión el verdadero mal de todo tiempo es el relativismo moral, esa indolente enfermedad que anula la razón y el entendimiento humanos. Vivo a diario continuos ramalazos de esta enfermedad en muchas conversaciones de mi entorno más inmediato y durante muchas horas con mis clientes. El progreso de la Humanidad muere un poco más cada vez que alguien pronuncia oraciones parecidas a esta: «Tú crees eso y yo creo lo contrario, tú actúas así y yo actúo de este otro modo; y todo es respetable» Mi respuesta es clara: No todo vale y no todo es respetable. Hay comportamientos que suman y comportamientos que restan, y ambos no son igualmente respetables.
Respeto a esas personas que entienden cada momento de la vida como algo sagrado y valioso, digno de ser cuidado y disfrutado. Respeto a aquellos que sin realizar grandes acciones son capaces de generar un campo de influencia alrededor que contagia de bienestar y paz a otros. Respeto a las personas que están aquí en esta vida para generar conciencia en otros dotando de significado a todo lo que en apariencia es insignificante.
Respeto a los que entienden que las habilidades relacionales se pueden mejorar, a los que trabajan por mejorarlas y a los que cada día entrenan con todos los demás. Respeto a aquellos que le dan una oportunidad a la condición humana sin necesidad de renegar de ella mientras a la vez disfrutan de todos sus progresos.
Respeto a las personas sinceras que demuestran con sus actos lo que dicen. No respeto a las personas que mienten o que incumplen sus compromisos o promesas. Tampoco a los que engañan o manipulan buscando y encontrando siempre el peor lado de todos los demás cultivando en todo momento su peor lado propio.
Respeto a las personas que saben que hablar no es gratis y que tiene consecuencias. Respeto a aquellos que miran más allá de lo que ellos sentirían y se atreven a empatizar y a ponerse en el lugar de otros.
No respeto ni apruebo los comportamientos tóxicos. Y creo que cada uno de nosotros ha de reflexionar sobre cuándo causa dolor o sufrimiento innecesario en otros. También creo que hay que hacer saber a los demás cuando nos causan dolor o sufrimiento innecesarios o cuando actúan de forma deshonesta. Porque en las relaciones humanas creo, tal y como creía el maestro Marco Aurelio, que cada uno de nosotros solo tiene dos opciones: educar a los demás o soportarlos. Si elegimos no educar a otros no nos quedará otra opción que la de soportar sus comportamientos tóxicos. Y no tendremos derecho a quejarnos tan solo porque nosotros elegimos no educarlos.
Creo que no son respetables las personas que no tienen criterio propio y que deambulan consumiendo el criterio de todos los demás. Creo en aquellos que se atreven a experimentar y a vivir. Creo en los que tienen miedo y trabajan para que no les condicione.
Respeto a las personas que son agradecidas, a las que se atreven a compartir que algo de lo que hicieron otros les ha gustado o llenado. Respeto a los que no se quedan en silencio cuando otros pueden recibir su reconocimiento.
No respeto tampoco a aquellos que no reconocen ni exploran su vulnerabilidad propia para crecer y acceder a la verdadera luz del mundo, a ese territorio emocional propio capaz de multiplicarnos y hacernos entender que la vida es siempre suficiente. Porque creo que todas estas personas se beben la vida sin conocer ni siquiera algunas instrucciones básicas.
No respeto a las personas que se dejan para luego, aquellas que defienden que «son como son» de forma inalterable y que «siempre han sido así», o que practican el relativismo moral convirtiendo la vida que es algo hermoso en algo completamente absurdo y carente de sentido, o aquellas que luchan por tener razón en lugar de trabajar por tener paz.
Respeto a las personas que saben reconocer que se han equivocado, a todos aquellos a los que no les hace falta compararse con otros ni adoctrinar a los demás. Respeto a las personas que primero se miran a sí mismos antes de hablar de los demás.
No puedo respetar a las personas que no definen cuáles son sus cosas importantes y no dedican enteramente su vida a practicarlas. No creo en ese tipo de personas que se conforma con estar sin ser, que no comprenden que cualquier trabajo o labor puede ser dignificada con el comportamiento y el ejemplo propio.
Creo que no es respetable practicar el victimismo crónico, intentando sobrevivir en una vida de otros sin tratar de vivir una vida propia. Así como también creo que no es respetable vivir continuamente en el miedo y no en el amor.
Respeto a las personas que se atreven a conversar y no respeto a quienes perpetúan sus propias convicciones. No apruebo un alma impermeable. Creo que no es inteligente ni útil confiar en alguien que se niegue a aprender o comprender a otros, o en alguien que se niegue a escuchar a los demás o que al menos no tenga un compromiso sincero de aprender a mejorar su comunicación con los demás.
Creo que no son respetables las personas que no saben perdonar porque solo el amor, la compasión y el perdón nos hacen grandes cuando los practicamos de forma auténtica y sincera. Por esto mismo también…
Creo que no son respetables las personas que viven continuamente exigiendo la comprensión y el perdón de otros sin comprometerse ni esforzarse por el cambio propio. Ese tipo de personas que se atreven a cuestionar la convicción y coherencia de otros sin practicar la propia. Respeto mucho a las personas que se esfuerzan por conseguir metas difíciles pero alcanzables con perseverancia y fe.
Algunos de vosotros os preguntaréis qué hago cuando no respeto a alguien. Es sencillo: Le doy siempre la oportunidad para ganarse mi respeto.
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por David Criado | Jul 12, 2017 | DESARROLLO PERSONAL
«Nothing here is as it seems, and I know it’s alright»
Hudson Taylor, Cinematic Lifestyle
«Life is like Nepal: you must go continuosly through the mountains, up and dowm all the time, that´s all»
guru Mukesh
Durante mes y medio he convivido con familias, personas y grandes héroes que habitan el techo del mundo en el territorio comprendido entre Tibet y Nepal. Todos ellos realmente comprenden las montañas. En este tiempo he accedido a una parte del misterio de la vida inaccesible a través de redes sociales o de enlaces. Gracias a esta experiencia he conocido el origen, fundamento y resonancia del budismo tibetano milenario, el infinito colorido interior del hinduismo y el sencillo modo de vida de los habitantes de las cordilleras más extensas y elevadas del planeta. No existen libros que puedan prever o anticipar la enorme cantidad de lecciones aprendidas durante mi viaje.
El presente artículo, lector o lectora, pretende recopilar algunas de estas lecciones con el fin de que usted pueda trabajarlas a diario para alcanzar una vida plena. No existe mejor líder que persona, ambos conceptos están estrechamente unidos y no se pueden disociar. A lo largo de este texto usted accederá a algunas de las grandes lecciones que me fueron regaladas. Atrévase a leerlo, sane su realidad diaria y crezca conmigo.
Estas son las 10 lecciones de liderazgo personal para una vida plena:
- Recuerda los tres venenos de tu espíritu
- Practica el desapego
- Entrena tus ganas de comprender a otros
- Dignifica la vida y las costumbres de los otros
- Comparte el frío o el calor de otros
- No te creas superior a los demás
- Abre tu mente a nuevas perspectivas
- Recorre el camino de la excelencia en tres pasos
- Atrévete a escuchar y conocer
- Abraza el agradecimiento sincero a los demás
Comenzamos.
1) RECUERDA LOS TRES VENENOS DE TU ESPÍRITU
En la entrada de todos los monasterios budistas tibetanos existe un fresco que representa la rueda de la vida o Samsara (el ciclo de nacimiento, vida, muerte y reencarnación). Esta representación es en mi opinión la mejor primera aproximación al budismo tibetano que una persona puede realizar. Cada elemento de la rueda es simbólico y enseña una creencia fundacional de la cultura tibetana. De acuerdo a mi experiencia (ahora ya en tres territorios budistas tibetanos diferentes) este fresco suele variar en función de la interpretación local. Sin embargo todos los frescos coinciden en señalar tres elementos en el centro de la rueda de la vida. Estos tres elementos son los tres venenos del espíritu y aparecen representados unidos y devorándose unos a otros. Son los siguientes:
- La ignorancia o la estupidez (representada por un cerdo)
- El deseo, la avidez o la codicia (representado por un gallo orgulloso)
- El odio, el enfado, la ira o la agresividad (representado por una serpiente)
Los tres venenos se devoran entre sí porque son interdependientes. Nuestra ignorancia (la de nuestra condición y la de nuestra existencia) provoca nuestro deseo o las ganas de codiciar cosas, ideas o personas; y este deseo a su vez nos genera odio, ira y agresividad. Esto que acabo de enunciar me acompañó en cada uno de los innumerables monasterios que visité durante mi peregrinación de forma que nunca pude olvidar esta gran enseñanza.
Si quieres mantener una vida plena recuerda que tus tres venenos son la ignorancia, el deseo y la agresividad.
2) PRACTICA EL DESAPEGO
Nuestra naturaleza es el cambio. Esta gran verdad está más que interiorizada en esta parte de Oriente. Durante dos semanas visité el antiguo reino perdido de Mustang en la frontera de Nepal con Tibet, la última región del mundo -en palabras de SS el Dalai Lama- en conservar la auténtica cultura y tradición tibetanas. Tras 90 kilómetros de camino cruzando ríos y atravesando desfiladeros, peregrinando por pequeñas villas perdidas subiendo valles y montañas llegamos a Lo Manthang donde unos monjes budistas me acogieron en su monasterio. El Lama del templo me invitó el primer día a acompañarles en la ceremonia sagrada de disolución del mandala.
Fue un placer contemplar y compartir con los monjes jóvenes este aprendizaje. La ceremonia se realiza para bendecir y rezar por todos los seres vivos del planeta. Durante meses los monjes realizan con arenas de colores un gran mandala (un dibujo geométrico y simbólico) que incluye significados internos y secretos. El mandala se perfila desde el centro al exterior y simboliza el nacimiento y el crecimiento de todos los seres. Cuando el mandala está terminado después de varios meses de trabaj) se recoge desde las orillas hacia el centro simbolizando el regreso a la fuente primordial. Finalmente el mandala se vierte completamente en el río (un fenómeno humilde) que va a parar al océano (un fenómeno infinito que representa la grandeza del universo). Este ejercicio ayuda a los monjes a practicar el desapego y a evitar la codicia y el orgullo (uno de los tres venenos).
En realidad no necesitamos mucho. El maestro Mukesh me mostró en el lugar sagrado de Pashupatinah cómo queman los cuerpos y los arrojan el río en un ritual hindú milenario. Él había leído a Tolstoi y me dijo mientras contemplábamos la ceremonia: «David, que nunca se te olvide esta anécdota. Una vez le preguntaron a Tolstoi qué es lo que realmente necesitaba un ser humano y él respondió -En realidad tan solo siete pies de tierra cuando muere. Tan solo siete pies, David -me dijo- El resto es un lujo que debemos siempre agradecer»
Si quieres mantener una vida plena practica el desapego, recuerda que todo llega y todo pasa.
3) ENTRENA TUS GANAS DE COMPRENDER A OTROS
Existe un verso sagrado dentro de los ocho que condensó Geshe Langri Thangpa y que Su Santidad el Dalai Lama recordaba en su maravilloso texto Adiestrar la mente. Este verso dice lo siguiente:
Siempre que esté en compañía de otros, me veré como el más insignificante entre ellos, y desde lo más profundo de mi corazón apreciaré a los demás como supremos.
La mayoría de los terribles libros de autoayuda que se venden en las librerías pretende educarnos en exactamente lo contrario: destacar sobre los demás cueste lo que cueste. Mi experiencia para lograr una vida plena sin embargo es otra. Aprender a renunciar a la razón y a la importancia propias ha sido a lo largo de mi vida el único camino hacia la paz interior. Solo he alcanzado esta paz interior cuando he renunciado a querer convencer a otros y he abrazado con entusiasmo las ganas sinceras de comprenderlos.
Esta es, por otro lado, la actitud de vida y el comportamiento de la mayor parte de habitantes del Himalaya. Mis días en Nepal me enseñaron el extraordinario poder de atracción que tiene el respeto por las ideas y creencias de otros. Durante mi estancia observé la maravillosa convivencia y respeto entre budistas e hinduistas. Ambos comparten a menudo instrumentos de oración, plegarias, bendiciones, espacios de meditación e incluso dioses. Cada persona cree honesta y sinceramente en aquello con lo que comulga y a nadie le hace falta convencer a nadie porque todas las manifestaciones y experiencias de espiritualidad son entendidas como válidas.
Un ejemplo de todo esto durante mi viaje fue el maestro Mukesh quien no practicaba ni compartía muchos dogmas de fe de su religión nativa (el hinduismo) y tampoco muchas otras creencias del budimo tibetano. Sin embargo nada de esto le impedía rezar y mostrar su absoluto respeto por los símbolos sagrados de una y otra confesión, llamar maestros a los grandes lamas de los monasterios o pronunciar la sagrada oración bon en presencia de creyentes bon.
Si quieres mantener una vida plena entrena cada día tus ganas de comprender a otros.
4) DIGNIFICA LA VIDA Y LAS COSTUMBRES DE LOS OTROS
Muchos turistas no muestran ningún respeto por las costumbres locales y se limitan a realizar fotografías excelentes que poder subir luego a cualquier red social. Mi opción es siempre la contraria: sean cuales sean mis ideas nunca son mayores que mi respeto a las ideas y creencias de los otros.
Durante mi peregrinación me he comportado y actuado tal y como lo haría la persona local más devota en cada uno de los lugares que he visitado. Cada vez que pasaba ante una capilla de Shiva en cualquier pueblo hindú me detenía por unos segundos a rezar. Cada vez que entraba o salía de un lugar santo para las personas con las que convivía, rezaba. Ante cada chorten o memorial tibetano de cada pequeña villa o pueblo en honor de todos los seres sentientes, descubría mi cabeza y tocaba con mi frente las sagradas sílabas (/OM MANI PADME HUM/). Al coronar cualquier montaña repetía el canto tibetano universal en respeto a los dioses montaña y las personas. En el interior de los monasterios budistas me postraba tres veces en cada una de cuyas ocasiones mostraba mi respeto con los tres saludos propios a los Tres Tesoros. Caminaba luego siempre hacia la izquierda, rezaba 108 veces con mi mano izquierda contando cada oración con mi rosario tibetano, tocaba con él las sagradas escrituras milenarias guardadas en los armarios, me postraba hasta que mi frente tocaba los altares y completaba la kora interior para volver luego a ofrecer mis respetos a Buda. También cada vez que realizaba una kora exterior, hacía rodar todas las ruedas de oración. Durante mi peregrinación al monte Kailash, el más sagrado del hinduismo y el budismo, no cesé de rezar en ningún momento conservando siempre mi rosario. Deseaba siempre en tibetano una buena peregrinación a mis otros compañeros peregrinos (/Chilap ché/) juntando las palmas de mis manos de forma sincera y amigable. He agradecido siempre la atención y el trabajo de cocina de cada cocinera que nos ha acogido durante el viaje y a todas ellas las he llamado madres (/Amás/) en su idioma. Me he descubierto, agachado mi cabeza y llamado maestro (guru) a cada sadhu y hombre santo hindú y a cada monje tibetano que me he cruzado durante mi peregrinación.
Si quieres mantener una vida plena dignifica la vida y las costumbres de los otros.
5) COMPARTE EL FRÍO O EL CALOR DE OTROS
Además he elegido convivir con todos mis nuevos amigos y sonreírles saludando (/Tashi Delek/) antes que aparentar cierto halo de superioridad con tufo a occidental. En las casas de invitados comía en la cocina conversando con las familias y observando todas las costumbres locales. A menudo simplemente me callaba y mostraba mi respeto. En realidad todos los extranjeros con los que me crucé solamente solían convivir con otros extranjeros hablando inglés en los salones destinados a turistas. Imagino lo distinto que para ellos fue su viaje…
Si alguien -incluido algún monje- le preguntaba al maestro Mukesh que hacía alguien como yo en el Himalaya, él siempre respondía «Es un peregrino, está en un viaje religioso»
Los verdaderos héroes no escalan ochomiles una vez al año para luego volver y salir en los periódicos. Los verdaderos héroes viven bajo esos ochomiles todos los días del año, crían a sus hijos en la más absoluta dignidad y no salen nunca en los periódicos.
Si quieres mantener una vida plena, detente y comparte el frío o el calor con verdaderos héroes.
6) NO TE CREAS SUPERIOR A LOS DEMÁS
La grandeza no se muestra, se demuestra. Jamás quise que ninguna persona durante mi viaje se sintiera mi sirviente, de modo que yo recogía mis propios vasos y platos y hacía regalos constantemente a mis anfitriones, ofrecía bálsamo y cuidados a los nuevos amigos nepalíes que me acompañaron durante los 12 días de peregrinaje por Mustang y siempre procuraba compartir todo lo que tenía con ellos. Les mostraba mi afecto y agradecimiento en toda ocasión porque sencillamente eran para mí nuevos hermanos.
En el sagrado lugar de Muktinath, el maestro Mukesh me tomó del brazo tras bañarnos en los 108 chorros de agua sagrados del templo y me dijo: «David, I´ve never said you before but for me it is a pleasure to see the way you treat people, always caring about others and interested on them, always listening and smiling. You are different because sometimes people believe they are more than others. Thank you for treating all the people in this way.«
Durante mis días en Sindhupalchowk -conviviendo con mi nueva familia en Nepal y plantando arroz junto a ellos- trabajaba, comía, bebía y me comportaba tal y como lo hacían ellos como muestra de afecto y de respeto. En tres ocasiones Bae, mi hermano en las montañas, se acercó a mí para decirme «Wow, David, you are a good person«. Mi padre en las montañas no hablaba mucho pero cuando terminaba agotado de trabajar en algún campo se acercaba a mí y me sonreía diciendo «Finish». Era su forma de dar las gracias y a mí me llenaba por completo. En mi caso nunca desfallecía y mi respeto por el trabajo y las costumbres era religioso y absoluto. Me descalzaba al entrar en casa, comía como ellos siempre con las manos, ayudaba en todas las tareas de la casa que podía, trabajaba con las mismas herramientas, no me permitía más descansos que nadie ni mejor trato que ningún otro. Esa fue la única razón por la que Santosh, mi otro hermano en los días de Sindhupalchowk, me dijo en varias ocasiones «Gracias porque todo te gusta y todo lo aprecias», «Todos en el pueblo hablan de tí, no podemos creer que estés aguantando tanto y que trabajes siempre a nuestro lado«. Todas estas cosas me aportaron grandes aprendizajes y aventuras que jamás olvidaré.
Si quieres mantener una vida plena no te creas superior a los demás
7) ABRE TU MENTE A NUEVAS PERSPECTIVAS
En mi peregrinación por Tibet coincidí con Parichat, una chica tailandesa que vivía en Australia. Durante una comida en un bar de carretera mantuve con un grupo de compañeros una conversación sobre el budismo y sus bases y las diferencias entre las religiones no teístas orientales y las religiones occidentales. Ella, que era budista, escuchaba perpleja y al terminar la conversación me miraba extrañada. Había escuchado que yo trabajaba con directivos y equipos y sabía que yo era occidental, parecía contrariada. Al día siguiente se acercó a mí en el sagrado monasterio de Sakya. Me había visto arrodillarme ante el Buda y durante varios días me había visto meditar y rezar. Me preguntó «¿eres cristiano?» Y yo le respondí «Sí, también soy cristiano». Ella sonrió y me dijo «¿Cómo puedes saber tanto acerca de todo esto?». «He estudiado mucho y tuve el valor de respetaros.». Ella me contestó «¿Qué has estudiado para saber tanto?» Yo entonces sonreí y respondí «Tan solo filosofía, sociología, psicología, mística, religiones, estrategia,… durante los últimos 20 años» Ella seguía interesada y me dijo «¿Por qué aprecias tanto a Buda?». «El budismo es una de las dos filosofías de vida que más respeto». «¿Cuál es la otra?» me dijo. «Lee también a los estoicos. En realidad la vida es un mismo regalo para todos». Ella concluyó: «Sin duda lo haré»
Si quieres mantener una vida plena abre tu mente a nuevas perspectivas.
8) RECORRE EL CAMINO DE LA EXCELENCIA
El camino de la excelencia tiene tres pasos: Distinguir el grano de la paja, reconocer la excelencia en otros, y superar tus creencias limitantes para acceder al lado bueno de las cosas. Vamos allá:
Distingue el grano de la paja. Durante los días de Tibet conocí a una princesa tibetana que tiempo atrás había tenido que huir de Tibet por la constante persecución y represión china. Oí de su propia voz cómo siendo una niña muy pequeña había cruzado a pie los Himalayas con su familia hasta llegar a la India y pedir asilo. Allí se había educado y luego había tenido que volver a Tibet para poder defender las propiedades de su familia ante el gobierno central. Era una conocedora inigualable de la cultura tibetana y una devota practicante del budismo en templos y lugares santos. No paraba de repetir que ella era budista y que nosotros no. Sin embargo esta persona no estaba en paz consigo misma y durante gran parte del viaje se comportó de una forma desleal y deshonesta con el grupo con el que yo viajaba. Parecía continuamente enfadada y agitada y a menudo gritaba y respondía bruscamente. Esto me hizo aprender que creer y practicar las enseñanzas de Buda nada tiene que ver con visitar monasterios o rezar sutras sino con una actitud de paz ante la vida. Incluso las personas con la más bella historia de superación cometen errores y se impiden a sí mismas recorrer el camino de la excelencia.
Reconoce la excelencia en otros. En mi estancia en Lhasa coincidí en el hotel con un grupo de escaladores occidentales que acababan de coronar el Everest. Se encontraban tomando relajadamente unas cervezas en la ceremonia de agradecimiento mutuo y entregando los diplomas oficiales a cada miembro de la expedición. Reconocí perfectamente que eran escaladores porque sus caras estaban completamente quemadas y parecían realmente exhaustos. Esperé a que terminaran su ceremonia y antes de irme a descansar me acerqué a ellos y les dije: «Gracias por ser un ejemplo de superación para mí» Todos ellos sonrieron y brindaron por mí.
Supera tus creencias limitantes para acceder al lado bueno de las cosas. En muchas ocasiones durante esta aventura tuve que controlar mi actitud occidental de exigencia ante la realidad y sustituirla por la actitud oriental de compromiso con la realidad. Es muy común en Nepal la expresión «El hombre propone y los dioses disponen» haciendo referencia a la imprevisibilidad de los vuelos de los aviones, la impuntualidad de las personas, los cortes de electricidad (cuando la hay), o las obras o inundaciones en la carretera. Una de las cosas que más me han ayudado a crecer en este viaje ha sido cambiar mi mentalidad de exigencia por la de compromiso con la realidad. Todo lo que pase, ha de pasar y mi excelencia se cifra en abrazar y disfrutar cada uno de todos los imprevistos. Porque todo lo previsto es solo mi deseo y no la realidad del lugar en el que estoy o vivo. Esta actitud me ayudó mucho para sonreír y tratar justamente al maestro Mukesh en el aeropuerto de Pokhara donde esperamos 5 horas el avión mientras sufría una gastroenteritis o en el aeropuerto de Jomsom donde tras 4 horas de espera nos subimos finalmente a un coche para hacer en 8 horas de jeep un trayecto de media hora de avión. En el primer caso la espera me permitió tener conversaciones muy enriquecedoras con el maestro Mukesh, en el segundo pude conocer por tierra una parte de Nepal preciosa y llena de anécdotas e historias con un conductor que pertenecía a los emigrantes japoneses llegados a Nepal en el pasado. Si hubiera vivido en la exigencia o el deseo de lo que quería que pasara, mi viaje habría sido un infierno porque mi mente habría vivido en el futuro y no en lo real. Cuando Rahul, mi contacto en Katmandú, me preguntó cómo me encontré tras 8 horas de coche y tras todos los imprevistos, yo sencillamente le dije: «Esto es Nepal, si quiero disfrutar de su cultura (la cara A) también debo vivir sus inconvenientes (la cara B). No existe uno sin el otro».
Si quieres mantener una vida plena recorre los tres pasos del camino de la excelencia.
9) ATRÉVETE A ESCUCHAR Y CONOCER
En mi estancia en el valle de Katmandú conocí a la maestra Smarika, una chica joven que compartió conmigo la historia de su vida. Nacida en una familia hindú tradicional, había querido experimentar la vida y vivir antes que hacer lo que todas sus amigas habían hecho: casarse en su adolescencia y tener hijos. Había luchado y trabajado duro en varios trabajos de camarera y administrativa casi siete días a la semana durante años, llevando dinero a casa y estudiado a la vez gracias a su insistencia y a una beca de una fundación española en Nepal. Incluso había estado varios meses en España. Tenía muchas ganas de crecer y conocer otras culturas. Ahora su familia la respetaba «como a un chico» me decía ella misma y se había ganado a base de sudor y esfuerzo el reconocimiento de su comunidad. Respeto y bendiciones para tí, maestra.
En la pequeña villa de Charang visité el monasterio y el Lama se ofreció a mostrarme el templo viejo y el nuevo, la escuela de nuevos monjes y las instalaciones. Era un hombre muy versado al que le costaba un poco hablar inglés fluido pero que enseguida comprendió que mi interés por el budismo era completo. Hablamos durante largo tiempo y lo que ocurrió entonces me enseñó otra lección. De repente aquel monje vestido con humildes ropajes, viviendo en una humilde villa de Mustang, un territorio de apenas 5000 habitantes, me preguntó si conocía a Richard Gere. Yo le dije que no en persona pero que sabía quién era. Él me dijo «Él y yo compartimos maestro en Dharamsala. Luego fui a estudiar a Suiza, a Alemania y Francia» Hablamos durante rato de Europa y luego él me dijo «Debo ir a continuar mis clases con mis alumnos». Aquel hombre de mediana edad había vivido una vida plena y excitante llena de aprendizajes y ahora apostaba por desarrollar una comunidad budista en una humilde villa. En realidad, nunca sabemos con quién estamos hablando, conviene siempre ser humildes.
Si quieres mantener una vida plena atrévete a escuchar y conocer.
10) ABRAZA EL AGRADECIMIENTO SINCERO A LOS DEMÁS
En medio de la llanura tibetana, el conductor del autobús en el que iba nos ofreció conocer a su familia que vivía en Sakya. Todos aceptamos encantados tras visitar el monasterio fundador de una de las cuatro sectas budistas más influyentes. Yo había entablado una relación de amistad con él sin apenas saber chino ni tibetano a base de gestos de complicidad y agradecimiento. Hasta entonces yo había peregrinado y rezado en todos los templos con un rosario muy trabajado bendecido en la sagrada ciudad de Lhasa al que yo tenía mucho afecto. Yo lo solía llevar en el cuello y luego lo utilizaba con mi mano izquierda como dicta la costumbre para rezar en el interior de los templos. Al llegar a su casa familiar, sus padres nos sentaron en la estancia principal de su casa, una vivienda tibetana muy humilde. Todos estaban recibiendo la atención de estos buenos ancianos y bebiendo la leche de yak o cabra, el yogur de yak, las pastas típicas,… Mis compañeros se hacían fotos con ellos como recuerdo y ellos accedían encantados. Por un momento me acordé de mi familia en Mongolia, me levanté de mi sitio y me acerqué a mi guía para pedirla que tradujera lo que iba a decirles. Me acerqué a la madre del conductor (la matriarca de la familia) y me quité el rosario que me hubiera gustado traerme a España. Le dije que lo aceptara como regalo. El conductor se acercó y me dijo «Pero lo vas a necesitar durante el viaje». Yo respondí «No se trata de lo que yo necesito sino de lo que quiero hacer por ella para agradecerle su hospitalidad». Él sonrió.
En Chosar Valley coincidimos extrañamente con una pareja de turistas americanos que estaban realizando fotos. Yo observé que toda la comunidad estaba en medio de una celebración con los monjes, me acerqué, me arrodillé y recé junto alejado de ellos mostrando mi respeto. Un monje se acercó sonriendo y me dijo «Por favor, únete a nosotros» Me levanté y fui junto a ellos. Al terminar una anciana me agradeció el gesto acompañándome durante algo más de un kilómetro a pie para mostrarme un pequeño monasterio centenario perdido en lo más profundo del pueblo.
A mitad de camino de mi peregrinación por el reino perdido de Mustang nos detuvimos en el pequeño pueblo de Dhigaon. En él se encontraba la familia con la que el maestro Mukesh dos años antes había vivido el terremoto que asoló el país. Era una familia con la que él se sentía muy cercano y tenía dos matriarcas: una anciana abuela con la cara muy arrugada y la sonrisa infinita, y una madre que nos cocinaba a demanda. Yo como siempre intenté mostrarme agradecido en todo momento. Afortunadamente aquel lugar no tenía cobertura móvil ni wi-fi (apenas tenía electricidad solar) por lo que mi atención completa se focalizó en la abuela. Esta anciana mujer no paraba de rezar continuamente y me recordaba mucho a mi abuela Pepa. En aquel momento yo viajaba solo con dos amuletos: una pulsera y un hilo de bendición rojo que me había dado el Lama del monasterio de Sakya en Tibet y un rosario y un hilo de bendición amarillo que había comprado a un monje en el monasterio gelukpa de Tashilumpo en Shigatse. Eran amuletos de las dos sectas mayoritarias en el Himalaya. Pregunté al maestro Mukesh a qué secta se adscribía la anciana y él me dijo que ella era sakyapa. Me acerqué a aquella buena mujer que tanto habría vivido durante décadas, viuda ahora y viviendo en la sencillez más absoluta y le dije lo siguiente: «Esta pulsera que yo llevo en la derecha por ser hombre quiero que usted la lleve en la izquierda como mujer tibetana. Pertenece al monasterio sagrado de Sakya donde se encuentran las sagradas escrituras y la columna bendita y donde yo he rezado por todos los seres vivos, incluida usted. Este hilo que ahora le entrego es una bendición del Lama del monasterio que recibí expresamente de él y que quiere que le acompañe en adelante. Me hubiera gustado llevarlos conmigo pero creo que estarán mejor con usted». Ella me agradeció el gesto con sus manos y sonrío. Al irme al día siguiente la estreché en mis brazos y ella me regaló una bandana de oración.
En la peregrinación el Monte Kailash, el Khang Rinpoche de los tibetanos, el día más duro sin duda es el segundo día. Tras partir el primer día de Darchen hasta Guru Rinpoche Torma atravesando el río Lha Chu, uno asciende la segunda jornada -en mi caso a pie- hasta el paso de montaña de Dolma La. Es un paso elevado cuyo punto álgido alcanza la cota de 5660 metros y en el que suele nevar bastante. Los peregrinos compartimos oraciones y frío a un mismo tiempo y nos ayudamos a subir cuando nos falta oxígeno o fuerzas o mientras resbalamos en el hielo. La ayuda es mutua y el sentido del humor ayuda a todo el mundo a superar el paso no sin ciertas dificultades. En este contexto alcancé el paso y recé junto al resto de personas en lo alto con nuestra vista puesta en la morada de Shiva. Al descender hacia Shabje Drakthok vi como un hombre llevaba a su hijo en la espalda y el sombrero del niño se caía. Durante varios cientos de metros corrí entre los riscos hasta que les alcancé para devolverles el sombrero.
Tras mis días en Sindhupalchowk mi madre en las montañas lloró por mi partida y me agradeció la visita enormemente invitándome a volver con mi pareja. Yo le abracé y di regalos a toda la familia. Días antes había colaborado con la pequeña escuela derruida tras el terremoto aportando humildemente lo poco que pude regalarles en forma de medicinas y material escolar y de juego para los niños. El agradecimiento de los niños fue completo y cada vez que se cruzaban conmigo venían a saludarme.
Si quieres mantener una vida plena abraza el agradecimiento sincero a los demás.
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