por David Criado | Abr 29, 2019 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO
«A menudo se compara el corazón con la cueva. (…) La cueva es el símbolo de nuestro interior. El que entra en el recogimiento, intentando relegar su nivel de ego, o sea desprendiéndose de sus conceptos, imágenes y representaciones, entra -por así decir- en la cueva de su corazón.»
maestro Willigis Jäger, En busca del sentido de la vida, 2002, Ed. Narcea, p170
Hace poco hablaba con mi compañera María Rosell sobre el momento actual de las organizaciones. Entre las pautas constantes que más nos llamaban la atención se encontraba una en especial que se repetía frecuentemente. Parece como si en las organizaciones estuviéramos dando demasiada importancia a todo lo que ocurre de forma constante, como si cada nueva teoría o modelo fuera el definitivo que resuelve mi problema. Pero sin distinciones, ni foco ni prioridades nadie puede gobernarse. Sin criterio propio ni pensamiento crítico corremos el riesgo constante de hacer depender nuestra satisfacción de esa tendencia humana a exagerar o descontextualizar las cosas que nos ayuda a estar continuamente alerta. De hecho nos encanta generar grandes titulares y apocalípticas descripciones de lo que está pasando en el mercado laboral, en la cultura de las organizaciones o en la sociedad, cuando en realidad -como me recordaba María- todo ha sucedido antes. Simplemente necesitamos aprender de ello.
En realidad ninguna persona puede vivir de forma saludable o disfrutar de un entorno de trabajo saludable si está continuamente en el estado máximo de alerta. Nadie -ni personas ni organizaciones- sería capaz de soportar esta rueda del eterno descubrimiento que alimentamos en cada nueva ponencia, cada nuevo libro o cada intervención. Tal y como yo lo veo, la alerta máxima y la atención constante son dos cosas diferentes; la primera estresa e invita a la saturación, la segunda da sentido y dignifica nuestra vida.
Si cada vez que me levanto por la mañana me digo a mí mismo que vivo en un momento de la Historia caracterizado por la volatilidad (V), la incertidumbre (I), la complejidad (C) y la ambigüedad (A) de todo puede que me haga falta repasar la Historia para aprender a valorar lo que tenemos. Puede que necesite, por ejemplo, recordar que todos nuestros abuelos vivieron en contextos históricos prebélicos, bélicos o postbélicos en los que no existía certeza de ningún tiempo, a menudo sin acceso a la satisfacción de las necesidades básicas o sin capacidad de previsión de lo que iba a pasar no dentro de un año sino aquella misma tarde. Y ni le cuento, lector o lectora, si nos retrotraemos a los tiempos de las pirámides. En realidad el fenómeno VUCA no es un fenómeno, es la propia historia de la humanidad y la práctica diaria de nuestra condición humana. Sin más.
En muchos contextos de cambio escuchamos «Todo está cambiando rápido y ahora». Yo añado… Sin duda, ¿y cuándo no?, ¿En qué momento exacto de la historia de las organizaciones las cosas no cambiaban rápido y ahora?, ¿En qué contexto histórico las sociedades humanas no se han desarrollado generando grandes fricciones o resistencias, momentos de conflicto o transiciones dolorosas? Puede que para una persona desde la mentalidad actual el cambio del nomadismo o el sedentarismo fuera progresivo, pero no para esa familia nómada de la estepa que tenía que tomar la decisión sobre qué modelo de vida adoptar para garantizar la supervivencia de los suyos. Para esa familia el cambio en ese momento fue disruptivo, inmediato, revolucionario. Suponía una forma de ver la vida y entender su lugar en el mundo que -para ellos también en aquel momento- parecía que nunca antes había sido planteada. Pero también entonces eso sí que había sucedido antes. En otro contexto, con otra tecnología, bajo otras premisas y condicionantes, pero un cambio parecido ya había sucedido antes.
Aceptar que todo ha sucedido antes implica relajarse, encontrar momentos de paz para reflexionar y tomar buenas decisiones en lugar de momentos de estrés para actuar como pollo sin cabeza.
Aceptar que todo ha sucedido antes implica dejar de dar tanta importancia a todo, pasar de pensar que algo nos ocurre a que algo sencillamente ocurre y debo gestionarlo. Sin grandes artificios, sin necesidad de generar grandes discursos, solo debo gestionarlo tal y como buenamente pueda. Solo así, aceptando que todo ha sucedido antes, soy capaz de entenderme con el otro, de no dramatizar la realidad que compartimos o la que nos distancia, pero sobre todo solo así soy capaz de encontrar el oxígeno fresco que me puede aportar el infinito aprendizaje de otra historia.
Sigo siendo un hombre tranquilo y por eso considero que más allá de esto, todo lo demás es solo voluntad y ganas de agobiarse, de inventar sentidos a las cosas en lugar de disfrutarlas. Y que consecuentemente solemos tener muchas ganas de complicarnos la vida sin apenas darnos cuenta. Porque la naturaleza de la vida es el cambio y porque dada su extraordinaria belleza jamás necesitó ni necesitará de nosotros grandes titulares.
Aceptar que todo ha sucedido antes implica aceptar que SOMOS CAMBIO, que dentro de doscientos años si hemos logrado sobrevivir como especie alguien mirará nuestro momento y dirá que todo esto que vivimos no fue un cambio disruptivo sino un cambio progresivo, «una era» o «un periodo de tiempo», otro más, simplemente otro.
Aceptar que todo ha sucedido antes significa abandonar la rueda del eterno descubrimiento y renunciar a la auto-presión de ser constantemente originales o siempre diferentes. Nada en mi experiencia de vida me indica que un ser humano sea realmente muy diferente a otro, con independencia de su cultura, raza, contexto histórico o lugar de nacimiento.
Sencillamente acepta que todo ha sucedido antes. Si diriges personas acepta que otras personas se habrán enfrentado en el pasado a problemas similares o a un orden o magnitud de reto similar al que te enfrentas. Si eres jefe de un proyecto acepta que tu organización no es tan diferente a otras, que las problemáticas y sus soluciones se repiten y que solo crece o varía la formulación sobre cómo trabajarlas, y a menudo ni siquiera eso. Y que no pasa absolutamente nada, que es algo normal y natural y que la mayoría de nosotros aún llevando décadas ayudando a personas y organizaciones en su cambio también sentimos vértigo y temor.
En definitiva tal vez uno solo pueda vivir bien aceptado que todo ha sucedido antes.
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Dentro de poco aparecerá una entrevista que realicé para la plataforma hotmart de Mundo Performance:
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En breve lanzaré la web de la academia de Training Days. Por el momento está en pruebas pero tengo una enorme ilusión con este proyecto que democratizará el acceso a una formación humanista, práctica e integral para todos facilitando la mejora de la realidad de miles de personas a nivel personal y organizacional.
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De momento continúa el plazo de matrícula abierto hasta completar aforo para la nueva edición de TRAINING DAYS, el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales:
Edición en Zaragoza: Comienza el 15 de mayo de 2019. Infórmate del PROGRAMA COMPLETO o de los talleres individuales de Personal Master, Social Pilot, Human Leader y Changemaker
Edición en Madrid: Comienza pronto en esta ciudad el programa más completo e integral que he diseñado con un formato novedoso.
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Si necesitas apoyo o acompañamiento en tu proceso de cambio consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y formación y amplia más información escribiendo a david.criado@vorpalina.com
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por David Criado | Mar 31, 2019 | DESARROLLO PERSONAL
«En el silencio no miramos a los otros sino a nosotros mismos»
maestro Anselm Grün, Elogio del silencio
Vivir bien es vivir del todo, no entrar y salir de la vida o visitarla sino llenar atentamente un solo momento por completo.
Vivir bien es vivir hasta el final, haciendo -como en aquella oración del maestro Juan Ramón Jiménez- «que hoy sea solo hoy» y que todo lo demás no importe. En el Critón, el maestro Sócrates recuerda que «no es vivir lo que de ser estimado en el más alto grado sino vivir bien».
Vivir bien es vivir para encontrar y no vivir para buscar. Una buena vida es una vida en la que encontramos durante más tiempo que buscamos. Buscamos fuera lo que no tenemos dentro, encontramos fuera lo que ya tenemos dentro. Si hoy, aquí y ahora, me siento satisfecho con lo que soy, puedo aceptar la mayoría de todo aquello que tiene que pasar.
Vivir bien es recordar que la vida por sí misma ya es rentable, que no necesitas servir a un mayor propósito que disfrutar la vida y favorecer que otros la disfruten.
Vivir bien es entender la buena suerte de este modo: Afortunadamente la mayor parte del tiempo las cosas no son como quieres sino como queremos. Vivir bien es no olvidar que nadie admira por mucho tiempo a alguien que no se ha esforzado. Como recordaba el maestro Morgan Scott Peck la disciplina, el sacrificio y el amor al otro te proporcionarán la gracia.
Vivir bien es cultivarse, vivir la vida en la cercanía pero también mirarla en la distancia. El maestro Mahoma dijo «el prisionero que enseñe a leer y escribir a 10 musulmanes será libre». Falta hueco en las cárceles pero sobra hueco en el alma. Llénalo.
Vivir bien es escaparse de la prisa para regresar a la observación diaria. Vivir bien es hacer lo que el maestro Sogyal Rimpoché llama «llevar la mente a casa», domar y controlar el torrente de nuestros pensamientos, hacerlos trabajar para nuestro equilibrio y contra la esclavitud vital que supone abandonarnos ante ellos.
Vivir bien es sobre todo ser agradecido, reducirme a lo que soy para reconocer al otro. Las personas que conocen y comparten su gratitud antes que todos sus juicios u opiniones viven ya en la dicha.
Vivir bien es construir el paraíso aquí en la Tierra para mí mismo y para otros. El maestro Dan Gilbert nos recuerda que «no ayuda a ser feliz decir a alguien que si no cree en lo que tú crees irá al infierno». Muy al contrario, te ayudará mucho a ser feliz tu compromiso de vivir para no fabricar nuevos infiernos ni a tí ni a otros.
Vivir bien es renunciar a la mayor parte de deseos que fabricamos y que nos someten. Vivir bien es quedarse solo con aquellos que hacen crecer el cuerpo del alma y el alma del cuerpo, porque el resto de deseos no tienen sentido ni argumento. Vivir bien es recordar que todas las expectativas que pongo en otros son barreras para aceptarme, muros que separan mi realidad de estar vivo de mi capacidad de disfrutarlo.
Vivir bien es adaptarse ante las cosas que no son importantes y estar conectado y comprender las cosas que sí son importantes. Esto implica tomar de cada buena o mala experiencia el mejor aprendizaje. El que vive de acuerdo a las cosas importantes recorre el Cielo en vida sin necesidad de castigarse. Por el contrario para las cosas que no son importantes se cumple siempre que lo que es válido hoy, mañana dejará de serlo. Por tanto es clave alimentar la perspectiva y el criterio propio para relativizar y adaptarse a las cosas que no son importantes.
Vivir bien es recordar que no tienes todo el tiempo del mundo para hacerlo. Vivir bien no es vivir para dejar un legado a otros tras tu muerte, sino vivir como si tu vida fuera el único legado que has recibido y que verdaderamente tú puedes disfrutar.
Vivir bien es el único medio para lograr el fin de estar verdaderamente vivo. No hay vida más allá de la vida del mismo modo que no existe amor que no genere amor ni odio que no genere odio. Por eso nunca eres lo que dices; y por eso tal y como dice el maestro Aristóteles «eres lo que haces de forma repetida de forma que la excelencia no es un resultado sino un hábito».
Vivir bien es necesitar el mar y la montaña, disfrutar lo sencillo, dulce y suave de la vida y apreciar lo escarpado, abrupto y elevado de la vida. Porque todo ello es salvaje e insondable y no necesita de nosotros tanto como nosotros necesitamos de ello.
Vivir bien es ante todo no sentirse solo ni actuar como si lo estuviera. Vivir bien es comportarme como si en el mundo antes hubieran existido más personas, como si durante mi vida también existieran otras y como si después de mi muerte fueran a existir muchas otras más. La verdadera compasión de las personas que se atreven a vivir bien radica solamente en esto.
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por David Criado | Mar 15, 2019 | DESARROLLO PERSONAL
cuadro titulado «Autopista sin final» del maestro Robert Allen Zimmerman
«Hay que tocar durante mucho tiempo para poder tocar como uno mismo»
maestro Miles Davis
He superado la mayor parte de problemas de mi vida cuando he considerado que no lo eran. Incluso en mis peores momentos, por mucho que yo me empeñara en ello, la vida nunca fue un acertijo a resolver sino la belleza del único valor auténtico que tengo. En otro tiempo buscaba su sentido, ahora aprecio su presencia. He escrito este pequeño relato para mostrarte una de las mayores lecciones de vida que puedes aprender. Espero, lector o lectora, que te atrevas de todo corazón a disfrutarlo.
Comenzamos.
Vivir de forma consciente es el mayor regalo que alguien puede hacerse. Ser consciente de algo no significa cebarse en lo que te ocurre sino comprender lo que ocurre. Por mucho que te empeñes, la vida no te ocurre, no te está pasando a tí ni eres especialmente importante o muy diferente a otras personas que viven. La vida tampoco te rodea, ni hay una gran cantidad de problemas, personas o circunstancias que te facilitan o impiden progresar y a los que hay que bendecir o maldecir de acuerdo a tu criterio. Nada de esto ocurre a tu alrededor ni te ocurre precisamente a tí.
En realidad tú eres siempre la parte más determinante de todo lo que te ocurre pero eres una parte a menudo insignificante de todo lo que ocurre. Le das excesiva importancia a tu capacidad de cambiar las cosas y una nula importancia a tu capacidad para cambiar tus cosas. Los otros tienen que mejorar tu vida pero tú no puedes hacerlo. Y es verdad, claro que no puedes, es imposible para tí porque te has equivocado de sala espera y de hospital.
Cuando te convertiste en víctima aparecieron todas tus heridas y acudiste entonces a toda prisa a tu coche de ira y frustración donde todo pasa rápido y ahora. Tomaste entonces a toda velocidad la autopista de todos los problemas. En ella había muchas salidas. Una decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», otra decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE JUAN», otra decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE OMAR», y así una detrás de otra por toda la autopista. No viste la primera señal, esa que decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», porque ibas demasiado rápido y centrada en formular y atender a todos tus problemas como para darte cuenta de que tienen solución. Y entonces de repente viste la palabra hospital en otra señal e inconscientemente diste el intermitente y te encontraste dentro. Fue algo automático, puede que ni siquiera quisieras hacerlo, pero tomaste esa salida. Al llegar al hospital de la vida de Juan nadie te reconoció como doctora así que te sentaste en la sala de espera de los problemas de Juan. Y allí estaban otras personas que como tú tampoco eran Juan y que como tú también tenían problemas. Así que te alimentaste de ellos, te los comiste todos, los sumaste a todas tus heridas y a ellos les sumaste todas tus heridas. Pero aunque lo hacías y te reconfortaba ver que ellos también tenía heridas, tú seguías teniendo tus heridas, era como si las multiplicases. El caso es que seguías siendo víctima así que volviste a tu coche de ira y frustración, lo cargaste de tus heridas y de las heridas de las otras personas que tampoco eran Juan y volviste a la autopista de todos los problemas.
Y mientras volvías a enfrascarte en la formulación, el recuerdo y el análisis de todos tus problemas había de nuevo muchas salidas. Una decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», otra decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE OMAR», otra decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE RAQUEL», y así una detrás de otra por toda la autopista. No viste la primera señal, esa que decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», porque ibas demasiado rápido y centrada en formular y atender a todos tus problemas como para darte cuenta de que tienen solución. Y entonces de repente viste la palabra hospital en la segunda señal e inconscientemente diste el intermitente y te encontraste dentro. De nuevo fue algo automático, apenas fue una decisión inconsciente, pero tomaste esa salida. Al llegar al hospital de la vida de Omar nadie te reconoció como doctora así que te sentaste en la sala de espera de los problemas de Omar donde había muchas otras personas que tampoco eran Omar hablando de todos sus problemas. Y de nuevo te alimentaste de ellos, te los comiste todos, los sumaste a todas tus heridas y ellos sumaron las tuyas a las suyas. Pero tú seguías teniendo tus heridas y seguías siendo víctima así que volviste a tu coche de ira y frustración, lo cargaste de nuevo con las heridas de las personas que no eran Omar y con todas tus heridas que se sumaron a las heridas que de las personas que no eran Juan, y volviste a la autopista de todos los problemas.
Casi sin darte cuenta volviste a poner tu atención en todos tus problemas y mientras lo hacías con tanta atención y dedicación, en la autopista había de nuevo muchas salidas. Una decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», otra decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE RAQUEL», y así una detrás de otra por toda la autopista. Como ibas centrada en todos tus problemas no viste la primera señal, esa que decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», porque ibas demasiado rápido y toda tu atención se centraba en enumerar y tener presentes todos tus problemas como para darte cuenta de que tienen solución. Y entonces de repente viste la palabra hospital en la segunda señal e inconscientemente diste el intermitente y te encontraste dentro. Ni siquiera recordabas haberlo hecho antes, simplemente te metiste en la salida, la tomaste porque aquello era un hospital y tú tenías heridas. Al llegar al hospital de la vida de Raquel nadie te reconoció como doctora así que te sentaste en la sala de espera de los problemas de Raquel. Allí había muchas personas que no eran Raquel hablando de todos sus problemas. Así que los escuchaste y te los comiste todos, los sumaste a todas tus heridas. Pero tú seguías teniendo tus heridas y seguías siendo víctima así que volviste a tu coche de ira y frustración, lo cargaste de tus heridas junto a las heridas de todas las personas que no eran Raquel, las heridas de todas las personas que no eran Juan y las heridas de todas las personas que no eran Omar y volviste a la autopista de todos los problemas.
Mientras conducías empezaste a pensar que cuando te convertiste en víctima habías salido de casa para que otros te ayudaran a resolver todos tus problemas, y sin embargo ahora estabas cargada de todos los problemas de las personas que no eran Juan, ni Omar, ni Raquel ni tú misma. Mientras pensabas esto con tanta atención y dedicación, en la autopista había de nuevo muchas salidas. Una decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», otra decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE ANDRÉS», otra decía y así una detrás de otra por toda la autopista. Como ibas centrada en enumerar los problemas de todas las personas que no eran Juan, ni Omar, ni Raquel ni tú, no viste la primera señal, esa que decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA», porque ibas demasiado rápido y no puedes estar en dos cosas al mismo tiempo. Tampoco viste la segunda señal, esa que decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE ANDRÉS» porque aún estabas enumerando los problemas de todas las personas que no eran Juan, ni Omar, ni Raquel ni tú misma. Y entonces de repente, cuando ya habías acabado de enumerar todas esas heridas, viste la palabra hospital en una señal y como por arte de magia diste el intermitente y te encontraste dentro de la salida. Como no sabías dónde llevaría estabas tan atenta en encontrar el hospital que ni siquiera recordabas haber salido antes por otras salidas de la autopista que llevaban a hospitales. Al llegar al hospital de esta salida nadie te reconoció como doctora así que te sentaste en la sala de espera del hospital. Allí había muchas personas hablando de todos sus problemas. Así que los escuchaste y te los comiste todos, los sumaste a todas tus heridas. Pero tú seguías teniendo tus heridas y seguías siendo víctima así que saliste del hospital para buscar tu coche de ira y frustración, cargarlo de todas las heridas de las personas que no son Juan, las de las personas que no son Omar, las de las personas que no son Raquel y las tuyas y volver a la autopista de todos los problemas. Pero al salir del hospital miraste el letrero de la entrada y decía «EL HOSPITAL DE LA VIDA DE LA PERSONA QUE MEJOR ME QUIERE». Así que volviste a entrar y de repente viste a la persona que mejor te quiere. No estaba en la sala de espera donde tú estabas. Ella tenía una bata, sonreía a los demás y operaba con diligencia y disciplina constante todos sus problemas. Nunca habías reparado en su sonrisa y viste entonces que su calidez y claridad eran muy puras, que todas las personas se sentían bien a su lado. Junto a su despacho de consulta viste un letrero que rezaba: «RESPONSABILIDAD PROPIA». Ella era la directora del hospital y sin duda se notaba por la admiración y el respeto con el que todos la trataban. Aunque tu la observabas maravillada desde la sala de espera en la distancia, ella vino sonriendo a tí y te dijo:
– Me alegro de verte, ¿Qué haces aquí? Este es mi hospital de mi vida, en él resuelvo todos mis problemas con ayuda de aquellas personas que quieren ayudarme. Aunque ves muchas personas en la sala de espera solo dejo entrar a aquellas que quieren ayudarme. ¿Has venido a ayudarme?
Contrariada tú la respondiste:
– No, simplemente salí por una salida de la autopista donde vi la palabra «hospital» y entré porque yo tengo mis propios problemas y quería resolverlos.
– Ahora entiendo – te contestó sonriendo– Siento que no puedas pasar a este hospital porque aquí solo tratamos mis problemas las personas que quieren ayudarme y yo. Veo sin embargo que tú tienes problemas y me gustaría ayudarte a que tú los resolvieras pero eso solo lo podemos hacer en tu hospital. Como veo que quieres resolver tus problemas, creo que lo mejor es que estés muy atenta cuando vayas por la autopista de todos los problemas y te metas en la salida que señale el hospital de tu vida. Yo hoy acabaré pronto de tratar mis problemas así que como soy tu amiga me pasaré por tu hospital luego a ayudarte. ¿Podemos quedar allí a las 15:00?
– Vale –dijiste con un hilo de voz.
Pero tú seguías teniendo tus heridas y seguías siendo víctima así que un poco extrañada por lo que acababa de ocurrir volviste a tu coche de ira y frustración, lo cargaste de tus heridas junto a las heridas de todas las personas que no eran Juan y las heridas de todas las personas que no eran Omar, y las heridas de todas las personas que no eran Raquel pero… al ir a cargar las heridas de la persona que mejor te quiere de repente viste que no tenías nada que cargar. Un poco sorprendida volviste a la autopista de todos los problemas.
Mientras conducías lo único que pensabas es que alguien se había ofrecido a ayudarte y que habías quedado a una hora con esa persona y tenías que cumplirlo. Así que aunque en la autopista había de nuevo muchas salidas, viste una que decía «EL HOSPITAL DE MI VIDA» y te metiste de lleno sonriendo. Al llegar al hospital de tu vida nadie te reconoció como doctora así que te sentaste en la sala de espera del hospital de tu vida.
– ¡Qué extraño! – te dijiste– ¡Este es el hospital de mi vida pero nadie me reconoce como doctora!
En la sala de espera del hospital de tu vida había muchas personas que eran tú misma hablando de todos sus problemas. Así que los escuchaste y te los comiste todos, de nuevo los sumaste a todas tus heridas. Fueron pasando los minutos hasta que dieron las 15:00. Entonces viste entrar a la sala de espera del hospital de tu vida a la persona que mejor te quiere y riendo te dijo:
– Pero mujer, ¿Qué haces tú aquí? ¡En este hospital somos los demás los que tenemos que esperar a ayudarte, no tú!
– Pero es que nadie me ha reconocido como doctora.
– Pues claro, en todas las salas de espera la mayoría de las personas creen ser directores generales del hospital del mundo, un hospital que no existe, cuando en realidad casi nadie es director general del hospital de su vida. Comprenderás ahora que no sepan reconocer a alguien que lo sea. ¡Solo tú puedes reconocerte como directora del hospital de tu vida! Mira, allí está colgada tu bata –dijo señalando un perchero más allá de la sala de espera
Entonces viste claramente esa bata nueva, sin estrenar, que nadie había tocado y por primera vez en toda tu vida saliste de la sala de espera y cruzaste la línea hasta llegar al perchero. Te pusiste la bata y fuiste a tu consulta. Allí estaban todos tus problemas y los problemas de las personas que no son Juan, los de las personas que no son Omar y los de las personas que no son Raquel, todos juntos. De repente entró la persona que mejor te quiere y dijo con mucho cariño y sonriendo:
– ¡Qué guapa estás con la bata!, ¡Buf!, ¡Vaya jaleo tienes aquí! ¿Quieres que te ayude?
– Sí, claro, llevo toda la vida intentando resolver mis problemas –respondiste mirando al suelo
– Empecemos por separar tus problemas de los problemas de otros. ¿Podrías hacerlo?
– Creo que sí – y durante varias horas separaste tus problemas de los otros junto a la persona que mejor te quiere.
– Ahora, dado que tenía cita contigo y estoy aquí en tu consulta, tal vez estaría bien que separaras dentro de tus problemas aquellos que crees que puedes resolver conmigo y los que no. – Te dijo mirándote a los ojos– ¿Te parece buena idea?
– Sí, creo que podré hacerlo.
Y empezasteis a hablar de tus problemas pero solo de aquellos que creías que podías resolver con su ayuda. Durante la conversación te diste cuenta de que la mayoría de problemas no lo eran y de que aquellos que lo eran, podían resolverse con más perspectiva o con un planteamiento diferente. Todo fue bien y te sentiste por un instante liberada. Al acabar ella te dijo algo que nunca olvidarás:
– Así es como se resuelven todos tus problemas. Puedes hacer esto siempre que lo necesites. Este hospital siempre seguirá aquí y tú a partir de ahora siempre serás la directora. Solo debes dejar entrar a este hospital a aquellas personas que realmente quieran ayudarte. A veces puede que te descuides y se cuele alguna persona que no quiere realmente ayudarte. No pasa nada, simplemente devuélvela a la sala de espera, al final se acabará cansando y se irá mientras tú tengas clara tu actitud. En este hospital solo se habla de tus problemas y por ello debes ser muy generosa y agradecida con todas las personas que vengan a ayudarte. Ninguna de las que realmente quieren ayudarte desea hacerte ningún mal por lo que no desconfíes de ellas y sonríe. Solo tú puedes resolver tus problemas, por eso solo tú llevas la bata, el resto de personas están aquí para ayudarte, no para resolver tus problemas. Todos estos problemas que hemos apartado y que dicen «Los problemas de personas que no son…» directamente tíralos a la basura. Cada persona debe resolver sus propios problemas. ¡Ah! se me olvidaban dos cosas importantes: Mientras no estés en este hospital no es muy útil ni bueno para tí que pienses o dediques tiempo a tus problemas porque solo aquí pueden resolverse. No te hará bien a tí ni hará bien a otros que lo intentes fuera; ya lo he comprobado, es imposible. Y por último, he visto que tienes un coche de ira y frustración aparcado fuera y con el que recorres esta autopista. El coche puede parecerte bonito pero ahora que ya eres directora del hospital de tu vida y responsable de tu vida tienes un problema con él.
– ¡¿Cual?! – Dijiste sorprendida de que hablara así de tu querido coche en el que continuamente recordabas todos tus problemas…
– El problema es que tu coche de ira y frustración solo sirve para recorrer la autopista de todos los problemas, pero con él no puedes recorrer ninguna otra.
– ¡¿Cómo?!, ¿Es que acaso hay más autopistas? – gritaste poniéndote en pie y boquiabierta sin salir de tu asombro.
– Claro – dijo sonriendo la persona que más te quiere– Y no solo autopistas. Hay cientos de autopistas, carreteras, autovías, caminos de piedras, senderos,… pero solo puedes acceder a ellas resolviendo tus problemas y bajándote de tu coche de ira y frustración. Aunque la autopista de los problemas que ya conoces es muy cómoda, a mí el camino que más me gusta es el sendero apenas explorado de la compasión. Es el camino menos transitado, no es cómodo ni agradecido para tus pies pero es el más humano y digno de todos. En él encontrarás felicidad y plenitud y una gran cantidad de alegrías ayudándote a ti misma para ayudar a otros.
– ¿Con qué coche se recorre ese camino?, ¿Es de gasolina o diesel?, ¿Crees que con lo que saque vendiendo mi coche de ira y frustración podré comprarme un coche así? – Preguntaste interesada
– No hace falta ningún coche para recorrer ese camino – Dijo sonriéndote con ternura la persona que mejor te quiere– El camino de la compasión no se recorre desde fuera sino desde dentro. No hallarás tu felicidad ni tu satisfacción con todo lo que no tienes y está fuera, solo la hallarás desde lo que tienes dentro. Piensa en esto: ¿Cuánto tiempo podías haber aguantado metiéndote en el hospital equivocado hasta quedarte sin la gasolina y sin el coche? El camino del que yo te hablo parte de tu compromiso. Por eso te traje este regalo… – Y de su bolsillo entre sus manos apareció entonces el letrero de su despacho que decía «RESPONSABILIDAD PROPIA» y lo colgó en tu puerta para que nunca olvidaras la lección.
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por David Criado | Feb 12, 2019 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO, DESARROLLO PERSONAL
“La perturbación emocional no es generada por las situaciones sino por las interpretaciones de esas situaciones”
Plinio el Viejo (filósofo griego, esclavo romano, siglo I d.C.)
Hace poco en una entrevista para KENSO titulada «Lidera tu cambio» estuve compartiendo aprendizajes sobre cómo liderar el cambio propio, algo que puede ser un buen complemento a las tesis que comparto en este artículo. En aquella entrevista hablé de tres áreas de desarrollo humano que he trabajado con cliente y que resumo brevemente aquí:
Hoy, como añadido a esta reflexión, comparto contigo, lector o lectora, este artículo con seis claves complementarias a estas tres áreas de trabajo. Durante años he tenido la suerte de acompañar el cambio en las personas a través de proyectos de largo recorrido o intervenciones puntuales. Todas las claves que comparto en este artículo son fruto de esta experiencia personal.
Usted, lector o lectora, es siempre libre de obviar el artículo completo. Solo hay un pequeño inconveniente: si usted decide no domar el cambio, el cambio le domará a usted. No lo dude. Por el contrario si usted decide tomar las riendas, estas son las 6 claves que le ofrezco para comprender el cambio en las personas:
- 1ª CLAVE: Tomar autocontrol del cambio
- 2ª CLAVE: Conocer los 2 tipos de cambio en las personas
- 3ª CLAVE: Aceptar que nadie cambia si no quiere
- 4ª CLAVE: Comprender lo que callan las personas
- 5ª CLAVE: Entrenar las habilidades relacionales de las personas
- 6ª CLAVE: Dedicar tiempos y espacios para conectar con el auténtico sentido
Comenzamos.
1º CLAVE: TOMAR AUTOCONTROL DEL CAMBIO
Sea usted quien sea, el cambio forma parte de su propia condición. Esto quiere decir, lector o lectora, que su propia naturaleza se enfrenta a diario con una gran cantidad de cambios que debe gestionar. Si bien somos seres vivos, a menudo y fruto de la inercia, lo olvidamos. Sin embargo y a pesar de que lo olvidamos con frecuencia, todo ser vivo necesita adaptarse a su contexto hasta transformarlo o transformarse. Usted es cambio y vive cambios. Usted puede decidir gestionarlos o no, de eso no tengo duda. Sea como fuere, si decide no gestionar un cambio, tampoco le quepa la menor duda que el cambio acabará gestionándolo o decidiendo por usted.
Durante las sesiones trabajo con personas de muy diferentes ámbitos y sectores que además albergan trayectorias muy diversas. Aún siendo esta la realidad no paro de confirmar cómo los intereses de las personas suelen ser en todo momento muy parecidos. La primera clave para entender cómo cambian las personas consiste en ser capaces de comprender qué tipo de control ejercen sobre el cambio que experimentan. A mi modo de ver hay 4 tipos de experimentación del cambio: reactivo, pasivo, activo o proactivo. Ninguna de ellas es por sí sola poca saludable pero en relación al momento de vida o el ámbito de cambio una mala elección continuada puede generar elevados grados de ansiedad o frustración.
2ª CLAVE: CONOCER LOS 2 TIPOS DE CAMBIO EN LAS PERSONAS
Hay dos tipos de cambio que pueden explicarse muy bien en una recurrente y sencilla metáfora que el maestro Watzlawick solía recordar: Todos hemos tenido al menos una vez en nuestra vida una pesadilla en la que algo o alguien nos persigue. Entonces comenzamos a andar rápido. Cuando vemos que todavía nos persiguen, comenzamos a correr. Cuando vemos que esto no logra zafarnos de lo que nos persigue, comenzamos a nadar. Luego, al estar en un sueño donde todo es posible, tal vez nos sentimos despegar del suelo y comenzamos a volar. Pues bien, todo esto –que no lograr resolver nuestro problema por completo- es un cambio de tipo 1, no significativo. El cambio de tipo 2, significativo, consiste en despertarse.
La segunda clave para comprender cómo cambian las personas consiste en identificar qué tipo de cambio estamos viviendo o queremos vivir nosotros y qué tipo de cambio están viviendo o quieren vivir otros.
3ª CLAVE: ACEPTAR QUE NADIE CAMBIA SI NO QUIERE
Tendemos a entender que alguien o algo necesita un cambio cuando tal vez no necesiten ese sino otro. Pero la historia se repite, aprenda de ella. Cojamos tan solo un breve capítulo de Francia. Usted puede ser Luis XVI y querer cambiar la voluntad de unos pocos millones de personas para imponer la suya. Pero la historia advierte: usted será guillotinado y el resto de personas acabarán tomando la Bastilla. Usted puede luego ser Luis XVIII y querer de nuevo en dos ocasiones consecutivas imponer el cambio de los otros. Pero la historia advierte: usted volverá de nuevo a salir corriendo o morirá aislado en el intento. Usted puede luego ser Carlos X y querer una vez más imponer el cambio de los otros. Pero la historia advierte: Le volverán a derrocar y si hace falta confiarán incluso en su primo para luego volver a derrocar a éste. Y así, una y otra vez, hasta que usted comprenda que solo puede imponer cambios de tipo 1 en las personas pero que ningún cambio de tipo 2 se impone.
Si usted quiere lograr un cambio en las personas, no olvide preguntarlas qué tipo de cambio necesitan. El maestro Kotter siempre habla de generar un sentido de urgencia en las personas para que conecten con esa necesidad auténtica.
La tercer clave para comprender cómo cambian las personas consiste en estudiar cuál es su voluntad de cambio, hasta donde están dispuestos a ir.
4ª CLAVE: COMPRENDER LO QUE CALLAN LAS PERSONAS
“Todos necesitamos a alguien que comprenda eso que no decimos” En el año 2016 esta reflexión sin atribución confirmada circuló por las redes sociales como la pólvora. Hoy la recupero para explicar que el verdadero cambio nace de indagar y hacer salir a la luz lo que las personas callan. Todo proceso de cambio significativo (en una persona, un equipo o una organización) está basado en un inicio en trabajar sobre las asunciones básicas. El maestro Albert Ellis (1975) denominaba “creencias irracionales” a este tipo de pensamientos. Son aquellos pensamientos que usted ha desarrollado durante años sobre sí mismo, sobre los demás o sobre lo que le rodea. Si usted quiere un cambio significativo debe luchar contra lo que los grandes maestros Tversky y Kahneman (1974 y 1986), Nisbett y Wilson (1977) y Brewin (1996) han denominado pensamientos automáticos o esquemas. Porque por mucha educación racional que haya tenido una persona, estas suposiciones silenciosas subyacen a toda forma de selección, experimentación y análisis de cualquier situación real. Estas creencias determinan lo que somos y cómo vivimos la realidad.
Si usted pretende abordar el cambio en las personas sin conocer o explorar de forma rigurosa lo que las personas callan, no tardará en visualizar una puerta en cuya dintel aparecen unas letras negras que rezan “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza” (Divina Comedia, Infierno, Canto III, sentencia 9, maestro Dante Alighieri). Este mensaje de bienvenida le hará notar que está entrando en el Infierno. Si ve esta puerta, le recomiendo que no la cruce y que vuelva a leer esta cuarta clave.
La cuarta clave para comprender cómo cambian las personas consiste en explorar el diálogo profundo que habita su interior. Haga esto mediante conversaciones sinceras que pongan en juego su sensibilidad propia para poder acariciar y descubrir la sensibilidad ajena.
5ª CLAVE: ENTRENAR LAS HABILIDADES RELACIONALES DE LAS PERSONAS
Para lograr cambios significativos (de tipo 2) es necesario entrenar a las personas en habilidades relacionales. Es algo que me ha costado aprender pero que sobre lo que ya no tengo duda. No sabemos relacionarnos de forma saludable. Necesitamos herramientas, modelos y prácticas de comunicación efectiva que nos permitan no hacernos daño ni hacer daño a los demás. Creo que todo cambio debe estar también fundado en esto.
Esta es la razón por la que creé y mantengo vivo el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales TRAINING DAYS. Puedes encontrar mucha información sobre lo que me llevó a impulsar este programa en la reciente entrevista para PLÁZIDA titulada «Las habilidades relacionales como asignatura pendiente» que realicé con motivo del lanzamiento de la próxima edición en Madrid.
La quinta clave para comprender cómo cambian las personas es acceder a modelos o herramientas que le faciliten una visión cercana integral del comportamiento humano.
6ª CLAVE: DEDICAR TIEMPOS Y ESPACIOS PARA CONECTAR CON EL AUTÉNTICO SENTIDO
En contra de lo que la mayoría de personas creen, la sabiduría no es un anciano desnudo y con barba que vive aislado en la montaña. Si bien alcanzar la sabiduría es algo lento y trabajoso, cuando ya se tiene, la sabiduría es algo práctico. Es en pocas palabras la conexión con lo sencillo. Hace un tiempo mi compañero Javier Fernández Aguado compartía algo que por sencillo e inmediato no deja de seguir siendo sabio y revolucionario:
“Suscitar organizaciones con sentido reclama reflexión. No resulta fácil, pues vivimos en una civilización con desproporcionada percepción de urgencias, con ausencia de silencio. Y únicamente en un entorno que consienta el recogimiento podrán adoptarse opciones netamente valiosas.”
La sexta clave consiste en comprender que el gran cambio en la gestión de personas en las organizaciones pasa la transformación desde la organización consentida a la organización con sentido. Para encontrar este sentido -lo vivo a diario- usted además de interiorizar las cinco claves anteriores, necesita dedicar tiempo y espacio para conectar con su auténtico sentido.
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Te anuncio que continúa el plazo de matrícula abierto hasta completar aforo para las dos nuevas ediciones de TRAINING DAYS, el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales:
Edición en Madrid: Comienza el 25 de Febrero de 2019. Infórmate del PROGRAMA COMPLETO o de los talleres individuales de Personal Master, Social Pilot, Human Leader y Changemaker
Edición en Zaragoza: Comienza el 15 de mayo de 2019. Infórmate del PROGRAMA COMPLETO o de los talleres individuales de Personal Master, Social Pilot, Human Leader y Changemaker
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Además si necesitas apoyo o acompañamiento en tu proceso de cambio consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y formación y solicita más información a david.criado@vorpalina.com
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por David Criado | Feb 9, 2019 | DESARROLLO PERSONAL
«Se lo que no quiero, ahora estoy a salvo»
maestra María Rozalén, canción «La puerta violeta»
En alguno o varios momentos de nuestra vida todos tenemos que buscar nuestro lugar. La cultura panindígena norteamericana ya hablaba del acto del Hanblecheyapi para encontrar nuestro camino rojo en la vida. Hoy quiero hablarle, lector o lectora, de la importancia que tiene saber lo que no quiero a la hora de encontrar mi camino. Creo sinceramente que siempre que usted quiera emprender un cambio debe reflexionar sobre aquello que no quiere y sobre aquello que quiere.
Veamos en qué consisten ambas cosas. Comenzamos.
SABER LO QUE NO QUIERO
El primer paso para lograr un desarrollo personal y profesional orientado al bienestar es saber lo que no quiero. Esto implica ejercer la responsabilidad de no repetir lo que no quiero. Por otro lado a la hora de pararnos a pensar en nuestro presente, a menudo resulta más fácil saber lo que no quiero que saber lo que quiero. Esto ocurre porque aquello que claramente no quiero suele estar asociado a una experiencia que valoro como negativa gracias a la red neuronal de valencias con la que cuento y que trabaja para mi supervivencia. Gracias a la evolución mi cerebro entiende que no repetir aquella experiencia negativa que viví en el pasado aumenta mi porcentaje de opciones de supervivencia, por eso codifica un valor negativo en mi memoria a través de la amigdala basolateral. El descubrimiento ha sido realizado en enero de 2018 por la neurocientífica Kay Tye, la profesional que dedica más tiempo a estudiar este tipo de neuronas en su laboratorio del MIT. Parece que este hallazgo puede apoyar la teoría de que las experiencias que valoramos como negativas son guardadas en nuestra memoria a largo plazo de forma inmediata regresando además a nuestra memoria con mayor facilidad en nuestro proceso de toma de decisiones.
Si bien el cerebro bloquea los recuerdos traumáticos para una mejor supervivencia, a la vez activa nuestra atención con mayor rapidez y fluidez ante noticias negativas que ante noticias positivas. Esta es la razón por la que el recientemente fallecido Clifford Nash, profesor de la Stanford University -muy conocido por sus descubrimientos sobre la inutilidad de la multitarea en nuestra era digital- recomienda dar primero las malas noticias o los aspectos a mejorar, y después las buenas noticias, reconocimientos o agradecimientos. De este modo el cerebro de nuestro oyente recibe con mayor atención y aceptación el reconocimiento. Mi compañera Belle Beth Cooper, desarrolladora de iOS y agente de cambio, puede iluminaros con más descubrimientos añadidos para mejorar vuestro feedback si accedéis a su artículo The best ways to offer efective feedback. También Courtney Seiter ha escrito muy bien sobre esto en relación a la psicología de la crítica y su estrecha relación con el feedback. De hecho Charles S. Jacobs, autor de Management rewired: Why feedback doesn´t work defiende que ante una información que entra en conflicto con nuestra autoimagen, tratamos de modificar la información en lugar de a nosotros mismos, por lo que a menudo es más útil partir del otro que confrontarle mediante una crítica. Lo que te sugiero es que aproveches esta alta rentabilidad y eficiencia de lo negativo en tu cerebro para convertirlo en algo que te impulse luego a encontrar lo que realmente quieres.
No puedo evitar ver la increíble relación entre cada nuevo descubrimiento científico sobre la existencia o tendencia a lo negativo o al dolor y la sabiduría milenaria de todos los modelos de desarrollo y comprensión de vida, especialmente el budismo, el sufismo, el sintoísmo y el estoicismo. La convivencia y el aprovechamiento del dolor como impulso y no como tragedia es consustancial a cualquiera de estos cuatro sistemas de pensamiento.
Sin duda todo ello tiene que ver con el sesgo cognitivo de negatividad que abordamos hace años en esta misma casa cuando hablábamos de distinguir lo que es respetable y lo que no, y también cuando hablábamos de lo que nos está enseñando la ciencia del pensamiento cotidiano. Se trata, pues, primero de preguntarnos verdaderamente qué es lo que no queremos hacer de forma clara para orientar nuestras acciones sujetos a ciertos límites saludables o fronteras que garantizarán nuestra satisfacción y realización personal. También recomiendo que pienses en lo que realmente no quieres partiendo de tus experiencias propias pero sin necesidad de focalizar tu atención en tí como persona (lo que no quiero ser) sino en tus comportamientos o acciones (lo que no quiero hacer). En mi experiencia con clientes esto resulta mucho más rentable y útil a la hora de abordar el segundo paso.
SABER LO QUE QUIERO
El segundo paso a la hora de reflexionar sobre mi desarrollo personal y profesional tiene que ver con saber lo que quiero. Hay una gran cantidad de estudios sobre lo que nos motiva, una buena selección de los cuales está sintéticamente recogida a través de los gráficos de este artículo de Business Insider. Si a la hora de saber lo que no quieres te recomendaba pensar en lo que no quieres hacer; a la hora de saber lo que quieres te recomiendo pensar en lo que quieres ser.
Dependiendo del tipo de persona que seas, puede que necesites capacitación, acompañamiento o una gran cantidad de conversaciones para responder a esta pregunta; o puede sencillamente que para responder a esta pregunta sobre quién quieres ser solo necesites empezar a caminar con alguna o varias decisiones difíciles pero que consideras necesarias. Veamos qué hacer en cada caso:
1) Personas que necesitan seguridad para decidir lo que quieren
En el primer caso, si eres de esas personas que necesita reciclarse y conocer un catálogo de nuevos horizontes para saber lo que quiere, quiero compartir contigo una reflexión importante que puede ayudarte a poner en perspectiva la importancia de sentirte completamente seguro antes de dar el primer paso. Se trata de la relativa repercusión que tiene la capacitación tradicional en el cambio significativo. Si bien acceder o ampliar nuestro conocimiento nos habilita a tender puentes hacia lo que queremos ser, lo realmente excepcional es atreverse a practicarlo. Llamo a esto sabiduría y a las personas que la practican, maestros.
La mejor guía de competencias que conozco cuenta con 67 competencias a desarrollar, 19 barreras a vigilar y 7 áreas de foco globales en su 5ª edición inglesa de 2009. La guía para el desarrollo y entrenamiento de competencias FYI (For Your Improvement) es una herramienta sólida, infinita y válida en cualquier contexto. Se trata de un gran mapa de competencias interrelacionadas entre sí donde cada una de ellas cuenta con una escala de medición cualitativa y consejos útiles para su desarrollo y mejora personal. En su investigación los maestros Michael E. Lombardo y Robert W. Eichinger llegaron a una conclusión interesante: el 70% de nuestro aprendizaje se produce mediante la experiencia laboral individual del día a día, un 20% de nuestro aprendizaje llega por interacciones sociales y solo un 10% de nuestro aprendizaje llega gracias a talleres de capacitación o formaciones convencionales. Aunque no lo citan textualmente, los autores están hablando -claro está- de aprendizaje significativo, es decir del tipo de aprendizaje que nos hace modificar conductas y adquirir y fijar habilidades. De acuerdo a esta teoría la responsabilidad de aprender es individual y se concreta en términos de voluntad y responsabilidad propia; las organizaciones, instituciones o sociedades solo pueden facilitar este aprendizaje.
Aquellas empresas que han adoptado este modelo se dedican a incentivar el contacto entre compañeros facilitando el acceso a recursos de entrenamiento y desarrollo de las competencias FYI. Consideran que los tradicionales planes de formación dedicaban excesiva importancia a ese 10% de aprendizaje y deciden focalizarse en ese otro 90%. Esta es la razón principal por la que generan entornos de trabajo humanos con espacios «donde gusta trabajar». Si bien el modelo ha sido ampliamente cuestionado por su escaso soporte empírico, personalmente comparto y compruebo a diario esta distribución 70-20-10. El modelo ha logrado conocerse porque Eric Schmidt, fundador de Google Inc. replicó en 2005 esta distribución del aprendizaje significativo en su organización. Cada empleado de la compañía dedica un 70% de su tiempo a proyectos que pertenecen al negocio principal de la empresa, un 20% de su tiempo a proyectos relacionados con el negocio principal y un 10% a cualquier otro proyecto en el que la persona desee participar. Si quieres conocer el detalle de este modelo el mejor artículo que he leído en la red es el artículo El modelo de aprendizaje 70-20-10: ¿Por qué todo el mundo habla de él? de mi admirado compañero Juan Daniel Sobrado.
2) Personas que necesitan tomar decisiones complicadas para saber lo que quieren
En el este caso mi recomendación es evitar el mayor número posible de golpes de estado en tu vida. Los cambios radicales pueden ser redentores en algunas ocasiones pero no conviene abusar de ellos por el riesgo a fomentar un desequilibrio constante en tu salud mental y emocional. Creo más útil tomar esas decisiones complicadas estableciendo cambios progresivos, o bien planificados -para aquellas personas que lo necesiten- o bien improvisados -solo para aquellas que necesiten explorar o fluir sin más condicionamientos que aquellos que se derivan de lo que ya han decidido que no quieren hacer.
En mi experiencia acompañando a personas u organizaciones en su camino de cambio, resulta como ya dije más complicado saber lo que quieren ser que saber lo que no quieren hacer. Esta es la razón por la que desde hace varios milenios existen personas como yo capaces de aportar a otros tiempos de reflexión y trabajo personal de calidad. En realidad aquellos que hacemos esto no disponemos casi nunca de las respuestas pero solemos disponer casi siempre de las preguntas. Ayudamos a otros a encontrar esas preguntas y a menudo trabajamos juntos por encontrar esas respuestas.
Si necesitas tomar decisiones complicadas tal vez te resulten interesantes estas reflexiones:
- No te focalizes en el dolor que puedes evitar (miedo), céntrate en el dolor que existe en tí para afrontarlo (valentía).
- No actúes en previsión de nada que todavía no ha ocurrido, actúa en conjunción de todo lo que ocurre.
- La vida no es lo que quieres que sea, es lo que es. Tu solo no decides lo que es, lo hacemos todos.
- Tu voluntad no es una fuerza mayor que la de la naturaleza.
- No dependes solo de tí sino que dependes sobre todo de tí y también de otros.
- Tu voluntad o tus gustos son mucho menos importantes que tu capacidad de ejercer la responsabilidad de saber lo que no quieres hacer y lo que quieres ser.
- Es fácil ser capaz, algo más difícil resulta ser constante, pero lo realmente complicado es ser humilde.
Espero que este artículo te haya resultado interesante. Por favor no dudes en compartir tus comentarios a través de este mismo blog o en redes sociales. Toda difusión y diálogo para mejorar y cambiar realidades siempre se agradece.
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