por David Criado | Feb 15, 2024 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO
«En primer lugar examiné a los hombres,
y llegué a la conclusión de que en esta infinita
diversidad de leyes y costumbres,
no estaban regidos únicamente por sus fantasías»
maestro Charles Louis de Secondat,
barón de la Bréde y de Montesquie,
D l´esprit des lois (1748)
El presente texto aborda uno de los dolores más incisivos de nuestra época y que simplemente esbocé en un artículo anterior titulado Radiografía de nuestro tiempo. En este artículo trataré de exponer más detalladamente por qué considero que la práctica mayoría de los servicios de consultoría y formación actuales son completamente acríticos, inútiles y superficiales. Representan en mi experiencia una clara aceleración de la inercia autodestructiva de una sociedad enferma.
Dado que encuentro a menudo a personas que quieren justificar lo injustificable, he decidido hacer el esfuerzo de poner en negro sobre blanco mis ideas. Mi objetivo es doble: poner sobre la mesa el problema acuciante de la frecuente falsedad y mediocridad del profesional de consultoría y/o formación, y tratar de arrojar alternativas viables para superar dicho problema. Hablaré desde la experiencia de más de 20 años de trabajo en más de 14 sectores de mercado, tanto en gran consultoría por cuenta ajena como en consultoría artesana por cuenta propia, y a partir de continuas vivencias, conversaciones y realidades que veo a diario. Tengo mucha tela que cortar y trataré de ser ordenado y sintético a la hora de exponer las ideas esenciales.
Este artículo tendrá los siguientes apartados:
- El enfoque equivocado de la consultoría
- La dinámica perversa de la consultoría
- La falacia de la formación convencional
- Alternativas reales a esta mierda
Comenzamos.
EL ENFOQUE EQUIVOCADO DE LA CONSULTORÍA
La consultoría es tal y como se practica hoy en día la respiración asistida del sistema. En concreto, de un sistema que comienza a ser autodestructivo y afecta a nuestra estabilidad social en muchos sentidos: sanitario, sociológico, económico y ambiental. Resumiendo, cada vez estamos más fundidos y los castillos de naipes caen continuamente. Por contra el mercado actual de los servicios de consultoría en el mundo se sitúa anualmente entre los 700 y los 900 mil millones de euros. Lo que suele hacer el mundo de la consultoría tradicional -lo se por propia experiencia- es parchear los males, las crisis y los dolores del sistema económico mundial en el que estamos inmersos. Los consultores son, por lo general, profesionales de las tiritas atendiendo tumores graves. Y se han vuelto tan necesarios para el funcionamiento de las empresas e instituciones públicas que se han convertido en una auténtica pandemia que en la mayoría de los casos deberíamos combatir.
Tal y como recientemente han tratado de denunciar algunas personas, el sector de la consultoría continúa en aumento a ritmos a menudo 7 veces superiores a los de algunas economías a las que prestan servicio. Hablamos pues de una burbuja inmensa. Veo necesario recordar que la consultoría convencional la engrosan grandes empresas de servicios pero también medianas y pequeñas empresas que repiten una y otra vez las dinámicas perversas de aquellas y que parten de las mismas 4 premisas erróneas:
- Toda realidad es predecible y lineal de modo que todo problema puede resolverse de forma simple y aislada de acuerdo a la lógica siguiente: Veo un síntoma, me focalizo en atender ese síntoma, alivio o neutralizo el síntoma y me voy. La ciencia médica nos ha enseñado que lo que hay que atender es la enfermedad o el dolor en su conjunto desde la detección combinada de los síntomas, de modo que este enfoque -que practican la práctica totalidad de consultoras que conozco- es sobradamente erróneo y no suele resolver nada. El hecho de centrarme en necesidades puntuales y no atender contextos completos hace que la actividad de la consultoría consiste a menudo en mantener enfermedad latentes parcheando y tapando las diferentes grietas mientras la estructura no cambia, se deteriora o pervierte. La manera en la que este modo de comprensión de los servicios entiende al buen consultor es la siguiente: un profesional es un buen consultor cuanto más predecible y dócil sea para su empleador (empresa consultora) y su contratante (cliente).
- La realidad se transforma por medio de mi voluntad y mis ideas de modo que no es tan importante lo que yo tengo que escuchar en mis clientes sino lo que puedo cascarles de la enorme paja mental que me he creado llamada catálogo de productos y servicios. En otras palabras, mi trabajo como consultor es vender las cosas que traigo y no comprender y atender las realidades a las que soporto y asisto. Todo lo demás me da exactamente igual. Este idealismo militante, esta suerte de religiosidad rayana en lo totalitario caracteriza los servicios de consultoría presentes en toda organización, y se puede visibilizar bien en forma de metodologías doctrinales, libros, corpus teóricos, presentaciones digitales, intervenciones,… Es un error garrafal que para mí daña enormemente cualquier capacidad real de mejora.
- El éxito de un servicio de consultoría se mide en términos de ahorro de costes, de suerte que mi trabajo es mejor si lo hago en menos tiempo y si el cliente obtiene mejoras aparentes -aunque no significativas- que le permitan seguir a lo suyo haciendo que todo cambie para que nada cambie en absoluto. Existen consultoría sencillas que no requieren largas intervenciones, son proyectos de corto plazo, pero el verdadero error reside en creer que todo puede reducirse al corto plazo y las acciones quirúrgicas. A menudo los procesos de cambio requieren tiempos largos y exploraciones de la realidad que las consultoras no realizan obsesionados en sus burocracias e hitos absurdos.
- El cliente siempre tiene razón y yo solo estoy aquí para dársela y aumentar su sesgo de confirmación. Hace tiempo escribí un artículo sobre la tiranía del cliente como paradigma destructivo en el que hablaba de esto, por lo que no desarrollaré aquí mucho más.
LA DINÁMICA PERVERSA DE LA CONSULTORÍA
Llevo ya los suficientes años dedicados a esto como para saber cómo funciona la dinámica convencional de la consultoría y la prestación de servicios formativos. El problema es sistémico y está íntimamente relacionado con una comprensión deshonesta y amoral de la prestación de servicios. Vaya por delante que no ha cambiado absolutamente nada en el mundo de la consultoría tradicional durante los últimos 20 años sino que de hecho ha ido a peor. Las mismas prácticas laborales corruptas, precarizantes y extractivas que yo viví en el mundo de la gran consultoría siguen dándose con renovadas formas y canales de explotación de la necesidad del cliente, las condiciones laborales de los trabajadores y la oferta de servicios.
Comparto aquí tan solo algunos retazos en forma de anécdotas sobre lo que digo:
Generar una necesidad en el cliente privado y ser contratado para atenderla: Por lo general la dinámica de la consultoría es completamente transparente para cualquier persona que se haya dedicado a esto y haya tenido algún puesto destacado de responsabilidad o interlocución ejecutiva. Se trata de generar hypes alrededor de conceptos que periódicamente se renuevan gracias a la connivencia absoluta entre 4 actores determinantes:
- Una pedagogía de la adaptación a la inercia por medio de escuelas de negocio acríticas que educan a futuros directivos para contribuir a la inercia sistémica con la colaboración de supuestos referentes nacionales e internacionales en cada una de sus respectivas burbujas,
- Una sofisticación cultural artificial y hueca gracias a una industria editorial vergonzosa que imprime y publica libros con discursos simplistas y efectistas que dotan de contenido al mensaje y encumbran como referentes a seres completamente iletrados,
- Un altavoz efectivo de dispersión masiva en la forma de una industria endogámica del marketing que amplifica estos discursos convirtiendo en mucho más importantes los medios de difusión que la calidad de las ideas o la coherencia de los contenidos (a través de medios digitales, redacción de textos persuasivos, estrategias de posicionamiento y publicidad spam, falaz y encubierta), y…
- Un ecosistema de retroalimentación continua en la forma de foros profesionales ad hoc (charlas de innovación, conferencias, eventos, laboratorios,…) que magnifican conceptos vacíos que nacen y mueren en periodos cada vez más cortos de tiempo. Ejemplo práctico entre miles: Esta misma semana -por no ir más lejos- me comenta un alto directivo de una gran compañía cómo su director de RRHH estaba deseando contratar los servicios de un individuo que se pasea por las tarimas de las conferencias y foros habituales generando su propio hype o burbuja de ideas. El director de RRHH perdía el culo por contratar los servicios de la consultora pequeña que ha creado esta persona y que dice estar especializada en liderazgo y transformación cultural. La realidad: por razones de experiencia y porque todo al final me acaba llegando tras tantos años dedicado a esto, conozco todas las intimidades de esa persona y su empresa y no cuenta con un solo profesionales medianamente capacitado (digo ni uno solo contratado en plantilla de forma directa), de modo que a menudo recurre a personas como yo para abastecer las propuestas de los concursos que gana gracias a generar esa burbuja de ideas. Lo traduzco para que se entienda: esta persona vende humo, practica dumping en los concursos y precariza su profesión ganando mucho dinero. Esta anécdota entre tantas es especialmente dolorosa porque refleja muy bien cómo incluso los propios directivos del cliente se crean todas estas gilipolleces y las compran deseosos. Y así suma y sigue dando pedales a la rueda del hamster.
Inventarse profesiones y disciplinas vacías para seguir alimentando la inercia: Durante años también he visto chiringuitos de todo tipo que mutan y adquieren formas rocambolescas. Todos ellos orbitan alrededor de las grandes empresas aunque muchos de ellos prestan servicios a medianas y pequeñas organizaciones tratando de extender al tejido empresarial las mismas prácticas que abundan en el ámbito de las corporates. Estos saraos eventuales no solo continúan hoy en día sino que han ido aumentando sus beneficios: consultoras de marketing digital que viven a base de generar expectativas irreales que nunca cumplen, espacios de coworking que acogen a multinacionales que quieren imprimir un aire cool a la misma mierda de cultura empresarial que defendieron durante toda su vida, supuestas consultoras de transformación cultural son tan solo empresas de formación que diseñan programas de capacitación destinados a beneficiarse de las subvenciones de formación públicas, mercaderes del miedo en forma de expertos en futurología y nuevas disciplinas, limpiadores de conciencia que actúan como «coaches» con los empleados a modo de bálsamo para introducir mecanismos empresariales de explotación laboral encubierta, especialistas en pasear a los empleados una vez al año para repartirse bolazos de goma o pintura o emborracharse en una convivencia, apóstoles del New Age empresarial que defienden estructuras novedosas que nadie es capaz de implantar a ciencia cierta, repartidores de post-its y dibujicos que mantienen a la gente ocupada sin cuestionar lo más esencial o básico de su realidad diaria, caminadores sobre brasas ardientes que empoderan y dan sensación de orgullo a empleados que en su jornada laboral diaria viven agotados y deprimidos, agencias carísimas de conferenciantes que se dedican a explotar durante veinte años una colección de chascarrillos y lugares comunes, profesionales que crean empresas en un «nuevo ámbito de negocio» para venderlas a grandes consultoras que absorben y neutralizan sus ideas, planteamientos y talento…
Amañar concursos públicos e infantilizar la función pública: Durante los primeros años de mi carrera trabajé para grandes y medianas consultoras por cuenta ajena. Entre las prácticas habituales de la consultoría que yo mismo presencié estaba comúnmente aceptado amañar concursos y licitaciones públicas presentando propuestas falsas con empresas pantalla encubiertas. El procedimiento era sencillo. Alguien del sector público fraguaba amistad con alguien del equipo comercial o de ventas de la consultora y le anunciaba exactamente el día en el que el concurso se iba a presentar para que pudiera preparar con tiempo y ventaja su propuesta estrella y otros amigos (generalmente de otras consultoras o como digo de empresas pantalla creadas al efecto) pudieran presentar propuestas menores que por su baja calidad serían rechazadas. La cosa se volvía graciosa cuando -y esto lo viví varias veces- a menudo la mesa de concurso de la administración pública aceptaba una oferta falsa y las consultoras tenían que inventarse un equipo de trabajo y una realidad de servicio que debía responder a una propuesta realizada para no salir adelante. Por extensión, los servicios de consultoría tal y como se contratan suelen reservar las tareas de ideación y resolución de problemas a empresas privadas que acostumbran a los funcionarios públicos a ser meros policías, árbitros o jueces de su trabajo, lo cual genera un sistema distorsionado en el que la dependencia a los consultores aumenta. Hace poco un ministro británico alertaba de ello.
Ejercer una actividad fraudulenta: Durante años se han sucedido los escándalos en las grandes consultoras. La cuota de poder y la capacidad de fraude de las grandes corporaciones prestadoras de servicios asciende cuando adquieren el rol de auditoras. Dado que las entidades estatales y privadas otorgan a las auditoras el marchamo de entidades independientes, a menudo éstas tienen el camino libre para realizar todo tipo de actividades ilícitas o que -cuanto menos- se mueven en el terreno de la amoralidad continua. Muchos organismos públicos reguladores de mercados se han visto obligados a intervenir en determinadas situaciones. Las sanciones se repiten año tras año pero la dinámica sigue siendo la misma. La sensación de impunidad está tan extendida que es frecuente escuchar en las comidas de trabajo con mandos intermedios o directivos que delinquir sale barato.
Vender profesionales inexpertos como si fueran expertos o incluso referentes. Es especialmente sangrante la manera en la que estas empresas engañan a sus clientes con propuestas modélicas que luego son ejecutadas por oompa loompas semiesclavos atados a la mesa. Hablo de juniors y profesionales que se tragan y tienen que lidiar con todo lo que venden auténticos vendemotos de libro.
Evangelizar nuevos adeptos que acaban incorporándose a futuros clientes. Una especialidad altamente desarrollada y practicada por las consultoras es la fabricación de profesionales sin conciencia. Hablo de personas altamente entrenadas en el sacrificio de jornadas maratonianas, que durante años viven la carrera de la rata y -una vez sometidas a la dinámica convencional de la consultoría y sus usos y costumbres de intensificación efectiva- finalmente se incorporan al cliente final. Y ¡Oh sorpresa del destino! cada vez que tienen una necesidad solicitan los servicios de las antiguas consultoras que les dieron la experiencia necesaria para ser incorporados como aristócratas empresariales en la plaza que ocupan en su nuevo hogar corporativo. El ciclo, así, es sencillo: capto a chavales a los que pago una mierda, les hago trabajar todo lo que venden personas más aparentes y experimentadas que ellos, hasta que llega un día en que se convierten en los que venden, para inmediatamente después convertirse en los que nos compran. Un negocio redondo que se lleva por delante la estabilidad de estructuras laborales enteras en favor de la externalización infinita de los servicios. La evangelización es voraz. En varias consultoras yo mismo viví cómo se contrata a chavales en otras regiones más baratas para abaratar costes (lo conocemos como estrategia de offshoring) o cómo se contrata a muchachos de otras regiones y se les facilita que convivan en pisos de la región a la que acuden y en los que en un entorno enfermizo y endogámico acaban hablando de trabajo tras salir precisamente de él. Es lo que llamamos la jornada perpetua. Nunca dejas tu trabajo. La evangelización también se encarga de darte un paquete de bienvenida con mucha tecnología para mantenerte conectado siempre, y establecer carreras laborales en las que asciendes si callas y sigues adelante. Es una estructura de mediocridad acrítica que favorece el seguidismo y la inercia y que cualquiera puede experimentar en la mayoría de consultoras.
LA FALACIA DE LA FORMACIÓN CONVENCIONAL
Los servicios de formación son realmente desastrosos. Considero vergonzosas, obsoletas e inútiles 4 realidades evidentes de la formación actual que son muy frecuentes y que tanto contratantes como contratados suelen dar por hecho:
- El desconocimiento de cómo opera el aprendizaje individual y de grupos que permite que planificadores de formación empresariales y formadores incurran en diseños de formación muy inefectivos y desmotivadores. Hace tiempo hablé de ello en el artículo Cómo diseñar un plan de formación. En lugar de comprender el aprendizaje como un elemento continuo, se entiende reduce todo a cursos puntuales para los que no se libera ninguna carga de trabajo (por lo tanto son vistos como una carga) y a los que se acude generalmente obligado o por compromiso.
- La mala calidad de los contenidos y el equivocado enfoque debido a formadores iletrados que no realizan ningún esfuerzo por actualizarse, apenas leen y no tienen una formación o experiencia adaptadas a su labor.
- El aparato burocrático corporativo asociado a la formación que impide un aprovechamiento coherente de la formación para cumplir con las exigencias internas de la empresa o las públicas del organismo que subvenciona. Las grandes corporaciones tienen enfoques formativos desastrosos. Conozco muy bien muchos de ellos y salvo excepciones muy puntuales, no aportan nada a los empleados que permanecen quemados en realidades adversas y estresantes.
- El continuo cortoplacismo que merma la cultura del esfuerzo y la excelencia gracias a formatos de formación de mierda en modo lowcost (MBAs digitales, cursos/secta aspiracionales, programas meramente promocionales,…) de los que participan tanto las personas que los compran (individuales o empresas) como las entidades precarizantes que los ofrecen.
Los continuos electroshock que se infligen a los empleados en forma de cursos, charlas o programas de motivación, no parecen aliviar el sopor gris que provoca ir cada día a aguantar viejas y nuevas gilipolleces en el trabajo. Más allá de los cursos de especialización técnica y prevención de riesgos laborales estrictamente necesarios para el desempeño del trabajo, el enfoque de la formación en habilidades transversales es completamente circense.
Frecuentemente muchos clientes se quedan positivamente sorprendidos por el trabajo que realizo en sus empresas. Al preguntarles por qué la respuesta una y otra vez siempre es la misma: lo que haces no tiene nada que ver con lo que hemos vivido hasta ahora. Recuerdo varios casos flagrantes de clientes que habían contratado a empresas de innovación, formación o servicios supuestamente punteras a un muy elevado coste, y que después de trabajar conmigo quedan gratamente sorprendidos. Esto ocurre porque la mediocridad en la prestación de servicios de formación está muy extendida y de nuevo existe una burbuja evidente. Hablo de que la mayoría de estas empresas nacen para cubrir el expediente, ofrecer cursos efectistas, cumplir con la burocracia de las subvenciones públicas y/o repetir una y otra vez las mismas consignas sin ninguna pretensión de actualización, comprensión o adaptación a la realidad de la gente. Es por tanto enormemente complicado hoy en día dar con un formador que sea bueno. Los compañeros que se dedican a esta profesión y que respeto saben bien de lo que hablo porque siempre sale este tema en nuestras conversaciones.
A modo de resumen de lo que he dicho hasta ahora, un formador al uso podría hacer exactamente lo mismo sin temblarle el pulso ni la vergüenza propia en una empresa de telecomunicaciones y en otra de yogures o tornillos. Es completamente normal que los empleados asocien la formación a una chapa continua de difícil utilidad porque sencillamente es lo que suele ser a menudo. Siendo aún más sinceros, reconozcamos que formadores vocacionales que además sepan de lo que hablan hay de hecho muy pocos. La mayoría de profesionales de formación acaba en ese sector porque no sabe qué hacer con su vida: graduados en bellas artes, humanidades, filósofos o sociólogos reconvertidos que no tienen ninguna experiencia empresarial real, ingenieros que se cansaron de sus trabajos y buscan algo cómodo, o antiguos directivos o fundadores de empresa que dieron uno o dos pelotazos y se dedican a dar consejos que nadie pide y predicar que su excepción es la norma. La mayoría de todos ellos se limitan a ser meros sujetos panfletarios o publicitarios de ideas pertenecientes al pensamiento empresarial hegemónico anglosajón o metodologías cansinas propias que consideran llenas de conceptos milagrosos.
Debido a este estado lamentable de las cosas, a lo largo de mi carrera profesional muchas personas han fusilado y copiado indiscriminadamente ideas y discursos que comparto sin que me haya apenas inmutado. Aunque he tenido episodios dolorosos de pérdidas de confianza y desengaños, siempre he sabido que resulta realmente imposible replicar o copiar en la práctica nada de lo que hago. Es una de las ventajas de prestar un servicio humano basado en la honestidad y la autoexigencia. Los copiadores oyen campanas y reproducen discursos pero ignoran por completo las esencias, y a menudo los clientes no son tontos y lo detectan.
ALTERNATIVAS REALES A ESTA MIERDA
Espero que este artículo te haya ayudado, lector o lectora, a identificar los males de la consultoría y la formación. Es difícil navegar con garantías por estas aguas turbulentas, lo se bien, pero al menos espero haberte ayudado a detectar posibles trampas y juegos de efecto.
Me he propuesto ofrecerte alternativas para recibir una educación, formación o capacitación de calidad. Ahí van:
- Lo mejor que puedes hacer es cultivar el amor por la lectura, es algo de lo que hablo a menudo y a lo ayudo a mucha gente. Una educación sentimental ilustrada te aporta ética y fundamentos para favorecer la reflexión, una buena base sobre la que acceder al buen juicio y formar criterio propio. Esto es esencial.
- Puedes además acudir a foros donde cuestionar tu pensamiento más allá de las cajas de resonancia de las redes sociales o los círculos de confianza que normalmente frecuentas. Hay una larga lista de fundaciones y asociaciones culturales, tertulias, foros de diálogo que seguramente se encuentren cerca de tu ciudad.
- Si eres prestador de servicios de formación o de consultoría hay algunas cosas que te pueden ayudar a saber si la estás cagando como profesional o si prestas un servicio honesto. Sabrás que no lo estás haciendo bien si mides tu éxito en función de indicadores exclusivamente cuantitativos y no prioritariamente éticos; si te dedicas a trabajar agobiado por cosas accesorias y no a estar centrado en lo importante para el cliente y para tí; y por último sabrás igualmente que la estás cagando si cada vez que te preguntas si molestas o incomodas a todo tipo de gente te respondes que NO. Caer bien a todo el mundo no es tu trabajo, tu trabajo es hacer que aprendan a solucionar sus problemas y valerse por sí mismos. Si tampoco logras esto último y solo generas clientes dependientes, míratelo bien, puede que tengas que cambiar de enfoque.
- Recomiendo también si eres contratante de servicios entender cómo contratar la ayuda al cambio cultural de tu organización desde el entendimiento de las diferentes disciplinas y profesiones del cambio. Tener esta información antes de iniciar cualquier acción de cambio significativo en tu empresa puede ser determinante.
- Programas formativos que sean diferentes. No hay muchos, he de ser sincero. Hace unos días hablaba con una compañera de la dificulta de encontrar alternativas auténticas a este atolladero moral. Personalmente he de recomendar aquello que creé durante años con mucho esfuerzo para salir de este circulo vicioso de la formación convencional. Hablo de TRAINING DAYS, un programa ambicioso inspirado en el afán del conocimiento y el aprendizaje ilustrados que queda lejos y completamente curado de todas estas mierdas.
Espero de corazón que este artículo te haya resultado útil. Gracias por tu atención.
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Consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y solicita más información a david.criado@vorpalina.com
Últimos días para matricularte en la 4ª edición online del programa TRAINING DAYS que comienza en Marzo de 2024, una oportunidad única para conformar criterio propio, amueblar tu cabeza y adquirir perspectiva sobre todo lo que importa en esta vida.
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por David Criado | Jul 25, 2023 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO
«Pensé VOY A MORIR pero me dije IMPOSIBLE, VOY A NATURHOUSE'»
maestro Raúl Cimas
Hoy hablaré de nuestro tiempo. Lo haré desde el sentido del humor y el compromiso. Trataré de pintar un retrato lo más certero posible de nuestra época, ese conjunto de realidades cada vez más crudas en lo económico y cada vez más fragmentadas y egoistas en lo relacional. En esta sangría continua que destila un hercúleo torrente de desilusión, ansiedad, parálisis, desengaño, pérdida de esperanza y agotamiento, me dedico -como recomienda el maestro Cadenas- a florecer en el abismo.
Este extenso artículo incluye los siguientes apartados:
- Cambio de ciclo histórico
- Apóstoles de la confusión masiva
- Personas distraídas
- Empresas muy perdidas y profesionales de apoyo mediocres
- Ética del inadaptado
Hace tiempo escribí dos artículos en estrecha relación con este que lees: La práctica de lo complejo frente a la tormenta perfecta y también en la misma línea Por qué parece que el mundo se va a la mierda. Ambos artículos planteaban una descripción de nuestro tiempo desde un nivel muy macro. Sirva el presente texto para completar esta visión en lo más inmediato y cercano.
Comenzamos.
CAMBIO DE CICLO HISTÓRICO
Creo que vivimos una época de plena decadencia caracterizada por procesos intensivos de psicologización, aceleración, atomización, victimización y evasión de la realidad. No pasa nada por reconocerlo. Hay épocas fértiles y provechosas en la historia del desarrollo de la humanidad y épocas que son lo más parecido a un pozo negro. Y pese a fuegos artificiales tecnológicos y apariencias de progreso económico, vivimos un tiempo lamentable en términos éticos. A nadie se le escapa que esta época es una crisis continua, el claro declive o la resaca de tiempos anteriores, un tiempo de clara transición en el que estamos pagando una a una y de repente las consecuencias tardías de la Edad Moderna.
El problema de nuestro tiempo es que la realidad cotidiana de nuestras vidas (eso que alguien llamó la historia presente) se escribe por omisión y dejadez y no por acción o compromiso. Ocupadas en una enorme cantidad de distracciones ideológicas, culturales y ostentatorias (bendito Veblen), la mayoría de personas ha perdido la conexión y la referencia de las cosas verdaderamente importantes. Hace años me preguntaba por qué lo que digo y hago despertaba una atención creciente. Ahora ya no tengo duda: resulto interesante porque el sentido de la realidad más básica es hoy apenas un vestigio residual de un tiempo pretérito. Lo que digo y hago a diario le resulta cada vez más interesante a la gente porque la uniformidad social es cada vez mayor y la ética del inadaptado se convierte en algo curioso en consecuencia.
Vivimos un cambio de ciclo histórico fundado en el declive de un modelo de relaciones socioeconómico que resulta ya insostenible y que lleva 2 décadas devorándose a sí mismo. Quizás sea bueno echar un breve vistazo a la historia reciente de los últimos 150 años para darnos cuenta de que todo lo que estamos viviendo y vamos a vivir en adelante, es la consecuencia de un sueño irreal del que empezamos a despertarnos:
En las décadas de 1870, 1880 y 1890 los inventos técnico-científicos y los descubrimientos inéditos en la transformación de la energía en trabajo productivo, contribuyeron a desarrollar una industria incipiente y desmedida que sentó las bases de un crecimiento urbano nunca antes visto. El modelo de macrociudades contaminantes nunca fue puesto en entredicho a tenor de los sucesivos e incuestionables logros humanos en la lucha contra el dolor de la vida, esto es, en el camino de la cura de enfermedades y el retraso de la muerte. Las mejoras en la higiene, el saneamiento, las comunicaciones, los transportes, la producción material en cadena, la distribución a escala de productos y servicios, y en general el acondicionamiento progresivo de las comunidades humanas urbanas como lugares de prosperidad realtiva, tenían como contrapunto un alejamiento cada vez más masivo de las personas respecto a los ritmos y ciclos naturales. Aunque unos pocos alertaron entonces de este peligro, la fiebre del progreso nos cegaba a todos en una escalada de competitividad por ser los más individualistas, nacionalistas y modernos.
Las décadas de 1900, 1910 y 1920 contribuyeron a la creación de las sociedades de masas y el consumo especulativo gracias entre otros factores al fuerte desarrollo industrial y las mejoras sustanciales en la producción, distribución y acceso a los alimentos.
La década de 1930 fue la verdadera resaca de toda la borrachera del repentino éxito anterior. Lo fue al más puro estilo de una pesadilla colectiva al término de la cual estalló la mayor guerra humana de toda la Historia, esa que enfrentó a todos contra todos, y dejó a la práctica totalidad del mundo occidental en ruinas salvo a los Estados Unidos de América, y a la práctica totalidad del mundo oriental en una especie de fiebre tiránica desmedida que generó sufrimiento, hambre y más guerra.
En las décadas de 1940, 1950 y 1960 las sucesivas evoluciones del keynesianismo habían dado lugar a la creación de estados del bienestar colectivos tras la rápida reconstrucción de las naciones heridas. Todo ello parecía prometer la lenta salida de la Humanidad de la pobreza y una reducción real de las desigualdades. Pintaba bien hasta que todo en las sociedades cambió.
En la década de 1970 comenzó la lenta decadencia de las grandes ideologías y el derribo programado de la Modernidad sin aportar alternativas factibles al malestar creciente.
A partir de la década de 1980 las sucesivas mutaciones del capitalismo financiero global, generaron una ficción momentánea de progreso que se prolongó a duras penas hasta la década de 1990.
Pero ya desde la década de 2000 estas dinámicas extractivistas y privativas, que favorecían el aumento del consumo al tiempo que desposeían a las personas de riqueza relativa, fueron potencialmente aceleradas por la emergencia de las tecnologías digitales en una espiral de crecimiento descontrolado que aumentó drásticamente nuestra capacidad destructiva del planeta afectando a la totalidad de las especies y poniendo en cuestión nuestro actual modelo de vida fundado en el deseo, el petróleo y en la deuda. Digamos que a partir del año 2000 el capitalismo financiero que nos había traído grandes progresos acelerados sin necesitar pensar en sus límites naturales, se topó con su propia frontera. No dejó de explotar el mundo natural y comenzó a explotar a gran escala la alta rentabilidad de nuestras emociones. La pérdida de la idea de verdad o la actual confusión que voy a retratar aquí responden a los nuevos canales de comunicación -o incomunicación- que nacen en esta época.
Solo entonces -es decir, solo desde hace unos años- comenzamos a escuchar a los que nos advertían del suicidio colectivo, comenzamos a darnos cuenta de que este sueño de 150 años -con episodios abruptos de pesadillas- ha sido en realidad un extenso preámbulo de todo lo que nos está ocurriendo y en adelante nos ocurrirá. Hablo de una concentración de la riqueza sin precedentes fruto de un empobrecimiento masivo por estancamiento salarial y ruptura del mercado de trabajo, hablo de una polarización social inédita desde las grandes guerras, hablo de una atomización de las personas que impide su movilización colectiva, hablo de una ruptura de las tradiciones y tiempos vinculados a los afectos, hablo de una emisión de moneda como nunca antes se ha visto, hablo de carestía de alimentos y pérdidas significativas del nivel de vida, y hablo sobre todo de una tiranía tecnológica acrítica que pone el destino de la humanidad en la mano de 4 o 5 discapacitados morales.
El propio mercado (la dinámica acrítica y productiva empresarial), incapaz de remediar su propia ambición de crecimiento exponencial continuo, se ha pasado las últimas décadas favoreciendo una precarización social bajo la aspiración insaciable de mayores beneficios. De acuerdo a una encuesta realizada a 10.000 personas de entre 16 y 25 años en 10 países, la revista científica The Lancet concluyó que el 45% de la población encuestada se sentía emocionalmente afectada por la destrucción medioambiental continua, el 56% daba por hecho que «la humanidad está condenada», y el 66% consideró directamente que el «futuro es aterrador». Los colegios de psicólogos de varios países occidentales han elaborado manuales de recomendación para abordar posibles patologías vinculadas a la ansiedad climática o lo que se ha denominado ecoansiedad. Las emociones asociadas a la ecoansiedad se mueven en el arco incapacitante que va de la indignación y la tristeza al enfado, la impotencia, la desesperanza o la resignación, según Javier Garcés Prieto, presidente de la Asociación Española de Estudios Psicológicos y Sociales.
En resumidas cuentas, lector o lectora, vives en una época clave en la que todo está mutando.
APÓSTOLES DE LA CONFUSIÓN MASIVA
Desde mi castillo de paz contemplo la dispersión masiva. Me veo a menudo hablando con personas y observándoles como si fueran extraterrestres. A mi sensación ya histórica de sentirme fuera de lugar, se une ahora la certeza de que la estupidez -que siempre había permanecido como algo cotidiano pero controlado- cumple ya una función normativa y hegemónica. En su ánimo de salir adelante tratando de combinar infructuosamente el sistema de valores heredado y la emergencia de nuevos símbolos, convenciones y referencias, la persona posmoderna se halla indefensa en una situación de vulnerabilidad constante de la que presume por medio de un ambivalente comportamiento: de un lado la persona no para de compartir su opinión de mierda, y de otro huye de la verdad de su vida a través de continuos «postureos».
Por un lado casi todo el mundo tiene una opinión de todo pero casi nadie tiene un compromiso con algo. Por otro lado las personas que no tienen nada que decir son las que más hablan porque son las que mejor distraen. Estas personas, grandes apóstoles de la confusión masiva, son prescriptores de discursos totalizantes y aborrecen los matices. Reconozcamos que vivimos en un tiempo en el que lo que más predomina es el ruido y la basura. Ante tal océano de mierda, la persona posmoderna se abandona al primer predicador o el más llamativo profeta en una batalla por la atención sin tregua en la que cada individuo es un vendedor obtuso y vergonzoso de sí mismo. Todo esto genera el caldo de cultivo perfecto para una nueva cultura de consumo del mundo fundada en la alienación continua y la destrucción del tejido social.
PERSONAS DISTRAÍDAS
Las personas andan distraidas. Confunden a diario lo superfluo con lo importante, su voluntad con la Vida. En esa especie de búsqueda que jamás termina, veo a cientos de personas sufrir constantemente. Pican de un sitio y de otro, recorren atajos sin salida, compran tal o cual relato. Ante este magma continuo de confusión, trato de mantenerme al margen del foco de atención del mundo y habito las pequeñas cosas: el estado de ánimo de uno, las lágrimas inconsolables de otra, la búsqueda infinita de amor sin compromiso de otra, las ganas de vivir sin trabajar de aquel, la alegría estacional de este, el sexo vacío de tal o cual persona, la mentira constante de unos o la aplastante verdad de otros.
Comerás comida BIO etiquetada altamente cara y medianamente natural y saludable por la que hace solo 1 generación todo el mundo a tu alrededor pagaba la mitad porque simplemente se llamaba «comida normal», comerás insectos para que otros puedan comer carne y pescado, te ducharás con agua fría, ganarás lo justo para consumir el suficiente número de gilipolleces innecesarias que hacen rico a otro, no leerás un solo libro y repetirás opiniones adulteradas y frases de autoayuda y divulgación vertidas en mil podcasts, deambularás y comprarás una moda ideológica y la siguiente porque no tendrás criterio, votarás por miedo a la menos horrible de las opciones políticas sin involucrarte en ellas, irás al gimnasio para sentirte bien con tu cuerpo porque tu alma ha sido desahuciada, «trabajarás» tus emociones con ayuda de un terapeuta o un limpiador de conciencias para soportar la sociedad de mierda a la que contribuyes, la mitad de tu vocabulario será inglés, escucharás música vulgar con mensajes idiotizantes y vejatorios, emprenderás un negocio convencido de tu propia heroicidad asumiendo un riesgo tremendamente alto sin emitir ninguna queja ni sindicarte, puede que nunca te jubiles ni descanses pero pondrás la lavadora a las 3 de la mañana, la calefacción a 17° y el aire acondicionado a 32 para saberte alguien ecológico, irás encantado a trabajar en bici, no tendrás familia pero sí mascotas, tu mente habrá pasado toda una vida soñando con un amor que nunca llega mientras tu cuerpo se entretiene alquilando el cuerpo de otros, vivirás sin propiedad en un zulo coqueto alimentando el patrimonio y la calidad de vida de otro, fluirás de género para encontrarte, utilizarás lenguaje inclusivo porque eres abierto y tolerante, te conectarás a mi aplicación móvil y ganaré dinero con todo lo que haces, no tendrás nada pero dirás que es una elección de vida propia porque eres estoico, envejecerás solo y con cada vez menos amigos y personas a las que les importes, verás películas a la carta en tu televisor y tomarás todas tus decisiones en función de aquello que resulta más rápido o barato, socializarás a través de una pantalla, habrás viajado por el mundo entero sin sentirte parte de ningún lugar, comprarás las últimas mierdas electrónicas que pronto caducarán solo para sentirte bien y al día, querrás vivir eternamente y congelarás tus neuronas porque te importa un huevo el ciclo de la vida y quieres vivir eternamente, serás la abuela de tu hijo y el padre de tu gato, huirás continuamente del esfuerzo y el dolor, te convencerás de que tu vida es maravillosa, y aunque cada año que pase estés más y más podrido darás charlas motivacionales diciendo que eres feliz. Pero al final de cada día de tu vida -tal y como si fueras el viejo Prometeo- no podrás escapar de las consecuencias de tus actos y llegará siempre un momento justo antes de dormir en el que te pares un segundo a pensar en tu vida y te sepas completamente solo y vacío. Trata de curar entonces esa profunda y enorme herida con dinero, con profetas o con tecnología, y luego vienes y me dices qué tal ha ido. O mejor dicho, comienza a vivir de forma diferente…
Aprende a combatir la homeopatía intelectual, la compra compulsiva de discursos simplistas, de obras de divulgación que son sobre todo obras de vulgarización. Aprende a peregrinar a las fuentes, bebe del manantial eterno de la sabiduría sin sentir la necesidad de simplificarla ni el impulso lascivo y adormecedor de comer a dos manos la digestión de otros.
Recuerda el maestro William Blake que «el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduria». Hace ahora 29 años falleció el maestro Charles Bukowski. Su vida fue devorada por la inmensa sombra del antihéroe y eterno vagabundo Henry Chinaski. Hank siguió con dignidad y sucio realismo la senda del perdedor hasta su muerte. Su epitafio reza: NO LO INTENTES. Genial máxima de vida que hoy incumplimos a diario. Pareciera que nuestro tiempo es el lugar cronológico donde se suceden hasta el infinito los intentos. Nadie mantiene bien ni finaliza nada porque lo único que todos hacemos es intentarlo. Comenzamos infinitas acciones que jamás concluyen y que en todo momento se interrumpen. Y en esta dispersión continua perdemos día a día nuestras vidas.
Otro epitafio que resume por completo la condición humana me viene hoy a la memoria. Es el del Martinus von Biberach, aquel teólogo que murió allá en 1498. En su tumba reza una inscripción: «Vivo pero no se por cuánto tiempo / Moriré pero no se cuándo. / Voy y generalmente no se hacia adonde / Me pregunto si soy feliz» Si las personas con las que hablamos a diario fueran sinceras, reconocerían que su vida no dista mucho de este antiguo epitafio. El problema hoy es que casi todo el mundo presume de lo contrario.
Veo a muchos chavales con alergia al dolor y la tragedia y con adicción al placer y la risa. Viven distraídos, desmoralizados e insatisfechos. Son pasto de sofistas. Veamos que enseña el maestro Aristóteles sobre todo esto: La vida consiste ante todo en aprender a afrontar el dolor. Quien teme el dolor, aleja la vida; quien lo afronta, la multiplica. Educarse es saber dolerse bien. Todo dolor es una lección. Aprendemos también o sobre todo cuando sufrimos. Abrazar una vida despreocupada en la que huimos continuamente del dolor, no solo no nos ayuda a superarlo sino que lo atrae con más. fuerza Precisamente porque los jóvenes occidentales o del norte temen sufrir, los jóvenes orientales o del sur sufren por ellos e incluso aquellos mismos acabarán finalmente sufriendo.
Una buena educación consiste en aprender a filtrar las emociones morales y sociales para que lo bueno genere placer y compasión y lo malo provoque temor y rechazo. Para distinguir una cosa de la otra hay que aprender a vivir el dolor, a sentirlo y superarlo. Si no hacemos esto, confundiremos nuestras emociones sociales y creceremos adorando lo malo para nosotros mismos y los demás, y rechazando y alejando de nosotros lo bueno. Quien teme el dolor no se compromete. Quien huye del dolor se convierte en víctima de sí mismo. LONG LIFE TO DISLIKE. Al crear generaciones de personas que solo buscan satisfacer sus deseos y viven para lo que quieren, multiplicamos sociedades que solo perfeccionan la manera de herirse a sí mismas. Lo que no me gusta me fortalece, pero si vivo evitando lo que no me gusta, si huyo de ello y lo cancelo, alejo de mí el aprendizaje y por tanto alejo de mí la vida. El modelo de la virtud de la polis griega no era el honor o la satisfacción propia subjetiva (manipulable y relativa), sino el bien común objetivo (compartido y cívico). Aprender a afrontar el dolor es aprender a recibirlo y gestionarlo, y no a obviarlo o negarlo. Nunca alcanzarás la satisfacción si solo persigues tu interés y deseo propios. Siendo rico de tí mismo serás inmensamente pobre de todo lo demás.
Convive a diario y con valentía con la oscura noche del alma. A lo largo de la historia de las culturas humanas ha existido una forma recurrente y simbólica de expresar momentos de tránsito y dolor en la vida de toda persona. Desde el comienzo de los tiempos rapsodas, cronistas y poetas de todas las épocas y todas las latitudes se han referido al afrontamiento periódico del abismo como la larga noche o la noche oscura del alma. Contra la luz del fuego que ilumina nuestra alma y como complemento a la sensación de refugio que nos abraza (focus es foco pero también es hogar), una gran sombra se cierne cada cierto tiempo sobre nuestra vida cuando experimentamos el vértigo existencial. Esa certeza consciente de la soledad cósmica nos envuelve hasta creernos solos y a menudo nos abandonamos a su suerte.
Podría determinarse la entereza de una sociedad o incluso de una época por la medida en la que sus habitantes no necesitan negar, ocultar o dar la espalda a cada una de sus sombras. Pero se diría que nuestra época se caracteriza por la alergia o la huida del dolor. En términos jungianos hemos dejado de enfrentarnos a nuestras sombras, así que el inconsciente personal aflora, se fortalece y aumenta. No convivimos con ellas sino que las negamos y así ampliamos nuestra herida. Cuando esa herida se convierte en colectiva se hace parte de nuestra condición y ni los 7 sabios de Grecia pueden apaciguar ese dolor.
Dice el maestro Bukowski que llegado a un determinado momento de la vida, todo se repite una y otra vez. A estas alturas de mi vida he vivido varias veces con larga y profunda intensidad esa oscura noche del alma que describía el maestro Juan de la Cruz en su largo cautiverio. Tras este amplio y dilatado bagaje, de manera totalmente imprevista sigo vivo. Al empezar y terminar el día educo mi esperanza y entre medias cuido y alimento mi sensibilidad. De los retazos de cuanto fui construyo fortaleza, de las ruinas de cuanto quise insisto en querer de nuevo. Hago uso de todo tipo de estímulos culturales y artísticos para disciplinar mi esperanza. Oriento cada interacción humana al logro de un único objetivo: no huir del dolor ni dar la espalda a la vida.
EMPRESAS MUY PERDIDAS y PROFESIONALES DE APOYO MEDIOCRES
Hace tiempo abandoné el territorio de los ideales inasibles y las expectativas suicidas, y toda mi actividad se centra en fomentar el pragmatismo empresarial ilustrado. Con tristeza reconoceré aquí algo doloroso… Tras varias décadas de vida y más de dos décadas de experiencia como profesional amanezco a la claridad meridiana de 2 hechos: El nivel de la prestación de servicios de cambio empresarial me parece tremendamente bajo y a menudo me resulta horrible. Podría tirarme días hablando de esto con ejemplos infinitos que vivo a diario pero me limitaré a resumir mi tesis: la mayoría de personas que acuden a ayudar o apoyar a las empresas, las hunden todavía más en la mierda y cuando se van no suelen haber logrado nada. Así de sencillo.
El panorama profesional de los prestadores de servicios de consultoría y acompañamiento al cambio me parece a menudo desolador. Más allá de la infinidad de veces que las personas sin ideas, criterio o iniciativa han tratado de copiarme sin éxito, la mayoría de profesionales del cambio que conozco no ve más allá de la ciega militancia metodológica, el solucionismo simplificador de los libros de autoayuda, la ridicula y limitante jerga de los mal llamados libros de pensamiento empresarial, o la pobreza intelectual de las citas robadas o las ideas extraídas de charlas aspiracionales. Estoy muy acostumbrado a trabajar con clientes que me dicen que jamás habían vivido con ningún otro profesional una experiencia parecida a la que padecen y disfrutan conmigo. Y de verás no hago nada extraordinario, tan solo mantengo mi sensatez y educo a otras personas que toman decisiones para que la mantengan. Vivo de lo que ninguna otra persona quiere o sabe hacer. Allá donde nadie llega, voy. A menudo me siento aguantando lo que podría llamarse la última línea de batalla. Los resultados hasta hoy son magníficos, no podría estar más contento, pese a que otra realidad condiciona el cambio empresarial…
La mayoría de decisores empresariales no quiere ningún cambio significativo a priori: Aunque lo manifiesten una y otra vez en las reuniones previas o de manera declarativa en las presentaciones, las personas que toman decisiones importantes en las empresas no están preparadas para aceptar las consecuencias de los cambios que creen abanderar. En realidad, al contratante del cambio le gusta contratar sobre todo juegos pirotécnicos, distracciones eventuales de una realidad que al término de mi trabajo a menudo siempre vuelve a ser más de lo mismo. ¿Cómo consigo entonces que las cosas cambien en aquellos clientes a los que voy? Con mucha paciencia y empatía, sin condescendencia ni prisa, aceptando los tiempos de la gente y trabajando no sobre formulaciones de cambio posible sino sobre oportunidades de cambio real. Es sorprendente la cantidad de cosas que uno consigue cuando se limita a dejar que las cosas caigan por su propio peso sin forzarlas.
Por ambos motivos: empresas muy perdidas y profesionales de apoyo a menudo mediocres, es oficial desde hace años -pero la pandemia subrayó esta evidencia- que el mundo empresarial ha perdido el norte. Ya no es tan solo la forma acrítica de enfrentar el mundo que era, sino que además se ha convertido en un hacedor continuo de imprevisibles tempestades. Hace poco traté de condensar en un breve artículo mi visión sobre el recorrido histórico y el momento actual de las empresas: son el problema y a la vez la solución.
Me he logrado mantener al margen de las diferentes verbenas y chiringuitos de postureo empresarial y no he necesitado comprar por completo ningún discurso aspiracional ni idiotizante. Conservo una visión crítica del «pensamiento empresarial» y dedico gran parte de mi vida a desmontarlo favoreciendo que las empresas obtengan beneficios sin necesitar destruir el contexto sobre el que se proyectan. Me mantienen vivo mi espíritu de resistencia y mis convicciones. Rondo ya las 18.000 horas de acompañamiento a personas y equipos tras haber realizado 27.000 horas de consultoría previamente. Tengo el culo pelado de aguantar gilipolleces y afrontar problemas del tamaño del Gran Capitán de Yosemite. Por decirlo de algún modo, he visto empresas ardiendo más allá de Orión. Dedico mucho tiempo a la lectura desde hace años en una época en la que casi todo el mundo vive sin leer absolutamente nada o sucedáneos de reflexiones. Leo una media de 300 páginas al día. Mi lectura barre una gran cantidad de materias y ámbitos de estudio que me proveen de una visión en perspectiva que va más allá de las fórmulas de recurrencia empresarial que todo el mundo utiliza.
ÉTICA DEL INADAPTADO
Es la última escena de Zorba. Se aproxima a su jefe tras el desastre. Lo han perdido todo y solo quedan ellos dos sentados en el suelo. El viejo griego se aproxima al muchacho y le dice: «Caramba, jefe, le aprecio demasiado para no decirlo. Usted lo tiene todo menos una cosa: locura. Y el hombre tiene que estar un poco loco porque sino nunca se atreve a cortar la cuerda y ser libre.» El muchacho sonríe, se levanta y ordena al viejo que le enseñe a bailar. Así comienza la vida de toda persona interesante. En ella resuenan las palabras de la novela del maestro Kazantzakis (1946): «Una vez más sonó dentro de mí el terrible aviso de que sólo hay una vida para todos los hombres, que no hay otra y que todo lo que se puede disfrutar hay que disfrutarlo aquí. En la eternidad no se nos dará otra oportunidad.» Ese espíritu dionisiaco y hedonista encerrado en un cuerpo mortal no pretende sobrevivir a la propia vida -que es lo que hoy todo el mundo parece pretender- sino que vive cada día para entregarse a ella.
Decía el maestro Krisnamurti que parece buena señal sentirse completamente adaptado a una sociedad profundamente enferma. Si estoy en el despacho de cuando en cuando miro a través de la ventana. Puede que suene Horowitz de fondo invadido por las lágrimas o Rubinstein matice el tercero de Beethoven o tal vez comiencen a sonar los primeros compases de la Pastoral y mi alma entonces bautice este planeta. También puede que un silencio abismal envuelva todo el espacio para saberme solo y que entonces la luz tenue de la libreria ejerza de faro. A este lado del cristal repito unos versos de Colinas o tomo notas de un detalle minúsculo de la historia con el ánimo de componer y sanar la Gran Herida. Al otro lado del reflejo las personas van de un lado a otro en la avenida. Todas ellas se ignoran y siguen con su ajetreada vida, se las ve caminar pensando siempre en otra cosa, siendo un buen tempo para el ruido. Ignoran que aquí arriba en la atalaya vive un completo inadaptado, una persona tranquila a la que el resto de personas le piden respuestas.
Llevo décadas en modo avión. Lo más habitual es que me sienta fuera de contexto o cobertura, en otra frecuencia, en una época distinta. Siento -supongo que siempre lo he sentido- que soy en todos los aspectos un ser extemporáneo, eso que los adaptados suelen llamar un tipo raro. De algún modo hace tiempo interioricé que yo vine a este mundo para contener la estupidez humana y no para sobrevivir multiplicándola. A medida que pasan los años estoy más lejos de aquello en lo que casi todo el mundo invierte su vida, su tiempo y su energía. Cuanto considera importante o urgente la mayor parte de individuos de mi especie hoy en día, suele parecerme irrelevante. Hablo otro lenguaje, vivo otra vida porque sencillamente el sistema de coordenadas no es el mismo. Mientras la lente de mi cámara vital realiza fotografías panorámicas con un gran angular de dificil mantenimiento, casi todo el mundo vive de una sucesión continua de fotografías milimétricas hechas con el mismo teleobjetivo.
Conservo -no sin esfuerzo- algunos rituales para tomar el pulso al ruido y la agitación masivos. Con el simple ánimo de poder combatirlas, permanezco al tanto de las últimas gilipolleces de mi especie. Se suceden en forma de modas, atenciones pasajeras y distracciones continuas. Participo en algunos encuentros cuyos temas de debate me dejan estupefacto, acudo a tal o cual presentación de un libro que a menudo suele ser insulso, y expongo a menudo pensamientos en un par de cajas de resonancia digitales. Trato de mantener una firme rebeldía inasequible al hambre de reconocimiento o a la mera exhibición.
Sin excepción todos los días compruebo que seguimos recorriendo el territorio de la vida en una dirección completamente equivocada. Erramos en la brújula y el mapa. El error es ya tan inmediato, palpable y evidente que ya nadie invierte tiempo en justificar sus actos o negarlos. Hemos pasado directamente a actuar sin escrúpulos. El sinsentido ya es tan grande que tiene consecuencias afectivas, vitales, psicológicas y humanas que todos observamos a diario. La sociedad acelerada y convulsa marca sus peajes e impone sus propias ruinas. Sentirse ligeramente bien tras examinar honesta y sinceramente la propia vida, es hoy en día un acto heroico.
Hablo con decenas de personas a la semana de lo que probablemente algunas no hablan con nadie. Sin excepción en la práctica totalidad de casos no hay nadie al volante. Así que vivo para respetar a otros desde el profundo cuestionamiento de lo que sienten o piensan. Y en esta suerte de extravagancia continua, en este ejercicio de inconformismo satisfecho, paso largas horas en completa soledad. La gente me llama y no respondo, me pincha y no sangro, me provoca y no reacciono. Una vida fuera de cobertura garantiza cierta capacidad de distancia y perspectiva sobre casi todas las cosas.
Hace 5102 años un texto mitológico consignó en palabras el inicio de nuestra época. Cuenta el Mahabarata que en el año 2025 de la era común concluirá el gran ciclo humano del Kali Yuga, un ciclo que habrá durado 5.000 años desde su comienzo. Durante esos 5 milenios los seres humanos habremos teñido de negro el alma del mundo, y ya en las últimas décadas previas a 2025 la virtud del hombre habrá ido reduciéndose tanto que comenzará a parecer algo imperceptible. ¿Qué vendrá ahora? podríamos preguntarnos. El Mahabarata responde que sucederán algunas catástrofes, que el ser humano sumido durante siglos en la ignorancia de su deseo vivirá un tiempo de transición y penitencia. ¿Quién sabe? Puede que el anciano que escribió aquel texto esté en lo cierto, pero también puede que no. Mi compromiso constante reside en mi lealtad absoluta a la voluntad de cambio y mejora de las personas y las empresas. En ello llevo ya varias décadas. Y las que me quedan.
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por David Criado | Ene 24, 2023 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO
“No hay verdad más profunda que la vida”
maestra Raquel Lanseros
En este artículo trataré de sentar las bases del acompañamiento al cambio como disciplina y expondré de manera ordenada los diferentes oficios y vocaciones asociados. Hablaré a partir de ahora de la disciplina del cambio y la disciplina del acompañamiento al cambio indistintamente refiriéndome siempre a una misma idea. Pretendo aproximar de manera ordenada al no iniciado a una disciplina en la que he desempeñado diferentes roles y oficios durante todos estos años. Mi aproximación al mundo del cambio intenta ser ilustrada y abierta, por lo que compartiré los fundamentos del acompañamiento al cambio desde esta mirada. Además ayudo a mejorar la realidad de otros en un entorno concreto, el mundo empresarial y laboral, y esto influirá en todo cuanto hoy compartiré.
El mayor enemigo siempre es la confusión. Con criterio, foco y tranquilidad de espíritu, créeme, todo es posible. Las antiguas calzadas romanas incluían rodaduras a varios metros de distancia del empedrado. Cumplían una triple función: Alertaban de asaltos imprevistos, impedían el acceso de vehículos no controlados y favorecían una visión panorámica del terreno. Es una verdadera pena -y una suerte bastante divertida- que la vida no sea como las calzadas romanas y a menudo los caminos a recorrer no sean tan claros y eternos como aquellos.
Sirva este artículo para proponer una organización tentativa del mundo del acompañamiento al cambio, un terreno lleno de caminos y abordajes a menudo desconcertantes para quien se aproxima a ellos, un cosmos profesional tan diverso y lleno de matices en el que a menudo resulta complicado manejar un mismo lenguaje y unas mismas bases o referencias. Ojalá este texto contribuya a poner claridad donde todo el mundo siembra confusión.
Este artículo tendrá los siguientes apartados:
- La disciplina del cambio
- Oficios, ámbitos y enfoques de cambio
- Roles en un proceso de cambio
Comenzamos.
LA DISCIPLINA DEL CAMBIO
Mi comprensión del cambio es extemporánea, anómala e infrecuente. Para el resto del mundo el cambio es un concepto abstracto y genérico, para mí el cambio es un concepto universal concreto que ha sido estudiado durante siglos por una enorme cantidad de maestros, escuelas y saberes. A mis ojos el cambio es una realidad fenoménica, esto es, una estructura de la experiencia humana que es universal y continua. Dicha estructura por tanto se repite una y otra vez a lo largo de la historia cultural humana, de la propia vida de cada persona (y organismo) y se manifiesta en todo tipo de interacciones observables de las que siempre es posible extraer aprendizajes.
Desde un punto de vista descriptivo, el cambio se concreta en el tropos del viaje en su doble vertiente físico-biológica de movimiento entre lugares, realidades o estados (la visión de Heráclito), y épico-cultural de aventura exploratoria o afrontamiento de lo desconocido (la visión de Homero). Dos formas conceptuales del cambio son el acto de la transición (personal, social, política) y el proceso de la metamorfosis (a partir de la cual un organismo muta o se transforma en otro dotado de nuevas características y habilidades). De estas primeras aproximaciones al cambio podemos ya deducir que la apreciación sensitiva y la traducción intelectual del cambio se han venido realizando durante siglos a través de las diferentes artes líricas, escultóricas o arquitectónicas que todos conocemos. El cambio además ha sido el eje central del estudio de todo el pensamiento religioso desde sus orígenes y ha ocupado cientos de miles de páginas en la obra de grandes mentes filosóficas y científicas de todo tiempo. Como práctica, la disciplina del cambio está así íntimamente ligada al estudio y el aprendizaje sistemático de la propia vida y ninguna persona puede disociarse o abstraerse del cambio porque siempre es parte de él. En este hecho innegable reside la tremenda utilidad que tiene el estudio de los principios, procesos, dinámicas y comportamientos del cambio.
Como experiencia universal concreta, la disciplina del cambio es una disciplina transversal que actúa como catalizador natural de disciplinas de estudio verticales o tradicionales. En el oficio de acompañamiento al cambio en el que desempeño mi actividad desde hace años (la facilitación del cambio cultural y significativo de empresas) caben por ejemplo consultores estratégicos, consultores sistémicos, expertos en complejidad aplicada, apóstoles metodológicos, psicólogos sociales y/o organizacionales, psicoterapeutas sistémicos, antropólogos sociales y culturales, sociólogos de la empresa, filósofos morales y/o políticos, filósofos de la complejidad, biólogos y ecólogos de sistemas, físicos de sistemas,…
Sin entrar en muchos detalles y para entender por qué nos cuesta tanto articular, comprender y aceptar el cambio como una estructura de experiencia humana ineludible, es necesario comprender una divergencia histórica que ha marcado por completo la evolución de la Historia humana. Hace 2500 años como Humanidad tuvimos 2 opciones: Podíamos elegir la mirada idealista eléata (que luego normativizó Platón) sujeta a la comprensión de la vida desde la conquista de una verdad inmutable y fija, en una continua búsqueda de lo eterno y lo perfecto, cediendo la responsabilidad vital de nuestra experiencia a construcciones ideales colectivas e ideologías en continuo conflicto reactivo ante el cambio, que frecuentan lo que el maestro Levinas diagnosticó como la violencia de quien aspira sin descanso a la totalidad. O podíamos elegir un camino bien diferente: la mirada de la aceptación de Éfeso sujeta a una verdad fluida y mutable, apreciativa de las pequeñas cosas, fiel a la continua investigación y estudio de lo contingente, comprometida con la autocrítica y la asunción de responsabilidad propia, renuente a esa aspiración obsesiva hacia la trascendencia y la totalidad. A lo primero le dedicamos 2300 años. En lo segundo llevamos solo 200. Y se nota.
Ni qué decir tiene que la disciplina del cambio, como cualquier otra disciplina, está vinculada a las ideas de esfuerzo, desempeño y maestría. Esto quiere decir que se puede abordar de manera sistemática y ordenada el estudio y la práctica del cambio. Una panoplia enriquecedora de disciplinas y saberes pueden reunirse en una síntesis ordenada de conocimiento susceptible de ser empleada para fines y aplicaciones prácticas muy diversos. Denomino maestros del cambio a personas de campos y andamiajes intelectuales muy diversos que se dedican profesionalmente a ámbitos como la arquitectura, el pensamiento político, la filosofía moral, la psicología, la sociología, la historia, la antropología, el pensamiento empresarial,…
Suelo hablar, seguir y dialogar con personas de todos estos ámbitos dado que todas ellas suman y contribuyen a la disciplina del cambio desde sus respectivos abordajes. Quizás esta sea una cualidad esencial del cambio: carece de fronteras, porque por su propia naturaleza se define mejor en la dinámica de proceso vivo que en la dinámica estática de origen y resultado. Así, como universal concreto, el cambio se presta a encontrar fuentes de referencia y anclajes en una gran variedad de disciplinas útiles para poder acompañar todo proceso de cambio desde la experiencia y aprendizaje acumulados a lo largo de la Historia del pensamiento humano, desde la realidad atendida y desde la propia experiencia vital del profesional o agente de cambio.
Como disciplina, el cambio abarca desde la transformación de la realidad de una persona hasta el cambio sistémico de grandes realidades colectivas, desde el cambio de una sola persona al cambio de un vecindario, una ciudad, una empresa o una sociedad entera. La creación de una escuela de aprendizaje continuo como TRAINING DAYS Academy ha estado siempre íntimamente relacionada con este entendimiento abarcativo del cambio.
OFICIOS, ÁMBITOS Y ENFOQUES DE CAMBIO
Es un profesional del cambio toda persona que tiene como eje central de su actividad profesional el acompañamiento de cambios conscientes, intencionales o deseados de personas a las que guía con apoyo de su conocimiento y experiencia; que además honra el rigor intelectual y el trabajo de los profesionales de las ciencias y humanidades de las que se nutre; y que por último posee un compromiso honesto de servicio con las necesidades reales de las personas a las que sirve. El cambio, es decir la transformación de una realidad en otra, puede acompañarse desde disciplinas muy diversas. Más allá del papel que cada uno quiera jugar desde la defensa de su mirada y aproximación o desde la aproximación disciplinar de colegios profesionales y académicos, considero necesario ampliar nuestra mirada y entender el cambio desde una perspectiva multidisciplinar en la que los límites del servicio quedan fijados por una deontología profesional compartida y la suma de los aprendizajes derivados de la práctica y el diálogo interdisciplinares.
LOS OFICIOS DEL CAMBIO: He querido ofrecer una organización gráfica que te permita ordenar ideas sobre los diferentes oficios y vocaciones de cambio. Una primera aproximación a la disciplina del cambio tiene que ver con la duración y el alcance de los diferentes servicios prestados. Hablo en definitiva del nivel de expectativa que puede tenerse de cada profesional y del despliegue de habilidades concretas para cada uno de los oficios. Todo ello es tremendamente importante para los contratantes del cambio que deben evaluar el tiempo y esfuerzos que quieren invertir en su cambio:
Además del alcance y la duración de los diferentes oficios y vocaciones del cambio resulta muy útil entender sobre qué ámbito de cambio (cultura, personas o procesos) se proyecta cada práctica. Dado que todas las vocaciones caben y son necesarias, es bueno distinguir para qué nos resulta útil cada una de ellas y qué podemos contratar.
CULTURA: Para entender qué es la cultura de una organización o un grupo de personas es necesario estudiar disciplinas que nos dotan de conocimiento sobre lo simbólico compartido y lo colectivo instrumental. Entre ellas destaco sin duda la antropología, la sociología, la filosofía y la historia. En otros artículos ya definí qué es la cultura de una organización y la manera de comenzar a liderar un cambio cultural en tu organización. Esta casa que es la tuya alberga decenas de artículos sobre cambio cultural porque es precisamente el oficio al que más nos dedicamos en vorpalina dentro de la disciplina del acomopañamiento al cambio.
PERSONAS: El acompañamiento al cambio desde el ámbito de trabajo de las personas es un terreno rocoso y arduo de trabajo que requiere amplias dotes de paciencia y fe en el ser humano. No solo se trata de tener conocimientos para trasladar o desatascar situaciones, también es una cuestión de conformación del carácter que es indisociable de un buen servicio en estos ámbitos. El cambio desde el trabajo programático con personas incluye oficios como el acompañamiento individual, el de grupos, las convivencias o eventos puntuales de aprendizaje o el enfoque de consultoría artesana a medio caballo entre el QUÉ con foco en los procesos y el CÓMO con foco en las personas. La red de consultoría artesana es un complemento y una alternativa al modelo de consultoría estándar que practican las grandes consultoras y que resulta a menudo útil en el campo de los procesos pero debastador en el de las personas. En mi caso particular durante mis primeros 10 años de carrera trabajé en éstas últimas y durante los últimos 10 años he abrazado el enfoque artesano que puedes conocer aquí.
PROCESOS: El acompañamiento al cambio de procesos es el que cuenta con más trayectoria histórica en la disciplina del cambio y tradicionalmente ha sido denominado Gestión del cambio por el pensamiento empresarial. A este ámbito pertenecen las diferentes fiebres y modas de servicio empresarial que se han ido sucediendo, desde la calidad, a la innovación, a la responsabilidad social corporativa. Por otro lado las master class, conferencias, formaciones o facilitaciones puntuales han existido desde siempre e incluyen un oficio, el del asesoramiento puntual o esporádico por parte de expertos que tiene una peculiaridad interesante en mi opinión: un buen experto asesor debe ser muy buen en su ámbito pero a la vez -como veremos- tener un enfoque integral y en perspectiva que le permita ver el bosque más allá de los árboles que él controla. Lo se bien porque durante muchos años realicé este oficio.
Resumamos todo lo anterior en este gráfico:
ENFOQUES DE ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO: Los diferentes oficios y vocaciones del acompañamiento al cambio pueden también clasificarse de acuerdo a 3 formas de aportar valor al cliente que suponen enfoques diferentes respecto a la realidad a la que sirven.
En primer lugar tenemos a profesionales cuyo valor reside en aportar un enfoque específico-técnico que da luz a los detalles que se atascan o permanecen oscuros en un cliente. Trabajan cambios desde la precisión y con arreglo a retos concretos desde sus respetivas especialidades o disciplinas verticales.
En segundo lugar encontramos a profesionales cuyo valor diferencial está relacionado con su enfoque relacional-efectivo muy centrado en lo humano, personas en definitiva que conectan con otras personas y les ayudan a satisfacer sus necesidades desde la orientación profesional.
En último lugar nos encontramos quienes habiendo realizado uno o más de los oficios anteriormente mencionados a lo largo de nuestra carrera, ofrecemos una aproximación al cambio desde un enfoque integral y en perspectiva capaz de sintetizar, contextualizar y responder a grandes retos complejos y pequeños detalles. Defiendo que a este último enfoque se llega -si es que se decide llegar a él como profesional- desde los otros 2 enfoques y desde una experiencia dilatada acompañando el cambio durante años. A mi entender resulta imposible acompañar el cambio cultural, sistémico o complejo de ninguna realidad o colectivo sin haberse batido el cobre y tenido amplio bagaje en alguno o varios del resto de oficios.
En el siguiente gráfico queda más claro:
ROLES EN UN PROCESO DE CAMBIO
Hemos estudiado por encima los diferentes oficios y vocaciones de acompañamiento al cambio, pero ¿Qué hay de los roles que entran en juego en todo proceso de cambio? Mi enfoque -que como he dicho suele ser integral en perspectiva- y que además trata de ser abierto e ilustrado hasta donde llego, está basado en demoler las tradicionales fronteras proveedor-cliente para favorecer cambios significativos alrededor de 3 roles que no he inventado yo dado que suelen emplearse como referencia moral y conductual de todo acompañamiento al cambio.
Me refiero al rol de CONTRATANTE DEL CAMBIO, al rol de PROPIETARIO DEL CAMBIO y al rol de FACILITADOR DEL CAMBIO. Es contratante quien financia la aventura. Pero es importante destacar que el contratante que descuelga el teléfono pidiendo ayuda para el cambio que desea lograr, no es el propietario del cambio, sino que lo es cada usuario al que va destinado y que debe participar en su ejecución. El lenguaje aquí es importante: nadie es usuario del cambio, todos son propietarios y responsables de él. Siempre diré que ningún cambio es posible sin la voluntad y responsabilidad de los que deben mantenerlo o impulsarlo desde dentro. Por último, los facilitadores del cambio guían y gobiernan el cambio, adoptan decisiones y son los encargados de situarse en el difícil equilibrio entre los intereses del contratante y las necesidades de los propietarios.
Veámoslo más claramente aquí:Cierro aquí este breve repaso al mundo del acompañamiento al cambio. Tienes decenas de artículos en el blog si quieres ampliar detalles, y siempre estoy a este lado para ayudar en lo que necesites 🙂
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por David Criado | Ene 14, 2023 | DESARROLLO PERSONAL
«Tengo la determinación de sacar algo bueno de cada catástrofe de mi vida.
Llegará el día en el que viaje por todo el mundo y conoceré
los nombres y los rostros de hombres, mujeres y niños.
Conoceré los giros en las carreteras y tendré tantos amigos
que será imposible contarlos, y aún así me sentiré sola
como me siento ahora, y seguiré deseando conocer
más rostros, nombres y ciudades.
Soy la buscadora perpetua»
maestra Patricia Highstmith
Pocas personas han retrado el alma humana con tanta precisión y certeza como el anciano sabio que encabeza este artículo. Llegará el día en que le agradezca adecuadamente todo cuanto le debo. Hoy toca otra cosa pero sirva su venerable imagen para ilustrar la esencia de lo que compartiré aquí.
Hay un artículo con el que todo empezó, un texto inagural que dio paso a la maravillosa travesía por el desierto que ha sido mi vida. ¿Quién diría que alguien como yo sobreviviría hasta hoy? Nadie, ni siquiera yo. Las buenas personas no caben en las grandes ciudades. Y aún así, resisto. ¡Cuánto me acuerdo a diario del maestro Robert Frost y de los 2 caminos que se bifurcan!
Cuando yo era niño en la casa de mis padres se compraba EL PAÍS los domingos al volver de misa. Por casualidades de la vida esta columna del maestro Manuel Vicent se publicó en la contraportada de este diario un domingo de 1994, de modo que este texto entró en mi casa aquel día. Yo tenía entonces 12 años.
Tomé el periódico, le di la vuelta buscando una nueva columna de Vicent y con atención leí el breve texto.
Aquel artículo hablaba de mí.
326 palabras, 2006 carácteres tipográficos impresos con tinta mala en la contraportada de un periódico.
326 palabras, 2006 carácteres que me daban esperanza.
Soy poco amigo de las epifanías. Me parecen mistificaciones forzadas que tratan de aportar sentido a una existencia natural que no necesita otra belleza que la vida misma. No creo que en la vida de nadie un solo instante cambie por completo su vida, más bien creo que nos convencemos de ello. Ahora bien, sí creo que determinados momentos en la vida de una persona marcan etapas clave de su desarrollo. Aquel domingo 16 de octubre de 1994 fue uno de esos momentos.
Siempre he tenido la impresión -y por desgracia a menudo la certeza- de ser un hombre inteligente y bueno rodeado de gente que a menudo me ha considerado ingenuo, idiota o idealista. Al menos hasta aquel día. Recuerdo que al final de aquel domingo, cuando todos habían ya leído el periódico, recorté la columna y la plastifiqué para conservarla. Tenía la manía de plastificar y forrar todo cuanto me conectaba con la vida con el ánimo incierto de convertir una sensación pasajera en algo eterno.
Con el tiempo estudié y trabajé, me hice adulto sin necesitad de olvidar este mensaje, tal y como el propio artículo pronostica que le sucede a todos los adultos. La completa rebeldía irreverente que ha supuesto haberme negado a convertirme en un puto gilipollas pragmático y desengañado, ha marcado toda mi vida.
Han pasado 30 años de aquel domingo y todavía recuerdo esa sensación de descubrimiento único. En estos 30 años me he hecho a mí mismo contra toda suerte de egoístas, reprimidos, amargados, desgraciados, miserables, reaccionarios y listos de la vida. He ayudado a decenas de personas a superar situaciones y problemas aparentemente irresolubles en principio. He salido adelante contra todo pronóstico y he tomado una larga sucesión de decisiones difíciles.
Le debo mucho a este artículo.
Y todas las personas que me disfrutaron, también.
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por David Criado | Ene 6, 2023 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
«El hombre, si quiere seguir siendo hombre, debe avanzar por la vía de la conciencia. No hay camino que lleve hacia atrás. Ya no podemos ocultar la realidad renunciando a la autoconciencia sin excluirnos simultáneamente del curso histórico de la existencia humana.
El hombre-masa tiene muy poco tiempo libre, no vive una vida que pertenezca a un todo, no quiere esforzarse sino por algún objetivo concreto que puede expresarse en términos de utilidad; todo debe proporcionarle alguna gratificación inmediata. «
maestro Karl Jaspers, El hombre en la edad moderna (1933)
Me temo que sobre los temas que encabezan el título de este artículo, el nivel de confusión en nuestra sociedad es inmenso. Tan solo trataré en este artículo de realizar una breve reflexión sobre un ámbito concreto de la mal llamada inteligencia artificial, me refiero a su relación con la educación y la cultura. La aparición de ChatGPT, una nueva herramienta proveniente de OpenIA, cuyo valor estimado a día de ayer ha pasado de 0 a 29 billones de dólares en pocos meses, y cuyo uso se ha viralizado -alimentando por cierto de manera gratuita, en masa y exponencial la potencia de dicha herramienta- ha generado muchas opiniones durante estas últimas semanas. Como siempre he permanecido al margen de los primeros emisores de discurso y he querido esperar a mostrar mi parecer una vez que la cosa ha adquirido dimensiones de gigante.
Para una aproximación más detallada de las posibilidades de ChatGPT, el maestro Amalio Rey le ha dedicado tiempo y ha resumido su experiencia en un artículo reciente.
Resumo mi tesis: Inteligencia Artificial, sí, desde luego; pero nunca como sustitución del proceso educativo y la cultura, tan solo como su apoyo y complemento técnico.
Creo que nos enfrentamos -como cada puñetero día desde la llegada de la posmodernidad a nuestras vidas- a un dilema acuciante. Hablo de los constantes atentados contra la inteligencia que se cometen a diario en la forma de regalos y cesiones sociales subrepticias. Cada vez que hay un mínimo avance tecnológico parece que éste implica una cesión social y laboral inmensa (de datos, de privacidad, de calidad laboral, de derecho a una vida digna, de… lo que sea). En mi caso puedo tolerar que la clase política se haya convertido en una colección de seres que difícilmente servirían para otra cosa que para repetir retórcia demagógica, que la vivienda se haya disparado hasta precios inasumibles, que la comida se encarezca hasta niveles de preguerra, que los niveles de emisión de CO2 no desciendan, se escondan o se omitan para negar las evidencias, que los chavales agachen la cabeza y se vean obligados a trabajar sonriendo en puestos de mierda para salir adelante, que el sistema de deuda implique contratos cada vez más cainitas, que poco a poco restemos recursos para garantizar una mínima sanidad universal o unas mínimas pensiones en pago a toda una vida dedicada a trabajar de nuestros mayores,… De verdad, puedo tolerar todo esto pero hay algo que me revuelve desde lo más profundo de mi ser y es el ataque constante a la educación y la cultura; en definitiva lo único que hace que como animales que somos también podamos considerarnos socialmente inteligentes.
Para tratar de aportar cierta claridad y algo de mi criterio a este respecto, permítanme tomar como punto de partida esta opinión que por lo demás comienza a ser mayoritaria y habla de pedagogía, profesionales educativos e inteligencia artificial. Comparto una captura de la opinión para que pueda ser leída antes de continuar:
Vaya por delante que aún a riesgo de ser llamado reaccionario, antiprogresista o ludita (dudo mucho que hoy alguien tenga alguna ligera idea de quién era Ned Ludd del mismo modo que pocos saben hoy qué demonios es el fascismo cuando le llaman fascista a otro), mi opinión es contraria a la del autor de este post de linkedin. En realidad creo que confundimos el culo con las témporas y que este mal de mezclar ideas y conceptos lleva décadas siendo una pandemia. Vayamos por partes:
PSICOLOGÍA EVOLUTIVA: En primer lugar diferenciemos las etapas evolutivas de una persona y aprendamos a aceptar que sobre todo en sus etapas más tentativas e incipientes (infancia y adolescencia), esas etapas en las que uno amanece al mundo de forma descarnada buscando referencias y asideros, una persona necesita instrucción y cultura para dotarse de cierta capacidad de autonomía y dignidad futuras ante las dificultades de la vida. De esta manera, un instrumento como Chat GPT puede ser extremadamente útil para la acción adulta y a la vez altamente nocivo para el proceso educativo de un niño o un adolescente dado que éste necesita articular un sistema de referencias, símbolos e ideas que le habilite como adulto en términos kantianos (la conquista de la mayoría de edad por medio de la conciencia moral y la responsabilidad social), esto es, para convertirnos en sujetos de soberanía con derechos y no en meros súbditos o esclavos sin derechos. Quien no acepte que esta necesidad de dotarse de referencias ha existido y seguirá existiendo siempre mientras pretendamos vivir en los términos de una libertad individual y colectiva responsable, me temo que desconoce la Historia y el comportamiento social que se inauguró en la Edad Moderna dando lugar a conceptos como el de soberanía, ciudadanía o derechos humanos, sociales y laborales.
Por cierto, aviso: Difícil conservar todo esto si confiamos el débil legado de bienestar que tenemos a la IA como eje central del proceso educativo. La IA es un instrumento potente de respuesta rápida pero en ningún caso debe ser emplearse como la sustitución de nuestra inteligencia o entenderse como la extensión o complemente imprescindible de nuestra vida. Dejar de entrenar y ejercitar nuestra memoria porque haya memorias más aceleradas de forma externa, es no entender que parte fundamental de la capacidad de reflexión, investigación y cuestionamiento humanos está fundada en la memoria. La IA es un recurso técnico y como tal facilita y acelera la toma de decisiones pero no debe sustituir las etapas de desarrollo humano o convertirlas en algo prescindible o accesorio. Esto queda lejos de toda ética y lógica.
EDUCACIÓN: Me temo que la opinión mostrada por el autor de esta publicación en linkedin peca de padagogismo y se enmarca dentro de un movimiento -en mi opinión suicida- que toma forma desde hace décadas a través de movimientos empobrecedores de la escuela y la universidad: Acuerdo de Bolonia, supercherías pedagógicas y entrega sin reservas de la llave de la educación a un mercado inercial y moralmente homicida. Por un lado los sistemas educativos nacionales y las legislaciones supranacionales llevan años apostando por un «modelo pedagógico» que idealiza las competencias, el voluntarismo aspiracional y el utilitarismo inmediato despreciando la instrucción pública de conocimientos para la adquisición de la estructura mental y perspectiva necesarias para una adecuada toma de decisiones. Se dice mucho que ya no tiene sentido aprender la lista de reyes españoles o los ríos o geografías nacionales. Se defiende esto bajo dos argumentos o pretextos: el primero aboga por declarar obsoletos los sistemas educativos de base nacional (una completa y descabellada locura en mi opinión en un contexto de implosión del concepto de globalización de mercado tal y como lo hemos conocido); el segundo aboga por declarar que son más importantes las «competencias» (lo que sea que esto sea) que los conocimientos hoy siempre accesibles, de manera que estos últimos tienden a ser cada vez más sucintos, breves, insignificantes. Ambas tesis son atolladeros morales, mataderos del espíritu de alfabetización universal que nos dotó de dignidad con independencia de nuestro lugar social de procedencia.
Me encuentro así con profesores de universidad que declaran que a primeros cursos de estudios superiores llegan auténticos zotes, asnos antropomorfos, iletrados incapaces de hacer una raíz cuadrada si provienen de las antiguas ciencias o de saber quién era Quevedo si vienen de las antiguas letras. Me encuentro con profesores de colegio que desesperan ante la falta del más básico interés por parte de los alumnos, ante la ausencia de respeto hacia cualquier tipo de autoridad docente o ante la mera desidia de alumnos que malcriados y nada humildes se atreven a chantajear al sistema diciendo que se niegan a estudiar si no se divierten. Estamos en definitiva educando a seres acomodaticios y no críticos, técnicos sin perspectiva ni capacidad de reflexión, cumplidores de órdenes pero sobre todo analfabetos intelectuales que cifran su felicidad en aparentarla. Dóciles y diligentes, estas generaciones de los «nuevos modelos pedagógicos», del cuestionamiento de los valores ilustrados sin aportar una alternativa sensata o viable, viven con orgullo en zulos, aceptan con serenidad y cumplimiento trabajos cada vez más inestables y precarios, les cuesta decidirse a montar una familia saliendo de sí mismos, y pasan el tiempo entretenidos con golosinas tecnológicas mientras el bienestar conocido de la mayoría poco a poco se desmonta en beneficio de los nuevos «pocos». Sobran los datos y ejemplos que demuestran la lenta agonía de la instrucción pública y la pérdida de caudal intelectual y talento en nuestras sociedades. Profesionalmente desde hace años he apostado por educar e instruir a los directivos y propietarios de empresa que acompaño en un intento ya desesperado por recuperar el tiempo y espacio educativo perdidos. No mentiré: cada año lo tengo -lo tenemos- más difícil y cada año me niego con más fuerza a cesar en mi compromiso.
Añadido a esto, tan solo comparto esta experiencia que -me consta- es general y comienza a ser genérica: Durante años recorrí casi un centenar de colegios trabajando con equipos directivos y equipos de propiedad. Resumo: el panorama educativo es desolador. El profesor se esfuerza más porque el alumno aprenda que el propio alumno, y añadido a esto las familias educan como malamente pueden a sus hijos en una desatención constante fundada en la imposibilidad de conciliar vida personal y trabajo, y sobre la base del modelo de vida posmoderno que nos sitúa en una dispersión continua, una especie de búsqueda de una promesa de estabilidad o certeza que nunca ha existido. El alumno ahora es el cliente que exige, dueño y señor decisor de su aprendizaje en edades en las que no tiene ni jodida idea de la vida, por hablar completamente claro. El concepto de maestría por supuesto se resiente y la profesión de profesor ha caido con el tiempo en el descrédito (para mí un profesor es el mayor héroe de nuestro tiempo). Y sí, a veces hay que divertirse aprendiendo, pero otras no y hace falta siempre cultivar la memoria y los conocimientos. Ningún astronauta ha subido al espacio consultando cada puñetera decisión que toma a google. Negar esto es una estupidez sin apenas precedentes.
CULTURA: Estamos desmontando -sin tener ni idea de las graves consecuencias que eso implica- eso que desde el siglo XIII llamamos la cultura en el más puro sentido de la paideia isocrática y la humanitas ilustrada que garantizaron la conquista de las mejores cuotas de igualdad y derechos en toda la historia de la humanidad. La cultura no es solo memoria de ideas o datos, sino como bien se ha repetido muchas veces es ante todo civilización. Civilizarse es adquirir lugar en el mundo, imbuirse de criterio propio, armarse de herramientas morales para acometer la vida desde una visión integral y enriquecida de la existencia. Civilizarse es aprender a no confiar en uno mismo, a cuestionarse, pero sobre todo es aprender a no pedir a otros lo que puedo hacer por mí mismo. Compruebo en redes sociales cómo las personas me demandan -a veces tratan de exigirme- respuestas rápidas sobre temas que requieren esfuerzo, estudio y atención continuada. Trato de no responder nunca a alguien que no ha hecho el esfuerzo por sí mismo de responder a su pregunta. Es algo que aprendí estudiando a las comunidades de software libre hace muchos años y es la base de la meritocracia más justa. Menospreciar la cultura, pretender que sea un producto de consumo o mero servicio de entretenimiento y no un bien colectivo a cuidar, es atentar contra el esfuerzo, contra el reconocimiento de quienes trabajan su suerte y no la heredan, contra la celebración de aquellos que deciden inspirar a otros con su ejemplo. Y esto, ni qué decir tiene, es algo altamente peligroso.
USUARIOS VS PROPIETARIOS: No tengo nada contra la Inteligencia Artificial, del mismo modo que no lo tienen los programadores informáticos que en mi visita a Silicon Valley hace años, ya entonces metían a sus hijos en guarderías y colegios en los que estuviera prohibido el uso de dispositivos móviles en el aula, con el ánimo de que sus hijos no se volvieran como los usuarios imbéciles para los que ellos mismos programaban distracciones en su trabajo diario. El peligro de nuestro tiempo, la batalla real de nuestros días, se sitúa entre quienes se conforman con ser usuarios de la vida sin apenas derechos ni garantías y entre quienes acumulan todas estas cosas siendo propietarios. Que nadie se engañe, toda persona que tiene algo de riqueza económica en el mundo sabe algo tan básico como esto: la diferencia entre poseedores y poseídos ha sido siempre y seguirá siendo la educación y la cultura. Este es el verdadero ascensor social que casi siempre funciona para cualquier profesión, dedicación u oficio. De nosotros depende que las sociedades del futuro más inmediato multipliquen seres iletrados e inconsecuentes sumidos en una masturbación vital continua, o seres civilizados, comprometidos y consecuentes que aprendan y vivan pensando en los demás.
Sin más.
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por David Criado | Sep 15, 2022 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO
«El más tonto es un simple término económico. Es un bobo. Para que los demás nos beneficiemos necesitamos uno mayor que compre caro y venda barato. La mayoría se pasa la vida tratando de no ser el más tonto. Le arrojamos la patata caliente y le quitamos su silla cuando acaba la música. El más tonto es alguien con una mezcla de capacidad para engañarse y egoísmo, para creer que triunfará donde otros fracasan. Este país fue creado para los más tontos.»
The Newsroom, T1/E10 (Sorkin, 2012)
No todo lo que se afronta puede cambiar, pero nada puede cambiar si no se afronta. Aceptemos la verdad: Todo en la vida se reduce a aprender a ser estúpido de forma controlada.
Ayuda mucho leer algo más que publicaciones de linkedin o twitter, ver algo más que directos de twitch o turras de youtube, pero lo que más ayuda es dejar de pretender no parecerlo. Porque cuanto más se empeña una persona en no parecer estúpida, más presente está la estupidez en ella.
Uno puede fingir que no es estúpido y vivir creyendo que los estúpidos son otros. Pero más temprano que tarde sus actos le acaban delatando y amanece a la única verdad: La estupidez humana es la verdadera democracia.
Hay ricos y hay pobres, felices e infelices, jóvenes y viejos, gordos y flacos, rubios y morenos, empleadores y empleados, personas que parecen perdidas y otras que se acaban de encontrar, bajos y altos, listos e idiotas, gente que lee y personas que no han abierto un libro, conductores de autobús y reyes en palacios, personas que no dejaron de ser niño y personas que jamás lo fueron,…
A todos nosotros nos une una misma cosa: somos profundamente estúpidos.
Se que crees que tú no, pero a mí no me engañas. He vivido lo suficiente para saber que mientes.
Puedes caminar erguido, marcar distancia, defender tus ideas con empaque y con encono, apasionarte por tal o cual libro, parecer sensato en una conversación, amar a unas y otras personas con cabeza, citar a tal o cual autor de manera solemne,… hasta que cometes un leve desliz, realizas un breve gesto, dices una palabra a destiempo o tomas una decisión incomprensible. Y entonces vuelves a la cruda realidad: nunca dejaste de ser estúpido. Te ha pasado muchas veces si lo piensas y tienes el valor de reconocerlo.
La clave no reside en dejar de ser estúpido sino en aprender a serlo con elegancia y dignidad.
Sobran los ejemplos:
- Uno puede vivir buscando el respeto de los otros, pero nada hay más admirable que una persona que se respeta a sí misma.
- Uno puede aparentar cierta seriedad inmutable, pero la belleza serena de la que hablaba Pericles reside en aquellos que saben reírse de sí mismos.
- Uno puede parecer fiable por lo que dice de cuando en cuando, pero todos somos en realidad fiables tan solo por lo que hacemos a diario.
Nadie puede dejar de ser estúpido por mucho que lo pretenda, pero cualquier persona siempre está a tiempo de aprender a serlo dignamente.
Admiro más a quienes se saben y reconocen estúpidos que a los que viven vidas solemnes en las que aparentan no serlo y se permiten dar consejos sin que nadie se los pida.
Dios salve a la estupidez porque siempre nos iguala y a todos nos encuentra.
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