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Soledad

Soledad

Cartel promocional de Solitary man, 2009

Cartel promocional de Solitary man, 2009

La soledad tiene formas que invaden y conmueven. Esta película de Koppelman y Levien es, en mi opinión, la mejor interpretación que he visto a Michael Douglas desde hace bastantes años. Ben, su personaje, es un defenestrado comercial del sector automovilístico cuya vida personal está llena de ligues y una cultura autodestructiva del pensamiento hedonista. Su soledad es la de un hombre que no acepta las pautas de comportamiento establecidas por la sociedad para un hombre de su edad. Su éxito fugaz con las mujeres le impide apreciar algunos valores que no ha conseguido comprender ni abrazar a lo largo de su intermitente vida: el compromiso, la amistad, el amor y la familia son sentimientos de los que recela aún siendo padre y abuelo. Un breve paso por la cárcel como consecuencia de una estafa en la que participó, le impide rehacer sus negocios en el mundo del motor. La película aborda la etapa posterior a su reinserción en la sociedad tras el pago de una multa compensatoria y el conocimiento de un tumor que se niega a investigar. Durante este tiempo, Ben da tumbos y se relaciona con diferentes personajes que de algún modo son el espejo en el que puede observar su pasado y la vida que nunca ha podido conseguir. Una comedia-drama sobre el éxito, las consecuencias y la soledad de una persona que se rebela contra su propia condición y contra el tiempo; una suerte de diario de un inmaduro simpático que provoca dolor y alegría de forma muy descompensada.

La necesidad de olvido

La necesidad de olvido

Cartel promocional de "Cinco minutos de gloria"

Cartel promocional de "Cinco minutos de gloria"

No recuerdo a nadie que no haya necesitado olvidar algo o que del otro lado no haya tenido que convivir con un sentimiento de culpa abrumador. El sentimiento de culpa y el perdón son sensaciones espejo de un mismo peso agobiante y extremadamente insoportable.  La propuesta de Oscar Hirschbiegel se llama «Five minutes of Heaven» (2009) y creo que es recomendable por su visión directa y meridiana de la mayor necesidad de olvido y el mayor sentimiento de culpa que pueden acarrear dos personas. Cuenta con la interpretación de James Nesbitt en el papel de testigo del asesinato de su propio hermano, y con Liam Neeson en el papel del propio asesino de la víctima y antiguo miembro de la UVF (Fuerza de Voluntarios legitimistas del Ulster), ambos treinta años después del suceso. Guy Hibbert representa al joven que empuña el arma en el momento del asesinato. Tras el cumplimiento de su condena y 12 años en prisión, el asesino atormentado busca reconciliarse consigo mismo; para ello recorre el mundo hablando de su propia experiencia y de la necesidad de superar los sentimientos de odio y violencia, de la necesidad de enfrentarse a los propios miedos y temores que nos impiden mirar hacia adelante. Sin embargo él mismo no se perdona y nunca ha podido hablar con los familiares de su víctima. Un programa de televisión propone a ambos un encuentro que acaban aceptando. Si podrán o no reconciliarse es parte del desenlace de este drama. La pregunta que creo que debemos hacernos es qué cinco minutos de la pelicula consideramos cada uno que son realmente los cinco minutos de gloria para ambos.

La obra maestra

Thomas Edward Lawrence fotografiado en Áqaba en 1917

Thomas Edward Lawrence fotografiado en Áqaba en 1917

Si alguna vez acudís al condado de Dorset en el sur de esa isla inquebrantable que siempre fue Inglaterra; existe un pueblo históricamente apreciado por los comerciantes sobre el Río Frome que todos conocen como Wareham Town. En él se encuentra la pequeña iglesia anglicana de Saint Martin donde una efigie yacente que representa a Thomas Edward Lawrence descansa ante la atónita mirada del visitante.  La estatua es de tamaño real y cuenta Eric Kennington, amigo íntimo de Lawrence y autor de la obra, que intentó reflejar en ella la personalidad real de la leyenda. Seguramente por ello, la indumentaria de la efigie que descansa en pleno lateral de una iglesia puramente anglicana sea árabe; precisamente por ello, tal vez nadie se atrevió a que la estatua descansará en la iglesia de Saint Paul.

Thomas E. Lawrence fue, según el tiempo y la persona contemplados, un excelente arqueólogo, un reconocido historiador de Oxford, un militar hábil y paciente, un espía del servicio británico de inteligencia, un aviador novato, un escritor consumado, un aficionado motorista. Todas estas personas caben en el exacto lugar de su trágica muerte en los caminos de Clouds Hill donde una placa recoge sus palabras, en concreto las tres primeras frases del texto que aquí sigue:

Todos los hombres sueñan, pero no del mismo modo. Los que sueñan de noche en los polvorientos recovecos de su espíritu se despiertan al día siguiente para encontrar que todo era vanidad. Pero los soñadores diurnos son los peligrosos porque pueden vivir un sueño con los ojos abiertos a fin de hacerlo posible. Esto es lo que hice. Pretendí forjar una nueva nación, restaurar una influencia perdida, proporcionar a veinte millones de semitas  los cimientos sobre los que pudieran edificar el inspirado palacio de ensueños de su pensamiento nacional. Un propósito tan elevado recalló en la innata nobleza de sus almas y les hizo desempeñar un papel generoso en los acontecimientos. Pero cuando ganamos, se me alegó que se ponían en peligro los dividendos petroleros británicos en la Mesopotamia y que se estaba arruinando la política colonial francesa en el levante.  Me temo que sea eso precisamente lo que deseo.

El señor Lawrence admiraba a Melville, es un hecho que queda constatado en numerosos escritos de su obra y en cada acto imprevisible de su carrera meteórica y fugaz por el planeta. Fue amigo personal de Robert Graves y George Bernard Shaw entre otras personalidades de su tiempo; y realizó una excelente traducción de la Odisea al idioma inglés y a su propia vida. Fue violado, maltratado y hecho preso, incomprendido y admirado. Tras años de acción, participó en la Conferencia de Paz de París cuyas acciones no tuvieron efecto inmediato sobre la estabilidad de la región. Muchos le han visto como un colonizador más entre el imperio, como un hombre utilizado y despojado de razón. Los árabes le creyeron inglés y los ingleses le tomaron por árabe; de seguro quien le lea contará un hombre menos entre nosotros, los mortales. Basta leer estas palabras:

En mi caso, el esfuerzo que realicé durante esos años para vivir vestido como los árabes y para imitar su estructura mental me despojó de mi personalidad inglesa, y me hizo contemplar al Occidente y sus convenciones con nuevos ojos, destruyéndolo todo para mí. Pero al mismo tiempo no podía sinceramente  endosarme una piel árabe; era solo una afectación. Un hombre se transforma fácilmente en un infiel, pero difícilmente se convierte a otra fe. Me desprendí de una forma sin asumir  la otra, y llegué a ser como el ataúd de Mahoma en nuestra leyenda, resultando de ello un sentimiento de intensa soledad en la vida y un desprecio, no por los demás hombres, pero sí por todo lo que hacen.  Tal despego invadió a veces a un hombre agotado por el aislamiento y el prolongado esfuerzo físico. Su cuerpo se afanaba mecánicamente, mientras su espíritu razonable le abandonaba y desde fuera le contemplaba con los ojos críticos, admirado de lo que hacía ese vano armatoste y de los motivos que le guiaban.(…)

Blanco en tierra de árabes, oriental en su propia patria. Arrastrado a evitar la expansión del imperio Otomano, aliado de Alemania, Lawrence fue mandado a incitar una rebelión de la que luego él mismo fue partidario y defensor. En Seven pillars of wisdom – cuya lectura hoy me fascinó- el autor relata cómo partió de El Cairo hacia la cuna del mundo conocido; cómo ideó y participó en la Rebelión Árabe, encumbrando al príncipe Faisal (futuro rey de Irak); cómo tomó junto a extranjeros que eran como hermanos, la ciudad de Áqaba; cómo constantemente asaltó a los turcos en cada ferrocarril que pasaba por el desierto y cómo intentó unificar al pueblo árabe,… Sin duda una vida propia de Nietzsche, cuya filosofía el mismo Lawrence dijo querer emular en su realidad diaria. Entre las obras que su vida ha inspirado, en 1961 Terence Rattigan habló de su supuesta homosexualidad en su obra de teatro Ross. Un año después David Lean inmortalizó de forma bastante fidedigna parte de la vida de Lawrence en la gran pantalla. Peter O’Toole (cuya caracterización raya la perfección), Ralph Fiennes, Joseph Bennett y Douglas Henshall han sido sus alteregos en ficción. A cincuenta millas por hora, en la carretera de Dorset, en Clouds Hill, intentando esquivar a dos ciclistas, perdió la vida a lomos de una moto George VI por la que tenía especial predilección. Una muerte mundana para una vida de sueños, una obra maestra del espíritu libre y la coherencia, que hoy he querido recordar con esta lectura emocionante.

«Una obra maestra es aquella que todo el mundo debe leer pero nadie quiere hacerlo» dijo alguien; tal vez esta sea una excepción…

Every single day

Quiero enumerar una a una las más de siete maravillas verdaderas que componen tu figura sobre el mundo. En tus ojos tristes veo el espejo incontenible y palpitante al que los hombres han llamado mar. En tu pecho las corrientes oceánicas despliegan campos constantes de peces, de pastos y de especies. Luces por el pulso de la luna sobre el agua, eternamente bella y excitada por encima de estaciones y de aves migratorias. En la noche te apareces ya calmada en tu lecho de sábanas bajo un manto estrellado de promesas. Tus secretos han parido conjuntos de planetas, rellenaron el espacio entre los átomos dando un envoltorio digno al vacío inabarcable de las tardes en que he vivido solo. Eres una brisa suave que es casi como un premio inmerecido para la sequedad inmóvil del momento posterior a las batallas. Tu paz es la consecuencia de millones de sonrisas concentradas, enfocadas en un solo rostro de vida cuyos ojos serán para siempre mi única frontera. Tus rebaños de música y compás, esos instantes superiores y precisos con que soñamos todos los poetas, se adueñaron del paso de mi tiempo. Hasta llegar a tí, se han ido sucediendo las eras y los siglos; hasta tener una razón en tu cuerpo diminuto cada uno de nosotros ha buscado sinéxito reflejar su amor y temor en la naturaleza. Centelleas en medio de la gente, mis manos no alcanzan el silencio firme y breve de tu piel. Para imitar tu pelo rebelado, la Tierra dio a las nubes un catálogo de formas y sentidos. Eres todas estas cosas: el último grito en ética, la amplitud sincera de la estética, la imagen sonora de mi gusto, el cuerpo escrito de mi compromiso con el mundo, mi voz cuando creo estar callado, un camino que admite mis señales, la memoria del espacio entre los cuerpos, un reloj de miedo olvidado en el armario, el desgarro de alegría con que romper las redes que tendemos cada día.

Amistad

Amistad

Cartel promocional de "The Good Heart" de Dagur Kári, 2009

Cartel promocional de "The Good Heart" de Dagur Kári, 2009

Jacques es un viejo antipático y misógino que regenta un antro en los suburbios; su vida no tiene más sentido que el de servir e insultar a los clientes habituales que cada tarde toman una copa y comparten sus miserias. Lucas es joven, bondadoso, amable y siempre piensa en los demás; tal vez por ello viva en una caja de cartón bajo el puente de Brooklyn y se encuentre en el límite de sus fuerzas. Está decidido a acabar con su vida y puede que la imagen recurrente de un pequeño gato comiendo junto a él acabe por hundirle. Ambas almas gemelas y contrarias se cruzan para darse luz mutuamente en el camino. Es la historia de una amistad inverosímil interpretada con maestría por Brian Cox y Paul Dano. Si conociste el Cheers de los 90, puede que al entrar en este tuburio algo no te cuadre o te eche para atrás; puede que sea el miedo a ver retratada la amistad con una crudeza cómica que resulta fascinante. El Director ha pulido también una banda sonora reseñable con la colaboración de Orri Jonsson. Esta peli en el fondo es el cuento de un chico verdaderamente pobre que en el fondo consigue transmitir todo su valor y su riqueza (todo). Muy recomendable.

La inteligencia y el miedo

La inteligencia y el miedo

Cartel promocional de Smart People, Noam Munro, 2008

Cartel promocional de Smart People, Noam Munro, 2008

Desde el primer fotograma hasta el último, la ópera prima de Noam Munro cuenta la vida estrafalaria y común de una curiosa familia de Pittsburg. Un catedrático brillante, viudo y con unos hijos a los que no ha sabido conocer del todo pero con los que mantiene una peculiar relación. Su hermano adoptivo es un completo desastre, descuidado, aparentemente inmaduro e irresponsable. En la relación de ambos asistimos a un aprendizaje mutuo y una evolución en actitudes y conductas que con pinceladas de drama y humor consiguen convencer al espectador. Vanessa, su hija es un pequeño genio de la lengua que adora la figura de su padre e tiñe su vida con ciertas dosis de prepotencia. Su hijo es un joven que no parece tener inquietudes pero que consigue captar la atención de la familia gracias a un reconocimiento público (tenéis que verlo, no leerlo). Un Dennis Quaid espectacular en el papel de profesor apático, mordaz e insatisfecho de la Carnegie Mellon, intenta mejorar sus escasas relaciones personales y consiguir una felicidad que parece rehuírle. Sin embargo y pese a su inteligencia, vemos a lo largo del film cómo va comprendiendo que algunos de sus comportamientos de rechazo a todo tipo de cambios en su vida pueden ser contraproducentes. Muy buena película con un muy buen guión (del novelista Mark Jude Poirier). Me quedo con las interpretaciones de Ellen Page (si recordáis Juno veréis algunas reminiscencias de su personaje en esta peli) y también con los pequeños gags maniáticos y asociales de Lawrence, el personaje que interpreta Dannis Quaid.