وأعتقد أن في قلبي أن الابتكار هو داخل كل واحد منكم. تغذي فيروس كل يوم، وتوسيع نطاقه لأنني أعتقد أن هذه الليلة اكتشفت أن المرض لدينا هو أفضل لقاح.
אני מאמין בלבי כי חדשנות היא בתוך כל אחד מכם. להזין את הנגיף בכל יום ולהרחיב את זה כי אני חושב הלילה גיליתי המחלה שלנו היא החיסון הטוב ביותר
Uskon sydämessäni, että innovaatio on kussakin teistä. Ravitse virus joka päivä ja jatkaa sitä koska minusta tänään huomasin, että tauti on paras rokote
मैं अपने दिल में विश्वास है कि नवीनता तुम में से हर एक के अंदर है. वायरस हर दिन पोषण और यह विस्तार, क्योंकि मुझे लगता है कि आज रात मुझे पता चला कि हमारे रोग का सबसे अच्छा टीका है
Credo animum nova singulis inest. Alit virus omni die et extendere quia puto nocte ego inventum quod morbo est optimum Vaccinum
Πιστεύω στην καρδιά μου ότι η καινοτομία είναι μέσα σε κάθε έναν από εσάς. Θρέψει τον ιό κάθε μέρα και να επεκταθεί, διότι νομίζω ότι απόψε ανακάλυψα ότι η ασθένεια μας είναι το καλύτερο εμβόλιο
Creo desde mi corazón que la innovación está dentro de cada uno de vosotros. Alimentad el virus cada dia y extendedlo porque creo que esta noche he descubierto que nuestra enfermedad es la mejor vacuna.
Erin Gruwell con los chicos de Freedom Writers ya crecidos en una foto de 2006.
Tengo ya muy enfocada mi próxima inmersión gracias a la genial peli Freedom Writers (Richard LaGravenese, 2007) que ahonda en una historia real extraordinaria. Las inmersiones de aprendizaje son procesos de investigación auto-inducidos que realizo a partir de una temática o una historia concreta hasta llegar a lo que considero mi máximo nivel de profundidad imposible 🙂 Así he conocido durante los últimos años diferentes realidades experienciales y teóricas y la idea es ir perfeccionando estas inmersiones hasta hacer de mi vida una inmersión continua. No existe método ni pautas concretas, solamente se trata de trazar un camino con el ánimo de no respetarlo, experimentando alternativas de forma iterativa, estudiando hasta la extenuación cada una de ellas y extrayendo conclusiones aplicables. Pues bien, como digo, tengo ya muy enfocada mi próxima inmersión.
La Freedom Writers Foundation aglutina a unos chicos criados en el violento distrito de Long Beach (California) que estudiaron durante 4 años con Erin Gruwell y lograron superar sus problemáticas realidades para salir adelante. Lo hicieron en contra de un sistema educativo anquilosado, en contra de sus propias realidades inmediatas (asesinatos, violencia de género, cárcel, pobreza, hambre,…) y en contra también de un modelo de vida prefijado. Gracias al sacrificio y a la voluntad de superación de Erin Gruwell (se pluriempleó para poder pagar los materiales de sus alumnos ante la negativa de la escuela y vivió un proceso de divorcio) se sentaron las bases de un modelo pedagógico basado en HACER, ESCRIBIR y fomentar el conocimiento aplicado. Los chicos pudieron trascender barreras tribales entre negros, chinos, latinos y blancos y generar un clima de equipo que les llevó incluso a terminar estudios universitarios y ser un ejemplo para los adolescentes de su edad.
Mi inmersión durante el próximo mes va a focalizarse de forma combinada (ya sabéis que no solo hombre de una sola inquietud) en todo lo que estoy llevando a cabo y en conocer la historia de esta promoción de 1994 de la clase 203 del Woodrow Wilson High School. Para ello en primer lugar me he planteado leer los siguientes libros que acabo de ordenar por 42,31 EUR en total:
Teaching Hope: Stories from the Freedom Writer Teachers and Erin Gruwell, (2009) escrito por alrededor de 150 profesores que han seguido los métodos de Erin Gruwell en Canadá y Estados Unidos gracias a la labor de la Fundación.
Sin haber indagado en profundidad veo mucho más que paralelismos con mi forma de entender el aprendizaje en equipo y la inteligencia de equipo. El segundo paso, tras leer estos libros, será ponerme en contacto con la Fundación para establecer posibles lazos y compartir experiencias y oportunidades de mejora.
Os recomiendo leer el artículo PICKING UP PENS, NOT GUNS en Vision Magazine. En él se relata de forma más detallada la historia de estos superhéroes.
Como sabéis una de las iniciativas de intervención urbana que más me convencen y admiro es La galería de la Magdalenaque está dando luz y color al centro de la ciudad en la que vivo. En mi opinión las chicas trabajan con tres conceptos que son muy parejos a la filosofía vorpalina: sencillez, relaciones, experiencias. Creo sinceramente que lo sencillo, lo inmediato y lo que implica a las personas y modifica su realidad diaria merece gran admiración en un tiempo en el que el concepto de creatividad se ha desdibujado hasta identificarse con lo nuevo, lo abstracto o lo complejo.
El otro día organizamos una quedada vorpal y nos encontramos con las chicas por la calle, así que tuvimos la ocasión de hablar con ellas cerca de su galería. Me parece sensacional tanto la muy necesitada idea de regalos urbanos (que ya van por su XXVI edición) como el trabajo a pie de calle que realizan. Si no sabéis lo que es, en mi opinión es el ejemplo más claro del cambio de paradigma entre la ciudad pasiva y la interacción del urbanismo y el ciudadano. Galeristas del mundo y artistas disolutos, se que os imagináis sentados en una galería de diseño hablando sobre oscuros conceptos elitistas pero ¿y si llevamos el arte a la calle?, ¿y si el arte cristaliza relaciones dinámicas, directas y divertidas? Este fue uno de los primeros resultados:
Cartel promocional de This must be the place (Paolo Sorrentino, 2011)
Una vez más vuelvo a estar en desacuerdo con esos estúpidos hombres blancos que se dedican a la crítica cinematográfica en los diarios de mi país. Doy gracias a que he descubierto la mayor parte de películas decentes en mi vida gracias a ignorar el elitismo histriónico de la clase criticante. This must be the place del director Paolo Sorrentino es uno de los mejores films que he visto durante el último año. Su guión para mí es solo comparable con Into the wild(del propio Sean Penn que en la de hoy hace de actor), Juno (de Jason Reitman), Little Miss Sunshine (de Jonathan Dayton) y Away we go (de Sam Mendes). Creo que se trata de un guión magnífico con continuos giros narrativos que suelen atorar a nuestros amigos críticos pero que conforman para mí una narración redonda.
La película narra la historia de una ex-estrella del rock que vive en Dublín junto a su maravillosa mujer y en medio de una vida aparentemente usual y cotidiana. Descubriréis muchas joyas antes de que ocurra un momento clave en la peli. La repentina muerte de su padre, con el que hacía 30 años que no hablaba, devuelve a la estrella a Estados Unidos donde conoce la verdadera obsesión de la persona de la que se había distanciado tanto. El ritmo narrativo continuamente lento del protagonista, Cheyenne (Sean Penn), es realmente cómico y trágico a la vez. Cada escena está dotada de una carga emotiva y entrañable. 118 minutos de una extravagante lección de vida que me han atrapado desde el principio.
Os dejo una frase que se cita en un momento importante de la película y no desvelo más. Junto con las imágenes, simplemente magia:
«Y durante el infierno, del otro lado del alambrado mirábamos la nieve como Dios. Así es como Dios es, algo infinito bello, inmovil, sin deseo de hacer nada. Como ciertas mujeres con las que de jóvenes solo podíamos soñar.»
Por cierto, la música, también criticada, me encantó. Thanks David Byrne.
Representación real de Absolem, la oruga fumadora en narguile del libro Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll. La escultura se encuentra en la sala central de las oficinas de Burning Man (SFO)
«La vida es corta, cómete primero el postre»Ernestine Ulmer, escritora
Yo no tengo nombre más que para ser olvidado cuando hablo. No tengo palabras más allá de los nombres de los otros. Padezco esa sonrisa transitoria que pierde la memoria de la esquina. Disfruto del descanso que no encuentra parque propio y de las germinales ideas que agonizan en el aire. Hay techos de edificios que me envidian como aislante y diminutas piedrecitas de camino que supuran mucho más temprano que mi sangre. No he tenido un discurso renovado ni he ganado elecciones a otro parlamento que no fuera mi mundo. Soy fiel o al menos yo he querido ser honesto. Duermo a puño abierto y tengo frío, calor y estoy muy seco. En pequeños cuadernos completamente blancos conecto una y otra vez los puntos. Cruzo hileras de sueños trazando redes invisibles que se mezclan. Facilito la riqueza del discurso compartido. Construyo solares de pobreza que son grandes fortunas cargadas de presente. Y en esos espacios intermedios, en esos mundos de nadie que se pierden más allá de uno mismo y de la gente, genero vetas de un valor incalculable. Cultivo un huerto colectivo extraño al horizonte, una cosecha de saludables relaciones de las que tan solo formo parte y que a menudo me crean y completan. Eso es todo. Y puede que ese huerto sea una suerte de felicidad dichosa.
Felicidad es alzar el mundo cuando uno se levanta y mantenerlo en el aire para otros.Felicidad no es un bien supremo, ni un fin último, ni siquiera es el principio. No es placer ni autosuficiencia y tampoco es una meta. No es éxtasis, euforia ni alegría, es algo profundo y sostenible, una proyección de mi personalidad en el tiempo concentrada AHORA y AQUÍ. Felicidad es para mí una actitud. Felicidad es para mí el presente. Es la interacción continua entre experiencia y caos, un maravilloso taller de incertidumbres compartidas que genera bienes y recursos. Según Stefan Klein es una suma de sentimientos gratos prolongados pero yo creo que es más una base accesible y altamente accidentada más allá de la venda y lo inmediato. Felicidad es – no tengo duda- un error delicioso parecido al mejor postre.
Y en mitad de ese huerto, ¿por qué no?, encontrarnos fumando a Absolem, la oruga.
«Decidí cambiar mi vida cuando me quedé dormida encima
de la cena despues de un dia eterno de trabajo»
Belén Villoria, fundadora de Open Circle, Ingeniería cultural y creativa
Durante las últimas semanas he estado conectando con nuevos compañeros de emprendimiento en Zaragoza y Madrid y en la red con gente de otros países, esta vez mayoritariamente latinoamericanos.
De nuevo he vivido una nueva prueba de la doble velocidad que existe entre la realidad que hemos heredado y que nos sigue dando de comer y aquella por la que trabajamos y que choca de lleno con algunos principios de la anterior. Es algo así como una especia de transición, un viejo y nuevo camino por recorrer que mucha gente está acometiendo de forma independiente pero que yo creo que debemos caminar juntos. Porque cuando el viento no sopla, no solo uno tiene que coger los remos y realmente todos deben remar en la misma dirección. Esa es la idea de la iniciativa vorpalina y de todo lo que hago cada día en diferentes sectores que a menudo me resultan completamente nuevos.
Muchos nos preguntamos qué estamos haciendo realmente durante este viaje y sobre todo cuál será la fórmula ideal para poner en valor todo lo que estamos labrando desde diferentes ámbitos y sectores.
La mayor parte de nosotros vivimos esta etapa de transición entre un modelo de vida basado en objetivos y corto plazo, y una nueva forma de entender la realización personal y profesional. La gran mayoría reúne unas características comunes que me hacen pensar que estamos ante un gran fenómeno global del que no somos conscientes. Las características que hoy comparto por escrito son las siguientes:
Un 80% de las personas que actualmente emprenden provienen de un entorno laboral adverso mayoritariamente basado en modelos de gran empresa, a menudo multinacional, jerárquica y tradicionalmente «exitosa». Estos espacios les resultan incompletos y sectarios por el ya conocido problema de la superación de la empresa como dador de infraestructura.
Todos nosotros cuestionamos el modelo de «éxito» de dichas empresas, pensamos que ciertos parámetros de éxito no responden a la necesidad real de la sociedad y sobre todo a nuestra propia realización. Como consecuencia de esto hemos quedado o nos hemos apartado voluntariamente de la participación directa en este tipo de modelos y estructuras.
La mayor parte de nosotros no ha podido cumplir su sueño, compartir sus ideas ni desarrollar sus capacidades y valor en este tipo de entornos que le resultaban adversos y poco plurales.
Todos creemos que no solo el fin está errado sino que además los métodos para llegar a ese fin han perdido completa o parcialmente su sentido. Detectamos una necesidad de reinventar canales, relaciones y espacios de valor.
Un 70% de las personas que conozco es realmente talentosa y está increíblemente capacitada para desempeñar un papel relevante en la sociedad, ha participado en proyectos internacionales o de enorme relevancia o incluso ha sido responsable de grandes equipos de trabajo. Sin embargo ningún «gran lugar» en el que ha trabajado le ha ayudado a desarrollar su trabajo con eficacia, más bien estos lugares han sido un contenedor con grandes barreras. Básicamente se ha primado el control sobre el caos, lo inteligible y previsible sobre la creatividad y el sentido común más fundamentales. Algunas de las actitudes o perfiles afectados que estoy viendo son: el crítico constructivo, el transformador, el innovador, el inquieto, el solidario, el empático, el racional, el reflexivo, el extraordinario.
El otro 30% puede que no sean talentosos ni estén capacitados pero han sido capaces de determinar por necesidad o convicción cuál debe ser el rumbo actual de su vida. Trabajan en grupos de interés, se mueven en foros, dialogan y solicitan feedback sobre sus ideas. Construyen mayoritariamente en equipo y han interiorizado que nuevas fórmulas colaborativas pueden poner un plato de comida o varios en su mesa cada día. El hecho real es que aunque no sean lo que la educación tradicional ha conocido como «líderes» ahora mismo lo están siendo porque han cogido las riendas de su vida y están conduciendo un carro hacia un gran sol en medio de llamaradas inmensas de crisis a ambos lados. A esta gente, en Grecia, la consideraban semidioses.
La mayor parte de personas que me estoy encontrando y que me resultan interesantes por su discurso, momento y por la oportunidad que acaban descubriendo… son mujeres. Y es algo que me resulta admirable porque aún vivimos en una sociedad públicamente patriarcal. Este hecho las envuelve en un extraño halo atractivo de transformación social que procuro conectar en cada una de mis experiencias de superación.
Todos, por igual, hemos sufrido un desencanto o un cambio abrupto en nuestras vidas profesionales que –en contra de lo que nos habían enseñado– ha afectado a nuestras vidas personales. Algunos no dormimos por las noches pensando en la facturación o permanecemos proactivos en un macroentorno pasivo que da su espalda retrógrada a la innovación y el cambio. Otros han perdido esa seguridad y esa zona de confort que ha agudizado su ingenio y ha multiplicado por veinte su creatividad. La mayoría han encontrado aliados en su diario viaje hacia su sueño. El caso es que muchos ya no compartimos un modo de vida al uso y sacrificamos o sustituimos algunos determinantes tradicionales: horarios, etiqueta, certeza a final de mes, planificación a largo plazo, hipotecas, familia, hijos, propiedades, amistades,… Sin embargo nuestra sociedad sigue ofreciendo servicios basados en estos valores que ni siquiera son promovidos por nuestros gobernantes.
A este cambio de modelo de vida se unela forma en la que entendemos todos nuestras nuevas relaciones. Al cambiar nuestro eje de coordenadas, ha cambiado nuestra forma de entender la realidad. Eso nos da un valor inmenso para proponer mejoras de presente y trabajar por el futuro pero nos desplaza a una zona marginal alejada del día a día del hombre de la calle. No somos superhéroes pero sufrimos el reconocimiento y la envidia de quienes dicen que lo somos. Esta dualidad es dura de vivir y más cuando nunca somos realmente alguien al margen sino que seguimos cenando, comiendo y viviendo con la gente que siempre hemos amado y con la que siempre hemos vivido. Sobre todo cuando vemos que ellos continúan su vida paso a paso de acuerdo a un modelo que está escrito por los que sí les financian, gobiernan o coordinan.
Aunque existe una gran nube de humo que envuelve el emprendimiento, todos nosotros solo queremos vivir como una persona cualquiera con la única diferencia de que para cumplir nuestros sueños hemos decidido andar por nuestra cuenta. Me refiero a andar de verdad, en cualquier superficie y condición, con viento a favor o mayoritariamente en contra. Somos extraordinariamente normales. No hay mística en lo que hacemos, solo una convicción práctica y real. Pero es cierto que sacrificamos mucho tiempo en esta convicción.
Un 100% de las personas que he conocido está en contacto directo o indirecto con un centro de innovación, incubadora o espacio de co-working
Solo un 50% exploramos nuevos mercados dentro del Océano Azul de nuevas posibilidades. La otra mitad cabalga a lomos de diferentes delfines más lentos o más rápidos en un Océano Rojo de lo que todos conocemos. Ambos tenemos éxito y fracaso a partes iguales. Sin embargo parece que aquellos que nos movemos en el Océano Azul encontramos constantemente paredes en forma de desconfianza, rechazo o distancia incluso por parte de aquellos que dicen innovar. Porque todos -ellos y nosotros, si existiera esa diferencia- estamos innovando con herramientas (cerebros) que han sido esculpidos en otra Era y otro tiempo. Esta gran transición tiene carencia, como todas, y son a menudo prohibitivas. Innovar no parece ser hacer algo completamente nuevo sino algo adecuado a un momento y espacio concretos y sobre todo a actuar siendo realista y efectivo. Mi valor se redondea y multiplica cada vez que pienso esto de nuevo.
Un 80% ha buscado financiación para su proyecto, solo un 20% se autofinancia con su trabajo. De ese 80% solo tal vez un 15% (muy pocas personas de las que conozco) ha encontrado pasta («show me the money») y de ese 20% que se autofinancia solo un 1% lo realiza verdaderamente aprovechando el valor de otros. Ninguno de todos ellos está educado en la economía de la colaboración y todos vivimos un pensamiento regresivo hacia la economía de la escasez que -la famosa «puta vida»- que nos impide mirar hacia adelante. El hoyo a menudo es cada vez más grande pero en mi caso construyo puentes infinitos :)))
Un 80% estamos en el sector servicios y vendemos, intercambiamos u ofrecemos conocimiento a nuestro entorno. Solo un 20% ofrece productos. Por lo que parece existe una sobresaturación de contenidos y un déficit de oferta física y tangible que no parece afectar al mercado. Otro mundo es posible más allá «de los hierros» como diría Belén.
Ante este fenómeno, personalmente estoy viviendo una etapa de cambio en un ecosistema que considero la segunda gran transición de mi país en los últimos 100 años. Esta transición no es política y habla de modelos de vida y actitudes. No es profesional porque habla de nosotros, no de lo que hacemos, sino de lo que queremos o estamos queriendo ser. Esa es mi opinión 🙂
Esta noche necesitaba ver a mis amigos de toda la vida. Estaba cansado tras un dia de trabajo pero he sacado fuerzas. Nuestras vidas me han hecho pensar dónde estoy y hacia donde voy. Hemos reflexionado por este orden sobre sexo, trabajo, apetencias, realidades actuales, posibles sitios para vivir, nosotros dentro de 10 años, derechos sociales e identidad personal y del propio grupo. Por otro lado en el #vorpahotel convivo con gente de diferentes culturas, procedencias y con ideas muy dispares pero con una misma visión: cambiar nuestra realidad inmediata. Para mí es un honor volver a ver a mis amigos de siempre tanto como conocer y disfrutar de nuevas almas gemelas insaciables. Aprendo mucho de ellos. Un buen amigo tras esta noche al abrigo del cristal de una copa me decía por correo al llegar a casa:
«Yo veo q estamos bien pero q tenemos necesidad d nosotros mismos»