por David Criado | Feb 11, 2017 | DESARROLLO PERSONAL
«Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta.»
maestro Walt Whitman (Hojas de hierba, 1819-1892)
Escucho a diario una gran cantidad de quejas y problemas. La mayor parte del tiempo asisto a personas que de manera inconsciente y automática se mueven de acuerdo a una conducta reactiva. Por necesidad he desarrollado una especie de aparato digestivo paralelo que procesa y depura el victimismo crónico. Este aparato digestivo me ha permitido prestar un servicio útil a aquellos que todavía carecen de él.
Hoy comparto con usted, lector o lectora, una breve radiografía de las personas que se dejan para luego. Todos en algún momento del día o de la vida tenemos comportamientos de procrastinación que nos animan a postergar situaciones que deben atenderse sustituyéndolas por actividades más irrelevantes o agradables a nuestro parecer. El problema llega cuando uno hace esto con su propia vida. Hablo de ese oscuro momento que tal vez se convierte en actitud de vida quizás dilatada durante años o décadas en el que una persona acaba creyendo que lo mejor es dejarse a sí misma para luego. He aquí el problema.
Comenzamos.
CÓMO ACTÚAN LAS PERSONAS QUE SE DEJAN PARA LUEGO
Denomino «personas que se dejan para luego» a todos aquellos individuos que se han visto superados por sus propias creencias limitantes hasta el punto de posponer -sin ánimo de atender nunca- sus verdaderos intereses. Son «personas que se dejan para luego» todas las que prefieren vivir mañana y todas aquellas que anestesian o suspenden su propia voluntad de forma recurrente y sistemática. Son también «personas que se dejan para luego» las que anteponen los intereses de otros a los propios hasta desaparecer por completo de su propia vida, olvidando que no puedes nunca hacer ni dar a los demás lo antes no te has dado a tí mismo. Son por último «personas que se dejan para luego» las que se abandonan a la inercia de los acontecimientos y a las consecuencias de las acciones propias o de otros, creyendo con extraño empeño que nunca pueden hacer nada.
De acuerdo a mi experiencia el victimismo crónico es la base conductual de estas «personas que se dejan para luego» y suele manifestarse en forma de conductas que generan enmascaramientos de personalidad. Entre estas conductas destaco las siguientes mecanismos de defensas destructivos orientados a la autojustificación:
- El relativismo moral que produce inmovilismo degenerativo (p.e. «Tu tienes una opinión y yo otra, es igual de válida la tuya que la mía») Esta estrategia conductual inconsciente permite a la persona ser impermeable al cambio hacia un modelo de comportamiento saludable. Detecto que es altamente empleado por personas con niveles bajos o muy bajos rundimentos de gestión emocional, que suplen con un sobrepensamiento excesivo y un pensamiento secundario tormentoso escudado a menudo en razonamientos rebuscados o complejos. Explico siempre que este tipo de personas suelen emplear los avances del pensamiento lógico y deductivo en su propio perjuicio (favoreciendo su aislamiento) y no en beneficio mutuo (impidiendo el encuentro y el aprendizaje). También detecto que este relativismo moral hace uso de una gran cantidad de lugares comunes o frases hechas, muy genéricas y que permiten a la persona permanecer inmóvil e impermeable al cambio, del tipo «Ya sabes lo que hay», «Siempre se puede mejorar, claro que sí», «Las cosas son como son», «Eso es bonito en la teoría, pero luego está la práctica», o «Ya, ya, pero aquí somos diferentes, este sector, o equipo, o empresa, o realidad es muy diferente a la del resto del mundo».
- El uso indiscrimando de falacias lógicas. La falacia del argumento ad ignoratiam permite a la persona repeler sistemáticamente el aprendizaje y la capacidad intelectiva (de inteligencia, del latín «leerse dentro») bajo la premisa de que no existen pruebas de que lo que ha dicho es falso, olvidando que tampoco existen pruebas de que lo que ha dicho sea verdadero. Esta falacia muy extendida está ampliamente explicada aquí. La falsedad lógica non sequitur permite a la persona sostener razonamientos incoherentes en los que algunas premisas innegables generan deducciones ridículas. El uso de la reducción al absurdo, basada en el cuestionamiento impenitente de todo aquello que no confirme mis creencias, es muy frecuente en las personas que juzgan a los demás por sus acciones y a ellos por sus intenciones. Muy relacionado con esta falacia encuentro a menudo el argumento tu quoque o «tú también lo haces» que permite a la persona no hacer autocrítica y fijar siempre el área de mejora fuera de su responsabilidad.
- La defensa de una «personalidad» o un «carácter» inmanente que me gobierna desde que nací o que adquirí en algún momento y no puedo cambiar en ningún otro (p.e. «Yo soy así, y esto es lo que hay») Esta visión provoca además que la persona no solo considere que ella no puede mejorar sino que ninguna otra puede hacerlo en consecuencia. Esta sobrecarga de Ego lleva asociada un enmascaramiento de carencia de autoestima que se traduce en un miedo constante a la exposición pública. En casos extremos, este mecanismo interno considero que puede generar deficiencias afectivas en las relaciones como no dejarse querer, no saber querer, o tratar bien a las personas que nos tratan mal y mal a las que nos tratan bien. Creo ver en este mecanismo una distorsión para mí evidente que genera bucles reactivos de los que solo es posible salir con un gran trabajo personal de autocrítica y contraste.
LA DIFERENCIA ENTRE VOLUNTAD y COMPROMISO
A la hora de cambiar las personas creen que existen dos actitudes: querer cambiar o no querer hacerlo. Pero esto no es cierto en mi experiencia. A la hora de cambiar existen en realidad tres actitudes:
- No querer cambiar (reactivo)
- Querer cambiar y hacer lo imposible por no hacerlo (voluntarioso)
- Querer cambiar y hacer lo posible por hacerlo (comprometido)
Todas las actitudes anteriores determinan en uno u otro sentido la realidad de la persona. La primera actitud es una actitud de rechazo o reacción al cambio fruto de esa zona de comodidad que ha permitido a la persona sobrevivir hasta ese momento. La segunda actitud es una actitud de autoengaño en la que mi discurso oficial es «Quiero cambiar» pero mis acciones reales dicen «No hago nada por hacerlo». La tercera actitud solo llega después de las dos primeras y es la que genera resultado, aunque yo diría que las tras actitudes representan momentos del cambio necesarios a nivel cognitivo y conductual.
En el caso de las actitudes reactivas, si alguien no quiere cambiar, mi recomendación es dejar que no lo haga y no insistir en exceso en lo contrario. De nuevo, recordemos, nadie cambia si no quiere. En los casos en que la decisión de esa persona afecte a un colectivo, mi recomendación es siempre explicitar el conflicto y dejar que aflore de forma pública. De este modo la persona podrá autorregularse en el seno de su colectivo.
En los casos en que alguien quiere cambiar o manifiesta que quiere hacerlo, existe siempre un terreno posible de trabajo para el aprendizaje. Entre la actitud 2 y la actitud 3 se encuentran las siguientes diferencias:
Una persona voluntariosa se mueve y se comporta desde la generalidad y la falta de concreción, favoreciendo la inacción, postergando la asunción de responsabilidades y evitando el dolor o el esfuerzo necesarios. De acuerdo al Análisis Transaccional, este tipo de personas suelen maniobrar o realizar transmisiones desde su rol de NIÑO o de PADRE estableciendo imperativos categóricos o patrones de pensamiento polarizados según el patrón «esto me gusta» o «esto no me gusta».
Una persona comprometida se mueve y se comporta desde lo concreto, traduciendo su voluntad de cambio en acciones propias que generan nuevas realidades, asumiendo su área de responsabilidad y gestionando el dolor o el esfuerzo asociados a la consecución de logros.
Sobre el compromiso invito al lector o lectora a leer los siguientes textos de la maestra Paz Garde «Para cambiar las cosas hay que hacer cosas» y del maestro Amalio Rey «Desmitificando la fuerza de voluntad» y «Teoría del GRIT ¿qué tal vas de pasión y perseverancia?»
TIPOS DE PERSONAS QUE SE DEJAN PARA LUEGO
He seleccionado una tipología de personas que se dejan para luego que considero interesante para trabajar. Destaco los siguientes perfiles:
- El que vive cada día para tener razón. Ya lo he comentado en anteriores ocasiones. Hay personas que vivimos para tener paz y otras que viven para tener razón. Estos creen a menudo inconsciente o conscientemente ser mejores que los otros y viven para tener nuevas oportunidades en las que demostrarlo. Viven embalsamados en su orgullo y su autocomplacencia. Dentro de este tipo de personas hay dos subtipos de personas: Los que se regocijan y presumen de su propia ignorancia o falta de inquietud. Estos exigen a otros como víctimas porque no son capaces de exigirse a sí mismos como protagonistas. Sentados en estas butacas del cine de la vida observando las películas de otros se encuentran la gran cantidad de personas que conozco. Ni siquiera intentan conocer las cosas importantes. Se conforman con tener razón en su pequeña escala y en su mundo. Los que devoran conocimiento sin practicarlo. Estos siempre dicen pero casi nunca hacen. Viven en una apariencia de conocimiento que enmascara un desconocimiento atroz de las cosas importantes. Este último subtipo de personas que se dejan para luego, creen que el conocimiento por sí mismo es curativo, pero no es así. Lo realmente curativo es la sabiduría, lo que uno hace con el conocimiento (mucho o poco() que tiene.
- El que vive cada día para buscar su sitio. Estos no paran de compararse con otros otros de su entorno la mayor parte del tiempo y siempre creen que hay algo mejor por llegar. Se conservan embalsamados en falta de foco e insatisfacción constante. Los hay que deambulan esperando el advenimiento de su clara vocación sin probar ningún oficio. Los hay que viven esperando a la mujer o el hombre ideales sin saber que él o ella misma son la mujer o el hombre de su vida y que simplemente tienen que dejar llegar a alguien con el que compartirse. Los hay que sueñan con una vida mejor sin trabajar para tenerla. Los hay que buscan la fuente de la eterna juventud hasta tal punto que llegan a perder la suya. Todos ellos buscan un lugar en el mundo porque no saben que el mundo es su lugar, ignoran que su sitio es todo aquel en el que estén ahora, que su único lugar son ellos, que su casa puede ser el mundo si hacen de cada instante de su vida el lugar en el que no se eches de menos.
- El que vive cada día preocupado. Los hay que se precipitan contra la vida atropellando los segundos. Estos consumen distracciones sin importar la cantidad ni el órden. Se apuntan a gimnasios, deportes, actividades, viajes, aficiones,… y siempre están pensando en la siguiente huida. Consumen metodologías o herramientas sin orden ni concierto, sin estrategia ni foco. Tienen una realidad que les espanta y huyen periódica y puntualmente de ella. Se ocupan pero algo continuamente les persigue. Y entonces se preocupan. En algún momento del día o de su vida, la vida les atrapa. Un buen día cinco minutos a solas tras apagar el contacto del coche se derrumban. Saben que están dejando su vida para luego y no vieron crecer a su hijo o su hija, no estudiaron ni trabajaron en aquello que quisieron y cuando ya se encontraban estudiando o trabajando en eso otro no supieron aprovecharlo para aprender a sentirse satisfechos.
CÓMO ACTÚAN LAS PERSONAS QUE NO SE DEJAN PARA LUEGO
Las personas que no se dejan para luego, viven. Viven aquí y ahora aunque tengan que mirar hacia el mañana, viven hoy. Ante usted tiene a una persona que no se deja ni se ha dejado nunca para luego.
Yo no suelo dejarme para luego, yo me dejo casi siempre para ahora.
Soy más grande que la suma de todas mis heridas.
He hecho casi siempre aquello en lo que he creído. Incluso cuando otros no me permitían hacerlo, yo me lo he permitido.
He estudiado y trabajado por encima de mis posibilidades. Y he obtenido en consecuencia resultados por encima de mis expectativas.
Me he ganado a pulso lo que soy y eso es todo lo que tengo. Y resulta que hace bien a otros.
Tal vez por eso me han amado siempre.
No recuerdo un momento de mi vida en el que yo me haya aburrido.
He tocado las columnas de Hércules y he ido varias veces más allá de nuestro mundo a lomos de un pájaro de hierro entre las nubes.
Soy capaz de enfadarme pocas veces y muy poco tiempo para impedir que mi enfado me impida disfrutarme.
He recorrido la tierra donde nací de norte a sur y de este a oeste varios cientos de veces mejorando la vida de mi gente día tras día, paso a paso, persona a persona.
Las personas que yo consideraba referentes me han llamado maestro. Aquellos que aún son mis maestros me abrazan hoy como a un igual.
He visto despertar el sol en un viejo motel de California en frente del Pacífico por encima de un ejército de aves blancas infinitas.
He tomado decisiones duras que me han generado dolor y sufrimiento, y siempre he logrado levantarme hasta llegar a ser feliz.
Me he aceptado y he aceptado a otros la mayor parte del tiempo de mi vida.
He conectado con la intimidad más profunda de miles de personas en diferentes realidades, idiomas y momentos.
He caminado solo durante horas por el suelo abrasador del Gobi y la gélida estepa en la tierra más deshabitada del planeta donde los hombres nacen junto a los caballos.
He paseado mi alma por los jardines sonoros de la Alhambra. Y he estado en todas mis visitas atento al olor y a las imágenes de ese paraíso aquí en la Tierra.
He caminado en el silencio de un mar de columnas cordobesas.
Me he sentido la mayor parte de mis días muy pequeño y eso me ha permitido hacer grandes a una muestra muy importante de todos los demás.
He superado la mayor parte de mis miedos y aprendido a convivir con ellos sin que puedan limitarme.
He andado junto a un volcán latente en medio del paisaje lunar de una isla africana.
He caminado por los riscos inaccesibles cerca de un otro volcán en Grecia y visto morir al sol desde un acantilado en el Egeo.
He caminado por el mar en esa sucesión de peces y navíos de la que habló el maestro Neruda.
He contado la historia de mi vida a decenas de soñadores que también me compartieron la suya.
He sido escuchado por decenas de personas interesantes en el monasterio de piedra que descansa en lo alto del puerto de Dalt Vila, en mitad del Mar Mediterráneo.
He dado conferencias multitudinarias ante miles de personas y ayudado a ser feliz también a una. He hecho ambas cosas varias veces hasta no recordar cuántas.
He pasado noches en la playa hablando junto a personas importantes que lo eran porque me escuchaban y también las escuchaba.
He recorrido el Puente Vecchio partiendo del Palazzo Pitti hasta llegar a la Signoria y luego al Duomo para contemplar el resplandor dorado de las puertas del Paraíso de Ghiberti.
He mirado a los ojos al David de Miguel Ángel.
He disfrutado el olor de quinientos años de pintura en el techo más bello de la historia que no es otro que la bóveda Sixtina.
He bebido los mejores vinos y probado los mejores quesos. Nunca he pasado hambre, ni siquiera cuando no tenía dinero para comer tres veces al día.
He compartido frío y chimenea junto a hermanos en mitad de ninguna parte en una vieja casa de madera junto al lago Hautajärvi en el centro helado y blanco de Finlandia.
He contemplado en directo el color incontenible de los paisajes oníricos de El Bosco, las emociones puras de los rostros traducidos de Velázquez, y el horror de Goya.
He compartido ilusión y escuchado otros muchos sueños en un número incontable de trayectos junto a otros en coche o autobús sin apenas dormir durante el viaje.
He llorado al contemplar las ruinas del foro y la Acrópolis de Atenas donde mis antepasados construyeron lo que ya no somos.
He peregrinado durante horas por nuestro origen hasta llegar al Oráculo de Delfos, al pie del monte Parnaso.
He saciado mi sed del diminuto hilo de agua de la eterna juventud que mana de la fuente Castalia.
He caminado luego entre todos los Tesoros y arriba en lo alto del valle en el Templo de Apolo he hecho mi promesa.
He roto decenas de zapatos y zapatillas andando miles de quilómetros durante toda mi vida disfrutando de miles de paisajes.
He compartido mi sueño en la ciudad de Haarlem y he dormido en una casa de un desconocido en la ciudad llave de Leiden, junto a uno de los cientos de canales fantásticos de Holanda.
He sido lo suficientemente valiente como para empezar una conversación que importe, y he hecho esto innumerables veces.
He llevado una vida de héroes junto a personas que tatuaron mi piel de abrazos, agradecimientos y bendiciones.
He vivido en seis casas diferentes y dormido en decenas de camas de personas que me han amado y he amado.
He dormido en lugares que harían vomitar a una cabra y en habitaciones lujosas, y en ambos me sentí muy vivo.
He comido y bebido saboreando cada bocado como el primero.
Tengo recuerdos magníficos junto a amigos. Todos ellos me admiran y me quieren.
No conozco ni he fabricado por mí mismo ni a un solo enemigo.
He escrito y he leído suficiente aunque todavía no del todo.
Dicen que una persona cambia solo por dos razones: o porque sufrió demasiado, o porque aprendió lo suficiente. Yo he sufrido hasta poblar, herir y ahogar mi alma para luego dar sentido a mi vida. Soy el sentido de mi vida. Y todos los demás, tal y como son y están me bastan.
Soy feliz.
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por David Criado | Oct 1, 2016 | DESARROLLO PERSONAL
«Pero sucedió que el principito, habiendo caminado largo tiempo a través de arenas, de rocas y de nieves, descubrió al fin una ruta. y todas las rutas van hacia la morada de los hombres»
Antoine de Saint-Exupéry, El principito, Cap. XX
Durante casi un mes he convivido con familias nómadas del desierto del Gobi y de la estepa de Mongolia. Mi intención era experimentar plenamente sus costumbres y condiciones de vida. Esta experiencia me ha permitido conocer la cultura centenaria de los herederos del imperio más extenso de la Historia. Personas llenas de vida y paz; pastores disciplinados de ovejas y de cabras cuyas cicatrices en la cara y en las manos replican las zanjas y ríos de su tierra en una suerte de mapa corporal de su destino, ganaderos adustos de yaks y de camellos cuya fuerza brota cada mañana y descansa en paz rodeada de estrellas en la noche, domadores y jinetes envidiables de caballos con apenas ocho años de edad; niños, hombres y mujeres aguerridos que viven en condiciones extremas bajo uno de los cielos más bellos del planeta: /tingir/.
El texto que usted lee, lector o lectora, recoge las lecciones de vida más destacables que me fueron regaladas durante la inmersión de aprendizaje más intensa que he vivido hasta el momento.
1) LA VIDA OCURRE SOLO AHORA
Cuando uno está en medio de las montañas o en mitad del más árido desierto y ve cómo las personas son capaces de llevar una vida plena, enseguida se da cuenta de que la vida ocurre solo ahora y de que la felicidad no consiste en esperar nada sino en aceptar lo que nos ocurre y abrazarlo para poder disfrutarlo o superarlo. Sea lo que sea. En occidente no podemos comprender cómo algo que ocurre de repente deja de ocurrir. Aparentemente no mueren solo los seres vivos sino también todo lo que les alimenta. De repente mueren los sentimientos de una a otra persona, mueren los momentos y mueren las acciones. En algún momento vemos que algo deja de existir, nos creemos que ocurre de un momento a otro, estamos convencidos de ello porque tomamos el pulso a una persona o una emoción una noche y al día siguiente no tienen pulso la persona o la emoción. Creemos por ello que esa persona o emoción o realidad mueren de repente y sentimos dolor y abrazamos el sufrimiento de perderla. Pero en verdad todo esto es solo nuestra sensación…
Acompañando a muchas personas, equipos y organizaciones durante estos años he visto como todos ellos suelen negar que las cosas lleven ocurriendo desde hace tiempo. Casi todos consideran que hay algo que ha ocurrido de repente y que por ello una acción puntual (un sencillo taller o un mero curso) pueden revertir la situación. Pero nada de esto es la realidad. En verdad, lo que se ha gestado durante tiempo, también tarda en desaparecer un tiempo.
En el desierto he aprendido a comprender esto. El desierto es el espacio del desierto pero también es a la vez el tiempo del desierto. En ese tiempo y ese espacio en el que aparentemente no ocurre nada, todo pasa. Muchas tardes tras honrar a mis anfitriones en su tienda, almorzar con ellos varias piezas de cabra y arroz e hidratarme, tomaba una mochila plegable y la llenaba de víveres, agua y un impermeable. Acto seguido me adentraba en el desierto para caminar durante horas pertrechado de unas sencillas sandalias, una camiseta y un pantalón corto. Por el día es fácil perderse en el desierto si uno no memoriza o anota puntos de referencia durante el camino que le ayuden a desandar sus pasos. Así lo hacía. No tardaba en encontrar cadáveres de animales y de rodillas ante ellos a menudo los tocaba intentado imaginar su pasado. En realidad el desierto no es un paisaje, es un testimonio. Memoriza pruebas que muestran el ciclo de la vida. Cada pequeña planta y cada esqueleto, cada piedra, son argumentos visibles de la vida y de la muerte.
La conexión de los nómadas con esta realidad es absoluta. Incluso en uno de los más adversos entornos del planeta, la vida y la muerte se abren paso. Los nómadas creen verdaderamente que todo pasa y todo llega cuando tiene que pasar y llegar. Pero también viven como si la vida solo ocurriera ahora, aquí, en este momento, en el momento que bebes esa taza de leche de camello, en el momento que juegas a las tabas con ese grupo de niños, en el instante en el que echas la vista atrás y ves tu cabaña a lo lejos diminuta, o en el momento en que uno de los nómadas se aleja hacia el pozo en busca de más agua. Por eso viven cada momento con ilusión y uno puede verles sonriendo la mayor parte del día. No hay más. Eso es sencillamente todo. El maestro Csikszentmihalyi llamaría a todo esto Fluir. Ellos lo tienen, créanme que lo tienen. De modo que una persona digna y admirable no es una persona llena de un pasado glorioso o de un próspero futuro, no es una persona llena de cosas que ha hecho sino una persona cuyo valor se cifra en la vida que contienen las cosas que ahora mismo hace.
2) UNA PERSONA ES SOLO LO QUE HACE
Hace poco una persona a la que acompaño realizaba el cierre de su sesión de la siguiente manera: «Hoy he aprendido que juzgamos a los demás por sus hechos y a nosotros mismos por nuestras intenciones, y creo que todo esto es injusto y tengo que cambiarlo en mi vida«. Sirva este aprendizaje de preámbulo a esta gran lección…
Por el día el tiempo se detiene en el desierto y el sol (/nar/) aplica su caricia firme sobre la faz perpetua de la piedra y de la arena. Por la noche uno puede encontrar su recompensa tras el trabajo. Después de apagar la luz y honrar a los antepasados en el pequeño altar que viste cada casa, basta tan solo con tumbarse sobre el edredón duro del suelo y mirar a través del toon, la rueda budista del eterno ciclo de la vida, para sentirse muy pequeño bajo el manto azul e intenso de constelaciones y de estrellas.
La mayoría de las familias nómadas cuentan con motocicletas chinas con las que acuden a visitar a sus vecinos en tiendas que a menudo están a kilómetros de distancia. Estas distancias entre una y otra tienda permiten que los escasos pastos que surgen de la arena sean aprovechados por el ganado de unos y de otros sin necesidad de que los camellos o las cabras pasen hambre. Estas motocicletas suelen pincharse en mitad del desierto, por lo que el conductor suele llevar una llanta de repuesto que debe ser continuamente arreglada con pegamentos baratos y parches. En una ocasión mi hermano en el desierto, de apenas unos trece años, tenía que arreglar la llanta de la motocicleta que utilizaba un anciano, de modo que cogió un poco de agua y buscó el pinchazo junto a una amiga de una tienda cercana. La amiga quiso participar y aprender. Yo les observaba mientras me cortaba las uñas cerca de la entrada a la tienda (/haalga/). De repente la chica aplicó el pegamento de una forma incorrecta. Entonces él le sonrió y le dijo «No es así, déjame enseñarte». La chica le dijo que solo pretendía ayudar. Él le sonrió y le dijo «Esta llanta no se arreglará por lo que tu pretendas, sino por lo que tu hagas».
3) EL RECONOCIMIENTO ES SIEMPRE NECESARIO
Una mañana tras lavarme la cara y cambiarme de camiseta yo estaba tumbado en la tienda leyendo historias zen del maestro Dogen. De repente entró mi hermano en el desierto y me dijo «/Dábit/» e hizo un gesto para que le acompañara. Incluso en los momentos en el que algún malestar de estómago me aquejaba durante el viaje, yo nunca decía que no a ninguna invitación a la aventura, de modo que me fui con él. Tras andar uno kilómetros llegamos a un redil donde había centenares de cabras y estaban dos familias que yo ya conocía marcándolas y vacunándolas. Me invitaron a entrar dentro para colaborar. Aquel día doblegué y marqué unas cien cabras para poder vacunarlas. Estuvimos horas haciéndolo. Cuando digo que estuvimos horas, hablo de unas cuatro o cinco horas cogiendo a cabras por los cuernos, echándolas al suelo, marcándolas y vacunándolas. Al término de la tarea yo tenía callos en las manos y toda mi ropa estaba llena de pintura. Sonreía y hacía reir a los demás simulando que yo también me marcaba mientras trabajábamos todos sobre un suelo de heces y de orín de cabra. Durante todo ese proceso de horas, cada vez que yo doblegaba a una cabra, repito -cada vez que lo hacía- aquel chico me miraba y subiendo el pulgar hacia arriba me decía «/mas sain, dábit/». Quería decir, «muy bien hecho, David». Y yo me sentía muy bien y seguía.
Mi jefa en el desierto para la labor de llevar al redil las casi cuatrocientas cabras era una niña de cinco años que me acompañaba siempre. Estaba altamente capacitada para ese trabajo y tan solo la ayudábamos dos niños más y yo. El trabajo era algo sencillo: llevar a todas las cabras al redil sin perder ninguna por el camino. Para ello existían varias estrategias. A veces yo hacía cosas mal y ella me miraba sonriendo y me decía «/moo, Dábit/» que significaba «mal, David». Otras veces, cuando me venía arriba y hacía las cosas bien, ella me miraba igualmente sonriendo y me decía «/mas sain, dábit», «muy bien, David».
Todo esto que acabo de narrar es más de lo que la mayor parte de directivos saben hacer por sus empleados.
4) EL COMPROMISO ES PUENTE ENTRE PERSONAS
Mi hermano mongol en las montañas tenía unos catorce años. Mi quinto día en la estepa, el chico de repente se levantó tras intercambiar unas palabras no más de un minuto con sus padres, se vistió con el deer, me saludó y salió apenas sin inmutarse. De repente mi traductor corrió a mí y me dijo que se iba con parte del ganado a un viaje de tres días entre las montañas para intercambiarlo por caballos. Ese gesto mínimo había sido toda su despedida. En Mongolia no existe más afecto que responsabilidad propia. Salí corriendo, le regalé algunas pastillas de chocolate, y le dije que le esperaría hasta su regreso. Hice un gesto de respeto y él me respondió con el mismo deseándome una feliz estancia.
A los pocos días volvió con varios caballos. Le acerqué un cazo de arroz con carne de cabra y leche de yak. /eez/, madre en mongol, nos había preparado un guiso. Le miré y le dije «Bienvenido» en mongol. Sonrió. Nadie le dio las gracias por hacer su trabajo. Porque esa era su vida y esa era su familia. Él simplemente tenía que hacer eso, es su compromiso y su deber. El hogar de esta persona no es una propiedad fija sino su honestidad propia. Recuerde, lector o lectora… catorce años, solo tenía catorce años.
5) MENOS ES MÁS
Tres anécdotas me hacen aprender la lección de que la cantidad nunca es calidad.
La primera de ellas es mi reto personal de realizar este viaje de un mes tan solo con nueve kilos de equipaje en una mochila con unas dimensiones menores a las admitidas por los aviones como equipaje de cabina. Nunca me faltó nada y pude vivir con lo justo centrado en el momento. A las dos familias y a mi traductor les llamó la atención la poca ropa que tenía siendo occidental, pero en cierta medida me ayudó a ser uno más de ellos durante mi estancia. Lavábamos juntos la ropa y compartíamos las mismas necesidades. Eso nos hizo congeniar muy bien.
La segunda anécdota corresponde a mis días en el fértil valle de Orkhon. En la estepa, completamente verde y poderosa, me acogió una familia con tres hijos que vivían en una tienda mínima repleta solo de lo absolutamente necesario. Dos mochilas mínimas eran toda la ropa de los cinco miembros para el invierno y el verano. Pude comprobar también que tenían solo los enseres y menaje de cocina necesarios, de modo que siempre había que lavarlos para volver a comer. Al tener poco espacio en la tienda, la familia al completo decidió dormir en el suelo para cederme como huésped un camastro de madera donde dormí mis noches en el Norte, a menudo con algo de miedo por los lobos.
La tercera anécdota tiene que ver con las relaciones humanas que genera tener pocas cosas y las relaciones humanas que genera tener muchas cosas. escasez de agua en el desierto. Mi familia en el desierto tenía un lavabo improvisado con bidones cortados y un pequeño grifo que nos ayudaba a asearnos mínimamente. A menudo el agua se acababa y esto hacía que alguien tuviera que ir a por ella. Varias veces fueron a por agua para que yo pudiera lavarme los dientes o asearme. Estaban acostumbrados a cuidar unos de otros sin cuestionar la obligación de hacerlo. Por otro lado, siempre que comíamos tanto en las montañas como en el desierto, todos compartíamos todo porque había poco y esto nos animaba a ser más solidarios y generosos los unos con los otros. Además cuando jugaba con los niños, éstos no tenían más juguetes que los improvisados con partes viejas de coche o enseres de cocina. Esto les ayudaba a ser más creativos y a improvisar juegos e imaginar que los objetos cobraban vida. Un simple cazo de agua era para ellos una catarata que les hacía reír y mojarse a unos y otros. A la vuelta a occidente, en el aeropuerto de Moscú observé cómo un niño jugaba con un móvil, no se movía ni emitía palabra alguna, estaba hipnotizado. Cuando llegué a España vi a varios niños discutir por quien tenía el mejor juguete, ninguno de ellos quería compartirlo. No tengo mucho más que decir de todo esto.
Si usted quiere ampliar el conocimiento sobre el poder inmenso de MENOS ES MÁS, puede ampliar detalles aquí.
6) EL PODER DEL SENTIDO DEL HUMOR ES UNIVERSAL
Muchas personas me han preguntado cómo me entendía con los nómadas. Algunos me decían «Ah, no recordaba, llevabas un traductor» Lo cierto es que el ochenta por ciento de mi viaje yo viví sin mi traductor al lado. Dashka a menudo se echaba largas siestas y yo quería vivir mi viaje por mí mismo, así que hice los esfuerzos necesarios para aprender su cultura y su idioma y logré memorizar unas ciento cincuenta palabras que llevaba anotadas en papeles y repasaba cada noche. Con ellas y con mi sonrisa y mis gestos, construí relaciones enriquecedoras de respeto que me ayudaron a no volverme loco en el desierto y a no tener un solo instante de aburrimiento en las montañas. Esto ocurre porque realmente hablábamos siempre el mismo lenguaje aunque tuviéramos idiomas diferentes. Ese lenguaje era el sentido del humor. De mí hacia ellos. De ellos hacia mí.
Yo les hacía reír riéndome de mí mismo y mis costumbre europeas y ellos se sentían respetados cuando yo vivía y hacía lo que hacían ellos. Todos vivíamos mi aprendizaje y nuestra convivencia con mucho sentido del humor. A menudo enseñaba juegos de manos a los niños y niñas, o jugábamos a la pelota y yo me comportaba exactamente igual que si estuviera en casa. Precisamente por ello, porque me veían comportarme como si estuviera en casa, ellos nunca se sintieron agredidos por mi cultura.
Si mi padre en las montañas se iba a pasear con las manos a la espalda, yo hacía lo mismo. Si mi madre en las montañas se iba a ordeñar, yo la miraba para aprender y luego me sentaba a ordeñar con ella. Cuando cocinaban, yo preguntaba qué animal había ese día en la comida y por mucho que no me gustara, yo comía y bebía lo que me daban. Porque siempre se quitaban el mejor bocado para dármelo. A veces yo ponía caras algo cómicas y ellos se partían de risa. Mi abuelo en el desierto siempre bromeaba conmigo y mi falta de gusto por los ojos y lengua de cabra. También le hacía gracia que me afeitara a diario y me decía «Ahora comprendo por qué tu barba es así y yo no tengo». Y yo simulaba que le afeitaba a él y reíamos.
En varias ocasiones habría herido los sentimientos de mis dos familias si no hubiera hecho uso del sentido del humor en el momento. Solo por poner un ejemplo, para entrar a una tienda nómada si eres invitado es siempre obligado entrar por la izquierda y con la mochila en la mano y no en la espalda como símbolo de respeto hacia el anfitrión. Varias veces lo hice mal pero todas ellas, hacía luego el payaso y salía y volvía a entrar correctamente. Entonces todos se reían y entendían que no era una falta de respeto y me decían «Eres un desastre, David».
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por David Criado | Jul 29, 2016 | DESARROLLO PERSONAL
«O logras ser feliz con poco y liviano de equipaje porque la felicidad está dentro tuya, o no logras nada. Esto no es una apología de la pobreza sino de la sobriedad»
maestro Pepe Mujica, activista y expresidente de Uruguay (HUMAN, Yann Arthus-Bertrand, 2015)
SOBRE LA BELLEZA MÁS ALLÁ DE LOS SENTIDOS
Hay una belleza más allá de los sentidos. Las cosas que pasan fuera hacen que pasen cosas dentro. Ocurre también en la dirección opuesta. Las cosas que pasan dentro hacen que pasen cosas fuera. Entender este puente entre lo que me pasa dentro y lo que pasa fuera es la llave del crecimiento propio. Esto vale tanto para la complejidad del mundo entero como para la realidad de una única persona.
Las cosas que pasan fuera no sirven para descubrir la belleza más allá de los sentidos. Las cosas que pasan dentro son las que sirven para eso.
Todo el mundo puede reconocer la belleza exterior en un paisaje o en el cuerpo de una persona. Conformarse con eso es elegir que otras personas decidan quién eres y cómo es tu vida. Del mismo modo que nadie nació por ti cuando llegaste a este mundo, nadie puede vivir por tí para que continúes en él.
Solo los que saben elegirse pueden acceder a la belleza interior de ese paisaje o persona. Solo aquellos que toman cada acción de su vida como parte de un mismo camino y no toman cada acción de su vida como el comienzo de un camino diferente, logran disfrutar de la belleza más allá de los sentidos.
Si cada vez que la vida te regala un momento de gozo o de dolor, te centras en lo que ha pasado fuera y no en lo que te ha pasado dentro, no alcanzarás nunca una vida plena.
La vía más corta que yo he experimentado para acceder a la belleza más allá de los sentidos es el perdón. Perdonar es comprender el dolor del otro y abrazarlo. Perdonar no es solo decir «lo siento». Perdonar es sobre todo tratar a otras personas como si también a ellas les pasaran cosas dentro y como si también a ellas les pasaran cosas fuera.
SOBRE EL MOMENTO ADECUADO
Las personas no son como el acero. Las personas son seres vivos. El acero es duro y resistente pero nunca crece cuando ya está hecho. Sin embargo, pase lo que pase, tu nunca estarás completamente hecho y precisamente por eso siempre tienes la opción de crecer a partir de lo que pase.
Nunca vas a estar completamente preparado porque nunca estarás completamente hecho.
No estar nunca completamente preparado es uno de los dos mecanismos más efectivos que tiene cualquier persona para desarrollar su potencial. No estar nunca completamente preparados no solo nos hace ser humildes en nuestra relación con otras personas, también nos obliga a permanecer atentos, y a apreciar la cultura y el sentido del esfuerzo. Nada de esto te da el derecho a no intentarlo. No estar nunca completamente preparado, no justifica tu inacción. Más bien al contrario, no estar nunca completamente preparado hace más admirable aún cualquier logro que seas capaz de conseguir por tí solo por medio del esfuerzo.
No estar nunca completamente hecho es el segundo de los dos mecanismos más efectivos que tiene cualquier persona para desarrollar su potencial. No estar nunca completamente hecho también nos hace ser humildes en nuestra relación con otras personas, pero a la vez nos obliga a evolucionar en relación con nuestro entorno, a crecer en relación con nuevas y diferentes realidades. Aquellas personas que se consideran completamente hechas suelen utilizar la expresión «Yo soy así y nadie va a cambiarme». No conozco una forma más triste y desoladora de vida que aislarse de la belleza de este mundo huyendo de tu propia condición de ser vivo que cambia, aprende y crece cada día.
Por todo esto creo que el momento adecuado para ser persona es siempre ahora, pero el momento adecuado para cada logro llega solo cuando tú decidas.
La vía más corta que yo he experimentado para ser persona ahora y para conseguir cualquier logro también es el perdón. Perdonar es comprender que nadie es como el acero y que uno mismo mismo y los otros tenemos siempre la oportunidad de crecer. Perdonar no es solo decir «lo siento». Perdonar es sobre todo tratar a otros como si también ellos nunca estuvieran completamente hechos o preparados.
SOBRE LAS VÍAS DEL PERDÓN
Sostengo que el arte de perdonar no está relacionado con la barra libre o el todo vale. El perdón es un acto liberador de culpa para la psicología social, la gran sociología del comportamiento tribal y para una gran cantidad de filósofos desde el estoicismo al humanismo pasando por el taoísmo y las culturas indígenas. También para cualquiera de las cuatro religiones mayoritarias -judeocristiana, islámica, budista e hinduista- el perdón si bien a veces se define como un acto constrictivo u obligado hacia todas las personas y los hechos, la mayor parte del tiempo tiene también una comprensión liberadora de emociones y cargas negativas para la persona que perdona. El foco sanador del perdón no está solo en la persona perdonada. No solo ella gana, sino que también gana el que perdona.
Preguntado el maestro Jesús por el pescador Shimón bar Ioná, alias Pedro, acerca de si habría de pecar su hermano siete veces contra él para seguir perdonándolo, le respondió el maestro «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». Sucesivos maestros en la historia del arte de perdonar han señalado, tal y como lo hizo Jesús de Nazaret, la importancia que tiene la perseverancia y la disciplina propia en el perdón auténtico.
Tal y como yo lo veo, se puede acceder al maravilloso poder del perdón a través de cuatro vías diferentes, según niveles de compromiso diferentes de menor a mayor:
- A través del perdón entre dos personas que no son uno mismo. La reconciliación ajena genera reconciliación propia.
- A través del perdón de otro a uno mismo. La luz de otro nos habilita a dar sentido a la luz propia.
- A través del perdón de uno mismo a otro. Este es el poder del primer paso. Cuando nos damos permiso para poder brillar, somos nosotros los que habilitamos a otros para que brillen con luz propia.
- A través del perdón de uno mismo a uno mismo. Cada persona suele ser el juez más duro que existe consigo mismo, por lo que este es el nivel de compromiso más elevado.
No olvides que tu alma es solo una página del mundo. Que cada puerta que abres da continuidad a tu deseo. Que cada puerta que cierras da tranquilidad a tu conciencia. Que todo corazón es un pasillo y las personas son solo habitaciones. Que aunque el camino es infinito, son concretas todas tus acciones. Que dormir solo no es más que hacerse viejo. Que vivir rápido no es más que morir lento.
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por David Criado | Jun 13, 2016 | DESARROLLO PERSONAL
«Mi dignidad se cifra en aceptar que en casi cualquier circunstancia y realidad no soy víctima de otros, sino de mi propia actitud ante esos otros.»
Vagabundo
671 palabras. Léelas y crece.
Voy a destriparte la vida, te reventaré la trama, te haré el mejor spoiler de la historia. Tan solo espero que sabiendo el desenlace, en el camino hacia él, decidas mejorar. Comenzamos.
Un tipo raro llamado Peter Grunwald ha calculado que durante 162.000 años más de 107.000.000.000 de personas han existido antes que tú. No te lo vas a creer, vas a flipar, te vas a quedar de hielo, pero… siempre se repite una y otra vez la misma historia….
Te adelanto el final: después de todo, tú no sobrevives.
De modo que esto no consiste en por qué mueres o en cómo sobrevives, porque vas a morir y no vas a sobrevivir. Es una cuestión de tiempo que tu castillo de excusas y defensas no funcione. Esto consiste en por qué vives y en cómo las personas que vayan a tu funeral pueden saber que antes de morir estabas vivo. ¿Qué diría de ti la gente más cercana si hoy te mueres?
El día después del último día de tu vida tu cuerpo estará completamente frío. Lo único importante es cómo de caliente sepas conservarlo hasta ese día. Al menos a una temperatura lo suficientemente agradable para albergar un alma que te de calor a ti y a otros.
Puede que no seas más que un miserable y que nada de esto te importe, o puede que estés verdaderamente preocupado por dejar de ser una víctima de tu propia vida. Puede que te guste seguir agachando la mirada cuando te hablo o puede que verdaderamente quieras sentirte lo suficientemente digno para poder mirarte. Sea como fuere, en realidad no eres nada diferente al resto de personas. Tú y yo tan solo tenemos un dilema. Lo compartimos en cada pequeño acto o palabra de nuestro día.
Tal y como yo lo veo yo tengo -y tú tienes- dos opciones:
La primera opción es intentar sobrevivir en una vida ajena que no te pertenece…
- Respirando con dificultad y a la desesperada,
- Justificando todo lo que haces,
- Reprochando a otros todos tus errores,
- Responsabilizándoles de todo lo que eres,
- Siendo la primera víctima contagiosa de tu propia culpa,
- Y el mayor esclavo encadenado a sus excusas.
- Una vida de sufrimiento continuo en la que intentas pero no consigues.
- Una vida en la que siempre te proteges pero no conquistas.
- Una vida de frustración y de vergüenza, repleta de cosas que no haces, palabras que no dices, momentos que no disfrutas.
- Una vida vacía gobernada por el miedo en la que habitarás sensaciones y momentos de los que todo el mundo huye.
La segunda opción es vivir la única vida propia que te ha sido regalada…
- Viviendo con foco y esperanza,
- Encontrándote en todo lo que haces,
- Atesorando el amargo aprendizaje de tus errores,
- Responsabilizándote de lo que eres y de lo que haces,
- Siendo el gran protagonista de tus emociones y el amo incontestable de tu destino.
- Una vida de momentos dolorosos que superas en la que logras porque te equivocas.
- Una vida en la que siempre ganas porque aprendes.
- Una vida de satisfacción y dignidad, repleta de cosas que haces, palabras que dices, momentos que disfrutas.
- Una vida plena gobernada por el amor en la que habitarás sensaciones y momentos a los que todo el mundo aspira.
Este es en verdad tu único dilema: En cualquier momento de tu vida siempre puedes elegir entre amar o tener miedo. El resto, créeme, es siempre secundario.
Hagas la que hagas, siempre contarás con mi fe en ti y en todas las personas.
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por David Criado | May 11, 2016 | DESARROLLO PERSONAL
«Con muchas cosas menos, cabe todo lo mejor»
Bebe, cantante y actriz, persona (Que llueva, CAMBIO DE PIEL, 2015)
Una de las claves fundamentales de las que usted, lector o lectora, puede hacer uso para humanizar sus acciones a diario es comprender una máxima inmediata: Menos es más. Si bien frecuentemente escuchamos esta expresión, no somos conscientes del extraordinario potencial que supondría incorporarla a nuestro modo de vida y desarrollo diario.
Este artículo no será breve. Pretende ofrecerle una brújula justificada de comportamiento y conducta que mejore tanto su satisfacción personal y profesional, como su impacto e influencia positiva en los demás. La herramienta `Menos es más´le servirá por tanto en su vida personal pero también en la gestión de realidades complejas que implican a muchas más personas.
Para que sea útil, he dividido el artículo en los siguientes apartados:
- Menos es más de acuerdo el sentido común
- Menos es más en Occidente y en Oriente
- Menos es más según el Tao: 10 lecciones aprendidas
Comenzamos.
`MENOS ES MÁS´ DE ACUERDO AL SENTIDO COMÚN
Si usted trata de comprender la expresión `menos es más´puede que le vengan a la cabeza pensamientos parecidos a estos (lea el siguiente texto como si lo pensase en primera persona):
1.- Tener más atención implica alcanzar mayor calidad en la experiencia:
Menos es más porque parece lógico que si me dedico a menos cosas, podré centrar mi energía en la calidad de los detalles de cada una de esas pocas cosas. En otras palabras, quien mucho abarca poco aprieta. Cuatro ejemplos tal vez le hagan entenderlo…
Tengo en mi mente a las grandes empresas textiles que producen ropa a gran escala en tiempo récord y cuyo objetivo fundamental es reducir los costes y tiempos de venta en 125 países; y también tengo en mente a un sastre o modista del norte de Italia, tal vez de la región del Prato o la Toscana, que cuida la calidad de sus detalles dentro de su pequeña escala: la selección de proveedores de telas, el tratamiento personalizado a sus clientes, la proporción correcta de algodón (galga), el corte del talle, la pala de la corbata, el cuello prensado de la solapa, el abotonado firme en equilibrio, el cosido de la tela previo del hilván, etc…
También puedo imaginar una empresa de producción en serie de armas blancas en Estados Unidos tal vez en Texas a las afueras de Dallas en un gran polígono; y un centenario taller japonés a los pies del Fuji cuyo artesano templa al calor, mima con paciencia y pule el acero tamahagane de una katana nihonto a partir de técnicas ancestrales que tienen en cuenta más de 23 partes diferentes para conformar un perfecto sable compensado.
También imagino por ejemplo un motorista que recorre a 200 km/h un gran paisaje sin apreciar el sonido de la naturaleza, los matices de colores de los árboles o el marco completo del bosque; y se ver al mismo tiempo a alguien que camina por ese mismo paisaje y puede oler la tierra mojada, la jara y apreciar todos esos detalles con tan solo no estar atento a su móvil.
Por último también puedo imaginar a un niño que quiere disfrutar de chocolate y se toma dos tabletas enteras de chocolate y se empacha; y a un niño que quiere igualmente disfrutar y parte dos onzas y las saborea.
Estos cuatro ejemplos hacen evidente para mí que si quieres un resultado significativo y de calidad, debes focalizar tu esfuerzo y atención; y que si quieres ampliar el espectro de usuarios de tu acción o ir muy rápido, la calidad inevitablemente se resiente (en tu vida o tu producto).
2.- Actuar en lo Macro, implica perder el sentido de las cosas que está en lo Micro:
Menos es más porque he comprobado de forma reiterada cómo las personas que tienen menos, lo disfrutan más. La sencillez, la escasez o la carestía nos obligan a conectar con el presente y lo que somos. Dos ejemplos cotidianos…
Tengo por ejemplo en mi retina la cara de un niño en occidente que llora frustrado por no tener un juguete industrial que sale por televisión; y la cara sonriente de un niño de un suburbio africano que sonríe jugando al fútbol con una pequeña pelota hecha de telas batik o manjaco en esa misma calle de Mali o de Guinea en la que todavía hay charcos de barro tras la lluvia.
También tengo por ejemplo la imagen de una persona con una gran cantidad de dinero, por ejemplo un cantante de canciones románticas que dedica su vida a generar sentimientos positivos en los demás, pero que tal vez tiene que pagar un precio humano demasiado alto: ir mensualmente al psiquiatra para medicarse y dormir, perder el contacto con la realidad de las cosas y con sus personas, perder la intimidad de sus acciones, abandonarse al capricho de un sello discográfico que mercadea con su vocación, vivir en aviones y trenes viajando por el mundo sin ver apenas a sus hijos, luchar con sus semejantes hasta la extenuación por aparecer en una televisión o dar un concierto multitudinario para poder llevar un desenfrenado ritmo de ingresos y de gastos que mantiene un tren de vida fotogénico: escapada a las Seychelles, foto en el aeropuerto coincidiendo con tal o cual otro cantante, inmenso coche que consume creatividad y gasolina, aparición en un evento solidario, sufragación de gastos de su clap particular, gestión patrimonial privada, etc… Y tengo por otro lado la imagen de una persona de barrio -con sus preocupaciones mundanas y ambiciones moderadas- que canta solo en la ducha y tiene un sencillo trabajo que le permite vivir y pagar sus gastos a corto y medio plazo, soñar quizás con tener un par de hijos y educarlos, y que baja a diario al bar del barrio a compartir algunas risas con sus amigos o amigas sobre el gélido y reconfortante abrazo de varias rondas de cerveza.
De nuevo estos ejemplos y tantos otros que vivo a diario hacen evidente para mí que cuanto más tengas, menos te tendrás. Es muy importante que el lector o lectora comprenda que no es universalmente malo ser millonario ni construir una empresa textil que opera en 125 países. Tampoco es universalmente bueno carecer de ambición más allá de momentos de placer continuado junto a los tuyos o tener un taller artesanal de espadas en Osaka… No existe nada bueno o malo por sí mismo sino de acuerdo a las consecuencias o resultados que genera en mí y en los otros. Cada uno de estos modelos de actuación tiene consecuencias diferentes porque parte de intenciones diferentes. Y hay sencillamente que aceptar unas y otras como parte de una elección o cambiarlas como parte de otra elección.
Lo que es claro sin embargo para mí es que en todos estos casos menos siempre es más.
Una ambición y escala de impacto altas, sacrifican siempre algún tipo de calidad en el camino: humana, material o vital. Vivo ejemplos sobradamente graves de lo que digo en el sufrimiento de la mayoría de mis clientes.
`MENOS ES MÁS´ EN ORIENTE y OCCIDENTE
En este capítulo histórico quiero compartir dos reflexiones con usted.
La primera reflexión trata de poner en perspectiva la condición humana respecto a la sabiduría de `menos es más´:
Tanto en Oriente como Occidente han vivido siempre infinitamente más ignorantes que sabios. A lo largo de la Historia ha sido precisamente el mayoritario y aplastante número de mediocres e ignorantes lo que ha hecho realmente valiosa la existencia de unos pocos sabios. El caso es que este hecho de ignorar las máximas propias de su condición y cultura, hace al ignorante oriental y al ignorante occidental piojos idénticos de una misma piel. Cuando ignoro algo y vivo de acuerdo a nada, esa nada es idéntica y da igual donde yo haya nacido. Ese vivir de acuerdo a nada hace que no exista ninguna diferencia entre la ignorancia oriental y la occidental. La ignorancia es una práctica universal y su práctica, créame, es aplastante y mayoritaria en una y otra latitud.
Lo que nos hace crecer como personas es abandonar nuestra condición de ignorantes y tratar de aprender del sabio. La clave está en las apasionantes diferencias que existen entre la sabiduría de uno y otro lado. Sobre estas diferencias construiré mis dos reflexiones para que le sean útiles:
En mis estudios compruebo cómo a lo largo de la Historia la creencia «menos es más» ha sido tradicionalmente denostada en las corrientes de creencia y pensamiento occidentales, basadas en la dialéctica de la acción-reacción (evolución y aprendizaje por conflicto e injerencia) y la dualidad (confrontación y lucha de contrarios). En otras palabras, la sabiduría occidental ha estado basada en el sentido de Justicia y la conquista de la Libertad.
Para el mundo judeocristiano, islámico y la dialéctica occidental (en esto no distan nada ateos de creyentes) existen dos formas de ser, vivir, sentir o hacer: la correcta y la incorrecta, o si se prefiere lo justo y lo injusto. La correcta es justa o virtuosa y es una imagen a alcanzar (que es creada por uno o muchos individuos); la incorrecta es injusta o pecado y es una imagen a castigar (mediante la culpa o el reproche propios o de otros individuos). El problema fundamental de la dialéctica desde Hegel y Marx e incluso desde los griegos pasando por la prostitución de la palabra de Cristo por medio de la Inquisición Católica, es siempre el mismo:
La convivencia para este estilo de vida se basa en un supuesto equilibrio entre justos e injustos, pero lo justo para unos no lo es a menudo para otros, de forma que esa arbitraria idea de lo que es justo (ideologías o principios) cambia cada cierto tiempo desencadenando a diario pequeños conflictos y en algunas épocas conflictos irreconciliables. La propia forma de dirimir nuestra convivencia se convierte entonces en un continuo debate (confrontación abierta por derechos) incapaz a menudo de abrigar el diálogo (entendimiento abierto por intereses). Y esto se lleva produciendo ya algo más de dos mil años en Occidente pero de forma más pronunciada desde la conquista de la Razón ilustrada a finales del siglos XVIII en Francia.
Como ya hemos explicado aquí alguna vez, nuestra conquista de la libertad, paradójicamente nos hace relacionarnos con brusquedad y violencia para «TENER RAZÓN» ante los otros. Esta forma de comprender nuestra realidad imita y retroalimenta mitos y símbolos antropológicos que nos acompañan y que traducimos en contrarios, asumiendo que la búsqueda de «la verdad» es nuestro camino. Para la mentalidad occidental, el ser humano no puede ni debe descansar, siempre tiene que estar alerta y siempre tiene que forzar que ocurran cosas en esa continua búsqueda de justicia. Repito esto último porque es importante: «siempre tiene que forzar que ocurran cosas». De hecho fija a menudo su realización en cumplir las cosas que planificó cumplir en un principio. Muchas de las actuales técnicas de productividad están basadas en resolver este dilema de profecía autocumplida.
En mis estudios también compruebo cómo a a lo largo de la Historia la creencia «menos es más» ha sido tradicionalmente interiorizada en las corrientes de creencia y pensamiento orientales, basadas en la no acción (evolución y aprendizaje a través de la comprensión sistémica y la acción sin acción) y la no-dualidad (complementariedad y entendimiento del Uno). En otras palabras, la sabiduría oriental ha estado basada en el sentido de Convivencia y comprensión de la Realidad.
Sin duda el confucianismo, el taoísmo y el budismo (en sus dos vertientes theravada y mahayana) son las corrientes de creencia y pensamiento orientales más especializadas en difundir las bondades de la máxima «menos es más».
El planteamiento del Tao y del confucianismo es radicalmente diferente al de la tradición judeo-cristiana y el Islam. Para aquellas culturas solo existe una forma de ser, vivir, sentir o hacer: estar presente y ser fiel a lo que soy y ocurre. Es importante entender esto: ser fiel a lo que soy y ocurre, no a lo que pienso o creo que soy y ocurre, sino a lo que en verdad es y ocurre. De acuerdo al Tao «el sabio atiende al vientre, y no al ojo» (Dào Dé Jīng, XII) Esto se expresa en una frase que el maestro Alan Watts solía recordar en clases: «Es el Hombre quien hace que la verdad sea grande, no la verdad la que engrandece al Hombre». De esta forma, la humanidad o el buen corazón (jen) es siempre superior a la justicia (i) pues nosotros mismos somos mayores y anteriores a cualquier idea que podamos inventar.
La vida que es fiel al Tao es una vida en la que no existen ganadores ni perdedores, en la que sencillamente es la justicia es algo secundario, muy posterior a la naturaleza de las cosas, al ritmo de la vida y las personas o a las necesidades de una y otras. Yendo aún más allá, a un taoísta no le resulta tan práctico enfocar su energía a demostrar que tiene razón como enfocarla a comprender lo que ocurre comprendiendo la realidad que le rodea. Para sentirse bien consigo mismo no necesita una idea de VERDAD por la que luchar porque él ya es parte de esa verdad. Tampoco necesita dañar o luchar con otros para sentirse superior porque se sabe uno con el resto de las cosas. Esta filosofía hace que el sabio oriental oriente sus acciones a «TENER PAZ» antes que a tener razón. Y esta, sin duda, es una notable diferencia respecto al sabio occidental.
`MENOS ES MÁS´ SEGÚN EL TAO: 10 lecciones aprendidas
En contra de lo que usted piensa, MENOS ES MÁS no es tan solo una cuestión de ideología o sentido común, sino que también es el aprendizaje que surge como resultado de una sabiduría milenaria. Más en concreto creo que la creencia `Menos es más´ está íntimamente asociada al taoísmo. Hagamos un breve repaso sobre qué demonios es el Tao…
La mayor parte de obras se escriben para transmitirlo todo, pero solo unas pocas logran conseguirlo. El maestro Li-Er Boyang , hoy mundialmente conocido como Lao Tse – literalmente el anciano maestro- lo logró. Como ya hemos visto, no hay sabio en la historia de la Humanidad que no hayamos maltratado o haya acabado harto de los suyos. Lao Tse tampoco es menos. Los contadores de cuentos taoístas suelen relatar que nació bajo un sencillo ciruelo en la prefectura de Ku (China) hace 2500 años, y su gestación requirió 81 años. Puede que este último dato haya resuelto las dudas a los que pudieran dudar de la paciencia del maestro 😉 Cuando por fin nació cuentan que tenía ya el cabello blanco, amplias arrugas y unas orejas muy grandes. Se trasladó tras un tiempo a la capital, donde se convirtió en archivero de la Biblioteca Imperial. Dicen las malas lenguas que fue allí donde aún más anciano conversó sobre la no acción y el vacío con un joven inexperto y ratón de biblioteca llamado Confucio. Luego, cansado de la política y los manejos de la capital, se retiró al oeste sobre un búfalo de agua huyendo de los hombres. Justo antes de cruzar la frontera, un guardián reconoció al sabio. Vio con temor que el anciano se dirigía hacía el país de los bárbaros (nosotros, los occidentales) de donde seguramente nunca volvería. Presa de este temor, pidió al maestro que se quedase en su casa durante un año con el objetivo de escribir en un solo lugar todas sus lecciones.
Ese lugar es el Dào Dé Jīng y tiene tantos capítulos como los años que míticamente tardó en nacer el sabio: 81. Hoy extraigo tan solo algunas de las innumerables lecciones de su sabiduría aplicadas a entender el poder de `menos es más´:
1.- Si quieres conocer la verdad (grande) conócete a tí mismo (diminuto):
«El que conoce a los demás es inteligente. El que se conoce a sí mismo es iluminado. El que vence a los demás es fuerte. El que se vence a sí mismo es la fuerza. » (Dào Dé Jīng, XXXIII).
2.- No puedes hacer nada sin ser comprender lo opuesto:
«Quien quiera contraer algo, antes debe extenderlo. Quien quiera debilitar algo, antes debe fortalecerle. Quien quiera destruir algo, antes debe levantarlo. Quien quiera obtener algo, antes debe haberlo dado. Así es el misterio profundo. Lo tierno y lo débil vencen lo duro y fuerte.» (Dào Dé Jīng, XXXVI).
3.- No puedes hacer lo correcto sin vivir lo incorrecto:
«Así, la nobleza tiene su raíz en la vileza. Lo alto tiene por fundamento lo bajo.» (Dào Dé Jīng, XXXIX).
4.- Para resolver retos enormes, abraza lo más pequeño:
«Acomete la dificultad por su lado más fácil. Ejecuta lo grande comenzando por lo más pequeño. Las cosas más difíciles se hacen siempre abordándolas en lo que es más fácil, y las cosas grandes en lo que es más pequeño. El sabio no emprende grandes cosas, y en ello está su propia grandeza. El que promete a la ligera merece poco crédito. El que todo lo encuentra fácil difícil le será todo. Por esto, el sabio en todo considera la dificultad, y en nada la halla.» (Dào Dé Jīng, LXIII).
5.- Acepta que casi todo lo que necesitas está en tí y que el resto suele estar muy cerca:
Esta sentencia que forma parte de la carta de navegación de la iniciativa vorpalina, es una lección que claramente aprendí del taoísmo.
«Sin salir de la puerta se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana se ve el camino del cielo. Cuanto más lejos se va, menos se aprende. Así, el sabio, no da un paso y llega, no mira y conoce, no actúa y cumple.» (Dào Dé Jīng, XLVII).
6.- No desees algo que no está en tu naturaleza:
«No hay mayor error que consentir los deseos. No hay mayor desgracia que ser insaciable. No hay mayor vicio que ser codicioso. Quien sabe contentarse siempre está saciado.»(Dào Dé Jīng, XLVI).
7.- Si no dejas hueco para algo, estarás siempre ocupado en no ser nada:
Aquí es donde el taoísmo lleva la máxima `Menos en más´a su máxima expresión: abrazar la necesidad de que exista el vacío de las cosas porque es el vacío lo que las dota de sentido. Y el vacío es también silencio, paciencia, disciplina de autocontrol sin impulsos. Porque el Tao está en el vacío de las cosas según explica Lao Tse:
«Treinta radios convergen en el centro de una rueda, pero es su vacío lo que hace útil al carro. Se moldea la arcilla para hacer la vasija, pero de su vacío depende el uso de la vasija. Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa, y es el vacío lo que permite habitaría. En el ser centramos nuestro interés, pero del no-ser depende la utilidad» (Dào Dé Jīng, XI).
8.- Acepta que todo esto -sea lo que sea- pasará:
El ciclo natural de las cosas es nacer y morir, cambiar, transformarse. 2400 años antes de que la Física moderna enunciara que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma, el Tao ya había descubierto esta verdad.
«Hablar poco es lo natural. Un huracán no dura toda la mañana. Un aguacero no dura todo el día. ¿Quién hace estas cosas? El cielo y la tierra. Sí las cosas del cielo y la tierra no pueden durar eternamente, ¿cómo las cosas del hombre?» (Dào Dé Jīng, XXIII)
9.- Deja de acumular conocimiento de forma compulsiva:
Para el Tao el ignorante es también un intelectual o una persona inquieta que consume conocimiento como si consumiera pollo. Según el Tao la sociedad occidental tiene un síndrome de Diógenes de conocimiento que la convierte en una auténtica ignorante alejada de la realidad. Para el Tao el intelecto y el conocimiento, ya que surgen del deseo por interpretar la naturaleza, son distracciones que nos alejan de la realidad (la propia naturaleza). Estudiando, y no parando de atiborrarnos a conocimiento, decrecemos. Abandonándonos a la sabiduría de la naturaleza, crecemos:
«Por el estudio se acumula día a día. Por el Tao se disminuye día a día. Disminuyendo cada vez más se llega a la no-acción. Por la no-acción nada se deja sin hacer. El mundo siempre se ha ganado sin acción. La acción no es suficiente para ganar el mundo. » (Dào Dé Jīng, XLVIII).
10.- Actúa sin actuar:
En el artículo Guía breve de pensamiento estratégico hacíamos referencia a una estrategia de acción basada en no hacer. Puede que usted conozca las lecciones del maestro Lao Tse por ese célebre mensaje de Bruce Lee: «Be water, my friend» que tomó del taoísmo. El wu-wei o la no acción es comparado por Lao Tse con la naturaleza pasiva y perseverante del agua en un río. El agua aunque débil y delicada posee una fuerza basada en la constancia que erosiona poco a poco la roca más sólida. A la vez es capaz de moldearse comprendiendo el vacío de las cosas y adaptando su condición a cualquier tipo volumen que pueda y quiera contenerla. Esto ocurre según los maestros taoístas porque a diferencia de los materiales sólidos el agua no tiene voluntad, simplemente aprovecha la oportunidad que se le presenta para ser contenida y encauzada. Su estrategia es la acción mediante la no-acción (wei-wu-wei). Así explican los sabios que las cualidades de flexibilidad y suavidad son habitualmente superiores a las de rigidez y fuerza.
La reacción a una acción provoca solo otra reacción. El autogobierno de una persona y el gobierno de otras personas está sujeto según el Tao a la no acción, en favorecer sin impedir, en hacer sin forzar. Cuanto más empecinadamente se intenta algo, mayor es la resistencia que se crea; cuanto más se actúa en armonía con el universo, más se logrará y con menos esfuerzo.
«La virtud superior no actúa ni tiene objetivos que alcanzar. La virtud inferior actúa y tiene objetivos que alcanzar.» (Dào Dé Jīng, XXXVIII). «El camino del cielo es saber vencer sin combatir, responder sin hablar, atraer sin llamar, y actuar sin agitarse» (Dào Dé Jīng, LXXIII).
Como bien explica Nicolás Boullosa:
«Para los partidarios de la «no acción» o «wu wei», un estado injusto de las cosas no puede superarse con un movimiento de reacción que fuerce la realidad e imponga un nuevo tipo de desequilibrio, que perjudique a los que antes eran beneficiados y beneficie a los antes perjudicados. (…)
El «wu wei» no equivale a inmovilismo, sino a búsqueda de la virtud propia (clarividencia, felicidad, bienestar, como queramos llamarlo). Nuestro comportamiento es lo primero que está en nuestras manos cambiar, para después proyectarlo y contribuir a un cambio más profundo.
El cambio no exaltado, a fuego lento, no ha sido diseñado para la era de la interrupción constante, la apelación de los impulsos y la dialéctica de la gratificación instantánea.»
Si bien la estrategia práctica de acción en Occidente siempre ha sido la acción (anticiparse, ser proactivo, atropellar) este principio nos ayuda a entender una estrategia algo más saludable y sostenible en mi experiencia acompañando el cambio en personas y organizaciones:
Si quieres resolver un reto sencillo que requiere resultados a inmediato o corto plazo, lo mejor es la estrategia de acción mediante acción. Si quieres resolver un reto complejo que requiere resultados a medio y largo plazo, lo mejor es la estrategia de acción sin acción (wei-wu-wei).
Recuerda, menos es más.
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por David Criado | Mar 28, 2016 | DESARROLLO PERSONAL
«No hay que odiar ni acusar, sino instruir»
Hegesías, filósofo cirenaico
Cada año que pasa valoro más las buenas conversaciones que las buenas piruletas. Y no es que éstas no me gusten, es solo que son más fáciles de hallar. Por otro lado si bien soy muy bueno comiendo piruletas, soy mejor aún conversando. A veces he obtenido más resultados hablando con botijos que con personas. A menudo los primeros saciaron mi sed y los segundos despertaron mis instintos más primarios. No obstante, defiendo, disfruto y trabajo a diario buenas conversaciones con personas. Saber hablar a otra persona, sentirme escuchado por ella y hacerla sentir escuchada (esta es la ecuación de la conversación) son placeres que siguen siendo para mí difícilmente igualables. Si conservo mi fe en las personas, no es por su capacidad competitiva sino por su voluntad de entendimiento.
Este artículo recoge de forma estructurada dos apartados que considero muy interesante para ayudarle a mejorar su inteligencia conversacional:
- Elementos subyacentes a la conversación: Aquí hablaremos de lo que nos limita y condiciona a la hora de lograr entendimiento mutuo en una conversación.
- El arte de conversar según el maestro Montaigne: Aquí enumeraremos 15 lecciones prácticas del genial Montaigne traducidas a un lenguaje actual y práctico.
Dejo para los talleres de habilidades relacionales que facilitamos, aquellas técnicas de conversación consciente más inmediatas o basadas en dinámicas. Comenzamos.
ELEMENTOS SUBYACENTES A LA CONVERSACIÓN
En una de sus geniales postales a su sobrino Gogo, el tío Matt escribe lo siguiente:
«Querido Gogo. Hoy he descubierto algo muy extraño pero muy útil en este mundo. Iba yo caminando cuando de repente me encontré con algo que se parecía mucho a la charca de Fraguel Rock. Era una charca de agua y había una especie de fuente en el medio. Estaba yo disfrutando de aquel espectáculo cuando uno de estas estúpidas criaturas se acercó allí e hizo algo muy extraño. Entonces me acerqué a él y le dije «Discúlpeme señor, ¿podría decirme por qué acaba de hacer eso?» Y el me respondió «Oh, no lo se, todo el mundo tira monedas en las fuentes» ¡Me dejó alucinado!. Desde hacía meses estaba coleccionando eso que llaman dinero. Tenía tanto que no sabía qué hacer con él. Por fin ya lo se. Se tira en las fuentes. Así que eso es lo que hice con todo mi dinero.»
Como podemos ver en esta graciosa anécdota, desde hace ya muchos años sabemos que aquello que nos contaban Weaber y Shannon sobre la comunicación es mucho más complejo de lo que parece. Hay algo que condiciona y determina todos los factores de la comunicación, a saber, el emisor, el receptor, el código, el mensaje, el canal, la redundancia, la situación, la señal, el ruido y el contexto. Lo que condiciona sobremanera la comunicación tiene que ver con 4 elementos subyacentes y anteriores a todo lo demás, que para mí son los siguientes por orden de condicionamiento:
- NIVEL BIOLÓGICO | Sesgos cognitivos: desviaciones en el procesamiento de lo percibido que durante más de un millón de año nos ayudaron a sobrevivir como especie aventajada pero que en una situación y un contexto de no-supervivencia son claramente limitantes y nos conducen a distorsiones e inexactitudes en el entendimiento. Esto es algo biológico, es decir, forma parte de lo que somos a nivel físico y evolutivo. Aunque mucha gente lo ignora, de los tres sistemas cerebrales con los que contamos, dos de ellos están basados en sistemas de reflejo-respuesta (emocionales e inconscientes) y no en facultades cognitivas (de razonamiento cociente). El sistema reptiliano autorregula las funciones más básicas de nuestro cuerpo. Por su parte, el sistema límbico está diseñado para emitir respuestas en tiempo récord a estímulos emocionales o fisiológicos a partir de lo que ya sabemos. Y tan solo el neocórtex, la capa más exterior de mayores dimensiones, formaría eso que tradicionalmente hemos entendido como cerebro: un motor racional y consciente. De modo que nuestro sistema de comprensión de la realidad no está muy bien equipado para entendernos de una forma completa entre nosotros, sino para sobrevivir.
- NIVEL INCONSCIENTE | Creencias irracionales: Son mensajes impulsores del comportamiento humano. Están en nosotros gracias a la educación que recibimos. Aquí destacaría para que usted los trabaje, los 6 mensajes impulsores que mi compañero Juan Manuel Opi resumió y que usted tiene enteramente disponibles en el artículo El increíble poder de sabernos vulnerables; y también la colección de creencias irracionales que Albert Ellis y sus discípulos detallaron en su modelo de Terapia Racional Emotivo Conductual (TREC) y que le recomiendo que investigue.
- NIVEL EXPRESIVO | Lenguaje: la forma en la que expresamos el contenido. Aquí destacaría lo verbal (vocabulario, construcción sintáctica, dicción) y lo paraverbal (gesto corporal, ritmo, entonación). Siento ser tan claro pero lo más importante para mí siempre es la forma. Todo buen contenido sin una buena forma, muere. Pero toda buena forma puede salvar un contenido, incluso aunque sea mediocre.
- NIVEL RACIONAL | Cultura: asunciones básicas y creencias adquiridas. Lugar de nacimiento, estrato social, principios familiares, entorno de desarrollo,… Todo esto forma parte de este nivel. Pero más allá de los valores religiosos, sociales o ideológicos, yo aquí destacaría el aprendizaje y la experiencia propios como factores limitantes o potenciadores de entendimiento humano.
Muchos lingüistas y expertos en comunicación desde Saussure dicen que los condicionamientos culturales son los que más influyen para el entendimiento humano. Sin embargo, a raíz de los últimos descubrimientos en anatomía, neurología, psicología social y psicología cognitiva, opino que en una conversación entre personas sin duda nos condicionan mucho más los que he llamado nivel biológico (cerebrales y estructurales del Hombre), nivel inconsciente (irracionales y a menudo difíciles de controlar) y nivel expresivo (de forma y conducta).
EL ARTE DE CONVERSAR según el maestro Montaigne
Muchos humanistas creemos que los 107 Ensayos escritos por Michel Montaigne en los últimos años de su vida y en el retiro de una biblioteca, son una obra fundamental del pensamiento humanista. Los escribió mucho antes de que llegará el pensamiento ilustrado a Europa y son en mi opinión doscientos años precursores de toda una corriente de democratización de la razón humana. Se trata de una obra a un mismo tiempo mordaz, deslenguada, ilustrada y dignificante sobre la condición humana. Tres libros contundentes que destilan sabiduría y humanidad. Hoy hablaremos tan solo del Capítulo VIII del Libro III: El arte de platicar. Una verdadera joya. Usted, lector o lectora, está a punto de comprobarlo…
Según Montaigne una buena conversación es el ejercicio más fructífero y natural de nuestro espíritu. Tal era su pasión por la conversación que si el se viera en la ocasión de elegir, prescindiría antes de su vista que de su voz y sus oídos. Si bien la oratoria seguía siendo asignatura de cualquier estudio superior en la época, ya en 1580 advertía Montaigne el desgaste y la dejadez que el arte de conversar sufría en Europa. Recuerda el anciano que en la Atenas clásica del siglo de Pericles (han pasado ya 2500 primaveras desde entonces), en las mismas academias y escuelas donde los prohombres aprendían matemáticas, filosofía o física, también eran entrenados en el arte de la conversación.
Conversar no es fácil, es rentable. En nuestra época actual, vivo cómo las organizaciones que recuperan esta práctica consciente obtienen notables beneficios y satisfacciones. Hace poco en un foro de empleo en el que me invitaron a participar, advertí que los estudios superiores deberían contar con asignaturas transversales que mejoraran sus habilidades relaciones y su pensamiento crítico. En un mundo donde el conocimiento está disponible para todos, adquiere hoy más que nunca la actitud y la habilidad más importancia para llegar a otros que el contenido en sí mismo.
Depurada durante siglos, la conversación es el único método de exploración humana que ha logrado frutos y resultados sin necesidad de dañarse a uno mismo o a otro. Un buen conversador destaca, sorprende y brilla sobre las intrincadas trincheras de la razón y la emoción. Está guiado por la búsqueda de entendimiento sin caer en el irresponsable truco de la evasión de responsabilidad.
He aquí las 15 lecciones de Montaigne sobre el arte de conversar:
1.- Abraza y celebra al que piense diferente.
Cuando alguien me contradice, ni me ofendo ni me altero, sino que me despierto y me mantengo vivo. En general, la gente huye de la contradicción en lugar de abrazarla, sobre todo cuando es fruto de una conversación y no de un conflicto. Y esto es algo que no entiendo. Porque oponiéndonos a los que piensan diferente buscamos tan solo la manera de refutar lo que nos dicen. Y en lugar de tender los brazos, afilamos las uñas. La conversación es otra cosa a todo esto. Si alguien me contradice, mi atención se despierta, no mi cólera. La causa de la verdad siempre es común a uno y otro, nunca a ninguno de los dos por separado.
2.- Reconoce la virtud del otro cuando la veas
Antístenes ordenó a sus hijos que no agradecieran nunca las alabanzas de ningún hombre. Yo me siento más orgulloso de la victoria que alcanzo sobre mí mismo cuando se reconocer la fuerza del razonamiento de la otra persona, que cuando siento derrotar al otro por ausencia de capacidad o fuerza.
3.- No te hagas el listo, se cercano
Venero y honro a las personas que más saben de algo, pero detesto a aquellos que no son capaces de decir nada por sí mismos sin hacer referencia a libros o a su memoria. Estas personas son para mí más detestables que las torpes e ignorantes que no han leído nunca.
4.- Recuerda que puedes estar equivocado
Si yo mismo detecto a diario un gran número de tonterías que digo a otro, ¿cuántas más han de detectar los otros sin que yo aparentemente me de cuenta?
5.- Cuando te burlas del otro, te burlas de tí mismo
Detestamos en los demás los defectos que más enraizados se encuentran en nosotros mismos. Y a estos que se encuentran en nosotros, no les damos aparente importancia haciendo uso de un cinismo maravilloso.
6.- Cuando juzgas a otro, a menudo no te juzgas a tí mismo
Parece que cuando hablamos de los actos del otro, nos sentimos liberados de una severa jurisdicción interna. Si tuviéramos buen olfato nuestra basura nos debería apestar más que la del vecino.
7.- Tu teoría no sirve sin tu práctica
Un cirujano no es respetado por la historia de sus operaciones o por el recuerdo de que curó a cinco personas o por conocer tal o cuál manual de operaciones. Nos ponemos en sus manos porque su vista es certera en el momento de operarnos. Pasa lo mismo en un concierto donde no se oyen los detalles de uno u otro instrumento sino una armonía general reunión y fruto de todos ellos que nos hace confiar en su belleza. Por otro lado cuando a menudo encomendamos algo a los hombres menos capaces, se convierten en dignos y capaces porque precisamente los hemos empleado en algo, y no al revés.
8.- Cállate si lo que tienes que decir no es más respetable que tu silencio
A menudo los grandes gobernantes hacen más bien a su pueblo callándose y pareciendo seguros de sí mismos que hablando y constatando su ignorancia. De hecho forma parte de la habilidad de aquellos que dirigen, no tomar partido en algo cuando en ese algo en realidad ellos no son nadie. Esto suele ayudar más a ser respetado que el resto de las veces en que alguien toma partido en algo en lo que es alguien.
9.- No todo lo que suena bonito, es cierto
Es importante mantener alerta el pensamiento crítico y saber distinguir lo que nos gustaría escuchar de lo que en realidad es. A menudo en las conversaciones, algunas palabras nos parecen sugerentes y bonitas, pero no por ello hablan de la verdad. Tendemos a aceptar sin juicio aquello que mejor nos suena o una recta frase o pensamiento, desconociendo que lo importante es preguntarnos si tiene algún sentido.
10.- Habla de ejemplos concretos y no generalices
A aquellas personas, incluido tú mismo, que tiendan a decir «Esto es bueno y aquello no lo es» es bueno preguntarles por qué y cómo creen eso intentando superar juicios o prejuicios universales que de nada sirven para el entendimiento. Todos los juicios generales son descosidos e imperfectos.
11.- Lo que distingue al tonto del listo son las formas, no los contenidos
Da completamente igual que alguien sea poseedor de una verdad si su manera de expresarla no es hábil y lúcida a la hora de conectar con otros. Cualquier contenido es siempre superado por su forma.
12.- Habla de forma ordenada
Un buen conversador no necesita tanta fuerza o sutileza como orden. Cualquier persona puede hablar de su verdad, pero ordena, prudente y diestramente, muy pocos.
13.- Trabaja tus argumentos
No hay mayor victoria sobre el otro que la de mostrarle con argumentos la imposibilidad de combatirlos.
14.- Evita sermonear
Nadie quiere ser iluminado por tí sino escuchar que puede aprender de sí mismo siendo respetado. Por otro lado, la torpeza y la ignorancia en algo no se curan con simples advertencias. En la realidad, nadie se convierte en valiente por oír un buen discurso del mismo modo que un músico no se convierte en tal por oír una buena canción. Es necesario un aprendizaje previo y una educación dilatada y constante.
15.- Pon en valor tu cosecha y respeta la de otro
Al hablar debes saber lo que forma parte de tu pensamiento y lo que aprendiste del de otro. Valora lo que piensas y sientes y reconoce la autoría y el valor de lo que otros a los que admiras, piensan y sienten.
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