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MENOS ES MÁS: la clave que cambiará tu vida

MENOS ES MÁS: la clave que cambiará tu vida

3-4 years old boy and hard choice isolated on white
 

«Con muchas cosas menos, cabe todo lo mejor»

Bebe, cantante y actriz, persona (Que llueva, CAMBIO DE PIEL, 2015)

 

 

Una de las claves fundamentales de las que usted, lector o lectora, puede hacer uso para humanizar sus acciones a diario es comprender una máxima inmediata: Menos es más. Si bien frecuentemente escuchamos esta expresión, no somos conscientes del extraordinario potencial que supondría incorporarla a nuestro modo de vida y desarrollo diario.

Este artículo no será breve. Pretende ofrecerle una brújula justificada de comportamiento y conducta que mejore tanto su satisfacción personal y profesional, como su impacto e influencia positiva en los demás. La herramienta `Menos es más´le servirá por tanto en su vida personal pero también en la gestión de realidades complejas que implican a muchas más personas.

Para que sea útil, he dividido el artículo en los siguientes apartados:

  • Menos es más de acuerdo el sentido común
  • Menos es más en Occidente y en Oriente
  • Menos es más según el Tao: 10 lecciones aprendidas

Comenzamos.

 

`MENOS ES MÁS´ DE ACUERDO AL SENTIDO COMÚN

Si usted trata de comprender la expresión `menos es más´puede que le vengan a la cabeza pensamientos parecidos a estos (lea el siguiente texto como si lo pensase en primera persona):

 

1.- Tener más atención implica alcanzar mayor calidad en la experiencia:

Menos es más porque parece lógico que si me dedico a menos cosas, podré centrar mi energía en la calidad de los detalles de cada una de esas pocas cosas. En otras palabras, quien mucho abarca poco aprieta. Cuatro ejemplos tal vez le hagan entenderlo…

Tengo en mi mente a las grandes empresas textiles que producen ropa a gran escala en tiempo récord y cuyo objetivo fundamental es reducir los costes y tiempos de venta en 125 países; y también tengo en mente a un sastre o modista del norte de Italia, tal vez de la región del Prato o la Toscana, que cuida la calidad de sus detalles dentro de su pequeña escala: la selección de proveedores de telas, el tratamiento personalizado a sus clientes, la proporción correcta de algodón (galga), el corte del talle, la pala de la corbata, el cuello prensado de la solapa, el abotonado firme en equilibrio, el cosido de la tela previo del hilván, etc…

También puedo imaginar una empresa de producción en serie de armas blancas en Estados Unidos tal vez en Texas a las afueras de Dallas en un gran polígono; y un centenario taller japonés a los pies del Fuji cuyo artesano templa al calor, mima con paciencia y pule el acero tamahagane de una katana nihonto a partir de técnicas ancestrales que tienen en cuenta más de 23 partes diferentes para conformar un perfecto sable compensado.

También imagino por ejemplo un motorista que recorre a 200 km/h un gran paisaje sin apreciar el sonido de la naturaleza, los matices de colores de los árboles o el marco completo del bosque; y se ver al mismo tiempo a alguien que camina por ese mismo paisaje y puede oler la tierra mojada, la jara y apreciar todos esos detalles con tan solo no estar atento a su móvil.

Por último también puedo imaginar a un niño que quiere disfrutar de chocolate y se toma dos tabletas enteras de chocolate y se empacha; y a un niño que quiere igualmente disfrutar y parte dos onzas y las saborea.

Estos cuatro ejemplos hacen evidente para mí que si quieres un resultado significativo y de calidad, debes focalizar tu esfuerzo y atención; y que si quieres ampliar el espectro de usuarios de tu acción o ir muy rápido, la calidad inevitablemente se resiente (en tu vida o tu producto).

 

2.- Actuar en lo Macro, implica perder el sentido de las cosas que está en lo Micro:

Menos es más porque he comprobado de forma reiterada cómo las personas que tienen menos, lo disfrutan más. La sencillez, la escasez o la carestía nos obligan a conectar con el presente y lo que somos. Dos ejemplos cotidianos…

Tengo por ejemplo en mi retina la cara de un niño en occidente que llora frustrado por no tener un juguete industrial que sale por televisión; y la cara sonriente de un niño de un suburbio africano que sonríe jugando al fútbol con una pequeña pelota hecha de telas batik o manjaco en esa misma calle de Mali o de Guinea en la que todavía hay charcos de barro tras la lluvia.

También tengo por ejemplo la imagen de una persona con una gran cantidad de dinero, por ejemplo un cantante de canciones románticas que dedica su vida a generar sentimientos positivos en los demás, pero que tal vez tiene que pagar un precio humano demasiado alto: ir mensualmente al psiquiatra para medicarse y dormir, perder el contacto con la realidad de las cosas y con sus personas, perder la intimidad de sus acciones, abandonarse al capricho de un sello discográfico que mercadea con su vocación, vivir en aviones y trenes viajando por el mundo sin ver apenas a sus hijos, luchar con sus semejantes hasta la extenuación por aparecer en una televisión o dar un concierto multitudinario para poder llevar un desenfrenado ritmo de ingresos y de gastos que mantiene un tren de vida fotogénico: escapada a las Seychelles, foto en el aeropuerto coincidiendo con tal o cual otro cantante, inmenso coche que consume creatividad y gasolina, aparición en un evento solidario, sufragación de gastos de su clap particular, gestión patrimonial privada, etc… Y tengo por otro lado la imagen de una persona de barrio -con sus preocupaciones mundanas y ambiciones moderadas- que canta solo en la ducha y tiene un sencillo trabajo que le permite vivir y pagar sus gastos a corto y medio plazo, soñar quizás con tener un par de hijos y educarlos, y que baja a diario al bar del barrio a compartir algunas risas con sus amigos o amigas sobre el gélido y reconfortante abrazo de varias rondas de cerveza.

De nuevo estos ejemplos y tantos otros que vivo a diario hacen evidente para mí que cuanto más tengas, menos te tendrás. Es muy importante que el lector o lectora comprenda que no es universalmente malo ser millonario ni construir una empresa textil que opera en 125 países. Tampoco es universalmente bueno carecer de ambición más allá de momentos de placer continuado junto a los tuyos o tener un taller artesanal de espadas en Osaka… No existe nada bueno o malo por sí mismo sino de acuerdo a las consecuencias o resultados que genera en mí y en los otros. Cada uno de estos modelos de actuación tiene consecuencias diferentes porque parte de intenciones diferentes. Y hay sencillamente que aceptar unas y otras como parte de una elección o cambiarlas como parte de otra elección.

Lo que es claro sin embargo para mí es que en todos estos casos menos siempre es más.

Una ambición y escala de impacto altas, sacrifican siempre algún tipo de calidad en el camino: humana, material o vital. Vivo ejemplos sobradamente graves de lo que digo en el sufrimiento de la mayoría de mis clientes.

 

`MENOS ES MÁS´ EN ORIENTE y OCCIDENTE

En este capítulo histórico quiero compartir dos reflexiones con usted.

La primera reflexión trata de poner en perspectiva la condición humana respecto a la sabiduría de `menos es más´:

Tanto en Oriente como Occidente han vivido siempre infinitamente más ignorantes que sabios. A lo largo de la Historia ha sido precisamente el mayoritario y aplastante número de mediocres e ignorantes lo que ha hecho realmente valiosa la existencia de unos pocos sabios. El caso es que este hecho de ignorar las máximas propias de su condición y cultura, hace al ignorante oriental y al ignorante occidental piojos idénticos de una misma piel. Cuando ignoro algo y vivo de acuerdo a nada, esa nada es idéntica y da igual donde yo haya nacido. Ese vivir de acuerdo a nada hace que no exista ninguna diferencia entre la ignorancia oriental y la occidental. La ignorancia es una práctica universal y su práctica, créame, es aplastante y mayoritaria en una y otra latitud.

Lo que nos hace crecer como personas es abandonar nuestra condición de ignorantes y tratar de aprender del sabio. La clave está en las apasionantes diferencias que existen entre la sabiduría de uno y otro lado.  Sobre estas diferencias construiré mis dos reflexiones para que le sean útiles:

 

En mis estudios compruebo cómo a lo largo de la Historia la creencia «menos es más» ha sido tradicionalmente denostada en las corrientes de creencia y pensamiento occidentales, basadas en la dialéctica de la acción-reacción (evolución y aprendizaje por conflicto e injerencia) y la dualidad (confrontación y lucha de contrarios). En otras palabras, la sabiduría occidental ha estado basada en el sentido de Justicia y la conquista de la Libertad.

Para el mundo judeocristiano, islámico y la dialéctica occidental (en esto no distan nada ateos de creyentes) existen dos formas de ser, vivir, sentir o hacer: la correcta y la incorrecta, o si se prefiere lo justo y lo injusto. La correcta es justa o virtuosa y es una imagen a alcanzar (que es creada por uno o muchos individuos); la incorrecta es injusta o pecado y es una imagen a castigar (mediante la culpa o el reproche propios o de otros individuos). El problema fundamental de la dialéctica desde Hegel y Marx e incluso desde los griegos pasando por la prostitución de la palabra de Cristo por medio de la Inquisición Católica, es siempre el mismo:

La convivencia para este estilo de vida se basa en un supuesto equilibrio entre justos e injustos, pero lo justo para unos no lo es a menudo para otros, de forma que esa arbitraria idea de lo que es justo (ideologías o principios) cambia cada cierto tiempo desencadenando a diario pequeños conflictos y en algunas épocas conflictos irreconciliables. La propia forma de dirimir nuestra convivencia se convierte entonces en un continuo debate (confrontación abierta por derechos) incapaz a menudo de abrigar el diálogo (entendimiento abierto por intereses). Y esto se lleva produciendo ya algo más de dos mil años en Occidente pero de forma más pronunciada desde la conquista de la Razón ilustrada a finales del siglos XVIII en Francia.

Como ya hemos explicado aquí alguna vez, nuestra conquista de la libertad, paradójicamente nos hace relacionarnos con brusquedad y violencia para «TENER RAZÓN» ante los otros. Esta forma de comprender nuestra realidad imita y retroalimenta mitos y símbolos antropológicos que nos acompañan y que traducimos en contrarios, asumiendo que la búsqueda de «la verdad» es nuestro camino. Para la mentalidad occidental, el ser humano no puede ni debe descansar, siempre tiene que estar alerta y siempre tiene que forzar que ocurran cosas en esa continua búsqueda de justicia. Repito esto último porque es importante: «siempre tiene que forzar que ocurran cosas». De hecho fija a menudo su realización en cumplir las cosas que planificó cumplir en un principio. Muchas de las actuales técnicas de productividad están basadas en resolver este dilema de profecía autocumplida.

En mis estudios también compruebo cómo a a lo largo de la Historia la creencia «menos es más» ha sido tradicionalmente interiorizada en las corrientes de creencia y pensamiento orientales, basadas en la no acción (evolución y aprendizaje a través de la comprensión sistémica y la acción sin acción) y la no-dualidad (complementariedad y entendimiento del Uno). En otras palabras, la sabiduría oriental ha estado basada en el sentido de Convivencia y comprensión de la Realidad.

Sin duda el confucianismo, el taoísmo y el budismo (en sus dos vertientes theravada y mahayana) son las corrientes de creencia y pensamiento orientales más especializadas en difundir las bondades de la máxima «menos es más».

El planteamiento del Tao y del confucianismo es radicalmente diferente al de la tradición judeo-cristiana y el Islam. Para aquellas culturas solo existe una forma de ser, vivir, sentir o hacer: estar presente y ser fiel a lo que soy y ocurre. Es importante entender esto: ser fiel a lo que soy y ocurre, no a lo que pienso o creo que soy y ocurre, sino a lo que en verdad es y ocurre. De acuerdo al Tao «el sabio atiende al vientre, y no al ojo» (Dào Dé Jīng, XII) Esto se expresa en una frase que el maestro Alan Watts solía recordar en clases: «Es el Hombre quien hace que la verdad sea grande, no la verdad la que engrandece al Hombre». De esta forma, la humanidad o el buen corazón (jen) es siempre superior a la justicia (i) pues nosotros mismos somos mayores y anteriores a cualquier idea que podamos inventar.

La vida que es fiel al Tao es una vida en la que no existen ganadores ni perdedores, en la que sencillamente es la justicia es algo secundario, muy posterior a la naturaleza de las cosas, al ritmo de la vida y las personas o a las necesidades de una y otras. Yendo aún más allá, a un taoísta no le resulta tan práctico enfocar su energía a demostrar que tiene razón como enfocarla a comprender lo que ocurre comprendiendo la realidad que le rodea. Para sentirse bien consigo mismo no necesita una idea de VERDAD por la que luchar porque él ya es parte de esa verdad. Tampoco necesita dañar o luchar con otros para sentirse superior porque se sabe uno con el resto de las cosas. Esta filosofía hace que el sabio oriental oriente sus acciones a «TENER PAZ» antes que a tener razón. Y esta, sin duda, es una notable diferencia respecto al sabio occidental.

 

 

`MENOS ES MÁS´ SEGÚN EL TAO: 10 lecciones aprendidas

En contra de lo que usted piensa, MENOS ES MÁS no es tan solo una cuestión de ideología o sentido común, sino que también es el aprendizaje que surge como resultado de una sabiduría milenaria. Más en concreto creo que la creencia `Menos es más´ está íntimamente asociada al taoísmo. Hagamos un breve repaso sobre qué demonios es el Tao…

La mayor parte de obras se escriben para transmitirlo todo, pero solo unas pocas logran conseguirlo. El maestro Li-Er Boyang , hoy mundialmente conocido como Lao Tse – literalmente el anciano maestro- lo logró. Como ya hemos visto, no hay sabio en la historia de la Humanidad que no hayamos maltratado o haya acabado harto de los suyos. Lao Tse tampoco es menos. Los contadores de cuentos taoístas suelen relatar que nació bajo un sencillo ciruelo en la prefectura de Ku (China) hace 2500 años, y su gestación requirió 81 años. Puede que este último dato haya resuelto las dudas a los que pudieran dudar de la paciencia del maestro 😉 Cuando por fin nació cuentan que tenía ya el cabello blanco, amplias arrugas y unas orejas muy grandes. Se trasladó tras un tiempo a la capital, donde se convirtió en archivero de la Biblioteca Imperial. Dicen las malas lenguas que fue allí donde aún más anciano conversó sobre la no acción y el vacío con un joven inexperto y ratón de biblioteca llamado Confucio. Luego, cansado de la política y los manejos de la capital, se retiró al oeste sobre un búfalo de agua huyendo de los hombres. Justo antes de cruzar la frontera, un guardián reconoció al sabio. Vio con temor que el anciano se dirigía hacía el país de los bárbaros (nosotros, los occidentales) de donde seguramente nunca volvería. Presa de este temor, pidió al maestro que se quedase en su casa durante un año con el objetivo de escribir en un solo lugar todas sus lecciones.

Ese lugar es el Dào Dé Jīng y tiene tantos capítulos como los años que míticamente tardó en nacer el sabio: 81. Hoy extraigo tan solo algunas de las innumerables lecciones de su sabiduría aplicadas a entender el poder de `menos es más´:

 

1.- Si quieres conocer la verdad (grande) conócete a tí mismo (diminuto):

«El que conoce a los demás es inteligente. El que se conoce a sí mismo es iluminado. El que vence a los demás es fuerte. El que se vence a sí mismo es la fuerza. » (Dào Dé Jīng, XXXIII).

 

2.- No puedes hacer nada sin ser comprender lo opuesto:

«Quien quiera contraer algo, antes debe extenderlo. Quien quiera debilitar algo, antes debe fortalecerle. Quien quiera destruir algo, antes debe levantarlo. Quien quiera obtener algo, antes debe haberlo dado. Así es el misterio profundo. Lo tierno y lo débil vencen lo duro y fuerte.» (Dào Dé Jīng, XXXVI).

 

3.- No puedes hacer lo correcto sin vivir lo incorrecto:

«Así, la nobleza tiene su raíz en la vileza. Lo alto tiene por fundamento lo bajo.» (Dào Dé Jīng, XXXIX).

 

4.- Para resolver retos enormes, abraza lo más pequeño:

«Acomete la dificultad por su lado más fácil. Ejecuta lo grande comenzando por lo más pequeño. Las cosas más difíciles se hacen siempre abordándolas en lo que es más fácil, y las cosas grandes en lo que es más pequeño. El sabio no emprende grandes cosas, y en ello está su propia grandeza. El que promete a la ligera merece poco crédito. El que todo lo encuentra fácil difícil le será todo. Por esto, el sabio en todo considera la dificultad, y en nada la halla.» (Dào Dé Jīng, LXIII).

 

5.- Acepta que casi todo lo que necesitas está en tí y que el resto suele estar muy cerca:

Esta sentencia que forma parte de la carta de navegación de la iniciativa vorpalina, es una lección que claramente aprendí del taoísmo.

«Sin salir de la puerta se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana se ve el camino del cielo. Cuanto más lejos se va, menos se aprende. Así, el sabio, no da un paso y llega, no mira y conoce, no actúa y cumple.» (Dào Dé Jīng, XLVII).

 

6.- No desees algo que no está en tu naturaleza:

«No hay mayor error que consentir los deseos. No hay mayor desgracia que ser insaciable. No hay mayor vicio que ser codicioso. Quien sabe contentarse siempre está saciado.»(Dào Dé Jīng, XLVI).

 

7.- Si no dejas hueco para algo, estarás siempre ocupado en no ser nada:

Aquí es donde el taoísmo lleva la máxima `Menos en más´a su máxima expresión: abrazar la necesidad de que exista el vacío de las cosas porque es el vacío lo que las dota de sentido. Y el vacío es también silencio, paciencia, disciplina de autocontrol sin impulsos. Porque el Tao está en el vacío de las cosas según explica Lao Tse:

«Treinta radios convergen en el centro de una rueda, pero es su vacío lo que hace útil al carro. Se moldea la arcilla para hacer la vasija, pero de su vacío depende el uso de la vasija. Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa, y es el vacío lo que permite habitaría. En el ser centramos nuestro interés, pero del no-ser depende la utilidad» (Dào Dé Jīng, XI).

 

8.- Acepta que todo esto -sea lo que sea- pasará:

El ciclo natural de las cosas es nacer y morir, cambiar, transformarse. 2400 años antes de que la Física moderna enunciara que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma, el Tao ya había descubierto esta verdad.

«Hablar poco es lo natural. Un huracán no dura toda la mañana. Un aguacero no dura todo el día. ¿Quién hace estas cosas? El cielo y la tierra. Sí las cosas del cielo y la tierra no pueden durar eternamente, ¿cómo las cosas del hombre?» (Dào Dé Jīng, XXIII)

 

9.- Deja de acumular conocimiento de forma compulsiva:

Para el Tao el ignorante es también un intelectual o una persona inquieta que consume conocimiento como si consumiera pollo. Según el Tao la sociedad occidental tiene un síndrome de Diógenes de conocimiento que la convierte en una auténtica ignorante alejada de la realidad.  Para el Tao el intelecto y el conocimiento, ya que surgen del deseo por interpretar la naturaleza, son distracciones que nos alejan de la realidad (la propia naturaleza). Estudiando, y no parando de atiborrarnos a conocimiento, decrecemos. Abandonándonos a la sabiduría de la naturaleza, crecemos:

«Por el estudio se acumula día a día. Por el Tao se disminuye día a día. Disminuyendo cada vez más se llega a la no-acción. Por la no-acción nada se deja sin hacer. El mundo siempre se ha ganado sin acción. La acción no es suficiente para ganar el mundo. » (Dào Dé Jīng, XLVIII).

 

10.- Actúa sin actuar:

En el artículo Guía breve de pensamiento estratégico hacíamos referencia a una estrategia de acción basada en no hacer. Puede que usted conozca las lecciones del maestro Lao Tse por ese célebre mensaje de Bruce Lee: «Be water, my friend» que tomó del taoísmo. El wu-wei o la no acción es comparado por Lao Tse con la naturaleza pasiva y perseverante del agua en un río. El agua aunque débil y delicada posee una fuerza basada en la constancia que erosiona poco a poco la roca más sólida. A la vez es capaz de moldearse comprendiendo el vacío de las cosas y adaptando su condición a cualquier tipo volumen que pueda y quiera contenerla. Esto ocurre según los maestros taoístas porque a diferencia de los materiales sólidos el agua no tiene voluntad, simplemente aprovecha la oportunidad que se le presenta para ser contenida y encauzada. Su estrategia es la acción mediante la no-acción (wei-wu-wei). Así explican los sabios que las cualidades de flexibilidad y suavidad son habitualmente superiores a las de rigidez y fuerza.

La reacción a una acción provoca solo otra reacción. El autogobierno de una persona y el gobierno de otras personas está sujeto según el Tao a la no acción, en favorecer sin impedir, en hacer sin forzar. Cuanto más empecinadamente se intenta algo, mayor es la resistencia que se crea; cuanto más se actúa en armonía con el universo, más se logrará y con menos esfuerzo.

 

«La virtud superior no actúa ni tiene objetivos que alcanzar. La virtud inferior actúa y tiene objetivos que alcanzar.» (Dào Dé Jīng, XXXVIII). «El camino del cielo es saber vencer sin combatir, responder sin hablar, atraer sin llamar, y actuar sin agitarse» (Dào Dé Jīng, LXXIII).

Como bien explica Nicolás Boullosa:

«Para los partidarios de la «no acción» o «wu wei», un estado injusto de las cosas no puede superarse con un movimiento de reacción que fuerce la realidad e imponga un nuevo tipo de desequilibrio, que perjudique a los que antes eran beneficiados y beneficie a los antes perjudicados. (…)

El «wu wei» no equivale a inmovilismo, sino a búsqueda de la virtud propia (clarividencia, felicidad, bienestar, como queramos llamarlo). Nuestro comportamiento es lo primero que está en nuestras manos cambiar, para después proyectarlo y contribuir a un cambio más profundo.

El cambio no exaltado, a fuego lento, no ha sido diseñado para la era de la interrupción constante, la apelación de los impulsos y la dialéctica de la gratificación instantánea

Si bien la estrategia práctica de acción en Occidente siempre ha sido la acción (anticiparse, ser proactivo, atropellar) este principio nos ayuda a entender una estrategia algo más saludable y sostenible en mi experiencia acompañando el cambio en personas y organizaciones:

Si quieres resolver un reto sencillo que requiere resultados a inmediato o corto plazo, lo mejor es la estrategia de acción mediante acción. Si quieres resolver un reto complejo que requiere resultados a medio y largo plazo, lo mejor es la estrategia de acción sin acción (wei-wu-wei).

Recuerda, menos es más.

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11 lecciones de un sabio para comprender el cambio

11 lecciones de un sabio para comprender el cambio

niña-asustada

 

«Cuando quiera, señor DeMille, estoy lista para rodar»

personaje de Norma Desmond, Gloria Swanson (Sunset Boulevard, Wilder, 1950)

 

Tengo una disciplina, es firme y es pura, no entiende de matices ni se pierde en los detalles: CREO EN LAS PERSONAS.

Como si fueran un bálsamo de vida, como la solución a todos sus problemas. Creo en el inconmensurable valor de sus esfuerzos y trabajo sobre sus más profundos deseos. Exploro las interioridades de nuestra condición, los altos y bajos hornos del alma, la limpia piel que mostramos pero también las corruptelas emocionales que solemos esconder. Y veo el cambio a diario y lo que significa e implica para todos. Para usted y para esa niña que parece a punto de llorar.

Por eso hoy recopilo una colección de aprendizajes que para mí tienen una gran importancia en mi labor diaria, y que espero que la tengan para usted. Pertenecen todos ellos al maestro Heráclito, quien fue uno de los primeros formuladores en Occidente de la disciplina del cambio. Estudió la naturaleza de las cosas desde el constante movimiento y fue uno de los primeros físicos de la Historia. Expresaba su conocimiento en forma de sentencias cortas que hoy apenas conservamos.

Diógenes Laercio dijo de él que no fue discípulo de nadie y que se autoinvestigó a sí mismo. Personalmente veo en Heráclito el origen del pensamiento dialéctico occidental que tanto bien y tanto mal ha hecho. Sin embargo no pocos orientalistas, entre los que destaco al maestro Juan Mascaró y al maestro Alan Watts, señalan en sus obras de divulgación lo cercanos que están los pensamientos de Heráclito a los del taoísmo o las variantes del budismo mahayana original. A Heráclito le llamaban el Oscuro de Éfeso por lo breves e impactantes que eran sus pensamientos, probablemente muy avanzados para su época.

Nos encontramos pues ante un tipo de lo más peculiar que fue uno de los primeros formuladores de la disciplina del cambio. Pero no menos importante es que usted, lector o lectora, sepa que cuanto va a leer hoy es un auténtico tesoro cuya sabiduría ha sobrevivido más de 2500 años.

Personalmente no he encontrado mejor recopilación ni de este ni de otros maestros presocráticos que el fantástico libro en tres volúmenes Los filósofos presocráticos, una edición de Conrado Eggers Lan y Victoria E. Juliá para la Editoral Gredos allá por 1978 en esa genial colección que coordinó el maestro Carlos García Gual llamada Biblioteca Clásica. Del primer volúmen de esta obra, en concreto de las páginas 318 a 397 he extraído este tesoro de conocimiento. Evito en adelante las referencias a las citas e invito a lector a consultar esta obra para ampliar detalles.

 

LAS LECCIONES DEL MAESTRO

Entre muchas otras, estas lecciones alimentan cada día el ejercicio de mi diaria disciplina. Son la masa del pan que cuezo, me acompañan cuando acompaño y me asisten cuando ayudo. Tan solo dos apuntes:

  • No comprendí las lecciones del maestro tan solo con leerlas. Fue necesario que las viviera en primera persona para comprender la amplitud de su significado.
  • Algunas lecciones del maestro ya las había experimentado antes de leerlas, pero ver cómo él las transformó en palabras me ayudó a fijarlas en mi mente.

Entiendo que a usted, lector o lectora, le pasará lo mismo.

Comenzamos.

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En tu camino de cambio, ya sea personal o en tu organización o equipo, acepta que…

1) TODO ESFUERZO POR MEJORAR DUELE PERO LOS DEMÁS SIEMPRE LO NOTAN

Aprendí esta lección de la sentencia… «Las almas huelen al bajar al Hades»

El maestro expresaba en esta sentencia que cuando nos vemos cara a cara con nuestra más profunda condición, cuando trabajamos aquello que realmente somos y queremos sin conservantes ni colorantes, suelen aflorar todas esas emociones retenidas en nuestro inconsciente: momentos vividos, aprendizajes, anclajes de vida. Este olor al descender y enfrentarnos a nuestros infiernos es el que realmente habla de nuestra esencia (alma).

 

2) LO QUE NO CIERRAS, TE ACOMPAÑA

Aprendí esta lección de la sentencia… «¿Cómo podrás ocultarte de lo jamás se acuesta?»

No puedes escapar de lo que eres por mucho que quieras evitar, huir, luchar u olvidarte temporalmente de ello. Mientras tú velas o duermes, tu propia condición trabaja.

 

3) ES NORMAL QUE NOS ASUSTE LO DESCONOCIDO

Aprendí esta lección de la sentencia… «Los perros ladran al que no conocen»

Es lógico y está en la naturaleza de las cosas mostrar desconfianza o exteriorizar conflicto ante lo desconocido. Forma parte de tu trabajo, comprender los ladridos de la gente y los tuyos propios, y saber aprender de ellos.

 

4) CADA NUEVO DÍA ES UNA OPORTUNIDAD REAL DE CAMBIO

Aprendí esta lección de la sentencia… «La naturaleza de cada día es única»  y «El sol es nuevo cada día»

Hasta el último día, así es. Nadie salvo uno mismo elige el momento de realizar un cambio. Las oportunidades son finitas. En la vida son exactamente el mismo número de oportunidades que de días tiene nuestra vida. En nuestro trabajo son exactamente el mismo número de oportunidades que cada nuevo día que fichamos.

 

5) LA FRICCIÓN ES NECESARIA, SIN ELLA NO HABRÍA MOVIMIENTO

Aprendí esta lección que hace poco compartí en una entrevista, de la sentencia… «Lo opuesto concuerda y de las cosas discordantes surge la más bella armonía. Todo sucede según discordia»

Para crecer y evolucionar -e incluso para vivir- es necesario el conflicto. Es una lección que una gran cantidad de agentes de cambio y facilitadores hemos interiorizado durante años. Evitar el conflicto es evitar la conquista de la armonía. Mi compañero Patrick Lencioni suele hablar del temor al conflicto y la armonía artificial que genera en estos mismos términos en los que Heráclito habló hace 2500 años.

 

6) TODO LO QUE OCURRE ES NECESARIO

Aprendí esta lección de la sentencia… «Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo reseco se humedece»  y de la sentencia «La enfermedad hace a la salud agradable y buena; el hambre, a la saciedad; la fatiga, al reposo»

En nuestro camino de cambio y transformación, nos encontramos a menudo con buenas y malas sensaciones y experiencias pero no es tan importante dar de lado a unas y abrazar otras como saber aprender de todas ellas, que por otro lado son tan solo necesarias.

 

7) CADA UNO DE NOSOTROS NECESITA COSAS DIFERENTES

Aprendí esta lección de la sentencia… «Para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que cada uno de los que duermen se vuelven hacia sí mismos»  y de la sentencia «Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando se tienen almas bárbaras» y también de la sentencia «Los cerdos se bañan en el cieno y las aves de corral en la ceniza o el polvo»

Esta enseñanza es fiel a la máxima del maestro Eugenio Moliní que dice «Nadie cambia si no quiere». Tú no vas a despertar a nadie que no quiera dejar de dormir. Y por otro lado, la realidad solo es aquello que cada uno ve. De form innata, podemos compartir lo que miramos pero nunca lo que vemos o vivimos. Acéptalo y trata de vivir de acuerdo a lo que eres y dejar que los otros vivan de acuerdo a lo que son. Todo llega.

 

8) ACEPTAR EL CAMBIO ES ENCONTRAR LA PAZ

Aprendí esta lección de la sentencia… «Cambiando se descansa»

Por lo general las personas que acompaño suelen tener un elevado nivel de resistencia inicial que va decreciendo con el paso del tiempo y la experimentación de mejoras visibles y reales. De algún modo al principio focalizan toda su energía en resistirse y plantar batalla para defender sus asunciones básicas y sus creencias. Pero luego su energía poco a poco se va focalizando en disfrutar de lo que son y de lo que pueden llegar a ser. Les veo, como dice el maestro, descansar del peso de sus mochilas emocionales una vez que construyen su camino.

 

9) LO QUE OCURRE CASI NUNCA ES LO QUE QUIERES, ¡AFORTUNADAMENTE!

Aprendí esta lección de la sentencia «Para los hombres no sería mejor que sucedieran cuantas cosas quieren»

Suelo realizar el ejercicio de Línea de vida con muchos de mis clientes particulares. En él definimos un histórico de aprendizajes en su vida alrededor de un número concreto de hitos. Lo normal -nunca ha ocurrido lo contrario en todos estos años- es que ellos mismos pongan una gran cantidad de cosas que ocurrieron en su vida dándoles grandes aprendizajes pero -y he aquí la clave- no estaban previstas. Ninguna vida afortunadamente está prevista ni existe una foto perfecta de lo que debemos ser. Simplemente somos y tenemos la obligación de gestionar lo que ocurre de acuerdo a como se presenta. Es una cuestión de actitud tanto como de habilidad y entrenamiento.

 

10) LA DIVERSIDAD DE OPINIONES TE AYUDA A COMPRENDER LA REALIDAD

Aprendí esta lección de la sentencia «La opinión es una enfermedad sagrada»

Generalmente los clientes a los que sirvo suelen querer acallar algunas opiniones de sus colaboradores al inicio de los procesos. Poco a poco y con mucho esfuerzo y trabajo, se dan cuenta de que por mucho que luchen contra algo, ese algo se llama Realidad y es el único sistema de innovación posible. Comprenderla es escuchar a otros y aceptar que entre todos solo es posible una nueva y saludable realidad.

 

11) TODO LO QUE HACES TIENE CONSECUENCIAS

Aprendí esta lección de esa sentencia tan simple y propia de un koan del budismo zen que dijo Heráclito: «Si no hubiera sol, sería de noche» y también de la sentencia «El carácter es para el hombre su demonio»

Mi trabajo con mis clientes consiste a menudo en que comprendan que todo lo que hacen tiene consecuencias y que estudiando esas consecuencias y siendo tan solo fieles a lo que quieren ser o hacer, podrán encontrar su auténtico camino.

 

Espero que estas lecciones te acompañen en adelante es ese camino de cambio y crecimiento que -tal y como recordaba el maestro Heráclito- siempre puedes comenzar ahora 😉

 

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Cómo mejorar la conducta de tu equipo

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«Entiendo por libertad la voluntad que nace de la reflexión»

Ibn Bāŷŷa, humanista andalusí (Tadbīr al-mutawaḥḥid, Cap.1, s.XII d.C)

 

Desde que el gran maestro Avempace escribiera esto en el exilio, han pasado ochocientos años. Sin embargo cuando uno acude a ese maravilloso texto que es el Régimen del solitario, uno solo nota el paso de los años en esa gramática culta arabizante que se repite una y otra vez imitando las aleyas del Qurán. En otras palabras, la libertad sigue siendo la voluntad que nace de la reflexión. Y esto no ocurre menos en el seno de un equipo. Mejorar es -no me cabe duda- escuchar. Y escuchar a un equipo es darle vida. Por lo que no dejarle hablar es darle muerte.

Pretendo hoy aportarte, lector o lectora, algunas claves básicas que te animen a escuchar, comprender y abrazar la conducta humana en tus equipos. Creo que es mejor que obtendrás mejores resultados si cifras las relaciones con tu equipo a partir de estas claves que si las cifras a partir de una imagen perfecta y proyectada del equipo ideal. Lo creo porque estas claves son fruto de tres sabidurías diferentes: de mi intervención diaria en equipos, de la investigación científica de algunos compañeros y maestros en el ámbito de la psicología social y de grupos, y de la perspectiva humanista del desarrollo organizacional.

Sirva este artículo, lector o lectora, para sentar en tí las bases para la comprensión de la conducta de las personas a cuyo crecimiento y talento sirves y acompañas. Si deseas obtener información y conocimiento más detallados, te animo a que acudas al MAD y más en concreto a la fantástica y muy completa obra que es Psicología social: Algunas claves para entender la conducta humana del gran maestro Anastasio Ovejero (Biblioteca Nueva, 2015) a quien este artículo rinde en gran medida merecido tributo. Tomo del maestro muchas ideas que completo humildemente.

Para mejorar tu equipo necesitas escuchar tres cosas:

  • Las necesidades sociales de sus miembros
  • Los automatismos irracionales de sus miembros
  • El contexto en el que pasan las cosas importantes

Comenzamos.

 

NECESIDADES SOCIALES

Necesitas escuchar y atender las necesidades sociales de tu equipo porque está formado de personas.

Toda persona tiene a juicio del maestro Ovejero -y también del mío propio- cuatro necesidades sociales básicas: pertenencia, identidad, autoestima y reconocimiento. En este mismo espacio hemos compartido muchas claves para favorecer las habilidades relacionales básicas que precisamente inciden en en este abanico de necesidades psicosociales que todo el mundo, sin excepción, tiene:

La necesidad de pertenencia es muy importante para cada miembro de tu equipo. Si no pertenecemos a un grupo y nos sentimos rechazados o excluidos de él, sufrimos un grave dolor emocional que a menudo implica estrés, ansiedad e incluso depresión. En la antigua grecia hoy sabemos por los testimonios de historiadores y las obras de teatro, que uno de los mayores castigos a un ciudadano era la pena de ostracismo o exilio de las ciudades durante un tiempo prolongado en el que la persona no podía comunicarse ni participar de la vida pública.

La necesidad de poseer una identidad propia positiva facilita las relaciones saludables en grupo. Las personas de tu equipo necesitan saber quiénes son y poder desarrollar lo que se denomina su autoconcepto o sentido del YO. Esto no es otra cosa que una imagen de sí mismas que les ayude a desarrollarse dentro de la pertenencia al grupo. Este autoconcepto está relacionado con el tipo de relaciones que cada persona ha vivido y con la cultura en la que ha desarrollado dichas relaciones. Los occidentales tendemos a un autoconcepto individual e independiente mientras que los latinoamericanos, africanos, asiáticos e indígenas tienden a un autoconcepto social e interdependiente. Los primeros solemos definir nuestra identidad en función de nuestro comportamiento y los segundos en relación a los demás. El largo proceso de individualización y conquista de la razón que vivimos en Occidente durante siglos, nos ha hecho ganar en libertad pero perder en seguridad y sentido de pertenencia. El individualismo propio de la mayoría de personas occidentales responde, de acuerdo al maestro Myers, a la creencia de dar prioridad a las metas propias respecto a las del grupo y a definirnos a nosotros mismos en función de lo que somos y no en función de lo que somos respecto al grupo. Sin embargo aquellas culturas que han permanecido apegadas a un sentido colectivista y cooperativo (con familias numerosas y grupos de trabajo regulados en diferentes ámbitos de tareas) han perdido libertades individuales pero ganado en seguridad y sentido de pertenencia.

La necesidad de autoestima (y autocontrol) es inherente a todas las personas. La autoestima es la valoración que cada miembro del equipo hace de sí mismo, es decir de su autoconcepto. También existe autoestima de equipo. Una alta autoestima incrementa los sentimientos agradables y la iniciativa mientras que una baja autoestima genera dependencias y círculos relacionales poco saludables. Sin embargo los especialistas, encabezados por Baumeister -que se pondría las botas viendo la prueba de sus conclusiones en cualquier programa de la televisión española actual- ya indicaron que no necesariamente tener una alta autoestima es saludable si no se acompaña de un correcto autocontrol. Las personas con autoestima alta tienden a ser desconsideradas, interrumpir o hablarle A la gente y no CON la gente. De modo que los perfiles con autoestima alta asociados al liderazgo carismático suelen ser tremendamente peligrosas a nivel relacional rayando el narcisismo. Por concluir algo cierto, existe una notable diferencia entre tener autoestima y valorarse adecuadamente y obsesionarse con la autoimagen, lo que suele ser fruto de complejos de inferioridad latentes que desembocan en excesiva y falsa autoestima compensatoria. Por ello, la conquista diaria del autocontrol es quizás mucho más rentable en los equipos que la conquista puntual de la autoestima.

La necesidad de reconocimiento ayuda a cada miembro del equipo a socializarse con éxito pero también le impide a menudo relacionarse más allá de la búsqueda de notoriedad o aprecio. El maestro Ovejero recuerda que Freud decía «podemos defendernos si nos atacan, pero somos impotentes ante el halago». Sin embargo he aquí el quid de la cuestión: no necesitamos halagos vacuos sino elogios sinceros por el esfuerzo que desarrollamos. Sin embargo las empresas y los miembros de un equipo internamente suelen utilizar el elogio de una forma interesada y manipuladora para conseguir mayores objetivos, algo que todo trabajador y miembro de un equipo nota. Este tipo de situaciones acrecienta la herida relacional y evita que supure. A menudo en intervenciones con equipos asisto este tipo de heridas que me veo obligado a acompañar desde la compasión y la comprensión del otro.

 

AUTOMATISMOS IRRACIONALES

Necesitas escuchar, comprender y hacer que afloren los automatismos irracionales de tu equipo, para evitar o resolver barreras o grandes conflictos.

En el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales TRAINING DAYS, existe un nivel de madurez 2 denominado ENTRENAMIENTO SOCIAL. En dicho nivel suelo asistir a los aprendices en una suerte de maniobra de acoso y derribo para comprender dos aprendizajes que les cambiarán la vida en adelante:

  • Comprender que estamos programados evolutivamente para no ser racionales, es decir para sobrevivir de forma efectiva pero no para relacionarnos de forma efectiva. Esto lo hago a través de un gran número de modelos y herramientas que nos ayudan a comprender el funcionamiento del cerebro de todas las personas y sus comportamientos asociados. Muy en concreto suelo facilitar grupos de ejercicios que ejercito con ellos para hacer que afloren de forma consciente más de 25 sesgos de percepción y atribución con los que luchamos cada vez que abrimos la boca, alrededor de 9 creencias irracionales con las que nos batimos al despertarnos cada mañana, una gran cantidad de asunciones básicas que nos condicionan, y aproximadamente 12 indicadores clave que son inherentes a nuestra biología cerebral y que nos impiden comunicarnos de forma efectiva cada minuto que pasa.
  • Comprender que no somos infalibles y en consecuencia que debemos ser humildes tanto con nuestro poder de acción como con nuestra propia condición humana. Esto lo hago mediante una estrategia sistémica y de toma de conciencia empleando modelos y herramientas a menudo con miles de años de contrastada utilidad. Una de las formas en las que facilito que esto ocurra tiene que ver con mis frecuentes estudios acerca del comportamiento humano en la resolución efectiva de problemas. Suelo trabajar a partir de la realidad de las personas que asisten a los talleres, de forma que logramos comprender situaciones y barajar alternativas simplemente siendo fieles a nuestra libertad tal y como la entendía el maestro Avempace: ejercitando la voluntad que nace de nuestra reflexión (compartida, en este caso).

Para controlar los automatismos irracionales de los miembros de tu equipo, incluidos los tuyos, creo que es necesario que conozcas el comportamiento humano en términos de capacidades sociales. En la bibliografía del MAD tienes amplias referencias para hacerlo. Desisto de hacer aquí un resumen, porque no creo en ellos para este tipo de ámbitos de habilidades transversales: todo conocimiento es siempre poco.

 

CONTEXTO EN EL QUE OCURREN LAS COSAS IMPORTANTES

Necesitas comprender el contexto donde ocurren las cosas importantes en tu equipo, para saber cómo trabajarlo.

La siguiente reflexión es tan potente y sencilla que pasa desapercibida en la totalidad de escuelas de negocio y para la mayoría de equipos directivos que no comprenden la envergadura de su alcance. De acuerdo a la reflexión del maestro Ovejero, los grupos de trabajo o equipos cumplen dos funciones:

  • Función emocional: satisfacer las necesidades emocionales de los miembros del equipo
  • Función instrumental: ayudar a los miembros del equipo a conseguir sus objetivos

Y además se dividen en dos grupos:

  • Grupos primarios: Relación cara a cara, Relación desde la persona y no el rol, Duración permanente, Número reducido de miembros, Relativa intimidad entre ellos. Grupos primarios son la familia, los grupos de amigos y los equipos de trabajo de personas del mismo nivel.
  • Grupos secundarios: Relación impersonal, Número amplio de miembros, Duración permanente o no, Relación desde el rol o la categoría. Grupos secundarios son la empresa mediana o grande, la sociedad o las asociaciones numerosas de personas.

Pues bien, he aquí la lección:

En contra de lo que crees y creen todos los clientes que suelen contratarme, la función emocional es mucho más importante que la función instrumental. Es la primera función, y no la segunda, la que contiene las cuatro necesidades psicosociales básicas que hemos visto más arriba y que tienen todas las personas de tu organización. Esta función emocional, que es clave para la satisfacción y rendimiento de las personas, la satisfacen sobre todo los grupos primarios y no los secundarios. En los grupos primarios se aporta a cada persona la pertenencia, identidad, autoestima y reconocimiento que necesita. En los grupos secundarios se aportan las normas y pautas que hacen que los grupos primarios existan.

Por mucho que una organización quiera regular y normalizar el comportamiento en sus instalaciones, nunca podrá regular ni normalizar el comportamiento de sus grupos primarios (equipos reducidos donde ocurren las cosas importantes). Lo único que puede hacer una organización es cuidar, escuchar y entrenar a estos grupos primarios para que por sí solos generen un ambiente de desarrollo adecuado al interés común.

En mi opinión el gran error de los planes de formación y en general de la estrategia interna de talento de las organizaciones es que enfocan todos sus esfuerzos no a los grupos primarios (los contextos de equipo con un número reducido de personas que sacan adelante el trabajo) sino a los grupos secundarios (los contextos corporativos que son la estructura necesaria pero no el terreno operativo donde mejorar). Para mejorar la cultura de tu organización y ser competitivo es preferible enfocar tu esfuerzo en la mejora de los pequeños equipos y sus miembros con una visión humanizada y realista, que no focalizar tu esfuerzo intentado mejorar todos los ámbitos de desarrollo de tu organización. El contexto de trabajo más rentable para la mejora es siempre cada equipo y grupo de personas, ese lugar insustituible que no tiene normas de comportamiento (como sí las tienen los grupos secundarios) y en el que las personas buscan sin encontrarlas muy a menudo pertenencia, identidad, autoestima y reconocimiento. Es en este terreno donde hay cada día que entrenarse en habilidades relacionales y emocionales que hacen crecer y mantener esfuerzos. Sin este contexto sanado y cuidado de forma adecuada, es muy complicado que un grupo secundario (una empresa) pueda moverse con suficientes garantías y sin que sus empleados acumulen sufrimiento.

Creo que forma parte de tu responsabilidad, lector o lectora, intentar revertir esta insatisfacción entendiendo este mensaje.

Si quieres, lector o lectora, ampliar conocimientos para aprender a gestionar y comprender tu equipo he aquí varios artículos de este mismo espacio que pueden resultarte de interés:

Cómo tratar a las personas y obtener los mejores resultados

Guía de comportamientos tóxicos

Por qué me aprecian las personas

12 lecciones previas para el acompañamiento de personas

Cómo construir un territorio emocional propio

 

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Gracias por tu tiempo.

Te animo a consultar nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y formación y nuestro programa TRAINING DAYS en el que entrenamos a tu equipo en la adquisición de habilidades relacionales de alto impacto.

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el arte de conversar

el arte de conversar

piruletera

 

«No hay que odiar ni acusar, sino instruir»

Hegesías, filósofo cirenaico

 

Cada año que pasa valoro más las buenas conversaciones que las buenas piruletas. Y no es que éstas no me gusten, es solo que son más fáciles de hallar. Por otro lado si bien soy muy bueno comiendo piruletas, soy mejor aún conversando. A veces he obtenido más resultados hablando con botijos que con personas. A menudo los primeros saciaron mi sed y los segundos despertaron mis instintos más primarios. No obstante, defiendo, disfruto y trabajo a diario buenas conversaciones con personas. Saber hablar a otra persona, sentirme escuchado por ella y hacerla sentir escuchada (esta es la ecuación de la conversación) son placeres que siguen siendo para mí difícilmente igualables. Si conservo mi fe en las personas, no es por su capacidad competitiva sino por su voluntad de entendimiento.

Este artículo recoge de forma estructurada dos apartados que considero muy interesante para ayudarle a mejorar su inteligencia conversacional:

  • Elementos subyacentes a la conversación: Aquí hablaremos de lo que nos limita y condiciona a la hora de lograr entendimiento mutuo en una conversación.
  • El arte de conversar según el maestro Montaigne: Aquí enumeraremos 15 lecciones prácticas del genial Montaigne traducidas a un lenguaje actual y práctico.

Dejo para los talleres de habilidades relacionales que facilitamos, aquellas técnicas de conversación consciente más inmediatas o basadas en dinámicas. Comenzamos.

 

ELEMENTOS SUBYACENTES A LA CONVERSACIÓN

En una de sus geniales postales a su sobrino Gogo, el tío Matt escribe lo siguiente:

«Querido Gogo. Hoy he descubierto algo muy extraño pero muy útil en este mundo. Iba yo caminando cuando de repente me encontré con algo que se parecía mucho a la charca de Fraguel Rock. Era una charca de agua y había una especie de fuente en el medio. Estaba yo disfrutando de aquel espectáculo cuando uno de estas estúpidas criaturas se acercó allí e hizo algo muy extraño. Entonces me acerqué a él y le dije «Discúlpeme señor, ¿podría decirme por qué acaba de hacer eso?» Y el me respondió «Oh, no lo se, todo el mundo tira monedas en las fuentes» ¡Me dejó alucinado!. Desde hacía meses estaba coleccionando eso que llaman dinero. Tenía tanto que no sabía qué hacer con él. Por fin ya lo se. Se tira en las fuentes. Así que eso es lo que hice con todo mi dinero.»

Como podemos ver en esta graciosa anécdota, desde hace ya muchos años sabemos que aquello que nos contaban Weaber y Shannon sobre la comunicación es mucho más complejo de lo que parece. Hay algo que condiciona y determina todos los factores de la comunicación, a saber, el emisor, el receptor, el código, el mensaje, el canal, la redundancia, la situación, la señal, el ruido y el contexto. Lo que condiciona sobremanera la comunicación tiene que ver con 4 elementos subyacentes y anteriores a todo lo demás, que para mí son los siguientes por orden de condicionamiento:

  • NIVEL BIOLÓGICO | Sesgos cognitivos: desviaciones en el procesamiento de lo percibido que durante más de un millón de año nos ayudaron a sobrevivir como especie aventajada pero que en una situación y un contexto de no-supervivencia son claramente limitantes y nos conducen a distorsiones e inexactitudes en el entendimiento. Esto es algo biológico, es decir, forma parte de lo que somos a nivel físico y evolutivo. Aunque mucha gente lo ignora, de los tres sistemas cerebrales con los que contamos, dos de ellos están basados en sistemas de reflejo-respuesta (emocionales e inconscientes) y no en facultades cognitivas (de razonamiento cociente). El sistema reptiliano autorregula las funciones más básicas de nuestro cuerpo. Por su parte, el sistema límbico está diseñado para emitir respuestas en tiempo récord a estímulos emocionales o fisiológicos a partir de lo que ya sabemos. Y tan solo el neocórtex, la capa más exterior de mayores dimensiones, formaría eso que tradicionalmente hemos entendido como cerebro: un motor racional y consciente. De modo que nuestro sistema de comprensión de la realidad no está muy bien equipado para entendernos de una forma completa entre nosotros, sino para sobrevivir.
  • NIVEL INCONSCIENTE | Creencias irracionales: Son mensajes impulsores del comportamiento humano. Están en nosotros gracias a la educación que recibimos. Aquí destacaría para que usted los trabaje, los 6 mensajes impulsores que mi compañero Juan Manuel Opi resumió y que usted tiene enteramente disponibles en el artículo El increíble poder de sabernos vulnerables; y también la colección de creencias irracionales que Albert Ellis y sus discípulos detallaron en su modelo de Terapia Racional Emotivo Conductual (TREC) y que le recomiendo que investigue.
  • NIVEL EXPRESIVO | Lenguaje: la forma en la que expresamos el contenido. Aquí destacaría lo verbal (vocabulario, construcción sintáctica, dicción) y lo paraverbal (gesto corporal, ritmo, entonación). Siento ser tan claro pero lo más importante para mí siempre es la forma. Todo buen contenido sin una buena forma, muere. Pero toda buena forma puede salvar un contenido, incluso aunque sea mediocre.
  • NIVEL RACIONAL | Cultura: asunciones básicas y creencias adquiridas. Lugar de nacimiento, estrato social, principios familiares, entorno de desarrollo,… Todo esto forma parte de este nivel. Pero más allá de los valores religiosos, sociales o ideológicos, yo aquí destacaría el aprendizaje y la experiencia propios como factores limitantes o potenciadores de entendimiento humano.

Muchos lingüistas y expertos en comunicación desde Saussure dicen que los condicionamientos culturales son los que más influyen para el entendimiento humano. Sin embargo, a raíz de los últimos descubrimientos en anatomía, neurología, psicología social y psicología cognitiva, opino que en una conversación entre personas sin duda nos condicionan mucho más los que he llamado nivel biológico (cerebrales y estructurales del Hombre), nivel inconsciente (irracionales y a menudo difíciles de controlar) y nivel expresivo (de forma y conducta).

 

EL ARTE DE CONVERSAR según el maestro Montaigne

Muchos humanistas creemos que los 107 Ensayos escritos por Michel Montaigne en los últimos años de su vida y en el retiro de una biblioteca, son una obra fundamental del pensamiento humanista. Los escribió mucho antes de que llegará el pensamiento ilustrado a Europa y son en mi opinión doscientos años precursores de toda una corriente de democratización de la razón humana. Se trata de una obra a un mismo tiempo mordaz, deslenguada, ilustrada y dignificante sobre la condición humana. Tres libros contundentes que destilan sabiduría y humanidad. Hoy hablaremos tan solo del Capítulo VIII del Libro III: El arte de platicar. Una verdadera joya. Usted, lector o lectora, está a punto de comprobarlo…

Según Montaigne una buena conversación es el ejercicio más fructífero y natural de nuestro espíritu. Tal era su pasión por la conversación que si el se viera en la ocasión de elegir, prescindiría antes de su vista que de su voz y sus oídos. Si bien la oratoria seguía siendo asignatura de cualquier estudio superior en la época, ya en 1580 advertía Montaigne el desgaste y la dejadez que el arte de conversar sufría en Europa. Recuerda el anciano que en la Atenas clásica del siglo de Pericles (han pasado ya 2500 primaveras desde entonces), en las mismas academias y escuelas donde los prohombres aprendían matemáticas, filosofía o física, también eran entrenados en el arte de la conversación.

Conversar no es fácil, es rentable. En nuestra época actual, vivo cómo las organizaciones que recuperan esta práctica consciente obtienen notables beneficios y satisfacciones. Hace poco en un foro de empleo en el que me invitaron a participar, advertí que los estudios superiores deberían contar con asignaturas transversales que mejoraran sus habilidades relaciones y su pensamiento crítico. En un mundo donde el conocimiento está disponible para todos, adquiere hoy más que nunca la actitud y la habilidad más importancia para llegar a otros que el contenido en sí mismo.

Depurada durante siglos, la conversación es el único método de exploración humana que ha logrado frutos y resultados sin necesidad de dañarse a uno mismo o a otro. Un buen conversador destaca, sorprende y brilla sobre las intrincadas trincheras de la razón y la emoción. Está guiado por la búsqueda de entendimiento sin caer en el irresponsable truco de la evasión de responsabilidad.

 

He aquí las 15 lecciones de Montaigne sobre el arte de conversar:

 

1.- Abraza y celebra al que piense diferente. 

Cuando alguien me contradice, ni me ofendo ni me altero, sino que me despierto y me mantengo vivo. En general, la gente huye de la contradicción en lugar de abrazarla, sobre todo cuando es fruto de una conversación y no de un conflicto. Y esto es algo que no entiendo. Porque oponiéndonos a los que piensan diferente buscamos tan solo la manera de refutar lo que nos dicen. Y en lugar de tender los brazos, afilamos las uñas. La conversación es otra cosa a todo esto. Si alguien me contradice, mi atención se despierta, no mi cólera. La causa de la verdad siempre es común a uno y otro, nunca a ninguno de los dos por separado.

2.- Reconoce la virtud del otro cuando la veas

Antístenes ordenó a sus hijos que no agradecieran nunca las alabanzas de ningún hombre. Yo me siento más orgulloso de la victoria que alcanzo sobre mí mismo cuando se reconocer la fuerza del razonamiento de la otra persona, que cuando siento derrotar al otro por ausencia de capacidad o fuerza.

3.- No te hagas el listo, se cercano

Venero y honro a las personas que más saben de algo, pero detesto a aquellos que no son capaces de decir nada por sí mismos sin hacer referencia a libros o a su memoria. Estas personas son para mí más detestables que las torpes e ignorantes que no han leído nunca.

4.- Recuerda que puedes estar equivocado

Si yo mismo detecto a diario un gran número de tonterías que digo a otro, ¿cuántas más han de detectar los otros sin que yo aparentemente me de cuenta?

5.- Cuando te burlas del otro, te burlas de tí mismo

Detestamos en los demás los defectos que más enraizados se encuentran en nosotros mismos. Y a estos que se encuentran en nosotros, no les damos aparente importancia haciendo uso de un cinismo maravilloso.

6.- Cuando juzgas a otro, a menudo no te juzgas a tí mismo

Parece que cuando hablamos de los actos del otro, nos sentimos liberados de una severa jurisdicción interna. Si tuviéramos buen olfato nuestra basura nos debería apestar más que la del vecino.

7.- Tu teoría no sirve sin tu práctica

Un cirujano no es respetado por la historia de sus operaciones o por el recuerdo de que curó a cinco personas o por conocer tal o cuál manual de operaciones. Nos ponemos en sus manos porque su vista es certera en el momento de operarnos. Pasa lo mismo en un concierto donde no se oyen los detalles de uno u otro instrumento sino una armonía general reunión y fruto de todos ellos que nos hace confiar en su belleza. Por otro lado cuando a menudo encomendamos algo a los hombres menos capaces, se convierten en dignos y capaces porque precisamente los hemos empleado en algo, y no al revés.

8.- Cállate si lo que tienes que decir no es más respetable que tu silencio

A menudo los grandes gobernantes hacen más bien a su pueblo callándose y pareciendo seguros de sí mismos que hablando y constatando su ignorancia. De hecho forma parte de la habilidad de aquellos que dirigen, no tomar partido en algo cuando en ese algo en realidad ellos no son nadie. Esto suele ayudar más a ser respetado que el resto de las veces en que alguien toma partido en algo en lo que es alguien.

9.- No todo lo que suena bonito, es cierto

Es importante mantener alerta el pensamiento crítico y saber distinguir lo que nos gustaría escuchar de lo que en realidad es. A menudo en las conversaciones, algunas palabras nos parecen sugerentes y bonitas, pero no por ello hablan de la verdad. Tendemos a aceptar sin juicio aquello que mejor nos suena o una recta frase o pensamiento, desconociendo que lo importante es preguntarnos si tiene algún sentido.

10.- Habla de ejemplos concretos y no generalices

A aquellas personas, incluido tú mismo, que tiendan a decir «Esto es bueno y aquello no lo es» es bueno preguntarles por qué y cómo creen eso intentando superar juicios o prejuicios universales que de nada sirven para el entendimiento. Todos los juicios generales son descosidos e imperfectos.

11.- Lo que distingue al tonto del listo son las formas, no los contenidos

Da completamente igual que alguien sea poseedor de una verdad si su manera de expresarla no es hábil y lúcida a la hora de conectar con otros. Cualquier contenido es siempre superado por su forma.

12.- Habla de forma ordenada

Un buen conversador no necesita tanta fuerza o sutileza como orden. Cualquier persona puede hablar de su verdad, pero ordena, prudente y diestramente, muy pocos.

13.- Trabaja tus argumentos

No hay mayor victoria sobre el otro que la de mostrarle con argumentos la imposibilidad de combatirlos.

14.- Evita sermonear

Nadie quiere ser iluminado por tí sino escuchar que puede aprender de sí mismo siendo respetado. Por otro lado, la torpeza y la ignorancia en algo no se curan con simples advertencias. En la realidad, nadie se convierte en valiente por oír un buen discurso del mismo modo que un músico no se convierte en tal por oír una buena canción. Es necesario un aprendizaje previo y una educación dilatada y constante.

15.- Pon en valor tu cosecha y respeta la de otro

Al hablar debes saber lo que forma parte de tu pensamiento y lo que aprendiste del de otro. Valora lo que piensas y sientes y reconoce la autoría y el valor de lo que otros a los que admiras, piensan y sienten.

 

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Cómo lograr un cambio significativo en tu organización

Cómo lograr un cambio significativo en tu organización

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«Nos queda mucho más que hacer que ver en la televisión cómo el mundo se acaba»

Vetusta Morla (Mapas, 2011)

 

En la pasada edición de los Cannes Lions -los más prestigiosos premios de creatividad en el mundo- el controvertido Amir Kassaei, Director Global de Creatividad de DDB, volvió a agitar y menear la mente de los gafapastas y trendies globales con una ponencia titulada DO THIS OR DIE que te recomiendo ver. La idea fundamental de Kassaei es que el problema de la publicidad y del marketing actuales es que son completamente incoherentes y hablan de marcas e imágenes vacías que no llegan a los usuarios que cada mañana se levantan con esfuerzo a trabajar y ganarse el pan. Salvo muy raras excepciones, las agencias de publicidad y las empresas que las contratan no están conectando con el público y están alimentando una barrera cada vez mayor entre la realidad de las personas (su herida) y un mundo inventado de princesas que no sudan ni lloran, y de príncipes que nunca se despeinan.

Este artículo, lector o lectora, pretende ser una herramienta de reflexión-acción para superar el daño y la herida que el ingente ruido, el bombardeo y el constante asedio de una enorme cantidad de información y de recursos, está provocando en el corazón de las personas y las organizaciones. Para leer este artículo muy breve, necesitas pararte, cerrar al menos el 50% de pestañas simultáneas que tu cerebro está asimilando ahora, y focalizar -verbo ya casi extinto- tu atención en las próximas palabras.

 

LO QUE NUNCA VA A CAMBIAR

Dice Kassaei que esta falta de apego a la realidad y esta falta de coherencia ocurren porque, y aquí viene la gran lección,…

«Porque todo el mundo habla de lo que va a cambiar, de cómo debes ponerte al día con la próxima tecnología, de cuál es la próxima tendencia que tienes que seguir. Y la gente está terriblemente confundida sumida en una continua carrera contra el tiempo que no puede ganar. Y curiosamente nadie está hablando de lo que nunca va a cambiar»

Esta reflexión de Kassaei, que vive inmerso en la vorágine publicitaria, creo que es poderosa por cuanto nos alerta de un fenómeno extensible a muchos otros campos. Entre ellos destaco el campo de la innovación y el cambio.

Hemos asociado tanto el concepto de innovación a la bisutería y las modas pasajeras, que la innovación real hoy consiste en trabajar a partir de lo que nunca va a cambiar y no de lo que va a cambiar mañana.

En mi experiencia, lo que nunca va a cambiar -lector o lectora- es lo siguiente:

  • El increíble potencial de las personas. Hace poco Sandra me preguntaba si realmente creo en el potencial de todas las personas. Subrayaba y entrecomillada el «todas». Es una pregunta que me suelen hacer muy a menudo. Mi respuesta es siempre SÍ. Cada nuevo proyecto y cada programa de crecimiento individual de mis clientes, veo cómo resurgen de sus cenizas partiendo de un profundo dolor y a menudo de un rechazo propio o de otros, que logran superar de formas que me impactan tanto que suelo con frecuencia emocionarme. Dado que mi especialidad en acompañamiento son los equipos y las personas reactivas, entienda el lector o lectora, que al ver esto, mi humanismo, mi fe en las personas, crece cada hora.
  • La enorme rentabilidad de saber relacionarnos de forma saludable. El ser humano -aunque no lo pretenda y a menudo no lo quiera- es de forma innata y natural el animal más interdependiente del universo conocido. Si bien la biomimética nos ha enseñado que podemos encontrar ejemplos a veces más inteligentes y complejos de convivencia entre el resto de las especies, las personas parten de una necesidad innata de relacionarse para conseguir casi cualquier cosa, que les hace únicos. He tardado en darme cuenta de que nadie nos enseña a relacionarnos de forma efetiva. El programa TRAINING DAYS es la respuesta de esta iniciativa a esa necesidad.
  • El extraordinario valor de tener tiempo para reflexionar. Hace poco solicité feedback a uno de los estudiantes del MAD, la Maestría en Acompañamiento y Dirección humanista de personas y organizaciones. Me dijo: «David, creo que sería genial si en lugar de leer todos esos libros, entre nosotros compartiéramos resúmenes». Tras agradecerle su feedback y su opinión, esta fue mi respuesta: «La historia de la humanidad no se ha escrito a base de los grandes titulares sino de los pequeños detalles». Ningún fruto de ninguna planta nace sin el tiempo necesario para cultivarse. Si no lo tienes, lo lamento, arréglalo.
  • Aquello que nos hace grandes. En mis talleres suelo realizar un ejercicio que siempre obtiene los mismos resultados. Divido un lienzo en dos columnas. Una se titula «Lo que saca lo mejor de mí» y otra «Lo que saca lo peor de mí». El lector o lectora quedaría impresionado si viajara conmigo por España y viera una y otra vez los mismos resultados esté en el sector que esté y con cualquier equipo de personas. Aquello que hace grandes a las personas, nunca cambiará. Por eso aprecias las historias de tu abuelo y también respeto a escritores que vivieron hace tres mil años.

 

EL CAMBIO SIGNIFICATIVO

Creemos desde la iniciativa que el cambio significativo y necesario en las organizaciones no tiene que ver con grandes eventos en salas de conferencia repletas de personas con heridas, ni charlas carismáticas de 4000 EUR la hora, ni jornadas fantásticas de grandes profesionales por 7900 EUR 8 horas.  Yo alguna vez -he de confesarlo- he participado y participaré de todo esto. Porque aunque es bonito y está bien y llega, nada de esto -honestamente amigo/a- forma parte del cambio significativo y necesario.

Yo no tengo la propiedad sobre qué es un cambio significativo para una organización, tan solo compartiré contigo aquello en lo que para mí consiste a raíz de estos años de experiencia:

Al cambio significativo le hace falta tiempo y le sobra todo tipo y forma de Ego. Al cambio significativo no le hace falta gente que dice «si quieres que haga hueco en mi agenda, eso tienes que pagarlo». El cambio significativo es trabajar con un cliente uno y otro día y verle llorar de frustración y acompañarle hasta verle derribar todas sus barreras. El cambio significativo es recibir mensajes en tu móvil con fotos y agradecimientos de personas que tras mucho trabajo contigo decidieron ser felices sin necesidad de amargar a otros. El cambio significativo no tiene nombres ni marcas comerciales, no es la marca personal de alguien que es como un faro que llegó para iluminarte. El cambio significativo está dentro de tí y espera solo a que superes el maldito sesgo de autoridad que te hace pensar que todo lo que viene de fuera es algo fantástico y todo lo que te rodea es mediocre. El cambio significativo consiste en bajar al barro, oler mal, dormir en trenes por la noche para poder amanecer en un cliente, atreverse a no llevar americana, remangarse, ver latir el corazón indomable gritando por salir de otros. El cambio significativo no lo escriben grandes genios con un talento magnético y brutal, sino personas auténticas, genuinas, que viven tal y como hacen.

Y verás, lector o lectora, creo que el cambio significativo no tiene que ver ni con el carisma ni con el talento de otro que no seas precisamente tú. Porque el cambio significativo y necesario en las organizaciones no está de visita (una sola jornada o unas horas de sesión) sino que trabaja para quedarse. Porque el cambio significativo y necesario en las organizaciones es aquel que te hace sentir vivo, aquel que no solo te mueve al principio sino que te ayuda a mantenerte. Empezar algo y acabarlo, eso es un cambio significativo y necesario.

 

7 CLAVES PARA LOGRAR ESTE TIPO DE CAMBIOS

Cada uno tiene su librillo. Lo que hoy haré es recopilar cuál es el mío y ofrecértelo lector de forma ordenada y comprensible. Si quieres ampliar información con la opinión de otros, te recomiendo que me sigas en twitter porque es allí y no aquí en mi casa (que es también la tuya) donde suelo hablar de trabajo de otros muchos compañeros:

  • 4) CONFÍA EN LAS VIEJAS TECNOLOGÍAS. En 2015 destacaba la importancia de cuidar cuatro viejas tecnologías que siempre dan tremendos resultados. Entre las viejas tecnologías que nos han construido y nos construyen como especie destacaba cuatro binomios: La aceptación y el sentido del humor, el diálogo significativo y la honestidad, el pensamiento científico y el razonamiento lógico, y el pensamiento estratégico y los sistemas de gestión.
  • 5) TRABAJA PARA ADAPTARTE A LAS NECESIDADES EXISTENTES y NO PARA CREARLAS. En 2014 hablaba acerca de que la realidad que vivimos comienza a ser una innovación invisible. Como todo el mundo que ofrece servicios olvida la realidad a la que sirve (esos valores universales que nunca van a cambiar) hoy más que nunca estar pegado a ellos, comienza a ser una ventaja competitiva para aquellos que somos proveedores de cambio. Cuando entro a un cliente y dejo hablar a las personas, si bien logro siempre resultados extraordinarios a partir de confiar en sus capacidades, al principio suelo ver caras de estupefacción y desconfianza. «Este chico está loco, nos ha preguntado qué pensamos». Cuando un cliente me suele contratar para algo muy elevado (servicios sujetos a mercado, posicionamiento estratégico, cambio cultural,…) suelo encontrarme necesidades reales mucho más inmediatas y anteriores. Sobre todo suelo encontrarme una latente incomprensión y falta de comunicación de los equipos. Dejar hablar a otros y preguntarles cómo están y qué necesitan, dejarles -en otras palabras- diseñar y vivir su propio cambio, lleva ya años siendo una innovación disruptiva de la que las grandes firmas de consultoría han renunciado. Con sinceridad, yo estoy encantado. Mientras ellas se quedan con el mercado de los gadgets y las modas pasajeras, aquellos que apostamos por un cambio significativo nos quedamos con el mercado de lo que nunca pasará de moda y siempre funciona: diálogo, liderazgo, trabajo en equipo, comunicación, estrategia centrada en el empleado, empatía,…

 

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De la teoría a la práctica en tu vida

De la teoría a la práctica en tu vida

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«Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras.

Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.»

Santiago, profeta cristiano (Epístola de Santiago, 2:18)

 

Estos niños que usted tiene sobre estas líneas, no están aprendiendo a jugar leyendo un libro llamado «Cómo jugar a los muñecos entre dos personas» sino jugando a los muñecos entre ellos. Si los directivos, empresas y personas particulares que integran nuestra sociedad, comprendieran este matiz, créame, todo sencillamente cambiaría. Lo vivo a diario en mi trabajo.

Conocí a una persona que había leído más que ninguna otra que yo había conocido. Pero era como esos cuencos horadados por cuyos agujeros pasa el agua. No ponía en práctica lo que leía, por lo que no aprendía nada. No contenía nada, tan solo existía para verlo todo pasar. Era un lector pero no un sabio.

Conocí a otra persona que había conocido tanto que se encontraba llena. Era como ese vaso repleto que rebosa agua y en cuyo interior ya nadie ni nada cabe. Estaba sola con su conocimiento. Y nadie ni nada se acercaba a ella. Porque su conocimiento no dejaba espacio a los demás. Era un técnico pero no un maestro.

Y por último también conocí a muchas personas que se enfrascaron tanto en la búsqueda de la verdad en los libros, los planes estratégicos a cinco años y los discursos de personas con nombres en inglés, que se olvidaron de salir a la calle para verla, de salir de su despacho para contemplar la verdad de otros, o de atreverse a formular una verdad propia.

Soy amante de los libros, un auténtico devorador insaciable de ellos. Pero creo que ningún vicio o amor puede ser más pretencioso o nocivo en exceso. Lo sabe bien mi maestro Don Quijote. Porque los libros y las teorías que contienen los libros, son muy importantes; pero lo son aún más las personas que los leen o los escriben. Solo ellas son la verdadera vida, solo a partir de sus acciones y no de sus palabras, cualquier cosa -todo- puede cambiar. Mi trabajo consiste en trabajar el aprendizaje a partir de la coherencia o incoherencia de los demás. Y esto no es otra cosa que el alineamiento correcto o incorrecto de sus pensamientos y acciones.

Sirva este breve fragmento inicial que a continuación te regalo, lector o lectora, para que comprendamos juntos el sentido de este artículo. No encuentro mejor ejemplo que éste para sacudirte antes de empezar:

«Los principios que guían la vida de un filósofo cínico no deben expresarse en largos discursos, sino en actos y éstos se dejan escribir mejor en anécdotas, porque éstas funcionan como instantáneas de un aspecto particular, quedando así resaltadas. De ahí proviene la actitud de la filosofía cínica ante la escritura y el libro que, sin rechazarlos y aún aceptándolos como un medio de difusión eficaz, de cualquier manera los coloca en una situación subordinada. Citamos una anécdota:

«Un día, Hegesías buscaba pedir prestados unos libros de Diógenes el Cínico para leerlos. Al enterarse, éste respondió: «Qué necio eres, Hegesías; tratándose de higos tu prefieres los verdaderos y no los que están dibujados, mientras que para comprender la vida olvidas la verdadera y te precipitas hacia aquella que encuentras en los libros»

El fragmento es de ese maravilloso libro de Sergio Pérez Cortés que es Palabras de filósofos: oralidad, escritura y memoria en la filosofía antigua (Siglo XXI Editores, 2004). Comenzamos.

 

TODOS NOS SABEMOS MUY BIEN LA TEORÍA…

Una gran cantidad de personas que acompaño conocen muy bien una larga colección de teorías de la vida. Saben o, en otras palabras, han leído o escuchado lo que es bueno para ellos y para todos los mortales. Me encuentro con clientes que han acudido a tal o cual seminario, cursado tal o cual programa de liderazgo, leído tal o cual libro, estudiado e incluso escrito mucho. De hecho es frecuente que en mi vida aparezcan personas que antes de hablar conmigo digan algunas cosas que para mí aparentemente carecen de sentido por sí mismas. Pongo tres ejemplos:

Me ha ocurrido ya cinco veces que con la actual burbuja de un modelo concreto de comprensión del individuo, alguna persona se haya acercado a mí y me haya dicho: «He estudiado Programación NeuroLingüística» a lo que suelo responder «Habiéndote formado en esto, ¿Es eso lo primero que tienes que decirme?» Formarte en algo no es a menudo haberlo aprendido por completo.

Me ha ocurrido ya al menos quince veces, que al comienzo de un programa de coaching o un taller, alguien se acerque a mí y me diga: «Me he formado en Inteligencia Emocional» a lo que suelo responder «¿Quiere eso decir que te conoces o simplemente que has estudiado cómo puedes conocerte?». No es mejor ni más sano el que memoriza un gran guión de vida, sino el que practica hasta el final una sola porción de ella.

Me ocurre con una frecuencia pasmosa que mucha gente con la que hablo me diga «Yo tengo muy claros mis valores» tras lo que suelo contar una anécdota curiosa. Se trata de esa famosa historia de un poeta inglés que en un club victoriano de Londres escuchó de un joven empresario cristiano decir «Yo soy un buen cristiano. Antes de morir tengo planeado ir al Monte Sinaí y recitar en lo alto los diez mandamientos del señor». A lo que el poeta inglés le espetó «¿Qué tal si te quedas y los cumples?». No se trata de que tengas claros tus valores, sino de que te autorices a vivirlos.

Todo esto me pasa con frecuencia. De algún modo todas estas personas son como Hegesías, buscan vivir bien sin practicar la vida, tan solo aprendiendo una y otra vez a estudiarla. Serían verdaderos señores de sus palabras si no fuera porque en verdad son solo sus esclavos.

Algo en su interior les impide o les hace desconocer cómo ponerlo en práctica. Ese algo se llamo miedo y suele estar conectado con la siguiente lista de emociones (según el maestro Rafael Bisquerra):

  • En un primer nivel la galaxia emocional que alimenta el miedo está formada por el pavor, el pánico, el horror, el terror, el temor y el susto.
  • En un segundo nivel, la galaxia emocional del miedo contiene vulnerabilidad, recelo, desasosiego y espanto.
  • El miedo está conectado también con otras galaxias emocionales: Ira, asco y ansiedad; e indirectamente con la tristeza y la emoción social de la vergüenza, que es el orgullo herido.

Este último nivel de conexión, el del orgullo, es el que hace ver a aquellas personas que estudian una y otra vez intrincadas teorías, que están cambiando tan solo con memorizarlas. Pero el hecho es que nada se comprende si no se pone en práctica. Su cambio no es un cambio significativo sino un pequeño cambio en la misma línea de razonamiento en la que se creó el problema que intentan resolver. Ninguna vida se lee, toda vida se vive.

Un famoso profeta cristiano llamado Mateo suele decir una y otra vez en sus escritos una frase que cuesta comprender: «Por sus frutos los conoceréis». Lo dice varias veces pero una de ellas, cuando ya el hombre debía estar algo cabreado de la gente que tan solo dice y no hace, advierte: «Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos.»

Muchas personas cuyo crecimiento acompaño suelen tener siempre el mismo miedo: el miedo al error. Viven estudiando continuamente una y otra teoría pensando que alguna vez encontrarán o crearán una mágica fórmula perfecta con la que resolver su vida. Y esa fórmula no llega. Porque todos sabemos o podemos saber muy bien la teoría…

 

… PERO MUY POCOS TIENEN EL VALOR DE EXPERIMENTAR LA PRÁCTICA

La vida es tu mejor escuela. El verdadero maestro no lo es de un libro sino de algún aspecto de su propia vida.

Tal vez puedes sentirte protagonista de un libro o una obra de cine o de teatro. Puedes jugar a imaginarte en tal o cual lugar o sentirte identificado con una canción o una historia. Pero en estos juegos no hay nada de valiente ni esforzado. Sin embargo la vida cada día te hace sentir víctima o protagonista de acuerdo a tus acciones y las de otros. En eso sí hay algo respetable. Mi amigo Javier, ese genial filósofo, tiene un colgante que a menudo se ve prendido de su cuello. En él se ve esa máxima latina Primum vivere, deinde philosophare. Primero vive, luego filosofa.

Mueve el culo. No respeto más a aquel que ha escrito veinte libros hablando de otros que a aquel que se atrevió a escribir un solo renglón firme de su propia vida. Ten la claridad en tu mente y la certeza de que no necesitas ser perfecto o tenerlo todo claro para avanzar. En el capítulo I de esa belleza de libro que es el Hagakure, escrito hace ahora trescientos años (1716), el maestro Yamamoto Tsunetomo comparte lo siguiente:

«Un maestro de espada dijo en su vejez:

En nuestra vida atravesamos varios niveles en el estudio.

En el nivel inferior, la persona estudia sin obtener resultados, y tiene la impresión de que él es torpe y los demás también. El que está en este nivel no sirve para nada.

En el nivel medio, sigue siendo inútil, pero es consciente de sus carencias y también es capaz de advertir las carencias de los demás.

En el nivel más elevado, se enorgullece de su propia habilidad, le agradan las alabanzas de los demás y lamenta la falta de habilidad de sus compañeros. Un hombre así tiene valía. El hombre que está en el nivel más alto tiene aspecto de no saber nada.

En general, estos son los niveles. Pero existe un nivel trascendente que es el más excelente de todos. En él, la persona es consciente de que el Camino que sigue es interminable, y no considera nunca que ha llegado su final. Conoce bien sus carencias y no llega a pensar nunca, en su vida, que ha conseguido superarlas. Pero ello no le impide avanzar. No tiene pensamientos orgullosos; contempla el Camino en toda su extensión con humildad. Se cuenta que el maestro Yagyu dijo una vez: «Yo no conozco el modo de vencer a los demás, sino el de vencerme a mí mismo»

Avanza diariamente a lo largo de tu vida adquiriendo más habilidad que el día anterior, más habilidad que hoy. El proceso es interminable.»

Algún desalmado mucho después creyó inventar aquello de las cuatro fases de aprendizaje humano en un libro llamado Programación Neurolingüística. Las fases que creyó inventar fueron las siguinetes: Incompetencia inconsciente, Incompetencia consciente, Competencia consciente e Incompetencia inconsciente. Ahora por fin sabes que tan solo creyó inventarlo, que él solo lo escribía, pero que en realidad trescientos años antes ya se había atrevido a vivirlo Tsunetomo.

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