por David Criado | Feb 1, 2014 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
Cartel promocional de Big Sur (Polish,2012)
«Al diablo con esta locura. De repente un baño de oro de bondad se ha extendido sobre todo y sobre todo mi cuerpo y mi mente. Toda la tortura oscura es un recuerdo. Ahora se que puedo salir de ahí. Vamos a conducir de nuevo a la ciudad. Llevaré a Billie a casa y la diré adiós correctamente. No cometerá ningún suicidio ni hará nada malo. Billie seguirá siendo de oro de una manera u otra. El niño crecerá y será un gran hombre. La vida de Leonore continuará, el viejo Lew se las arreglará de alguna manera. Yo les perdonaré y explicaré todo. Y Neal Cassidy y Albert Saijo y e voraz Michael McClure y el perfecto estrellado Philip Whalen, todos ellos se irán de una manera u otra. Me quedaré con Ferlinghetti en su casa unos días y voy a sonreir y me mostrará cómo ser feliz un tiempo. Vamos a beber vino seco en vez de dulce y tener noches tranquilas en su casa. Y Ferlinghetti dirá «Eso es todo lo que hay que hacer. Tómatelo con calma, todo está bien. No tomes las cosas demasiado en serio. Y es bastante malo como está sin que tú vayas a la parte profunda sobre concepciones imaginarias, como siempre te dices a ti mismo. Voy a conseguir mi billete y decir adiós en un día floreado y dejar todo San Francisco detrás y volver a casa a través del otoño de América, y todo será igual que al principio, simple, dorado enternamente, todo bendito. Nada ha pasado, ni siquiera esto. Habrá despedidas y sonrisas. Mi madre estará esperándome contenta. La esquina del patio donde está enterrado Tyke será un nuevo y fragante santuario, haciendo mi hogar más hogar de alguna manera. Algo bueno vendrá de todas las cosas sin embargo, y será de oro y eterno así como así. No hay necesidad de decir una palabra más.»
Ultimos pensamientos de Keoruac en Big Sur, la película (Polish, 2012)
Una persona cercana a Keoruac dijo una vez que si alguien creía que estar continuamente en camino y buscando algo, había hecho feliz al escritor, es que realmente no le conocía.
EL SURGIMIENTO DE LA NECESIDAD
Una tarde de viento, completamente solo y apartado, disfruto a Jack invadido por los sutras. Estoy lejos de todos y de todo. La habitación es una verdad seca y presente, un golpe directo que habla de todo cuanto soy. De algún modo llegar aquí es la razón de todo cuanto he sido. Leo uno de esos artículos en forma de menú que a veces yo mismo escribo para pagar facturas. En este en concreto alguien habla sobre las cinco cualidades del genio. No extraño ninguna. Bebo lento y sin respirar mi vaso de agua helada. Comienzo luego a redactar la tarde. Tenía un artículo durmiendo y de repente pienso en este.
SUCESOS QUE HABLAN SOBRE EL CAMBIO
La última semana ha sido meteórica. Una entrevista en la televisión hace unos meses, algunos vídeos, conferencias y varias difusiones me abrieron varias oportunidades que desde el lunes se han ido materializando. A finales de 2013 interioricé que el nuevo año sería clave para la iniciativa pero no acababa de confiar en todas las opciones. Algo en mí se activó de una forma casi animal y empecé a trabajar sin descanso a comienzos de este año. He dedicado la práctica totalidad del primer mes a la captación de proyectos de larga duración y a cerrar talleres, ambas cosas en organizaciones. No he parado un minuto y apenas he dedicado tiempo a socializar con nadie. He permanecido al margen de todo tipo de ruido de una forma espartana y radical. Como siempre me pasa, muchos días me olvido de comer y paso horas enteras transcribiendo las ideas imparables de mi mente sobre la pizarra o el papel. Todo esfuerzo tiene recompensa y poco a poco los proyectos llegan a la mesa. A veces quedo a comer o tomar café con otros hacedores de cambio a los que respeto. Respiro cierto aire de abatimiento entre la gente. A las evidentes carencias en cuento a foco y honestidad que frecuentemente observo, se añade un halo de desesperanza en sus palabras. Alguno que otro se atreve enérgicamente a defender su discurso al comienzo de las conversaciones, pero a medida que pasan los minutos poco a poco interiorizan la vaciedad de sus palabras. Mi actitud en estos casos es apenas la de escuchador activo.
Recuerdo que en 2012, cuando dejé mi último trabajo «serio», se respiraba un aliento de cambio en todas las personas más allá de los entornos tradicionales de trabajo. También recuerdo como poco a poco todo iba tomando forma a base de grandes tropiezos y caídas. Y después pinto mi año 2013 como un año en el que todo comenzaba a cuajar de alguna forma, trabajando intensamente por pulsar y moldear todas esas nuevas realidades que siempre había estudiado pero que nunca había vivido por completo. Y después de hacer esto recuerdo el tercer principio del interaccionismo simbólico por el cual las personas seleccionamos, organizamos, reproducimos y transformamos los significados en función de nuestras expectativas y propósitos. Y bueno, pienso entonces que si yo trabajo siempre a partir de las expectativas de las personas, ¿por qué no puede ser que lo que haya vivido estos años tenga que ver con lo que yo esperaba encontrarme a cada paso? De modo que supongo que de algún modo 2012 y 2013, con la enorme cantidad de cosas que trajeron en mi vida, fueron profesionalmente como yo era en cada uno de esos momentos. Y creo que 2014 será el año en que las cosas deberían llegar si se donde buscarlas 🙂
EL ELEMENTO ESENCIAL Y MI TRABAJO
Deberíamos fluir. Venimos del agua, no del aire ni tampoco de la tierra. Nacimos a partir del agua, este fue nuestro elemento natural. Cuando eramos conjuntos de células con sentido propio, nadábamos. Si un padre con su hijo se sitúa en cualquier litoral del mundo y mira al mar, puede decirle con total certeza señalando el vasto azul: «De ahí es donde venimos». Dando testimonio de nuestra propia evolución asociamos sentir a «dejarnos fluir» (agua), pensar a «bajar a tierra» (tierra) y soñar a «dejar volar nuestra imaginación» (aire). Un juicio rápido de la evolución humana que aglutina los cuatro elementos sería este: venimos del mar, somos la tierra y miramos al cielo, y hacemos esto porque hay un fuego interior que nos mueve a ello.
Yo digo que este fuego no es solo interior sino común, que es parte del ciclo de la vida, que se llama «energía» y que yo trabajo en canalizarla y transmitirla entre naturalezas. Mi profesión consiste en dos cosas:
1) vaciar continuamente un cuenco para empezar a llenar otro.
2) ser consciente de ello
PENSAMIENTO PRIMARIO Y SECUNDARIO
Yo digo que nacimos en el agua y también que luego crecimos en la tierra y poco a poco ocultábamos lo simple. Durante miles de años algo fue tomando forma en cada cerebro homínido, en cada pulso de animal erguido, en nuestra conciencia mamífera más honda. Día tras día dentro de nosotros se incubó una idea: «Tal vez deberíamos comprender esto» que era algo así como «Tal vez deberíamos encontrarle a todo algún sentido». Fue entonces cuando nació el pensamiento. Ocurrió ese terrible y bello «de repente» común a nuestra historia. En cada continente ocurrió a diferente hora pero en todos caímos en la trampa. En África cayeron el joven himba y el viejo bosquimano, el mursi y la mujer zulú, el jinete tuareg y el pastor turkana, el faraón egipcio y su alfarero. En América cayó en la trampa el maya, el paciente sioux y el cazador esquimal, la madre iroquesa y los kiowas, la gran familia navaja y el poderoso azteca, el mapuche andino y el luminoso inca, la totalidad de las tribus amazónicas. En Asia cayeron uno a uno por orden el precursor sumerio, el guerrero acadio, el jardinero constante de la vieja Babilonia, el conquistador asirio y el soldado persa, el comerciante fenicio y el hebreo, todas y cada una de las dinastías chinas, el samurai y el monje en la montaña, el barbudo indio centenario. En Oceanía la dulce trampa poseyó a los aborígenes tasmanos y kiribaties, a las fuertes mujeres maoríes, a los rudos samoanos. En Europa la trampa creó la filosofía griega, el derecho romano y la cultura goda, dio de comer a normandos y sajones, alimentó el sueño vikingo y el imaginario galo, fue la gran creadora de batallas. Todos y cada uno de ellos creó un lenguaje, ninguno más poderoso que el de la naturaleza. No hay idioma más exacto que el paso de las estaciones, no hay palabra más poderosa que un amanecer, no hay explicación científica más práctica que el nacimiento de una criatura.
Cuando alguien me pide inmediatos resultados, intento recordar siempre que poco más de 4000 años han construido el pensamiento humano y que algo más de 4000 millones de años construyeron el lugar que pretende interpretar. Esta proporción me ayuda a saber en qué lugar estamos y donde realmente puedo encontrar vida.
El pensamiento primario es aquel que ES y que subyace a todo lo latente. En procesos de cambio el pensamiento primario suele ser el único útil como base de cambio y suele estar basado en hechos y no en juicios, en adoptar una actitud protagonista (de responsabilidad y acción) y no una actitud de espectador (victimista y expectante).
Por contra el pensamiento secundario está basado en creencias y artificios, mayoritariamente en costumbres y lenguajes (palabras, sistemas, estructuras y modelos) y suele representar una gran barrera para el cambio. Todos los modelos sensatos de cambio comienzan por la aceptación de las limitaciones y barreras y es común encontrar en las personas y equipos que la mayoría de comportamientos están fundados en pensamientos secundarios.
A efectos prácticos, suelo hacer un paralelismo que no es del todo exacto pero ayuda a comprender dos lecciones básicas que he aprendido de diferentes escuelas y cosmogonías durante estos años. Entre ellas destaco positivismo lógico, atomismo, budismo zen, taoísmo, psicología social, logoterapia, constructivismo, generativismo lingüístico, psicología positiva, antropología cultural, biomimética y astrobiología. Esta es la chuleta que casi siempre me resulta útil:
El pensamiento secundario es hacedor de cambios 1
Los cambios1 son cambios que el filólogo y psicólogo Paul Watzlawick asocia a pequeños pasos que representan movimiento pero no una evolución trascendente y significativa en las totalidades (grupos de trabajo, culturas, vidas). El ser humano necesita actividad de forma continua y a menudo interpreta los movimientos como cambios trascendentes. Sin embargo la mayoría de los cambios derivan de movimientos en cuya base se encuentra no la fuente del problema a resolver sino la propia creencia que generamos acerca del problema. Aunque el pensamiento secundario facilita que tengamos sensación de cambio, en la realidad no representa un cambio trascendente. Nada mejor para caer en la trampa del cambio1 o del pensamiento secundario que intentar abarcar un problema en su totalidad o de forma totalizante. Huelga decir que muchos cambios1 de forma reiterada y sin lograr cambios significativos producen ansiedad y frustración.
El pensamiento primario es hacedor de cambios2
Los cambios2 son cambios significativos y suelen tener que ver con la observación, análisis y aceptación de pensamientos primarios. En meditación zazen suele decirse que nadie puede alcanzar nunca el satori (o iluminación) si no sale de la corriente de pensamiento continuo de su cabeza. Esta corriente de pensamiento continuo ocupa nuestra atención en la capacidad interpretativa de la realidad y no en la comprensión consciente. Por descontado, estar continuamente interpretando la realidad es totalmente devastador para la comunicación interpersonal y la comprensión sistémica de la realidad y en general, para avanzar hacia el entendimiento mutuo. Nada mejor para conseguir focalizarse en pensamientos primarios y cambios2 que entender la realidad desde la esencia de las cosas, lo pequeño y lo inmediato, antes que desde el conjunto. El hecho de practicar esta estrategia favorece la generación de sensaciones y sentimientos como la realización, la superación y la construcción de logros, todos ellos altamente útiles para conquistar el cambio.
NO SOLO DECIRLO SINO SERLO, NO SOLO INSPIRARLO SINO MANTENERLO
Hace poco en el marco de un openspace facilité un taller en el que ambas vías para comprender situaciones en procesos de cambio se visualizan mejor a partir del trabajo consciente de la realidad. Como dije entonces, creo que el 90% de profesionales que conozco se limitan a facilitar cambios1 y el 10% a facilitar cambios2. Considero que los proyectos de transición cultural en organizaciones y los procesos de desarrollo personal deben orientarse en todo momento a lograr un cambio2, es decir una evolución real en el comportamiento, actitudes y trabajo de las personas que mejoren su calidad de vida y su entorno de crecimiento inmediato.
Me encanta el misticismo heroico del camino pero también la practicidad de saber cuándo llegar. Creo que la persona de Jack Kerouac, con la que empecé la tarde, es un ejemplo viviente de que se puede vivir a base de cambios1 toda una vida pero no se puede lograr una conquista real sobre las cosas si no es gracias a alguno o varios cambios2. Es tan cierto que fue un poeta extraordinario y genial como que el bucle continuo de su pensamiento secundario se tradujo en cirrosis alcohólica el día de su muerte. Es admirable y digno de elogio para mí su afán de búsqueda continua (algo que se refleja de forma mágica en sus palabras) pero bastante poco deseable su continua huida hacia delante (algo que le llevó a la muerte). Nada de esto resta un ápice de grandeza al recuerdo y la figura de Kerouac como intérprete de la belleza pero ni el victimismo ni el malditismo han ayudado nunca al cambio. Porque un cambio no consiste solo en inspirar, sino en mantener y concretar en realidades.
Podemos estar continuamente moviéndonos y aparentemente yendo hacia delante pero si no somos capaces de aceptar cuáles son nuestras creencias para luego cuestionarlas y adoptar acciones, estaremos continuamente de viaje. El mayor problema de esto es que ningún depósito de coche aguanta más de X kilómetros. Y cualquiera que sea la cantidad de esa X en tu coche, no será nunca para tí algo suficiente.
por David Criado | Ene 14, 2014 | EQUIPOS y BIEN COMÚN
Queremos compartir con vosotros un gran tesoro. Jaume se acordó de nosotros al leerlo y nos envía este maravilloso artículo en el que una maestra africana, Sobonfu Somé, de la etnia dágara, nos habla de su cultura y del sentimiento de comunidad. También identifica barreras y condicionantes en las relaciones, rituales para cuidar al grupo y sobre todo de la utilidad de sentirse parte de los otros. Excelentes lecciones que nos aportan claves muy ricas y poderosas para trabajar en nuestras relaciones y equipos.
El artículo apareció en La Contra de La Vanguardia el día 9 de enero. Gracias Jaume por compartirlo.
por David Criado | Ene 14, 2014 | EQUIPOS y BIEN COMÚN
Creo que cuando la cosa va muy mal suele coincidir con el momento en que todo está perfecto. Es nuestra insistencia en tender a la perfección, y no nuestra fragilidad y falibilidad innatas, lo que nos debilita. Seríamos tremendamente poderosos si aceptáramos que nos equivocamos. En diferentes revistas pseudo-científicas y algunas charlas con colegas observo cierta defensa a ultranza del error. Yo mismo hace poco en una conferencia me atreví a decir esto: «El éxito es una ecuación sencilla: 1000 x 1. 1000 fracasos x 1 persona. Cuando te equivocas 1000 veces e insistes, la 1001 suele ser el éxito» Estos discursos practican de algún modo un enfoque de impacto sobre una creencia muy extendida en la sociedad y que todos alguna vez o muchas hemos vivido en nuestras familias, relaciones, escuelas y trabajos. Se trata de la demonización del error, del castigo ante la falta a una regla o conducta. Esta forma de entender la disciplina como la herramienta que endereza nuestro camino de perfección, creo que es a todas luces destructiva. Intentaré explicar brevemente la utilidad de mantenerse equivocado para las personas y los equipos:
La vida me otorgó quizás el mayor regalo que se le puede dar a alguien. Solo hay una persona que sepa hacer lo que yo hago, que sepa vivir lo que yo vivo, que sepa besar como yo beso. Y ese soy yo. Esa es la grandeza de mi fortuna y el valor del poder que represento. Llamar a alguien «gordo» nunca me hizo más delgado. Así que antes de compararme con nadie, intento compararme con mi mejor versión, la que me dio momentos de luz y de alegría y con mi peor versión, la que hundió y pisó mi corazón hasta encontrarse. Me quedo con ambas cuando las miro en la distancia. Ambas son necesarias y son parte de mí. Me sirven para medirme y orientar a un fin todo mi progreso.
Lo cierto es que donde hay amor late la certeza y donde hay miedo se siente duda. La certeza es la firme adhesión de la mente a algo sin miedo a errar y esto, amigos, es muy extraordinario. La incertidumbre o la duda sin embargo son algo cotidiano. La mayor parte de seres humanos del planeta viven en una completa incertidumbre disfrazada de verdad. Esta verdad no suele tener más de tres capas por lo que a menudo me resulta sencillo encontrar fisuras y grietas en el casco de esa débil nuez llamada DÍA A DÍA en medio del enorme océano al que nadie llama VIDA. Pero hay algo por encima de esta duda continua, de esta constante incertidumbre que nos engrandece y nos libera. Hay algo inmenso que es la mayor energía que yo he sentido. Amar es dotar de sentido, responsabilidad y confianza a lo que haces. Y conozco a muy pocas personas que hayan elegido AMAR en vez de TENER MIEDO. Y son oro puro, diamantes de una veta inigualable. Nadie ni nada puede competir con ellas.
Pero ¿qué tiene todo esto que ver con mantenerse equivocado? Para mí es sencillo. La certeza que late en el amor está repleta de un miedo suspendido, de una conciencia de error que hemos superado. No es la destrucción del miedo sino la convivencia junto a él lo que nos hace superarlo. Solo podemos controlar lo que nos aterra cuando lo hemos comprendido por completo. Solo podemos amar cuando nuestra ansiedad ante lo que ese miedo nos quita es mayor que la provocada por lo que ese miedo nos da. Por todo esto, para amar siempre SIEMPRE SIEMPRE hay que explorar nuevos territorios y aprender a mantenerlos. Y no se conoce en la historia de los hombres ningún explorador que alcanzara un gran descubrimiento y que jamás se haya equivocado de ruta. Todos ellos han vivido su gloria más gracias a sus pequeñas decisiones que a sus enormes dudas.
Hace poco hablaba con una persona, alto cargo en su empresa, y me decía que había apostado por la internacionalización de su empresa y que muchos en la empresa habían reconocido tener miedo. Esta persona les había dicho que no es que no tuviera miedo sino que lo controlaba y creía que superarlo y salir era tremendamente más beneficioso que instalarse en él. Esta pequeña anécdota de un hombre dispuesto a dar un paso ante la posibilidad de quedarse simplemente quieto, es muy gráfica e ilustra muchos casos exitosos de cambio que vivo continuamente en las organizaciones.
Educar en el error (en detectarlo, interiorizarlo, aprender de él y superarlo) es infinitamente más útil que educar en la perfección. Aspirar a conocernos es infinitamente más útil que aspirar a ser perfectos. Precisamente porque la única manera de serlo -si es que se puede- es conocernos. Y solo cuando nos permitimos la libertad de equivocarnos, nace la libertad de conocernos. No digo que la filosofía del error sea un estado de vida mejor que la filosofía de lo perfecto. Digo simplemente que la primera es real y la segunda sencillamente NO. Amar es practicar el error con elegancia. Castigar y ocultar el error es tener miedo de lo que realmente ahora somos. Y yo, que me dedico a transiciones culturales en organizaciones, que veo el crecimiento de los equipos y el desarrollo de personas, se que no se puede cambiar otra cosa que lo que somos. Podemos interiorizar lo que hemos sido, podemos soñar lo que seremos, pero solo podemos trabajar con lo que somos.
Mantente equivocado. Siempre.
por David Criado | Ene 4, 2014 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO
Estos son algunos de los pilares que forman parte de mi comunidad y mi trabajo. Se trata de un sencillo diseño de transiciones para lograr un cambio, cualquiera que sea su naturaleza o dimensión. Son los siguientes y se me antojan circulares:
1) De la negación a la aceptación
2) De la aceptación al propósito
3) Del propósito a la fuerza
4) De la fuerza a la coherencia
5) De la coherencia al equilibrio
Los comparto para que sean copiados, ampliados y explotados. Aún así, en mi ánimo por reinventar mi mensaje, confío en que para el lector sea más útil la naturaleza de mis actos que la de todas mis palabras.
1. DE LA NEGACIÓN A LA ACEPTACIÓN
Pasar de la negación a la aceptación de la realidad es el primero de los pasos hacia la consecución de un propósito.
Para mí, como mero espectador, resulta interesante ver cómo las personas con las que hablo suelen negar la realidad que viven. Gracias a esto y en mitad de esta suerte de espectáculo circense, aprendo poco a poco a descubrirme a veces a mí mismo generando realidades paralelas. Es entonces cuando paro y pienso en mi propósito. A veces es pelar patatas o saltar un charco, otras veces es besar a la que mujer que amo o superarme. En cualquiera de los casos, desde hace relativamente poco no me suelo plantear si soy feliz. Sencillamente lo soy y se que voy a serlo siempre. Lo que aquí comparto son una serie de realidades que ejemplifican cómo detecté o detecto algunas de las negaciones de mi vida y cómo creo superarlas en el camino a mi propósito:
1) Creo que nuestra naturaleza es activa y que nosotros la hacemos reactiva. No creo que esto sea saludable. De pequeño aprendí de un amigo llamado Jesús y también del Principito que la auténtica riqueza de cualquier persona es invisible. Que solo reside en su capacidad de aceptación y de disfrute. Eckhart Tolle añade a estas dos, la de entusiasmo. Muchas veces puedo ver cómo las personas se molestan e invierten grandes energías en la lucha CONTRA algo. Pocas veces veo cómo muy pocas personas invierten su tiempo y su oportunidad de vida en la lucha POR alguien. Ha aprendido que el segundo camino es el único camino de la completa libertad.
2) Soy una persona hipersensible. Me ha costado 30 años asumirlo. Cada vez que algo me duele, tengo que ser capaz de asumir un enorme sufrimiento. Cada vez que creo en algo, tengo que ser capaz de asumir un elevado coste. He vivido y viviré con esto el resto de mi vida. La escultura de mi alma se hace a golpes. Mi secreto para poder sobrevivir ha sido aumentar el ritmo, cadencia y número de golpes hasta hacer de ellos una banda sonora casi imperceptible y natural. El único modo que he hallado para superar la insensibilidad de otros no ha sido defender mi trinchera sino derribarla. Después de tantos años, cuando antes entendía mi hipersensibilidad como una pesada y dolorosa carga, hoy la entiendo como un maravilloso don infinitamente rentable y poderoso. Gracias a ella me han amado y he podido amar con gran intensidad. Gracias a mi hipersensibilidad tengo una extensa colección de amigos. Gracias a ella escribo literalmente tan solo lo que siento. Gracias a ella he sido precoz en la mayor parte de aspectos de mi vida. También gracias a ella, me construyo y tengo gran facilidad para comprender a otros. Soy ágil, interesante y atrevido, también algo valiente y sensato solo porque ella me proporciona un continuo contacto con las cosas. Ella me enseñó a volar y yo ahora lo hago cuando lo creo necesario. Antes me negaba a reconocer que yo era alguien especial y me esforcé durante años en intentar no serlo. Hasta que un gigante grito que nació de mí me invitó a brillar cuando yo lo decidiera. Y eso, en definitiva, es tan solo lo que hago.
3) Solo tengo presupuesto para sueños. De veras he intentado gastarme el dinero en otras cosas pero ninguna me aporta tanta alegría como apostar por algo en lo que creo. Suelen ser generalmente personas. Cuando era adolescente -si es que alguna maldita vez me permití serlo- ahorraba a conciencia para gastarme el dinero en libros y en zapatos. Siempre he vestido bien, cualquiera que sea el sentido de esta afirmación arbitraria. Puedo calcular a ojo que un noventa por ciento de mi vida no he tenido aquello que quería. Pero también puedo decir que un noventa por ciento de mi tiempo luché POR aquello que quería. En la vida hasta ahora no he hecho otra cosa que vivir. Todo lo demás es una consecuencia.
2. DE LA ACEPTACIÓN AL PROPÓSITO
Pasar de la aceptación de la realidad a la formulación de un propósito es el segundo paso hacia la consecución de ese propósito.
En la película Thanks for sharing (Blumberg, 2012) se puede ver en qué consisten los círculos de confianza empleados en la terapias para superar las adicciones. Esta herramienta con múltiples nombres en muchas disciplinas de acompañamiento está basada en la poderosa fuerza para superar cualquier dificultad con ayuda del reconocimiento de grupo y del sentido de pertenencia. La disposición del grupo en círculo permite visualizar la cara y el mensaje de la persona por parte de todos los compañeros y facilita el crecimiento y la generación de vínculo. Una de las primeras grandezas de la confianza en grupo y en general de la economía del regalo es la asunción de las debilidades propias. De nuevo aquí debo hablar de la importancia que tiene la aceptación de la realidad actual a efectos de la búsqueda de un logro aún mayor.
Para formular un propósito debemos partir de bases que todos conocemos: debe ser un propósito real, medible, trazado en el tiempo y que nos sitúe lejos de la apatía y lo más cerca posible de la experiencia óptima. Para entender esto es necesario posicionarse entre dos axiales: las expectativas y las capacidades personales. Ayuda mucho a ello conocer y practicar constantemente el modelo de estado de flujo de Csikszentmihaljy que suelo aplicar bastante a menudo en mi día a día con personas.
3. DEL PROPÓSITO A LA FUERZA
Pasar de la formulación de tu propósito al conocimiento de tu fuerza es el tercer paso en el camino al logro.
«Aunque los hombres son acusados de no conocer su propia debilidad, puede que pocos conozcan su propia fuerza. Es en el hombre como en los suelos, donde a veces se encuentra una veta de oro que el propietario no conoce.»
Esta reflexión la realizó uno de los autores que más admiro y que fue propietario de la siguiente sucesión de hechos insólitos: Retrató la condición humana a través de una corta colección de cuentos; describió con enorme exactitud las dos lunas de Marte ciento cincuenta años antes de su descubrimiento; creó el nombre femenino de Vanessa; predicó ante congregaciones no superiores a veinte personas; cultivaba diminutas plantas en su pequeño jardín; y a su muerte donó la práctica totalidad de su fortuna para la construcción de un manicomio. Jonathan Swift representa para mí la capacidad de retratar el mundo más allá de los prejuicios. Como un pequeño extraterrestre en mitad de un gran imperio de sentidos, nos legó su visión en forma de enormes retratos sociales de nuestra debilidad y fuerza. Y si para eso era necesario que hablaran los caballos, él lo conseguía.
Aprendí de él que en la mayor parte de los casos no es tan importante conocer nuestras enormes y numerosas limitaciones como aquellos elementos impulsores de lo que verdaderamente somos o queremos ser. De modo que sobre esta base asisto el crecimiento de personas a través de diferentes herramientas e itinerarios de vida. Un amigo mío tiene una empresa que se dedica a leer contadores de agua en la mayor parte de casas. Yo hago lo mismo pero con personas 😉 De acuerdo a mi modelo de vida y de trabajo, el nivel de madurez de un equipo y de una organización está basado en el índice de humanidad que represente. Cuanto más visibles sean sus personas, mayor será su gloria. Porque a pesar de las ruinas y la historia -o precisamente por ellas- tengo una inquebrantable fe en el ser humano. Creo en su grandeza y en la extraordinaria fuerza que es capaz de atesorar para lograr un objetivo.
Qué importante es sentirse débil pero qué necesario es saberse fuerte. Puede que este sea el mayor descubrimiento que como viajero he realizado nunca. A veces la fuerza es luchar con todas tus fuerzas porque tu hijo tenga cada día un nuevo amanecer y otras es simplemente saber cruzar la calle a tiempo.
La sencillez es belleza. En la canción Stay alive del cantante sueco Jose Gonzalez se describe una tierna escena en la que dos personas se atreven a abrazarse hasta que amanece. Una de ellas tras hacerlo encuentra el sentido de la vida en la siguiente frase: «Haré LO QUE SEA para mantenerme vivo». No lo dice porque el fin justifique los medios sino porque ELLA es ahora su propósito. Por mi humilde experiencia, el amor suele ser la mayor de todas las grandes fortalezas.
4. DE LA FUERZA A LA COHERENCIA
Pasar de la aceptación del conocimiento de nuestra fuerza a su aplicación real mediante la coherencia es el paso previo a la consecución de nuestra satisfacción.
«Dices que amas la lluvia, sin embargo usas un paraguas cuando llueve.
Dices que amas el sol, pero siempre buscas una sombra cuando brilla.
Dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando sopla.
Por eso tengo miedo, cuando dices que me amas.»
Mi compañera Ana Isabel compartía hoy con la red este poema de autor desconocido y me sirve ahora para hablar de cómo afrontar este paso. Además ayer mismo mi compañero Borja Ruiz me dijo «Ser congruente con lo que es importante para mí me hace feliz».
Lo que hay dentro de mí sería un alma destruida si no hubiera amado aquello que pudo destruirme en los momentos más complicados de mi vida. La verdad es siempre generosa. Generosa no quiere decir que no resulte dura o a veces incluso dolorosa, quiere decir que en alguna parte del camino siempre te da mucho más de lo que tú le diste. Mi fuerza por sí misma no me hace poderoso. Lo que me hace realmente poderoso es mi actitud ante esa fuerza. Hablo de cómo y cuándo aplicar esa fortaleza y de las decisiones que consecuentemente tomo para ello. Solo cuando reconozco que no puedo encender un nuevo fuego sin superar la pereza de limpiar las cenizas del anterior, soy capaz de crecer y de encontrarme. Un hombre fuerte no es nada más que un hombre con capacidad y potencial, algo así como un cofre repleto de oro esperando a ser abierto. Sin embargo un hombre coherente es un hombre realizado, es el brillo que apreciamos al abrir ese mismo cofre, porque ha aplicado la fuerza que atesora en su entorno. A la sabiduría que ha conquistado le añade una conducta ética. A esa materia prima inicial le da forma.
5. DE LA COHERENCIA AL EQUILIBRIO
Pasar de la coherencia al equilibrio es el último y el más complicado paso del camino. Nunca se acaba de dar y siempre se empieza a hacerlo. La constancia es quizás la clave en este caso.
Recuerdo un antiguo chiste del humorista Eugenio en el que un cliente y un sastre mantienen la siguiente conversación:
» -Oiga, ¿cuanto costaría hacerme un abrigo a medida? – 600 euros, señor. -¿Y un traje? – 350 euros, señor. -¿Y una chaqueta? – Calculo que unos 150 euros, señor. – Oiga, ¿Y un chaleco? – Puedo hacerle un chaleco por 70 euros, señor – De acuerdo entonces. Hágame un chaleco con mangas, hasta las rodillas y que abrigue»
A la sabiduría y a la conducta ética les hace falta algo más para mantenerse vivas. Del mismo modo que nuestro cliente en la conversación con su sastre, conformarse con algo insuficiente no resulta práctico. Es necesario mantener nuestros logros y nuestra atención. En la tradición del budismo zen esto recibe el nombre de disciplina mental y es lo que distingue a cualquier persona de una persona que alcanza su visión. Lo que aporta la disciplina mental es básicamente equilibrio. Para no abandonar el camino alcanzado se recomienda la toma de conciencia sobre el momento actual y la asunción de cada uno de los logros alcanzados con cada una de las realidades superadas. En mi opinión, y siguiendo la de muchos de mis maestros, solo se puede alcanzar el equilibrio entrenando la atención.
Personalmente algunas veces trabajo el equilibrio de los equipos a partir de los conceptos de suma nula o de mínima realidad viable basando cada acción en el consenso, la interdependencia y la aceptación del otro. Para hacerlo a menudo desaparezco y dejo que las cosas pasen. Incluidas aquellas que a priori podrían parecer nefastas para la consecución del objetivo del equipo. Hago esto porque ha llegado a una conclusión: Al final de mi vida no será tan importante lo que haya leído como aquello que verdaderamente haya escrito. Sobre esta creencia propia intento desplegar todos de mis actos y el aprendizaje de las personas que acompaño.
Hace poco escribí esto acerca del estado de equilibrio:
No deseo resolver el mundo.
Vivo de mi error.
Ignoro la mayor parte de misterios de la vida,
incluso aquellos más fundamentales.
Soy un sencillo aprendiz de su milagro.
No se responder a la mayoría de preguntas.
Podría engañarme con gran facilidad
pero renuncio a hacerlo.
Cuando miro al frente no me mantiene
firme la certeza sino la presencia.
Soy responsable de cada acto de mi vida.
Disfruto respirando.
Además hace unos años, en este mismo blog, compartía con vosotros la mejor definición que por aquel entonces encontré sobre el concepto de ÉXITO. Era la definición que compartía el compositor y director de orquesta Benjamin Zander sobre los «ojos brillantes» que todavía sigo teniendo en cuenta para cualquier tipo de sesión. Quiero cerrar este artículo recordando cómo da clases a sus alumnos este famoso compositor: Al comenzar el curso, les dice a todos los niños que cierren los ojos y piensen en la versión más sobresaliente de sí mismos. Después de que los niños abren los ojos, comparte con ellos que ya tienen desde ese mismo momento un sobresaliente. En adelante solo tienen que comportarse como ese ser sobresaliente para conservarlo. Creo que nuestra única obligación en la vida es exactamente esta.
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por David Criado | Dic 17, 2013 | EQUIPOS y BIEN COMÚN
Este artículo está especialmente escrito para aportar punteros de visión y referencia a la hora de trabajar la sobreprotección en los equipos. La generación de miedos interdependientes en algunos de los colectivos con los que he trabajado me ha animado a escribir este breve texto en el que pongo en valor pequeñas lecciones, algunas de las cuales tienen ya 3000 años de historia.
SENTIR LA LLUVIA
«Algunos sienten la lluvia, otros solo se mojan«
Bob Marley
No me gustan los paraguas. Es un instrumento que no entiendo, me resulta aparatoso y a menudo se me olvida en las cafeterías. No suelo llevarlo desde hace muchos años. Por no hacerlo he sido reprendido por innumerables familiares y parejas y he llegado calado a citas importantes. Pero consideré que era necesario. Y antes de que los gremios de fabricantes de paraguas, médicos especialistas en reuma y madres preocupadas, pongan el grito en el cielo por esto que acabo de decir, escuchen esto otro:
- Después de llover, en mi vida siempre salió el sol. Quiero decir que he estado mayoritariamente seco durante casi toda mi vida y que pequeños instante de lluvia no me hicieron encoger. El exterior de mi cuerpo no es de algodón sino de piel.
- Mi piel, como la tuya, es impermeable al agua y en general a cualquier tipo de líquido. Un tiempo de exposición prolongado la debilita, pero creo con sinceridad que en los cinco minutos que van del coche al portal, el agua no nos envejece.
- La mayor parte del tiempo las más bellas respuestas no esperan tus preguntas. Es así como funciona la lluvia y así es como formas parte de la vida. En equipos que buscan la alta madurez, casi nunca es más importante hacer completamente todo como no hacer absolutamente nada. Sobre todo porque esto último es por sí solo imposible. El hecho de querer evitar un acontecimiento natural jamás te dignifica. Puede que te haga sobrevivir, pero no suele ser por sí mismo una gran fuente de vida.
Hace poco Ignacio Gallego de Lerma en su artículo Breve guía para ser un humano extraordinario de su blog InterSer Ediciones realizó una interpretación luminosa sobre un artículo que escribí hace semanas. Comparto aquí con agradecimiento su último párrafo. Dice así:
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«Mi miedo es un regalo, ya que me señala aquello que es esencial a mi. Tras la puerta que protejo, esta el silencio de mi alma escondida, este espacio de sencillez y verdad que solamente yo puedo expresar y entregar al mundo. Mi mayor terror es mi propia luz. Mi vulnerabilidad señala el lugar. Es extraordinario atreverme a traspasar el miedo y entregarme.»
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Es habitual en alpinismo que las personas que coronan una gran montaña, tengan un periodo de asimilación y descanso de la proeza antes de emprender la coronación de otra. Esto ayuda a digerir el esfuerzo realizado interiorizando la capacidad de superación y poniendo el foco en el disfrute de los resultados tras el éxito. Sin embargo no solemos hacer esto en nuestra vida diaria, donde cualquier hito alcanzado nos parece supremo e insuperable. Este instinto natural de afección al logro nos ha hecho sobrevivir durante miles de años como especie, sin embargo abrazar cualquier logro de forma continuada y defenderlo de posibles progresos o experiencias, nos limita e incluso nos destruye. En un impulso natural solemos decirnos a nosotros mismos: «He llegado hasta aquí y no me pienso mover para conservar mi sitio. Esto me ha costado mucho y quiero protegerlo contra viento y marea«. Es saludable y totalmente necesario disfrutar y aceptar una conquista como parte del éxito alcanzado. Pero abrazarla con fruición despreciando el resto de regalos de la vida puede generar a medio plazo una gran muralla que encierre grandes dosis de dolor y sufrimiento. Nuestro miedo -como decía Ignacio- es un regalo pero no por sí mismo, sino porque detrás de él escondemos lo que realmente nos importa, nuestro foco y punto de partida a partir del cual volver a superarnos.
Hace poco una amiga me dijo «David, esto es lo que hay» En ese «Esto es lo que hay» iba implícito un «Esto es lo que soy y no habrá más ni menos» o algo incluso peor como «Esto es lo que soy y a estas alturas no voy a cambiar». Lo que compartí con ella es que la belleza de la vida consiste en que nunca se acaba de llegar del todo a ningún sitio. Cualquier otra realidad que inventemos para comprender esto, es tan solo una ficción. Y las ficciones, como decía Borges, son muy necesarias y alimentan nuestra vida pero nunca son por sí mismas la vida. Siempre nos queda algo por no hacer o por hacer. Cada acontecimiento, experiencia o momento nos condiciona y atreverse a decir que uno está completo, es como negar a nuestro cuerpo vivo la posibilidad de que cada instante vacíe y llene sus pulmones con aire renovado. Nuestro alma no es un encargado de un almacén de logística. Ningún alma puede controlar completamente el flujo de entradas y salidas de la vida. Un buen ejercicio para comprender esto consiste en recordar por un minuto la cantidad de veces que ocurrió algo que no esperabas en la última semana. En cambio sí podemos regular el ritmo y el impacto de ese flujo de entradas y salidas en nuestra propia vida. Recuerda ahora cómo te afectaron esos acontecimientos inesperados y en base a qué actuaste o en función de qué reaccionaste. Esos pequeños motores que te encendieron o activaron son los que hoy te mueven. Mañana, con otro aprendizaje, pueden ser perfectamente otros.
EL OLOR DE LOS PASTORES
«El pastor tiene que oler como las ovejas«
Papa Francisco, 2013
A todos aquellos que no creéis en el cambio, con afecto os dedico los tres siguientes hechos: El hombre más poderoso del mundo es negro, el líder espiritual de los católicos es jesuita, el entierro de Madiba ha sido el más multitudinario en la historia de la Humanidad. Estos tres hechos son apenas inmediatos y muy actuales, pero podría escoger cada día y cada hora miles de ellos que justifican que todos somos cambio. La invención de que algo permanece genera grandes anclajes emocionales que actúan de pegamento social y personal y nos ayudan a seguir hacia delante. La fabricación de mitos y prejuicios forma parte de nuestras creencias cualquiera que sea nuestra condición espiritual y humana. Son muy útiles y parten de nosotros, de cómo entendemos todo esto que nos pasa y nos rodea. Sin embargo alrededor de estos anclajes que nos aportan estabilidad, todo cambia. Para un poeta, un químico y un naturalista, incluso los objetos inertes envejecen. Por muy evidentes que sean nuestros pasos, el ciclo de la vida nunca se detiene. El buen pastor no es ese que obliga cada tarde a sus ovejas a que vuelvan al redil, sino el que comprende que ellas también le necesitan. En los equipos y en pedagogía, el camino del aprendizaje se recorre siempre en ambas direcciones. Yo hago que otros se superen porque yo mismo me supero. El que es pastor -como dice el Santo Padre de los católicos- huele siempre a oveja. Algo parecido a esto traté de compartir ante un foro con 1500 educadores cuando nos preguntaron qué necesitan hoy las escuelas creativas: Este es el video.
EDUCAR A LOS NIÑOS
Pitágoras celebrando el amanecer con sus discípulos (Fyodor Bronnikov, 1827—1902)
«Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres«
Pitágoras, s.V a.C
Pero no solo a los que os rodean sino también a los que lleváis dentro. Si cada niño que hay en vosotros sobrevive, el nuevo mundo que descubriréis irá siempre con vosotros. Nada más útil en una organización cuando realizo procesos de ejercicio espiritual, alineamiento estratégico o búsqueda de sentido, que explorar nuestro propósito como si el mundo fuera un inmenso jardín de infancia donde jugar, equivocarse y ponerse cada nuevo día en pie. Pitágoras llamó a su escuela Jardín y en su afán por encontrar la pureza se desprendió de algunos elementos que imperaban en su época. Todos ellos iban encaminados a practicar la sencillez de acuerdo a la observancia de reglas muy inmediatas basadas en la confianza y la lealtad.
CRECER CON OTROS
«Si alguien crece sin privar a los demás, no hay error«
I Ching o Libro de los Cambios, s. XV a.C
Esta es una de las grandes enseñanzas que recogí de uno de los libros más antiguos escritos por el hombre. Y es no en vano quizás el principio rector del camino rojo de un equipo en su itinerario hacia la madurez …mientras escribo esto suena de repente Yo-Yo Ma tocando el preludio de la suite para cello de Bach… Para intentar comprender la fortaleza de este pensamiento es necesario que hable un poco acerca del I Ching.
Caparazón de tortuga con antiguos oráculos provenientes del I Ching.
En este libro de origen chino están consignados algunos aprendizajes y estrategias acerca de la vida que los antiguos tradujeron en forma de oráculos adivinatorios. Ayudó a grandes reyes y gobiernos a tomar decisiones en el pasado y de hecho en la actualidad existe un modelo de consultoría (especulativo y personalmente creo que no muy alejado de las prácticas de las Big Four 😉 muy común en el sureste asiático, con 2000 años de antigüedad, denominado Wen Wang Gua y que está integramente basado en las reglas del I Ching. Para el I Ching el cambio es la única realidad existente y el principio del ser. Este tratado es probablemente una de las más logradas formas no cientifistas en las que el ser humano ha intentado comprender los cambios y la forma en que le afectan. Se trata de un texto basado en interpretaciones combinatorias de la realidad. Sus máximas y atajos numéricos tienen más de 3000 años de antigüedad y tratan de indicar la dirección natural (aquella que ofrece menor resistencia al cambio) que una persona o un colectivo debe adoptar en un determinado momento. Es un libro de ejercicios basado en 64 hexagramas y practicable por medio de diferentes medios, tradicionalmente monedas pero también ramas, calendarios y otros canales.
La importancia de este manual para trabajar el pronóstico no solo residía en la ingente y compleja información que manejaba. Lo fundamental y lo que me resulta especialmente útil como lección aprendida es su principio medular. Se trata de comprender el cambio no como un mal sino como parte de nuestra naturaleza. Más allá de las apariencias de certeza, se encuentra una gran cantidad de combinaciones posibles que se traducen en oportunidades de practicar la vida.
Cuando se dice «Si alguien crece sin privar a los demás, no hay error» se hace referencia a que no puede existir error en el hecho de crecer por nosotros mismos sin necesidad de silenciar o menospreciar el crecimiento de los otros. Tampoco puede haber error si dejamos que ellos desarrollen su ritmo y voluntad.
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por David Criado | Dic 13, 2013 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO, EQUIPOS y BIEN COMÚN
Sesión de diseño de un programa formativo facilitado por Juan Núñez. Alfonso, qué grande eres, keep on rocking!
«Si quieres vivir en paz, dimite como director general del mundo«
Jaume Soler
Dentro de poco la iniciativa cumplirá dos años inspirando a inspiradores. Sería usual y seguro que muy edificante y viral contaros las enormes dificultades que pasamos para que este sueño siga siendo una realidad. Sin embargo este no es el foro. Nuestro discurso no es un escaparate de juguetes rotos, sino un taller donde acudir a repararlos. En este proyecto -tal y como le comenté a una amiga hace unas horas- la vida es muy apreciativa. Esto quiere decir que la vida aquí es un milagro a entender y no un problema a resolver o del que quejarse. Por mucho que la inercia social insista en anochecer, es nuestra intención no negar la noche sino aprender a superarla. Aquí siempre ocurrirá eso. Si es lo que esperas, este es tu lugar. Porque ni tú ni yo somos la víctima sino los protagonistas 🙂
Por eso mi corazón me invade y hoy me impulsa. Como siempre, días llenos de sentido. Gracias a todos los que habéis compartido vuestro tiempo conmigo estas semanas. Con vosotros hoy escribo esto. A tí, Blanca, que me empujas a creer. A tí Ux, que eres valor y confianza. A tí Ainhoa, que te permites seguir haciendo el indio. A tí, Vanessa, cuya sinceridad te representa. A tí, hermano, que escribiste «Te quiero mucho» una mañana. A tí, Iñaki, cuya luz propia iluminaba aquella noche fría. A vosotros, Roberto, Charo, Javier y Julio, que os acercastéis tras la sesión y dijisteis «Gracias». A Juan, para el que siempre tengo tiempo. A tí, Belén, cuyo latido acorta la distancia. A Irene, de cuya mano es siempre fácil trabajar para lograr el cambio.
LOS EXPEDIENTES X
Atardecer en mi camino. Contraer y dilatar sentido.
La mayor parte de organizaciones a las que me acerco, tienen un comportamiento tipo Expediente X. Al igual que los agentes del FBI Dana Scully y Fox Mulder de la conocida serie de los años 90 The X Files, muchas personas intentan encontrar una explicación extraordinaria a cualquiera de los fenómenos paranormales que ocurren en sus organizaciones. Por muy logrados, costosos y trabajados que sean sus intentos por comprender lo que ocurre, siempre parten de la premisa de que «la verdad está ahí fuera«. Veo continuamente cómo se afanan en emprender enormes proyectos estratégicos, grandes cambios organizativos y expansiones con un gran esfuerzo, dedicación de recursos y muy buenas intenciones. Hacen todo esto con su mirada, su mente y su cuerpo centrados en lo que ocurre fuera. Y sin embargo lo que suelo encontrarme es que la verdad siempre está aquí dentro. Cualquiera que sea el «aquí» y el «dentro». Muy pocas organizaciones se conocen, la mayor parte de ellas se practican. No he visto ningún gran cambio en mi vida que tuviera que ver con querer controlar algo, más bien todos ellos tenían que partir del hecho de aceptarlo. La navaja de Ockham sirve ahora más que nunca. Cuando el artificio nos mueve, es la sencillez lo que conmueve. Ninguna de las acciones que emprendo con equipos tiene que ver con adaptar esos equipos a nuevas realidades, sino con que esos equipos adopten nuevas actitudes. Se trata más bien de que esos equipos generen su propia realidad, la que les valga, a partir de una colección de herramientas y destrezas que alguien facilita. Pero en cualquier caso, el mayor viaje siempre es interior. Yo viajo dentro. Y hoy comparto algunos de los canales que utilizo en estos viajes.
ACEPTAR EL PÁLPITO
palpitar
(Del lat. palpitāre).
1. intr. Dicho del corazón: Contraerse y dilatarse alternativamente.
2. intr. Dicho del corazón: Aumentar su palpitación natural a causa de una emoción.
3. intr. Dicho de una parte del cuerpo: Moverse o agitarse interiormente con movimiento trémulo e involuntario.
4. intr. Dicho de algún afecto o pasión: Manifestarse vehementemente.
El cambio, tal y como se entiende en nuestro diccionario y en la naturaleza, tiene que ver con contraer y dilatar de forma alternativa, con divergir y converger, con moverse, con manifestarse en función de nuestro amor y nuestro miedo. Todo lo que nace o surge en la naturaleza es por contracción o dilatación, por movimiento. El valor de un equipo no es más que la aceptación del propio pulso. Encontrar ese ritmo y mantenerlo. Sentirse parte de la vida de los otros. Latir en sístole como complemento a la diástole del otro.
Lo que yo hago se podría considerar ayuda al parto. Las que habéis sido madres sabéis que a menudo no es fácil que algo que realmente deseas y quieres con toda tu alma, salga con naturalidad y sin dolor de tí. Si ni siquiera somos capaces de hacer que algo tan maravilloso como un hijo salgo de nosotros sin sacrificio, ¿cómo pretendes lograr un cambio en tus equipos sin compromiso y sin esfuerzo? La genial reina del country, Dolly Parton, tiene una canción en la que dice: «Soy de la opinión de que si quieres gozar del arco iris, tendrás que soportar la lluvia«. El éxito no se encuentra en el cambio que se logra, sino en el camino que se recorre hacia ese cambio. El dolor es inevitable, el sufrimiento es voluntario. Ninguna organización ni equipo puede protegerse de la lluvia, pero sí pueden elegir cómo les determina y les afecta. Creo que una organización o un equipo están maduros cuando aceptan su pálpito, cuando son capaces de emprender más allá de la estructura, cuando les atrae más el ruido estrepitoso de sus muros al caer que el cómodo silencio que adormece su conciencia. Llamo a ese momento «ACEPTAR EL PÁLPITO». En casos personales llega a veces por propia voluntad, pero en grandes y pequeños colectivos llega por necesidad de crecimiento. Los siguientes casos ejemplifican esto que digo y que procuro facilitar cada día en las organizaciones:
EL DESAFÍO DEL ÁGUILA
Equipo directivo de un hospital visualizando un sistema centrado en el paciente y los valores
Ustedes probablemente saben que llamamos águilas a aquellas aves majestuosas y depredadoras con más vigor y fortaleza en el planeta. Pero tal vez ignoran que se trata de las aves más longevas. Cuando se encuentran en plena libertad, el vigor y la naturaleza de algunas de ellas les hace vivir más de setenta años en muchos de los casos. Jaume Soler y M. Merce Conangla compartieron con el mundo hace ahora dos años el increíble desafío al que se enfrentan estas aves llegada la cuarta década de su vida. Con cuarenta años, sus uñas están ya débiles y blandas por lo que ya no pueden sujetar a sus presas. Su pico se vuelve demasiado curvo y no pueden emplearlo para despedazar o rasgar. Sus plumas son ya pesadas y les resulta cada vez más complicado alzar el vuelo. En ese momento de su vida, tienen dos opciones: morir abandonas por sí mismas o reinventarse en un doloroso proceso de más de 5 meses.
Para este proceso necesitan detenerse. Vuelan a lo alto de una montaña y construyen un nido colgado de la pared más alta. Una vez allí, golpean su pico contra la roca hasta romperlo por completo. Esperan entonces hasta que el pico se regenera y con su nuevo pico poderoso y sano se arrancan una a una las uñas. Esperan entonces hasta que nuevas uñas arman de nuevo sus vigorosas garras. Cuando estas nuevas uñas crecen, hacen uso de ellas para arrancarse una a una las plumas pesadas y viejas que les impedían volar. Tras este proceso doloroso, se da uno de los momentos más importantes de su vida. Su primer vuelo de renovación desde el nido después de una larga temporada de reposo, marca el comienzo de otros treinta años de fortaleza y plenitud gobernando la cadena alimenticia de la naturaleza.
LA BÚSQUEDA DE EQUILIBRIO
Sesión de visual thinking con Javi Crespo
Hemos escrito ya sobre el proceso búsqueda de una visión que los indios lakotas y en general la mayor parte de naciones indias norteamericanas, practican desde hace cientos de años. Quiero traer hasta aquí de nuevo este proceso por dos motivos. El primero es por una reciente conversación con Ainhoa Mallo líder de la espectacular iniciativa Dakota Coach en Galicia y con la que enseguida conecté. El segundo es porque el proceso es muy similar al de las águilas. No en vano Wakan Tanka, el gran espíritu creador de los lakotas, es frecuentemente identificado con el águila.
Hanblecheyapi habla de implorar una visión que guía el crecimiento de la persona. La palabra significa «implorar por una visión en una montaña aislada». Esta visión aclara y define la salud del camino que la persona trazará durante el resto de su vida y a menudo va pareja a periodos de ayuno, retiro y abstinencia. Este trabajo de autoconocimiento es personal, lo que no impido que el resto de la tribu interiorice que este trabajo personal redunda siempre en la salud del colectivo. Por ello mientras dura el periodo de Hanblecheyapi de un miembro de la tribu, su familia suele velar, rezar y danzar por su regreso. De este modo el retiro o la desconexión momentánea no son entendidos como un mal para el grupo sino como un aporte necesario en el proceso de crecimiento colectivo. En la cultura sioux, cualquier persona puede implorar una visión. Joseph Epes Brown nos enseñó en The Sacred Pipe, uno de los más extraordinarios textos que jamás he leído, las enseñanzas que el gran Alce Negro, wichasha wakan (hombre santo) le transmitió antes de su muerte con casi 100 años de edad. En ellos habla del hanblecheyapi como cuarto rito secreto de los sioux. La gran sabiduría de muchos de los grandes hombres de la historia indígena norteamericana proviene de continuas imploraciones y retiros que dieron lugar a visiones.
El trabajo con equipos que realizamos desde la iniciativa vorpalina está fundado, entre muchas herramientas, en el Camino Rojo del Equipo, que hemos creado con humildad y reconocimiento a la enorme tradición del Camino Rojo, practicada por tribus nativas desde Alaska a la Patagonia desde hace más de tres mil años. El Camino Rojo no es luchar por el hombre o volverse todopoderoso, sino luchar contra las fuerzas que alteran el orden y buscar un balance. El Camino Rojo es a la vez actitud y búsqueda continua de equilibrio en la vida.
Hace poco, en una convivencia en la que 40 innovadores de toda España nos reunimos para hablar acerca de lo que ahora importa, compartí habitación durante una semana con una extraordinaria persona. Hablando acerca de la necesidad de pararse a pensar y practicar la acción consciente, me comentó su experiencia de exploración durante algo más de un año con continuos retiros espirituales guiados por chamanes en entornos como el desierto y la montaña. Realizó estos retiros en la amazonía y en las montañas patagónicas empleando en no pocos casos el consumo de ayahuasca, uno de los elementos vertebrales de la cultura amazónica y centroamericana empleado con fines terapeúticos y curativos. Cuando relataba estos retiros, los ritos empleados y la tremenda inquietud que le despertaban las visiones, no pude evitar visualizar algo que hoy compartía con una compañera por videoconferencia: qué poderos son los equipos de alta madurez por los que trabajo cada día y qué cortos se nos quedan cada vez más los equipos de alto rendimiento. Porque el rendimiento es una consecuencia, nunca un fin ni tampoco el mejor de los principios.
Yo creo -y así lo compartí hace poco en una comida de trabajo con responsables de RRHH- que cualquier cambio cultural no depende de escalas ni de cantidades, sino de voluntades y motivaciones. Nosotros solemos trabajar para que la ansiedad que sienten las personas por un cambio del que quieren y no pueden formar parte, sea mayor que la ansiedad que sienten por dejar de hacer lo que cada día hacen. Creemos con honestidad que podemos facilitar el pálpito del cambio. Una facilitadora de la iniciativa experta en inteligencia emocional, compartía conmigo hace unas horas que cualquier cambio real parte siempre del deseo. ¡¡¡Qué cierto y qué útil es esto para encontrar tus auténticos colores!!!
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