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Por qué INDITEX no es un caso de éxito

Por qué INDITEX no es un caso de éxito


 

«El que no tenga sueños, que se prepare para tener dueños«

maestro Luis Eduardo Aute

 
 
Escribo este artículo para ayudarnos a pensar de otro modo y aprender a ver la realidad del estado actual del mundo empresarial en todo su contexto. Este artículo crítico es un caso de estudio que viene a demostrar las tesis que defendí en un artículo anterior titulado Porqué el pensamiento empresarial es suicida. Espero, lector o lectora, que lo disfrutes. Comenzamos.

Hace unos días se produjo cierto revuelo por el cambio que el 1 de abril de 2022 se producirá en la presidencia de INDITEX. Pablo Isla dejará su cargo tras 17 años al mando y éste pasará a ser ocupado por Marta Ortega, hija del fundador del grupo. Pablo Isla, calificado como el mejor CEO de la década por la revista Forbes en 2020 y como el mejor presidente del mundo por la Harvard Business Review en 2017, ha aumentado el beneficio económico de la empresa con ratios de crecimiento económico increíbles para los analistas (un 167% en 10 años) y que representan máximos históricos para la compañía con un incremento de un 237% en el último trimestre de 2021 a razón de 2.500 millones de euros de beneficio neto y unas ventas en 2021 de 19.325 millones de euros, un 37% más respecto al mismo periodo de 2020. Todo ello implica que Pablo Isla a su partida deja a INDITEX con el doble de tiendas en el mundo y 10 veces más valor en Bolsa que cuando llegó a la presidencia, esto es, de 9.000 millones de euros de valoración bursátil a 87.990 millones de euros de valoración a día de hoy.

Con la noticia del relevo en la presidencia, las redes asociales se han poblado de todo tipo de opiniones, la mayoría de ellas positivas de nuevo por enésima vez elogiando la visión empresarial de un grupo que se ha posicionado en el mundo textil de forma clara con 6.600 tiendas en 5 continentes y 88 mercados a través de marcas como Zara, Zara Home, Massimo Dutti, Pull & Bear, Bershka, Oysho, Uterqüe, Lefties y Stradivarius. Entre las opiniones vertidas la mayor parte de ellas se puede resumir en esta publicación de una persona en linkedin que me ha animado a escribir este artículo y que pego aquí tal y como aparece todavía a día de hoy:

 
https://www.linkedin.com/posts/ivan-fernandez-amil_yolotengoclaro-innovation-careers-activity-6872088240342597633-r8nq/
 

Desde luego esta publicación -marcada como LIKE por 19.126 personas cuando escribo este artículo- da para mucha reflexión en términos sociológicos, antropológicos, psicológicos, estéticos y éticos. Dado que este tipo de opiniones se suman a otras que celebran las puntuales donaciones caritativas de Amancio Ortega a la sociedad sin cuestionarse nada más, me interesa sobre todo analizar contigo, lector o lectora, tanto el tono empleado en este tipo de opiniones como los aprendizajes y elementos de reflexión que podemos extraer de este tipo de lecturas de la realidad. Más en concreto como apunta el título de este artículo me interesa valorar qué entendemos cómo éxito en nuestras sociedades y la manera en la que estamos acelerando una inercia socieconómica suicida.

Aclaro en primer término que soy absoluto defensor de la libertad de cada persona para hacer con su propiedad y patrimonio lo que desee siempre y cuando no atente contra el bienestar humano colectivo ni contra la continuidad de la vida en el planeta. En fin, llamadme exigente o loco pero lo que se plantea aquí no es la abolición de la libertad, sino el duro cuestionamiento necesario de los comportamientos lascivamente onerosos de empresas, organismos, instituciones y personas que destruyen tejidos sociales y ecosistemas globales. Y lo que se plantea en consecuencia es que dichas personas o iniciativas no pueden ser los referentes morales que necesitan nuestras sociedades para reinventarse.

 

«Y AL QUE NO LE GUSTE QUE CONSTRUYA SU PROPIO IMPERIO»

Lo que evidencian tanto el comentario reseñado como las esperpénticas cifras reales que he compartido, es en realidad un dilema de filosofía política que acompaña a la sociedad liberal desde sus inicios en el siglo XVII. Dado que tengo reciente este dilema porque es parte del proyecto de investigación en el que me he embarcado, trataré de explicarlo de manera sencilla:

Si uno lee al maestro John Locke (1632-1704) -sobre todo en Los 2 tratados sobre gobierno civil pero  también el Discurso sobre el orígen y la desigualdad en los hombres– notará que -vistas desde la cómoda perspectiva de las consecuencias generadas- existen auténticas barbaridades en las premisas de base que fueron formuladas en la invención de la sociedad moderna. Estos deslices discursivos se explican porque fueron formulados en la época de una etapa mercantil incipiente en la que los autores de nuestro mundo actual pretendían realizar intencionalmente una transición hacia entornos de convivencia más esperanzadores que los que llevaba siglos asumiendo el Antiguo Régimen. En la teoría las tesis de Locke son emocionantes y habilitadoras, en la práctica no existen.

Lo que planteaba Locke -y cuya perversión legal nos ha llevado a la existencia de INDITEX- tiene que ver con la consideración de todos los seres humanos como universalmente iguales en un estado de naturaleza apriorítico -es decir, si no existieran instituciones o estructurales sociales-, lo que nos situaba a todos como sujetos de derecho y poseedores de libertades. Esto era altamente revolucionario en un mundo marcado por los privilegios y las diferencias entre desposeídos y acumuladores. Entre estas libertades a las que nos daba derecho Locke se encuentra el derecho a la propiedad privada como derecho natural de las personas. Es decir que por el mero hecho de nacer seres humanos tenemos derecho a apropiarnos de lo que hallamos «trabajado» en función de una teoría de la propiedad-trabajo basada en el esfuerzo.

Veamos hasta qué punto esto es cierto:

 

LOCKE ESTABLECÍA LIMITES A LA PROPIEDAD PRIVADA

Tenemos que entender que cuando el maestro Locke formuló su teoría pensaba en personas que labran un campo y tienen por tanto derecho a ser propietarios de él sin necesidad de vasallaje o servidumbre. En otras palabras, Locke defendía la apertura del mercado para que los beneficios económicos y materiales se distribuyeran en una sociedad -la de entonces- caracterizada por señores feudales que acumulaban privilegios de origen. En realidad el planteamiento de la pre-ilustración no era tan puritano pero eso ya forma parte de otra historia que sería más larga de explicar. Lo que es cierto es que Locke vino a decir que contra esta realidad, es el trabajo el que debe generar «propiedad» y que esta libertad debía ser inalienable para todos. Por supuesto esto no se ha cumplido porque pasados los siglos nos encontramos con continuos ciclos de acumulación y desigualdades que se repiten. Pero lo que se nos olvida de su discurso -o se les olvida a los que lo utilizan para justificar su iniquidad- es que Locke puso limites a este derecho:

Locke vino a defender que lo que debe generar propiedad es el trabajo y que una persona no puede (debe) poseer más de lo que pueda consumir sin que se pudra o deteriore por no ser usado, porque eso va en contra de la ley natural enunciada. Aunque sea discutible la idea de poseer el mundo, Locke defendía fervientemente que la propiedad sobre el planeta no se nos ha dado para que lo echemos a perder y que debemos tomar lo que sea necesario sin perjudicar a los demás. El problema vino con los desarrollos posteriores de la teoría lockiana al equiparar la libertad de propiedad con el dinero. Al hacerlo y establecer que el dinero formaba parte del estado natural de libertad, algunas personas podían ya enriquecerse de tal manera que ese trabajo no generaba propiedad ni favorecía la libertad real en otras.

La trampa suicida está en considerar que cada persona «puede generar su propio imperio» (el gran mito de la burbuja del emprendimiento, entre otras) sin dañar la libertad de otras o atentar contra los sistemas sociales y los ecosistemas ambientales sobre los que se proyecta u opera. Es decir, que la idea de sostener un imperio -sea económico o estatal- es directamente contraria al pensamiento ilustrado y al origen de la sociedad moderna liberal. El error de base que nos está matando como humanidad es considerar que el esfuerzo de una persona y su adaptación al mero cumplimiento de un sistema legal falaz, es suficientemente ético a priori sin necesidad de ningún cuestionamiento moral. Hay de hecho algo falaz, esencialista y totalitario en no poder criticar el terrible daño que hace una compañía por el mero hecho de que genere empleos o por la mera razón de que no pare de crecer. ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar como sociedad o a hacer pagar a otros y qué precio estamos dispuestos a hacer pagar al planeta para sostener este tipo de éxitos acríticos e inconscientes?

 

POR QUÉ NO EXISTE LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES

El amplio trabajo que durante décadas ha realizado el materialismo histórico en la recopilación y contraste de datos históricos nos enseña que el estado natural no existe en sociedades que parten de un desarrollo anterior que condiciona los contextos socioculturales, económicos y ambientales en los que una persona nace o se mueve para «trabajar» y disfrutar de intercambios o acceder a la propiedad privada. Pero también nos enseña que la acumulación de riqueza una vez superadas las necesidades fundamentales de toda persona (acceso a vivienda, empleo, alimentación, ropa, salud, ahorro estable), atenta contra la libertad de otras personas para satisfacer estas mismas necesidades en su propia vida. Ergo, la propiedad privada no era igualmente accesible para todos y no existía la igualdad real de oportunidades entonces, y sigue sin existir ahora.

El nombramiento de la hija de Amancio Ortega como presidenta de la compañía, añadido al accionarado de otra de sus hijas y de su propia ex-mujer, sigue siendo representativo del profundo desequilibrio de libertades que rompe el ascensor social y económico en las sociedades, y en particular en España, desde siempre. En este país, según el informe del Peterson Institute for International Economics (PIEE) el 53,8% del origen de la riqueza de los multimillonarios es heredado, tan solo el 15,4% pertenece a fundadores de compañías, el 7,7% está en manos de ejecutivos, el 3,9% procede de conexiones políticas y el 19,2% lo engrosa el sector financiero. Amancio Ortega acumula junto a otras 7 personas, el equivalente a la mitad de la riqueza del mundo. 2/3 de los billonarios del mundo lo son debido a herencias, construcción de monopolios o amiguismos. En 2021, el segundo año de la pandemia, la riqueza de los multimillonarios ha crecido enormemente. Los estudios de Pikketty y Zucman hablan de un empeoramiento de estos datos. En 2040 las 500 personas más ricas de un mundo que tendrá 10.000 millones de personas heredarán 2,4 trillones dólares, algo que indica que este tipo de prácticas ahonda en el desequilibrio social. «El resultado es que esa mitad de la población tiene un patrimonio medio de 2,900 euros por adulto, lo que en conjunto representa solo un 2% del total mundial, mientras el 10% superior concentra el 76%. Cuando se examinan son los ingresos, el 10% de los más ricos en el 2021 se quedan con el 52% del total (de media 87,200 euros por adulto), mientras el 50% más pobre se tiene que contentar con el 8.5% (2,800 euros para todo el año).»

Uno podría argumentar, como hace nuestro atrevido individuo en linkedin, que Amancio Ortega se labró este «imperio» él solo. Esto redundaría en el mito del tendero que creció hasta ser una de las personas más ricas del mundo con su propio esfuerzo. Pero esa afirmación es radical y fundamentalmente falsa. Ninguna riqueza de ese tamaño puede amasarse sin el sacrificio, el trabajo o el inmenso dolor de miles de personas trabajando para que esa persona -o familia- se enriquezca más aún. De hecho la cuestión no es que ahore acumule riqueza o que su empresa sea económicamente exitosa, sino qué tiene que hacer una persona o una empresa para llegar a eso. Y la respuesta hoy es evidente para una persona como yo que ve a diario las tripas de decenas de organizaciones y mercados: no tener principios ni escrúpulos.

 

POR QUÉ LA DINÁMICA EMPRESARIAL DE INDITEX NOS LLEVA AL ABISMO

La tesis de Locke implicaba -y lo dijo exactamente así- que literalmente el planeta Tierra, sus recursos y sus frutos pertenecen a una sola de las millones de especies de vida que existen. La actividad empresarial de INDITEX es el ejemplo más claro del abuso de este principio. Era comprensible defender esto en un mundo -como era aún el del siglo XVII- antropocentrista y teológico en el que no existían conocimientos científicos ni históricos suficientes para cuestionar la centralidad humana o el impacto de la ambición individual en la evolución de las sociedades humanas. Sin embargo hoy, con todas las evidencias y descubrimientos arqueológicos, antropológicos, sociológicos, ecobiológicos e históricos de los que disponemos, esta tesis es directamente insostenible, y se ha demostrado como suicida. El problema a atacar tiene que ver con el tipo de relaciones humanas y relaciones con el medio que fomenta la actividad de una empresa favoreciendo un tipo u otro de consumo. Y en el caso de INDITEX lo que favorece es evidente.

Por ser más claro, el desastre ambiental que viene es de base antropogénica, es decir lo hemos creado nosotros, los humanos, a partir de la apropiación y la explotación del mundo de acuerdo a la ficción de la propiedad-trabajo de Locke (entre otras ideas de la historia del pensamiento político-económico). En la página web de INDITEX existe un apartado en el que se afirma que la empresa está comprometida con el medio ambiente. Contra esta visión, la Organización de Naciones Unidas ha calificado el fast-fashion promovido por Inditex como una emergencia medioambiental sin precedentes. Por aportar datos, la manera en la que INDITEX y otras compañías textiles similares fabrican ropa genera un 20% de las aguas residuales del planeta que atentan contra la biodiversidad y ponen en peligro la ingesta humana de alimentos del mar. La industria de la moda rápida consume 1,5 billones de litros de agua al año que deja inservibles en un mundo en el que las guerras por el agua comienzan (y acabo de volver de un país en el que esto es evidente). Además el sector de moda rápida que lidera INDITEX representa el 10% de las emisiones de dióxido de carbono globales. INDITEX  fue de hecho pionera en la generación de las denominadas microtemporadas de moda que han facilitado que «haya hoy 52 temporadas anuales de consumo de moda y que los consumidores compren hoy más prendas de vestir que en el 2000, pero cada producto se conserve la mitad de tiempo que entonces y, de media, el 40% nunca se utilizan«. El cultivo de algodón para abastecer este ritmo de reposición causa el 88% de la huella hídrica humana global.

Según el estudio científico The enviromental price of fast fashion publicado en Nature en 2020, gracias sobre todo a empresas como INDITEX entre 1975 y 2018, la producción mundial de textiles per cápita aumentó de 5,9 kg a 13 kg por año. La cosa no irá a menos gracias a la continuidad de este modelo de negocio: se estima que el consumo global de ropa aumentará de unos 62 millones de toneladas de productos textiles por año, a 102 millones de toneladas para 2030. El 70% de las emisiones de dióxido de carbono de estas empresas procede de la utilización de fibras sintéticas, la escasa o nula capacidad de reciclaje de las prendas y un completo desinterés por el impacto de sus acciones. El impacto de la industria que lidera INDITEX ha sido ampliamente detallado en un genial artículo de Ester Xicota y abarca todos los procesos de producción de fibras, manufactura, distribución y desechado de las prendas desde su origen hasta su posterior huella en la salud de todas las especies, incluida la nuestra. Es un hecho que INDITEX contribuye de forma muy activa al cambio climático provocado según el Lancet Planetary Health en un 92% por las dinámicas y hábitos de consumo de Norteamérica, Europa, Japón, Australia y Nueva Zelanda, territorios en los que la empresa arrasa en ventas favoreciendo un consumo inconsciente y desleal con la naturaleza y el modelo de propiedad-trabajo de los países manufactureros.

En el aterrador documental True Cost se muestra con toda claridad audiovisual el coste real de comprar, desechar y tirar en un ciclo promovido por esta industria en el que lo barato en las sociedades del primer mundo sale muy caro a personas en pobreza real bochornosa. El colapso del edificio de Fashions Tazreen (proveedora de marcas como C & A, Carrefour, Walmart o Kik) de 8 pisos en 2013 el que murieron 1134 personas y fueron heridas 2437 en Daca (Bangladesh) ya se ha olvidado, pero en él trabajaban personas que se dedican a la misma industria de la que participa INDITEX. ¿La empresa ha multiplicado sus beneficios económicos? Sí, a costa de hacer del mundo un lugar apocalíptico para vivir a nivel laboral, ambiental y social. ¿Amancio Ortega es un multimillonario innegable? Sí, pero desde hace décadas cada vez que alguien compra una prenda de esta compañía, la vida del planeta se va literalmente a la mierda. ¡Claro que siempre hay tiempo como empresa para unirse a la estrategia de greenwashing tras haber debastado sociedades y ecosistemas!

El absoluto cinismo llega cuando una compañía que genera condiciones de trabajo indignas mediante una estrategia de precarización laboral propia de un colonialismo económico que no genera riqueza sino que expropia y desposee a las poblaciones sobre las que se proyecta, cuando ese tipo de compañía -digo- construye una nueva sede central sostenible y ecoeficiente de 170.000 metros cuadrados presumiendo de cumplir los estándares bioclimáticos del US Green Building Council (USGBC) por 238 millones de euros. ¿Por qué es cínico e insultante? Porque Inditex, con sede oficial en España -esa misma sede que no va a cambiar con el nuevo edificio- pagó en 2019 más del 70% de impuestos en Holanda, Irlanda y Suiza, lo que implica que eludió 585 millones de euros de impuestos a través de su entramado empresarial. No es el ejercicio en el que INDITEX ha logrado eximirse de mayores impuestos, ya que en el ejercicio fiscal de 2012 llegó a evitar el pago de 900 millones de euros.

INDITEX ha sido periódica y recurrentemente denunciada y condenada por plagios de diseño, llegando a verse obligada a retirar prendas, explotación laboral y trabajo con productos químicos dañinos en diversas regiones, entre las que se incluye empleo infantil (72 horas a la semana por 0,88 euros al día) en la India (junto a Cortefiel y el Corte Inglés), la obligación judicial de pagar compensaciones de 1,36 millones de euros en Brasil con 52 actos de infracción por fomentar el trabajo esclavo, la denuncia de jornadas de 13 horas de trabajo en Argentina en condiciones infrahumanas (junto con Puma, Topper y otras marcas), pero también huelgas y rebeliones de trabajadores en Nueva York denunciando sus condiciones laborales. Por concluir, ¿Todo esto se arregla subiendo un año el 14% de los salarios de los empleados de Galicia? Acaso ¿podemos decir que esto se arregla haciendo que el 10% de tus prendas sean supuestamente ecológicaso afirmando que en 2025 todas tus prendas serán sostenibles? La respuesta es NO, EN ABSOLUTO. Los que nos dedicamos a acompañar cambios empresariales sabemos que este tipo de iniciativas suman pero no son cambios significativos si no van ligados a una transformación integral de la comprensión ecosocial de la empresa y su papel en el mundo.

 

POR QUÉ EN CONSECUENCIA INDITEX NO ES UN CASO DE ÉXITO

Se que es frecuente mostrar a Marc Zuckerberg, Bill Gates, Steve Jobs, Jeb Bezzos, Elon Musk, Richard Branson o al propio Amancio Ortega y sus iniciativas como casos de écito, pero lamento que a mí no me impresionen ni me inspiren en absoluto. Esta especie de mitología empresarial que hemos creado nos está matando a través de prácticas monopolísticas y totalitarias que rallan lo maniaco. Ellos no son las referencias éticas que quiero en mi vida, ni el tipo de sociedad que promueven es el tipo de sociedad que quiero que hereden nuestros hijos. Las consecuencias de sus acciones han sido abrumadoramente nefastas en términos de aumento de la desigualdad, generación de élites egoístas y ruptura del tejido social. No considero que estas marcas -incluida INDITEX- sean un caso de éxito y por ello trato en la medida de mis posibilidades de no favorecer su crecimiento evitando ser su cliente. Si alguna de ellas me llamara para ayudarles como proveedor o generador de cambios -tal y como hecho con otras marcas igualmente detestables- yo lo haría encantado por un motivo sencillo: Trabajo para ayudar a cambiar a las personas y las empresas y sin duda estas son las que más lo necesitan. No ayudarles a pensar de otro modo no resuelve el problema, esa ha sido siempre mi opinión.

Tal vez Zara fue un caso de éxito cuando era una empresa que extraía beneficio de su comunidad aportando un valor social y económico indudable en un intercambio entre un propietario de negocio honesto y trabajadores que podían vivir dignamente de su empleo. Pero desde que en 1963 Amancio Ortega, su fundador, abriera una pequeña tienda en A Coruña, ya ha llovido mucho. La expansión de la empresa fue de la mano de los años de bonanza que acompañaron a la transición democrática española e incrementaron el poder adquisitivo de los españoles. Entre 1980 y 2000 el grupo se expandió hasta que en 2001 salió a Bolsa. Desde entonces, tal y como hemos visto, el crecimiento y expansión económica de la empresa han sido imparables incumpliendo todo tipo de estándares éticos y sociales, favoreciendo empleos precarios y destruyendo el entorno a niveles irreversibles. INDITEX es solo un caso de éxito para aquellos que no levantan la cabeza de la cuenta de resultados financieros, pero es imposible mantener que lo es cuando atendemos a indicadores que la sitúan a la cabeza de las empresas cuyo comportamiento nos envilece como especie.

Si bien la apuesta por cerrar centenares de tiendas físicas, aumentar la internacionalización y favorecer el comercio online y el inventario único digital/físico con prendas siempre disponibles para la venta aunque la tienda física esté cerrada, puede ser considerada una estrategia económicamente acertada dado que la compañía ha alcanzado beneficios históricos, el problema no reside en el incuestionable aumento de beneficios económicos sino en la manera en la que se consiguen estas cifras y el impacto y resultados sociales que generan. Cuando valoras el éxito de una compañía solo por sus beneficios económicos (criterio economicista) sin valorar el impacto social, ambiental, laboral y/o sanitario que implican sus procesos de fabricación, comercialización y logística, sin duda se comete un error de dimensiones colosales que está situando al planeta al borde de colapso ambiental y a las sociedades al borde de una neofeudalización de consecuencias imprevisibles.

El verdadero punto de inflexión en nuestras sociedades llegará cuando entendamos que estas cifras que he compartido tienen una cara B inmensamente dolorosa y nociva para todo lo que representa la humanidad en el mundo. Si después de leer este artículo el argumento contra las personas que no consideramos a INDITEX ni a Amancio Ortega como referencias ni casos de éxito, es que «en España seguimos sin soportar que algunos tengan éxito» nos merecemos el puto y absoluto colapso como especie, tal y como apunta la célebre película Don´t look up (McKay, 2021).

 

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Una vida de servicio y compromiso con el bien

Una vida de servicio y compromiso con el bien


 

«Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita»

maestro Dante Alighieri, Divina Commedia, Inferno, Canto I

 
 

En este artículo expondré mi manera de entender la vida y mi propia vocación y a la vez estableceré compromisos claros para los años por venir. Hace un tiempo hice pública la manera en la que vivo a diario para facilitar el cambio significativo en las personas sin perder mi salud emocional ni mi cabeza. Como siempre el mundo humano nos ha provisto de grandes crisis desde entonces pero nada ha cambiado. Este artículo viene a complementar muchas de aquellas tesis

Me gustaría aclarar primero algo básico: No he necesitado traicionar ni olvidar al niño que fui para ser el adulto que hoy contemplas. Ninguno de ustedes lo creerá pero jamás pensé que viviría tanto tiempo. Siempre creí que no habría sitio para mí en este mundo. De niño casi todo lo que hacían los adultos me parecía feo, cruel o sin sentido. Les miraba como quien mira a un extraterrestre. Terminé por pensar que tarde o temprano aquella enorme masa de alienígenas acabaría conmigo. Al tener tan claro que moriría joven, nunca hice grandes planes y habité el presente. La sensación no cambió con el tiempo; todavía hoy siento que vivo en un mundo de otros que temen, huyen, desconocen o se evaden de la belleza de la vida. Así que todo este tiempo, y en contra de lo que hace todo el mundo, me he dedicado a celebrar la vida como si ya la mereciera.

Por lo general no dedico apenas tiempo a la mayor parte de cosas a las que el resto de humanos le otorga una enorme importancia. Aquello de lo que todos hablan no suele importarme nada. Sigo pensando que la vida real suele ocurrir en lugares físicos y emocionales que los adultos humanos jamás frecuentan, así que trato de mostrárselos. Hemos hecho del planeta un lugar inhabitable para el resto de especies y a la vez tremendamente hostil e injusto para la mayoría de nosotros. No somos un milagro para el mundo, somos más bien una plaga cuyo sistema productivo y reproductivo está profundamente enfermo. Al dedicar mi vida a cambiar la cultura de las empresas, lucho cada día contra la maldad normalizada, la que todos aceptan para salir hacia delante mientras con su esfuerzo y trabajo, todo a su alrededor o bajo ellos se diluye o desaparece a marchas forzadas.

Durante todos estos años mi intención ha sido la de no contribuir a acelerar el claro camino hacia el colapso. Hace ahora 10 años tomé la segunda decisión más importante de mi vida: elegí observar, analizar, ayudar y curar a las personas, no desde un punto de vista médico, patológico o clínico, sino consciente, intencional y moralmente. Suelo pensar 3 o 4 veces al día que los alienígenas no van a mejor pero me empeño en seguir creyendo en ellos e intentar acompañarlos. Rozo ahora con pavor -como el maestro Alighieri- la mitad de mi vida. Sirva este artículo para hacer balance sincero de mi paso por el mundo y declarar lo que me gustaría lograr en adelante.

Defino «bien» como todo lo que una persona puede hacer en la realidad de su vida para no aumentar su propio sufrimiento y el sufrimiento de otras. Todo lo demás, en consecuencia, es el «mal» y subyace dentro de nosotros, tan solo debemos aprender a controlarlo. Denomino «madurez» al hecho de haber conseguido hacerlo la enorme mayoría del tiempo.

Para explicar cómo trato de llevar una vida de servicio y compromiso con el bien, he dividido el artículo en 4 apartados:

  • Vivir en tiempo de descuento
  • Practicar el equilibrio en mi vida
  • Escribir algo que lo cambie todo para muchos
  • No olvidar mi verdadero hogar en este mundo

Comenzamos.

 

VIVIR EN TIEMPO DE DESCUENTO

Nací y a las pocas horas debería haber muerto. De haber nacido en otra época no estaba escrito que yo sobreviviera. Teniendo en cuenta este feliz comienzo, el resto de mi existencia ha sido igualmente fortuita. Y aquí, permítanme aclarar en números lo que les adelantaba más arriba: Mi esperanza de vida -la que yo me daba cuando era un niño- no superó nunca los 30 años. Creo que si continúo aquí es porque la mayor parte del tiempo he procurado pasar desapercibido, y cuando no lo he hecho, solo fue para no dejar a nadie indiferente.

Seguir vivo para mí en estos términos, equivale a lo que representa para un escalador hacer cima en el Cervino, coronar a pulso el Gran Capitán sobre los bosques escarpados del anciano Yosemite, o sobrevivir contra la propia extenuación la enérgica ascensión del Fitz Roy. Que alguien como yo haya sido capaz de sobrevivir hasta la fecha en condiciones medianamente aceptables, viene a ser lo que para un ciclista supone sentir en sus mejillas el viento frío del Angliru o la dentellada helada previa a la Col du Tourmalet en mitad del duro invierno. A estas alturas de mi viaje -y debido a que mi propia condición es la de ir contracorriente de un mundo saturado y cruel- siento de veras que emocional y anímicamente ascendí varias veces el Alpe D´Huez o el mítico Mortirolo con apenas una nimia y enclenque bicicleta.

Sea como fuere, y aunque el niño que fui no se lo creería, he aquí el hecho incuestionable: Contra todo pronóstico sigo vivo. Así que pienso en Mallory, en Bonatti y en Messner, pero también en Pantani, Bahamontes, Indurain y Gaul. Me siento como uno de esos peregrinos que ascendían a pie hasta el Urtiola. Lo que escribo y hago en mi vida es algo asi como la primera oración visual que uno reza en silencio mientras sus ojos sonríen al alcanzar la imagen continua del inaccesible Santuario. Y a la vez ocurre algo curioso: al sentir que vivo en este tiempo de descuento continuo que por lógica no merezco, apenas me pesa la supuesta gravedad de la vida. He aprendido a aceptar que no soy tan importante como para que mi vida tenga algún sentido más allá de la propia existencia. Moriré más pronto que tarde y lo haré como lo hará cualquier ser vivo, dejando algo de amor y de dolor a su paso. En el momento en el que aceptas esto, dejas de buscar una trascendencia mayor y por fin te disfrutas porque te encuentras.

 

PRACTICAR EL EQUILIBRIO EN MI VIDA

De todo cuanto he leído hasta la fecha quizás esto que sigue sea lo más inteligente y sabio que encontré. Se lo debemos al maestro Lev Nikoláievich Tolstoi (La felicidad conyugal, 1858):

«He vivido muchas cosas y creo que ahora se lo que se necesita para ser feliz: Una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil a otras personas con las que resulta fácil hacer el bien, y que no están acostumbradas a que las ayuden. Dedicarme a un trabajo que sea de algún provecho, y luego descansar, la naturaleza, libros, música, amar al prójimo. Esa es mi idea de la felicidad. Y para culminar todo lo anterior, que tú estuvieras a mi lado y que tuviéramos hijos tal vez. ¿Qué más puede desear el corazón de un hombre?»

A base de recorrer el mundo y comprobarlo, he tomado las conclusiones de Lev como ciertas. Para que el mundo acepte la extravagancia de una persona que no compite, vivo a diario tratando de lograr un difícil equilibrio:

EJEMPLARIDAD PROPIA: Intento llevar con todo mi esfuerzo una vida de baja intensidad fundada en el autocuidado consciente, el cultivo del conocimiento y la desaceleración. Esto implica sobre todo vivir lento, dedicar mucho tiempo a cultivarme y reflexionar sobre lo que me rodea para intentar mejorarlo, y salvaguardar mi propia autonomía evitando cualquier tipo de apego emocional y dependencia económica. Con los años he logrado equilibrar el ritmo de trabajo y pese a algunas temporadas frenéticas desconozco el estrés. Ni lo quiero ni lo necesito y trato de dejárselo claro a mis clientes. Todas estas cosas me procuran verdadera paz en términos generales.

COMPROMISO SOCIAL: Hablaré en términos de ingresos y gastos para que se me entienda. Quizás lo más reseñable de mi vida es que hace mucho tiempo renuncié a la oscura y extendida obsesión por ganar dinero para gastarlo. Vivo con lo justo y mantengo un nivel de vida medio. Renunciar al enriquecimiento implica aceptar que si algún día ingreso ingentes cantidades de dinero, la mayor parte de ese beneficio no será para mí sino para otros. Mi compromiso social es integral y tiene 4 ejes:

  • Una profesión que hace bien al mundo: Para lograr ingresos desde hace ahora 10 años mi vocación de servicio está orientada a mejorar la toma de decisiones en el ámbito empresarial para favorecer el sentido común. Tarea difícil que persigo avivando la reflexión, la toma de conciencia y el pensamiento crítico. Lo hago con un compromiso social añadido: cobro más a quien más tiene y menos a quien en condiciones naturales de mercado no podría permitirse mis servicios.
  • Un compromiso con la creación de contenido útil para el cambio significativo: Otra forma de compromiso social la representa este espacio digital que alberga ya más de 600 artículos orientados a inspirar algún tipo de cambio significativo.
  • Un consumo basado en un impacto social y ambiental reducido y responsable: En lo tocante a mis gastos, he optado por comprar de forma consciente todos los artículos o servicios que necesito en alimentación, hogar, tecnología, libros, transporte, energía, ropa, higiene, viajes, ocio,… tratando de tener el mínimo impacto en la precarización de la vida de otros y la menor huella humana en el planeta. Esto implica desde hace años reutilizar, arreglar y solo confiar en empresas que cumplan unos altos estándares éticos.
  • Apoyo a los que trabajan para curar la enfermedad del mundo: Por último mantengo una cuota mensual destinada al apoyo de organizaciones independientes que mejoran nuestro mundo. He centrado mi contribución económica en 4 ámbitos globales que me preocupan especialmente: Ecología, Igualdad de género, Derechos Humanos y Cooperación médica. Seré claro: Antes dejaría de comer que de apoyar a esta gente.

SALUD AFECTIVA: Unas relaciones humanas fundadas en el afecto y la protección del amor como centro. Esto implica que aunque lo que hago sea público y me exponga a diario, salvaguarde al mismo tiempo mi intimidad. Todos mis clientes saben que soy celoso con mi vida privada aunque generoso en los afectos. Esto implica tratar de amar con entrega y gratitud a «otras personas con las que resulta fácil hacer el bien», pero sobre todo amar a quienes bien me quieren. A esto añado mi cruzada contra el determinismo tecnológico en favor de las sociedades y las relaciones reales (presenciales).

 

ESCRIBIR ALGO QUE LO CAMBIE TODO PARA MUCHOS

Hace ahora poco tiempo -apenas unos años- comencé el mayor proyecto de mi vida. Escribo 4 ensayos que ayuden a comprender el mundo y el cambio que necesitamos a todos aquellos que se quieran comprometer con una forma más enriquecida de entender la vida. Trataré de explicar por qué me he metido en este lío y qué pretendo:

Mantengo mi fe en las personas y vivo para argumentar la posibilidad de la esperanza. Al mismo tiempo noto una deriva en la evolución del estado anímico y emocional de las personas. Nos veo por lo general confundidos, desorientados, volubles, esperando algo en nuestras vidas que solo llegará si lo provocamos. He aquí el único problema: quien no sabe lo que busca no puede saber que lo ha encontrado; y quien tiene demasiado claro lo que busca pierde la oportunidad de disfrutar lo que se le presenta.

Ante tanto desconcierto, hace un poco más de un par de años llegue a esta conclusión: La resaca de la posmodernidad está durando ya demasiado tiempo. La poetización de la debacle, la disipación de los afectos, la obsesión por el caos, la destrucción de la realidad y su sustitución por la mentira y el autoengaño, tanto como la teorización continua del desorden, el desdén por la naturaleza, el relativismo moral y la batalla contra lo empírico han causado ya un enorme y desproporcionado daño. Nos falta claridad y foco en mejorar lo básico y lo importante, lo que todos sufrimos y nos une. Nos sobran ensoñaciones o narrativas que tratan de abrazar una verdad o un discurso elevados que cada vez son más distantes. Cuanto más conocimiento acumulo, más claro veo lo que para mí resulta ya evidente: la mayoría de cambios significativos que se quieren o se persiguen no se logran por la continua ausencia de criterio, perspectiva, claridad, sistematicidad y estructura. Con tristeza diré que veo a la gran mayoría de personas que se dedican al cambio dedicadas a glosar y barnizar el desconcierto.

En esta línea, y una vez asentado profesionalmente, inicié entonces la labor de mi vida: un trabajo de investigación comparada que durará algo menos de una década. Si no muero por enfermedad, hastío o agotamiento antes de concluirlo, pretendo que el resultado de este trabajo sean 4 ensayos que aporten un sólido marco de reflexión integral a cualquier persona que quiera comprometerse con cualquier tipo de cambio significativo para mejorarnos. Lo hago porque creo que nos falta sustancia, carecemos por lo general de una sólida base de conocimientos y de una estructura intelectual y racional fuertes (a nivel cronológico, ideológico y cultural) con las que combatir con firmeza y convicción nuestras maldades cotidianas o la maldad sistemática e inconsciente de los que insisten en la inercia del sistema socioeconómico que ya delira.

¿De qué va este proyecto de investigación? Los ensayos que se deriven de él serán un mapa de los vínculos entre nuestra historia como especie y nuestra actual deriva, con especial acento en las causas y no en los síntomas de nuestra dispersión. No busco establecer una metodología o una propuesta de cambio – de eso nos sobra- sino ofrecer a todo aquel que quiera facilitar cambios en su vida o en su entorno, una mirada integral en perspectiva que le ayude a entender por qué hemos llegado a esto y qué podemos hacer ahora. En lo que escribo relaciono la historia de la cultura humana, la evolución de nuestras formas de habitar el mundo, la transformación de nuestro pensamiento político y económico, y muchas otras cosas. La gran diferencia respecto a cualquier otro trabajo académico de esta envergadura es que YO NO SOY ACADÉMICO, y siendo fiel al trabajo de todos ellos, aspiro a trazar un mapa con el que nuestra humanidad pueda empezar al fin el siglo XXI.

 

NO OLVIDAR MI VERDADERO HOGAR EN ESTE MUNDO

En el mundo que vivimos a diario, me siento de visita. Por un lado llevo años evitando continuamente contribuir activamente a lo que estamos siendo, y por otro lado llevo el mismo tiempo tratando de alimentar un mundo diferente. Aunque de pequeño me llamaban idealista, siempre consideré que el verdadero idealismo -la absoluta ficción insostenible- es lo que los demás se han acostumbrado a vivir a diario. Pese a haberme labrado una vida estable, me sigo sintiendo parte de la inmensa mayoría de personas que este mundo no tuvieron suerte. Éticamente solo me he sentido y me siento completamente en casa junto a las personas desposeídas y junto a los seres vivos de otras especies. No es que no pueda amar a otras personas, de hecho lo hago a diario, es tan solo que siento que los olvidados, los extraños y los excluidos son «los míos».

Mi extraña fraternidad con los vagabundos, los exiliados, los ignorados, los incomprendidos, los heridos o los maltratados socialmente no se comprende si no se entiende que tan solo me identifico y me siento en paz con ellos. Me siento más cerca de la convivencia con su dolor continuo que de la autojustificación diaria y el autoengaño aspiracional de la mayoría de la gente. En otras palabras, estoy en mi hogar cuando hablo, convivo y atiendo a los olvidados de este mundo. Aunque inesperadamente yo disfrute de una vida estable y acomodada, no olvido que en realidad les pertenezco. Algún imbécil puede pensar que esto equivale a ser un absoluto desagradecido o un cenizo, que supone no celebrar ni disfrutar la vida que me ha tocado en suerte o la que me he labrado. Sin embargo los más sensatos entenderán que viva sin olvidarme de mi auténtica familia. Y esa familia no es otra que la enorme masa de personas desfavorecidas, excluidas u olvidadas a su suerte. Dado que esta gran masa de gente cada vez la integran más personas, para mí es importante seguirme sintiendo parte de ellas.

Estos son los 10 compromisos que hoy establezco para los años de vida que me quedan y de cara a seguir prestando un buen servicio a mi gente:

Seguiré amando y enseñando a amar porque solo el amor de las personas puede salvar al mundo de la gente.

Seguiré creyendo en los que parecen fríos, distantes o perversos. El hielo es el abrigo del agua contra el frío y mantiene a salvo la totalidad de la vida

Mientras la riqueza de unos pocos siga basada en la miseria de la mayoría, no descansaré. Seguiré haciendo el bien dentro del mal sistémico para alimentar la virtud de los que albergan esperanza.

Mientras siga existiendo alguien que entienda la vida como un sacrificio ritual y no como un placer completo, no descansaré. Seguiré trabajando duro para cambiar la manera en la que entendemos las relaciones y el trabajo.

Mientras haya heridas yo elegiré ser parte del remedio. No ampliaré la enfermedad que exista sino que seré bálsamo curativo para mí y para otros.

Mientras haya oscuridad y la belleza de la vida siga escondida tras las sombras, yo elegiré ser parte de la luz. Ante la duda o la incertidumbre, ante la inseguridad, elegiré siempre amar en vez de tener miedo.

Mientras alguien me escuche o me lea, todo tendrá sentido. No escribiré ni facilitaré para mí sino para el resto.

Mientras alguien siga buscando algo fuera de sí mismo, yo le ayudaré a encontrarse. Ayudaré a las personas que quieran acercarse a mí y comprometerse con su cambio, a tener foco y a que ese foco esté fundado en la responsabilidad propia.

No me rendiré nunca ni renunicaré de este propósito ante ninguna fuerza o persona. Por muy dolorido o solo que me sienta, por muy frustrado o cansado que parezca, seré viento fresco para quien ya no tenga fuerza para alzar su remo.

Seguiré viviendo para que las personas crean en sí mismas convirtiendo así el dolor universal del mundo en esperanzas concretas. Que todo lo que yo haga de esperanza en un tiempo de desorientación y confusión perpetuos.

Gracias a todos los que he acompañado hasta hoy y gracias también a los que acompañaré en adelante.

 

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Aprender a pensar y #lafilosofiaimporta

Aprender a pensar y #lafilosofiaimporta


 

A los dioses les encanta que las personas trabajen mucho.
Las personas que no están ocupadas continuamente pueden empezar a pensar
.”

sir Terry Pratchett

 
Hoy es el día de la filosofía, y se bien por qué las personas que gobiernan desde hace décadas el modelo socioeconómico actual, atentan década tras década contra ella. Se maltrata, se exilia o se elimina la filosofía porque la conformación de personas mansas y dóciles, de una masa iletrada y distraída, limita la aspiración humana colectiva a la satisfacción individual de lo doméstico. Al reducir el hogar defendible a la persona individual (la satisfacción de su deseo, su emoción o su instinto), perdemos nociones de pertenencia colectiva vertebradoras como familia, cultura, territorio o Estado de Derecho. Cuando estos hacedores de convivencia desaparecen, resulta más sencillo para la eterna minoría de los que más tienen favorecer la competitividad voraz entre los que menos tienen.

Quien no sabe pensar sobre grandes cuestiones ni formar un criterio propio, no tiene la capacidad de reivindicar sus derechos, ni aún cumpliendo la totalidad de sus obligaciones a rajatabla cada día. Cuando mis convicciones las fabrica otro que no apruebo ni decido, en lugar de vivir disfrutando del camino, nos convertimos en mero combustible y medio de los atajos de otros. Por explicarlo de una forma muy gráfica, cuando aprendí a pensar, aprendí a sintonizar el sonido de la vida, identifiqué cada vez con más facilidad su inalterable frecuencia. Pero quienes no aprenden a pensar ni se molestan por entender lo que otros dictan, se limitan a vivir ajenas sintonías. Contra la comodidad autojustificativa de no cuestionarse nunca, la filosofía ofrece la oportunidad responsabilizadora de cuestionarse a veces.

Sin la filosofía todo cuanto nos digan otros es verdad y todo lo que digamos nosotros es mentira. La verdad así puede cancelarse, ser propiedad tan solo de unos pocos, y dejar de ser una construcción colectiva. Al generar cada vez mayores masas que ignoran, no se rebelan ni cuestionan, y cada vez menores y más reducidas élites que gobiernan y deciden, nos deposeemos como especie de la realidad, nos alejamos de la naturaleza y vivimos de la arbitraria decisión de otras personas porque nos importan más de lo que nosotros nos importamos a nosotros. Les dedicamos de hecho más tiempo a sus estúpidas apariciones que a nuestras necesarias evoluciones.

Por contra, la filosofía es sobre todo el interés y el cultivo de los medios y las formas, es un continuo e inspirador comienzo, y la única y verdadera cura que conocemos para la obsesión por el fin o la mera satisfacción continua de nuestros instintos o deseos. Pretender que la dignidad humana, la economía política o la democracia puedan existir si no existe la filosofía, es un suicidio inconsciente. Cualquier persona que visite la historia lo comprende, y solo quien vive obsesionado por su ficción o su entelequia finalista, lo ignora. La filosofía cuestiona la esencia y la apariencia, articula la ética y al estética, nos mantiene próximos a lo humano para pensar con inteligencia constructiva la sociedad, la industria, la máquina.

Ya he hablado de la necesidad de aprender a pensar en otras ocasiones, pero permíteme, lector o lectora, contarte por qué insisto en ello.

La filosofía que de niño leí cuando lloraba, hizo posible al adulto que hoy sonríe. La filosofía, y en general aprender a pensar, me ha ayudado a vivir de acuerdo a unas referencias, a una estructura. Ello me ha permitido no sentirme perdido ni aún cuando me encontraba en un terreno desconocido o ignoto. De hecho, aprender a pensar y cuestionarme me salvó varias veces la vida. Solo la filosofía convirtió mi frustración y rabia en aceptación y valentía. Solo la filosofía tomó una tímida llama que latía en mí (inquietud innata) y la alimentó hasta convertirla en fuego eterno (curiosidad sistemática). Ese mismo fuego me ha dado calor en pleno invierno y ha sabido dar calor a otros cuando me necesitaban.

Pero hay algo todavía más poderoso que todo lo anterior, y es el hecho de tener la certeza de saber que si hoy soy algo -y se que soy mucho- es gracias a que otros existen y existieron. Esta certeza que me contextualiza como parte de una larga y dilatada historia de ideas, de esfuerzos y de relaciones y me ayuda a equipararme al resto de personas, es totalmente contraria al discurso barbarizante y aspiracional que promueve la independencia, la superación y la autosuficiencia de unas personas sobre otras. Las tres cosas -independencia, superación y autosuficiencia- si bien pueden generar euforia a inmediato plazo, se han demostrado históricamente dañinas y contraproducentes a largo plazo en una especie compuesta por animales gregarios, seres sociales que necesitan comprender y sentirse comprendidos, amar y sentirse amados más allá de la competitividad insaciable y la sed de interés propio.

Nada salvo la filosofía me enseñó a amar a los otros, me hizo comprender la sencillez y la complejidad, el gozo y el dolor ambivalentes y continuamente necesarios en la vida. Quienes dicen que la filosofía es algo simple o algo complejo, aciertan, porque así es también la vida.

Nada salvo la filosofía me salvó en innumerables ocasiones del abismo de la falta de sentido, de la oscuridad que sentí al comprobar que existe la injusticia. Nada salvo la filosofía me curó de la herida que inflige el abuso de poder, del desconsuelo de la condescendiente inercia, de la fría y distante indiferencia de los que se aislan.

La filosofía me permitió acceder a realidades colectivas, sentirme verdaderamente humano al compartir con personas a miles de quilómetros las mismas inquietudes, y sentirme verdaderamente vivo al cuestionar lo que pensaba o sentía. Solo la filosofía me ayudó a sentirme único construyendo mi criterio y a la vez completamente acompañado al ver que mis dudas son las mismas que las de cualquier persona en el mundo, y al entender que a menudo ninguno tenemos respuesta. Al leer, hablar y estudiar para vivir con criterio, comprendí que antes que yo, muchos otros intentaron mejorar el mundo. Y lo mejor de todo: también comprobé que algunos lo consiguieron. La filosofía sobre todo aporta referencias, historias de esfuerzos pasados y presentes, pistas y bastones con los que explorar, acariciar y disfrutar la vida. En una época en la que las identidades, los sentimientos y las ideas dividen, la filosofía fue y es mi pegamento.

Nada salvo aprender a pensar me libró de la cadena perpetua y la barbarie de la absoluta ignorancia. Me supe interdependiente gracias a la filosofía. Aprender a pensar me enseñó a detectar, localizar, relacionar y mantener cerca la mayor parte de cosas importantes de la vida. La filosofía me ayudó a tener la necesaria base apreciativa desde la que amar, sentir y contemplar la existencia.

Gracias a la filosofía me levanté cuando caía, recobré y aumenté mi valor para seguir insistiendo, para perseverar, para alejar de mí la tentación del abandono o la apatía. Nada salvo la filosofía me acompañó en las travesías de silencio y soledad que viví en mi vida. Recuerdo con nitidez la presencia de la filosofía en la primera parte de mi vida pero también en la crisis que toda persona vive a la mitad de ella o con la pérdida dolorosa de relaciones o seres queridos. En todos esos momentos, la filosofía me enseñó a saberme vulnerable, me animó a aceptar el dolor y a exponerme, me dio herramientas para ayudar a mejorar la realidad de miles de personas.

Nada salvo la filosofía me ayudó a comprender -para intentar cambiar- la continua sensación de ruido, desconcierto, absurdo y vacío de una sociedad evanescente, continuamente errada y difusa. Solo el estudio y el conocimiento detallado del pensamiento humano me hicieron ser humilde al comprender que entre todos pensamos mejor que por nosotros mismos. Nada salvo la filosofía me apartó de la ceguera de la fe y la creencia ciega, nada salvo ella me enseñó tolerancia, me ayudó a detectar y tratar de superar cada prejuicio.

En la filosofía hallé esperanza y ahora tú deberás encontrarla sin la ayuda del sistema educativo. Suerte.

Hoy más que nunca gritemos y actúemos alto: La filosofía importa #lafilosofíaimporta
 

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El futuro de la Humanidad es adolescente

El futuro de la Humanidad es adolescente


 

«El sentido común es la colección de prejuicios adquiridos a los 18 años de edad»
maestro Albert Einstein

 
 
Hay una extendida sensación de incertidumbre en las personas con las que hablo a diario. Parecemos preocupados por un tema del que apenas imaginamos respuestas: ¿Cuál será el futuro de la Humanidad en las próximas décadas?. Con motivo de varias noticias que se han sucedido en estos días, comparto por aquí una reflexión fundada acerca de hacia dónde estamos yendo y cómo considero que debemos actuar ante este horizonte.

Si vivimos en un mundo caracterizado por la soledad y el individualismo que nos vemos obligados a contrarretar a diario, el futuro de la Humanidad -como no podía ser de otro modo en este tiempo- depende de las personas que se sienten más solas y desprotegidas: los adolescentes. «¿De quién, de mí?» parece decir el adolescente de la foto. SÍ, DE TÍ. Trataré de explicar con cifras y razonamientos por qué.

He dividido el artículo en 4 apartados:

  • Por qué el futuro de todos depende de los adolescentes
  • El estado actual de la adolescencia en el mundo
  • Ejemplo práctico: el abismo educativo español
  • Conclusiones y visión de cambio

Comenzamos.
 

POR QUÉ EL FUTURO DE TODOS DEPENDE DE LOS ADOLESCENTES

Según el informe del Estado de la población mundial 2021 de la ONU el 25 % de la población mundial es adolescente en una especie que envejece a un ritmo acelerado y en masa. Tenemos menos hijos y cada vez más tarde. Por otro lado en 2050 1 de cada 4 personas en el mundo tendrá más de 65 años en Europa y Norteamérica (1 de cada 6 en el mundo). Caminamos aceleradamente hacia un Norte del mundo viejo y un Sur adolescente. El grueso del crecimiento demográfico joven se producirá en África y Asia. Para darnos cuenta de la implicación de todo esto, hace poco, en 2018 por primera vez en la historia, las personas de más de 65 años superaron en número a las menores de 5 años en todo el mundo. Por todo ello, la enorme mayoría de expertos demográficos manejan ya pocas dudas respecto al pico histórico de envejecimiento mundial.

Añadido a lo anterior, la natalidad y sobre toda la población entre 0 y 14 años se resiente. Añadido a la elevada cantidad de adolescentes en el mundo (fruto de la resaca de la bonanza previa a las grandes crisis del siglo XXI), es importante recordar un hecho: la tasa de mortalidad adolescente está en mínimos históricos a nivel global. Si bien antes era complicado sobrevivir a la adolescencia en el mundo, hoy se da por hecho que todo el mundo podrá hacerlo a pesar de la democratización de la pobreza y sobre todo por los avances contra el hambre severa (Solo un país del mundo, Somalia, está en esta situación ahora).

Si resolvemos la ecuación anterior (elevado envejecimiento + baja natalidad + aumento de los adolescentes que sobreviven con facilidad), el resultado es claro:

Nuestro futuro como Humanidad depende enteramente de la manera en la que estamos acompañando la formación y el desarrollo educativo de la personalidad, capacidad y carácter de los adolescentes actuales.

Pues bien, aquí van los datos:
 

EL ESTADO ACTUAL DE LA ADOLESCENCIA EN EL MUNDO

Nuestros futuros votantes y decisores de la realidad del mundo (mayoritariamente personas a partir de 18 años), están perdiendo bienestar por el impacto de las tecnologías. El anuncio del irresponsable, ególatra e incosnciente Mark Zuckerberg sobre su apuesta por los metaversos, tratando de huir del escándalo ético y monopolístico que le persigue, no ayuda sino que nos hundirá más en este sentido. Estos son los datos incipientes en continuo crecimiento: 1 de cada 7 adolescentes (entre 10 y 19 años de edad) en el mundo tiene problemas de salud mental. El 20 % de los jóvenes entre 15 y 24 años se sienten deprimidos o no muestran interés alguno o compromiso de largo recorrido hacia ninguna actividad. El 58,3 % de jovenes en España afirman sentirse nerviosos, preocupados o con pequeños ataques de ansiedad. El abandono escolar aumenta en el mundo y contra ello algunos países (desgraciadamente España entre ellos) deciden precarizar los sistemas educativos para bajar los estándares. Sin embargo nada de esto puede ocultar la alta relación entre el nivel educativo de una persona y las posibilidades de caer en una depresión severa.

En España 1 de cada 10 adolescentes (menores de 18 años) gasta dinero en apuestas online. La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y la Policia Nacional están seriamente preocupadas con el aumento y normalización de este tipo de consumo en edades de formación de la personalidad y el carácter.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, un 24,8% de españoles entre 11 y 18 años sufren o han sufrido acoso escolar. Esto ha aumentado las visitas a terapia de padres e hijos en un 120%. La agresividad va en aumento. Algunos hechos recientes nos alertan que la estupidización adolescente también está asociada a la irresponsabilidad paternal.

Uno en concreto clama al cielo: Ha sido necesario (manda huevos) que los psicólogos adviertan a los padres y madres del peligro que tiene que sus hijos menores vean junto a ellos en la tele la serie EL JUEGO DEL CALAMAR. El peligro de proliferación de conductas imitativas y la elevada violencia que aparece en la serie se han normalizado en los hogares de una forma pasmosa. La serie es fantástica a nivel de reflexión para un adulto que se mueve en una sociedad a la que contribuye activamente, pero para un adolescente o un niño en desarrollo es una fuente de estímulo violento a evitar. Algo tan sencillo y básico se nos escapa.
 

EJEMPLO PRÁCTICO: EL ABISMO EDUCATIVO ESPAÑOL

El caso educativo español representa con claridad un gran compedio de muchas de las cosas que no debemos hacer en estos momentos de la historia de la Humanidad. Este ejemplo práctico que voy a exponer reúne muchos errores: pérdida continua de energía emocional por parte de profesionales frustrados, desaprovechamiento de las inversiones realizadas ante la inexistencia de mercado para las capacidades generadas (con la consiguiente fuga de cerebros), y por último nefastas decisiones anacrónicas en cuanto a contenidos y formatos educativos.

Si bien todavía disfrutamos de los últimos estertores de una sociedad del bienestar continuamente atacada y expoliada por el despropósito económico vigente, nuestro modelo educativo no rema a favor de la necesidad del mundo sino en su contra. Lo diré con claridad: España no tiene una estrategia definida como país ante el reto climático, el problema del envejecimiento, la salud mental o la educación.

Al no tener nada parecido a esto, el modelo eduativo español es inercial y bebe de puntuales e insuficientes innovaciones que con dificultad cada profesor trata de incorporar a sus clases. Pero dejar el futuro de la Humanidad en manos de la buena voluntad de profesores mal pagados y sin apenas recursos es bastante kamikaze. Si esto ocurre abajo, arriba la situación empeora: A nivel político improvisamos decisiones que marcarán la calidad de vida de las personas ante la más que próxima carestía de recursos, la inmediata crisis energética, las migraciones, los cambios drásticos en el modelo de mercado global y el cambio climático que ya está aquí.

Las pruebas de la desidia educativa abundan. Tenemos a fantásticos profesionales y expertos educativos que podrían tomar las buenas prácticas de otros países y están deseosos de incorporarlas, pero nadie les escucha. Hace unos días nuestros representantes políticos nos obsequiaban con una nueva cagada más que afectará de lleno a la EDUCACIÓN de las personas que se encuentran en el paso a la edad adulta (esas que ya hemos dejado claro que son hoy determinantes). Llevamos décadas fomentando la multiplicación de personas que huyen del dolor y lo incómodo, que son alérgicas al espíritu crítico, que llegan a la universidad con niveles de conocimiento lamentables para afrontar el gobierno y futuro de nuestras sociedades. Pero eso sí, todas ellas son muy inteligentes a nivel emocional mientras las emociones y las relaciones que tengan que afrontar no salgan del ámbito de una pantalla digital de 15 x 8 centímetros que les permite opinar, simular o ser lo que les de la gana sin consecuencias.

Fui educado en un sistema y modelo educativo ya extinto y que entonces era desacertado y obsoleto, pero aún permanecía focalizado en la cultura del esfuerzo y el respeto a la academia. El escenario en el que me eduqué no era desde luego el más correcto pero en él la sobreprotección aparente y la dejadez educativa en el hogar no tenían cabida. El sistema educativo en el que me eduqué no sacaba lo mejor de mí pero al menos no premiaba lo peor. Tuve la suerte de no cursar la ESO (bonito acrónimo que resume bien la relevancia de la histórica ambición educativa en España).

Ni siquiera quiero compartir o entrar a hablar de rankings educativos interesados que sitúan a España en posiciones intermedias dentro del contexto global. El problema es mucho más grave que todo eso. Queda claro en lo tocante a la educación que por suerte, nuestros hijos no nacen en Burkina Faso, Nigeria, Afganistán o Mali. Hasta aquí las buenas noticias. Más allá de esta celebración, estos son los hechos que deberían avergonzarnos como sociedad y deberíamos empezar a revertir:

No existe un pacto de estado educativo que cuente con el trabajo y asesoramiento de expertos educativos. Durante más de 2 décadas los principales partidos políticos españoles con el apoyo de los minoritarios han creado un sistema educativo desastroso en términos europeos y que parchean cada ciertos años (la actual modificación es el 3er parche y supone la 8ª ley educativa aunque parezca una broma). En lugar de hacer pocas grandes reformas educativas y muchas mejoras puntuales, caemos continuamente en el síndrome del salvador político educativo. Hacemos el doble de grandes reformas educativas que Europa obteniendo menos de la mitad de resultados. Todo ello deja claro que el modelo educativo en España está al servicio de la partitocracia y la financiación de los partidos en manos de los intereses empresariales de las empresas que acumulan riqueza.

Justo en estos días se ha revelado ya el detalle del nuevo capítulo del melodrama educativo español en el camino hacia el precipio social, económico y ambiental al que nos abocan políticos ignorantes, carentes de ambición moral o intelectual y siervos diligentes de un sistema socioeconómico que acelera la mierda para que se esparza y parezca invisible. Entre las medidas del último parche podemos encontrar decisiones educativas estratégicas que van en dirección completamente contraria a la necesidad del mundo en la actualidad. Enumero tan solo algunas:

EL PROFESOR, de nuevo ignorado. Seguimos convirtiendo al profesor en un mero evaluador en lugar de aportarle capacidad y confianza pedagógica. Nuestros profesores son cada vez menos maestros y cada vez más ejecutores de programaciones guiadas por intereses editoriales de turno en manos de grandes conglomerados mediáticos que ofrecen lecturas de la historia y la realidad interesadas.

Ampliamos la FALLA SOCIAL y contribuimos al proceso de neofeudalización del mundo. «La segregación escolar es la una de las más altas de Europa y la tasa de abandono temprano fue en el 2019 del 17,3%, la mayor de la UE (para que lo pongan en perspectiva: en Grecia es del 4,1% y en Irlanda, del 5,1%)«. Se ampliarán las diferencias y polarizaciones entre quienes puedan permitirse huir de este sistema educativo fallido refugiándose en colegios privados y quienes solo tengan la opción de estudiar en colegios públicos. El hecho de que los hijos de nuestros representantes políticos no estudien en escuelas públicas es un buen reconocimiento del abandono al que llevan décadas sometiendo a los servidores educativos públicos.

Insistimos en el CURRÍCULO DE ESPECIALIZACIÓN, en lugar de fomentar un modelo educativo humanista en el que las habilidades transversales se desarrollen sobre una visión enriquecida del mundo. Volvemos a insistir en educar a los adolescentes en materias y no en ámbitos de saber o experiencia, lo que aumenta la distancia entre la educación abierta que reciben los niños en infantil o primaria y la educación encorsetada y obsoleta que reciben los adolescentes justo antes de salir al mundo. Durante años trabajando con decenas de colegios por toda España he comprobado la enorme diferencia entre infantil y el resto de ciclos en lo tocante a innovación, apertura, frescura y excelencia pedagógica.

Olvídense de la FILOSOFÍA y la educación en el pensamiento crítico. La materia que nos enseña a pensar, convivir y dialogar desaparece hasta 1º de Bachillerato. No estamos hablando de algo baladí. Se trata del exilio sistemático al que se ha sometido la historia del pensamiento humano en la posmodernidad reciente. Esto es la evidencia clara de una tendencia dañina en nuestras sociedades: el olvido de la historia y el camino de nuestra Humanidad en favor del cultivo de la adicción al presente. Lo que se traduce en sociedades orientadas al consumo inconsciente y masivo en lugar de sociedades orientadas a la conciencia y la presencia responsable en el mundo.

Por contra den en este nuevo parche educativo la bienvenida a MATERIAS QUE NOS DISTRAEN DE LO IMPORTANTE y nos centran en la satisfacción de nuestros deseos individuales. Hablo de materias centradas en el entretenimieto y la contribución al decadente sistema socioeconómico actual. Den la bienvenida por ejemplo al EMPRENDIMIENTO como salvavidas redentor en el que se forman nuestros adolescentes. La burbuja del emprendimiento entra de lleno en nuestro modelo educativo: Básicamente, «sácate tú las castañas del fuego como puedas que nosotros como representantes políticos te dejamos a tu suerte«.

En un país con un 40% de desempleo juvenil (y 2º país con mayor porcentaje de desempleo de las 37 economías de la OCDE), esto supone oficializar una estrategia de precarización laboral que lleva décadas comprando el discurso aspiracional de Sillicon Valley y genera una sociedad individualista y desprotegida laboral y socialmente, guiada por el interés propio de cada cual. La realidad pinta peor que el deseo: 1 de cada 4 jóvenes entre 16 y 35 años vuelve a vivir con sus padres. Si creemos que creernos todos empresarios nos va a sacar del hoyo en el que estamos, vamos listos. Llevo décadas acompañando a «emprendedores» y se que el 80% de negocios fracasan antes de los 4 años y de hecho 9 de cada 10 startups no llegan a los 3 años de vida. Tal y como en sus investigaciones ha señaldo Jose Manuel Martínez Bedía, el emprendimiento es necesario para las sociedades pero su fomento sin infraestructura ni una sólida base social ni laboral, es un suicidio colectivo.

Normalización del FRACASO ESCOLAR: Se amplia el abanico de materias que una persona puede suspender e incluso se podrá ingresar en la Universidad con materias suspendidas. ¡Viva la excelencia y el esfuerzo y el sistema de recompensas y castigos necesario para el crecimiento y el desarrollo íntimo y social de la persona!.

Oficialización de la DESIGUALDAD POR NACIMIENTO. En un mundo con retos globales que necesitan unidad y afrontamiento colectivo, seguimos regionalizando la educación. Las comunidades autónomas de España tendrán más capacidad para variar los curricula educativos de acuerdo a sus criterios. Se generará desigualdad entre comunidades con lengua cooficial y comunidades que no la tienen en la definición de horarios y materias optativas, lo que da rienda suelta a los políticos locales de turno para definir qué piensan las personas. Esto hace que las diferencias entre principales ciudades y territorios periféricos aumenten e invita a la concentración social en macrociudades (de nada, medio ambiente).
 

CONCLUSIONES y VISIÓN DE CAMBIO

Dado que el panorama del ejemplo educativo español que acabo de exponer es mucho peor en la mayor parte del mundo (soy consciente), quizás sea el momento de que todos reflexionemos sobre el camino hacia el que nos estamos dirigiendo. No podemos hacer depender el futuro de la Humanidad de semejantes decisiones.

¿Qué creo que necesitamos ahora?: Dejar de vivir en el inmediato plazo de las cifras o los deseos de un mercado desatado y neurótico. Conciliar la superviviencia económica en lo global con una apuesta conjunta realizada por grandes poblaciones e intereses compartidos. En otras palabras, necesitamos grandes pactos colectivos basados en reflexiones a largo plazo que se basen en una visión sistémica de la realidad (y no parcelada) en la que se entienda que sin un modelo de sociedad integral (de investigación, de ciencia, de salud, de educación, de cultura y de trabajo) no es posible encarar los retos globales a los que nos enfrentamos.

Al menos eso creo. ¿Qué opinas tú?
 

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Limpiadores de conciencia

Limpiadores de conciencia


 

«Soy de la opinión de que si usted quiere gozar del arco iris, tendrá que soportar la lluvia«

Dolly Parton

 

En este artículo repaso los elementos de juicio fundamentales que me llevan a rechazar las tesis, actitudes y comportamientos de lo que he llamado limpiadores de conciencia. Son personas que dedican su vida a hacer que otras personas o empresas se sientan tremendamente bien con lo que son, hacen o venden sin necesidad de analizar la motivación o el impacto de sus decisiones. A mi modo de ver, este tipo de actores sociales, desatascadores de retretes personales o corporativos que limpian, fijan y dan esplendor a la filosofía mainstream, el desarrollo personal y el pensamiento empresarial inmovilista, representan la nueva encarnación de un fenómeno histórico y global que ha existido siempre entre nosotros: el populismo.

De alguna manera los actuales limpiadores de conciencia son los nuevos sofistas, verdaderos maestros de la persuasión que sustentan su vestida retórica sobre auténticas e incoherentes falacias, y son también la nueva resurrección del condenado que en mitad de la crucifixión canta Always Look On The Bright Side Of Life invitando a los crucificados a mirar el lado bueno de la vida en The life of Brian de los Monty Python (una película de lo más actual, por otra parte).

No se trata de que esté o no esté de acuerdo con aquellos a los que denomino limpiadores de conciencia. En realidad es algo que va más allá de todo eso. Se trata de que considero su trabajo y esfuerzo diarios una distorsión enfermiza de la realidad que contribuye a la inercia autodestructiva y tóxica de nuestras sociedades, mercados y vidas.

Espero que este artículo te ayude, lector o lectora, a explorar esta frecuente tendencia a redundar en nuestra irresponsable forma de vida desde una perspectiva informada y crítica. Lo espero, sobre todo, por el bien y el futuro de nosotros, los humanos, pero también por la necesidad urgente de cambio significativo en las empresas para evitar la acelerada destrucción de nuestras relaciones y el planeta.

He dividido el artículo en 4 apartados:

  • Por qué triunfa el discurso de los limpiadores de conciencia
  • Cómo actúa un limpiador de conciencia
  • El mercado de la limpieza de conciencia
  • La alternativa al autoengaño y la autocomplacencia

Comenzamos.
 

POR QUÉ TRIUNFA EL DISCURSO DE LOS LIMPIADORES DE CONCIENCIA

Sus libros se venden más que otros, sus conferencias en youtube son más visitadas y la gente les sigue y está deseosa de saber lo nuevo que tienen que ofrecerles. Tienen más likes y son frecuentemente contratados por empresas para dictar cursos o ponencias. ¿A qué se debe todo esto?. Trataré de explicarlo.

¿Por dónde empezar? Quizás por la historia. Aunque todo el mundo en la actualidad defiende que vivimos en sociedades liberales y capitalistas, personalmente no lo creo. De hecho todavía no he encontrado a nadie que sepa argumentar y defender la supuesta relación entre lo que hoy estamos viviendo y las teorías políticas liberales de Locke o las teorías económicas capitalistas de Smith. Pero no perdamos el hilo y continuemos con la historia…

Hubo una escisión previa a la llegada del sistema socioeconómico global actual (al que seguimos llamando capitalismo) que a menudo se pasa por alto. A principios del siglo XIX en la senda capitalista del denominado Progreso surgió una divergencia económica: el librecambismo. Esta comprensión de la economía y la empresa resulta relevante por 4 motivos: sentó las bases de los posteriores desarrollos en el siglo XX de la escuelas económicas de Viena y de Chicago (hoy normativas), fue también la gran precursora del actual neoliberalismo (esa suerte de doctrina que en nada salvo en el nombre es liberal), fue también el germen del libertarismo económico (el minarquismo y anarcocapitalismo que hoy algunos reivindican), y por último supuso la emergencia de la lucha continúa entre sociedades políticas nacionales y mercado económico global. En esta última tensión continua que menciono espero que todos hayamos aceptado a estas alturas quién va ganando. Por si acaso lo resumo: no son ni mucho menos la enorme y eterna mayoría de personas, sino tan solo unos pocos. Prosigamos nuestro repaso histórico…

El librecambismo trajo una creencia que hoy renace con fuerza: Según el librecambismo el único sujeto operativo real es el individuo y su único marco de desarrollo es el económico, por lo que tan solo existe una sola dimensión humana digna de atención: el mercado. De acuerdo al librecambismo la ley de la oferta y la demanda es sagrada y nada debe interferir en ella. El progreso de las sociedades llega entonces cuando la libre interacción entre actores económicos se regula por si misma y la relación entre la oferta y la demanda fomenta una competitividad virtuosa que favorece el desarrollo social. Esta es la teoría. Lo que viven hoy un pequeño empresario que trata de competir contra un mercado multinacional, un joven español recién salido de la universidad, cualquier mujer que trate de ocupar un puesto directivo, o la enorme mayoría de personas que nacen en otro lugar que no sea Europa, Australia, Canadá o Estados Unidos… todo ello es la realidad. Según la teoría librecambista (y hoy creo sin duda que somos más librecambistas que capitalistas) la libre interacción económica es virtuosa. Según la práctica que vivimos a diario, nuestro planeta entero agoniza.

El librecambismo está íntimamente ligado a la errónea y suicida comprensión de la vida que hoy mayoritariamente aceptamos como unica y cierta. Es una comprensión de la vida en la que las personas se miden por su utilidad como actores económicos. Su valor humano se cifra en la medida en la que sean productores o consumidores de cosas (ideas, objetos o experiencias). En este contexto actual los movimientos sociales permanecen ocupados en incoherencias o disgregados sin capacidad de movilización real ni fuerza. El mercado global, aunque todavía tiene que rendir cuentas a los que denomina «proteccionistas trasnochados que limitan libertades económicas», ha superado hace tiempo la incomodidad que suponía la existencia de sociedades del bienestar. Lo ha hecho mediante la transformación sistemática de las inclusivas sociedades de bienestar en excluyentes sociedades de consumo.

Por descontado en este último tipo de sociedades las personas viven continuamente distraídas u ocupadas en entretenerse. Quieren y exigen como tiranos disfrutar a inmediato plazo, leer tan solo artículos cortos, acumular frases motivadoras, o que les den las cosas hechas. Y aquí es donde aparecen como salvadores y verdaderos héroes los limpiadores de conciencia. Personas capaces de repetir continuamente que este es el mejor de los mundos conocidos y el camino que estamos siguiendo es el mejor camino posible. Lo importante para estas personas es convencernos de que nuestra sensación de malestar continuo y el empeoramiento constante de las condiciones de vida de la mayoría de personas se deben a 3 factores: falta de esfuerzo o perseverancia propios, pesimismo crónico o malas decisiones.

No digo que a menudo alguno de estos factores influya a muchas personas, tan solo digo que este discurso simplista olvida factores socioeconómicos o ambientales ajenos a la persona y la sitúa en una situación de desprotección social continua al responsabilizarla por completo y de manera individualista de su realidad y su contexto. Lo que ocurre en realidad -nos dicen- es que todo el rato nos empeñamos en ver el lado malo de las cosas.

Demasiada autoindulgencia y mucha critica al otro. No necesitamos sentirnos mejores o bien sino que la mala conciencia de nuestra irreverente y perversa forma de vivir se corrija. No es cuestion de sentirnos bien con lo que hacemos o de autoconvencernos de que tenemos un proposito cuando seguimos haciendo la misma mierda una y otra vez. Es cuestion de sentirnos mal aunque solo sea un puñetero momento y asumir que no vamos como sociedad, como empresa o como individuos en la dirección correcta.

Frenazo histórico del crecimiento chino, aumento de la deuda interna en Estados Unidos, crisis en la cadena de suministros global, pandemias globales, desastres climáticos, superación del pico de la extracción de petroleo hace años, debilitamiento de las instituciones políticas y representativas, concentración empresarial,… ¿De verdad necesitamos más pruebas de nuestro delito?
 

CÓMO ACTÚA UN LIMPIADOR DE CONCIENCIA

Si algo nos hizo progresar como especie es la duda razonable, el continuo combate de las certezas, el ejercicio de cuestionarnos y no el de autoafirmarnos o motivarnos para seguir haciendo exactamente la misma mierda. Debido a que cultivo amistades en las partes del planeta que no salen en los telediarios, considero bastante irresponsable que las personas que han crecido en entornos sociales protegidos o seguros, sin grandes carestías ni dificutades sistémicas, presuman de que su realidad es la realidad mayoritaria del mundo. Tras más de 10 años acompañando el cambio y la mejora significativa en las empresas españolas, tras más de 10 años bregando con vidas de personas completamente fundidas como bombillas sin apenas filamento, viendo a diario lo desgastado y precario del panorama empresarial, se me presenta increíble que haya personas que sigan dedicando su vida a defender utopías o pajas mentales mientras la realidad de la gente requiere pragmatismo y aterrizaje.

Creo conocer muy bien el modus operandi de los limpiadores de conciencia porque me ha tocado convivir con ellos por la vocación que elegí. Por eso creo que los tranquilizadores del mundo, los apaciguadores de dudas y los calmantes de remordimientos, seguirán existiendo -tal y como siempre han existido- mientras existan incautos que los necesiten. Esto va a ocurrir siempre porque siempre será más fácil autoengañarse y vivir de espaldas a la cruda realidad del mundo que remangarse y contribuir activamente a mejorarlo. Espero que el adverbio siempre haya quedado claro en la anterior oración 🙂 No se trata por tanto de atacarles, sino de aprender a coger con pinzas lo que defienden o dicen.

Los limpiadores de conciencia son personas que dedican su vida entera de forma exitosa a mantener una apariencia de felicidad continua basada en un optimismo hilarante, mientras ocurren alguna o todas estas cosas: o bien sus argumentos no demuestran que vayamos a mejor como especie aunque mejoremos en aspectos concretos y relativos (los árboles les impiden ver el bosque); o bien sus vidas están completamente vacías o destruidas (y emplean ese discurso para resarcirse); o bien sus discursos simplistas ofrecen deducciones tramposas.

Durante estos años y debido a mi vocación he podido viajar mucho y conocer a muchos de ellos en congresos, empresas y cafeterías. Delante de mí, cuando sentían confianza, aparcaban sus entusiastas discursos y me compartían su lado más oscuro, ese en el que volvían a las habitaciones de hotel y se sentían completamente vacíos, vendiendo algo en lo que no creían. Aunque muchos limpiadores de conciencia ganan mucho dinero con lo que hacen de una forma que considero deshonesta, he comprendido que la práctica totalidad de ellos son tan solo buenas personas que tratan de superar u ocultar su desesperanza fabricando y tratando de vivir en realidades idílicas paralelas. Es un mecanismo de supervivencia como cualquier otro, uno más entre la larga colección de ellos que se acumulan en el catálogo humano de defensas.

El verdadero problema de estas personas es que no son conscientes de su enorme capacidad de impacto e influencia a la hora de suspender el pensamiento crítico de la gente. No calibran -lo se porque hablo con ellos- la gran distorsión social que inconscientemente generan, ignoran o soslayan su proactiva contribución a la inercia global de un sistema y un modelo de vida exagerado, por momentos distópico, insostenible ya a nivel social y ambiental, y claramente decadente.

La verdadera grieta de este discurso reside en necesitar abolir el pensamiento crítico y analítico para apreciar la belleza de la vida. Su gran fallo endémico consiste en necesitar negar el contexto aceleradamente malvado, perverso y negativo de nuestras sociedades para enseñarnos a apreciar la inmensa cantidad de realidades positivas que generamos como seres humanos a diario. En esta infantilización de la vida en la que todo se divide en cosas que suman (positivas) y cosas que restan (negativas) también hay un ejercicido de evasión continua del dolor consustancial a la naturaleza y a la vida. Al educar a alérgicos al sufrimiento y multiplicar negacionista de la adversidad, promueven una visión de la existencia azucarada movida por el instinto del autoengaño continuo.

Así, los limpiadores de conciencia acentúan un único lado de la vida con sus razonamientos (a menudo muy fundados) generando una distorsión de la realidad que empobrece el mundo y nos envilece hasta convertirnos en personas que en lugar de realizar autocrítica, se autojustifican. Muchos de ellos emplean -al igual que hacían los sofistas- razonamientos o reflexiones que siendo aparentemente lógicas adolecen de una enorme cantidad de sesgos cognitivos y atajos mentales.
 

EL MERCADO DE LA CONCIENCIA TRANQUILA

En un mundo en el que todos somos responsables -en diferente proporción- de lo que nos está ocurriendo como especie, como sociedades, como empresas y como individuos, es fácil entender que el mercado de la conciencia tranquila tenga una enorme cantidad de potenciales clientes que deseen dar la espalda a la oscuridad y convencerse de que ellos hacen lo correcto.

Si bien para poder comer todos en algún momento participamos de algún sistema o empresa o iniciativa con la que no estamos alineados alimentando la inercia global que caracteriza a nuestra época, la gran diferencia de la mayoría de personas respecto a los limpiadores de conciencia es que éstos dedican la práctica totalidad de su tiempo a hacer que todo el mundo se sienta bien. Olvidan que sentirnos mal por hacer algo es necesario para saber que debemos modificar nuestro comportamiento. Y en esta huida de la asunción de responsabilidad, ubican a las personas ante un eterno precipicio: la capacidad de sacar a todo el lado positivo, cuando hay cosas que sencillamente no lo tienen. Si fomentar la alegría y el optimismo inteligente es algo saludable, aparentar continuamente alegría y divulgar un optimismo infantil y ñoño nos devuelve a las cavernas.

Hay limpiadores de conciencia en todos los estratos y esferas de nuestras sociedades. Considero limpiadores de conciencia -solo por poner algunos ejemplos- al gurú aspiracional Tony Robbins cuyo despropósito moral y abuso manipulatorio queda bien retratado en el documental I am not you guru; al psicólogo positivo y antiguo presidente de la Asociación Americana de Psicología Martin Seligman que ha favorecido una fiebre de optimismo incoherente en las empresas; a los nefastos terapeutas y psicólogos del autoengaño con el inclasificable Rafael Santandreu a la cabeza, al que el bueno de Buenafuente puso en su sitio; pero también a intelectuales muy sesudos como Steven Pinker -sus libros The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined (2011) y Enlightenment Now. The Case for Reason, Science, Humanism and Progress (2018) son de obligada lectura aunque discutibles pero le han llevado a olvidar los grandes males endémicos de nuestro tiempo- o Jordan Peterson -su continua cruzada contra la corrección política es admirable pero le ha llevado a defender tesis radicales y a ser el abanderado de referencia del más reaccionario y manipulador populismo-.

Son limpiadores de conciencia por lo general la práctica totalidad de coaches motivacionales, life coaches y escritores de autoayuda que empaquetan, venden y comercializan mensajes y narrativas que en lugar de fomentar la asunción de responsabilidades sociales se centran en la conformación de una autoestima individual hipervitaminada a prueba de bombas o cuestionamientos. Pertenecen al mercado de la limpieza de conciencia iniciativas como Mister Wonderful, literalmente «tienda online de recursos felices para alegrar al personal» o la actual fiebre de la búsqueda de la felicidad en las empresas, con el World Happiness Index, el zumbado de Tony Hsieh y toda la ralea de seguidores e influencers del marketing experiencial, también los conferenciantes que gritan medio drogados para agitar a la gente (para la posteridad queda el paradigmático acto de Microsoft en el que su antiguo Presidente Steve Ballmer chillando -y sospecho que drogado- se erige en apostol máximo de los limpiadores de conciencia que practican la exhaltación identitaria), los videos con reflexiones obvias en el coche que se multiplican como esporas en linkedin (si vas a buscar a tus hijos al cole no hace falta que me lo cuentes, descuida), y la apariencia y la comunicación corporativa engañosa.

El mercado de la conciencia tranquila ha generado una industria de la certificación que sirve a estos intereses. Así, son limpiadores de conciencia los sellos Best Place to Work y similares en los que empresas con prácticas de contratación aberrantes adquieren relevancia mediática; al igual que los consultores o auditores que dedican su esfuerzo diario a limpiar la conciencia de empresas que intencionadamente atentan contra el interés general de todos en su persecución de su legítimo interés propio. Son limpiadores de conciencia igualmente los fondos de inversión que especulan con la economía verde para inflarla y destruirla o las marcas alimenticias que incluyen la palabra BIO, ECO o EKO, sin responder a criterios ecológicos en su cadena de producción. Como ves, lector o lectora, el espectro de limpiadores de conciencia es amplio y va desde lo más académico a lo más vulgar.

Todos ellos nos invitan y nos lo ponen fácil para sentirnos bien, cuando en realidad el progreso y el desarrollo de la humanidad se ha basado precisamente en las personas que se han sentido mal con las injusticias que veían y han tratado de superarlas. Señalar lo malo mejorable es el paso previo para mejorarlo.

No soy un iluso, se que vivimos una guerra de relatos y narrativas, se que la inmensa cantidad de información existente nos obliga a escoger nuestra propia racionalidad simplificando la lectura del mundo. También se que esto nos lleva a vivir continuamente en un universo de buenos y malos, una realidad en la que prima una sociedad militarizada a nivel dialógico (basada en el ataque o la defensa) con el ánimo de que cada cual defienda su razón (lo que considera correcto o incorrecto) y no haga el esfuerzo por construir de forma colectiva y mediante el encuentro la Razón común. Se que todo esto existe, lo vivo a diario en mis intervenciones y sesiones. La diferencia es que sabiendo que esta es la realidad, dedico mi vida diaria a combatirla.

Soy consciente de que emergen foros, círculos, movimientos y fábricas de pensamiento que desvisten la vida y la interacción humana de su complejidad inherente, que tratan de dictarnos razones atentando contra esa Razón colectiva. Veo cómo las personas consumimos o hacemos uso de comprensiones del mundo a menudo distorsionadas, irracionales y polarizantes en una sucesión de cajas de resonancia autocomplacientes. Estas cajas de resonancia, a su vez, están aumentadas o multiplicadas por la tecnología y el algoritmo impenitente.

Los adalides del optimismo informado como Jordan Peterson, Steven Pinker o Bill Gates son paradójicamente los mismos que están en boca de los más reaccionarios e inmovilistas. Curiosamente ningún activista que promueve cambios los nombra. Hace ahora unos años estos dos últimos, Pinker y Gates (al que se le ha despertado una vocación de ayudar al mundo que era invisible en él antes de jubilarse) incluso nos regalaron una conversación sobre las enormes mejoras de la humanidad y la «sorprendente distancia entre la sensación de pesimismo diario de la gente y el progreso real de nuestras sociedades» que les «hace creer en esa antigua moda que solía llamarse progreso«. En la conversación les faltó felicitarse por el maravilloso mundo que tenemos. En este doble juego moral en el que uno se permite haber sido el presidente de una de las grandes multinacionales del mundo favorecedora de políticas destructivas de nuestro tejido social, empresarial y ambiental, y a la vez ser un nuevo adalid de la lucha contra el desastre que ha generado, el propio Bill Gates, gurú de la innovación, incluso tontea desde hace años con propuestas y consejos contra el cambio climático.

Lo realmente sorprendente es que estos influyentes individuos no vean o nieguen la progresiva neofeudalización del mundo gracias al franco retroceso que se ha producido en aspectos como el poder adquisitivo, la redistribución de la riqueza o la ampliación de la miseria, centrados siempre en atender o subrayar los aspectos cotidianos en los que es innegable que hemos mejorado enormemente (descenso de la violencia sistémica, muertes por accidentes en tránsito, mortalidad infantil, mortalidad maternal, mortalidad por accidentes aéreos, descenso del hambre severa). A veces pienso que no es incapacidad o descuido, sino verdadero propósito de subvertir la realidad.

En realidad el trabajo de todas estas personas consiste a menudo en defender que la influencia de la civilización humana occidental moderna (ética judeocristiana, capitalismo y democracia) y el trabajo de toda la humanidad en los últimos 350 años lo ha mejorado todo enormemente, por lo que lo justo ahora es celebrar nuestro progreso. Nos dicen que las noticias solo habla de aspectos negativos que nos mantienen en un pesimismo constante (y estoy de acuerdo), pero olvidan que su defensa del lado positivo de la vida no anula ni nos hace revertir el equivocado camino que estamos siguiendo (las evidencias científicas son ya un estruendo).

Es fácil caer en este tipo de discursos autocomplacientes porque nos insuflan de una ilusa aunque refrescante esperanza en una época humana caracterizada por la perversión continua de las relaciones y la demolición planificada del Estado social y democrático de derecho, la salud mental y las clases medias. La obra de Pinker es una recopilación admirable de datos puesta al servicio del entusiasmo y el optimismo de quienes gobiernan y dirigen el mundo. Son precisamente ellos los que frecuentemente les citan, les llaman para pedirles opinión y les encumbran. Y no lo hacen para cuestionar sus decisiones ejecutivas (las que nos están llevando a un callejón sin salida) sino para justificarlas con una buena selección de datos y argumentos.
 

LA ALTERNATIVA AL AUTOENGAÑO Y LA AUTOCOMPLACENCIA

La alternativa a estos discursos sencillamente es una suma de esfuerzo indagativo, dedicación de tiempo, visión integral y compromiso sostenido a largo plazo. A menudo escucho a empleados que tratan de cambiar las cosas en sus empresas repitiendo una y otra vez: «No es esto lo que deberíamos hacer pero algo es algo». Al entender que cualquier acto de impacto directo positivo en alguien a inmediato plazo puede entenderse como una transformación de la sociedad, olvidamos que nuestras sociedades y nuestro modelo de relaciones necesita ser repensado y replanteado desde la raíz. Al fomentar que los directivos de las empresas y los propios trabajadores se conformen con eventos de donaciones, gestos solidarios puntuales, medidas de beneficio al empleado coyunturales o actos de postureo corporativo, trasladamos el mensaje de que todo vale como cambio significativo.

En realidad aprecio y valoro mucho los gestos de las compañías y empresas en las últimas décadas; solo añado que estos gestos son completamente insuficientes si detrás de ellos subyace un comportamiento social meramente extractivo y egoísta. La alternativa al autoengaño continuo de fijar un presupuesto social y otro presupuesto económico es comprender las organizaciones como entidades capaces de manejar indicadores de beneficio no solo económico sino también contextual. La alternativa al librecambismo radical que defiende que el ser humano solo se relaciona en una sola dimensión (la económica) es incorporar otras dimensiones a la cartografía humana de las empresas.

En este sentido iniciativas de comercio justo, producción ecológica o empresa social se abren paso en nuestros días de forma minoritaria y con dificultad. Alternativas como los sellos de agricultura ecológica con base normativa en el Reglamento 834/07 de la Unión Europea, o los sellos de empresa social como B Corp (esperemos que el sello conserve su actual rigurosidad y coherencia) son sobradamente bienvenidas. La alternativa a la autocomplacencia y la caridad empresarial a la que nos tenía acostumbrados la moda de la Responsabilidad Social Corporativa consiste en pensar las empresas y organizaciones de una manera integral, y no solamente económica.

Hay ejemplos, se puede hacer, y estamos en el buen camino. Solo hay que remar y dejar de celebrar el barco o bendecir el viento, queridos limpiadores de conciencia.
 

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Por qué el pensamiento empresarial es suicida

Por qué el pensamiento empresarial es suicida

 

«I love not man the less, but Nature more.«

maestro Lord Byron

 

Este será un breve artículo en el que niego la mayor. Considero que el conjunto de palabras pensamiento empresarial es un oxímoron. A saber, afirmo que estamos obligados por imperativo de supervivencia a reformular las bases, medios, motivaciones y fines defendidas por toda la historia del pensamiento empresarial. En este artículo defenderé que la manera en la que hemos vivido y trabajado hasta hoy no tiene ya futuro porque todo la arquitectura intelectual que mantiene el funcionamiento de las empresas nos ha procurado un enorme dolor y un indecible sacrificio a cambio de beneficios coyunturales, todo lo cual resulta ya insostenible para la humanidad en su conjunto (a nivel demográfico, social y mental) y para el planeta que habita (a nivel biológico, ecológico y ambiental).

En concreto trataré de argumentar la afirmación que encabeza este texto como título. A medida que continúo con mi larga investigación sobre las causas del malestar de nuestra especie, encuentro claros y evidentes hallazgos cuyos hechos se sustentan en el tiempo. Estas averiguaciones están dando forma a una serie de libros. Hoy quiero compartir de forma sintética uno de los hallazgos contenidos en uno de ellos. Me refiero a la tesis que resumo en esta oración:

El pensamiento empresarial y los sistemas de gestión representan el 4º descubrimiento más determinante de la historia humana tras la agricultura, la escritura y la ciencia, y a la vez son el elemento ecosistémico más suicida de toda la historia natural del planeta Tierra.

Ningún otro factor de presión histórico ha logrado tan sistemáticos, globales y efectivos resultados atentando contra la salud humana y la continuidad de la vida en el planeta. La manera en la que los seres humanos hemos entendido hasta hoy el pensamiento empresarial, ha logrado por sí misma procurarnos cortos periodos y restringidos entornos de estabilidad, pero al más elevado coste natural de la historia de la vida en la Tierra y en detrimento de la enorme mayoría de personas. Más en concreto hablo de que todo esto se ha producido durante toda la historia del pensamiento empresarial desde su gestación en la Edad Moderna hasta su consolidación en la Edad Contemporánea, pero que se ha acentuado insosteniblemente con la completa perversión del pensamiento empresarial en la posmodernidad del siglo XXI (un siglo que considero históricamente inaugurado a finales de los años 80).

Nadie puede decir que el pensamiento empresarial no haya sido efectivo. Lo que precisamente aquí defiendo es que ha sido profundamente amoral, dañino e inconsciente de la manera más efectiva en la que ningún otro elemento o herramienta empleado por un ser vivo ha podido serlo.

Para defender esta tesis que acabo de resumir, permíteme, lector o lectora, emplear el resto del artículo.

Comenzamos.
 

En mitad de una realidad social llena de incertidumbre, confusión y ruido, toda el enorme ecosistema del pensamiento empresarial con sus escuelas de negocio, congresos, libros, expertos y conferencias no ha logrado resolver o disminuir un ápice la ansiedad, la frustración y el malestar colectivos que el funcionamiento de las organizaciones lleva décadas generando en las personas. Antes bien, toda esa amalgama de profetas y profecías, toda esa religión y esos apóstoles han contribuido -hemos contribuido- década tras década hasta hoy al desastre social y climático que se avecina. Ocupamos horas y páginas enteras hablando de marketing de guerrilla, de empresa aspiracional, de marca personal, de innovación continua, de futuro del trabajo o de liderazgo (con todos sus apellidos), y al hacer todo esto la consecución del desastre se acelera.

La manera en la que todavía entendemos los mercados, el trabajo y las empresas nos envilece, nos sitúa en una exposición continua a caprichos y voluntades inconscientes y externas. Al adorar al dios «mercado» y a sus apóstoles de «tendencias», entregamos el presente y el futuro de la humanidad a un reducido grupo de personas que deciden por nosotros. Personas que no se caracterizan por su sensatez o su ética sino por su inteligencia práctica, su habilidad persuasiva, su ambición desmedida y su socialmente premiada avaricia.

Existen hoy dos verdades innegables. La primera de ellas es que en cada época de la historia de la humanidad triundan sistemáticamente los listos, esto es, los que saben crear y aprovechar su momento defendiendo lo que a ellos les interesa; y son continuamente castigados o ignorados los sabios, esto es, los que saben comprender y defender lo que a todos nos interesa. La segunda verdad es que con el tiempo los listos siempre se olvidan y desaparecen, y con suerte los sabios prevalecen y son siempre recordados para cuando su pensamiento ya no es útil para ellos. Por descontado los listos lideran las empresas, y los sabios se ven cada vez más obligados a salir de ellas.

El problema es que si bien hasta hoy la humanidad se ha podido permitir no escuchar a los sabios en su época y esperar a que posteriores generaciones los escucharan, hoy no disponemos ya de tanto tiempo. Todas las evidencias sociales, económicas y científicas que estoy encontrando en mi investigación apuntan en una dirección: El tiempo de descuento ha comenzado a nivel humano y ecológico. Y mientras los listos hoy se multiplican a través de un sinfín de canales y de medios aumentando el ruido y la mierda, los sabios palidecen y son vistos como desfasados o agoreros.

Nuestro bienestar agoniza en gran medida porque las dinámicas empresariales de las que todos participamos nos invitan a competir y sentirnos cada cierto tiempo insatisfechos. Hemos construido modelos de relaciones que cada vez se fundan menos en la convivencia y más en una comprensión totalitaria de las sociedades de consumo. Mantenemos a la humanidad en una suerte de insatisfacción continua, con fácil acceso a infinitas e inmediatas opciones de consumo que nos aportan fugaces satisfacciones. Hacemos esto en lugar de promover lo contrario: sociedades de personas satisfechas que aprendan a experimentar puntuales insatisfacciones. Hemos hecho que lo primero sea rentable y lo segundo imposible.

La incandescente exigencia de los mercados globales genera en nuestra realidad diaria tensiones continuas y sistémicas que impiden la consecución de una vida plena. El bienestar social y la salud individual se resienten en contextos laborales que nos ahogan y desmotivan. Incluso los intentos o las promesas de incorporar color (en edificios, oficinas, marcas o post-its) a una realidad empresarial absolutamente gris (aburrida, recurrente y miserable) acaba generándonos escepticismo y recelo. En un contexto donde todo se mercantiliza es complicado comprometerse o fiarse de algo o de alguien.

En lo tocante a la misma vida biológica, ya no hay ninguna duda: el deseo de extender las ideas del crecimiento ilimitado, la rapidez y la efectividad a todos los ámbitos humanos, ha generado problemas ecológicos severos que están destruyendo las condiciones ambientales del planeta tal y como lo hemos conocido desde la primera vez que comenzamos a construir sociedades complejas hace 10.000 años. El pensamiento empresarial, profundamente efectivo y contrario a la sensatez y la ética, es el actor fundamental de este homicidio. Me refiero más en concreto a que las actuales bases del pensamiento empresarial tienden a descontextualizar los medios en la búsqueda continua de fines abyectos y procaces. En otras palabras, el pensamiento empresarial que conocemos es absolutamente suicida y sus apóstoles representan nuestra peor pandemia. ¿De qué sirven todos esos grandes modelos de gestión «exitosos» si destruyen la propia salud mental, la convivencia, la vida?

En lo tocante a la ética, hace mucho tiempo que los entornos empresariales no inspiran ninguna confianza ni son sinónimo de honestidad para la gente. Ni las engañinas campañas de publicidad ni los desesperados intentos de lavado de imagen (eco, co, fem,…) de las grandes corporaciones les ayudan a mejorar su reputación. Las empresas siguen siendo tan solo un mal necesario que entendemos como obligatorio. En otras palabras, a menudo vamos a trabajar en tareas que aborrecemos contribuyendo a propósitos injustos.

En buena medida somos víctimas de este bucle infinito porque nosotros mismos lo alimentamos. Adquirimos compromisos y entendemos los ritos de paso de la vida en sociedad de una manera esclavista. En nuestro tiempo madurar significa perder creatividad, libertad y coherencia. Nuestras elecciones nos limitan, nos obligan a trabajar para personas y empresas que no queremos, y con el tiempo aprendemos a justificar y autoconvencernos de que esas mismas limitaciones y esas acciones de nuestra propia vida son correctas. Es así como nos adherimos a ideologías económicas de todo signo y participamos de la insensatez global sacando pecho mientras el mundo natural y el humano están al borde una gran caída.

Por decirlo claramente cada uno de nosotros contribuye a la inercia social suicida en clave histórica y continuista: nuestras limitaciones pasan de una generación a otra fortalecidas e incluso crecen y se engordan para aumentar el problema. Nuestros hijos heredan las consecuencias de nuestras malas decisiones y se ven abocados a seguir idénticos y viejos caminos equivocados pero con renovados aspectos y apariencias siempre jóvenes. Y en esto son iguales ricos y pobres porque la sociedad que heredan tanto unos como otros es para todos la misma. El sentimiento de vacío e insatisfacción acaba afectando a todos en su correspondiente contexto y su proporcional medida.

Motivados por una comprensión del mundo extractiva, por una persecución voraz de la rentabilidad económica inmediata y por el ideal del eterno crecimiento, la cantidad sustituye a la calidad, y lo rápido a lo lento. Hasta tal punto la empresa nos envilece que ningún profesional serio con cierta experiencia laboral se atrevería a negar hoy que en la mayoría de entornos de trabajo ser buena persona es contraproducente. Equivale a ser idiota, ingenuo, inocente en un mundo donde solo nos lideran los que aprenden a dormir sabiéndose culpables. El maquiavélico triunfa sobre el platónico en toda carrera corporativa. La solidaridad y la compasión son vistas como una debilidad en un entorno competitivo continuo. En una suerte de espiral diabólica, el mezquino, el egoísta y el miserable ascienden en estructuras laborales cuyos modelos de negocio se nutren y explotan nuestras peores instintos.

En lo tocante a la esperanza por mejorar la realidad presente, la ingesta continua de metodologías, conceptos, teorías y herramientas superficiales de las que nos suministran el management tradicional y las continuas profecías de innovación, solo aumentan el desengaño y el hastío de la gente. Los trabajadores acuden a cursos en los que no obtienen respuestas, y trabajan en lugares que penalizar el planteamiento de preguntas interesantes. Las personas acumulan certificados y títulos, avanzan en sus carreras profesionales mientras detienen o congelan sus vidas. Continúan con una existencia vacía que les aleja del disfrute y el goce de la belleza de la vida. En este sentido los entornos laborales tal y como los comprendemos nos alejan de la vida presente y nos acercan a la muerte. Toda la parafernalia empresarial existente engorda la religión del trabajo y mata de hambre la verdadera razón de nuestra existencia: la vida. Una enorme burbuja de felicidad aparente y profesionales realizados esconde historias individuales de personas con almas completamente rotas. Paradójicamente los que tratan de inspirarlos o ayudarlos están aún peor. Lo digo porque les conozco.

Una nueva manera de comprender las relaciones humanas y los entornos productivos y reproductivos pide paso. Se hace necesaria una profunda reflexión sobre las bases fundamentales de nuestro entendimiento de la vida y el trabajo. Las sociedades de consumo deben dar paso a las sociedades de cuidado basadas en un entendimiento integral de la vida que incluya la economía pero que no nos esclavice a ella. El viejo maestro Aristóteles diría que lo que tenemos hoy no es economía (administración sensata del hogar), sino crematística (adquisición y acumulación deshumanizante de riquezas).

Nuestras relaciones, costumbres, horarios y expectativas deben cambiar, necesitan cambiar si queremos un presente y un futuro relativamente dignos de ser vividos por nuestros hijos. Ese ha sido y sigue siendo hoy mi compromiso. A esto dedico mis días. Y no soy el único, aunque reconozco que en absoluto somos muchos. Por eso, lector o lectora, te pregunto… ¿Te animas a acabar con el pensamiento empresarial suicida?
 

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