por David Criado | Sep 21, 2012 | INICIATIVA y SUPERACIÓN

«I have a dream«
Martin Luther King, gradas del Lincoln Memorial, 28 Agosto, 1963
ESTO ES LO QUE SOMOS.
LA INICIATIVA EXPLICADA A PARTIR DE UN DISCURSO HISTÓRICO:
No ignoro que algunos de ustedes han llegado hasta aquí con grandes esfuerzos y problemas. Algunos de ustedes sufren directamente desde sus tradicionales puestos de trabajo. Algunos de ustedes han venido de áreas donde su búsqueda de la libertad y la creatividad los ha dejado golpeados por la tormenta de persecución y derrumbados por los vientos del individualismo. Ustedes han sido los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la fé de que el sufrimiento no merecido es redentorio. Alimenten la esperanza de que un día sus pequeños esfuerzos darán fruto. Regresen a su gran empresa; regresen a su realidad cotidiana; regresen a sus procedimientos; regresen a sus cubículos y departamentos aislados; regresen al modelo productivo de la fábrica, háganalo sabiendo que de alguna manera esta situación podrá y será cambiada. No nos cebemos en el valle de la desesperación.
Hoy les digo a ustedes, mis amigos, que aunque nosotros enfrentemos las dificultades de hoy y de mañana, todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño de nuestros abuelos y padres emprendedores, el sueño de que un día cada trabajador surgirá y vivirá verdaderamente el credo que reza «Este país se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo.» (1)
Tengo el sueño de que ese día en los entornos de trabajo tradicionales, los hijos de los actuales asalariados y los hijos de los actuales emprendedores se sentarán juntos a la mesa de la hermandad.
Tengo el sueño de que un día incluso el empleado que está empezando, ese muchacho que arde por el calor de la ilusión, podrá aportar valor al crecimiento de su empresa y que esa empresa le aportará también valor a él.
Tengo el sueño de que mis futuros hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por intentar cambiar las cosas, sino por el valor que tiene el esfuerzo de cambiarlas.
Hoy tengo un sueño.
Tengo el sueño de que un día en las grandes corporaciones, con sus pesadas estructuras, con sus dirigentes con las bocas llenas de palabras como equipo y motivación, un día aquí en este país las empresas, pequeñas y medianas, podrán unir las manos con otras pequeñas y medianas hermanas.
Hoy tengo un sueño.
Yo tengo el sueño de que algún día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas. Los lugares más ásperos serán aplanados y los lugares torcidos serán hechos rectos, y la inteligencia del bien común será compartida y todo género humano se verá junto.
Esta es nuestra esperanza: Transformar la cultura de las organizaciones en España a través del aprendizaje en equipo. Esta es la fe con la cual yo construyo mi trabajo cada día. Con esta fe podremos labrar de la montaña de la desesperación, una piedra de esperanza. Con esta fe podremos transformar el sonido discordante de la crisis en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe podremos trabajar juntos, salir de esta juntos, luchar juntos, ir hasta el final juntos, pararse juntos por nuestro desarrollo, sabiendo que algún día seremos libres, y este es el día. Este será el día cuando todos los hijos de los que ahora trabajan podrán cantar con nuevos sentidos «Mi sueño es el tuyo, dulce tierra de libertad. Yo te canto, tierra donde mi padre murió trabajando, tierra del orgullo de los valientes. De cada lado de la montaña, dejemos resonar la libertad.»
Y si esta tierra va a ser una gran nación, esto tendrá que hacerse realidad.
Si es así dejen resonar este sueño desde la cima de los montes Pirineos; dejen resonar este sueño desde las poderosas montañas de Sierra Nevada; dejen resonar este sueño desde la meseta castellana; dejen resonar este sueño desde las rocas costeras de Galicia; dejen resonar este sueño desde las altas montañas de Cantabria, de Euskadi, de Asturias; desde las pequeñas cooperativas de agricultores; desde las grandes empresas energéticas, la sucursal de banco, el pequeño comercio y los nuevos negocios digitales; dejen resonar este sueño desde los valles de Catalunya hasta Málaga; desde la multinacional al funcionario; desde los puestos directivos hasta la pequeña cadena de montaje.
«De cada lado de montaña dejen resonar la libertad.» Y cuando ésto pase y cuando dejemos resonar este sueño, cuando lo dejemos resonar de cada aldea y cada caserío, de cada estado y cada ciudad, de cada departamento y unidad dentro de la empresa, de cada humilde equipo, podemos apurar el día en que todos los hombres y mujeres, sean junior o senior, de izquierdas o derechas, viejos o jóvenes, pequeños o grandes, podamos unir nuestras manos y trabajar por ese momento en que entonemos el siguiente canto a nuestro esfuerzo:
«Libre al fin, libre al fin para ser la mejor versión de mí mismo. Gracias a todos por este sueño compartido, somos libres al fin.»
NOTAS:
Adaptación del discurso de Martin Luther King
(1) Extracto de la Constitución española de 1978
por David Criado | Sep 21, 2012 | INICIATIVA y SUPERACIÓN

I want to share with you some interesting thoughts for this time in my/your live. Remember: never give in, never give in, never give in.
«I have wrestled with an alligator. I done tussled with a whale. I done handcuffed lightnin’ thrown thunder in jail. That’s bad. Only last week, I murdered a rock. Injured a stone. Hospitalized a brick. I’m so mean I make medicine sick. Bad. Fast. Fast. Last night I cut the light off in my bedroom, hit the switch, and was in the bed before the room was dark. All you chumps are gonna bow when I whoop him, all of you, I know you got him, I know you’ve got him picked, but the man’s in trouble, I’m gonna show you how great I am.I´m going to show you how great I am.»
Muhammad Ali
«I don’t know what to say really. Three minutes to the biggest battle of our professional lives all comes down to today. Either we heal as a team or we are going to crumble. Inch by inch, play by play till we’re finished. We are in hell right now, gentlemen, believe me and we can stay here and get the shit kicked out of us or we can fight our way back into the light. We can climb out of hell. One inch, at a time.
Now I can’t do it for you. I’m too old. I look around and I see these young faces and I think I mean I made every wrong choice a middle age man could make. I uh…. I pissed away all my money believe it or not. I chased off anyone who has ever loved me. And lately, I can’t even stand the face I see in the mirror.
You know when you get old in life things get taken from you. That’s, that’s part of life. But, you only learn that when you start losing stuff. You find out that life is just a game of inches. So is football. Because in either game life or football the margin for error is so small. I mean one half step too late or to early you don’t quite make it. One half second too slow or too fast and you don’t quite catch it. The inches we need are everywhere around us. They are in ever break of the game every minute, every second.
On this team, we fight for that inch. On this team, we tear ourselves, and everyone around us to pieces for that inch. We CLAW with our finger nails for that inch. Cause we know when we add up all those inches that’s going to make the fucking difference between WINNING and LOSING between LIVING and DYING.
I’ll tell you this in any fight it is the guy who is willing to die who is going to win that inch. And I know if I am going to have any life anymore it is because, I am still willing to fight, and die for that inch because that is what LIVING is. The six inches in front of your face.
Now I can’t make you do it. You gotta look at the guy next to you. Look into his eyes. Now I think you are going to see a guy who will go that inch with you. You are going to see a guy who will sacrifice himself for this team because he knows when it comes down to it, you are gonna do the same thing for him.
That’s a team, gentlemen and either we heal now, as a team, or we will die as individuals. That’s football guys. That’s all it is. Now, whattaya gonna do?»
Tony D´Amato (Al Pacino) en Any given Sunday (Oliver Stone, 1999)
«Our deepest fear is not that we are inadequate. Our deepest fear is that we are powerful beyond measure. It is our light, not our darkness that most frightens us. We ask ourselves, Who am I to be brilliant, gorgeous, talented, fabulous? Actually, who are you not to be? You are a child of God. Your playing small does not serve the world. There is nothing enlightened about shrinking so that other people won’t feel insecure around you. We are all meant to shine, as children do. We were born to make manifest the glory of God that is within us. It’s not just in some of us; it’s in everyone. And as we let our own light shine, we unconsciously give other people permission to do the same. As we are liberated from our own fear, our presence automatically liberates others.»
Marianne Williamson, A return to love: Reflections on the principles of a course in miracles
«Never give in. Never give in. Never, never, never, never — in nothing, great or small, large or petty — never give in, except to convictions of honor and good sense. Never yield to force. Never yield to the apparently overwhelming might of the enemy.»
sir Winston Churchill
por David Criado | Sep 13, 2012 | INICIATIVA y SUPERACIÓN

En uno de los puertos más concurridos de Barcelona, en un muelle alejado de la entrada para coches, muy cercano al dique de contención, se encuentra amarrado un barco velero al que mi tío llamó Shanti Andia en honor al colosal marinero de Lúzaro. Desde que compró el primer bote en el que apenas cabían él y mi tía Mari Ángeles, en realidad todos sus barcos se han llamado siempre «Shanti Andia«. Nunca me ha explicado nada acerca de esta tradición pero se que se trata de un esfuerzo personal por perpetuar su sueño.
Shanti Andia, ese niño vasco imaginario que soñaba con increíbles aventuras en el mar, imaginaba cada noche en el camastro de su cuarto el acto de la izada. Un buen día fue a puerto y se embarcó. Su sueño entonces fue una realidad. Porque izar las velas en un barco para que pueda navegar supone dejarse llevar por el viento o enfrentarse a él. Significa movimiento y es el esfuerzo continuo por mantener las velas elevadas en armonía con el viento y con el mar. Connota iniciativa, responsabilidad, superación y el claro objetivo de elevar aquello que te llevará a donde desees.
Por eso en pleno centro de Madrid (Calle Reina Mercedes, 7) un equipo de 4 socios y 14 personas ha trabajado para ofrecerte un espacio de desarrollo personal y profesional que te ayude a izar las velas. Algo que nos vuelva a conectar con lo que realmente queremos y podemos ser y hacer, un espacio idóneo para materializar tus sueños. Nuestra vocación es construir contigo un ecosistema real basado en el intercambio y el beneficio mutuo. Como no podía ser de otra forma, hemos llamado a nuestro sueño IZADA y queremos que en él convivan diferentes líneas de trabajo:
- una espacio de emprendimiento, innovación y creatividad centrado en tí, en tu proyecto o en tu equipo con cursos, talleres, encuentros y experiencias diferenciales. Te ayudaremos a encontrar el camino necesario para prototipar nuevos modelos de trabajo o de negocio, para desarrollar tu idea o favorecer el cambio de visión.
- un servicio de consultoría en innovación para el desarrollo organizativo y la implantación de sistemas de gestión de calidad, planes estratégicos y de comunicación de impacto y fomento de elementos identitarios (misión, visión y cultura)
- un servicio de coaching ejecutivo in-company o en el propio espacio que te ayude a visualizar nuevos escenarios, construir nuevos modelos, inspirarte y explotar el talento de las personas.
- un servicio terapeútico para tu desarrollo personal con diferentes enfoques que genere los cambios necesarios para mejorar nuestra calidad de vida y nuestro bienestar emocional. Te ofrecemos nuestro acompañamiento para construir un camino y aprender nuevas maneras de ser y estar. Hemos diseñado itinerarios de desarrollo personal centrados en diferentes ámbitos de trabajo: psicomotricidad, talleres didácticos, terapia individual, infantil y juvenil, de pareja,…
- un enfoque social. Desarrollaremos iniciativas éticas de responsabilidad social con becas anuales para el apoyo al emprendimiento o el cambio laboral de personas. Si quieres reinventarte, podemos asesorarte con el cambio. Basaremos nuestra gestión interna en el cuidado de las personas y apostaremos por iniciativas saludables para nuestro entorno.
- una comunidad de coworking autogestionada donde compartir ideas y desarrollar proyectos. Actuará como plataforma de construcción creativa para emprendedores, negocios asentados y startups.
Además de colaborar y fortalecer la red Izada, la iniciativa jugará un papel clave en la construcción y dinamización de esta nueva comunidad de coworking. Los desayunos de los viernes se convierten en un marco donde poder hablar, escuchar y nutrirse de otras experiencias y conocimientos. De manera frecuente, contaremos con la participación de personas especiales, profesionales de disciplinas interesantes que quieran compartir su experiencia con la comunidad. La comunidad dispondrá de un espacio de concentración y creatividad propio, de zonas flexibles de trabajo y de importantes descuentos en todas las actividades desarrolladas dentro del ecosistema. Queremos contar con personas que sientan que este es su momento y queremos convertir ese momento en valor extraordinario.
No preguntes qué es Izada, pregúntate qué quieres que sea para tí 😉
por David Criado | Sep 11, 2012 | EQUIPOS y BIEN COMÚN

«Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista«.
Michael Levine (publicista)
Si lo más importante para las personas fuera el dinero, nadie tendría hijos. No dan dinero.
Si lo más útil para nosotros fuera nuestra alimentación, nadie acogería a un nuevo estómago. De hecho casi siempre alimentamos a nuestros hijos a menudo quitando la comida de nuestro propio plato.
Si para tener un hijo intentáramos rellenar de forma coherente, junto con nuestra pareja, cada uno de los 9 huecos del business model canvas –recursos clave, propuesta de valor, alianzas, actividades, relaciones con el cliente, segmentos de mercado, canales, costes e ingresos– nadie en su sano juicio decidiría tener hijos. No es un modelo de negocio en el que un inversor invertiría.
Si lo más importante para las personas fuera el retorno de inversión a la hora de tener un hijo, nadie lo tendría. No lo tendrían ni en Sudán, ni en en la R. Democrática del Congo donde ni siquiera las madres pueden sobrevivir a veces e incluso sufren la lacra de violaciones con transmisión de SIDA. Tampoco en la selva peruana donde las condiciones son extremas, ni en China donde todos miran la efectividad, ni siquiera en Europa donde nos aferramos a nuestra calidad de vida. En ningún caso tener un hijo es rentable.

Y sin embargo miren el gráfico que tienen sobre estas líneas. Es la tasa bruta de natalidad en el mundo. Colores más cálidos significan más hijos por persona, colores más fríos, menos hijos. Podemos decir que incluso cuando uno no tiene aparentemente nada, tiene hijos.
Si para decidir si tienes o no tienes hijos, tuvieras que segmentar, humanizar, empatizar y validar de acuerdo al mapa de empatía cuál es el mercado que actualmente está preparado para el producto HIJO, ninguno de nosotros tendría un hijo. Probablemente ninguno utilizaría las herramientas de resolución creativa de problemas de la D-School de la Universidad de Standford. Pese a que muchos hacen dinero alrededor de este producto, ningún mercado ni cliente ni proveedor está pensado para comprar este producto. Es una commodity, dirían los expertos.
Si lo más importante para las personas fuera la seguridad, nadie tendría hijos. Este mundo no es un lugar seguro. Lo sabe tanto el padre que ha sufrido un robo en Brooklin (Nueva York) como el que asustado contrata una empresa de seguridad para su mansión en la urbanización La Moraleja (Madrid).
Si lo más importante para las personas fuera la comodidad, nadie tendría hijos. A nadie le gusta levantarse en medio de la noche, limpiar mierda de otros o mantener a un ser improductivo.
Si pensáramos en el bien común, ni al planeta -saturado de CO2 y desnaturalizado- ni a nuestras sociedades -hiperpobladas en su mayoría o con un alto nivel de envejecimiento- les hacen falta más seres humanos.
Si lo más importante para las personas fuera la ausencia de dolor, nadie tendría hijos. Vómitos, mareos, desequilibrios hormonales, dolores de cabeza, parto,… No nos resulta agradable todo lo que envuelve al embarazo pero sí lo que lo provoca.
Si lo más importante para las personas fuera en general la ausencia de preocupaciones, definitivamente nadie tendría un hijo. Por naturaleza, desde temprana edad y a veces hasta tu propia muerte, generan falta de sosiego y calma.
Si lo más importante para las personas fuera su desarrollo profesional, ninguna mujer tendría hijos. Existe, de hecho, una fuerte correlación entre natalidad y participación femenina en el trabajo. Pero aún así, decidimos tener hijos.
Ni siquiera la pirámide de Maslow ha sido capaz de explicar por qué demonios alguien en pleno uso de conciencia decide tener hijos. A nadie que le preguntes por qué ha tenido un hijo te responderá que por descanso, ni por intimidad sexual, ni por respeto o autorreconocimiento, tampoco por creatividad.
Por supuesto, huelga decirlo, nadie que quiera tener hijos piensa en la jodida deuda externa ni en la crisis. Porque aunque tenemos menos hijos, los seguimos teniendo.
Por el contrario es normal que todo el mundo que decide tener hijos responda algo así como: «SIMPLEMENTE QUISIMOS«. Y a menudo lo hacen con cara de no encontrar otra explicación. A pesar de ello hay incontables revistas de embarazos que intentan explicar este fenómeno sin éxito pero con mucha difusión.
Les contaré lo que yo creo. Me ha costado darme cuenta, he leído bastante buscando alguna respuesta a cuál demonios es el fin último de las personas. También he preguntado y hablado con mucha gente cada día y he sido acólito de no pocas teorías una detrás de otra y con frecuencia de forma simultánea. He sido honesto y deshonesto en esta búsqueda. He creído en una religión y en tres o cuatro ideologías, he buscado la respuesta fuera y dentro. He dado conferencias asegurando que entonces la tenía. Y cada vez era diferente.
Pero nunca he interiorizado tanto como hoy el enorme poder y el infinito valor que tiene que una persona sienta que decide lo que quiere hacer y que además lo haga. Por encima de todo y de todos. Simplemente eso «QUIERO HACERLO». ¿Pero por qué lo haces? «QUIERO HACERLO». Solo eso. Personalmente disfruto cada vez que alguien comparte conmigo ese momento haya decidido vivir en la calle o levantar una gran empresa. Para mí es indiferente.
El potencial de hacer lo que uno puede y quiere hacer es infinitamente mayor que cualquier otro potencial. Y lo que es aplicable para tener hijos, también lo es para crear equipos y en general para vivir. Lo más importante para nosotros es sentir que hacemos lo que queremos hacer. Es el momento mágico en el que QUERER es PODER. Y un buen facilitador, alguien que quiera trabajar realmente en equipo siempre debe respetar este momento.
Cuando dudes qué significa la palabra COMPROMISO piensa en alguien que decide tener hijos sin una explicación más sólida que el hecho de que simplemente quiso hacerlo.
por David Criado | Sep 10, 2012 | DESARROLLO DIRECTIVO

Conocí a un hombre que se creía dueño de su equipo. Hasta que todo su equipo buscó a alguien que fuera dueño de sí mismo
Uno de los claims de la iniciativa es HACKING LEADERS. En los últimos ocho días he oído a tres personas diferentes en diferentes foros de innovación hablar de la importancia de los hackers en las organizaciones. Ninguno de ellas había sido hacker. Precisamente porque esta es una característica fundamental del hacker: no habla de lo que hace, lo hace. Lo aprendí cuando estudié las comunidades de software libre, cuyo trabajo admiro y critico a un mismo tiempo. Aprendí que hay gente que habla y gente que hace. En el contexto en el que nació el término es raro encontrar a gente que haga las dos cosas y de hecho hay cierto rechazo hacia los «habladores». Se trata de una cultura de meritocracia radical de hechos, tal vez demasiado pero que es altamente exitosa para el bien común. Marck Zuckerberg, fundador de facebook -del que todo recela ahora pero al que todo el mundo idolatraba antes- implantó en su empresa una carta de principios cuya esencia decía lo siguiente:
Hemos cultivado un enfoque único de cultura y management al que llamamos The Hacker Way.
La palabra “hacker” tiene una connotación negativa injustamente al ser retratados en los medios de comunicación como personas que se infiltran en ordenadores. En realidad, el hacking sólo significa la construcción de algo rápidamente o probar los límites de lo que puede hacerse. Como la mayoría de las cosas, se puede usar para bien o para mal, pero la gran mayoría de los hackers que conozco tienden a ser idealistas que quieren tener un impacto positivo en el mundo.
The Hacker Way es una aproximación a la construcción que implica mejora continua e iteración. Los hackers creen que algo siempre puede mejorse, y que nunca nada está completo. Y tienen que ir a arreglarlo – a menudo en la cara de las personas que dicen que es imposible o se contentan con el status quo.
Los hackers tratan de construir mejores servicios a largo plazo mediante la rápida liberación y el aprendizaje de los pequeños iteraciones en lugar de tratar de conseguir todo perfecto de una vez. Para apoyar esto, hemos construido un framework de pruebas que en cualquier momento dado puede probar miles de versiones de Facebook. Tenemos la fórmula “Hecho es mejor que perfecto” pintadas en las paredes para recordarnos a nosotros mismos para mantener siempre el envío.
El hacking es también una disciplina intrínsecamente práctica y activa. En lugar de debatir durante días si una nueva idea es posible o cuál es la mejor manera de construir algo, los hackers prefieren un prototipo y ver lo que funciona. Hay un mantra hacker que se escucha mucho en torno a las oficinas de Facebook: “El código gana a los argumentos”
Durante esos mismos ocho días he oído a tres personas hablar de agilismo en esos mismos foros. Las metodologías ágiles llegan con retraso al mundo de la gestión tras años de implantación en el desarrollo tecnológico. En ellas tampoco hay mucha gente que hable porque todo se hace de forma iterativa. Es una característica común a todas las metodologías ágiles: no escribas, actúa y aprende sobre la marcha. Aparte de eliminar gran parte de la burocracia de los equipos, el agilismo promueve cambios de perspectiva y de sistemas de pensamiento.
La pregunta es: esto que es aplicable a los equipos, ¿es aplicable a los gerentes, ejecutivos o directivos?. En otras palabras ¿puede existir un ejecutivo hacker? Mi respuesta es NO. De hecho incluso en los sectores más punteros mi opinión es que los managers de innovación no practican la innovación, la gestionan. No se puede querer conservar estructuras tradicionales y encastrar sistemas de coordenadas y actitudes abiertos. Es totalmente imposible y cualquiera que conozca los sistemas de trabajo distribuidos en los que se desarrolla la ética hacker, lo sabe. Ser hacker es una actitud pero en la realidad, también necesita un entorno propicio. Ya que no se puede ser audaz, rápido, abierto y enfocado al corto plazo en estructuras pesadas. Sin embargo hay que cambiar la forma de pensar de estos tipos y creo que para ello podemos utilizar la cultura libre que tanto hemos trabajado. No se puede construir un ejecutivo hacker pero se puede hackear el liderazgo y a los líderes. Hasta ahí puedo leer 🙂 Uno de los talleres de la iniciativa es precisamente de aplicación de la CULTURA LIBRE a los equipos. Porque los directivos actualmente son como aduanas contenedoras de progreso.
Hace dos días me confesaba el fundador de una conocida consultora de innovación:
«Estoy cansado de que alentemos a intraemprendedores, los dejemos pegarse solos hasta estrellarse y luego se larguen cansados por las continuas barreras de los que están arriba y deciden no moverse. Hay que apuntar a todos pero especialmente a los que ahora mandan porque a partir de ellos se pueden hacer cambios reales y que sean sostenibles»
No puedo estar más de acuerdo.
por David Criado | Sep 10, 2012 | INICIATIVA y SUPERACIÓN

¿Por qué creo que actualmente cualquier emprender es un anti-sistema? Porque España (ese pequeño territorio iluminado que nos muestra la Estación Espacial Internacional) en estos momentos se encuentra en una situación exactamente igual a cualquiera de estas 5 hipótesis:
- Un ordenador colgado que no acaba de arrancar. Aunque tiene un gran hardware, el software es excesivamente antiguo. Por inercia nadie se decide a reiniciar el sistema, aunque todos miran a la pantalla para ver si esto se soluciona solo. La respuesta es NO.
- Una ciudad el día después del paso de un gran huracán. Algunos han perdido la casa, otros han perdido el camino para llegar a ella, y muchos han dejado atrás a compañeros de viaje que han probado suerte en otra tierra o definitivamente se les ha dado por muertos. Hay partidas de rescate que cada día salen a la calle con ayuda externa para ver quién ha quedado vivo. Como siempre ocurre en estos casos, hay pequeños barrios por los que ni siquiera ha pasado el huracán. Estos oasis deberían ser la base para la reconstrucción de la ciudad. Su superación y fortaleza deberían servirnos de ejemplo para el cambio.
- Un anciano escéptico superado por un ritmo de cambio inasumible. Tras décadas de duro trabajo y sacrificio, nuestro anciano no ve su recompensa ni observa ningún reconocimiento. Algunos adolescentes a su alrededor le ningunean y como esas jóvenes que escupían a un anciano hace poco, se ve ultrajado porque ha perdido cualquier capacidad de maniobra. En un momento de cambios continuos en los que la adaptación y el trabajo en equipo son la clave, ve como la suma de esfuerzos personales ya no es suficiente. Sus antiguas doctrinas y creencias ya no son efectivas ni convencen. Se sienta cada tarde a esperar que algún alma caritativa se apiade de su alma. Pero NO hay nadie que responda a ese perfil.
- Un ejército que ha vencido airoso grandes batallas pero que finalmente perdió la guerra. Pese a que las tropas han dado el callo, pese a que estaban realmente preparadas y lo han demostrado en muchas ocasiones, siempre estuvieron solas y nunca fueron respetadas o valoradas por los mandos. No existía ninguna cobertura y la planificación del Estado Mayor -siempre lejos de la realidad del campo de batalla- era lamentable. El coraje, la pasión y el talento de la mayor parte de soldados ha sido, pues, insuficiente. Aquellos que se esforzaron por ser ejemplo para el resto, que sacrificaron su vida por el grupo, ven como los que practicaron el pillaje, el robo, el tráfico de influencias o la deserción son reconocidos y pagados como héroes. La meritocracia ha muerto y solo es respetado el individualismo. Los soldados rasos que se quedaron han sobrevivido a base de pequeños trueques y han perdido cualquier fe, valor u orgullo de pertenencia. Los mandos intermedios carecen de una cultura de liderazgo capaz de reconducir la situación y huyen como, cuándo y por dónde pueden al bando vencedor.
- Un coche con las mejores ruedas que no tiene motor. La escena es casi cómica. Un hombre camina por la acera convencido de su gran compra, se dirige a su automóvil recién pintado de un color metalizado anti-arañazos, probablemente con los mejores neumáticos del mercado, elevalunas eléctricos, cierre remoto centralizado, grandes asientos de piel curtida con doble costura y anti-manchas, un gran depósito de combustible, enorme maletero, cachibaches eléctricos varios dispuestos por el salpicadero,… Abre la puerta del coche sin problema, saca la llave y sonriente intenta hacer contacto. No funciona. Se extraña y comprueba si es la llave correcta. Parece serlo porque ha abierto la puerta. Lo intenta una y otra vez sin descanso. No suena nada. Ni una chispa, ni un breve rugido, ni un carraspeo leve. Sale del coche y abre el capó. No hay motor. Sin embargo el coche, salvo eso, es excelente. Pone un anuncio en el periódico y llama a algunos amigos para revenderlo. Entretanto se compra unas cervezas y las consume dentro. Porque el coche es cómodo aunque no funciona.
Por otro lado hay una gran cantidad de gente -hablo de mucha gente- que considera aceptables todos estos escenarios y de hecho lucha porque continúen existiendo. De hecho, en mi humilde opinión el 90% de la población española cuadra con el siguiente perfil esquemático de principios:
- SENTIDO DE CAMBIO: No estoy contento con las cosas. Cámbialas tú.
- SENTIDO DE EQUIPO: Me gusta tu idea pero yo tengo las mías. ¿Cómo puedes adaptarte?
- SISTEMA DE VALORES: No creo en esta forma de hacer las cosas pero «debo» hacerlo así.
- SENTIDO DE LIBERTAD: El riesgo es infinitamente malo, incluso el riesgo de hacer lo que creo o aquello que me gusta
- SENTIDO DE PROGRESO: Se basa en el miedo: No estoy bien pero podría estar peor > NOTA: los que dicen esto, siempre lo estarán
Difícil entorno, sí, pero real. Lo sufro y vivo cada día incluso entre agentes de cambio e innovadores de pose destacados. Creo que la gran mayoría de la población española está desencantada y no siente ningún tipo de ganas de invertir en el cambio. No hablo ya de los grandes aparatos de partido ni del sistema social ni siquiera del hecho de que actualmente las naciones no funcionan. Hablo de las personas, de aquellos con los que hablamos a diario. Creo, humildemente, que yo me he comprometido con el cambio. Al menos hasta donde he podido (con mi propia vida) y al menos de la forma más honesta que he encontrado (sin defraudar o estafar a nadie). Esta es mi historia pero puedes compartir la tuya:
Superando el victimismo, soy feliz pero el precio que he pagado por serlo es inasumiblemente alto. Muchos seguidistas, conservadores y cobardes se relamen esperando mi caída desde su barrera; otros esperan ansiosos que saque algo hacia delante para demostrar que es posible hacerlo. De momento ni unos ni otros han quedado satisfechos. El resumen de mi vida es bastante sencillo: he estudiado demasiado, he trabajado demasiado, he vivido mucho. Es otra vida ordinaria porque solo soy uno más. Me encuentro, junto con la sociedad a la que intento servir, en mitad de una crisis brutal de identidad y con los mínimos recursos imaginables. Tengo 30 años. En enero renuncié por voluntad propia a una carrera de 10 años medianamente exitosa en las primeras firmas de consultoría con presencia en mi país. Muchos compañeros labran su futuro al abrigo de la seguridad y la certeza, yo opté por el riesgo porque creo que era el único camino para ser feliz y poder dormir tranquilo. Lo hice porque no creía en los patrones de trabajo ni en el discurso de valor -a menudo incoherentes- de ninguna de las multinacionales con las que había colaborado. Nunca abandoné la arena, y las directrices verticales de los déspotas e incompetentes que ya la habían olvidado siempre me parecieron insultantes. Al cambiar de vida, me embarqué en un viaje de aprendizaje hacia el equipo que nunca se ha concretado en nada y lancé una propuesta de cambio que ha logrado dar sus frutos durante meses pero que actualmente no es sostenible. Con todo, soy lo que ahora llaman un «emprendedor exitoso» porque a pesar de todo ello, sigo vivo. Ese es el umbral de éxito del emprendimiento hoy en día. Y sí, soy feliz porque hago lo que quiero, pero el peaje continuo por hacer lo que quiero es ahora tan insostenible como el peaje que pagaba por hacer lo que no quería. Ese peaje tiene forma de preocupaciones, malos momentos, malestar, inseguridad,… y es mejor que todo cuanto he conocido hasta el momento pero sigo sin dormir tranquilo.
En esta situación personal y con este entorno adverso, este es mi RETO:
¿Cómo construir un servicio de transformación cultural realmente cautivador, sostenible a nivel de proyecto y útil para los demás?
Esta es la única pregunta que me ocupa durante los últimos 30 días. Tras regresar del viaje a Barcelona y tras un día en blanco desintoxicándome, hoy ha llegado a hotel vorpalina un emprendedor y amigo que se alojará durante un mes. Después de cenar hemos estado charlando sobre la saturación de oferta innovadora en el mercado español y sobre la gran utilidad que tendría crear un carnet de innovación por puntos. El funcionamiento sería muy similar al carnet de conducir que todos conocemos. Porque cada vez que en una empresa alguien dice «innovación» muere un profesional cualificado a varios kilómetros de allí. Creo que ya hay mucha gente que monta saraos elitistas, cortijos de innovación, festejos coloridos y BBCs en el mundo como para que vengamos nosotros a ofrecer más de lo mismo. También creo que realmente esto ya no es necesario. Dejemos de hablar y empecemos a hacer. Es todo mucho más sencillo: Servicios reales para problemas reales. La indefinición mata y no puedo replicar aquello que quiero corregir.
Porque la agilidad, la adaptación al cambio y la imagen parecen serlo absolutamente todo. Si se incluyeran estos factores entre los estudios de mortandad, ocuparían el 90% de muertes no naturales. No solo de personas, sino de familias, organizaciones y países. La mayor parte de ellas si mantienen su indefinición por un tiempo «excesivamente» prolongado, son rechazadas o excluidas del camino por el resto. Por otro lado el tiempo de respuesta es ahora mucho más clave que antes. Cuando un país o una economía agoniza, lo que se necesitan son equipos de urgencia con un espíritu de sacrificio nunca visto. Deben meterse hasta la cintura en grandes pantanos y lodazales para rescatar a supervivientes y regenerar poco a poco un terreno estéril de ideas y sentido.
En este artículo quiero hablar de forma constructiva de tres niveles de indefinición que nos están saliendo excesivamente caros a todos: la falta de compromiso personal, la inoperancia de los equipos y la falta de efectividad de las organizaciones. Todas ellas están ligadas y son -así lo creo- enfermedades mortales que requieren tratamiento y atención. Creo que todos estos elementos están ampliamente extendidos y podemos encontrar ejemplos de ellos a diario. Añadan a estos tres elementos su proyección en los diferentes ámbitos de la sociedad española (financiero, político, social, laboral,…) y obtendrán un cóctel explosivo cuya foto finish es similar a nuestro momento AHORA.
La falta de compromiso personal. Indefinirse es, por naturaleza, no comprometerse a nada y seguir hacia delante. Indefinirse es abandonarse a la inercia y a la suerte, perder las referencias y el sentido. Indefinirse también es practicar la caridad y el clientelismo en los negocios: si tú te adaptas a mí, entonces podré ayudarte; si no es así, no me interesas. Indefinirse es no comprometerse a nada más allá de mí o de lo mío, más allá de lo que ya controlo. Sin embargo hablar mucho y no hacer nada es el tipo de indefinición más aceptado. Cualquier persona civilizada puede comprender que la teoría, los conceptos, las grandes reflexiones (este blog al completo, por ejemplo) son solo el punto de partida para hacer las cosas. Por sí solos son completamente inútiles. Cualquier reflexión, sea del tipo que sea, pierde por completo su sentido si no está encaminada u orientada a algo. En España hemos perdido la noción de todo esto a nivel personal. Parece que asociamos la acción a conseguir hacer cosas y la teoría como el recreo de un patio de colegio en el que ocupar el tiempo de forma completamente inútil. Pensar se ha convertido en un lujo pero actuar sin coherencia y cegados por la inercia es un lujo aún mayor que no podemos permitirnos y por el cual todo el mundo está invirtiendo el triple. Esta es una gran barrera que nos impide progresar. Definirse desde luego es algo incómodo pero debe serlo porque sino no existe el esfuerzo. El compromiso individual con el cambio se basa para mí en tres palabras clave: perseguir un objetivo.
La inoperancia de los equipos. Como parece lógico, la suma de la falta de compromiso personal da lugar a una inoperancia técnica completamente comprensible. Cuando todos quieren hacer algo pero no lo hacen, ese algo muere. Durante este último año he aprendido que la clave para que un equipo salga hacia delante es trascender nuestras realidades individuales. Hay una fórmula de cuatro palabras clave que siempre funciona: aprender haciendo en equipo. Como contraposición a esto, existen los grupos bucle, sumas totales de las individuales absolutas y creadores auténticos de grandes aparatos y sistemas. Estos grupos no llegan a ser equipos y nunca son hacedores de nada útil para el bien común aunque logran a menudo resultados satisfactorios para algunos miembros de forma separada. Porque en un equipo efectivo no vale ni aprender por aprender, ni aprender para aplicar a nuestras realidades individuales y tampoco vale aprender haciéndolo completamente solo. Cualquiera de estas tres cosas las podemos hacer por nuestra cuenta en cualquier parte. De ninguna de estas formas se construye equipo. El equipo es otra cosa, habla de un bien común y de una identidad compartida, de definir un reto y comprometerse con él con sacrificio y dedicación. Lo que es realmente válido y diferencial es aprender haciendo en equipo. Y para ello siempre SIEMPRE necesitamos definir un RETO.
La falta de efectividad en las organizaciones. Como sigue pareciendo lógico, la suma de la inoperancia de los equipos promueve series colapsos productivos y enquistamiento en las organizaciones. Las decisiones son tomadas bajo un modelo extractor que está definido a partir del bien individual y no del bien común. Hace poco César Molinas hablaba de este mal tumoral en la política y también de la precaria falta de relación entre la gente con ideas y la gente con dinero en materia innovadora. Me remito a estos artículos para extrapolar la falta de efectividad a la política y la economía real que generan organizaciones con problemas de rigidez estructural y calcificación ejecutiva.
La propuesta de servicios que he articulado pivota sobre una solución a uno de estos tres ejes. Se trata de un viaje de aprendizaje con 10 talleres y 15 experiencias de transformación de equipos. Es mi propuesta de reinicio a un cambio de modelo de relaciones que no tiene vuelta atrás.