No necesitamos instrumentos complejos para vivir o trabajar, tampoco diseños de sistemas poco naturales. Casi siempre basta con la sencillez y la naturaleza para poder vivir y trabajar eficientemente por nuestra felicidad y nuestros objetivos. Estamos trabajando en el lado derecho de esta mesa. Simplifica y pásate al izquierdo.
Gran parte del problema de adaptación de las organizaciones al nuevo modelo creativo (que incluye modelo de vida y trabajo no disociados) se basa en que el sistema de funcionamiento existente tiene un modelo de propiedad de las ideas algo frágil que no casa nada bien con modelos de negocio y entornos abiertos y tampoco con la enorme facilidad que tenemos en la actualidad para crear. Nunca antes la humanidad había tenido a su disposición un modelo de creación tan distribuido y accesible fuera de las organizaciones. Sin embargo dentro de ellas, el sistema creativo sigue siendo el mismo que hace doscientos años con ligeras modificaciones. Esta denuncia que ya hacia hace unos años Richard Florida tiene una clara reflexión: No fallan las personas, no fallan las ideas, no falla la creatividad, lo que falla son los sistemas de captación y “puesta en valor” de ideas. Sobrevivirán las organizaciones que sepan generar sistemas en los que los empleados dejen de serlo para sentirse personas identificadas con lo que hacen, para sentirse útiles y parte de la solución, no del problema. Y no basta con humanizar las palabras ni los conceptos, hay que llegar a la base, a la cultura. Recuerdo que Florida recordaba a Druckercuando decía que un trabajador del conocimiento es como un voluntario, su motor necesita cuidarse y sentirse motivado. Paradójicamente es en las organizaciones cuyo valor es el conocimiento donde más sufren actualmente las personas. Y esto, en mi opinión, tiene que ver con este choque frontal entre sistema y realidad creativa. Españoles, el taylorismo ha muerto.
Además el sistema de patentes y propiedad industrial no es flexible porque sigue pensando inthebox y cualquier esfuerzo de flexibilización choca a menudo con las paredes de la caja. El ejemplo de superación de este modelo es el software libre que ha sido capaz de reinventar el modelo sin violar la ley. Es complejo y no sabría cuantificarlo sin dedicarle tiempo pero tengo la plena convicción de que las PYMES podrían despegar y ser más sostenibles y fiables si se les permitiera moverse y jugar con más agilidad utilizando o no las diferentes corazas que nos hemos autoimpuesto: “modelo mercantil”, “mercado local”, “empresa”, “Estado”… Para superar algunas de estas trabas a veces son necesarios cambios a nivel de modelo de Estado como propusimos desde mi organización en Transforma España pero otras simplemente basta con un cambio de actitud (digo simplemente aunque es bestial el mazazo cultural) cuando sea necesario. Hasta ahora ha funcionado X y sigue funcionando en algunos casos; la oportunidad está en saber que también existen Y, Z y el resto del abecedario de modelos.
Incluso en innovación encontramos casos de conservadurismo galopante y doctrinal. La innovación es precisamente todo lo contrario y se basa en la mejora continua real. Desde ella se debería promover una fácil transición desde la realidad de las organizaciones (que implica sufrimiento, dolor y una ética protestante del trabajo como castigo) hacia la realidad del mundo en Red. Sin embargo a menudo se hacen planteamientos seguidistas que plantean lavados de cara eventuales manteniendo el modelo productivo tradicional. Sin duda el valor está en la transacción y no en la linealidad. En mi actual entorno tengo la suerte de sentir que me dejan hacer y trabajar aunque con serias dificultades y mucho sacrificio. Aún así se que algunos ni siquiera así pueden hacer o trabajar por aquello en lo que creen, ni siquiera imaginan una “realidad real”. Mi trabajo autoimpuesto es que lo sea.
Colaborar, coopetir, reinventarse, permeabilizar en lugar de impermeabilizar. Comunicar en lugar de aislar. Ser la red y no la fábrica. Emprendimiento líquido al alcance de todos. We are our own challenge
Actualmente el reto de las organizaciones cuyo valor es el conocimiento es dejar de lado las estructuras de trabajo verticales propias de los sistemas fábrica e implantar nuevos ecosistemas de trabajo que catalizen y transformen valor. Para ello es necesario dejar de lado algunos prejuicios heredados. Hoy os recomiendo leer a @arey para contribuir a identificar, neutralizar y superar algunos de estos prejuicios que suponen un terrible lastre en el mundo conectado.
De estos tres posts destaco como claves para que un proyecto sea realmente innovador las siguientes: sencillez, apertura, RED, conversaciones (siempre conversaciones, somos conversaciones, los mercados son conversaciones -recordad Cluetrain) sentido de pertenencia, vocación de acción (emprendimiento, intraemprendimiento, innoemprendimiento,… lo que sea), abandono del purismo, potenciamiento de sinergias, humildad Además tenéis una colección de artículos sobre Innovación Abierta y combinaciones de muchas de estas ideas en la propia página. Por mi parte estoy promoviendo dentro de mi organización una propuesta firme para cambiar la cultura empresa de trabajo actual y cambiar la empresa por una comunidad de nodos conectados. Algunas de las ideas no son propias y beben de grandes cracks como @arey y otras son de cosecha personal.
Añado a estas recomendaciones, otra más: suscribiros al blog de Juan Sobejano y explorad sus ideas y reflexiones en torno a estrategias de innovación, sobre todo su formulación de la empresa punk entre otras. Algunos de los valores son puramente vorpales como comprobaréis en post anteriores de este blos: la revolución eres tú, modelo productivo ser persona, valor-persona, etc… Cuando tenga algo firme sobre mi propuesta unificadora lo posteo. No pretende ser algo definitivo sino abierto, se trata de concretar principios y valores, sobre todo de tener una base para el cambio.
El afán de superación, la motivación y la ilusión son tractores fundamentales para el cambio. También son multiplicadores natos de la energía personal y de ese coeficiente de optimismo del que siempre habla Emilio Duró. En una sociedad que vive un choque constante entre una capacidad creativa que permite una personalización y comunicación sin precedentes y un sistema taylorista heredado del siglo XIX, la superación evita sin duda el desgaste. De algún modo nos convertimos en facilitadores cuando entendemos que somos nuestro propio reto y que lo que no te destruye… te hace fuerte. Como a nuestro amigo, al que un sistema pensado para matar le ha permitido fortalecerse y reinventar la realidad. Suerte en el camino, amigos 🙂
eficacia: capacidad de lograr el efecto que se desea Fuente: DRAE, 2011Este es un ejemplo claro de cómo resolver un solo objetivo mediante dos ideas diferentes. En mi opinión, aparte de la belleza derivada, la eficiencia es lo que diferencia las dos formas formas de resolver el objetivo marcado: dar la hora mediante una fuente de agua.
Fuente de agua que da la hora en Valladolid (España). La fuente es muy amplia y consta de 60 surtidores alineados en 3 grupos y tiene un diámetro de 24 m. Cada surtidor y chorro de agua representa las horas y minutos de ese momento y está sincronizado con un sistema informático. ¿Veis algo? Yo tampoco pero si te fijas bien durante… Sí, efectivamente: es ineficaz
Fuente de agua que da la hora en Osaka (Japón) La fuente consta de una regleta difusora que va dejando caer agua a traves de agujeros en la misma de forma que verticalmente se reproducen siluetas, dibujos y cada poco tiempo la hora en formato digital hecha de gotas de agua. También está sincronizado con un sistema informático muy básico. ¿Veis la hora un poco mejor? Yo también… Parece que esto sí es funcional y útil, y además más eficaz
“El conocimiento debe ser constantemente mejorado, cuestionado e incrementado, o desaparece.“
Peter Drucker
Creo que nos apasionamos buscando fórmulas perfectas porque no estamos educados para convivir y explotar el caos, tampoco para asumir el enorme potencial de la diversidad. Trabajamos, vivimos y construimos espacios limitados y estrechamente restringidos para explotar los recursos actuales que no lo son: conocimiento, creatividad, relaciones, empatía, talento,… Vivimos en absoluto y nos movemos en terrenos relativos. Cualquier científico con el que hables podrá decirte que prácticamente ninguna de las teorías científicas que aceptamos como ciertas tiene su reflejo en las estructuras sociales que diseñamos. Algo muy distinto es que posteriormente estas estructuras evolucionen por sí mismas hacia la naturaleza. Sin embargo lo más hiriente para nuestro progreso es que nos sentimos cómodos alejándonos de la naturaleza de las cosas.
Cuanto más perfecto queramos que sea un sistema, menos responderá a las necesidades reales que abastece. Cuanto más elitista y restringido sea un órgano de decisiones menos identificación con su entorno obtendrá. No asumimos ni interiorizamos que el artificio nunca ha sido sostenible.
A menudo abandonar un área de confort es el primer paso para inventar una nueva realidad mejor. No hablo de eficiencia ni de productividad ni tampoco del líder perfecto. No existen. Nos encontramos en un estadio evolutivo superior, no tendemos a la perfección sino a algo más sencillo y revolucionario: tendemos al conocimiento que otros comparten y una vez que lo obtenemos tendemos a compartirlo.
La naturaleza del hombre es colaborar. Todo lo memorable en la historia de la Humanidad se ha logrado gracias a la colaboración. Las organizaciones hasta ahora han podido abstraerse de esta realidad gracias a la burocracia y el miedo y en el nuevo escenario se encuentran poco preparadas para afrontar el reto de colaborar y abrir sus puertas. Recelan de los otros y sacan partido de los secretos pero no están educadas para compartir y sacar beneficio de los otros. La clave puede que esté en que no existen esos “otros” y que todos formamos cada vez más parte de un tejido común mucho más flexible. Fruto de este bucle infinito, la nueva realidad trasciende cualquier barrera impuesta y lo queramos o no ha venido para quedarse.
Hace poco estuve en Grecia y viajé a Delfos en una suerte de imitación muy humilde al viaje de Pausanias. Delfos fue el centro del universo durante muchos siglos desde que el viejo Zeus lanzara sus dos águilas y se reunieran en ese punto exacto. Allí Apolo levantó su oráculo, siempre ambiguo, donde se formulaban obtusas predicciones. Tras llorar un poco en Atenas por la amnesia colectiva que nos ha hecho enterrar su gloria (y no solo culpo a los griegos aunque solo sea por no seguir la moda), recorrí un camino iniciático desde Atenas hasta Delfos. Pasé por la explanada de Maratón desde donde los atenienses vencieron en primera instancia a Darío. Paré en el antiguo desfiladero de las Termópilas del que ya no queda más que una triste estatua en un aparcamiento que conmemora la muerte de Leónidas. También por la nueva ciudad de Tebas y ya finalmente bordeé el Monte Parnaso.
En este breve recorrido comprobé que la historia de la civilización occidental se ha construido a base de victorias pero sobre todo a base de derrotas. Equivocarse y caer no es malo si con ello persigues un objetivo mayor, te conoces a ti mismo o aprendes del resto en el camino. Gracias a la derrota en Termópilas el ejército de las polis griegas pudo rearmarse a tiempo. Años antes en Maratón se venció a los persas gracias a la comunicación y la cooperación de intereses diferentes. En ambos casos los intereses de las polis griegas eran muy diversos y nada tenían que ver unos con otros salvo el hecho de enfrentarse a un enemigo común: los persas. En ocasiones, para ganarles hubo que abandonar temporalmente las ciudades para poder reconquistarlas, hubo que superar la mentalidad cortoplacista “no me muevo de mi sitio” para adaptarse y sobrevivir a largo plazo. Hoy nuestro enemigo común es indeterminado y frágil: la crisis. Con una salvedad: en Delfos no inventaron a los persas pero nosotros sí parimos a la crisis como bien recordaba el crack Ángel Sánchez. El secreto está en gestionar adecuadamente el riesgo, exponerse lo suficiente para no estar cómodo pero también para sentirse motivado.
Aquella mañana mientras ascendía los peldaños de la Vía Sacra en Delfos, a la sombra de los picos Fedríades cuya brillantez iluminaba el mismo Apolo, pensaba en qué sacrificaría al llegar al altar. Pensé en sacrificar mis defectos, todos ellos, pero decidí sacrificar la perfección. De modo que cuando llegué arriba juré no aspirar a ser el mejor, el más valiente, el más rico, el más admirado. Juré ser yo mismo y pagar el precio de esta decisión. Tras bautizarme y beber en la fuente Castalia de la que mana el agua de la eterna juventud, también juré no perderla aunque cada vez tuviera menos pelo. >La juventud es una actitud, no un hecho.
Después de enfilar la cuesta de bajada hacia el lugar donde se hallaba la esfinge junto al Bouleterion, pensé que ahora nuestro oráculo está en Wall Street y que desde esta calle aún hoy nadie puede ver esa estatua francesa a la que llamaron Libertad. No te centres en tus objetivos sino en el medio adecuado para conseguirlos. Todo lo demás vendrá después.
El siguiente paso tras competir es cooperar. Como veis no es nada nuevo. Para ello cuestionad y dejar que os cuestionen. Hacedlo o como decía Peter Drucker del conocimiento, desapareced. No busquéis la formula perfecta, dejad que fluya por sí sola y dedicad algunos minutos del día a practicar esa frase que estaba esculpida en lo alto del oráculo: CONÓCETE A TÍ MISMO.
Aunque no estoy del todo de acuerdo con el análisis del magnífico Ángel Sánchez con el que tengo la suerte de intercambiar debates constructivos cada día, quiero compartir con vosotros esta genial reflexión. Aprender del pasado es nuestra baza.
“Estas crisis siempre han ocurrido, que están dentro del sistema y de las personas que lo forman; de este “homo economicus” que llevamos dentro al que le pierde el dinero fácil”