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El gestor de información

El gestor de información

c. 1868

Image via Wikipedia

El campo en el que muchos trabajamos se llama “Tecnologías de la Información y la Comunicación” (ICT en sus siglas inglesas, TIC en la traducción castellana). Parece algo etéreo, un limbo de conocimiento en el que todos tenemos cabida. En cierto modo así es. Me basta ver la temática de los monográficos de las revistas cientificas que consulto para ver que un gestor de información es un título demasiado amplio que aglutina una infinidad de disciplinas. En el Profesional de la Información, revista con una dilatada trayectoria (desde 1992), podemos encontrar números sobre arquitectura de la información, sistemas de referencia digital, comunicación empresarial, bibliotecas en red (en su último e interesante número de sept/oct 2010), web móvil, mineria web, redes sociales, SEO,… En la Revista Española de Información y Documentación se habla de bibliometría, archivística, ley de propiedad intelectual, e-administración, gestión documental, gestión del conocimiento, alfabetización informacional, accesibilidad y usabilidad web,… y eso solo por poner dos ejemplos inmediatos de revistas profesionales que consultamos todos. Aunque la gran variedad de perfiles profesionales a veces no nos deja ver el bosque, nuestro bosque común es el Gestor de Información.

Profesionalmente me considero un gestor de la información especializado en el mercado ECM (Enterprise Content Management), sobre todo porque creo que para eso me he formado y en esa dirección he intentado orientar mis pasos, con grandes dosis tecnológicas pero con una formación troncal fuertemente funcional. Soy diplomado en Biblioteconomía, Licenciado en Documentación y he realizado varios cursos de especialización en gestión documental y gestión de proyectos; por gusto también un par de masters en Software Libre y dirección de SITI (Sistemas y Tecnologías de la Información). No me vendo -odio hacerlo-, simplemente demuestro andando que aunque rara avis, se pueden casar habilidades que los prejuicios nos presentan como contrapuestas. Como profesional me inquieta el mundo del software libre y escuchaba hablar a mucha gente sobre él, me interesaba como fenómeno sociológico de cara a aplicarlo en la gestión de equipos y en mi propia filosofía de vida; por eso me decidí a conocerlo. No me he arrepentido, he conocido nuevos modelos de negocio y trabajo y he hecho amistad con gente muy interesante. Del otro lado necesitaba un tercer ciclo en gestión tecnológica porque es algo que venía haciendo desde hace tiempo y creo que seguiré aprendiendo siempre (y lo que te rondaré, morena). Estoy convencido de la revolución 2.0 y apuesto por ella, creo que tenemos mucho de qué hablar, pero sobre todo nada a lo que acotarnos si no es estrictamente necesario. En mi caso no pienso dedicarme toda la vida a ECM, creo que no debemos condicionarnos; nuestras aptitudes y capacitación deben ser catalizadoras, no muros de contención. Lo que quiero decir es que todo, bien planteado, casa y tiene un sentido si se plantea mediante cierta lógica de crecimiento. Aún así siempre que  acudo a una entrevista de trabajo (créanme que he hecho alrededor de 120 en mi vida y en ocasiones por puro vicio) me encuentro con la misma pregunta que – ya no me cabe ninguna duda- denota un alto grado de desconocimiento sobre el mercado y la capacitación TIC: ¿y cómo con tu formación has optado por la consultoría tecnológica?. La respuesta ideal podría ser: Sin que siquiera sepa cuál es tu formación, ¿cómo has optado por hacerme esa pregunta?.

Dejando a un lado la ironía, debo/debemos comprender que la gente se imagina que los museólogos, archiveros, documentalistas y bibliotecarios (en algunas asociaciones hasta arqueólogos) siguen siendo esos amados custodios que ponen mala cara y guardan con recelo sus volúmenes y obras. Pues amigos, de éstos siguen afortunadamente -llamadme tradicional- existiendo pero también de los que gracias a su disciplina milenaria (la archivística) han sabido reinventar los conceptos electrónicos de record management y document management (Si me oyera Carlota Bustelo…;) y establecer junto con el resto de profesionales las bases del nuevo mundo digital. En todo caso, ¿es tan necesaria la continua asignación de etiquetas o cajones?, ¿seguimos necesitando adjetivos para nuestro desempeño?. Mi respuesta es que sí, pero otros diferentes…

Tenemos aún mucho que evangelizar. En mi campo sería imposible imaginar un buen proyecto ECM sin la contribución y colaboración del teleco, el ingeniero de software, el administrador de sistemas informáticos, el DBA y el gestor documental. Sin comunicaciones, ni software, ni almacenamiento de datos, ni sistema, ni modelo y arquitectura de información… difícil no, imposible. Aunque, queridos quijotes, de todo he visto en la ancha tierra de la red… Ni los informáticos son gente extremadamente rara (algunos sí), ni los gestores de información somos ratones de biblioteca encerrados en nosotros mismos (algunos sí). Hay de todo en la villa de wide web…

Liderazgo: lecciones en The last castle

Liderazgo: lecciones en The last castle

The_Last_Castle_Theatrical

 

Nos han enseñado a cumplir órdenes. Seamos civiles, militares o religiosos; pertenezcamos a cualquier país sobre el planeta; en cualquier latitud y situación, hemos sido adoctrinados en la disciplina. La sociedad en la que sobrevivimos a menudo no se parece en nada a la sociedad en la que vivimos, pero el arte del liderazgo es sobreestimado y admirado. Acudimos a eventos donde nos hablan de marca, de equipos, de objetivos, pero en aras de un sistema imaginario, quasi perfecto; desdibujamos con frecuencia las fronteras, nos erigimos en defensores de un baluarte que otros nos hicieron amar y respetar. Escribo entradas en las que hablo de otra forma de hacer e imaginar las cosas, algo diferente pero que siempre ha estado ahí; tomó cafés con los amigos e intento predicar cierta cultura del entendimiento y ¿por qué no? cierta inteligencia y perspectiva para no simplificar el mundo demasiado. Contar con James Gandolfini y Robert Redford en un mismo metraje parece garantía de éxito, pero sin historia nada tendría sentido. En esta película, que pasó sin pena ni gloria por las carteleras del año 2001, he encontrado una historia con reminiscencias al espíritu de Luke Jackson, ese gran indomable que interpretó Newman para Rosenberg. Ambas historias suceden en penales infrahumanos, con personajes que luchan por la supervivencia de sus ideas más allá de lo físico y del dolor, con excelentes villanos respaldados por sus sistemas.

Un general de división del ejército estadounidense es condenado a diez años de cárcel por desobedecer una órden en combate con horribles consecuencias. Su ingreso en la prisión será toda una lección de coraje para los reclusos. Degradado y castigado por un alcaide despiadado y necio, demostrará al espectador cómo una cabeza bien amueblada es mejor que un castillo totalmente vacío. Olvidáos por un momento de la acostumbrada parafernalia que rodea a las americanadas que tratan sobre el ejército; abstraeros del tinte patriótico que destila una bandera, pero atended y asistid a una lección importante: una persona ejemplar (llaménlo lider, socio-director, conductor o general de división) no lo es por sus galones, categoría o despacho, un lider no nace, se hace. Me ha resultado muy interesante la dicotomía y el enfrentamiento entre una postura radical, inflexible, sometedora; y una actitud moderada, flexible, constructiva hasta el último segundo. Nada de lo que no hubieran hablado Gracián, Schopenhauer, Lao Tse, Averroes o Sidharta, ninguna enseñanza que no hubieran reflejado los sufíes más notables, nada que la propia historia no haya enseñado una y otra vez sin solución de descanso ni de gloria; desde luego nada nuevo y sin embargo un aire renovado… que agradezco. No es más útil dominar que sentirse respetado.

Mapear ideas

Mapear ideas

Página web de MindMeister

Página web de MindMeister

Durante la universidad y a menudo en los proyectos personales y profesionales que he emprendido he necesitado ordenar mis ideas de una forma gráfica y ágil. Este tipo de organización mental, basada en ramificaciones es tan antigua como el pensamiento humano. Desde tiempos inmemoriales hemos categorizado el conocimiento. ¿Por qué no aprovechar aplicaciones sencillas para ayudarnos en esta tarea?. Suelo usar FreeMind y CMAPTools para mis diseños, pero hoy me he topado con MindMeister y he pensado tal vez este conocimiento estructurado o plasmado puede ser valor añadido si se comparte, y tal vez sea un nuevo negocio si estos mapas son relevantes y útiles. Desde la decisión más simple a la exposición de condicionantes más compleja. Yo, que siempre peco de UMLero continuo, no puedo olvidar ni evitar recomendar Gliffy y a Text2MindMap, este último en línea y muy ágil, que conocí gracias a un post de @dreig.

Soledad

Soledad

Cartel promocional de Solitary man, 2009

Cartel promocional de Solitary man, 2009

La soledad tiene formas que invaden y conmueven. Esta película de Koppelman y Levien es, en mi opinión, la mejor interpretación que he visto a Michael Douglas desde hace bastantes años. Ben, su personaje, es un defenestrado comercial del sector automovilístico cuya vida personal está llena de ligues y una cultura autodestructiva del pensamiento hedonista. Su soledad es la de un hombre que no acepta las pautas de comportamiento establecidas por la sociedad para un hombre de su edad. Su éxito fugaz con las mujeres le impide apreciar algunos valores que no ha conseguido comprender ni abrazar a lo largo de su intermitente vida: el compromiso, la amistad, el amor y la familia son sentimientos de los que recela aún siendo padre y abuelo. Un breve paso por la cárcel como consecuencia de una estafa en la que participó, le impide rehacer sus negocios en el mundo del motor. La película aborda la etapa posterior a su reinserción en la sociedad tras el pago de una multa compensatoria y el conocimiento de un tumor que se niega a investigar. Durante este tiempo, Ben da tumbos y se relaciona con diferentes personajes que de algún modo son el espejo en el que puede observar su pasado y la vida que nunca ha podido conseguir. Una comedia-drama sobre el éxito, las consecuencias y la soledad de una persona que se rebela contra su propia condición y contra el tiempo; una suerte de diario de un inmaduro simpático que provoca dolor y alegría de forma muy descompensada.

La necesidad de olvido

La necesidad de olvido

Cartel promocional de "Cinco minutos de gloria"

Cartel promocional de "Cinco minutos de gloria"

No recuerdo a nadie que no haya necesitado olvidar algo o que del otro lado no haya tenido que convivir con un sentimiento de culpa abrumador. El sentimiento de culpa y el perdón son sensaciones espejo de un mismo peso agobiante y extremadamente insoportable.  La propuesta de Oscar Hirschbiegel se llama “Five minutes of Heaven” (2009) y creo que es recomendable por su visión directa y meridiana de la mayor necesidad de olvido y el mayor sentimiento de culpa que pueden acarrear dos personas. Cuenta con la interpretación de James Nesbitt en el papel de testigo del asesinato de su propio hermano, y con Liam Neeson en el papel del propio asesino de la víctima y antiguo miembro de la UVF (Fuerza de Voluntarios legitimistas del Ulster), ambos treinta años después del suceso. Guy Hibbert representa al joven que empuña el arma en el momento del asesinato. Tras el cumplimiento de su condena y 12 años en prisión, el asesino atormentado busca reconciliarse consigo mismo; para ello recorre el mundo hablando de su propia experiencia y de la necesidad de superar los sentimientos de odio y violencia, de la necesidad de enfrentarse a los propios miedos y temores que nos impiden mirar hacia adelante. Sin embargo él mismo no se perdona y nunca ha podido hablar con los familiares de su víctima. Un programa de televisión propone a ambos un encuentro que acaban aceptando. Si podrán o no reconciliarse es parte del desenlace de este drama. La pregunta que creo que debemos hacernos es qué cinco minutos de la pelicula consideramos cada uno que son realmente los cinco minutos de gloria para ambos.

La obra maestra

Thomas Edward Lawrence fotografiado en Áqaba en 1917

Thomas Edward Lawrence fotografiado en Áqaba en 1917

Si alguna vez acudís al condado de Dorset en el sur de esa isla inquebrantable que siempre fue Inglaterra; existe un pueblo históricamente apreciado por los comerciantes sobre el Río Frome que todos conocen como Wareham Town. En él se encuentra la pequeña iglesia anglicana de Saint Martin donde una efigie yacente que representa a Thomas Edward Lawrence descansa ante la atónita mirada del visitante.  La estatua es de tamaño real y cuenta Eric Kennington, amigo íntimo de Lawrence y autor de la obra, que intentó reflejar en ella la personalidad real de la leyenda. Seguramente por ello, la indumentaria de la efigie que descansa en pleno lateral de una iglesia puramente anglicana sea árabe; precisamente por ello, tal vez nadie se atrevió a que la estatua descansará en la iglesia de Saint Paul.

Thomas E. Lawrence fue, según el tiempo y la persona contemplados, un excelente arqueólogo, un reconocido historiador de Oxford, un militar hábil y paciente, un espía del servicio británico de inteligencia, un aviador novato, un escritor consumado, un aficionado motorista. Todas estas personas caben en el exacto lugar de su trágica muerte en los caminos de Clouds Hill donde una placa recoge sus palabras, en concreto las tres primeras frases del texto que aquí sigue:

Todos los hombres sueñan, pero no del mismo modo. Los que sueñan de noche en los polvorientos recovecos de su espíritu se despiertan al día siguiente para encontrar que todo era vanidad. Pero los soñadores diurnos son los peligrosos porque pueden vivir un sueño con los ojos abiertos a fin de hacerlo posible. Esto es lo que hice. Pretendí forjar una nueva nación, restaurar una influencia perdida, proporcionar a veinte millones de semitas  los cimientos sobre los que pudieran edificar el inspirado palacio de ensueños de su pensamiento nacional. Un propósito tan elevado recalló en la innata nobleza de sus almas y les hizo desempeñar un papel generoso en los acontecimientos. Pero cuando ganamos, se me alegó que se ponían en peligro los dividendos petroleros británicos en la Mesopotamia y que se estaba arruinando la política colonial francesa en el levante.  Me temo que sea eso precisamente lo que deseo.

El señor Lawrence admiraba a Melville, es un hecho que queda constatado en numerosos escritos de su obra y en cada acto imprevisible de su carrera meteórica y fugaz por el planeta. Fue amigo personal de Robert Graves y George Bernard Shaw entre otras personalidades de su tiempo; y realizó una excelente traducción de la Odisea al idioma inglés y a su propia vida. Fue violado, maltratado y hecho preso, incomprendido y admirado. Tras años de acción, participó en la Conferencia de Paz de París cuyas acciones no tuvieron efecto inmediato sobre la estabilidad de la región. Muchos le han visto como un colonizador más entre el imperio, como un hombre utilizado y despojado de razón. Los árabes le creyeron inglés y los ingleses le tomaron por árabe; de seguro quien le lea contará un hombre menos entre nosotros, los mortales. Basta leer estas palabras:

En mi caso, el esfuerzo que realicé durante esos años para vivir vestido como los árabes y para imitar su estructura mental me despojó de mi personalidad inglesa, y me hizo contemplar al Occidente y sus convenciones con nuevos ojos, destruyéndolo todo para mí. Pero al mismo tiempo no podía sinceramente  endosarme una piel árabe; era solo una afectación. Un hombre se transforma fácilmente en un infiel, pero difícilmente se convierte a otra fe. Me desprendí de una forma sin asumir  la otra, y llegué a ser como el ataúd de Mahoma en nuestra leyenda, resultando de ello un sentimiento de intensa soledad en la vida y un desprecio, no por los demás hombres, pero sí por todo lo que hacen.  Tal despego invadió a veces a un hombre agotado por el aislamiento y el prolongado esfuerzo físico. Su cuerpo se afanaba mecánicamente, mientras su espíritu razonable le abandonaba y desde fuera le contemplaba con los ojos críticos, admirado de lo que hacía ese vano armatoste y de los motivos que le guiaban.(…)

Blanco en tierra de árabes, oriental en su propia patria. Arrastrado a evitar la expansión del imperio Otomano, aliado de Alemania, Lawrence fue mandado a incitar una rebelión de la que luego él mismo fue partidario y defensor. En Seven pillars of wisdom – cuya lectura hoy me fascinó- el autor relata cómo partió de El Cairo hacia la cuna del mundo conocido; cómo ideó y participó en la Rebelión Árabe, encumbrando al príncipe Faisal (futuro rey de Irak); cómo tomó junto a extranjeros que eran como hermanos, la ciudad de Áqaba; cómo constantemente asaltó a los turcos en cada ferrocarril que pasaba por el desierto y cómo intentó unificar al pueblo árabe,… Sin duda una vida propia de Nietzsche, cuya filosofía el mismo Lawrence dijo querer emular en su realidad diaria. Entre las obras que su vida ha inspirado, en 1961 Terence Rattigan habló de su supuesta homosexualidad en su obra de teatro Ross. Un año después David Lean inmortalizó de forma bastante fidedigna parte de la vida de Lawrence en la gran pantalla. Peter O’Toole (cuya caracterización raya la perfección), Ralph Fiennes, Joseph Bennett y Douglas Henshall han sido sus alteregos en ficción. A cincuenta millas por hora, en la carretera de Dorset, en Clouds Hill, intentando esquivar a dos ciclistas, perdió la vida a lomos de una moto George VI por la que tenía especial predilección. Una muerte mundana para una vida de sueños, una obra maestra del espíritu libre y la coherencia, que hoy he querido recordar con esta lectura emocionante.

“Una obra maestra es aquella que todo el mundo debe leer pero nadie quiere hacerlo” dijo alguien; tal vez esta sea una excepción…