por David Criado | Jun 21, 2010 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
Trinchera en la sierra de Alcubierre, Aragón
Dormíamos en literas que eran cómodas por odio, de tablas contrapuestas en dos filas en la ladera oeste del frente. De esto no hace tanto, y aunque muchos hay que quieren ya olvidarlo, las cicatrices se ven y a menudo relucen en destellos de memoria. Hace no más de diez años entré a casa del Benigno, que nunca había entrado, y vi que tenía en su salón los muebles de mis padres. No quise preguntar si la noche en que un grupo de fascistas llamó a la puerta y se llevó al último paseo a mi padre el maestro y a mi madre; el padre del Benigno, que siempre fue avieso y muy tocino para las palabras, le había delatado. Quiero olvidar porque aquello no me nuble pero no hay tarde en que no sople el Cierzo desde entonces removiéndome las tripas de la rabia. En aquellos sacos y maderos, aguantamos un año en la línea alta de Aragón desyunando una tableta de café y azucar, a días alternos con dos piezas de chocolate rancio. Luego a turnos todo el día y la noche entre ocho compañeros, tirábamos contra las liebres a ver quién traía la cena. No se hablaba de ideas sino de hambre y todo nuestro corazón estaba contenido en nuestro estómago; esperando el siguiente bocado o la garrafa o botijo de más tiro. El verano del treinta y siete fue morrudo para el grupo. La trinchera estaba recién cavada y habíamos hecho un mes apuntalando el sitio. Comíamos legumbre seca unos doscientos gramos, cien de los cuales podían ser patatas; tomate fresco otros doscientos o bien cincuenta gramos del de la conserva; treinta de tocino, doscientos cincuenta de carne o ciento cincuenta de bacalao y un chato de vino para templar el pulso contra el frío. Luego todo fue a menos y cada vez daba más respeto venir de Peñaflor u otros lugares más cercanos con comida. Hubo heridos en la trinchera cercarna, a cinco los llevaron en camilla por la noche. Por miedo a las ráfagas y al fuego el que llevaba el camión conducía a tientas por la arena y a punto estuvo de matarles esa noche. Cada domingo había un armisticio y se paraban las refriegas. Cambiábamos comida con los moros que de exceso de cebolla estaban ya muy pálidos y a nosotros nos sobraba algo de trigo y tomate de los tiempos buenos.
Camastros de madera en las trincheras de la ruta Orwell. Los Monegros, Aragón
Yo maté a seis en aquel año y medio de penuria, pero hubo quien en vida no mató más que a conejos porque en la avanzada grande de la columna enemiga a pesar de nuestra posición de ventaja en lo alto de aquel cerro, la mayor parte de nosotros nos rendimos pensando en la familia. A seis del grupo los cosieron a balazos, yo rendí armas tirándolas contra los sacos seis metros antes de la entrada, bajo la atenta mirada de un fusil ajeno. Uno de los otros, que era el hijo de la Adela, me llamó embravecido y me abrazó llamándome hermano. Los de la columna me creyeron prisionero y ese gesto parece que entonces me salvó la vida.
En aquel tiempo conocimos a un escritor inglés que había venido a luchar movido por principios; yo le expliqué que mataba para que no matasen a los míos y que era todo al final lo más sencillo. Mis nietos me han leído sus libros y al leerlo parecía oirle hablar; tan despeinado, con ese pelo negro seco y esas cejas, siempre con americana aún en agosto porque era hombre formal y comedido. Dormía y comía con nosotros y nos contaba que iría a otras guerras a contar esto que veía, a llamar la atención sobre el peligro de los totalitarismos. Realmente sabía demasiado, yo le veía las noches enteras pensando en su camastro, mirando la luna por el vano del techo entablillado, sujetando a dos manos la cincha; parecía entonces vaciar la mente en otras cosas lejanas a esta tierra. Todos nos preguntábamos qué hacía un hombre de cabeza tan fértil y compleja en un lugar tan seco y simple como aquel. Luego al tiempo, el Bernardo me dijo que una noche le había visto llorar entre las zarzas y que acercándose a él le pasó el brazo por cima de la espalda y el tipo le hablaba de Birmania. Todo aquello me parecía algo increíble….
por David Criado | Jun 15, 2010 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
Firma de Gottfried Wilhelm von Leibniz (1646-1716)
La editorial Antonio Machado Libros, en su colección Mínimo Tránsito reeditó en 2003 la selección de textos que Ezequiel de Olaso realizó del alemán. Me encuentro en plena lectura del libro y yo, que me acabo de acercar ahora a la figura de este gran todólogo -según algunos el último humanista- quiero dar la enhorabuena a la editorial por esta cuidada reedición que incluye reflexiones sobre metafísica, pensamiento y realidad y escepticismo. Vorpalina agredece igualmente esta labor.
por David Criado | Jun 13, 2010 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
Logotipo LT22 Radio La Colifata
Así se refiere Alfredo Olivera, psicológo director y fundador de LT22 Radio “La Colifata”, a la situación que suge para generar lo que han denominado “espacios en salud” que desestigmatizan la imagen de la locura en la sociedad. En esta entrevista explica el funcionamiento del proyecto y analiza los avances realizados. En esencia, los internos y ex-internos de su hospital hablan radiofónicamente todos los sábados de cualquier tema de su interés, consiguiendo cobertura y atención pública. Desde el primer día consiguió la interacción de los internos con el resto de la sociedad de una forma fluida y constructiva. La experiencia es exitosa por cuanto ha generado alrededor tanto en los círculos inmediatos como derivados de los internos y los propios médicos, siendo replicada en proyectos a lo largo del mundo.
El proyecto Radio La Colifata tiene canal youtube y es un “fenómeno social” como lo ha calificado Alfredo Olivera; en mi opinión no solo porque ignora y destroza las distancias existentes entre lo que consideramos cordura y locura, sino porque además ha logrado establecer vínculos entre los mundos social y psiquiátrico que parecían abstraerse uno del otro. Viendo algunos de los programas emitidos estarían bien entender la locura como una oportunidad de luz en lugar de ignorarla, apartarla y entenderla como un peso.
Fuente: artículo Alfredo Olivera y Radio “La Colifata”: Una lucha contra el estigma social de la locura aparecido en Periodismo Ciudadano.
por David Criado | Jun 13, 2010 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
Laguna en Taiji, Wakayama (Japón). Esa pequeña masa de agua. Fotograma del documental "The Cove", 2009
Quizá pisar la tierra sea suficiente para deterner el curso incontenible de las cosas. El documental “The cove” se centra en una cala de Taiji (Japón), un lugar biológicamente paradisiaco donde se aniquilan delfines con una brutalidad ahora documentada. Al igual que ocurre con los actos, por sí solo ningún lugar en el mundo es importante, pero todos ellos en conjunto son determinantes. Esta es la historia de una pasión y una lucha que puedes conocer mejor si dispones de 92 minutos en tu vida. Durante diez años Rick O´Barry convivió y entrenó a Cathy, una joven delfín, para que pudiera actuar en la serie Flipper y seducir a los niños de todo el planeta. O´Barry declara “La sonrisa de un delfín es el más horrible accidente de la naturaleza“; una sola mueca eterna en su rostro inocente nos hace creer pase lo que pase que son felices. Frecuentemente acudimos a delfinarios y vemos cómo la inteligencia adulterada de estas criaturas genera una industria alrededor que mueve millones de dólares a lo largo del globo. Después de esos diez años de trabajo en los que todo era éxito y dinero, en un día como el de hoy Cathy acudió a su entrenador, Rick O´Barry, saliendo del agua se posó en sus brazos y lentamente se dejó morir, dejó intencionadamente de respirar mirando a la persona con la que había convivido durante casi toda su vida. Las ballenas y los delfines respiran conscientemente, cada impulso o hálito de aire es voluntario y consciente, pero Cathy no quería volver a respirar, fue su elección. Rick lo vió claro; durante los 35 años siguientes a ese hecho, ha dedicado su vida a luchar contra la pesca, adiestramiento y exhibición en cautividad de estos animales.
El presente documental, al que el diario El País se ha referido como El holocausto de Flipper, nos adentra en un oscuro mundo de intereses políticos, secretos vedados y tráfico de conciencias por silencio. La película ha sido premio de la Audiencia en la pasada edición del Sundance Festival y es Óscar al Mejor Documental. Que esto no os llame la atención, aunque sin duda es un logro evitad ver la película porque alguien la haya premiado, vedla porque realmente os interese. Si sois capaces de visualizar cada fotograma de esta tragedia -y en la imagen posteo uno de ellos-, el drama del Hombre moderno aniquilando al animal más inteligente de la Tierra a razón de 23.000 asesinatos reconocidos por año, si sois capaces de ver cómo se intoxica a poblaciones enteras con dósis elevadas de mercurio; podréis sentir cómo vuestro conocimiento no es solo poder y libertad, sino que además salva vidas. Es tan sencillo y directo, tan simple. “Tengo que ver el fin de esto durante mi vida. Ahora mismo estoy centrado en esa pequeña masa de agua…” dice O´Barry; si tan solo de cada millón de personas una fuese capaz de centrarse en masas tan pequeñas de conciencia, tal vez mejor pero seguro que más tranquilimos, podríamos atrevernos a cerrar los ojos con la seguridad de que nuestro sueño no asume el precio de un martirio lento y consentido. No se trata de una cultura, esto no es cultura; se trata, como digo, de que tu dignidad sea más alta que la historia de tu especie. Como bien se relata en el documental, si quieres hacer algo realmente importante, olvídate de la política y de los gobiernos, nunca conseguirás absolutamente nada; actúa siempre de forma individual, remueve las conciencias de forma colectiva y si no te gusta algo, dilo. Del mismo modo que el conocimiento salva vidas, el silencio las destroza.
por David Criado | Jun 7, 2010 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
La cultura de masas en cierto sentido siempre fue minoritaria, al menos la comprensión real de su sentido. El video Fútbol con arte emitido en Métropolis, el ya histórico programa de televisión de la segunda cadena de TVE, nos muestra nuevas fuentes de reflexión de diferentes artistas audiovisuales sobre el deporte rey en Europa. Interesante compedio sobre la metáfora del fútbol y cómo el ciudadano proyecta sus deseos en el campo mediante símiles que recuerdan a los antiguos héroes y a hechos recurrentes en la historia. En otro tiempo Heracles, Ulises, Eneas, personajes bélicos que hoy se contienen en cuerpos de atletas que rivalizan por la victoria; buscaron como buscan hoy un sitio en el imaginario colectivo. No inventamos nada nuevo, solo articulamos lo que existe en nuevas formas, reglas y conceptos. El deporte siempre ha sido un sustitutivo de la batalla, del mismo modo que un congreso o una asamblea contraponen colores que no pueden mezclarse de por sí consiguiendo que el crisol conviva sin amenazar la integridad de cada una de las partes. Los mayas jugaban a la pelota para evitar que el pueblo continuamente pudiera rebelarse. El esparcimiento como antítesis de la concentración, la evasión como antídoto contra la conciencia; de otro modo sería insoportable. En el video se ve el concepto de “soterramiento de la violencia”, de “identificación”, de contención del individuo en pro del bien común. Acudimos a la arena en Roma del mismo modo que esperamos acción en un estadio, deseamos con un alto grado de inconsciencia mitigar nuestra sed individual por alcanzar la gloria proyectando en conjunto una sed colectiva facilmente más saciable. Por ello compramos a alto precio colores y banderas, escudos y estandartes; necesitamos uno o varios equipos con que acometer el transcurso inevitable de los días.
por David Criado | Jun 5, 2010 | CREATIVIDAD e INNOVACIÓN
Entre mis papeles, he encontrado varios manuscritos del pasado, entre ellos algunos relativamente recientes que he compartido con la blogosfera en las dos entradas anteriores. Pero además he hallado uno que me resulta esclarecedor y que comienza de este modo:
Este poema se titula “Poema para ser gritado en alto ante una multitud de seres de mi especie pero no de mi manada”. Está siendo escrito el día veintiuno de septiembre de dos mil nueve y será leído dentro de no más de cincuenta y cuatro meses. Decimoquinto encuentro con la luna bajo un techo que no bosteza luz junto a una lámpara de noche que me dicta el firmamento. He amanecido ebrio, me levanté temprano porque no me atareé con los grandes pensadores. Actualmente he vivido n años que considero enteramente muertos bajo la premisa de que soy lo que seré dentro de un tiempo pero ni la sombra de todo cuanto era. Estas reflexiones que lanzo hoy -y estoy leyendo en alto mañana- son juventudes de palabra, infancias de pensamiento que no me atrevo a madurar si no es en compañía. La manta que hoy me cubre ayer me costó semanas de trabajo, y el cuarto que hoy me observa, lo pago con la dispensa generosa de siete años de inventiva. (…)
Hasta aquí todo cuanto hoy debo decir. Por compromiso propio debería gritar el manuscrito íntegro dentro de tres años y diez meses.