Hace poco lei en twitter «La vida es todo aquello que pasa mientras tuiteas«. A pesar de no estar de acuerdo al cien por cien con esta reflexión es cierto que cualquier obsesión será siempre lamentable en el futuro, incluso obsesionarse por conocer y estar informado. La red debe servir para comunicarnos, no para aislarnos. Nuestra perspectiva como usuarios es que se trata de una herramienta para contar y leer la vida. Este doble uso que a menudo puede hacerse de ella no tiene que distraernos. Debemos leer (y leer mucho) y debemos sobre todo vivir, experimentar, hacer de nuestra vida un método científico lo suficientemente creativo. Tenemos la obligación de relacionarnos, de aprender vertical y horizontalmente de nuestros padres y de nuestros hijos, de todo aquel que pueda aportarnos algo. Debemos tener tiempo para jugar, para reflexionar e incluso para reflexionar jugando (educación personalizada y pedagogía en red). Para que no se te olvide todo esto, cuelgo este video titulado «Desconectar para conectar» que espero que te haga dejar el móvil en el que dices que «estás rematando un gol» para que por fin te decidas a marcarlo 😉
Página de Bitnami Stacks http://bitnami.org/stacks
Hoy voy a haceros varias recomendaciones que han compartido conmigo algunos amigos de la casa y colegas profesionales; también algunas cosas que he investigado por mi cuenta:
Bitnami permite de forma fácil y dinámica implementar herramientas CMS de código abierto. El instalador incluye no solo el software propio de la aplicación sino todo el econsistema necesario para que la aplicación funcione (Apache, MySQL, PHP o Ruby entre otros y dependiendo del SW elegido). Permite además desplegar el CMS vía instalación nativa, máquina virtual o en nube, y tal como explican en su web ejecutar un asistente de instalación de forma rápida y sencilla sin necesidad de tener conocimientos de integración, administración o programación y para diferentes sistemas operativos como Windows, Linux y Mac OS.
Os animo a consultar la web y familiarizaros con las principales soluciones CMS opensource del mercado. Entre las aplicaciones que permite desplegar se encuentran muchas de aquellas con las que hemos trabajado los últimos años y que son (desigualmente, la verdad) la flor y nata de los gestores de contenidos, bugtrackers y aplicaciones de gestión empresarial en general (Alfresco, Liferay, Mantis, Redmine, Moodle, Joomla, Drupal,…) y también algunas otras no tan conocidas que merece la pena explorar para conocer mejor el mercado y las posibilidades.
Por otro lado os recomiendo probar yammer.com si tenéis una empresa (por pequeña que sea) y necesitais que vuestros compañeros/empleados estén conectados en realtime mediante microblogging. La herramienta es sólida y ya tiene amplia trayectoria.
Como herramientas de colaboración también quiero destacar en estas recomendaciones las opciones de Zyncro para generar un ecosistema de trabajo muy basado en gestión de documentos (aunque mejorando), Jivey Central Desktop para gestión del conocimiento (generación de intranets, dinámicas de comunicación a tiempo real,…). Mi pésame a la comunidad DimDim – cuyo descubrimiento anunciábamos en junio del pasado año desde Vorpalina– puesto que pasa a pertenecer a Salesforce abandonando el mantenimiento del código por la comunidad. Se trata de un ejemplo claro – aunque me moleste reconocerlo- de los riesgos que existen por parte de las empresas o grupos de trabajo al apostar por opensource y ver discontinuado el mantenimiento gratuito de aplicaciones tal y como explicaba hace unos días Alex Williams en su artículo Dimdim: The risk of usinf a free service en ReadWrite Cloud.
Si tuviéramos que elegir un hashtag o un trendtopic de nuestra era, desgraciadamente no quedaría más remedio que quedarnos con la etiqueta #dinero. Está en boca de todos y no debería pervertir sino construir porque no lo inventamos para otra cosa que para ser una herramienta. Vivimos sin embargo tiempos de oscuras certidumbres. Estamos tan seguros de todo lo que hacemos que ni siquiera tropezando cien veces en la misma piedra con tamaños diferentes somos capaces de tener conciencia de nuestro error, ni siquiera aunque esas piedras adquieran la forma de deflacciones, crack del 29, crisis de las puntocom, escándalos financieros, quiebras de estados, crisis subprime, crack bursátiles continuos, fracasos sociales evidentes… Estoy tan convencido de que no podemos seguir con el mismo ritmo y las mismas reglas del juego que voy a empeñar mi vida en demostrar que nuestro modo de vida no es ya poco rentable sino completamente absurdo. Joan Melé, subdirector general de Triodos Bank, dió en mayo del año pasado una charla magistral en la que alertaba –como otros lo habían hecho antes– de la aceptada y escandalosa división entre la economía (el dinero) y la vida real; uno de los errores que más caro estamos pagando en nuestro tiempo. Joan Melé habla aquí como representante de un banco ético cuyo negocio se basa en encontrar empresas éticas y solidarias donde invertir el dinero. Entendamos su discurso humanizador desde esta perspectiva.
A lo largo de décadas de desgaste hemos conseguido desnaturalizar los procesos sociales e impedir que la economía hable -como él mismo dice- de seres humanos para hablar exclusivamente de matemática pura. Él lo explica: nos hemos ido apartando de la economía y hemos dejado las decisiones en manos de los políticos y de continuos y eventuales salvadores de la humanidad. La salvación de la humanidad eres tú, la sociedad civil, no los grandes entes de gestión. Vean este video por favor, creo que es uno de los más constructivos que he visto en los últimos tiempos. Dejo algunas citas interesantes de Joan Melé como reflexión a modo de daga contra todas esas oscuras certidumbres:
Hay que globalizar la conciencia (…) La humanidad es un organismo y cada uno de nosotros somos sus células. No es una teoría, no es un romanticismo, no es una filosofía New Age. La tierra es un ser vivo y nosotros somos su parte consciente. La diferencia entre un organismo y un mecanismo es que en el mecanismo el todo es la suma de las partes; en un organismo no. En un organismo cada parte está relacionada con el todo, cada parte es el reflejo del todo, lo que hace cada una de las células influye en el todo y cada célula necesita la totalidad para existir. Y eso lo hemos perdido en economía. Hemos separado las convicciones, los ideales, las vivencias del proceso económico
Creo que el discurso no es solo inspirador sino que además en él reside en gran medida el mensaje para el cambio constructivo. En esta línea y gracias al tweet de @schuchsny hace unos días pude conocer la infografía sobre el futuro del dinero que han preparado desde Emergence Collective y que han titulado acertadamente The future of Money: New Lenses of Wealth. En ella la innovación abierta, la transparencia en la comunicación y la cultura red son claves para la economía del futuro inmediato. Estoy de acuerdo con esta perspectiva. El valor tiene ahora nuevos atributos a los que debemos atender: es abierto, social y en red. La infografía puede descargarse a través del post. Os dejo una pequeña miniatura del diagrama de Venn resultante.
Infografía "El futuro del dinero: Nuevos objetivos de la Riqueza" realizado por www.emergence.cc/futureofmoney
Édición de Siruela (2009) que reune "La Orden de Caballería", Anónimo y "Libro de la Orden de Caballería" de Ramón Llul
Allá por el siglo XIII de la era occidental, Ramón Llul (1235-1325) escribió el «Libro de la Orden de caballería». En él desde una perspectiva cristiana muy ceñida al proceso de reconquista de la España medieval, describe «los derechos y obligaciones del caballero y le impone los objetivos de desplegar el honor cristiano y la nobleza de espíritu, de los que se sigue la observancia de una estricta piedad» (1) lo que sin duda la convierte según Javier Martín Lalanda, doctor en Filología y titular de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Salamanca, en el «auténtico tratado sobre el significado y los orígenes de la condición del caballero«. Os recomiendo si tenéis algo de tiempo la lectura del estudio historiográfico de Martín Lalanda y del texto literal del que parte la idea de este artículo.
Lo que os propongo ahora es conformar un tratado de idéntica magnitud y calado que sea capaz de reflejar el nuevo orden de caballería de la cultura red, esa cultura de la participación activa y efectiva y de la colaboración por encima de cualquier barrera que está cambiando nuestras vidas. Algo así como un compendio de virtudes y máximas que nos ayude a difundir los principios del nuevo paradigma que ha modificado por completo nuestro modo de relacionarnos y comprender el mundo gracias a los principios de la sociedad de la información sobre los que muchos hemos teorizado. La cultura red tiene filosofía y principios propios y está basada en valores constructivos que dan voz a cada actor/usuario/ciudadano/bloguero de un mundo conectado, fortaleciendo sus derechos y deberes para una sociedad algo más justa y habitable.
Nuestro libro de la Orden de caballería red debería tener una estructura consensuada de la que participemos todos puesto que todos aportamos valor y sobre la base de la colaboración y la comunicación transparente estamos construyendo un futuro mejor en cada post y tweet y en cada nodo de red que nace en otro punto del planeta. Mi propuesta de comienzo sería adaptar el prólogo de Ramón Llul para darle el carácter elevado y distinguido que toda la revolución 2.0 se merece. Algo así:
«A semejanza de los siete planetas, que son cuerpos celestes y gobiernan y ordenan los cuerpos terrenales, dividimos este Libro de la Ordén de Caballería Red en siete partes, para demostrar que l@s cabeller@s tienen honor y señoría sobre el pueblo para ordenarlo y defenderlo (puesto que ellos son el pueblo). La primera parte trata del principio de la caballería en red (cómo nació la cultura red y cómo la tecnología e individuos conectados fueron capaces de lograr su nacimiento). La segunda, del oficio del caballer@ en red (sensibilización, pautas suele cumplir y los diferentes perfiles/actores en el mundo red). La tercera, del exámen que debe hacerse al escudero cuando quiere entrar en la orden la caballería en red (qué debe hacer o qué prejuicios debe superar alguien que no conoce la red o no entiende sus modelos de trabajo o de negocio para poder formar parte de un mundo conectado, qué competencias digitales debe adquirir). La cuarta, del modo como debe ser armado el caballer@ en red (explicando la completa autonomía de un escudero para entrar en la red y cómo su mérito, esfuerzo y trabajo y no agentes externos pueden convertirle en caballer@ en red) . La quinta, de lo que significan las armas del caballer@ en red (las herramientas de colaboración, el aprendizaje social, las herramientas de ejercicio del derecho público a la libre expresión y los códigos de participación social y transparencia pública con permiso de Dolors Reig). La sexta, de las costumbres que son propias del caballero en red (su modo de vida, su papel en la sociedad y sus ventajas). La séptima, del honor que otros caballeros en red y el resto del pueblo debe al caballero en red (explicando en qué consiste el honor y el prestigio de un caballer@ en red y cómo puede valorarse su nombre o su marca personal con permiso de Andrés Pérez Ortega)
¿Qué os parece la idea? Creo que sería una buena oportunidad para explicar al mundo quienes somos esos seres raros continuamente conectados que tienen fe en un mundo y una cultura sostenibles. Hacedme saber impresiones bien en twitter (@vorpalina) o bien a través de comentarios o correos. A pesar de que siempre ando liado cambiando el mundo, esta es una más de las tareas para hacerlo así que yo me encargaría de redactar el tratado y de colgarlo bajo creative commons recopilando aportaciones. Creo para ello el hashtag #caballeriared en twitter.
Notas:
(1) Fuente: Wikipedia
(2) Fuente: Libro de la Orden de Caballería, Ramón Llul; ed. y trad. Javier Martín lalanda: Biblioteca Medieval XXI Ediciones Siruela, 2009, ISBN 978-84-9841-272-7)
Vladimir Propp, erudito, filólogo y etnólogo soviético.
Reposo en un lugar apartado del mundanal proyecto en la casa de mis suegros y sustraigo (por no decir «robo con fruición y alevosía») un libro de la estantería de la habitación en la que duermo. El libro reza «Gramática de la fantasía», el autor Gianni Rodari, un fenómeno revolucionario en sí mismo. Había oído hablar del libro pero más aún de su autor. Cojo el volúmen del estante y lo desperezo. Tras saltar las páginas de cortesía, ojear la editorial y el año de edición, me decido a explorar el interior auténtico. Comienzo a leerlo por encima con la intención de hacer un expurgo inicial o sustraerlo con solución de continuidad (por no decir «robarlo hasta que acabe de memorizarlo y devolverlo a su estante original si es que no quiero poseerlo como un testimonio más de mi biblioteca personal»). Decido lo segundo -sustraerlo con solución de continuidad- gracias al siguiente extracto del libro realmente inspirador y en el que habla de la importancia de la diversión y la libertad en el ejercicio de la investigación creativa entre otra suma de cosas en las que os recomiendo profundizar. En este fragmento del capítulo 22 Gianni Rodari habla del señor que tienen ustedes a la derecha de este artículo. Lean, disfruten y extrapolen a nuestra realidad actual parte del sistema de Propp tal y como yo -mentalmente- lo he hecho:
(…)
Capítulo 22: Las cartas de Propp
Un aspecto característico del genio de Leonardo, que encuentro brillantemente expuesto en un artículo de la revista «Scienze» (edición italiana de «Scientific American«), lo constituye su capacidad para considerar, por primera vez en la historia, una máquina cualquiera no como un organismo único, un prototipo irrepetible, sino como un conjunto de máquinas más simples.
Leonardo «descompuso» las máquinas en elementos. En «funciones». De esta manera logró estudiar por separado, por ejemplo, la «función» del rozamiento, y este estudio le llevó a proyectar conjuntos esféricos y cónicos, e incluso cilindros troncocónicos, que tan sólo han sido fabricados en tiempos muy recientes, para el funcionamiento de los giroscopios indispensables para la navegación aérea.
Con estudios de este tipo, Leonardo lograba incluso divertirse. Recientemente ha sido descubierto su dibujo de una invención burlesca: un «amortiguador para frenar la caída de un hombre desde lo alto». Se ve al hombre caer, no se sabe dónde, frenado por un sistema de cuñas ligadas entre sí y, en el momento final de la caída, por una bala de lana, cuya resistencia al golpe se mide y controla por una última cuña. Es muy probable por tanto que deba atribuirse a Leonardo también la invención de las «máquinas inútiles», construidas por juego, para realizar una fantasía, diseñadas con una sonrisa, momentáneamente opuestas y rebeldes respecto de la norma utilitarista del progreso técnico científico.
Algo similar a la descomposición de Leonardo de las máquinas en sus «funciones» ha hecho, respecto a las fábulas populares, el etnólogo soviético Vladimir Ja. Propp, en su obra Morfología della fiabe y en su estudio La transformazione della fiabe di magia.
Propp es también famoso por su libro Le radici storiche dei racconti di fate, en que expone de manera clara y, por lo menos desde el punto de vista poético, convincente, la teoría de que el núcleo más antiguo de las fábulas mágicas deriva de los rituales de iniciación usados en las sociedades primitivas.
Lo que las fábulas narran -o, lo que esconden al final de su metamorfósis- sucedía antiguamente: cuando llegaban a cierta edad, los niños eran separados de la familia y llevados al bosque (como Pulgarcito, como Nino y Rita, como Blancanieves)… donde los brujos de la tribu, vestidos con ropas horripilantes, con la cara cubierta con horribles máscaras (que a nosotros nos hacen pensar en magos y brujas)… los sometían a pruebas difíciles y frecuentemente mortales (como las que todos los héroes de las fábulas encuentran en su camino)… los jóvenes escuchaban las narraciones de los mitos de la tribu y recibían las armas (los dones mágicos que en las fábulas seres sobrenaturales dan a los héroes en peligro)… y finalmente regresaban, frecuentemente con otro nombre (también el héroe de la fábula vuelve a veces de incógnito)… y haían adquirido la madurez para casarse (igual que en las fábula, que nueve veces de cada diez acaban con un banquete de bodas)…
En la estructura de la fábula se repite la estructura del rito. Y precisamente de esta observación Vladimir Propp (y no sólo él) deduce la teoría según la cual la fábula ha empezado a vivir como tal, cuando el antiguo rito ha caído, dejando solamente la leyenda (…)
(…) En el sistema de Propp las funciones son treinta y una, y son suficientes, con sus variantes y articulaciones internas, para describir la forma de la fábula:
alejamiento
prohibición
infracción
investigación
delación
trampa
connivencia
mutilación (o carencia)
mediación
consenso del héroe
partida del héroe
el héroe sometido a la prueba del donador
reacción del héroe
donación del atributo mágico
transferencia del héroe
lucha entre el héroe y el antagonista
el héroe marcado
victoria sobre el antagonista
reposición de la mutilación o carencia inicial
regreso del héroe
su persecución
el héroe se salva
el héroe llega de incógnito a casa
pretensiones del falso héroe
al héroe se le impone una misión difícil
ejecución de la misión
reconocimiento del héroe
desenmascaramiento del falso héroe o del antogonista
transfiguración del héroe
castigo del antagonista
boda del héroe
Naturalmente no en todas las fábulas están presentes todas las funciones: en su sucesión hay saltos, agragaciones y síntesis, pero no contradicen la línea general. Una fábula puede empezar con la primera función, con la séptima o con la octava, pero -si es suficientemente antigua- es difícil que salte atrás para recuperar los pasajes olvidados.
La función de «alejamiento», que Propp indica en primer lugar, puede ser cumplida por un personaje que se aleja de casa por cualquier motivo, un príncipe que parte a la guerra, un padre que muere, que va al trabajo (aconsejando a los hijos – he aquí la «prohibición»- no abrir la puerta a nadie, o no tocar una determinada cosa), un mercader que inicia un viaje de negocios, etcétera. Cada «función» puede contener a su contrario: la «prohibición» puede estar representada por una «orden» positiva.
No desarrollaremos más nuestras observaciones sobre las «funciones» de Propp si no es para sugerir, a quien lo desee, un ejercicio que consiste en confrontar su secuencia con la trama de cualquier film sobre las aventuras del Agente 007: se podría asombrar de la gran cantidad que encontraría casi en el mismo orden. Tan viva y extendida está la estructura fabulosa en nuestra cultura. Muchos libros de aventuras tienen igualmente la misma estructura.
Gramática de la fantasía: Introducción al arte de inventar historias, Gianni Rodari, Hogar del libro, Colección REFORMA DE LA ESCUELA, 1985, ISBN 84-7279-217-X , D.L. B 41.222 – 1985 Trad. Carlos Alonso y Adela Alós del libro Grammatica della fantasia, Giulio Einaudi, Torino, 1973
Dejen que les sorprenda: estamos viviendo una revolución cultural que tiene precedentes. Aunque no comparto la forma en la que Carlos Rebato expone su ejemplo en ALT1040, el ejemplo del que habla supone una metáfora real del cambio que estamos viviendo. En su post hace referencia al cuadro de Velázquez el Aguador de Sevilla en el que se retrata un modo de vida (evito utilizar por respeto a Carlos el término “modelo de negocio”) que ha caído en desuso por la universalización del servicio de agua corriente a través del sistema de canalización y abastecimiento a poblaciones que conocemos hoy en día, o bien a través del complejo sistema logístico de distribución de agua mineral que las compañías articulan para explotar los manantiales naturales. El ejemplo me parece lo suficientemente inspirador para hacer comprender la importancia del cambio de escenario a aquellos que permanecen aún alejados de la cultura red y sumidos en un modelo productivo industrial. Tanto el cuadro como la profesión que refleja me resultan admirables. Como siempre que atendemos a nuestro pasado, tenemos muchas más cosas en común con la Sevilla del siglo XVII de las que nos gustaría creer.
A principios del siglo XVII, cuando el cuadro fue pintado, existía en Sevilla una fluida economía que contribuyó a la construcción de los más importantes edificios que actualmente conocemos. En el siglo anterior la ciudad había liderado en gran medida el crecimiento económico de toda una nación haciendo florecer industrias importantes dedicadas a la fábrica de jabón, la artesanía cerámica y el negocio de la seda. Las instituciones comerciales del sur español encontraron en la ciudad una referencia a explotar a través del río Guadalquivir cuyo empuje cedería posteriormente a favor de Cádiz. La expulsión de los moriscos en 1609 afectó al norte español pero no tanto al sur que vio incrementar su población de forma vertiginosa con la inmigración africana, canaria y la sincrética disolución social de los moriscos reconvertidos para luego sufrir una drástica reducción demográfica por la crisis económica (¿les suena?) y la peste. Efectivamente en esa época toda España, Sevilla incluida, padeció una epidemia de peste que contribuyó a diezmar la población reduciendo en un 1.500.000 habitantes la población española de aproximadamente 7.000.000 de habitantes, una población enorme para la época en aquel entonces. Aunque la población de Sevilla era elevada, se concentraba en la ciudad el grueso de la inmigración esclava que existía residualmente en la península: alrededor de 50.000 personas que supusieron el último resquicio de esclavitud antes de que su existencia pasara a ser anecdótica en el siglo XVIII. El historiador Luis de Peraza relataba en el primer tercio del siglo XVI “»Hay infinita multitud de negras y negros de todas las partes de Etiopía y Guinea, de los quales nos servimos en Sevilla y son traídos por la vía de Portugal». De esté número de habitantes, un censo eclesiástico de la época cifra en 6327 el número de esclavos de lo que podemos deducir junto con las familias moriscas (los llamados esclavos blancos) y los esclavos musulmanes, que en la época en la que vivía el aguador había gran diversidad de culturas y modos de vida diferentes en una sociedad jerarquizada y sujeta a una estructura rígida de reparto de poder. Relata Diego Ortíz de Zúñiga que «Eran en Sevilla tratados los negros con gran benignidad desde los tiempos de don Henrique Tercero, permitiéndoles juntarse a sus bailes y fiestas en los días feriados, con que acudían gustosos al trabajo y toleraban mejor el cautiverio» por lo que si damos fe a este testimonio dentro de la diversidad y la férrea estructura de esclavismo (debemos contextualizar) había un respeto escrupuloso hacia la condición de algunos esclavos si bien otros eran denigrados tras la subasta en las gradas exteriores de la Catedral de Sevilla. Dada la época y como bien señala Alma Mater Hispalense el medio más apto para la integración era la religión por lo que muchos de estos esclavos se integraron en la sociedad con la normalidad que les era permitida a través de cofradías y hermandades.
Mulata en la cocina, Diego de Velázquez, 1620
Otro cuadro de Velázquez, Mulata en la cocina, refleja la presencia de esclavos negros en las casas pudientes sevillanas cuya relación incestuosa con sus amos daba lugar a los mulatos. Estos mismos esclavos servían el agua a sus señores cerrando el círculo de la discriminización social de la que también participaba el negocio de la distribución de agua. Era pues una sociedad mestiza que inconscientemente y fruto de el clasismo de sus ciudadanos fomentaba la aparición de elementos sociológicos diferenciadores de forma totalmente natural y sin solución de control o tutelaje.
Todos ellos tenían que convivir mediante modos de vida muy diversos. Entre ellos y dado el inexistente servicio de canalización de agua potable exenta de enfermedad (tifus, catarro, peste atlántica), el aguador tenía un papel clave. Era una profesión respetada y fundamental para la vida diaria de una ciudad tan grande como Sevilla, abastecía a las casas pudientes y en menor medida (con pequeñas dosis a precios a menudo abusivos para tratarse de un bien de primera necesidad) a la gran cantidad de hogares que se encontraban a medio camino entre la casta mendicante (elevada y sin derechos de acceso salvo caridad) y la casta noble (privilegiada y que acaparaba el poder). Esta profesión fue poco a poco quedando en desuso hasta que en el siglo XVIII y ya a principios del siglo XIX la ciudad contó con una red de suministro de agua potable en cada hogar de la ciudad sin distinción de clase o condición. El hecho de que una nueva forma de abastecer a la población diera paso a un control eficiente de la potabilidad del agua evitando enfermedades y pasando de una logística de barrio a una logística metropolitana, tiene cierta similitud con el proceso de democratización de la creación y autoría de contenidos en la actualidad. Nadie de los que consumió agua a través del grifo de su cocina quiso menospreciar el admirable trabajo de varias generaciones de aguadores en pro de la salud pública de los habitantes, simplemente se trataba de un nuevo escenario gracias a tecnologías novedosas de distribución de agua que favorecían a todos, incluso a los aguadores que supieron reciclar su negocio y montar pequeñas flotas de distribución de agua embotellada para los más exquisitos.
Quiero extrapolar con vosotros esta bella lectura de la historia a nuestro momento actual: No se trataba de criticar un cambio en el abastecimiento de agua (cultura) sino en hacer fluir ese agua (cultura) a cada ciudadano que necesitara beber (consumir cultura) para saciar su sed (generar conocimiento) y con ello evitar el enquistamiento y el acceso restringido y controlado de las élites sociales (industria de la cultura) al agua (la cultura). La riqueza multicultural (riqueza en la creación y consumo de formas diferentes de conocimiento) unida a la decadencia hegemónica española (crisis económica pr
ovocada por los mercados financieros actuales), confiere a los cuadros de Velázquez esa pátina de genialidad que retrata la cruda y meridiana realidad (cruda y meridiana realidad actual) de la España y los modos de vida de la época, como es el caso de la profesión de aguador (industria cultural) en decadencia. El cuadro reflejaba una época en la que un mediador (el aguador/industria cultural) suministraba agua potable (conocimiento/cultura) a aquellos que podían permitirse el lujo de pagarla (de pagar CDs, royalties, derechos,…). Tampoco se trataba de que los generadores del agua (cultura) que sacaban y explotaban los pozos minerales (autores sujetos a propiedad intelectual) no fueran reconocidos por su trabajo ya que simplemente se cambiaba la cadena de reconocimiento de valor de la época anterior a una nueva cadena que fomentaba la distribución del agua (cultura) entre los habitantes y pagaba también por ello pero de una forma novedosa a los generadores de esa agua (autores). Claro que siempre había gente que acudía a los manantiales por la noche (crackers) a robar el agua o las carrozas que portaban las tinajas (películas de estreno o discos de moda) para ser consumidas sin pago de tasas. También en Sevilla existían personas que reclamaban que el agua era un bien común (procomún) y que el acceso debería ser universal, del mismo modo que en Aranjuez pocos años más tarde la población enfervorecida reclamaba el pan para vivir.
Cuando existe un cambio cultural, que no teman los autores (generadores de conocimiento/agua) cuando los mediadores (que siempre han sacado su parte del negocio a menudo explotando de una forma poco ética su papel de facilitadores entre partes) pretendan elevar su voz y provocar la alarma, porque nada miran por la preservación y difusión del agua (cultura) sino por sus propios intereses. Si eres autor, sigue creando y pon en valor tu trabajo sin necesidad de que las masas sean bombardeadas con él para consumirlo no por su valor sino por la voluntad de quienes quieren distribuir según qué cosas. Que tu derecho a crear y ser reconocido nunca choque con mi derecho a consumir la información y el contenido libremente sin necesidad de que se exhalte y se encumbre a unos pocos por encima de la mayoría creadora. Que tampoco tema ningún gobierno que quiera representar la voluntad popular y cubrir las expectativas y necesidades de su pueblo, porque primar el beneficio de unos pocos (repartir el agua entre las casas nobles mientras otros que no tienen acceso al agua sustentan con su trabajo esas mismas casas) nunca redundará en la mejora del concepto de ciudadanía ni en la pluralidad y riqueza culturales.
Sobre esta base, hablaremos de nuevos modelos de vida y de consumo adaptados a las necesidades e intereses que mejoren nuestra libertad con formatos más justos y equitativos, pero sin esta base común no hay diálogo posible. Vemos a diario a grandes expertos perdidos en el mundo de la red, un mundo nuevo que cambia por completo su ajedrez con nuevas reglas. Pero es un mundo meritocrático, en el que cabemos todos, en el que los que delinquen (de verdad) son condenados y los que poseen valor serán valorados. Es el mismo mundo, nada cambia salvo el medio y los canales, adaptémonos para llegar más lejos.