por David Criado | Abr 26, 2010 | HUMANISMO y TALENTO
(…)
El sol interrogaba al edificio disecando las gotas de polvo de todas las ventanas. Los cristales ardían en silencio, esperando la calma que vendría con la última hora de la tarde. Adentro la gente en los pasillos dibujaba itinerarios invisibles, combinaciones de pasos buscando los rincones fríos y las sombras. La calle Szu Tzao hacía honor al muerto con que fue rebautizada: estaba llena de luz aunque escondida. Sobre las cuatro de la tarde, el parpadeo de los estores blancos desplegados arropaba la siesta calma del inmueble. A esa hora y como cualquier lunes o martes una fiesta de trajes mal cortados sobre pares de zapatos apagados asediaba la calle entre murmullos. Con la ventana abierta, divisaba desde mi despacho el tumulto de la calle, desde la esquina con Shin Park con un parquímetro que hacía las veces de faro para los navegantes vespertinos, hasta el final de la calle donde un taller de costura clandestino tejía las corbatas que las boutiques de alta costura venderían el siguiente mes en ciudades europeas. El calor sin ser mortal, era intenso y sofocante, lleno de la humedad que inunda aquellas latitudes. Me levanté mareado buscando la fuente de agua embotellada que hacía dos meses había inaugurado un directivo entre aplausos y recortes de cabeza. Fue entonces, en medio del sopor, cuando recordé su rostro y el diminuto recorrido entre las dos comisuras de sus labios. Su blanca piel me pareció la plata verdadera que ningún mercado de Hong Kong podía darme. Fue entonces, como digo, cuando decidí vivir este argumento, disponer cada instante a lo largo de páginas y párrafos. De alguna manera, aquello iba calmar mi sed mucho más que la fuente de agua embotellada de mi planta. Y aunque en ocasiones me atenaza el recuerdo de aquella sensación, vivo inmerso en la idea de su rostro, algo tan físico e inmediato que a menudo condiciona mis principios.
(…)
por David Criado | Abr 23, 2010 | HUMANISMO y TALENTO
Ma jeunesse ne fut qu’un ténébreux orage,
Traversé çà et là par de brillants soleils ;
Le tonnerre et la pluie ont fait un tel ravage,
Qu’il reste en mon jardin bien peu de fruits vermeils.
Voilà que j’ai touché l’automne des idées,
Et qu’il faut employer la pelle et les râteaux
Pour rassembler à neuf les terres inondées,
Où l’eau creuse des trous grands comme des tombeaux.
Et qui sait si les fleurs nouvelles que je rêve
Trouveront dans ce sol lavé comme une grève
Le mystique aliment qui ferait leur vigueur ?
– Ô douleur ! Ô douleur ! Le temps mange la vie,
Et l’obscur ennemi qui nous ronge le cœur
Du sang que nous perdons croît et se fortifie !
Traducción:
Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado, a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
Que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.
He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para poner a flote las anegadas tierras
Donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.
¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,
Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,
El místico alimento que les daría vigor?
-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,
Crece y se fortifica con nuestra propia sangre.
Poema LÉnnemi de Les Fleurs du Mal, Charles Baudelaire
por David Criado | Abr 22, 2010 | HUMANISMO y TALENTO
Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
y de las zarpas que desgarran!
¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!
Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando…
Y así, mientras cavilaba firsuto,
¡¡hete el Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!
¡Zis, zas y zas! ¡Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!
¡¿Y haslo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.
Pero brumeaba ya negro el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncian los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba…
Jabberwocky, Lewis Carroll
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Así muflan los trovadores la forma increta
en la que el gladio vorpal hendió el braxio del oscuro bruñiente
y el joven ovejero atenostado vio suelitocar su cabeza
exclamando: «En este oscurdacer brilla un nuevo sol alegre »
¡¿Pero es nomiente lo que rantan?!, ¡¿Ya no galopa el galimatazo?!
Atenazaban de gilvestres flores las lianas del mancebo
y su corcel enbrevilargo se exponía al horizonte,
verdes las fameglas las surcaba el primer rayo,
las huequiblancas se desperazaban en el cielo,
y ¡Ras!,¡Ros!,¡Ras! alarideaba la pradera con su paso.
por David Criado | Abr 20, 2010 | HUMANISMO y TALENTO
«Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel»
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra.
Y es con esto que vengo aquí a la venta a reposar gaznate y me encuentro con faena de anteayer. Abro mi ordenador portátil y cabalgo de su mano por la red, que no es más que un nuevo campo de Montiel que me queda por delante, con el techo de flexos en el cielo y la moqueta cableada bajo el pie. Comienzo a esta hora mi andadura, más pirata que famoso caballero, al asalto de cualquier ingenuo que se quiera sacudir el polvo analógico de un antiguo tiempo. De venta en venta, de aldea en aldea, a través de siglas sin sentido y de conceptos, espero ver caer sol, el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa web 2.0.