Uno de los factores clave para la mundialización de la cultura y el acceso a la información igualitario (e-democracy), es sin duda la tecnología y el nivel de implantación que tiene en el planeta. Se han elaborado diferentes indicadores que evalúan la brecha digital y la desigualdad que produce la implantación tecnológica sesgada. Iniciativas que ya tienen amplio calado en la sociedad occidental, como el e-governance y el acceso abierto a los contenidos de los que hemos hablado en otras entradas, suponen un avance en la extensión y presencia de las TIC, pero esta implantación está condicionada a menudo por una visión parcial de la realidad que a menudo provoca el aumento de desigualdades norte-sur que se pretenden superar. Hoy quiero recomendar la lectura del artículo «Metodología para el análisis de la relación entre la competividad y la preparación tecnológica en 135 economías mundiales. Factores e Indicadores Clave de Actuación. Conglomerados» aparecido en Dirección y Organización, Núm. 40, Abril 2010, ISSN: 1132-175X, y escrito por Alberto Jordán Reig y Jorge Pérez Martínez. De este artículo quiero destacar tanto la foto que acompaña a esta entrada como el análisis detallado y el objetivo ambicioso de sus autores. En la imagen, llena de una carga significativa respecto al reparto de riqueza, podemos ver gráficamente la presencia y peso eléctrico en el mundo. Este indicador, la electricidad, por el momento es clave y conditio sine qua non para el acceso tecnológico. Respecto al estudio, el concepto de e-readiness me parece interesante. Como comentan los investigadores del Dpto. de Señales, Sistemas y Radiocomunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid:
«Los índices de preparación tecnológica, también llamados e-readiness, miden el grado en que un país, nación o economía está preparada para obtener beneficios a par tir de las TICs. Esta medida se utiliza indirectamente para analizar si una nación está preparada para tener actividades electrónicas como e-commerce, el e-learning o el e-government (Altman, 2002). En muchos casos, los e-readiness, se representan como índices, en los que las economías en comparación o evaluación se ordenan de acuerdo a diferentes variables como líneas cada 1.000 habitantes o PIB (%) invertido en las TICs, etc. Como era de esperar a día de hoy, se han elaborado muchos e-readiness, por todo tipo de entidades. Cada uno de ellos, tiene distinto tipo de metodologías y definiciones, por ejemplo los ránquines del Economist Intelligence Unit’s miden el nivel de contenidos (especialmente on-line) de las economías, este realmente mide cuanto está preparado el entorno e-business en lo relativo a oportunidades sobre tecnologías basadas en IP. Otro de los más famosos es el Readiness of the Networked World de la Universidad de Harvard que nos evalúa la preparación de las economías en desarrollo respecto a las TICs (CID, 2006).»
A partir de estos índices tecnológicos los autores realizan una propuesta de parametrización de la presencia tecnológica en el mundo y de explicación de la competitividad tecnológica. Considero que este tipo de hipótesis científicas se enmarcan dentro de las propuestas que necesitamos para analizar nuestra realidad actual y poder actuar con información fiable de cara a establecer no solo comportamientos comerciales que fomenten las relaciones económicas entre países, sino también comportamientos sociales que promuevan el acceso al conocimiento y a la red. Es cierto que previo a este trabajo sería necesario eliminar cierto tipo de aranceles y conductas excluyentes que las principales entidades financieras han venido practicando hasta la fecha, entre ellas el FMI, el Banco Mundial y la OCDE (no obstante, este organismo realiza las mediciones de e-government más utilizadas en el mundo TIC). De hecho muchas de estas políticas pertenecientes a la era industrial no casan y chocan a menudo con la realidad actual, siendo un contrapeso doloroso y contenedor de las iniciativas punteras en la nueva sociedad de la información y el conocimiento. Todo esto es cierto, pero es necesario reconocer que este tipo de estudios y propuestas, como medio y herramienta de trabajo, son un paso hacia el cambio.