Por motivos personales he tenido la suerte de conocer el mundo de la música culta por dentro durante casi 3 años de mi vida. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a la persona que me descubrió este mundo. Se trata de un ecosistema de desarrollo de extrema dureza y exigencia que exige un alto nivel de rendimiento y dedicación exclusiva. A pesar de estas premisas, la manera en que una orquesta piensa como una sola mente articulando a la perfección cada una de sus neuronas sin necesidad de matar la creatividad ni la diversidad es admirable. Esta forma de conseguir objetivos con un sentimiento de pertenencia y de equipo tan marcados debería ser estudiada por la mayor parte de organizaciones actuales. En este TED de hace dos años, el famoso director israelí Itay Talgam analiza las diferentes formas de conducción de un equipo de trabajo (una orquesta en este caso) a través de diferentes modelos de dirección. Todos ellos coinciden en su base común: facilitar el desarrollo del talento y las destrezas individuales para llegar a una belleza colectiva. Llamadlo sinfonía, proyecto o empresa. Resulta indiferente. Todos construimos cosas similares