Ok, se han subido a comer pero voy a escribir esto antes de ir porque creo que debo hacerlo. Como rápido, esto es más importante. Se trata de un yammeo que han hecho en el trabajo compartiendo un artículo que ya me irritó en su día y que se titula Los jefes simpáticos no son buenos líderes. Mi opinión sobre este artículo la compartí enervado hace semanas en Google+ pero quiero desarrollarla aquí antes de comer. Porque se trata de qué queremos ser y no de lo que somos. Porque se trata de mejorar y trabajar por algo mejor de lo que conocemos. Los mismos principios que nos llevaron a sucesivas crisis de conciencia y de sistema, son los que alientan el artículo al que hago referencia.
El artículo me da que pensar pero para mal. Me da que pensar qué clase de sociedad estamos construyendo cuando realmente nos creemos que lo que queremos son fustigadores de manual que marquen el camino. Reeducar es la solución y eso se hace día a día, con esfuerzo. En el foro de Locos que convoqué el viernes y el sábado de la semana pasada estaban llamados a participar varios frustados. Todos nosotros transformamos la cruda realidad de una forma u otra. Asistieron 7 personas de lo más nutrido del panorama empresarial. Todo rarezas y piedras preciosas: Un filósofo de la ciencia, un programador kirguijistano que habla ecuatoriano, un escalador aventurero, un funcionario inquieto, una operadora de viajes especialista en Asia y Sudamérica, un humanista sin caja, etc… Entre varios de los asistentes -tal vez un poco porque me callara, tal vez un poco porque lo creyeron de verdad- se acordó que todos teníamos un umbral de frustración muy elevado tras un largo historial de molinos en los que dejamos nuestras huellas de cráneo. La visión eslava era la más práctica como siempre pero todos coincidíamos en que debíamos de uno u otro modo luchar por lo que creemos. Ofrecí Betania como sede de operaciones en la línea acostumbrada.
La base de mi actitud parte de involucrarme con todos los recursos a mi alcance en todo aquello que considere que es realmente digno y útil para los demás en la creencia de que esto es lo realmente útil para mí. Como la gran mayoría de empleados de empresa en España he sido educado en una concepción católica de la vida y en una ética protestante del trabajo y he logrado superar ambas hasta llegar a ser lo que soy. No es mucho pero es algo más de lo que nunca he sido y una buena base para lo que voy a llegar a ser. Y esto no incluye ser un jefe antipático, dogmático o dominante. El artículo habla de que «ceder en algunas decisiones no hace ningún favor a un líder«. Se me ocurren a ojo diez ejemplos de todo lo contrario de personas a las que considero referentes. Por otro lado no se es «demasiado generoso«, se es o no se es generoso y puede que hasta haya grados, pero tal y como está el mundo, sinceramente creo que nunca se es «demasiado generoso«. Seas lo que seas. Te dediques a lo que te dediques.
Hay algo que me revienta del artículo y que no puedo entender. El estudio habla de lo que supuestamente somos pero no entra a decir si eso es bueno o malo, simplemente se limita a lanzar el mensaje de que para ser líder hay que ser «egoísta o agresivo» aumentando así la «percepción de dominio«. El problema está en si eso es o no correcto y en la reflexión que hacía Ángel. El problema es que no quiero que mis jefes me dominen sino que me guíen y me acompañen, que me orienten. Soy muy militar en este sentido (respeto la jerarquía pero no la considero incuestionable y respeto también el mérito y la trayectoria) y no creo que el respeto se gane con la fusta sino con la pedagogía y la empatía. Además el artículo parece hablar solamente de un concepto de lider que vale para todo. Y como en botica, hay diferentes tipos de líderes y facilitadores. En definitiva se trata de aprender a VIVIR SIN GANAR y de ver un LEADERSHIP MÁS ALLÁ DEL LEADERSHEEP porque las habilidades del futuro no son las siguientes: saber manejar una fusta, tener a raya a tus empleados, controlar bien, ser egoísta, ser dominante o ser agresivo. Las habilidades del futuro tienen CO- delante de todas las palabras y SOCIAL como continuación de las demás. No se trata de controlar, sino de integrar; no se trata de saber llevar ovejas hacia el monte sino de saber crear, transmitir y valorizar ideas. Todo ello para evitar cosas como esta.
No obstante les dije que me encontraba realmente descontento con la realidad porque ésta no me dejaba formar parte de ella y continuamente me veía obligado a manejar este estado de frustración alejado de esa zona de confort a la que aspiran todos. En parte es una actitud innovadora pero es realmente cruda, mucho más cruda incluso que la realidad. Este fin de semana no ha habido guión ni planes establecidos y sin embargo han brotado las ideas y las conversaciones interesantes. Puede que no necesitemos tanto esa figura del líder absoluto; puede que no necesitemos tanto liderar como conversar.
Nota: la profesión de pastor es admirable, de hecho de pequeño en la sierra de Guadarrama solía ver a estos héroes de montaña ataviados con cuatro trapos sufriendo las inclemencias del tiempo y guiando a una manada de animales peludos listos para ser esquilados. Y era algo admirable. Pero hablamos de personas que tienen ideas y sobre todo hablamos de que no debemos esquilarlas…
Actualización: (21/11/2011) Sobre el papel del líder o el jefe dentro de los equipos y sobre la necesidad de comunicarnos y conversar, Silvia Calvet me ha remitido al artículo publicado hoy en ADN que se titula Jefe, hable con su empleado. En él se hace referencia a las figuras de non-talking manager, over-talking manager y francotirador. La reflexión me ha gustado mucho y ahonda en la brecha cada vez más amplia entre el jefe y los empleados. Para superar lo que el autor del libro The talking manager, Álvaro González-Alorda denominado «la protistución del diálogo» es necesario salir del despacho y mejorar la calidad de las conversaciones. La clasificación que hace Álvaro es curiosa:
Jefes esquivos. Son los non-talking manager, que evitan el cara a cara, disparan e-mails, afirman más que hablan, cambian de tema abruptamente, son inflexibles y usan frases maximalistas.
El conversador. Conoce y tiene trato afable con los empleados. Se prepara las conversaciones importantes, es empático, flexible, pide y acepta disculpas, asume errores, confía y delega y actúa de mediador. Contagia confianza y ALEGRIA!!!
El over-talking. Es el opuesto al esquivo y se caracteriza por no dejar espacio a los demás. En su pretensión por influir, lo quiere saber y controlar todo y apabulla y genera angustia por su presión positiva.
El padre autoritario. Quieren ser el centro de todo, que provoca angustia más que entusiasmo
El francotirador. Envía correos indiscriminadamente en lugar de hablar o mantener un contacto directo.
El artículo concluye: «Seguramente, en toda persona hay un poco de cada uno de estos rasgos. No sólo con argumentos se triunfa en una conversación»
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