Este artículo nace como respuesta a un debate que lanzaba mi amigo Chema Cepeda y que a mí también me inquieta y que compartía en un foro profesional hace poco. Os copio la reflexión de Chema:
CHEMA: Quiero trasladar aquí con vosotros un debate en el que participé en Facebook hace unos días. El tema es si las titulaciones hoy en día son necesarias para acceder y/o desarrollar un trabajo. Sobre todo me gustaría saber vuestra opinión sobre si es necesario siempre, en algunos casos y con qué fines. Últimamente he estado reflexionando sobre este tema a raíz de varias ofertas de colaboraciones de trabajo que me han hecho totalmente ajenas a mi titulación (Enfermero de Emergencias) y másvinculadas a mis inquietudes y aprendizajes paralelos, basándose en el perfil que de ellas se va creando.
En un mundo en el que el aprendizaje cada día es más social y de tipo informal ¿están las titulaciones sobrevaloradas? ¿Sirven como índices de calidad o de capacidades? Además, por otro lado, estamos viviendo una auténtica escalada de titulaciones. Hoy en día no te vale con ser titulado, sino que además te exigen máster o doctorado. What’s next?
En mi caso concreto, considero que mi titulación me ha dado las herramientas básicas para obtener y desarrollar mi profesión, pero alrededor del 80% de mi desarrollo profesional ha sido posterior y por iniciativa y aprendizaje propio. ¿Podría por ejemplo una persona sin la carrera de medicina trasplantar un corazón? Parece que sí y de hecho todo hace indicar a que posiblemente fue la primera persona que lo hizo http://es.wikipedia.org/wiki/Hamilton_Naki
Personalmente creo que sí son necesarias para acreditar unos “mínimos” de calidad en el desempeño profesional en algunos casos, pero por otro lado hoy en día puedes obtener cualquier aprendizaje sin pisar una Universidad y eso no significa que no sepas hacerlo, incluso por encima de los que sí tienen la titulación.
En la nueva sociedad del conocimiento ¿es necesario redefinir el aprendizaje y las capacidades individuales? Es un tema complejo, pero me gustaría conocer vuestra opinión
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VORPALINA: Yo creo que lo que comentas tiene todo que ver con el debate que siempre mantengo en relación al triunfo de lo amateur y la descentralización de la propiedad sobre el conocimiento. Creo que las titulaciones que fueron ideadas para un entorno social post-industrial deben reinventarse. En este entorno imperaban principios como la ética del trabajo como sacrificio y todo el ecosistema de vida giraba en torno a la profesionalización y la lucha por la supervivencia a través de la superación de clases. La tradicional disputa entre el Estado y pueblo se ha dirimido en las últimas décadas a favor del pueblo, no como sustento de la masa sino como suma de talentos lo suficientemente revolucionarios.
El sistema de regulación colectivo al que llamamos Estado articuló un constructo inteligible para todos en el que estaban adecuadamente distribuidos los roles y responsabilidades. La base del sistema social que ahora conocemos y en el que hemos sido educados está basada en la propiedad y sin embargo la mayor parte de agentes y motores de cambio en las últimas décadas se han fundamentado en la pertenencia. Lo que nos gusta hacer lo hacemos muy bien y además de una forma mucho más inteligente y productiva.
El concepto de la productividad es también básico a la hora de comprender el nuev escenario. Al actual modelo aún vigente que es herencia del modelo agrícola medieval y que divide el mundo entre clases productivas y clases no-productivas, le deviene un problema inmenso: el gran descontento de la población con las infinitas desigualdades de las que cada vez más -gracias a esa descentralización del conocimiento- es consciente en mayor medida. Dice un sabio que la felicidad tiene en una proporción amplia muchas dosis de ignorancia. Cuando la clase productiva necesitaba una infraestructura de gobierno que garantizase su seguridad e identidad, perdonaba desmanes y abusos en pro del bien común. Sin embargo, ahora, con conocimientos de fácil o libre acceso y cuando los errores de la clase no-productiva (políticos, gobernantes, dirigentes empresariales) se hacen más patentes e inmediatos, resulta más difícil digerir las diferencias.
De algún modo todo esto tiene para mí una explicación sociológica que intentaré exponer.
PRIMEROS 150 años: Superada la estructura rígida de castas de la Edad Media a partir del siglo XV, el humanismo comenzó una larga carrera social encaminada al desgaste de la gobernanza tal y como se había entendido hasta el momento. De la fidelidad a un rey o un señor se pasó a la fidelidad a un pueblo o un contexto físico e histórico concreto: De servir a un señor se pasó a servir a un país. El concepto de castas y propiedad sobre tierras se reconfiguró durante 150 años hasta que a mediados del siglo XVII se daba por hecho en todo el mundo occidental que el Estado-Nación era la unidad social más rentable. Cuidado porque hablo de rentabilidad social pero no de sostenibilidad. De hecho el concepto de Estado-Nación pronto volvió a entrar en conflicto debido a la lucha de intereses entre potencias que pujaban por la primacia de sus respectivas identidades históricas.
SEGUNDOS 150 años: Tuvieron que pasar otros 150 años para vivir el surgimiento de nuevos modelos de gobierno más descentralizados y equitativos que la monarquía. A finales del siglo XVIII (hace relativamente muy poco) y de la mano del liberalismo económico renació un sentimiento democrático que había permanecido oculto desde el periodo de república romano. Este sentimiento colectivo que fue extraordinariamente disruptivo y revolucionario adaptaba los valores griegos a la filosofía de mercado, conceptos aparentemente incompatibles pero que sumados dieron lugar a la ficción de innumerables repúblicas populares a lo largo y ancho del mundo en sus diferentes formatos de gobierno: democracia participativa, democracia representativa, república popular, república presidencial, presidencialismo,.. Basicamente la colectividad mediante un mecanismo artificial de participación indirecta elegía sus representantes de acuerdo a un sistema de méritos primitivo en algunos casos pero espectacularmente avanzado en otros.
TERCEROS 150 años: Poco a poco en los siguientes 150 años el sistema de participación fue cada vez más directo pero a la vez menos participativo y deliberativo en la mayoría de casos. El gobierno ya no era un organismo consultivo sino ejecutivo y por una evolución gradual se produjo un desgaste y un deslinde entre los intereses reales de cada población y sus representantes. En este contexto, parecía lógico que grandes individualismos provocaran un colapso sin precedentes a nivel global. Y así fue. Prematuramente, una década antes de la mitad del siglo XX, el fanatismo y el mesianismo emocional se adueñaron del colectivo y los modelos autocráticos resurgieron en respuesta a una incapacidad flagrante y generalizada para la autarquía. De nuevo la historia se repetía: durante décadas estuvimos viviendo la muerte lenta de la perfección del individuo. Los movimientos democráticos resurgieron con no pocas imperfecciones de facto ya que nos encontrábamos en un periodo de transición social y en un diálogo todavía inmaduro entre gobernantes y gobernados.
HOY: Lo que vivimos hoy, aún a riesgo de caer en el desgaste conceptual de la palabra, es un cambio real de paradigma. Y este cambio es el resultado de una larga descentralización de la gobernanza desde los estamentos de gobierno tradicionales hacia el concepto moderno de ciudadanía. En esta nueva realidad los límites entre gobernantes y gobernados se desdibujan a pesar de las pesadas leyes que interponen fronteras burocráticas. Una voluntad de protagonismo cada vez mayor en la toma de decisiones sostenibles, obliga a cualquier persona a vivir la doble velocidad de la estructura tradicional, sistémica e invariable y una nueva corriente de “hacer las cosas” basada en un acceso semi-transparente a los recursos y al conocimiento. Durante siglos hemos reinventado silos de poder excluyentes en los que “los mejores del mundo” se educaban para educar e iluminar al mundo. En política hemos pasado de la corte a los parlamentos replicando los errores y la deshumanización del primero en el segundo. En educación hemos pasado de los monasterios donde monjes selectos eran dueños de la verdad a las escuelas de negocio donde estrategas que no lo son por mérito se adueñan de la verdad en la gestión. Unos y otros han desvirtuado en el camino las escuelas, las universidades, los institutos y las comunidades de aprendizaje como entornos fiables y socialmente valorados. Sin embargo ahora “los mejores para el mundo” son autodidácticas o adquieren nuevas capacidades y destrezas mediante una colaboración transparente o rivalizan desde lo amateur con las profesiones heredades del modelo postindustrial o proyectan su excedente cognitivo desde las estructuras donde no se encuentran representados o valorados hacia nuevos escenarios de valor infinitamente más productivos y útiles “para el mundo” y para ellos mismos. Esto no significa que las profesiones deban desaparecer sino que deben convivir con la pujanza de lo amateur que no es otra cosa que la suma de diversión, ilusión e interés. Estos tres elementos redefinen el conocimiento hasta el punto de que ya no solo es necesario conocer y vivir un proceso de aprendizaje individual sino además visualizar el conocimiento y vivir un proceso de aprendizaje colectivo (mezclando intereses, hibridando, generando diversidad) que a su vez facilite el aprendizaje INDIVIDUALIZADO. En esta dimensión dejan de tener sentido los grandes patrones educativos generalistas del pasado y nuevos modelos de aprendizaje se abren paso.
Estos modelos en mi opinión están basados en aprender haciendo, en un mayor peso de la experimentación real sobre la investigación teórica y en la superación gradual de la relación de mentorazgo unidireccional e impermeable entre docente-discente por una nueva relación mucho más empática y dinámica entre colaboradores o participantes con intereses comunes. No se trata de eliminar la autoridad del docente sino de ganarla mediante identificación y comprensión del contexto a través de considerarse a sí mismo un discente junto con el resto de integrantes del proceso de aprendizaje. Sobre la base de un conocimiento fundamental que debe ser connatural al colectivo, debemos trabajar no tanto en generar excelentes nodos sino en fortalecer mallas y relaciones lo suficientemente flexibles como para ser generadoras y receptoras de cambios y mejoras continuas. El estatismo intelectual y la rigidez académica generan una insatisfacción social constante que puede superarse sin abandonar la técnica pero puliendo la humanización de los espacios pedagógicos. Se trata de alinear el gobierno de las ideas con el gobierno de las personas. El primero hasta ahora ha ido siempre varios mundos por delante del segundo.
Mis recetas para lograr cambios efectivos y reales se basan en los siguientes factores:
- Redefinición de los conceptos de cultura, creatividad y conocimiento. Esto implica un estudio exhaustivo de las nuevas posibilidades derivadas de tres nuevos canales cada vez más decisivos en la generación de pensamiento: RED, MULTIMEDIA y MOVILIDAD. La visualización es una forma de creatividad. En cualquier formato útil y amigable. Si no asumimos esto, no sabremos conectar las realidades independientes y seguiremos sin poder establecer un mapa real de lo que nos ocurre. Crear es también recortar, mostrar y enseñar. La red es también eje vertebrador porque hoy en día crear es también interpretar y comunicar. Las comunicaciones son una forma de metacreatividad que hace posible el nuevo arte y el nuevo conocimiento más allá del individuo. Interiorizar este mensaje es clave.
- Redefinición del concepto de propiedad y autoría de conocimiento (algo que ya se está produciendo muy a pesar de las industrias). Esto implica una redistribución de la riqueza cultural desde los intermediarios hacia los creadores y consumidores de intereses culturales.
- Reformulación del papel del docente y capacitación empática y redlacional de la clase creativa. Esto implica cuestionar los modelos pedagógicos tradicionales y ceder protagonismo y responsabilidad desde los docentes hacia los aprendices. Implica sustituir el rol docente-discente por discente-discente favoreciendo y premiando la autoridad de la experiencia pero sin castigar o menospreciar la fuerza y potencial de la inexperiencia.
- Empoderamiento ciudadano en los instrumentos de aprendizaje y gobierno de las ideas. Esto no implica un apoyo institucional -que se presume irreal- sino la creación autogestionada de grupos de interés que generen la base para establecer acciones a escala local que sumadas puedan provocar un cambio de meme pedagógica a escala glocal, y en consecuencia ejerzan como grupos de presión en la descentralización de la responsabilidad en el aprendizaje. Esto implica la cesión de poder desde las escuelas de negocio a un nuevo modelo de universidad plural y participativo cuya riqueza inclusiva de cualquiera supere la riqueza exclusiva de unos pocos.
- Sustitución progresiva del concepto de Lider por el de Facilitador. Este cambio está derivado de la ausencia de seguridad y estabilidad hacia los gobernados (social, empresarial y familiarmente) generada sistemáticamente por los gestores tradicionales. El nuevo rol no controla sino que habilita, no contiene sino que favorece el desarrollo personal de cada nodo, no tiene un elevado peso en las decisiones sino que delega y distribuye entre sus colaboradores, no es tan útil por su presencia como por su ausencia inteligente de las cosas, no promueve sino que sugiere.
- Fomento de experiencias dinamizadoras que faciliten el intercambio emocional e intelectual de conocimiento y trayectorias más allá de la horizontalidad sectorial, deontológica o corporativa. Esto implica la abolición de algunas barreras artificiales entre profesionales de diferentes ramas o entre profesionales en momentos diferentes de su carrera o entre aprendices de diferentes regiones o ubicaciones físicas. Implica trascender el contexto inmediato en favor de la construcción del l realidad colectiva.
- Contextualización de los errores en todas las esferas y niveles. Entender un error es provocar un éxito. Si no somos capaces de manejar cierta perspectiva de aprendizaje a partir de los errores no seremos capaces de asimilar una mínima sostenibilidad en el éxito. Y un éxito momentáneo o débil es siempre un primer error futuro. No debemos penalizar los errores aunque tampoco promoverlos.
- Abolición total de la división entre educación y trabajo. Sin duda para mí este es un cambio mayor que el que producirá el desgaste en las fronteras entre lo personal y lo profesional. La educación y la producción no son mundos paralelos sino un solo mundo continuo. Como expliqué hace poco no se trata de LOS QUE PIENSAN VS LOS QUE EJECUTAN sino que los que ejecutan tienen que ser todos y todos tienen que pensar. En la continuidad y la unión de ambas realidades se encuentra la eficacia de los nuevos entornos de desarrollo. Una persona no puede disociar linealmente etapas de aprendizaje y de trabajo, ambas se producen de forma simultánea. Un puesto de trabajo es un puesto de aprendizaje siempre. Una división por fases en el desarrollo capacitativo de las personas sería razonable si quisiéramos que una persona definiese su destino a los 14 años pero la realidad laboral y sociológica actual obliga a la redefinición continua de nuestro destino cada poco tiempo. Esta redefinición continua que hemos fomentado por leyes de competitividad continua no casa con la oferta y la demanda de capacidades y necesidades en la actualidad. El nivel de obsolescencia de conocimientos técnicos es exponencialmente mayor que los conocimientos demandados. Parece lógico pensa entonces que una competitividad continua en el mercado laboral exige un aprendizaje continuo de nuestro sistema de capacidades. Mientras el modelo educativo colectivo no se adapte a las necesidades individuales (se personalice) y de mercado (se glocalice), el modelo educativo personal atesorará la mayor parte de conocimiento generado. Esto supone un traslado ingente de valor de los silos tradicionales (incapacidades de cristalizar) hacia las personas y comunidades (agentes reales de cambios). Esto está pasando ahora e inhabilita a las instituciones como motoras del cambio favoreciendo que la sociedad civil genere entornos que no son fiscal ni socialmente contemplados por el aparato del sistema. Este choque, que es real y cuyo drama vivimos a diario, es un choque mucho más traumático que el choque de civilizaciones o cualquier otro ya que habla de capacitados que se mueven y actúan como fallas tectónicas en una sociedad incapaz de digerir los cambios en medio del magma inasumible de conocimiento
Esta reflexión que comparto con vosotros pretende sintetizar la estrecha relación entre la evolución de la gobernanza y la evolución del aprendizaje estableciendo paralelismos que consideré necesario plasmar en este artículo. Tiene mucho que ver con lo que estoy diseñando en la actualidad para ayudar a las empresas y organizaciones a asumir y formar parte del cambio. Si necesitáis más info poneos en contacto conmigo.
Actualizaré este innochar con futuras respuestas 😉
Un abrazo a todos.