Lejos de las feroces garras de la cordura, una madre soltera decide no volver a pasarlo mal cueste lo que cueste. De nuevo Ken Loach plasma un cruel y duro reflejo de una sociedad en la que sobrevive la esclavitud, el abuso y el clasismo por encima de los principios más elementales. El guión del genial Paul Laverty nos deja entreverar el mundo gris al que muchos llaman libre; la libertad de la lucha de clases, de la selección artificial. It’s a free world (mal traducida a nuestro idioma como «En un mundo libre») es un relato duro y desgraciadamente muy real de los mecanismos y engranajes más primarios de la fallida globalización, en ningún caso cultural, en todo orden económica. En mitad de la película, la conversación de Carol y la protagonista tomando café en un bar poco después de enfrentarse a la realidad más violenta, resulta especialmente significativa: «No lo quiero, quédatelo. No todo es dinero. Esta noche podría cocinarte en mi casa buena comida polaca. ¿Te apetece venir?» «No, de verdad, Carol, no puedo, me apetecería mucho pero no me has conocido en buen momento». A cualquier alma que no haya sido perturbada se le asoma la pregunta: ¿Y cuándo es un buen momento?. Cine social para reflejar el lado asocial de nuestro tiempo: contratos basura, despersonalización, xenofobia y explotación humana. Como nos tiene acostumbrados el bueno de Kenneth, buen cine a modo de gafas contra la miopía humana.