Entre mis papeles, he encontrado varios manuscritos del pasado, entre ellos algunos relativamente recientes que he compartido con la blogosfera en las dos entradas anteriores. Pero además he hallado uno que me resulta esclarecedor y que comienza de este modo:
Este poema se titula “Poema para ser gritado en alto ante una multitud de seres de mi especie pero no de mi manada”. Está siendo escrito el día veintiuno de septiembre de dos mil nueve y será leído dentro de no más de cincuenta y cuatro meses. Decimoquinto encuentro con la luna bajo un techo que no bosteza luz junto a una lámpara de noche que me dicta el firmamento. He amanecido ebrio, me levanté temprano porque no me atareé con los grandes pensadores. Actualmente he vivido n años que considero enteramente muertos bajo la premisa de que soy lo que seré dentro de un tiempo pero ni la sombra de todo cuanto era. Estas reflexiones que lanzo hoy -y estoy leyendo en alto mañana- son juventudes de palabra, infancias de pensamiento que no me atrevo a madurar si no es en compañía. La manta que hoy me cubre ayer me costó semanas de trabajo, y el cuarto que hoy me observa, lo pago con la dispensa generosa de siete años de inventiva. (…)
Hasta aquí todo cuanto hoy debo decir. Por compromiso propio debería gritar el manuscrito íntegro dentro de tres años y diez meses.