«En primer lugar examiné a los hombres,
y llegué a la conclusión de que en esta infinita
diversidad de leyes y costumbres,
no estaban regidos únicamente por sus fantasías»
maestro Charles Louis de Secondat,
barón de la Bréde y de Montesquie,
D l´esprit des lois (1748)
El presente texto aborda uno de los dolores más incisivos de nuestra época y que simplemente esbocé en un artículo anterior titulado Radiografía de nuestro tiempo. En este artículo trataré de exponer más detalladamente por qué considero que la práctica mayoría de los servicios de consultoría y formación actuales son completamente acríticos, inútiles y superficiales. Representan en mi experiencia una clara aceleración de la inercia autodestructiva de una sociedad enferma.
Dado que encuentro a menudo a personas que quieren justificar lo injustificable, he decidido hacer el esfuerzo de poner en negro sobre blanco mis ideas. Mi objetivo es doble: poner sobre la mesa el problema acuciante de la frecuente falsedad y mediocridad del profesional de consultoría y/o formación, y tratar de arrojar alternativas viables para superar dicho problema. Hablaré desde la experiencia de más de 20 años de trabajo en más de 14 sectores de mercado, tanto en gran consultoría por cuenta ajena como en consultoría artesana por cuenta propia, y a partir de continuas vivencias, conversaciones y realidades que veo a diario. Tengo mucha tela que cortar y trataré de ser ordenado y sintético a la hora de exponer las ideas esenciales.
Este artículo tendrá los siguientes apartados:
- El enfoque equivocado de la consultoría
- La dinámica perversa de la consultoría
- La falacia de la formación convencional
- Alternativas reales a esta mierda
Comenzamos.
EL ENFOQUE EQUIVOCADO DE LA CONSULTORÍA
La consultoría es tal y como se practica hoy en día la respiración asistida del sistema. En concreto, de un sistema que comienza a ser autodestructivo y afecta a nuestra estabilidad social en muchos sentidos: sanitario, sociológico, económico y ambiental. Resumiendo, cada vez estamos más fundidos y los castillos de naipes caen continuamente. Por contra el mercado actual de los servicios de consultoría en el mundo se sitúa anualmente entre los 700 y los 900 mil millones de euros. Lo que suele hacer el mundo de la consultoría tradicional -lo se por propia experiencia- es parchear los males, las crisis y los dolores del sistema económico mundial en el que estamos inmersos. Los consultores son, por lo general, profesionales de las tiritas atendiendo tumores graves. Y se han vuelto tan necesarios para el funcionamiento de las empresas e instituciones públicas que se han convertido en una auténtica pandemia que en la mayoría de los casos deberíamos combatir.
Tal y como recientemente han tratado de denunciar algunas personas, el sector de la consultoría continúa en aumento a ritmos a menudo 7 veces superiores a los de algunas economías a las que prestan servicio. Hablamos pues de una burbuja inmensa. Veo necesario recordar que la consultoría convencional la engrosan grandes empresas de servicios pero también medianas y pequeñas empresas que repiten una y otra vez las dinámicas perversas de aquellas y que parten de las mismas 4 premisas erróneas:
- Toda realidad es predecible y lineal de modo que todo problema puede resolverse de forma simple y aislada de acuerdo a la lógica siguiente: Veo un síntoma, me focalizo en atender ese síntoma, alivio o neutralizo el síntoma y me voy. La ciencia médica nos ha enseñado que lo que hay que atender es la enfermedad o el dolor en su conjunto desde la detección combinada de los síntomas, de modo que este enfoque -que practican la práctica totalidad de consultoras que conozco- es sobradamente erróneo y no suele resolver nada. El hecho de centrarme en necesidades puntuales y no atender contextos completos hace que la actividad de la consultoría consiste a menudo en mantener enfermedad latentes parcheando y tapando las diferentes grietas mientras la estructura no cambia, se deteriora o pervierte. La manera en la que este modo de comprensión de los servicios entiende al buen consultor es la siguiente: un profesional es un buen consultor cuanto más predecible y dócil sea para su empleador (empresa consultora) y su contratante (cliente).
- La realidad se transforma por medio de mi voluntad y mis ideas de modo que no es tan importante lo que yo tengo que escuchar en mis clientes sino lo que puedo cascarles de la enorme paja mental que me he creado llamada catálogo de productos y servicios. En otras palabras, mi trabajo como consultor es vender las cosas que traigo y no comprender y atender las realidades a las que soporto y asisto. Todo lo demás me da exactamente igual. Este idealismo militante, esta suerte de religiosidad rayana en lo totalitario caracteriza los servicios de consultoría presentes en toda organización, y se puede visibilizar bien en forma de metodologías doctrinales, libros, corpus teóricos, presentaciones digitales, intervenciones,… Es un error garrafal que para mí daña enormemente cualquier capacidad real de mejora.
- El éxito de un servicio de consultoría se mide en términos de ahorro de costes, de suerte que mi trabajo es mejor si lo hago en menos tiempo y si el cliente obtiene mejoras aparentes -aunque no significativas- que le permitan seguir a lo suyo haciendo que todo cambie para que nada cambie en absoluto. Existen consultoría sencillas que no requieren largas intervenciones, son proyectos de corto plazo, pero el verdadero error reside en creer que todo puede reducirse al corto plazo y las acciones quirúrgicas. A menudo los procesos de cambio requieren tiempos largos y exploraciones de la realidad que las consultoras no realizan obsesionados en sus burocracias e hitos absurdos.
- El cliente siempre tiene razón y yo solo estoy aquí para dársela y aumentar su sesgo de confirmación. Hace tiempo escribí un artículo sobre la tiranía del cliente como paradigma destructivo en el que hablaba de esto, por lo que no desarrollaré aquí mucho más.
LA DINÁMICA PERVERSA DE LA CONSULTORÍA
Llevo ya los suficientes años dedicados a esto como para saber cómo funciona la dinámica convencional de la consultoría y la prestación de servicios formativos. El problema es sistémico y está íntimamente relacionado con una comprensión deshonesta y amoral de la prestación de servicios. Vaya por delante que no ha cambiado absolutamente nada en el mundo de la consultoría tradicional durante los últimos 20 años sino que de hecho ha ido a peor. Las mismas prácticas laborales corruptas, precarizantes y extractivas que yo viví en el mundo de la gran consultoría siguen dándose con renovadas formas y canales de explotación de la necesidad del cliente, las condiciones laborales de los trabajadores y la oferta de servicios.
Comparto aquí tan solo algunos retazos en forma de anécdotas sobre lo que digo:
Generar una necesidad en el cliente privado y ser contratado para atenderla: Por lo general la dinámica de la consultoría es completamente transparente para cualquier persona que se haya dedicado a esto y haya tenido algún puesto destacado de responsabilidad o interlocución ejecutiva. Se trata de generar hypes alrededor de conceptos que periódicamente se renuevan gracias a la connivencia absoluta entre 4 actores determinantes:
- Una pedagogía de la adaptación a la inercia por medio de escuelas de negocio acríticas que educan a futuros directivos para contribuir a la inercia sistémica con la colaboración de supuestos referentes nacionales e internacionales en cada una de sus respectivas burbujas,
- Una sofisticación cultural artificial y hueca gracias a una industria editorial vergonzosa que imprime y publica libros con discursos simplistas y efectistas que dotan de contenido al mensaje y encumbran como referentes a seres completamente iletrados,
- Un altavoz efectivo de dispersión masiva en la forma de una industria endogámica del marketing que amplifica estos discursos convirtiendo en mucho más importantes los medios de difusión que la calidad de las ideas o la coherencia de los contenidos (a través de medios digitales, redacción de textos persuasivos, estrategias de posicionamiento y publicidad spam, falaz y encubierta), y…
- Un ecosistema de retroalimentación continua en la forma de foros profesionales ad hoc (charlas de innovación, conferencias, eventos, laboratorios,…) que magnifican conceptos vacíos que nacen y mueren en periodos cada vez más cortos de tiempo. Ejemplo práctico entre miles: Esta misma semana -por no ir más lejos- me comenta un alto directivo de una gran compañía cómo su director de RRHH estaba deseando contratar los servicios de un individuo que se pasea por las tarimas de las conferencias y foros habituales generando su propio hype o burbuja de ideas. El director de RRHH perdía el culo por contratar los servicios de la consultora pequeña que ha creado esta persona y que dice estar especializada en liderazgo y transformación cultural. La realidad: por razones de experiencia y porque todo al final me acaba llegando tras tantos años dedicado a esto, conozco todas las intimidades de esa persona y su empresa y no cuenta con un solo profesionales medianamente capacitado (digo ni uno solo contratado en plantilla de forma directa), de modo que a menudo recurre a personas como yo para abastecer las propuestas de los concursos que gana gracias a generar esa burbuja de ideas. Lo traduzco para que se entienda: esta persona vende humo, practica dumping en los concursos y precariza su profesión ganando mucho dinero. Esta anécdota entre tantas es especialmente dolorosa porque refleja muy bien cómo incluso los propios directivos del cliente se crean todas estas gilipolleces y las compran deseosos. Y así suma y sigue dando pedales a la rueda del hamster.
Inventarse profesiones y disciplinas vacías para seguir alimentando la inercia: Durante años también he visto chiringuitos de todo tipo que mutan y adquieren formas rocambolescas. Todos ellos orbitan alrededor de las grandes empresas aunque muchos de ellos prestan servicios a medianas y pequeñas organizaciones tratando de extender al tejido empresarial las mismas prácticas que abundan en el ámbito de las corporates. Estos saraos eventuales no solo continúan hoy en día sino que han ido aumentando sus beneficios: consultoras de marketing digital que viven a base de generar expectativas irreales que nunca cumplen, espacios de coworking que acogen a multinacionales que quieren imprimir un aire cool a la misma mierda de cultura empresarial que defendieron durante toda su vida, supuestas consultoras de transformación cultural son tan solo empresas de formación que diseñan programas de capacitación destinados a beneficiarse de las subvenciones de formación públicas, mercaderes del miedo en forma de expertos en futurología y nuevas disciplinas, limpiadores de conciencia que actúan como «coaches» con los empleados a modo de bálsamo para introducir mecanismos empresariales de explotación laboral encubierta, especialistas en pasear a los empleados una vez al año para repartirse bolazos de goma o pintura o emborracharse en una convivencia, apóstoles del New Age empresarial que defienden estructuras novedosas que nadie es capaz de implantar a ciencia cierta, repartidores de post-its y dibujicos que mantienen a la gente ocupada sin cuestionar lo más esencial o básico de su realidad diaria, caminadores sobre brasas ardientes que empoderan y dan sensación de orgullo a empleados que en su jornada laboral diaria viven agotados y deprimidos, agencias carísimas de conferenciantes que se dedican a explotar durante veinte años una colección de chascarrillos y lugares comunes, profesionales que crean empresas en un «nuevo ámbito de negocio» para venderlas a grandes consultoras que absorben y neutralizan sus ideas, planteamientos y talento…
Amañar concursos públicos e infantilizar la función pública: Durante los primeros años de mi carrera trabajé para grandes y medianas consultoras por cuenta ajena. Entre las prácticas habituales de la consultoría que yo mismo presencié estaba comúnmente aceptado amañar concursos y licitaciones públicas presentando propuestas falsas con empresas pantalla encubiertas. El procedimiento era sencillo. Alguien del sector público fraguaba amistad con alguien del equipo comercial o de ventas de la consultora y le anunciaba exactamente el día en el que el concurso se iba a presentar para que pudiera preparar con tiempo y ventaja su propuesta estrella y otros amigos (generalmente de otras consultoras o como digo de empresas pantalla creadas al efecto) pudieran presentar propuestas menores que por su baja calidad serían rechazadas. La cosa se volvía graciosa cuando -y esto lo viví varias veces- a menudo la mesa de concurso de la administración pública aceptaba una oferta falsa y las consultoras tenían que inventarse un equipo de trabajo y una realidad de servicio que debía responder a una propuesta realizada para no salir adelante. Por extensión, los servicios de consultoría tal y como se contratan suelen reservar las tareas de ideación y resolución de problemas a empresas privadas que acostumbran a los funcionarios públicos a ser meros policías, árbitros o jueces de su trabajo, lo cual genera un sistema distorsionado en el que la dependencia a los consultores aumenta. Hace poco un ministro británico alertaba de ello.
Ejercer una actividad fraudulenta: Durante años se han sucedido los escándalos en las grandes consultoras. La cuota de poder y la capacidad de fraude de las grandes corporaciones prestadoras de servicios asciende cuando adquieren el rol de auditoras. Dado que las entidades estatales y privadas otorgan a las auditoras el marchamo de entidades independientes, a menudo éstas tienen el camino libre para realizar todo tipo de actividades ilícitas o que -cuanto menos- se mueven en el terreno de la amoralidad continua. Muchos organismos públicos reguladores de mercados se han visto obligados a intervenir en determinadas situaciones. Las sanciones se repiten año tras año pero la dinámica sigue siendo la misma. La sensación de impunidad está tan extendida que es frecuente escuchar en las comidas de trabajo con mandos intermedios o directivos que delinquir sale barato.
Vender profesionales inexpertos como si fueran expertos o incluso referentes. Es especialmente sangrante la manera en la que estas empresas engañan a sus clientes con propuestas modélicas que luego son ejecutadas por oompa loompas semiesclavos atados a la mesa. Hablo de juniors y profesionales que se tragan y tienen que lidiar con todo lo que venden auténticos vendemotos de libro.
Evangelizar nuevos adeptos que acaban incorporándose a futuros clientes. Una especialidad altamente desarrollada y practicada por las consultoras es la fabricación de profesionales sin conciencia. Hablo de personas altamente entrenadas en el sacrificio de jornadas maratonianas, que durante años viven la carrera de la rata y -una vez sometidas a la dinámica convencional de la consultoría y sus usos y costumbres de intensificación efectiva- finalmente se incorporan al cliente final. Y ¡Oh sorpresa del destino! cada vez que tienen una necesidad solicitan los servicios de las antiguas consultoras que les dieron la experiencia necesaria para ser incorporados como aristócratas empresariales en la plaza que ocupan en su nuevo hogar corporativo. El ciclo, así, es sencillo: capto a chavales a los que pago una mierda, les hago trabajar todo lo que venden personas más aparentes y experimentadas que ellos, hasta que llega un día en que se convierten en los que venden, para inmediatamente después convertirse en los que nos compran. Un negocio redondo que se lleva por delante la estabilidad de estructuras laborales enteras en favor de la externalización infinita de los servicios. La evangelización es voraz. En varias consultoras yo mismo viví cómo se contrata a chavales en otras regiones más baratas para abaratar costes (lo conocemos como estrategia de offshoring) o cómo se contrata a muchachos de otras regiones y se les facilita que convivan en pisos de la región a la que acuden y en los que en un entorno enfermizo y endogámico acaban hablando de trabajo tras salir precisamente de él. Es lo que llamamos la jornada perpetua. Nunca dejas tu trabajo. La evangelización también se encarga de darte un paquete de bienvenida con mucha tecnología para mantenerte conectado siempre, y establecer carreras laborales en las que asciendes si callas y sigues adelante. Es una estructura de mediocridad acrítica que favorece el seguidismo y la inercia y que cualquiera puede experimentar en la mayoría de consultoras.
LA FALACIA DE LA FORMACIÓN CONVENCIONAL
Los servicios de formación son realmente desastrosos. Considero vergonzosas, obsoletas e inútiles 4 realidades evidentes de la formación actual que son muy frecuentes y que tanto contratantes como contratados suelen dar por hecho:
- El desconocimiento de cómo opera el aprendizaje individual y de grupos que permite que planificadores de formación empresariales y formadores incurran en diseños de formación muy inefectivos y desmotivadores. Hace tiempo hablé de ello en el artículo Cómo diseñar un plan de formación. En lugar de comprender el aprendizaje como un elemento continuo, se entiende reduce todo a cursos puntuales para los que no se libera ninguna carga de trabajo (por lo tanto son vistos como una carga) y a los que se acude generalmente obligado o por compromiso.
- La mala calidad de los contenidos y el equivocado enfoque debido a formadores iletrados que no realizan ningún esfuerzo por actualizarse, apenas leen y no tienen una formación o experiencia adaptadas a su labor.
- El aparato burocrático corporativo asociado a la formación que impide un aprovechamiento coherente de la formación para cumplir con las exigencias internas de la empresa o las públicas del organismo que subvenciona. Las grandes corporaciones tienen enfoques formativos desastrosos. Conozco muy bien muchos de ellos y salvo excepciones muy puntuales, no aportan nada a los empleados que permanecen quemados en realidades adversas y estresantes.
- El continuo cortoplacismo que merma la cultura del esfuerzo y la excelencia gracias a formatos de formación de mierda en modo lowcost (MBAs digitales, cursos/secta aspiracionales, programas meramente promocionales,…) de los que participan tanto las personas que los compran (individuales o empresas) como las entidades precarizantes que los ofrecen.
Los continuos electroshock que se infligen a los empleados en forma de cursos, charlas o programas de motivación, no parecen aliviar el sopor gris que provoca ir cada día a aguantar viejas y nuevas gilipolleces en el trabajo. Más allá de los cursos de especialización técnica y prevención de riesgos laborales estrictamente necesarios para el desempeño del trabajo, el enfoque de la formación en habilidades transversales es completamente circense.
Frecuentemente muchos clientes se quedan positivamente sorprendidos por el trabajo que realizo en sus empresas. Al preguntarles por qué la respuesta una y otra vez siempre es la misma: lo que haces no tiene nada que ver con lo que hemos vivido hasta ahora. Recuerdo varios casos flagrantes de clientes que habían contratado a empresas de innovación, formación o servicios supuestamente punteras a un muy elevado coste, y que después de trabajar conmigo quedan gratamente sorprendidos. Esto ocurre porque la mediocridad en la prestación de servicios de formación está muy extendida y de nuevo existe una burbuja evidente. Hablo de que la mayoría de estas empresas nacen para cubrir el expediente, ofrecer cursos efectistas, cumplir con la burocracia de las subvenciones públicas y/o repetir una y otra vez las mismas consignas sin ninguna pretensión de actualización, comprensión o adaptación a la realidad de la gente. Es por tanto enormemente complicado hoy en día dar con un formador que sea bueno. Los compañeros que se dedican a esta profesión y que respeto saben bien de lo que hablo porque siempre sale este tema en nuestras conversaciones.
A modo de resumen de lo que he dicho hasta ahora, un formador al uso podría hacer exactamente lo mismo sin temblarle el pulso ni la vergüenza propia en una empresa de telecomunicaciones y en otra de yogures o tornillos. Es completamente normal que los empleados asocien la formación a una chapa continua de difícil utilidad porque sencillamente es lo que suele ser a menudo. Siendo aún más sinceros, reconozcamos que formadores vocacionales que además sepan de lo que hablan hay de hecho muy pocos. La mayoría de profesionales de formación acaba en ese sector porque no sabe qué hacer con su vida: graduados en bellas artes, humanidades, filósofos o sociólogos reconvertidos que no tienen ninguna experiencia empresarial real, ingenieros que se cansaron de sus trabajos y buscan algo cómodo, o antiguos directivos o fundadores de empresa que dieron uno o dos pelotazos y se dedican a dar consejos que nadie pide y predicar que su excepción es la norma. La mayoría de todos ellos se limitan a ser meros sujetos panfletarios o publicitarios de ideas pertenecientes al pensamiento empresarial hegemónico anglosajón o metodologías cansinas propias que consideran llenas de conceptos milagrosos.
Debido a este estado lamentable de las cosas, a lo largo de mi carrera profesional muchas personas han fusilado y copiado indiscriminadamente ideas y discursos que comparto sin que me haya apenas inmutado. Aunque he tenido episodios dolorosos de pérdidas de confianza y desengaños, siempre he sabido que resulta realmente imposible replicar o copiar en la práctica nada de lo que hago. Es una de las ventajas de prestar un servicio humano basado en la honestidad y la autoexigencia. Los copiadores oyen campanas y reproducen discursos pero ignoran por completo las esencias, y a menudo los clientes no son tontos y lo detectan.
ALTERNATIVAS REALES A ESTA MIERDA
Espero que este artículo te haya ayudado, lector o lectora, a identificar los males de la consultoría y la formación. Es difícil navegar con garantías por estas aguas turbulentas, lo se bien, pero al menos espero haberte ayudado a detectar posibles trampas y juegos de efecto.
Me he propuesto ofrecerte alternativas para recibir una educación, formación o capacitación de calidad. Ahí van:
- Lo mejor que puedes hacer es cultivar el amor por la lectura, es algo de lo que hablo a menudo y a lo ayudo a mucha gente. Una educación sentimental ilustrada te aporta ética y fundamentos para favorecer la reflexión, una buena base sobre la que acceder al buen juicio y formar criterio propio. Esto es esencial.
- Puedes además acudir a foros donde cuestionar tu pensamiento más allá de las cajas de resonancia de las redes sociales o los círculos de confianza que normalmente frecuentas. Hay una larga lista de fundaciones y asociaciones culturales, tertulias, foros de diálogo que seguramente se encuentren cerca de tu ciudad.
- Si eres prestador de servicios de formación o de consultoría hay algunas cosas que te pueden ayudar a saber si la estás cagando como profesional o si prestas un servicio honesto. Sabrás que no lo estás haciendo bien si mides tu éxito en función de indicadores exclusivamente cuantitativos y no prioritariamente éticos; si te dedicas a trabajar agobiado por cosas accesorias y no a estar centrado en lo importante para el cliente y para tí; y por último sabrás igualmente que la estás cagando si cada vez que te preguntas si molestas o incomodas a todo tipo de gente te respondes que NO. Caer bien a todo el mundo no es tu trabajo, tu trabajo es hacer que aprendan a solucionar sus problemas y valerse por sí mismos. Si tampoco logras esto último y solo generas clientes dependientes, míratelo bien, puede que tengas que cambiar de enfoque.
- Recomiendo también si eres contratante de servicios entender cómo contratar la ayuda al cambio cultural de tu organización desde el entendimiento de las diferentes disciplinas y profesiones del cambio. Tener esta información antes de iniciar cualquier acción de cambio significativo en tu empresa puede ser determinante.
- Programas formativos que sean diferentes. No hay muchos, he de ser sincero. Hace unos días hablaba con una compañera de la dificulta de encontrar alternativas auténticas a este atolladero moral. Personalmente he de recomendar aquello que creé durante años con mucho esfuerzo para salir de este circulo vicioso de la formación convencional. Hablo de TRAINING DAYS, un programa ambicioso inspirado en el afán del conocimiento y el aprendizaje ilustrados que queda lejos y completamente curado de todas estas mierdas.
Espero de corazón que este artículo te haya resultado útil. Gracias por tu atención.
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Últimos días para matricularte en la 4ª edición online del programa TRAINING DAYS que comienza en Marzo de 2024, una oportunidad única para conformar criterio propio, amueblar tu cabeza y adquirir perspectiva sobre todo lo que importa en esta vida.
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Una radiografía precisa experimentada por mi durante más de 30 años de experiencia profesional en casi todos los roles que comentas.
Creo que la inmediatez que domina la sociedad actual y los exiguos presupuestos que manejan los clientes de estos servicios constituyen la tormenta perfecta para agravar lo que tradicionalmente ha sucedido, sumado al afán de las consultoras a crear una dependencia eterna.
Con respecto a TRAINING DAYS solo puedo comentar que la experiencia es singular y transformadora, absolutamente recomendable.
Gracias, David, por esa capacidad de análisis y tanta claridad sin filtros.
Gracias a ti, Iñaki por comentar y compartir tu experiencia en la academia por aquí. Queda mucho por hacer y lo hacemos cada uno de nosotros día a día.
Me sangrarian las manos de aplaudir te David; pensé que eramos solo un par de locos los que pensábamos esto. Gracias de corazón por expresarlo tan bien.
La ética por encima de los putos métodos 🙌
Gracias por compartirlo, Alberto.
Muy bien, siempre te he leido y eres muy polémico, cosa que es bueno. Debemos hacer una reflexión del quehacer diario en la consultoría. Me dedico a la misma, específicamente en reclutamiento y selección y creo que en respuesta al establisment, diseñé mis propias pruebas hace 15 años y sigo actualmente validando información tratando de no vender «humo». Creo que cubro las recomendaciones que sugueriste al final. Mi conclusión es que mi práctica debe fundamentarse en el conocimiento científico (basado en método) acompañado del pensamiento ético filósófico