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Logo de Isthmus Engineering

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En el genial documental del año pasado que se estrenó con el sugestivo título Capitalism: a love story, Michael Moore nos mostró varios ejemplos de cómo el capitalismo y los valores de libre mercado pueden derivar en abusos sociales, y de cómo el libre mercado puede dar lugar a nuevos modelos de actividad económica. Entre ellos, destacaba el curioso caso de Isthmus Engineering, que factura 15.000.000 USA $ por ejercicio y posee una estructura de trabajo asamblearia donde todos los empleados trabajan en igualdad de condiciones económicas y tienen capacidad de decisión por medio de votación. La empresa es un caso de éxito en el sector de ingeniería y mejora gracias al reconocimiento y motivación de sus empleados. El segundo caso que exponía Moore era el de una fábrica de pan en California donde cada empleado ganaba un promedio de 65.000 USA $. Uno de los empleados decía: «No hay una diferencia Ellos-Nosotros, todos somos y nos sentimos iguales, y todos trabajamos juntos por el éxito de la compañía». El jefe de la fábrica señalaba «¿Cuántos coches necesitamos?, ¿Cuántas casas?». Tradicionalmente, y desde la Revolución Francesa que no sin brutalidad permitió abolir los privilegios de derecho de los elegidos, hemos asumido que somos iguales para elegir a nuestros gobernantes (en las democracias representativas) pero no lo somos para dirigir las riendas de aquello que nos da de comer: nuestro trabajo. A menudo, y sin cuestionar ningún privilegio ni poder participar en ninguna de las decisiones que nos afectarán, hemos asumido que la empresa es una burbuja donde la dictadura debe ejercer su control y guiar nuestros pasos. Parece, no obstante, que hay otros modelos que aceptan la jerarquía pero no reniegan de una igualdad de derecho. En el tramo de documental donde Moore habla de este tipo de relaciones laborales que ya hemos comentado en anteriores posts, nos expone el caso del doctor Jonas Salk, que logró una vacuna contra la poliomelitis y donó su descubrimiento al bien común sin patentarlo. El solo éxito de su esfuerzo le bastó para vivir con un sueldo de médico e investigador reputado y decidió que toda su riqueza sería el conjunto de vidas que superarían en adelante la enfermedad. Como siempre, se trata de elecciones personales, decisiones que nos configuran como miembros de una comunidad o como seres abstraídos de la realidad que nos rodea. En todo caso, desde Vorpalina creemos que hay sobrados ejemplos que demuestran que nos motivan valores más alla de eso que acostumbramos a llamar éxito y que ha venido siendo sinónimo de dinero y posesiones. Creo que como bien recuerdan los budistas, «Solo posees aquello que puedes dar; aquello que no puedes dar, te posee». Hemos sabido hace relativamente poco – gracias a varias crisis financieras- que el modelo productivo actual es practicamente impredecible si no se ejerce control social sobre él. Materialmente no se puede crecer eternamente (ni siquiera el universo se comporta bajo este tipo de comportamiento exponencial); sin embargo mentalmente la capacidad de crecimiento puede ser ilimitada siempre y cuanto encontremos ecuaciones sostenibles.

Creo en las fórmulas mixtas, recelo de cualquier purismo y creencia ciega que tiendan a la abstracción y la materialización del individuo. Paso a paso, en nuestra vida diaria, con independencia de ideologías y culturas, no estaría mal si promoviésemos valores que siempre se demostraron poderosos: compasión, compañerismo, solidaridad, fidelidad crítica, coherencia. Hoy de nuevo volví a ver el documental; ésta que he compartido con vosotros es solo una de las muchas reflexiones que Moore hace sobre el sistema actual, por lo que si queréis ampliar detalles, nada mejor que verlo completo.

Una advertencia para los escépticos de carnet: El solo hecho de difundir esta reflexión es un acto encomiable por parte del autor que garantiza el debate y promueve la crítica constructiva. Más allá de esto, no perdáis el tiempo en detalles o en ataques; no lo perdáis, porque no tenemos ya tiempo para eso.

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