Desde el primer fotograma hasta el último, la ópera prima de Noam Munro cuenta la vida estrafalaria y común de una curiosa familia de Pittsburg. Un catedrático brillante, viudo y con unos hijos a los que no ha sabido conocer del todo pero con los que mantiene una peculiar relación. Su hermano adoptivo es un completo desastre, descuidado, aparentemente inmaduro e irresponsable. En la relación de ambos asistimos a un aprendizaje mutuo y una evolución en actitudes y conductas que con pinceladas de drama y humor consiguen convencer al espectador. Vanessa, su hija es un pequeño genio de la lengua que adora la figura de su padre e tiñe su vida con ciertas dosis de prepotencia. Su hijo es un joven que no parece tener inquietudes pero que consigue captar la atención de la familia gracias a un reconocimiento público (tenéis que verlo, no leerlo). Un Dennis Quaid espectacular en el papel de profesor apático, mordaz e insatisfecho de la Carnegie Mellon, intenta mejorar sus escasas relaciones personales y consiguir una felicidad que parece rehuírle. Sin embargo y pese a su inteligencia, vemos a lo largo del film cómo va comprendiendo que algunos de sus comportamientos de rechazo a todo tipo de cambios en su vida pueden ser contraproducentes. Muy buena película con un muy buen guión (del novelista Mark Jude Poirier). Me quedo con las interpretaciones de Ellen Page (si recordáis Juno veréis algunas reminiscencias de su personaje en esta peli) y también con los pequeños gags maniáticos y asociales de Lawrence, el personaje que interpreta Dannis Quaid.