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«He pasado noches de insomnio y he experimentado el límite de la fuerza»

Sor Lucía Caram (monja dominica de clausura en Terrassa)

La clave tal vez está en mirar detrás de la cortina, levantar la manta que lo tapa todo y cuestionar si existe el otro lado.

Durante mis últimos años en grandes consultoras, sufriendo el ritmo frenético y calamitoso de la inmediatez, siempre he intentado modificar el espíritu arcaico que manejaba la jerarquía de poder e introducir nuevos elementos de juicio crítico sobre la actividad que vendíamos y predicábamos a nuestros clientes. Porque honestamente, no estábamos haciendo lo mejor sino lo que daba dinero. La mayor parte de las veces he sido ignorado, apartado y relegado de los grandes órganos de gobierno y oportunidades por negarme a cumplir el mandato divino e inquebrantable del darwinismo liberal. Casi siempre he encontrado espacios alternativos en los que ofrecer mi opinión y debatir con iguales al margen de toda esta gran parafernalia deshumanizada. Y cuando no existían estos espacios, los he creado. Porque me gusta el diálogo, porque creo en la innovación y la transparencia como motores de cambio. De hecho mi equipo de trabajo durante esta experiencia que estoy viviendo alrededor del mundo se llama Kadet Paskaan, que en finlandés significa algo así como «remángate y ensúciate las manos con la mierda», algo así como «baja al barro, a conocer la realidad». Porque en esto del intraemprendimiento hay muchos teóricos pero infinitamente mucho más prácticos que son invisibles para el resto. Hoy les voy a hablar de una en concreto.

Por este camino de frustración laboral he dejado a no pocos indeseables y he entendido que cada revés era una gran oportunidad de compromiso con los valores en los que creo. Cuando he liderado equipos, siempre  he tenido en mente premiar los comportamientos honestos y no apoyar el individualismo y la exclusión. Siempre he buscado referencias y casi nunca han estado arriba. Para buscar a la gente que yo admiro solo tengo que mirar a mi lado en cualquiera de las direcciones. Los héroes están cerca, te rodean. Hoy, por ejemplo, para explicar qué es el intraemprendimiento, ese espíritu de innovación y esa actitud de superación en entornos e instituciones a menudo adversas, solo se me ocurre compartir con vosotros este video de Sor Lucía Caram, una monja de clausura que da de comer a diario a 700 familias en su convento de Terrassa, que ha convivido con la prostitución y ha mandado más de 3 millones de libros para educar a niños en su país, Argentina. Ella dice que hemos malentendido el mensaje de Jesucristo, que necesitamos amar y ser amados y que descubrió que su «claustro no son los límites del mundo, sino también el mundo». Ha construido cooperativas, levantado albergues y liderado talleres para construir autoestima y trabajar la superación.

Yo he sido creyente cristiano y sigo en gran medida bebiendo del mensaje de amor auténtico de Cristo alejado del boato y la pompa del poder. Sin embargo siendo completamente agnóstico y ateo, reconozco abiertamente que ella tiene todo mi reconocimiento y apoyo. Porque lo que nos separa es infinitamente inferior a lo que nos une. Queremos construir ambos un mundo mejor y una sociedad más justa. Sor Lucía siempre emplea el símil del abanico para decir que el amor está en el centro y desde un lado al otro, de la extrema izquierda a la extrema derecha todos estamos unidos por algo que nunca debemos olvidar. Ella lo llama Cristo, yo lo llamo amor. Son conocidas sus opiniones críticas acerca de la postura de su institución respecto al uso de preservativos, el aborto, la homosexualidad y el papel de la mujer.

Durante varios años he podido conocer desde lo que considero mi ateísmo militante abierto e inclusivo, el entorno del cristianismo de base y la cultura de la teología de la liberación que fervientemente admiro y que defiende un mensaje innovador y valiente dentro del seno de la Iglesia como comunidad junto -en mi opinión- con la Asociación de Teólogos Juan XXIII cuya cabeza más visible, Miret Magdalena, falleció desgraciadamente hace tres años. También admiro la obra del que fue arzobispo de Madrid Vicente Enrique y Tarancón que difundió una nueva forma de apostolado que ha sido completamente pervertida por los que le siguieron en el cargo y de muchos otros sacerdotes y monjas. Entre ellos me parece increíble la labor de educación alternativa, trabajo sobre inteligencias múltiples e inteligencia emocional que realiza el pionero Collegi Montserrat que quiero visitar en breve y cuyas bondades Amalio ha relatado hace poco en su blog. Profundamente les doy las gracias a todos ellos, desde lo religioso, educativo y social y este artículo quiere ser un pago humilde a su labor de rebeldía constructiva.

¿Exite alguna organización más tradicional y jerárquica que la Iglesia? Incluso allí tenemos que aprender a escuchar las nuevas voces. Es una suma de empatía, discurso revolucionariamente humano, bottom-up (nos encantan estos términos) y por supuesto economía de la colaboración y frescura. Gracias por tu causa y tu labor, Lucía. Lo dicho, en el blog de un humanista ateo, dejo paso a una devota cuya historia me fascina. Muchas lecciones aprendidas durante esos años y solo una conclusión para hoy: Esto que vais a ver se llama intraemprender:

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