Estos son algunos de los pilares que forman parte de mi comunidad y mi trabajo. Se trata de un sencillo diseño de transiciones para lograr un cambio, cualquiera que sea su naturaleza o dimensión. Son los siguientes y se me antojan circulares:
1) De la negación a la aceptación
2) De la aceptación al propósito
3) Del propósito a la fuerza
4) De la fuerza a la coherencia
5) De la coherencia al equilibrio
Los comparto para que sean copiados, ampliados y explotados. Aún así, en mi ánimo por reinventar mi mensaje, confío en que para el lector sea más útil la naturaleza de mis actos que la de todas mis palabras.
1. DE LA NEGACIÓN A LA ACEPTACIÓN
Pasar de la negación a la aceptación de la realidad es el primero de los pasos hacia la consecución de un propósito.
Para mí, como mero espectador, resulta interesante ver cómo las personas con las que hablo suelen negar la realidad que viven. Gracias a esto y en mitad de esta suerte de espectáculo circense, aprendo poco a poco a descubrirme a veces a mí mismo generando realidades paralelas. Es entonces cuando paro y pienso en mi propósito. A veces es pelar patatas o saltar un charco, otras veces es besar a la que mujer que amo o superarme. En cualquiera de los casos, desde hace relativamente poco no me suelo plantear si soy feliz. Sencillamente lo soy y se que voy a serlo siempre. Lo que aquí comparto son una serie de realidades que ejemplifican cómo detecté o detecto algunas de las negaciones de mi vida y cómo creo superarlas en el camino a mi propósito:
1) Creo que nuestra naturaleza es activa y que nosotros la hacemos reactiva. No creo que esto sea saludable. De pequeño aprendí de un amigo llamado Jesús y también del Principito que la auténtica riqueza de cualquier persona es invisible. Que solo reside en su capacidad de aceptación y de disfrute. Eckhart Tolle añade a estas dos, la de entusiasmo. Muchas veces puedo ver cómo las personas se molestan e invierten grandes energías en la lucha CONTRA algo. Pocas veces veo cómo muy pocas personas invierten su tiempo y su oportunidad de vida en la lucha POR alguien. Ha aprendido que el segundo camino es el único camino de la completa libertad.
2) Soy una persona hipersensible. Me ha costado 30 años asumirlo. Cada vez que algo me duele, tengo que ser capaz de asumir un enorme sufrimiento. Cada vez que creo en algo, tengo que ser capaz de asumir un elevado coste. He vivido y viviré con esto el resto de mi vida. La escultura de mi alma se hace a golpes. Mi secreto para poder sobrevivir ha sido aumentar el ritmo, cadencia y número de golpes hasta hacer de ellos una banda sonora casi imperceptible y natural. El único modo que he hallado para superar la insensibilidad de otros no ha sido defender mi trinchera sino derribarla. Después de tantos años, cuando antes entendía mi hipersensibilidad como una pesada y dolorosa carga, hoy la entiendo como un maravilloso don infinitamente rentable y poderoso. Gracias a ella me han amado y he podido amar con gran intensidad. Gracias a mi hipersensibilidad tengo una extensa colección de amigos. Gracias a ella escribo literalmente tan solo lo que siento. Gracias a ella he sido precoz en la mayor parte de aspectos de mi vida. También gracias a ella, me construyo y tengo gran facilidad para comprender a otros. Soy ágil, interesante y atrevido, también algo valiente y sensato solo porque ella me proporciona un continuo contacto con las cosas. Ella me enseñó a volar y yo ahora lo hago cuando lo creo necesario. Antes me negaba a reconocer que yo era alguien especial y me esforcé durante años en intentar no serlo. Hasta que un gigante grito que nació de mí me invitó a brillar cuando yo lo decidiera. Y eso, en definitiva, es tan solo lo que hago.
3) Solo tengo presupuesto para sueños. De veras he intentado gastarme el dinero en otras cosas pero ninguna me aporta tanta alegría como apostar por algo en lo que creo. Suelen ser generalmente personas. Cuando era adolescente -si es que alguna maldita vez me permití serlo- ahorraba a conciencia para gastarme el dinero en libros y en zapatos. Siempre he vestido bien, cualquiera que sea el sentido de esta afirmación arbitraria. Puedo calcular a ojo que un noventa por ciento de mi vida no he tenido aquello que quería. Pero también puedo decir que un noventa por ciento de mi tiempo luché POR aquello que quería. En la vida hasta ahora no he hecho otra cosa que vivir. Todo lo demás es una consecuencia.
2. DE LA ACEPTACIÓN AL PROPÓSITO
Pasar de la aceptación de la realidad a la formulación de un propósito es el segundo paso hacia la consecución de ese propósito.
En la película Thanks for sharing (Blumberg, 2012) se puede ver en qué consisten los círculos de confianza empleados en la terapias para superar las adicciones. Esta herramienta con múltiples nombres en muchas disciplinas de acompañamiento está basada en la poderosa fuerza para superar cualquier dificultad con ayuda del reconocimiento de grupo y del sentido de pertenencia. La disposición del grupo en círculo permite visualizar la cara y el mensaje de la persona por parte de todos los compañeros y facilita el crecimiento y la generación de vínculo. Una de las primeras grandezas de la confianza en grupo y en general de la economía del regalo es la asunción de las debilidades propias. De nuevo aquí debo hablar de la importancia que tiene la aceptación de la realidad actual a efectos de la búsqueda de un logro aún mayor.
Para formular un propósito debemos partir de bases que todos conocemos: debe ser un propósito real, medible, trazado en el tiempo y que nos sitúe lejos de la apatía y lo más cerca posible de la experiencia óptima. Para entender esto es necesario posicionarse entre dos axiales: las expectativas y las capacidades personales. Ayuda mucho a ello conocer y practicar constantemente el modelo de estado de flujo de Csikszentmihaljy que suelo aplicar bastante a menudo en mi día a día con personas.
3. DEL PROPÓSITO A LA FUERZA
Pasar de la formulación de tu propósito al conocimiento de tu fuerza es el tercer paso en el camino al logro.
«Aunque los hombres son acusados de no conocer su propia debilidad, puede que pocos conozcan su propia fuerza. Es en el hombre como en los suelos, donde a veces se encuentra una veta de oro que el propietario no conoce.»
Esta reflexión la realizó uno de los autores que más admiro y que fue propietario de la siguiente sucesión de hechos insólitos: Retrató la condición humana a través de una corta colección de cuentos; describió con enorme exactitud las dos lunas de Marte ciento cincuenta años antes de su descubrimiento; creó el nombre femenino de Vanessa; predicó ante congregaciones no superiores a veinte personas; cultivaba diminutas plantas en su pequeño jardín; y a su muerte donó la práctica totalidad de su fortuna para la construcción de un manicomio. Jonathan Swift representa para mí la capacidad de retratar el mundo más allá de los prejuicios. Como un pequeño extraterrestre en mitad de un gran imperio de sentidos, nos legó su visión en forma de enormes retratos sociales de nuestra debilidad y fuerza. Y si para eso era necesario que hablaran los caballos, él lo conseguía.
Aprendí de él que en la mayor parte de los casos no es tan importante conocer nuestras enormes y numerosas limitaciones como aquellos elementos impulsores de lo que verdaderamente somos o queremos ser. De modo que sobre esta base asisto el crecimiento de personas a través de diferentes herramientas e itinerarios de vida. Un amigo mío tiene una empresa que se dedica a leer contadores de agua en la mayor parte de casas. Yo hago lo mismo pero con personas 😉 De acuerdo a mi modelo de vida y de trabajo, el nivel de madurez de un equipo y de una organización está basado en el índice de humanidad que represente. Cuanto más visibles sean sus personas, mayor será su gloria. Porque a pesar de las ruinas y la historia -o precisamente por ellas- tengo una inquebrantable fe en el ser humano. Creo en su grandeza y en la extraordinaria fuerza que es capaz de atesorar para lograr un objetivo.
Qué importante es sentirse débil pero qué necesario es saberse fuerte. Puede que este sea el mayor descubrimiento que como viajero he realizado nunca. A veces la fuerza es luchar con todas tus fuerzas porque tu hijo tenga cada día un nuevo amanecer y otras es simplemente saber cruzar la calle a tiempo.
La sencillez es belleza. En la canción Stay alive del cantante sueco Jose Gonzalez se describe una tierna escena en la que dos personas se atreven a abrazarse hasta que amanece. Una de ellas tras hacerlo encuentra el sentido de la vida en la siguiente frase: «Haré LO QUE SEA para mantenerme vivo». No lo dice porque el fin justifique los medios sino porque ELLA es ahora su propósito. Por mi humilde experiencia, el amor suele ser la mayor de todas las grandes fortalezas.
4. DE LA FUERZA A LA COHERENCIA
Pasar de la aceptación del conocimiento de nuestra fuerza a su aplicación real mediante la coherencia es el paso previo a la consecución de nuestra satisfacción.
«Dices que amas la lluvia, sin embargo usas un paraguas cuando llueve.
Dices que amas el sol, pero siempre buscas una sombra cuando brilla.
Dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando sopla.
Por eso tengo miedo, cuando dices que me amas.»
Mi compañera Ana Isabel compartía hoy con la red este poema de autor desconocido y me sirve ahora para hablar de cómo afrontar este paso. Además ayer mismo mi compañero Borja Ruiz me dijo «Ser congruente con lo que es importante para mí me hace feliz».
Lo que hay dentro de mí sería un alma destruida si no hubiera amado aquello que pudo destruirme en los momentos más complicados de mi vida. La verdad es siempre generosa. Generosa no quiere decir que no resulte dura o a veces incluso dolorosa, quiere decir que en alguna parte del camino siempre te da mucho más de lo que tú le diste. Mi fuerza por sí misma no me hace poderoso. Lo que me hace realmente poderoso es mi actitud ante esa fuerza. Hablo de cómo y cuándo aplicar esa fortaleza y de las decisiones que consecuentemente tomo para ello. Solo cuando reconozco que no puedo encender un nuevo fuego sin superar la pereza de limpiar las cenizas del anterior, soy capaz de crecer y de encontrarme. Un hombre fuerte no es nada más que un hombre con capacidad y potencial, algo así como un cofre repleto de oro esperando a ser abierto. Sin embargo un hombre coherente es un hombre realizado, es el brillo que apreciamos al abrir ese mismo cofre, porque ha aplicado la fuerza que atesora en su entorno. A la sabiduría que ha conquistado le añade una conducta ética. A esa materia prima inicial le da forma.
5. DE LA COHERENCIA AL EQUILIBRIO
Pasar de la coherencia al equilibrio es el último y el más complicado paso del camino. Nunca se acaba de dar y siempre se empieza a hacerlo. La constancia es quizás la clave en este caso.
Recuerdo un antiguo chiste del humorista Eugenio en el que un cliente y un sastre mantienen la siguiente conversación:
» -Oiga, ¿cuanto costaría hacerme un abrigo a medida? – 600 euros, señor. -¿Y un traje? – 350 euros, señor. -¿Y una chaqueta? – Calculo que unos 150 euros, señor. – Oiga, ¿Y un chaleco? – Puedo hacerle un chaleco por 70 euros, señor – De acuerdo entonces. Hágame un chaleco con mangas, hasta las rodillas y que abrigue»
A la sabiduría y a la conducta ética les hace falta algo más para mantenerse vivas. Del mismo modo que nuestro cliente en la conversación con su sastre, conformarse con algo insuficiente no resulta práctico. Es necesario mantener nuestros logros y nuestra atención. En la tradición del budismo zen esto recibe el nombre de disciplina mental y es lo que distingue a cualquier persona de una persona que alcanza su visión. Lo que aporta la disciplina mental es básicamente equilibrio. Para no abandonar el camino alcanzado se recomienda la toma de conciencia sobre el momento actual y la asunción de cada uno de los logros alcanzados con cada una de las realidades superadas. En mi opinión, y siguiendo la de muchos de mis maestros, solo se puede alcanzar el equilibrio entrenando la atención.
Personalmente algunas veces trabajo el equilibrio de los equipos a partir de los conceptos de suma nula o de mínima realidad viable basando cada acción en el consenso, la interdependencia y la aceptación del otro. Para hacerlo a menudo desaparezco y dejo que las cosas pasen. Incluidas aquellas que a priori podrían parecer nefastas para la consecución del objetivo del equipo. Hago esto porque ha llegado a una conclusión: Al final de mi vida no será tan importante lo que haya leído como aquello que verdaderamente haya escrito. Sobre esta creencia propia intento desplegar todos de mis actos y el aprendizaje de las personas que acompaño.
Hace poco escribí esto acerca del estado de equilibrio:
No deseo resolver el mundo.
Vivo de mi error.
Ignoro la mayor parte de misterios de la vida,
incluso aquellos más fundamentales.
Soy un sencillo aprendiz de su milagro.
No se responder a la mayoría de preguntas.
Podría engañarme con gran facilidad
pero renuncio a hacerlo.
Cuando miro al frente no me mantiene
firme la certeza sino la presencia.
Soy responsable de cada acto de mi vida.
Disfruto respirando.
Además hace unos años, en este mismo blog, compartía con vosotros la mejor definición que por aquel entonces encontré sobre el concepto de ÉXITO. Era la definición que compartía el compositor y director de orquesta Benjamin Zander sobre los «ojos brillantes» que todavía sigo teniendo en cuenta para cualquier tipo de sesión. Quiero cerrar este artículo recordando cómo da clases a sus alumnos este famoso compositor: Al comenzar el curso, les dice a todos los niños que cierren los ojos y piensen en la versión más sobresaliente de sí mismos. Después de que los niños abren los ojos, comparte con ellos que ya tienen desde ese mismo momento un sobresaliente. En adelante solo tienen que comportarse como ese ser sobresaliente para conservarlo. Creo que nuestra única obligación en la vida es exactamente esta.
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