“Hay un sueño que ronda mi casa y aparca en mi frente. Hay un angel caído en mi cama que quiere cogerme. Hay un tierno brillante equilibrio de luz en mi almohada. Hay un hueco lugar de tu imagen conmigo en la cama. Hay un triste reflejo de cielo flotando en mi alma. Hay un libro desnudo de rima que a veces me calma. Hay un dulce recuerdo de ola soñando mi arena y una nube pintada de agua que moja mi pena. Y una nube pintada de agua que moja mi pena…” Canción: Ángel caído Letra: Luis Pastor, Música: Pedro Guerra
Hoy, mientras acabo solo el día de San Valentín recién llegado de un entierro (ambas realidades cuadran en mi vida con total naturalidad) comparto con vosotros este post sobre las nuevas relaciones humanas.
Durante las últimas semanas y fruto de una evidente y voluntaria falta de orientación emocional, he consultado a diferentes actores del teatro de mi vida sobre su personal conquista de la felicidad. Entre el elenco de actores consultados se encuentra un nutrido grupo de personas a las que adoro y me aguantan y entre las que se hayan caracteres, estratos y edades muy diferentes con elevado conocimiento y cultura en la mayor parte de casos, casi todos ellos educados en mis mismos prejuicios judeocristianos liberales. Entre ellos directores de logística, directores financieros, emprendedores, trabajadores de banca, matemáticas, funcionarios, profesores, policias, ingenieros de telecomunicaciones, ingenieros industriales, informáticos, psicólogos, filólogos, filósofos,… Mi conclusión es que “La vida te lleva por caminos raros” y que “es mejor unos labios tristes que cien aviones despegando” pero sobre todo que estamos de acuerdo en que la sociedad está cambiando y ese cambio nos está afectando a nuestras relaciones personales y a nuestro modo de entender el mundo. Tiene que ver todo esto con la precariedad laboral, la pérdida continua de derechos en la era de la comunicación que fueron conquistados durante la revolución industrial y con un flagrante y doloroso relativismo social que detecto donde quiera que me muevo excepto en mi entorno más inmediato.
Parece ser que la vida modélica ha dejado de basarse en nacer, enamorarse, casarse, tener hijos y morir en un lugar y tiempo de referencia para modificar el ritmo, frecuencia y orden de todos estos elementos e incluir otros nuevos. Además se ha producido una descompensación de los valores fundamentales hasta ahora incuestionables en las relaciones humanas, más aún en las amorosas donde detecto una diversificación extremadamente complicada de gestionar para mi corazón roto, viejo y vago. Entre los nuevos conceptos destaco un listado alfabético de ellos que me aterran:
– Amor: Opiniones heterogeneas y variopintas al respecto. Precisamente yo que he basado mi vida en el amor, me encuentro que el concepto se ha reinventado sorprendentemente. El amor es hoy desde hacer lo que no perjudique a los demás hasta realizar acciones que te perjudiquen totalmente consciente y voluntariamente. Hay cierto sesgo de sacrificio en amar para muchas personas con las que he hablado y sin embargo para otras es una absoluta libertad para ser comprendido y aceptado por el otro. En cualquier caso parece que esa idea de dependencia en la que debemos intentar conocer al otro y aprender de él es todavía importante pero que lo básico es conservar intactos los privilegios de autonomía y paradójicamente cada vez más el derecho de independencia personal por encima de cualquier otro. Estamos casi todos de acuerdo en que desde pequeños hemos tenido una educación emocional deleznable y casi inexistente de forma que hemos llegado a adultos sin aparentes armas de defensa contra los vaivenes emocionales. Por otro lado soy consciente de que sufro un mal frecuente en mis contemporáneos llamado “inconstancia”. Es un mal que es a la vez la base de la nueva cultura de vida que observo que triunfa: una vida red en la que la comunicación y la transparencia parecen romper obstusos tabús sociales que nos ataban a sacramentos civiles sempiternos como el contrato del matrimonio (sin entrar ya en consideraciones religiosas que sin duda se han visto afectadas).
– Búsqueda o perfección: Esa máxima que tanto se repite y que dijo Eduard Punset: “La felicidad está en la sala de espera de la felicidad” es jodidamente trumática y dolorosa si la aplicamos a nuestra vida amorosa. Está muy bien para muchos conceptos como el trabajo, las ideas, la percepción del mundo, las relaciones de amistad o nuestra actitud pero no se hasta qué punto es saludable en las relaciones sentimentales. Por mi experiencia es complejo buscar y muy duro practicar un ensayo-error continuo que nos haga claudicar de nuestro objetivo a cada paso en falso. Se aprende mucho pero duele y hace daño, mucho daño a muchos. “No siempre se gana la apuesta conociendo al perdedor”
– Disfrutar de la relación: para algunos este concepto se reduce a lo que denominan “follar”, para otros es la filosofía del “pinga, pinga, disgusto”, para otros es “aprovechar esos momentos de alegría mutua en que se coincide”, para otros “estar continuamente conectados y saber lo que piensa la otra persona”, para muchos -la mayoría- “disfrutar de los éxitos comunes y de los individuales como si fueran propios”. Basicamente lo que creo que he buscado es a alguien con mucho mucho humor, con gran inteligencia y con la suficiente dignidad como para no tomarse en serio a sí mismo. Esto para mí es básico y he subido un peldaño de exigencia al demandar, tal vez, a alguien capaz de disfrutar de cada momento en el que se está viviendo sin necesidad de estar condicionado por todos los momentos simultáneos e inexistentes que no está viviendo. Se que es complicado pero el sentimiento de culpa es sin duda un lastre si no se está en paz con uno mismo. Para mí por ejemplo es básico algo que muchos me reconocen no haber alcanzado: coincidir en la idea de disfrutar cada segundo y minuto como el último de vida con vocación de locura y sensación de luz. No es necesario tener muchas cosas, solo las fundamentales, solo conocer en perspectiva quiénes habitan o habitamos este mundo. Rafael Amor ha hecho un gran resumen que os comparto:
Hay quien perece de sed en un río, quien agradece la gota en el desierto, quien se muere rodeado de la vida, y quien se empeña en vivir entre los muertos.
Hay quien deshoja la flor por capricho y quien a diario se aferra a la esperanza, quien con un soplo de amor inventa un mundo, y quien un mundo de amor ya no le alcanza.
Hay quien ama la verdad más que a nada, y quien se quema con ella como el fuego, hay quien quiere salir de las tinieblas y quien vive en la luz y sigue ciego.
Hay quien pide piedad y no la tiene, quien fué piadoso siempre y no la implora, hay quien lleva la cruz con valentía y quien cobarde y cruel, suplica y llora.
Del que ayer sufrió mucho y hoy se olvida y quien sin pena vivió, pero reacciona, quien con pan y cobijo se revela y quien tiene razón y la traiciona.
Hay quien cree en un dios porque le teme y quien teme creer ante la duda, quien se aferra un más allá tras de la vida y a quien lo mortal de la carne no le asusta.
Hay quien espera un milagro que lo salve, quien se salva a sí mismo de la nada, quien se niega y mezquina la ternura y quien reparte su savia enamorada.Hay quien… Rafael Amor (2006)
– Esfuerzo: Es también complejo. Nos han educado constantemente en el esfuerzo hasta la eliminación del oponente o el triunfo absoluto de nuestra destreza entrenada. Idealizamos el talento pero no tenemos escuelas que lo fomenten y lo eduquen. Y la gran pregunta: “¿Para qué me voy a esforzar si lo tengo todo hecho?”, “¿Por qué voy a irme de casa a los 20 si no podré firmar una hipoteca hasta los 30?”, ¿”Qué necesidad tengo de pasarlo mal cuando lo puedo pasar realmente bien?”. Bueno, realmente nunca nadie tiene la necesidad de pasarlo mal; de hecho siempre hemos tenido la necesidad de pasarlo bien pero es que para pasarlo muy bien a veces hay que esforzarse mucho y el nivel de exigencia tiene un precio que a menudo no pagamos: la conciencia. Está muy bien ser el primero pero muy mal si te das la vuelta y estás completamente solo. Somos animales sociales, desde que lo dijo el sabio hasta los restos…
– Esfuerzo emocional: Escuchamos canciones juntos y nos reímos, pasamos buenos momentos pero ¿sabemos valorar el esfuerzo que la otra persona realiza o simplemente nos limitamos a cifrar su esfuerzo en lo que nosotros haríamos en su lugar?. Somos todos muy distintos pero intentamos aplicar patrones cortados a grandes retazos para valorar trajes que deberían ser completamente personales y a medida. Personalmente se que es difícil encontrar a una persona con la que compartir una base mutua en la que la balanza del esfuerzo emocional esté siempre equilibrada, pero esto es fundamental. Ahora tengo un pensamiento monogámico y con pretensión de continuidad porque creo ciegamente en encontrar a alguien. ¿Es inteligente o lícito? Lo vemos en la siguiente entrada…
– Fidelidad: Concepto completamente desdibujado hasta límites que no os podéis ni imaginar. He hablado con personas que aseguran que son fieles al amor que profesan a su pareja, acostándose con otra persona. Desde eso a personas que creen que mantener repetitivamente una conversación con una persona del sexo opuesto es mucho peor que acostarse con esa persona porque implica ruido emocional. Mi opinión: no tengo opinión, siempre he sido fiel y nunca he engañado a nadie. Ni por un momento. Punto.
– Follamigos: Concepto que conozco de oidas basado en tener amig@s con los que se lleva uno muy bien pero que además cada vez que se queda con ellos se tiene la posibilidad o no de practicar sexo rápido, fortuito y sin consecuencias emocionales para el resto de la vida.
– Matrimonio: Es lamentable comprobar como gran parte de los conocidos con los que he hablado reconocen que si se han casado es por no gravar su situación de convivencia con impuestos separados. Otro grupo numeroso no encuentra necesidad de casarse partiendo de la siguiente argumentación: “si ya vivimos juntos”, y es que es cierto que el matrimonio cobró fuerza en el pasado porque era el paso necesario para establecerse de forma independiente y oficial como pareja a los ojos de la sociedad. Condicionantes todos ellos que rompen en pedazos un acuerdo santo (no por divino que es algo que me resulta indiferente) sino por humano (que es algo que me inquieta). Actualmente el matrimonio se infravalora más de lo que se debería. Totalmente desmotivado y carente de esperanza, envidio a mis propios padres en su amor fraterno, comprensivo y sincero que se prolonga desde hace más de cuarenta años. Sin embargo reconozco que el entorno y la base sobre cuyos pilares se construyó el amor en otro tiempo son ahora muy distintos y gran cantidad de condicionantes nos obligan a buscar nuevas fórmulas adaptables a realidades muy cambiantes. Nacemos y nos casamos para siempre cada vez que entablamos una nueva relación, con eso veo que nos basta pero tal vez para mí -no lo se- no sea suficiente. En realidad adoro las antiguas formas y costumbres, yo moderno todo recubierto de innovación y miedo. Solo os digo: respetad el pacto más valiente e inhumano que pueden realizar dos seres humanos: amarse. Buscad también la fugacidad del momento, y disfrutad de cada abrazo y cada cama con la dulce sensación de locura y vértigo que se siente al estar completamente vivo.
– Respeto: Complicado concepto. En contra de lo que ocurría en las antiguas polis griegas donde nació la democracia, las instituciones que sostienen nuestra sociedad actual no respetan a los mayores (la experiencia, los sabios) y priman por encima de todo la reducción de costes no solo en el ámbito empresarial sino también en el de los valores fundamentales. Es complicado decirle a tu hijo que comparta con su amigo un juguete si vemos que continuamente se nos insta a apropiarnos de absolutamente todo bajo el amargo y a la vez dulce peso de la propiedad privada llevada ya a la frontera del absurdo incongruente. Es complicado decirle a tu pareja que confíe en ti y te sepa comprender cuando tu pareja ve constantemente en el telediario como nuestros propios lideres no buscan el consenso y el término medio sino la polaridad y la argumentación sencilla. Personalmente no me considero respetado y tengo que vivir con ello. No desde un punto de vista profesional (que tampoco) sino desde la perspectiva de la actitud crítica y analítica. No veo que se hagan enormes esfuerzos por comprenderme cuando yo me desvivo por intentar entender al resto de personajes del teatro. Agradezco con muestras de cariño evidentes cualquier esfuerzo que detecto por pequeño que sea.
Y vosotros me diréis, ¿qué es exactamente lo que buscas?. Al modo de Oliverio Girondo, yo busco exactamente una persona que sobre todo sepa y me haga volar 😉 Seguiré indagando y urgando, me gusta contrastar y conocer. Sabéis que seguiré informando en la twittosfera… Personalmente creo en nuevas fórmulas de convivencia que nos garanticen una felicidad mucho más real que la que ansiamos. Es complejo, pero mi momento actual es puramente especulativo y absorto ante una realidad que sin duda me supera.
Gracias a los encuestados, amigos y pacientes todos…