[extracto de un manuscrito sine die] Los anaqueles de Egipto atestiguan que Temístocles realizó frecuentes incursiones en el margen interior de Alejandría. Bajo la apariencia de una mujer persa, logró ganarse la confianza de los generales enemigos. En la piel de cada mujer ostia recitó leguas de tacto hasta encontrar a la joven Irene. De todas las vestales, ella se perfilaba la más hermosa y fina. A los ojos del general no había territorio más hostil que el que separaba su hombro izquierdo del derecho. Tardó cuatro jornadas en conquistar aquel mismo templo y rendir Irene al calor de su ilusión. Al término de estas cuatro jornadas, Temístocles dejó de ser soldado y escribió en veinte papiros veinte modos diferentes de amar tras la batalla.