A mediados de los 60, en lo alto de un escenario en mitad de un concierto lleno de flequilleros y pantalones de campana, los Kinks cantaron «A well respected man» y en su letra retrataban al empleado asociado a su jornal, al empleado que hacía todo bajo premisas rígidas e inflexibles, siempre llegando puntual, cogiendo el mismo tren de ida y el mismo tren de vuelta, cumpliendo con una infinidad de clichés que resultaban ya entonces cómicos. En aquel momento la figura del trabajador, del ejecutivo, del gran hombre de negocios, estaba sujeta al cumplimiento de una serie de pautas que no hicieron más que perpetuarse en los años y décadas siguientes. Hoy aunque nadie duda de que esta figura ya carece de sentido en el seno de cualquier organización, la realidad inmediata de la administración pública y de la empresa privada nos echa un jarro de agua fría y hace que veamos a ese «hombre respetable» en muchas empresas actuales. Hoy en día el que resolverá los problemas podrá ser considerado poco respetable por la tradición y los usos de ese hombre respetable, pero no obstante se trata de alguien efectivo. Una recomendación para neocons y amantes de la gestión empresarial: que a simple vista ese chico bajito y desaliñado no parezca respetable (los prejuicios son libres), no quiere decir que no sea realmente efectivo. (Nota: no me considero bajito pero tampoco respetable) En fin, que no cantemos victoria, pero algo está llegando…
Es duro evangelizar sobre el modelo de trabajo en la nueva sociedad del aprendizaje a la que ayer hicimos referencia. Fruto de un desengaño colectivo por las instituciones y por la solidez del mercado de trabajo a nivel internacional, hijos de un desencuentro con las técnicas modernas de explotación que han sido barnizadas con muy diferentes nombres desde hace más de quince años, y asumiendo cada uno de nosotros el alto nivel de obsolescencia y evolución de la tecnología actual a nivel software (con un mercado emergente y novedoso basado hoy en tres conceptos: red, interoperabilidad, eficiencia) y a nivel hardware (con un mercado tradicional que cubre la práctica totalidad del cupo físico y de infraestructuras); nos hemos dado cuenta por nosotros mismos que el reciclaje de conocimiento, la capacitación continua y las fuentes de información y contacto con la realidad inmediata son elementos diferenciadores que condicionan el éxito de nuestro trabajo. No hablaría aquí de carrera profesional ya que tradicionalmente este concepto ha estado asociado a modelos de trabajo que necesito evitar en esta entrada; modelos practicados por el «well respected man», el executive, el manager del mismo modo para fabricar un coche, vender un bloque de viviendas o «colocar» un producto de software. Craso error. No nos comportamos igual en un supermercado, cuando hacemos un trámite en el ayuntamiento, cuando rezamos en una iglesia, bebemos en un bar, comemos en casa de nuestros padres, asistimos a una conferencia o a un partido de fútbol; ¿por qué hacerlo en escenarios tan distintos como la implantación de una caja negra y la implantación de un producto interoperable?. Cierto es que debemos establecer valores comunes de comportamiento ético pero también debemos cambiar y reconfigurar el modelo productivo, la carne de nuestro guiso llamado «bienestar social». Si no tuviera esa buena carne, sería tal vez otra cosa pero nunca un buen guiso. Y debemos cambiar este modelo desde dentro del modelo ya caduco; modernizando nuestras estructuras de trabajo, nuestros procesos, la forma en la que nos relacionamos interna, externa y socialmente.
Hace menos de una semana Ibermática anunciaba que dispondrá de una nueva línea de negocio basada en el Social Media, no como modelo interno de trabajo sino como nuevo silo de mercado a generar. De esta forma de negocio que ya es conocida como Social Business Media y como Enterprise 2.0 (los que bautizan deben ser guionistas de Lost porque nunca se quedan sin ideas…); nos podemos aprovechar para implantar los conceptos no arraigados, mal entendidos aunque sí muy tratados en los círculos tecnológicos. Me refiero al e-governance y e-administración(*) por ejemplo que pueden aprovechar este impulso de los proveedores para adoptar soluciones de colaboración e interoperabilidad que permitan que todos estemos conectados sin necesidad de repetir trámites o procesos. Creo sinceramente que la gente que trabajamos con tecnología, nos creemos realmente lo que hacemos el día que practiquemos con el ejemplo, el día en que fluya la información y las ideas de forma efectiva y productiva dentro de las organizaciones. Hasta entonces, haciendo el esfuerzo de creernos algo que sabemos que es útil, podemos basarnos en estas estrategias (todavía no muy exitosas por ser pioneras; que nadie mire el ROI de estos inventos porque este no es el blog de Enrique Dans). El producto por el que han apostado es Jive, tiene conectores Sharepoint y otros y está basado en tecnología opensource. No es nada nuevo salvo porque abarca un concepto más grande que las herramientas groupware a las que estamos acostumbrados: trata la gestión dentro de la organización (cogiendo un poco de management), la presentación de estadísticas (cogiendo un poco de BI), el tratamiento documental (cogiendo un poco de ECM), la gestión de contenidos (con algo de WCMS),… Se trata de una de estas herramientas suite que permite un install and play rápido en función de la voluntad de integración del organismo en el que se implanta. Tiene plataformas de comunicación (Spark) y mensajería basada en Asterisk (Openfire) en los que basa su portfolio de colaboración. Realmente estas soluciones, aunque son un poco de todo, también hacen falta en el mercado. También conozco el caso contrario: soluciones dedicadas a un silo de mercado concreto que han tenido que evolucionar y centrar su esfuerzo hacia los entornos colaborativos de la llamada web 2.0. Siempre y cuando estos giros sean controlados y no perdamos la perspectiva de aquello para lo que nacieron las herramientas en su inicio, esta apuesta también me parece correcta aunque sin duda más conservadora.
Hace tiempo estuve a punto de apostar laboralmente por un producto que nada tiene que ver con Pentaho, aunque se mueve en su mismo ámbito. Se trata de QlickView que ha tenido que ceder a la gratuidad de la herramienta en algunos casos para ampliar su presencia en el mercado y competir con las opensource y el bajo coste demandado en la actualidad. El caso de QlickView es un claro ejemplo de cómo una empresa se ha adaptado al modelo de trabajo opensource sin necesidad de ser opensource; algo que parece contraindicado si preguntas a muchos analistas pero que sin embargo creo que será exitoso en la coyuntura actual. Paradójicamente y en parte gracias a la economía y a las exigencias extremas de un mercado roto y loco, puede que logremos que esta filosofía de trabajo, totalmente opuesta a los usos, abusos, mitos y costumbres del «well respected man» que ficha de 9 a 6 cada día y se olvida de lo que hace al salir por la puerta, se implante con más rapidez de la que pensamos. No se trata de no desconectar cuando uno no está en el trabajo, sino de entender que todo está relacionado, y que contribuyendo a una mejora en las condiciones de trabajo por medio de la técnica, también estamos haciendo una sociedad más abierta y preparada para mejorar de forma más continua en lo ético y no solo en lo estético. A la entrada de la Escuela de música Reina Sofía rezan estas dos frases «Nulle ethica sine aesthetica» y «Nulle aesthetica sine ethica». Qué gran verdad.
(*) Nota: Sobre e-administración mi propuesta es la de una plataforma multiproducto que permita cumplir la legislación y normativa de aplicación en cada región geográfica y en términos de interoperabilidad, acceso seguro y controlado del ciudadano a la información que le afecta, y acceso seguro a la gestión de esta información de forma transversal dentro de las administraciones. ¿Por qué multiproducto? Porque la e-administracion no cubre solo un mercado tecnológico (ECM, BI, CRM, ERP, BPM,…) sino la práctica totalidad de ellos combinados de forma efectiva. Personalmente trabajo con compañeros muy cualificados que han sido capaces de implantar en alta disponibilidad, escenarios que cubren todos estos requisitos. El mercado está copado de aplicaciones propias que cada empresa ha sacado para asumir esta nueva demanda: eAdmon, Amara y OpenOval son solo tres ejemplos dentro de este espectro de desarrollos ad hoc. La mayor parte de soluciones cubre la tramitación electrónica, firma digital, registro, repositorio, facturación, sede electrónica y transacciones. Aunque solo hay una e-administración su aplicación dependiendo del escenario debe ser distinta de acuerdo a los requisitos y necesidades. No busquéis panaceas, tampoco aquí existen.