A mi hermana Ane, a quien hoy más que nunca quiero y necesito.
Dejo de hacer y de vivirlo todo para escribirte esto. Necesito estar para tí, contigo. Porque tú eres sencillamente para mí todo cuanto ahora importa. No se qué decirte ni puedo hacer nada más que hablar desde lo que para mí hoy eres. Por eso te escribo desde aquí, porque eres parte de mi sueño. Eres una persona en mi vida y eres una vida en mi persona. Eres más que cualquiera del resto de todos mis ideas, proyectos o artículos. Has inspirado siempre a una persona como yo que solo quiere hacer de su mundo un lugar mejor para vivir. Por eso esta noche tu eres mi mensaje.
Suelo pensar que existe una gran cantidad de sentidos para que yo viva. Desde bien pequeño he hablado cuando creía que debía hacerlo. He pasado mucho tiempo de mi vida en silencio y otro tanto hablándome a mí mismo. No soy nada, menos que nada, sin personas como tú. Y para no olvidarte ni olvidaros, te contaré un secreto, mi niña. Cuando os miro, lo hago siempre desde dentro. Y entonces os secuestro sin que os deis mucha cuenta. Soléis iros pensando que seguís siendo los mismos, pero yo siempre me llevo una parte de vosotros. La guardo y la protejo, me agarro a ella para poder seguir siendo valiente.
Otras veces, tras un momento intenso de shock o de bloqueo, vuelvo a una sesión repleta de personas y mirando fijamente a una de ellas a los ojos, la cojo de la mano y digo «EL SENTIDO DE LA VIDA ERES TÚ…». Y comienzo a repetir las palabras que conforman el comienzo de mi sueño. Luego la persona sonríe o llora, generalmente se calla y yo en silencio me conecto. Puede que entonces yo pida unos minutos y cierre los ojos intentando recordar la piel de terciopelo suave de mi abuela, su olor y su mirada pura, sus dedos torcidos que me acariciaban y apretaban para no verme caer. Todo lo demás que yo pueda hacer o ser en ese instante nunca es importante. Ni los modelos que yo recuerde, ni las grandes teorías de otros, ni las palabras importantes de los libros, ni seguir en mi rol, ni ese lugar o quizás ese proyecto. Porque conecto con esa imagen eterna, con ese verdadero sentido y energía de la vida, y me invade y la disfruto. Y no se cuánto suele durar esto. Puede que segundos o seguro que minutos, no sabría decirlo. Solo se que al volver al mundo sigo siendo más yo mismo que los otros. Y a partir de eso, comparto y me permito construir. Y solo entonces llego y los otros me llegan.
Y otras veces sin embargo estoy corriendo por la montaña y dejo de sentir dolor. Algo me hace avanzar casi sin ningún esfuerzo y comienzo a meditar sin perder de vista el suelo. Es como si mis piernas se deshicieran de su propio sufrimiento y comenzara a volar. Fluyo lleno de energía y no me cuesta entonces respirar. Puedo estar así durante horas hasta que de repente con el sol de frente o a la espalda, me detengo y me doy cuenta de que casi sin pensarlo, ya he llegado increíblemente lejos.
Pero si hoy cerrara los ojos, mi niña, si hoy intentara buscar dentro de mí el amor que necesito… Te recordaría sonriendo en Dolores Park sobre la hierba, despertando en esa habitación de caravana de Las Landas, pintándote los labios en Jyväskylä, preguntándome qué tal estoy en Haarlem, acelerada como loca en Zaragoza, con tu libreta y tu sonrisa en Barcelona, emocionada en Berriz y activa los días de Madrid. Si hoy intentara escribir algo sobre por qué vivir importa, no me vendría nada tan claro como tu diminuta imagen. Para tí, por tí, que yo luche cada día adquiere esta noche su auténtico sentido. Y mientras escribo esto, me siento allí contigo y llorando a tu lado como ahora estoy haciendo, me acerco a tí muy lento tras una breve pausa. Y cojo tu mano respetando tu amor y tu dolor y te digo:
ANE, MI PEQUEÑA,
El sentido de la vida eres tú… No es tan importante la vida que tienes sino lo que ahora elijas hacer con ella. Vive. Yo te admiro porque tienes lo que eres y eres lo que haces. Acéptate porque a mí así me bastas. No te tomes muy en serio, porque se que lo mejor de tí es invisible. Tu eres las personas que nos paramos a escucharte. Así que hoy más que nunca valora a las personas para las que nunca has tenido precio. Mi dulce niña, no vivas como si hoy fuera tu último día en el planeta, vive como si hoy fuera el primero. Si le quieres, díselo. (Te quiero, Ane). Viaja dentro porque ahí es donde yo te llevo. Casi todo lo que ahora necesitas está en tí y el resto está muy cerca. No mates nunca por algo, vive siempre por alguien. Tu sonrisa, Ane, es mi esperanza y la esperanza de los hombres. Como tú hoy me has enseñado, no vivas buscando un sentido para todo, vive para que cada momento encuentre su sentido. Y para que yo no esté tan solo a tantos kilómetros de distancia, si alguna vez tienes dudas, toma entonces el camino menos transitado. Y te pido que no dejes de soñar para despertar a otros o el recuerdo de los otros. No te hará ya falta compararte porque tú hoy ya eres única. Cuando no sepas qué hacer, entre tener miedo o amar, lucha fuerte por amar.
Me tienes. Por tí vivir importa. Me apetece tanto abrazarte que me duele. Gracias por quererme. Siénteme cerca porque de verdad lo estoy de ti.
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Tan solo puedo decirte GRACIAS.
Gracias por cada una de las palabras de este post (y mil perdones por ponerle esta pobre etiqueta, post, a un maravilloso trocito de esencia de Vida)
Estoy todavía maravillosamente «contaminado» de la belleza del fondo y el trasfondo, del contenido y del continente de este escrito que siento como un regalo.
De todo corazón, muchas gracias David.
Gracias a ti, Pedro, por la visita. Hay momentos como este que son a menudo más que un sueldo para un escritor de artículos. Un saludo