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PaleBlueDotEncuentro a diario a muchas personas que cargan con un gran peso sobre sus espaldas. A veces llaman a este peso Historia, Responsabilidad o Exigencia y a menudo se traduce en un gran estrés que atenaza sus vidas por completo. Les impide distinguir cuál es su lugar en la vida y en el mundo. Pero afortunadamente existe el universo 😉

Hoy quiero compartir una gran historia; la historia del lugar donde vivimos. Habla de quienes somos y de nuestra auténtica importancia, habla de que «el universo no se hizo para nosotros» y de que apenas una ínfima parte de todo el vasto universo depende de ti. No eres el centro de todo cuanto ocurre. De modo que, amigo, relájate y disfruta.

Uno de los modelos de expresión que utilizo con frecuencia para trabajar con personas es lo que denomino el pensamiento en escala. Es un camino que antes recorrieron la ciencia, la filosofía y la espiritualidad de cualquier civilización sobre la tierra. Es un camino que se puede recorrer en dos sentidos: de lo general a lo particular (deducción científica) y de lo particular a lo general (inducción experimental). En el primero de los casos se trata de trabajar con realidades comunes y universales a partir de las cuales se establecen conclusiones concretas y aplicables a una particularidad. En el segundo, se trata de establecer una secuencia ordenada de relaciones que ayude a digerir una particularidad y a establecer las bases de premisas algo más generales. En lógica existen reglas de inferencia básicas que pueden ayudarnos a trabajar en los dos sentidos. No estoy descubriendo nada nuevo pese a que la lógica es frecuentemente sustituida por la superchería, el victimismo y el prejuicio. Ambos recorridos han sido transitados por el hombre desde hace miles de años, ayudan a superar el ego (egocentrismo, narcisismo, egolatría) y suponen la base de cualquier avance en la historia de la Humanidad. Para un agnóstico activo como yo, lo que voy a compartir ahora implica quizás el grado más elevado de comienzo deductivo que tal vez yo pueda alcanzar. Para mí, la persona que logra acercarse a esta comprensión de su papel en la vida, está muy cerca de hallar el equilibrio. Porque el primer paso de cualquier camino siempre parte de saber en qué lugar te encuentras. Y yo ahora estoy aquí:

Pale Blue Dot (Punto azul pálido) es una fotografía del planeta Tierra tomada el 14 de febrero de 1990 por la sonda espacial Voyager 1 desde una distancia de 6000 millones de kilómetros. La imagen muestra la Tierra como un punto de luz casi imperceptible de 0,12 píxeles de tamaño en medio de la vastedad del universo. También es el título de un maravilloso libro de Carl Sagan que ahora mismo estoy leyendo y que está inspirado en esta fotografía. El capítulo 1 de ese libro nos ayuda a comprender el significado de esta imagen y nuestro más que humilde lugar en el universo:

«Desde la distancia, los planetas parecen sólo puntos de luz, con manchas o sin ellas, incluso a través del telescopio de alta resolución instalado a bordo del Voyager. Son como los planetas observados a simple vista desde la superficie de la  Tierra, puntos luminosos más brillantes que la mayoría de estrellas. Por espacio de unos meses, nuestro planeta, al igual que los demás, da la sensación de flotar entre las estrellas. Con sólo mirar uno de esos puntos no somos capaces de decir lo que  alberga, cuál ha sido su pasado y si, en esta época concreta, vive alguien allí.

Como consecuencia del reflejo de la luz solar de la nave hacia la Tierra, ésta parece envuelta en un haz de luz, como si ese pequeño mundo tuviera algún significado especial. Pero se trata solamente de un accidente achacable a la geometría y a la óptica. El Sol emite su radiación equitativamente en todas
direcciones. Y si la imagen hubiera sido tomada un poco antes o un poco después, no habría habido haz de rayos solares que iluminara la Tierra.

¿Y por qué ese color azul celeste? El azul procede en parte del mar y en parte del cielo. Dentro de un vaso, el agua es transparente y absorbe ligeramente más luz roja que azul. Pero si lo que hay son decenas de metros de ese elemento o más, éste absorbe toda la luz roja y lo que se refleja de vuelta al espacio es el azul. Del mismo modo, a corta distancia, a través del aire, el objeto se ve transparente. No obstante —y eso es algo que Leonardo da Vinci explicó a la perfección—, cuanto más distante se encuentra, más azul parece. ¿Por qué? Ello es debido a que el aire dispersa mucho mejor la luz azul que la roja. Por ello, el matiz azulado de ese puntito es debido a su espesa pero transparente atmósfera y a sus profundos océanos de agua líquida. ¿Y el blanco? En un día normal, la Tierra aparece medio cubierta de blancas nubes de agua.

Nosotros somos capaces de explicar ese azul pálido que presenta nuestro pequeño mundo porque lo conocemos bien. Sin embargo, es menos probable que un científico extraterrestre, recién llegado a los aledaños de nuestro sistema solar, fuera capaz de deducir la existencia de océanos, nubes y una atmósfera densa. Neptuno, por ejemplo, es azul, pero fundamentalmente por razones distintas.
Desde esa posición tan alejada puede parecer que la Tierra no reviste ningún interés especial.

Pero, para nosotros, es diferente. Consideremos de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. En eso ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y cada recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Pensemos en los ríos de sangre derramada por tantos generales y emperadores con el único fin de convertirse, tras alcanzar el triunfo y la gloria, en dueños momentáneos de una fracción del puntito. Pensemos en las interminables crueldades infligidas por los habitantes de un rincón de ese pixel a los moradores de algún otro rincón, en tantos malentendidos, en la avidez por matarse unos otros, en el fervor de sus odios.

Nuestros posicionamientos, la importancia que nos auto atribuimos, nuestra errónea creencia de que ocupamos una posición privilegiada en el universo son puestos en tela de juicio por ese pequeño punto de pálida luz. Nuestro planeta no es más que una solitaria mota de polvo en la gran envoltura de la oscuridad cósmica. Y en nuestra oscuridad, en medio de esa inmensidad, no hay ningún indicio de que vaya a llegar ayuda de algún lugar capaz de salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo hasta hoy conocido que alberga vida. No existe otro lugar adonde pueda emigrar nuestra especie, al menos en un futuro próximo. Sí es posible visitar otros mundos, pero no lo es establecernos en ellos. Nos guste o no, la Tierra es por el momento nuestro único hábitat.

Se ha dicho en ocasiones que la astronomía es una experiencia humillante y que imprime carácter. Quizá no haya mejor demostración de la locura de la vanidad humana que esa imagen a distancia de nuestro minúsculo mundo. En mi opinión, subraya nuestra responsabilidad en cuanto a que debemos tratarnos mejor unos a otros, y preservar y amar nuestro punto azul pálido, el único hogar que conocemos.»

Un punto azul pálido: Una visión del futuro humano en el espacio, Carl Sagan (1994)

En este video el propio Sagan lee un fragmento de este capítulo. Disfrútalo:

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