En 1983 se produjo uno de los hitos cruciales para la comprensión de la historia vorpalina más reciente . Filmada en blanco y negro, se presentaba al público mundial uno de los documentales más enigmáticos jamás filmados, obra de Allan Stewart Königsberg. Se trataba de la historia vital de Leonard Zelig, un interesante personaje capaz de brindar con Scott Fitzgerald, pasar consultar de psiquiatría a reputados austriacos, tratar con Al Capone, pertenecer a una tribu apache, merendar con Chaplin, formar parte de las SS, tocar en una banda de jazz, discutir con el Papa en la plaza de San Pedro, ser negro, judío ortodoxo, chino y convencido republicano o pegarse con su doctor porque no está de acuerdo con su gusto meteorológico. ¿El mundo está preparado para acoger a personajes como Zelig? Al igual que en 1983, hoy en día sí o no según la opinión voluble de la furia colectiva. La obra ha dado lugar al conocido Síndrome de Zelig que comporta transtornos de la conducta traducidos en un fenómeno antes no descrito de dependencia ambiental por el cual se asumen diferentes roles según el entorno en el que el sujeto se desenvuelve. Nos encontramos, pues, ante un caso de mimetismo absoluto, un comportamiento social extremo fruto de una incomprensión personal extrema. Este carácter vorpalino es a menudo descrito en obras de la literatura del pasado siglo XX con fruición. El mismo redactor de esta entrada practica el síndrome aunque psiquiátricamente se podría decir que no lo fomenta ni padece, simplemente lo disfruta. La afección personalmente voluntaria nace de una necesidad absoluta de comunicación y conocimiento hasta el punto de querer comprender no solo la significación del discurso de la persona con la que se dialoga, sino también padecer ese discurso como propio. Leonard Zelig fue visto indistintamente en un dispensario de Brooklin, una concentración en Berlín, una reunión sudista en Misouri, una corrida de toros en Madrid, una correduría de bolsa en 1929 y varias guerras. Aunque se sabe con certeza la fecha de su nacimiento alrededor del año 1900, muchos ignoran si continúa vivo entre nosotros.
En 1995, Costa Botes y Peter Jackson, realizaron una proeza documental semejante al relatar la reinvención del cine en su famosa aunque a menudo desconocida película Forgotten Silver.