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«– El mundo ha cambiado 

– No, solo cambia la ropa que llevamos«

Conversación entre Rocky y su hijo en Rocky Balboa (Stallone, 2006)

 

Hoy tengo una nueva teoría sobre todas las cosas. Sí, sobre todas. Te haya dejado tu pareja o hayas tenido un grave accidente, suspendas ese exámen o te echen del trabajo, sufras una enfermedad mortal o tu ser querido haya fallecido. Es válida en cualquier momento de la historia de la Humanidad. Revoluciones, conflictos, descubrimientos o batallas. También es válida para cualquier persona. De cualquier nacionalidad o color. Sirve para cualquier momento de la vida. Seas niño, joven o anciano. Vivas ayer, hoy o mañana. Mi teoría de hoy dice algo como esto:

Fabricamos héroes a partir de un solo momento. Levantamos monumentos en su gloria porque una vez se alzaron e hicieron alzarse a otras personas. Pero todos ignoramos la heroicidad cercana, la interna, aquella que nos ha esculpido. Cuando alguien se une a la iniciativa siempre le pregunto dos cosas: ¿cuantas veces te han golpeado? y ¿cuantas veces has seguido hacia delante?. Cuanto mayores son ambas cifras y cuanto más coinciden, más alineada está esa persona con la iniciativa. Es indiferente si actualmente esa persona es un mendigo, un presidente de una gran empresa, un cirujano, una deportista profesional o un payaso. Porque mi teoría es que cada uno de nosotros es un increíble monumento de sí mismo. Somos la celebración de toda nuestra vida, el resultado de seguir hacia delante tras cada uno de los golpes. Si lo pensáramos, podríamos llegar a ser ese ejemplo que tanto hemos buscado fuera. Pero a menudo no valoramos ni cuidamos nuestro monumento porque convivimos con él todos los días. Está en continuo movimiento y parece que no tenemos tiempo para contemplarlo. Sin embargo a veces nos damos cuenta de que existe, Entonces, en contados momentos, nos sentimos grandes. Y esas veces casi siempre otros nos contemplan.

Me encantaría escribir un bonito artículo sobre mi teoría que hablara de superación, de encajar los golpes y de seguir hacia delante, de la importancia de sonreír y de llorar a tiempo. Pero hay discursos e historias reales que tal vez sean algo más prácticas 😉

Nuestro amigo Rocky lo sabe:

«No te lo vas a creer pero cabías en la palma de mi mano. Te levantaba en mis manos y le decía a tu madre: “Este niño será el mejor chico del mundo, será mejor que cualquier persona que haya conocido”. Creciste y fue maravilloso observarte cada día, fue un verdadero privilegio. Llegado el momento te convertiste en un hombre y lo aceptaste. Pero en algún lugar del camino, cambiaste. Dejaste de ser tu mismo. Permitiste que las personas te apuntaran con su dedo en tu cara y te dijeran que no eras bueno. Y cuando las cosas se pusieron feas, comenzaste a buscar algo a que culpar, como una gran sombra.

Permíteme decirte algo que ya sabes. El mundo no es todo sol y arcoiris. Es un lugar muy cruel y desagradable y no importa cuan duro seas, te golpeará hasta dejarte de rodillas y te mantendrá permanentemente sometido si se lo permites. Ni tú ni yo ni nadie va a golpear tan duro como la vida. Pero no se trata de lo duro que puedes golpear, se trata de lo duro que son los golpes que puedes recibir mientras continuas avanzando, de cuanto puedes soportar y continuar hacia adelante. 

Así es como lo hacen los ganadores. Ahora, si sabes lo que vales, entonces ve afuera y consigue lo que mereces. Pero tienes que estar dispuesto a recibir los golpes y no apuntar con tu dedo diciendo que no estás donde querías estar por culpa ni de él ni de ella ni de nadie. Los cobardes hacen eso y tu no eres un cobarde, eres mejor que eso. Siempre te amaré sin importar lo que pase. Eres mi hijo, eres mi sangre. Tú eres la mejor cosa de mi vida. Pero hasta que no comiences a creer en ti mismo, no tendrás una vida.«

Rocky Balboa (Stallone, 2006)

Si aplicaran ese discurso a cualquier persona o momento de la Historia, ¿acaso no serviría? Porque lo realmente importante -que nadie te engañe- nunca cambia. La base de todo cuanto importa, permanece. Esto es aplicable a la vida, a los negocios y a todo cuanto ocupa nuestro tiempo. Lo hablaba con alguien hace poco: Nadie que haya sufrido mucho o que haya tenido que replantearse su vida te dirá que lo importante es el dinero. Aunque lo necesite para vivir, jamás oirás que tras ese grave accidente de tráfico o tras estar al borde la muerte, se dio cuenta de que lo único que importa es el dinero. Nadie. Nunca. Creo que es por algo.

Y es algo que también sabe una persona admirable. Muchos de los que nos dedicamos y apostamos por el cambio, conocemos y utilizamos el ejemplo de la historia de Nick James Vujicic, que fundó a los 17 años la iniciativa Life without limbs, una plataforma de superación realmente admirable. Nick no posee brazos ni piernas, no deja de sonreír nunca y ha dedicado su lucha a transformar las vidas de los otros. Y de hecho así consta en el listado de Transformed lives que la gente le dedica agradeciendo su labor. Adolescentes que encuentran su camino en la vida, adultos que reorientan su carrera tras escucharle, jóvenes que se inspiran en su ejemplo,… la lista es amplia. Nick se ha comprometido por entero a su causa y nos ha dejado momentos que son una lección de vida como este:

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