El afán de superación, la motivación y la ilusión son tractores fundamentales para el cambio. También son multiplicadores natos de la energía personal y de ese coeficiente de optimismo del que siempre habla Emilio Duró. En una sociedad que vive un choque constante entre una capacidad creativa que permite una personalización y comunicación sin precedentes y un sistema taylorista heredado del siglo XIX, la superación evita sin duda el desgaste. De algún modo nos convertimos en facilitadores cuando entendemos que somos nuestro propio reto y que lo que no te destruye… te hace fuerte. Como a nuestro amigo, al que un sistema pensado para matar le ha permitido fortalecerse y reinventar la realidad. Suerte en el camino, amigos 🙂