NO SOMOS TAN COMPLEJOS
“Se tú mismo. Todas las demás opciones ya están cogidas” Oscar Wilde
No somos originales, más bien somos completamente únicos. Solo podemos explicar el amor alrededor de este matiz. Me enamoro, quiero o aprecio a otra persona porque se que no hay otra similar. Cada persona, cada alma viva, es una combinación altamente improbable de herencia genética, experiencias, aprendizajes y habilidades adquiridas. Se diría por ello que las personas somos seres complicados pero cada vez estoy menos de acuerdo. Realizando la pregunta altamente innovadora e infrecuente “¿Cómo te sientes?” en momentos clave de apertura o cambio no he parado de descubrir elementos comunes en cada arquetipo de persona y cada equipo durante este tiempo. Hay algo que une al áspero y al suave, al tímido y al extravagante, al introvertido y al actor, al reactivo y al proactivo, al que espera y al que no puede esperar. Tiene que ver con la base de trabajo de muchos modelos de aproximación al conocimiento propio como el diálogo, la mayeútica, la meditación, la terapia no conductual, la indagación apreciativa, el liderazgo sistémico y cada una de sus pieles derivadas dentro del desarrollo personal y profesional (coaching, mentoring,…) Todos estos modelos parten de un mismo principio de base con el que me encuentro cada día:
LO QUE NOS CONDICIONA Y LO QUE NOS LIMITA
Por lo general no somos conscientes de una gran cantidad de condicionantes que determinan nuestros actos y tienen un fuerte peso en nuestras decisiones. Sin embargo la base de cualquier crecimiento no se trata tanto de establecer de forma inflexible lo que está bien o lo que está mal de esto, tanto como de manejar una mentalidad adaptativa y contextual. Es decir, de saber en todo momento donde nos encontramos y donde queremos ir. Hay factores condicionantes (necesarios y de los que no podemos escapar) y limitantes (formaciones reactivas que provienen del mundo de lo reprimido y que ponen barreras a lo que somos pero que se pueden controlar). Me explico:
LO BUENO y LO MALO VS La TOMA DE CONCIENCIA
En mis humildes trabajos de acompañamiento tanto individual como de equipo suelo vivir situaciones límite en las que las personas interiorizan quiebres o detectan elementos de mejora. Muchos de estos puntos de inflexión nacen del interior de lo que somos tras superar fases iniciales de proyección continua. Durante estos periodos iniciales, la persona o el miembro del equipo tiende por defecto a no asumir responsabilidad sobre la realidad más inmediata. Proyecta sobre otros o sobre el entorno la responsabilidad de tomar las riendas de su vida o de determinar su presente. Por contraposición a cualquier tipo de trabajo terapéutico, en coaching se trabaja siempre sobre lo que se denomina MOMENTO AHORA. El foco está puesto sobre el presente y la persona y sobre ambos puntales se construye la mejora. El nivel de profundización debe ser el mínimo posible pero el nivel de rentabilidad inmediata debe ser el máximo. El acompañamiento realizado en coaching está basado, al igual que en el resto de modelos comentados, en la orientación hacia la toma de conciencia por parte del coachee. Para ello tanto coach como coachee fijan a lo largo del programa un objetivo moldeable siempre a partir de la necesidad y voluntad del coachee.
Dependiendo de nuestro estado anímico, el momento, las circunstancias y una gran cantidad de factores ajenos a nosotros, somos autores o espectadores de lo que nos pasa. Hay dos tipos de momentos en el teatro de nuestro día a día:
- aquellos momentos en los que somos responsables de lo que pasa (ACTORES) En estos momentos tomamos partido y nos expresamos, adoptamos actitudes activas y tenemos comportamientos en los que la acción supera el prejuicio. Nuestra responsabilidad es protagonista sobre la responsabilidad de otros o los condicionantes externos. Empleamos herramientas inclusivas como el diálogo, la lógica y el debate pero también herramientas impositivas de discurso como la persuasión, la inducción, la seducción o el mandato. Solemos ser factor condicionante en este tipo de momentos. Nos situamos en el escenario y construimos presente.
- aquellos momentos en los que asistimos a lo que pasa (ESPECTADORES) En estos momentos nos permanecemos al margen, expectantes. Esperamos el comportamiento de otros o la mejora del entorno sin tomar partido. Cedemos nuestra parcela de responsabilidad al grupo, la situación o el momento. Empleamos una gran cantidad de herramientas para ello: excusas, justificaciones, y en general mecanismos de defensa. Somos ser factor limitante en este tipo de momentos. Nos situamos en el patio de butacas y juzgamos.
Ninguna de las dos es categóricamente cómoda o incómoda, cobarde o valiente. Depende de la situación, de la persona y del contexto. Todos nosotros podemos identificar con algo de ayuda qué decisiones hemos tomado por ejemplo hoy en alguno u otro de estos momentos, cuando hemos sido actores o espectadores de nuestra vida. Seguimos siendo nosotros mismos tanto cuando hacemos que las cosas pasen (decidimos, protagonizamos, actuamos) como cuando vemos que las cosas nos pasan (sufrimos, proyectamos, contemplamos). Este último eje de acción es una válvula de escape natural y necesaria que nos permite descansar del peso de tener que vivir conscientemente (coherencia, responsabilidad, protagonismo, autocrítica). En cualquiera de las religiones teistas o no teistas, la renuncia es siempre necesaria. La gran diferencia estriba en trabajar sobre el sentimiento de culpa o sobre la perspectiva. Ninguno de nosotros, ni siquiera los grandes yoguis o gurús de la meditación y tampoco las personas que idolatras, somos capaces de vivir conscientemente a todas horas. La utilidad no está tanto en identificar que una vía u otra es buena o mala en según qué momento, como en interiorizar cuando nos estamos responsabilizando de nuestros actos y cuando sencillamente necesitamos evadirnos. Un ejercicio muy útil para la construcción de conciencia colectiva es trabajar cuál es la emoción del equipo en ese momento, que no es más que la suma ordenada de emociones de sus miembros. Trabajar a partir de esto, suele dar resultados excelentes.
NUESTRO PAPEL Y LA NECESIDAD DE VÁLVULAS DE ESCAPE
La evasión consciente es lícita, la inconsciente es poco saludable. Un ejemplo de evasión consciente es un partido de fútbol. Libera tensiones desde el respeto trabajando sobre la rivalidad. En la mayor parte de casos -salvo conocidas excepciones- este tipo de eventos son un canalizador exitoso de conflicto y un educador constante en valores cívicos como la superación, la camaradería, la solidaridad, la meritocracia y el reconocimiento social. Sabemos a lo que vamos y aceptamos las consecuencias bajo unas reglas concretas que favorecen la distensión. Los ejemplos de evasión inconsciente ocurren a diario cuando nos negamos a afrontar la toma de decisiones (que en sí suele ser una decisión) y delegamos la responsabilidad de transformar la realidad en otros. Hay una famosa teoría que afirma que el 85% de cosas que nos ocurren están determinadas por factores externos y que focalizarse en el 15% restante disminuiría nuestra frustración y nos haría más felices. El gran reto de esta teoría es hallar qué factores son propios y externos para determinar nuestra capacidad de actuación.
Seguimos hablando aquí de una toma de conciencia, de un posicionamiento en nuestra propia vida y de algo así como un movimiento centrífugo de reconocimiento y asunción que va de fuera adentro de cada uno de nosotros para construir en un segundo momento un movimiento centrípeto de dentro afuera un discurso y actuaciones saludables para nosotros y para los demás. La base de un buen equipo de trabajo, de un equipo de alta madurez se encuentra en la fase de colaboración (hemos superado implicaciones residuales en forma de ayuda y participación para colaborar) y en la formación de consensos (acuerdos ganar-ganar que nos permitan escenarios saludables). Se trata de completar el camino instintivo y emocional que por lo general adoptamos en nuestras relaciones, y emprender un camino racional fundado en la perspectiva y la empatía mutua. En Izada, el espacio de desarrollo personal y profesional al que pertenecemos un gran equipo de facilitadores de Madrid, existe un curso imaginado de empatía en 2 pasos. Dice así: 1) Tú no eres los demás, 2) Los demás no son tú. Si recordáramos esto con frecuencia, la mayor parte de problemas nunca existirían.
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