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Atractor de Lorenz

Atractor de Lorenz

«No muestres temor cuando estés ante el enemigo, se valiente y recto, di la verdad siempre aunque te conduzca a la muerte, protege a los indefensos y se justo. Este es tu juramento«

Kingdom of Heaven (Scott, 2005)

 

Malditos los hombres que jamás tuvieron dudas porque ellos destruirán la Tierra. Esta es la primera afirmación de este artículo. La segunda es que yo creo que no vivimos en la realidad. Y voy a intentar explicar por qué creo ambas cosas.

Si hay algo que me gusta de mi vida es disfrutarla junto a otros. Pase lo que pase, sea lo que sea. Suelo dedicar mucho tiempo a hablar con los demás y a conocerles. Es algo que realmente me fascina. Creo además que la conversación es la forma más sencilla y eficiente de demostrar amor y respeto hacia los otros.

ATRACTORES CLÁSICOS

Sin embargo existe un perfil de personas predominante en nuestro entorno que es contrario a estos principios. Denomino a este tipo de personas atractores clásicos. Lo hago porque existe una explicación matemática para un tipo de conjuntos denominado de este mismo modo – atractores clásicos- que es aplicable también a las personas.

El tipo de persona atractor clásico sería una de las evoluciones naturales y totalmente comprensibles de nuestro sistema después de un tiempo lo suficientemente largo. Hablamos de más de un siglo desde la invención de los conceptos actuales de EMPRESA, SOCIEDAD DE CONSUMO y TRABAJO. Para este tipo de personas, al igual que para esos conjuntos matemáticos, todas las posibles trayectorias confluyen en un mismo punto. Eso significa que todo lo que ocurre a su alrededor está pasando para justificar su modo de vida y sus creencias. No hay nada que esté encaminado a lo contrario y si alguna vez encuentran señales de este tipo, manifiestan un comportamiento altamente reactivo. Terminan de este modo por asumir un estado estacionario en el que no varía, muta o se modifica ninguna característica del sistema (la propia vida, los valores, las creencias, las ideas). Esto ocurre por lo general «para su seguridad» o «para su tranquilidad». Su capacidad de adaptación y resiliencia es mínima porque no la necesitan. Hablamos de turistas de la vida. Por lo general no viven la vida pero de vez en cuando la visitan. Alimentan de forma tácita un sistema común que permanece a velocidad constante ante cualquier peligro evolutivo.

Desde el punto de vista de la termodinámica, se podría decir que el perfil de personas que acabo de describir pertenecen al estado natural de nuestra sociedad actual. Desde un punto de vista más mundano, existe una teoría económica denominada economía del estado estacionario (DESSE) creada por Herman Daly y que constataba la existencia de este fenómeno pero lo entendía como una ventaja para favorecer la sostenibilidad y el equilibrio de nuestro ecosistema. A nivel cosmológico,  Hermann BondiThomas Gold y Fred Hoyle formularon la Teoría del estado estacionario que pretende que la densidad que produce el universo en su expansión se compensa con una creación continua de energía. Desde el punto de vista político existen reveladoras declaraciones que aseguran que Hugo Chávez se encuentra en «estado estacionario». Todas estas teorías, ideas y afirmaciones están basadas en un mismo denominador común: no te preocupes, todo esto pasará.

Muchas de estas personas en numerosas conversaciones confesaron que dedican la mayor parte de su tiempo a ganarse el derecho a disfrutar de tiempo libre. La mayoría de ellas añadieron con rotundidad que dentro de ese alto porcentaje de tiempo, se dedican a cosas que en realidad no les importan para nada. Manifiestan este hecho con total naturalidad porque son convencidos practicantes de la filosofía del «mal menor». No se mortifican por ello sino que asumen que simplemente «es lo correcto». Interiorizan las palabras que la princesa Sibylla le dice a Balian en esa fantástica película de Ridley Scott «Algún día desearás haber hecho un mal menor por mor de un bien mayor«. Se sientan a esperar que todo pase y entretanto la vida, es cierto, pasa de largo para ellos por completo. No se trata solamente de que no quieran ser coherentes y de que ni siquiera les importen las historias de aquellos que alguna vez lo fueron, sino que incluso les parece altamente rentable presumir de incoherencia ante los otros.

Existe en ellos una mutación sostenida de la realidad, cierto nivel de disfunción social y una alteración total de la realidad. Lo único que les separa de una esquizofrenia tradicional es su extrema facilidad para mantener conductas motivadas y su natural forma de compartir su o sus realidades. Este tipo de perfiles que viven a ratos y van muriendo a otros comparten algunos síntomas asociados tradicionalmente al trastorno de identidad disociativo. Poseen varias personalidades y las emplean con notable maestría de forma diferencia e incluso opuesta en su área de desempeño profesional y en su área de desempeño personal. No hablo de comportamientos o de la imagen -algo que parece lógico modificar en según qué escenarios- sino de que realmente manejan valores, ideas y formas de ser diferentes fuera o dentro del horario de oficina.

En la mayor parte de estas personas el equilibrio entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen suele estar descompensado. Pero esto no es realmente importante para ellos porque lo útil -se dicen- es mantener siempre una velocidad constante y evitar cualquier tipo de cambio. Con independencia de que sea o no saludable este tipo de comportamientos, he detectado un campo de energía altamente tóxico alrededor de este tipo de personas. En los procesos de construcción de equipos se hacen patentes una serie de características que enumero a continuación:

  1. Son personas muy sencillas aunque frecuentemente indirectas
  2. Suelen estar convencidos de que lo que hacen es correcto sin plantearse por qué lo es.
  3. Todos sus discursos no parten de lo que quieren ser o hacer sino de justificar lo que son o lo que hacen
  4. Son leales y fieles a su presente sobre cualquier otra cosa o voluntad
  5. Son obedientes y en algunos casos disciplinados
  6. Tienen un elevado nivel de escepticismo crónico por lo que piensan los demás
  7. Carecen casi por entero de espíritu crítico y propositivo
  8. Tienen una gran facilidad para focalizarse en una sola tarea
  9. Construyen y se reafirman en negativo, es decir, pese a los demás y no con ellos
  10. Son supervivientes natos
  11. No suelen pensar en perspectiva ni ser destacados en pensamiento sistémico
  12. No suelen quejarse en serio aunque estén insatisfechos
  13. En general son malos opositores a cualquier cosa
  14. Entran en pánico o se perturban con gran facilidad ante lo desconocido
  15. Son controladores de su propia parcela, fuera de ella se sienten inaguantablemente incómodos
  16. No se inmutan y consideran universalmente válidas las propias
  17. Son expertos fabricantes de barreras y de límites

Es importante señalar que estas características son positivas y útiles en algunos momentos pero negativas y desastrosas en otros. Creo necesario compartir que considero que ser un atractor clásico puro es realmente complicado, si bien me he encontrado numerosos casos de este tipo. Esto es algo que me resulta triste debido a mis valores y a mi forma de entender la vida. Algo que es completamente subjetivo y que me lleva a pensar que los atractores clásicos puros son realmente malos para el mundo.  Reconozco que hay cierto nivel de maniqueísmo en esta afirmación pero la siento realmente. Creo para mi consuelo que la gran mayoría de personas simplemente se acercaron mucho a este perfil sin llegar a cumplirlo por completo. En todo caso, never give up, todo siempre se puede trabajar y es digno de cambio.

ATRACTORES EXTRAÑOS

Lo opuesto a este tipo de personas son aquellas que denomino atractores extraños. Son necesariamente propositivos, emplean una mentalidad abierta, son a menudo caóticos, poseen una complejidad implícita, son altamente creativos, necesitan sistemas dinámicos continuos, tienden a la dispersión, son curiosos,  inventan su propia realidad, son a menudo buenos comunicadores y NOS encanta relacionarnos y compartir. Todas estas características están basadas en un mismo denominador común: mójate, esto está pasando ahora. He trabajado mi lugar y mi condición innumerables veces y a pesar de que tengo una extraña combinación de ambos perfiles, me siento más próximo a este último. El manifiesto Do the never que ya ha cumplido un año y algunas iniciativas que he llevado en mi vida personal y profesional avalan de algún modo este sentimiento.

Este tipo de personas son complementarias a las otras en dinámicas de equipo. Aunque es cierto que son menos frecuentes no por ello son más especiales. En mi opinión una persona especial lo es por otra serie de motivos que tienen que ver con sus decisiones, su manera de vivir y la siempre determinante influencia del observador 😉 En todo caso se da un hecho altamente incómodo para el atractor extraño. Sucede que está sujeto a una presión continua dado que la enorme mayoría de personas están cercanas al perfil de atractor clásico. Y aunque los dos son atractores y hacen que la vida siga y se mueva, es cierto que las responsabilidades están desigualmente divididas respecto al sistema del que forman parte. El atractor extraño representa un empuje sin medida, disruptivo y cíclico, inasequible al desaliento, lo que lleve a una generación de expectativas elevadas y a una frustración constante difícilmente asumible. Por su parte el atractor clásico es un contenedor natural de todos los procesos; su responsabilidad es contener, retener y mantener por lo que ejerce junto a otros una elevada presión conservadora contra cualquier avance positivo o negativo. De este modo la presión del atractor clásico no es tanto la de saber dar golpes sino la de recibirlos sin apenas inmutarse junto al resto. Es una presión no tanto por desigualdad sino por uniformidad y disciplina. Ambos tipos de presión son igualmente duros y complejos y tanto en el atractor clásico como en el atractor extraño se encuentra la posibilidad de empatizar con la presión del otro para hallar un lugar común. En cierto modo se trata de una tensión necesaria entre las partes.

Por otro lado no es bueno etiquetar a nadie completamente en uno u otro perfil salvo raras excepciones. Porque ninguno de ellos es realmente bueno sin contexto y porque no existe una receta milagrosa de acometer la vida. Más bien se trata de tener ambas referencias y poder jugar con ellas.

UNA DUDA RAZONABLE

Creo que la herramienta más útil para evitar caer en el perfil de atractor clásico al que siempre nos vemos tentados, es la duda razonable. La misma duda que les hizo preguntarse a aquellos prisioneros encadenados en una cueva si la vida era algo más aparte de las sombras que veían proyectadas en la pared. Esta historia del viejo Sócrates, que revivo cada cierto tiempo en forma de señales diferentes, siempre me ha ayudado a comprender que una persona nunca es realmente libre hasta que no se hace preguntas y busca las respuestas. El resto de elementos asociados son solo una cuestión de estética. La cárcel, la celda, las cadenas, el opresor,… nada puede contener a un alma libre cuando realmente descubre que ha nacido para serlo. Todo crecimiento y todo avance nacieron simplemente de una duda razonable.

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Comparto una breve encuesta que me realizaron los amigos de Coontigo en el marco del evento Creatibi que se celebrará en Ibiza del 20 al 22 de mayo. Creo que esta encuesta ayudará a comprender por qué siento que soy un atractor extraño.

Si tuvieras que pasar el resto de tu vida haciendo una única cosa ¿Cuál sería? Quererme a mí mismo y querer a los demás han sido las dos únicas actividades rentables a lo largo de mi vida. Si me pidieran hacer una única el resto de mi vida, negociaría para poder hacer las dos. La una sin la otra carece de sentido.

Todos somos de una u otra forma extraordinarios ¿Cuál consideras que es tu superpoder? Soy único. No es algo que me haga original pero puede que me haga parecer auténtico. Creo que la clonación es un invento absurdo de los telediarios.

Dinos 3 cosas que hayas conseguido en tu vida ¿De qué estas orgulloso? ¿Por qué vale la pena conocerte? Por este orden: sigo sorprendiéndome a diario, no he dejado de sorprender a los demás y los demás me siguen sorprendiendo. Sin excepción.

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